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País Vasco

9 de febrero del 2004

Plan Ibarretxe
Un paso más en el choque de nacionalismos

Alberto Arregui
Nuevo Claridad

La cuestión nacional, y especialmente la cuestión vasca, se mantiene como un conflicto constante de la historia del Estado español desde hace más de un siglo. Por sí mismo, esto evidencia la falacia de quienes lo presentan como "un conflicto inventado". La tesis oficial del nacionalismo dominante siempre empieza por negar la existencia del problema, al igual que sucede con otros fenómenos de discriminación en nuestra sociedad; el machismo, el racismo, los privilegios de los ricos..., son presentados siempre como algo "natural".

Hace unos días el filósofo oficial del régimen en estos asuntos, Fernando Savater, afirmaba que "el problema del País Vasco es que no hay problema, lo han creado los nacionalistas" (Localia TV 24/10/03). La utilización en exclusiva del término "nacionalista" para referirse a vascos y catalanes, niega lingüísticamente la existencia del nacionalismo español, que es el otro polo dialécticamente inseparable del nacionalismo vasco. La existencia del nacionalismo vasco no cabe sin la del español.

Para ser un problema artificial, lleva mucho tiempo, pero, además los resultados electorales en Catalunya y en Euskadi parecen afirmar otra realidad muy distinta.

Pero el PP cierra los ojos a esta realidad, para afirmar sólo lo que ellos ven como evidente: los intereses del nacionalismo español dominante.

Desde que Aznar llegó a la Moncloa el enfrentamiento ha ido en aumento, pero está alcanzando el paroxismo con el conflicto en torno al llamado "Plan Ibarretxe".

Es difícil entender el punto de agresividad al que se ha llegado sin hacer un pequeño repaso de lo que ha supuesto la etapa del PP en el gobierno.

El triunfo electoral de la derecha supuso, de forma inmediata volver a la carga con los dos temas centrales que caracterizan las obsesiones de la derecha española históricamente: su dominio como clase y su dominio como nación.

En la Transición tuvieron que ceder en muchas cosas, por miedo a la clase obrera, cuyo movimiento vivía un ascenso imparable, y por miedo a la desintegración del Estado español en líneas nacionales como reacción a la salvaje opresión vivida bajo la sangrienta dictadura de Franco.

Los gobiernos de Felipe González, de 1982 a 1996, no consiguieron resolver tampoco la cuestión nacional, pero sí tuvieron una influencia decisiva en envenenar el conflicto vasco, con el desdichadamente famoso, GAL, y, asimismo desanimar al movimiento obrero a través de contrarreformas laborales que preparaban el camino para un gobierno de la derecha.

El Partido Popular, el partido de Fraga, los herederos del franquismo, volvían así al gobierno con la intención y la posibilidad de tomarse la revancha histórica, volviendo a la carga en la defensa de sus intereses de clase burguesa y de su patriotismo español.

¡Es el PP estúpidos¡

En la política social encontraron, en una primera fase la pasividad, al menos, de los dirigentes sindicales, cuando no su entusiasmo por los pactos con el gobierno. A ello se unía una coyuntura económica internacional muy favorable que les ha permitido amortiguar el auténtico alcance de las medidas que han tomado en estos años. En el último período la actitud empieza a cambiar, sobre todo con la Huelga General del 20 de junio de 2002. Sin duda, será este el terreno que pueda socavar el apoyo del PP y preparar su derrota electoral.

Pero, ¡ay¡, en la cuestión vasca, la derecha españolista, ha encontrado el apoyo entusiasta de la mayoría de la oposición, lo que le ha permitido desarrollar una política a cada paso más agresiva, más españolista, más intransigente y más represiva. Lo que, por supuesto, aleja cada vez más la posibilidad de una solución a corto plazo.

El PP ha encontrado aquí un filón electoral, y la mayor parte de los dirigentes de la izquierda se sienten incómodos cuando no están en la misma foto que el gobierno.

Todos culpan al PNV de los males que nos acechan, sin comprender que el auténtico problema emana de la política del PP. Lo acontecido en torno al Plan Ibarretxe nos servirá para sustentar esta tesis.

Debemos recordar que "las hostilidades" fueron abiertas por el PP hace años cuando dinamitaron el Pacto de Ajuria Enea, y rechazaron el Plan Ardanza.

Desde entonces se produjeron dos procesos paralelos que han ido en aumento: por un lado la burguesía española decidió lanzar una ofensiva y tomó la iniciativa en una política agresiva para tratar de destruir al nacionalismo vasco, y por otro, la izquierda, sobre todo el PSOE, se sumó a todas las iniciativas del PP subiéndose al carro del nacionalismo español más rancio.

En ese contexto, la burguesía nacionalista vasca no ha visto más opción que una huida hacia delante, pudiendo afirmarse que el salto cualitativo se produjo con el fracaso de la tregua de ETA.

