Eric
Toussaint
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Deuda del tercer Mundo en Okinawa. G7:
Baile de máscaras!
Eric Toussaint
Traduccion Susana in Correo de información de ATTAC n°47 Miercoles,
02/08/2000
Habiendo transcurrido la reunión del G7+1 en Okinawa, ha llegado la hora
de hacer un balance sobre las promesas de anulación de la deuda a los países
del Tercer Mundo. Pasó un año desde junio del 99 en Colonia. La
coalición Jubileo 2000 hizo entonces un petitorio a los dirigentes del
G7 avalado por 17 millones de firmas,con el objeto de que se anulase la deuda
de 50 países del Tercer Mundo. El G7 dio una respuesta aparentemente positiva
y se comprometió a anular rápidamente un 90% de la deuda de
los 41 países pobres muy endeudados (PPME-"HIPC" en inglès) priorizando
la lucha contra la pobreza. Cien mil millones de dólares iban a ser destinados
a tán generosa finalidad, decisión que obtuvo una amplia repercusión
mediática.
En los diferentes recintos nacionales, se sucedieronn, a partir de allí,
otros anuncios similares. Delante de la Asamblea del FMI y del BM, Michel Camdessus
leyó la carta de dos jóvenes guineanos muertos en el tren de aterrizaje
de un avión de Sabena y declaró que su llamado había sido
escuchado gracias a la iniciativa de Colonia. En setiembre de 1999, el presidente
Bill Clinton anunció la nulación del 100% de la deuda de los países
más pobres por parte de los EEUU. Le siguió Gordon Brown, canciller
del Tesoro de Gran bretaña , Jacques Chirac, etc. En esa misma época,
el Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM)
hizo de Casandra, denunciando que esta iniciativa era una gran mentira y reclamando
al mismo tiempo, auténticas soluciones.
¿Qué es lo que efectivamente ha pasado un año después
de Colonia?
De los 100mil millones anunciados, apenas se reunieron 2,5 mil millones de dólares,
lo que representa alrededor del 1,2% del total de las deudas de los 41 PPME/HIPC
(deuda que ha seguido creciendo) o sea un 0,12% del monto total de las deudas
del Tercer Mundo (2.070 billlones de dólares, sin tener en cuenta al ex
bloque del Este). Se está pues bien lejos del 90% al 100% anunciado! Más
allá de la discusión sobre la magnitud exacta del esfuerzo realizado,
todos concuerdan en que se ha hecho bien poco.
La generosidad de los países más ricos es realmente miserable. El
Congreso nortemericano ha destinado 63 millones de dólares para la
reducción de las deudas en el año 2000, lo que representa un cuarto
milésimo del presupuesto anual para la defensa de los EEUU que asciende
a 280 billones de dólares. Se prevé, por otra parte un excedente
anual presupuestarios de 100 billones para los próximos diez años.
Se adivina que las intenciones del Capitolio y del Pentágono son las de
destinarlo en parte al proyecto militar de escudo antimisilístico (soñado
por Ronald Reagan en los años 80)antes que a la anulación de la
deuda del Tercer Mundo.
Según nuestros cálculos ningún país acreedor del Norte
hará un esfuerzo superior al equivalente al 1% de sus gastos militares.
Por ejemplo, el gobierno belga ha previsto destinar una suma de 800 millones
de Francos belgas (alrededor de 20 millones de euros o US$) al esfuerzo de reducción
de la deuda del Tercer Mundo. Debemos destacar, también, que esta suma
no ha sido aún (en lo esencial) realmente efectivizada. Al ritmo de 800
millones de Francos belgas por año serán necesarios mas de 100 años
para anular los 92 mil millones de Francos belgas que los PPME/HIPC deben a Bélgica.
Debe destacarse también que las sumas afectadas por los estados industrializados
al alivio de la deuda se usan para indemnizar a las empresas privadas alemanas,
francesas, belgas, etc., ubicadas en aquellos países aplastados por el
peso de la deuda (especialmente en los casos en que se trata de instalaciones
inadecuadas para las necesidades locales como el dique Inga en el Bajo Congo
o la siderúrgica alemana Klöckner en Bolivia y el Camerun). Elefantes
blancos todos comprados por regímenes que han recibido de parte de estas
empresas por aceptar préstamos y proyectos (llave en mano), abultadas comisiones.
