País Vasco
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27 de enero de 2004
Tras el contacto con
ETA
Un atracón de principios
Javier Ortiz
www.javierortiz.net
«No se puede admitir y condeno cualquier tipo de contacto con la banda
terrorista ETA», dijo ayer por la tarde José Luis Rodríguez Zapatero. Según él,
ésa es una cuestión «de principio».
No sé qué clase de principio puede ser ése. Según lo formula el secretario
general del PSOE, tal parece que considere un crimen reunirse con la dirección
de ETA, sea cómo, cuándo y para lo que sea. Si ésa es la idea que trata de
expresar, habrá que decirle que no pasa de ser una mamarrachada. Otra. Ni
siquiera en plena guerra puede uno descartar de antemano la posibilidad de
entrevistarse con el enemigo. Depende de las condiciones en que se plantee la
hipotética reunión, y para qué pueda servir. Todos los gobiernos que ha tenido
España desde 1977 han mantenido contactos con ETA, así haya sido tan sólo «para
tomarle la temperatura», según celebrada expresión de un alto responsable
socialista de Interior. El propio Aznar envió a algunos de sus colaboradores
más cercanos no ya a hablar, sino incluso a negociar con ETA ?después de
celebrar una conferencia de Prensa en la que no pronunció ni una sola vez el
adjetivo «terrorista», recordémoslo?, y el hecho de que no resultara nada
positivo de aquella reunión no altera para nada la realidad de su existencia.
¿Hizo mal? Desde luego que no. ¿Fue convocado por algún juez de la Audiencia
Nacional para que declarara sobre las circunstancias de ese encuentro? ¿Le
acusó alguien de colaboración con banda armada? Va, venga: un poco de seriedad.
Cualquiera que conozca a Josep-Lluís Carod Rovira, así sea mínimamente, sabe
que el conseller en cap de la Generalitat rechaza por completo la violencia de
ETA, en Cataluña y fuera de Cataluña. Me parece obvio que, si admitió
entrevistarse con la dirección de ETA, lo hizo para enterarse viva voce de cómo
ve las cosas. Para «tomarle la temperatura», sí. Lo cual podrá ser más o menos
oportuno ?como podrá ser más o menos acertado que no se lo contara a Maragall?,
pero no tiene nada de aberrante, ni de criminal, ni de perverso.
Yo no soy dirigente de ningún partido ?ni ganas?, pero lo digo sin ambages: si
la dirección de ETA me hiciera saber que quiere tener un contacto conmigo para
enterarse de mis opiniones y darme cuenta de las suyas, acudiría a la
entrevista sin la menor vacilación. Por supuesto. Un periodista no podría hacer
otra cosa. Ni un político. A no ser que se trate de un político como Rodríguez
Zapatero, que se vanagloria de los contactos que no tiene, como si le aportara
alguna ventaja hablar de oído.
De todo este asunto, lo que más me intriga es lo que nadie comenta. A saber:
¿cómo se enteraron los servicios de espionaje españoles de la existencia de esa
reunión? ¿A quién seguían, a Carod o a los de ETA? ¿Por qué no pidieron a la
Policía francesa que detuviera a los dirigentes de ETA? ¿Quién decidió pasar
esa información al diario que la ha publicado? ¿Ha sido cosa de los propios
servicios o han seguido instrucciones del Gobierno? En ambos casos: ¿por qué
dar esa información, en general, y por qué dársela a ese diario, en concreto?
Ítem más: ¿de dónde se han sacado el presunto conocimiento que dicen tener del
contenido de la reunión? ¿Y por qué han colado varias mentiras en medio de las
verdades?
En fin: ¿qué papel cumplen los servicios de información del Estado en la
campaña electoral y qué ley se lo atribuye?