El PNV puso toda la carne en el asador con el acuerdo de Estella (Lizarra), que permitió a ETA decidirse a plantear una tregua. Pero, aunque ya hemos analizado este proceso en el pasado, recordemos cómo el PP boicoteó la tregua desde el primer momento pues le daba pánico que el PNV pudiese apuntarse el tanto del fin de las actividades armadas de ETA. El PSOE, no quería separarse ni un milímetro del PP, e IU aunque entró en el acuerdo de Lizarra, en el resto del Estado español estaba dividida y desorientada.

En cualquier caso fue ETA quien rompió la tregua desbaratando una posible salida al conflicto, pero no podemos olvidar que recae sobre el PP la responsabilidad de haber desperdiciado una oportunidad histórica, que no se producía, ni se producirá, en muchos años, de buscar una salida política a la situación. Quedó muy claro, que a la burguesía española sólo le interesa una salida que suponga el aplastamiento policial de ETA y la derrota humillante del nacionalismo vasco.

Por eso al PP le interesa que ETA y HB estén todo el tiempo en primer plano, pero el PNV consciente de la situación está jugando todas sus cartas para recuperar la iniciativa perdida tras el fracaso de Lizarra, y vaya si lo ha hecho.

El PP, con el apoyo del PSOE, y el aturdimiento de la dirección de IU, lanzó de forma inmediata el Pacto contra el Terrorismo, y una serie de medidas policiales y legales de restricción de los derechos democráticos que tenían más como objetivo al PNV que a ETA. En todo ello contó con el apoyo de Zapatero y los suyos. IU, se opuso a la medida más significativa como ha sido la Ley de Partidos políticos, pero ha mostrado una incoherencia constante respecto a la postura política clara que fue aprobada en la VI Asamblea federal que ha sido guardada en un cajón por la dirección.

La ilegalización de HB (EH), como en su día el cierre de EGIN o ahora el cierre del diario en euskera EGUNKARIA, forzaron al PNV, y al gobierno vasco, a luchar por su propia supervivencia. Además el PP fracasó estrepitosamente en su intento de derrotar en las urnas al PNV, apoyándose en el PSOE, con lo que cada vez bascula más hacia un juego muy peligroso que puede llevar las cosas a un punto sin retorno; atacar cada vez más fuera de Euskadi, y dentro de la Comunidad Autónoma Vasca intentar crear un movimiento secesionista en Alava, como en el pasado hicieron en Navarra, también con el apoyo imprescindible del PSOE, pero que hoy tendría consecuencias aún más graves.

El gobierno vasco, con el Plan Ibarretxe, consiguió retomar la iniciativa. A partir de ese momento se ha convertido en el eje de la discusión, y ha propiciado al PNV un terreno más cómodo, más político, para el enfrentamiento, sacándole del rincón del ring en el que le había metido su papel de "defensor" de EH.

El apoyo al plan Ibarretxe en un sector determinante de la sociedad vasca, es lo que le hace más fuerte, pero es también lo que lleva al PP, que hasta ahora arrastra a Zapatero, a combatirlo con zafiedad, pues cuanto más lo condene en España y en Europa, sin dejar que los vascos lo discutan siquiera, más apoyo tendrá dentro de Euskadi.

Los dirigentes del PSOE no quieren que este filón electoral del PP quede sólo en manos del partido de Rajoy, y tratan de compartirlo en un esfuerzo patético por ser más españolistas que Aznar. Proclaman constantemente que "el problema es el nacionalismo vasco", sin entender no sólo que el principal problema es el PP, sino que si ellos se opusiesen al PP obtendrían más apoyo del electorado de izquierdas que mantiene un alto grado de perplejidad ante esta pelea. Por cierto ¿Cómo pueden defender algunos de los dirigentes de IU el formar un gobierno con el PSOE, si la izquierda gana las elecciones, mientras mantengan esta postura? El respeto al derecho de autodeterminación, y la opción de un Estado Federal, son principios irrenunciables, para formar parte de un gobierno de la izquierda, otra cosa es, por supuesto, que IU debe impedir, si está en sus manos, un gobierno del PP.

El Plan Ibarretxe

Al plan Ibarretxe le pasa como a la película "La pelota vasca", que lo condenan antes de leerlo.

Por supuesto que desde una perspectiva socialista, no se puede uno identificar con este plan, que no deja de ser un proyecto de la burguesía vasca para defender sus intereses. Pero plantea puntos perfectamente asumibles como reivindicaciones democráticas, y, sobre todo, exige de cualquiera que no sea un burgués autoritario, el derecho a que sea discutido libremente por el pueblo vasco. Y, hoy en día, con el ataque que se está produciendo a una libertad elemental, eso es lo que más deberíamos destacar desde la izquierda; cargar menos las tintas contra el Plan Ibarretxe, y más contra el Plan PP.

El Gobierno Vasco, con un amplio respaldo popular, pretende modificar el Estatuto de Autonomía con un procedimiento tan intachable como sagaz: lo paso a discusión; lo voto en el Parlamento Vasco; lo remito al Parlamento español y, si Las Cortes dicen que nones, lo someto a un referéndum con cuyo resultado se volvería a discutir con el Gobierno español.

La Constitución Española impide a las comunidades autónomas que hagan referéndum, manteniendo esta atribución como competencia exclusiva del Estado, cerrando, así, el paso al ejercicio del derecho a la autodeterminación.