Hubo enormes contratos en juego y las empresas en cuestión se beneficiaron
con el apoyo cómplice de los gobiernos occidentales empeñados en
mantener estrechos lazos con sus antiguas colonias (Francia, Gran Bretaña,
Bélgica, Alemania, España. Portugal) o en abrir nuevos mercados
asegurándose estratégicas alianzas (EEUU). El grueso de la deuda
de los PPME/HIPC se originó entre los años 70 y 80.
Y lo que es más grace es que las sumas afectadas a estas indemnizaciones
hacia los acreedores privados se cargan en los presupuestos de cooperación
al desarrollo (AOD). En síntesis los montos anunciados por los países
del Norte no están dirigidos hacia los pueblos del Sur, se
cargan sobre la comunidad y benefician a empresas privadas ampliamente responsables
del desastre ocasionado a los países del Tercer Mundo. Uno puede preguntarse
legítimamente porqué es necesario indemnizar a los acreedores privados
que han sacado amplio provecho de jugosos contratos con los países endeudados
así como de subsidios públicos proporcionados por los países
del Norte.
Por otra parte, Francia y Japón que prometen anular, por su cuenta, las
deudas de los PPME/HIPC mienten vergonzosamente. Luego de percibir los reembolsos,
ambos países, ofrecen donar las sumas percibidas. Hablar de anulación
es un abuso lingüistico. El Japón exige explícitamente que
el dinero entregado a los países del Sur sea utilizado para comprar mercaderías
y servicios provistos por empresas japonesas. Es decir que la deuda reembolsada
y el dinero mismo, reingresa al tesoro del país "donante".
En esto consiste el anuncio hecho en Okinawa el 23 de julio del 2000, el esfuerzo
de 15 billones que ha prometido Japón está referido al desarrollo
de Internet en el Tercer Mundo. Se trata por lo tanto, una vez más, de
una ayuda que obliga a los países beneficiarios a comprar material informático
japonés. Francia ha sido un poco más discreta, ya que, luego de
muchos años, importantes movimientos progresistas critican acerbamente,
esta ayuda vinculante. Recordemos sin embargo que el Presidente Chirac viene proponiendo
desde hace bastante tiempo a los PPME/HIPC la privatización de sus empresas
a favor de las multinacionales francesas. Bouygues, Vivendi y otras multinacionales
francesas han comprado a precios deleznables sectores económicos integros
en las antiguas colonias francesas de Africa, gracias a este tipo de políticas.
No olvidemos finalmente que todas las iniciativas de reducción de la deuda
están vinculadas a imposiciones de los países acreedores bajo la
forma de ajustes estructurales, aún cuando estos han sido rebautizados
como "Marco estratégico de lucha contra la pobreza", lo que implica la
apertura, de los países involucrados, a los productos del Norte, la ampliación
de una política fiscal que carga sobre los pobres el peso de los impuestos
(en Africa del Oeste el IVA oscila entre el 18 y el 21% , mientras que con el
pretexto de favorecer la inversión privada no existen impuestos sobre el
capital). Dichas políticas implican asimismo la privatización generalizada
de los servicios de agua y energía (Vivendi aplaude), el mantenimiento
de una política dirigida a exportar todo en detrimento de la seguridad
alimentaria (abandono de los cultivos tradicionales a favor de los cultivos para
la exportación) y del mantenimiento de la preservación de los recursos
naturales (deforestación y excesiva explotación de las materias
primas y de los combustibles), privatización de las tierras comunales,
reducción de los famélicos salarios de los empleados públicos,
en sintesis la aplicación del modelo neoliberal más puro y más
duro, salpicado por algunas subvenciones a los pobres de solemnidad.
En conclusión, las actuales iniciativas son totalmente insuficientes,
es decir pura y simplemente inaceptables.
Para poner en marcha verdaderas soluciones, es necesario levantar el velo que
oculta la verdadera realidad del endeudamiento del Tercer Mundo: se trata de un
mecanismo de transferencia de riquezas del Sur hacia el Norte. Según las
más recientes cifras provistas por el Banco Mundial, los PPME/HIPC, en
1998, han transferido 1.680 millones más de lo que recibieron a los acreedores
del Norte. ( en Banco Mundial "Global Development Finance", cuadro "Net
flows and transfers on debt", abril 2000). Es increíble. Los PPME enriquecen
a los países más ricos: esta es la realidad.
