CRECE EL ESCANDALO POR ABUSOS SEXUALES EN ESTADOS UNIDOS
Divulgan documentos secretos sobre los sacerdotes de Boston
Son unas 3.000 páginas, que la Justicia ordenó publicar. Revelan
conductas que incluyen, además de sexo, castigos físicos y consumo
de drogas. Y muestran cómo la arquidiócesis quiso ocultar todo.
Marina Aizen. NUEVA YORK. CLARIN
La Iglesia Católica de los Estados Unidos sufrió un nuevo golpe,
luego de la divulgación de papeles secretos de la Arquidiócesis
de Boston, que dan cuenta de la conducta patológica e inmoral de sus
prelados. Hubo, entre otros casos, un cura que tenía una amante y que
le impartía castigos físicos crueles a su mucama; otro
que tenía relaciones sexuales con novicias, convenciéndolas
de que él era la encarnación del retorno de Cristo a la Tierra;
y también el que cambiaba favores sexuales con chicos por cocaína.
Pero estos documentos no sólo revelan actos graves y siniestros, sino
también que la jerarquía de la arquidiócesis tenía
cabal conocimiento de ellos. Y no sólo trató de ocultarlos
en el profundo secreto. Muchas veces, los "problemas" de los curas se resolvían
simplemente cambiándolos de parroquia. Incluso, el cardenal Bernard Law
llegó a mostrar comprensión con los acusados de violaciones, en
cartas que escribió de su puño y letra.
Estos documentos —que tienen unas 3 mil páginas— fueron obtenidos por
los abogados de las víctimas de un cura llamado Paul Shanley, y hechos
públicos por orden de una corte de Boston. Los papeles cuentan las
intimidades escandalosas de 8 sacerdotes. Pero en las próximas semanas
se conocerán documentos que comprometen a por lo menos otros 60 curas.
Unas 450 personas están acusando a la Iglesia de Boston de haber sufrido
abusos sexuales por parte de sus ministros. La arquidiócesis está
considerando declararse en bancarrota, una medida sin precedentes, para
protegerse de la avalancha de juicios. Mientras tanto, las voces para que renuncie
su máximo prelado, el cardenal Law, se están volviendo cada vez
más fuertes. Pero el escándalo no sólo lo afecta a él,
sino también a toda la Iglesia, porque sacerdotes que pasaron por esa
jurisdicción —y que ocultaron abusos— hoy ocupan importantes puestos
en otras partes de los Estados Unidos.
Algunas historias parecen salidas de una novela negra, como la del reverendo
Thomas Forry, que tuvo una amante por 11 años y que castigó tan
salvajemente a su mucama que le arrancó los pelos. Este último
incidente ocurrió en 1984, pero recién fue removido del ministerio
este año. Y aunque las acusaciones continuaron contra él, el cardenal
Law lo recomendó para distintos puestos, y le agradeció sus
servicios como ministro de la Iglesia.
El caso de Peter Frost no es menos espeluznante. El había abusado sexualmente
de niños ya en 1969. En 1994 le escribió una carta manuscrita
a Law confesando que era un "adicto sexual", que había violado
a un niño de 10 años y que no podía olvidar que una
de sus víctimas había cometido suicidio. Sin embargo, el cardenal
lo congratuló años más tarde —en 1999— por la "sabiduría
que emerge de una experiencia difícil". Le comunicó también
su esperanza de que volviera algún día al ministerio.
Los papeles revelan también el caso del reverendo Richard Buntel, a quien
dentro de la Iglesia conocían con el sobrenombre de "pothead", algo así
como "cabeza de porro" en inglés, por su alto consumo de marihuana.
En 1994, la Iglesia pagó medio millón de dólares a un chico
que acusó a este cura de haberlo forzado a hacer un filme pornográfico
junto a él. Según la demanda, el sacerdote había hecho
esto por pedido de sus abastecedores de droga.
En 1983, este cura ya había sido interrogado por otra acusación:
que le había dado cocaína a un chico de 15 años a cambio
de sexo oral.
Entre otros casos, el del reverendo Robert Meffan es el más extraño.
El convencía a las novicias de ser "las novias de Cristo", y luego
se acostaba con ellas. Una de las mujeres dijo que el cura les decía
al oído que se imaginaran que Jesús la estaba "tocando, besando,
haciendo el amor con ella". El sacerdote, que ya está retirado, fue el
único que no tuvo problemas en admitir sus actos. "Eran chicas fantásticas",
le dijo al diario The Boston Globe. "Estaba tratando de que amaran a
Cristo más íntima y cercanamente."