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La Unión Europea fracasa en su intento de arrebatar el
papel de intermediario a EEUU en el conflicto
palestino-israelí al tiempo que continúa
la represión en los Territorios Ocupados
Nota informativa CSCAweb ;19 de febrero de 2002
La propuesta europea de creación inmediata y reconocimiento de un Estado palestino como primer paso para desbloquear el conflicto palestino-israelí, lanzada en la reunión de ministros de Exteriores de Cáceres del pasado 9 de febrero, ha nacido muerta. En la reunión de Bruselas del lunes 18, los representantes europeos fueron incapaces de ponerse de acuerdo a la hora de elaborar un documento conjunto que reflejase cuál es la postura europea para resolver el conflicto: el enfoque "antiterrorista" de EEUU e Israel -que Reino Unido, Holanda y Alemania defendieron- bloqueó el acuerdo
La propuesta europea de creación inmediata y reconocimiento de un Estado palestino independiente como primer paso para desbloquear el conflicto palestino-israelí, lanzada tras la reunión de ministros de exteriores europeos celebrada en Cáceres el pasado 9 de febrero, ha nacido muerta. Durante la última reunión de ministros de exteriores celebrada el pasado 18 de febrero en Bruselas, los representantes europeos fueron incapaces de ponerse de acuerdo a la hora de elaborar un documento conjunto que reflejase cuál es la postura europea para resolver el conflicto. Las tesis de Alemania, Holanda y el Reino Unido, próximas a las de la Administración norteamericana, han triunfado, haciendo primar la "seguridad" de Israel sobre la necesidad de ofrecer una alternativa al actual estancamiento y la continua represión del Ejército israelí en los Territorios Ocupados (TTOO).
Reunión en Cáceres
Por primera vez en varios meses, la UE se había desmarcado de la postura de la Administración norteamericana en lo referente al conflicto palestino-israelí. En una región celebrada en Cáceres el pasado sábado día 9 de febrero de 2002, en la que participaron los ministros de Exteriores de los países miembros, los representantes europeos hicieron público el deseo de la UE de que se celebren de manera inmediata nuevas elecciones en Palestina conducentes al reconocimiento inmediato de un Estado palestino independiente que habría de ser reconocido de manera inmediata por Israel y entraría a formar parte de NNUU.
Hubert Vedrine, Ministro de Asuntos Exteriores (AAEE) de Francia, país promotor de la iniciativa, aseguró que la creación de un Estado palestino constituiría "un punto de partida para el inicio de un proceso de negociaciones". El plan, que según las informaciones difundidas inicialmente contaba con el apoyo de todos los ministros presentes y que habría de ser discutido con detalle en la próxima reunión de ministros de exteriores de la UE el día 18 de febrero y en la Cumbre de Barcelona, recibió tras su difusión las primeras críticas de parte de algunos socios que se han mostrado reticentes a su aplicación. Como preludio a su visita a Israel la semana del 11 al 18 de febrero, un portavoz del ministro de AAEE británico afirmó que Jack Straw (ministro de Exteriores británico) mantenía una postura de escepticismo ante la propuesta francesa y que las conclusiones de la reunión de Cáceres no habían sido "unánimes". Pese al distanciamiento parcial de la UE de la postura oficial norteamericana, que sigue exigiendo el "fin del terrorismo" antes de la reanudación del proceso de negociaciones, y que ha cuestionado la representatividad política y el papel de interlocutor válido del presidente de la AP, la propuesta europea no constituye una garantía de que la UE pueda contrarrestar la influencia norteamericana en el proceso negociador que se avecina. Según refleja en su edición del 19 de febrero el diario El País, el fracaso del plan de paz europeo se debe a la negativa de Alemania, Holanda, y el Reino Unido a hacer primar los aspectos de "seguridad" sobre las cuestiones políticas relativas a la reanudación de las negociaciones.