Si ampliamos el campo al conjunto de países en desarrollo el escándalo
asume proporciones inauditas. En 1999, el conjunto de dichos países realizó
una transferencia neta de 114,6 billones de dólares en exclusivo beneficio
de los acreedores del Norte (op. cit. p.188)! Es el equivalente a un Plan Marshall,
transferido en solo un año. Se puede señalar asimismo que el conjunto
de países en desarrollo ha reembolsado (en capital e intereses) 350 billones
de dólares en 1999 (op. Cit. "Tables", p.24) es decir siete veces
más que el total de la Ayuda Pública al desarrollo, que alcanzara
ese año los 50 billones de dólares.
¿Cuáles son las posibles verdaderas soluciones?
Es necesario partir de las necesidades humanas básicas garantizadas por
la declaración universal de los derechos del hombre, antes que parlotear
sobre las posibilidades ofrecidas a los paises del Sur a través del
acceso a los mercados financieros y de los supuestos beneficios de la mundialización.
No olvidemos que el Africa subsahariana reembolsa anualmente 15 billones de dólares
es decir cuatro veces más que lo que destina a salud y educación.
Ahora bien según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,
con 40 billones de dólares por año, se podría facilitar el
acceso universal a la educación primaria (1000 millones de analfabetos
en el mundo), garantizar a escala planetaria el acceso al agua potable a 1300
millones de seres humanos que carecen de ella; proveer cuidados sanitarios a los
2.000 millones que actualmente no los reciben; asegurar alimentación suficiente
a 2.000 millones de anémicos.
Si se quiere un verdadero desarrollo humano, un desarrollo sustentable y socialmente
justo son varias las urgentes medidas que hay que encarar.
1) Anular la deuda externa pública del Tercer Mundo (este ya ha
reembolsado cuatro veces lo que debía en 1982, cuando estalló la
crisis de la deuda). Esta deuda externa pública alcanza los alrededor de
1600 billones de dólares, esto es menos del 5% de la deuda mundial que
llega a los 40.000 billones de dólares. Solo la deuda pública de
los EEUU (con 275 millones de habitantes) alcanza los 5.000
billones de dólares es decir tres veces más que la deuda pública
exterior del conjunto de países del Tercer Mundo (con 4.500
millones de habitantes). La deuda pública de Francia se eleva, grosso modo,
a 750 billones de dólares es decir tres veces más que el total de
la deuda externa pública del Africa subsahariana (600 millones de habitantes).
Anular la deuda externa del Tercer Mundo implica exigir al total de los
acreedores que borren de su contabilidad solo un 5% de sus activos. No es
realmente demasiado.
2) Enjuiciar para poner fin a la impunidad a todos los que se enriquecieron
ilícitamente a costas de su pueblo así como también
a sus cómplices del Norte. La fortuna de Mobutu ha sido calculada, por
lo bajo, en 8 billones de dólares mientras que la deuda de la república
democrática del Congo llega a los 13 billones. Es necesario expropiar tales
bienes mal habidos y devolverlos a las poblaciones expoliadas. Devolverlos a través
de fondos de desarrollo local democráticamente controlados.
3) Abandonar las políticas de ajuste estructural tán
funestas para los pueblos del Tercer Mundo.
4) Aplicar un impuesto o Tasa Tobin y destinar lo recaudado a proyectos
de desarrollo socialmente justo y ecológicamente sustentable.
5) Concretar los compromisos asumidos por los Estados en el seno
de las Naciones Unidas llevando la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) al 07% del
Producto Bruto Interno de los países industrializados (hoy en día
solo llega al 0,24% para la totalidad de la OCDE). La AOD debería
ser íntegramente otorgada en calidad de donaciones (mientras que actualmente
una parte se otorga bajo la forma de préstamos).
6) Parar la desregulación del comercio ya que esto afecta directamente
a las poblaciones del Tercer Mundo.
Estas propuestas son ciertamente insuficientes para poner remedio al conjunto
de injusticias que rigen las relaciones entre el Norte y el Sur, pero son sin
embargo necesarias si se quiere dar una verdadera oportunidad al desarrollo
humano y a la justicia.