Por supuesto que se trata de dos nacionalismos en conflicto, pero el que rompe las reglas del juego, el que no acepta los métodos democráticos e impide que un pueblo se exprese es el nacionalismo español, que no sólo impide el derecho de autodeterminación, sino que impide hasta un referéndum, o que sea discutida una propuesta de reforma del Estatuto. Claro, una cosa puede llevar a la otra, pero en primer lugar se manifiesta el miedo del PP, y de una parte del PSOE, al resultado de un referéndum en la CAV sobre el derecho de autodeterminación, pues saben de antemano que puede tener el apoyo de más del 60% de la población.

Sólo un nacionalista vasco puede apoyar consecuentemente el contenido del llamado plan Ibarretxe, pero sólo un nacionalista español cerril puede oponerse al mismo en su conjunto.

Desde un punto de vista de izquierdas, lo primero que debemos afirmar es que se ha abierto una campaña monstruosa de mentiras desde los medios de comunicación, el gobierno y la dirección del PSOE.

En realidad se trata de un proyecto de nuevo estatuto de autonomía para la Comunidad Autónoma Vasca, no de un plan independentista o secesionista.

En el mismo coexisten ideas totalmente de derechas, como la defensa de un modelo capitalista a ultranza, o el reconocimiento de la monarquía española, junto con reivindicaciones democráticas elementales, sobre todo el derecho de autodeterminación. Pero el grueso del articulado se dedica a la delimitación de las competencias exclusivas de la Comunidad Autónoma Vasca, y de las exclusivas del Estado español, así como las compartidas. En todo momento se reconoce la pertenencia al Estado español, pero llevando más lejos las competencias que hasta hoy ha cedido cicateramente el gobierno central desde Madrid, y rompiendo las limitaciones, que bajo la presión del superviviente aparato del Estado franquista, se impusieron en la Constitución de 1978.

A título de ejemplo, podemos citar lo referente al poder judicial; no se produce un cambio sustancial, ya que respeta el corporativismo del poder judicial al igual que en el resto del Estado español sin abrir la puerta al elemento básico de la democracia, que es el sufragio universal. Pero si ha levantado tanto revuelo es porque al agotar las instancias judiciales en la CAV (salvo para las competencias reservadas al Tribunal Supremo), se convierte, aunque sea de rebote, en más respetuosa con la Constitución que lo que se establece hoy en día, pues eliminaría las competencias de tribunales especiales, como la Audiencia Nacional, que rompen el principio del derecho a ser juzgado por el juez natural. Y claro, esto levanta ampollas.

Incluso en un tema tan sensible como la Seguridad Social, ha provocado el descontento de LAB y de ELA, pues ambos sindicatos son partidarios de "un marco autónomo de relaciones laborales", y el proyecto de estatuto se limita a plantear la gestión de un sistema compartido.

Otra mentira

Otra mentira escandalosa es la referente a Navarra. El gobierno local del PP (UPN), ha puesto el grito en el cielo, pero en realidad el nuevo proyecto de estatuto vasco lo único que hace es desarrollar lo que la propia Constitución dispone en su Transitoria Cuarta, en la que se prevé la posibilidad de que Navarra se incorpore a la autonomía vasca, ya que en aquella época se veía como una opción probable. El gobierno de UPN, no sólo se ha puesto histérico sino que pide ahora que se reforme la Constitución, pero para eliminar la Disposición Transitoria Cuarta.

En definitiva el llamado Plan Ibarretxe, y que deberíamos llamar Propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía, tiene muchos defectos, y existen motivos para oponerse a bastantes de sus puntos, pero lo primero de todo es reconocer que merece la pena que se discuta, en el parlamento vasco, pero, sobre todo, en la sociedad vasca, en la sociedad en el conjunto del Estado español.

Después de los resultados en Catalunya parece que el PP no tiene muchas ganas de profundizar en el tema, sino que en la mejor práctica de la Inquisición, condena, y quema sin atender a razones. Pero es impropio de la izquierda que el PSOE siga la estela del PP, debiera abrir una discusión en sus filas para dejar que se expresen todas las voces.

Federación socialista

Aunque de momento yo me conformo con que ese debate se abra en IU, y en vez de rememorar los reinos de taifas, tengamos una discusión rica sobre nuestra actitud y nuestras propuestas en el conjunto del Estado español, y de paso podamos discutir también por qué una fuerza que se proclama de izquierdas y cuyo objetivo es la transformación socialista de la sociedad, está atada de pies y manos participando en el mismo gobierno que la burguesía vasca.

Estamos viviendo un período en que se cercenan libertades democráticas desde el gobierno, con el apoyo de parte de la oposición, y la pasividad de sectores sociales, pero debemos explicar claramente que defendemos el derecho de quienes quieren otro estatuto de autonomía a defenderlo, y de quienes quieren la independencia a defender su opción y ejercer el derecho de autodeterminación. Pero al mismo tiempo debemos dejar bien claro lo que nosotros defendemos: Una federación socialista, en pie de igualdad, de todos los pueblos que componen el Estado español.