La iniciativa europea de promover en este momento una alternativa de solución a la cuestión palestino-israelí está indisolublemente ligada a la próxima celebración de la Cumbre Euromediterránea en Valencia (Abril, 2002) y a la necesidad de la UE de que las cuestiones políticas relacionadas con el conflicto palestino-israelí no vuelvan a bloquear los escasos avances que ha conseguido el proceso euromediterráneo en sus facetas económicas y de seguridad como consecuencia de la crisis permanente genera el desacuerdo político en las reuniones oficiales Euromediterréneas. Nuevamente, la UE hace gala no solo de su desacuerdo y falta de compromiso político respecto a la cuestión palestina sino de su oportunismo al tratar de impulsar una posición europea común en un momento en el que el proceso Euromediterráneo debe de ser reforzado tras los escasos avances que ha alcanzado desde su aplicación en 1995.
El papel de Simón Peres
Por su parte, el actual Ministro de Exteriores israelí, Simón Peres, se encuentra en la actualidad sumido en una campaña que tiene por objeto revigorizar ante la opinión pública israelí el denominado Plan Peres-Abu Ala, fruto de las negociaciones mantenidas entre el ministro israelí y el presidente del parlamento palestino Ahmed Qureia "Abu Ala", que se perfila en medios israelíes y norteamericanos como uno de los sustitutos más "fiables" y favorables a los intereses israelíes en el seno de la AP. Cabe resaltar que los medios de comunicación europeos han optado en las últimas semanas por desvincular a Simón Peres de la política del actual gobierno israelí con el objeto de presentarle ante la opinión pública mundial como un interlocutor válido en el futuro proceso de negociaciones. Las críticas contra la política represiva de Ariel Sharon vertidas por los medios europeos y la UE, sin duda alguna merecidas e incuestionables, son sin embargo reflejo del intento de revitalizar las tesis del laborismo sionista israelí, cada día más desacreditado en el interior de Israel y cuya estrategia para la resolución del conflicto consiste únicamente en una aplicación de los acuerdos de Oslo en su versión remodelada Tenet-Mitchell .
En este sentido, las últimas declaraciones de Simón Peres, en las que el ministro de AAEE israelí aseguraba estar "a favor del diálogo con los palestinos y no de un año más de enfrentamientos" (según el diario El País), han de interpretarse como un nuevo intento de congraciarse con la opinión pública y los gobiernos europeos en la carrera del Partido Laborista por ganar posiciones frente a la derecha israelí, en un momento en el que las filas del Likud se preparan para el más que probable relevo de un Ariel Sharon cada vez más impopular para dejar paso, con toda probabilidad, a un revitalizado Benjamín Netanyahu, que en los últimos meses ha reaparecido en la escena política israelí y está haciendo campaña entre los medios que le son próximos dentro del Likud y las organizaciones políticas controladas por el sector rusófono de la población.
El encuentro Sharon-Bush
Por otro lado, Yaser Arafat, presidente de la Autoridad Palestina, volvió a ser protagonista durante el encuentro que tuvo lugar entre el Presidente norteamericano George W. Bush y el primer ministro israelí Ariel Sharon hace dos semanas en Washington. Sharon volvió a repetir ante el presidente norteamericano el mismo discurso que ha venido manteniendo durante los últimos meses, argumentando que Arafat "no es, ni será, un socio para la paz", y que es necesario ejercer todo tipo de presiones sobre la Autoridad Palestina conducentes a la sustitución de Arafat por una figura alternativa que cuente con el beneplácito israelí. Igualmente, Ariel Sharon volvió a referirse a Arafat como promotor del terrorismo en la región y le acusó de ser el responsable de la actual situación por la que atraviesa el pueblo palestino.
Durante el encuentro, Sharon presentó ante Bush un plan económico para la Franja de Gaza que contempla la creación de 100.000 puestos de trabajo en un plazo de tres años. El plan, que Sharon calificó de un nuevo "Plan Marshall para Gaza", se fundamentaría sobre la creación de un complejo industrial y la potenciación de inversiones privadas provenientes de EEUU, Europa, e Israel. Este plan indudablemente perpetuaría la actual situación de dependencia de la economía palestina y por extensión de la economía árabe respecto a la economía israelí, que desde la firma de los Acuerdos de Oslo ha venido utilizando el proceso de paz como principal instrumento de inserción económica del capital israelí en la región árabe. Políticamente, la estrategia norteamericano-israelí dibujada por Bush y Sharon en su encuentro contempla la creación de un Estado palestino, pero solamente después de haber llegado a un acuerdo final bajo los presupuestos trazados en los planes Tenet y Mitchell en términos aceptables para Israel y evidentemente inaceptables para los palestinos.