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Democracia y capitalismo. Transición
democrática o neoautoritarismo

James Petras

La temática de hoy, democracia y capitalismo, puede presentarse como interrogante: ¿estamos en una transición democrática o vamos hacia un neototalitarismo? Esa es la primera pregunta que quiero plantear. Después quiero discutir sobre la relación entre capitalismo y democracia. Y tercero, quiero vincular todos estos debates con el efecto que han tenido sobre la intelectualidad en América latina, porque yo creo que gran parte del giro hacia el centro, centroderecha de la intelectualidad, está profundamente vinculado con las actividades, discursos y escritos sobre la temática de las llamadas transiciones y el sentido que tienen la democracia y el autoritarismo. Vamos a finalizar, entonces, con esta cuestión de la intelectualidad, de las fuerzas y debates que están influyendo sobre su trayectoria.
Ahora, algunos comentarios generales. El debate sobre las llamadas transiciones democráticas es muy pobre. Hemos revisado un mar de tinta y toneladas de papeles escritos. Y la conclusión que saco de ello es que hay una gran pobreza.
Primero, la presentación de una dicotomía, entre autoritarismo militar y democracia electoral. Esta dicotomía es una gran simplificación. Que lo que no es militar, lo que es civil, cuando hay elecciones, necesariamente significa un sistema democrático. Voy a argumentar que la otra alternativa es considerar regímenes electorales autoritarios. Por eso lo voy a llamar neoautoritarismo, para distinguirlo del viejo autoritarismo relacionado con las dictaduras militares.
Segundo, en el debate falta una discusión seria sobre la composición de las instituciones políticas básicas que conforman los parámetros de las actividades políticas en los sistemas que se llaman democráticos. Hay que ir a fondo a discutir no solo las instituciones, sino también las decisiones y los procesos que están implicados en la toma de decisiones. Y finalmente, analizar la cultura política que es determinante sobre la forma en que están actuando las elecciones, los políticos y la estructura de decisión.
Tercer punto en relación con esta pobreza discursiva es la falta de estudios históricos comparativos que puedan utilizarse para especificar las condiciones en que capitalismo y democracia son compatibles o no compatibles, y sus limitaciones. Tenemos que considerar toda una gama de experiencias históricas para argumentar sobre cuáles son las condiciones que permiten la confluencia de capitalismo y democracia. Y cuáles son las condiciones en las que la democracia y el capitalismo son incompatibles.
Cuarto punto, debemos considerar una tendencia creciente, de largo plazo, de gran alcance, del aumento de los agentes no elegidos como principales actores en la toma de decisiones en los sistemas actuales. En otras palabras, debemos considerar la creciente influencia que tienen funcionarios no elegidos en estos sistemas llamados democráticos, que actúan sobre la macroeconomía, las macro estructuras sociales y sobre todos los aspectos que afectan la vida de los ciudadanos.

T ransiciones o transacciones

A partir de una evaluación, un análisis que debe ser breve esta noche, podríamos contestar la pregunta inicial: si esta transición está llevándonos hacia una democracia o hacia un neototalitarismo. En otras palabras, para nosotros, en la primera parte de nuestra discusión, la idea de una transición democrática es problemático, es para debatir, no es una cosa dada ya como afirman, atreviéndose incluso de hablar de "consolidación" o "no consolidación", de "democracia restringida" o "no restringida", utilizando adjetivos para modificar sus posiciones históricas (que tienen una enorme y nefasta influencia desde fines de los '80), justificando y defendiendo la tesis de una transición democrática frágil, problemática, pero anunciando que se dirigía hacia una gran transición que culminaría en la consolidación democrática. Entonces, las dos hipótesis que confrontan pueden expresarse así: ¿desde los gobiernos militares hemos transitado hacia la democracia o hacia un gobierno electoral neoautoritario?
Primero, debemos hacer una distinción fundamental entre régimen y Estado. Tenemos de verdad lo que podríamos llamar una transición híbrida y debemos rechazar los criterios que siempre dicen: tenemos partidos competitivos, tenemos elecciones, tenemos alternancia, y después a partir de eso ya estamos en la democracia. Esta definición muy estrecha excluye una discusión sobre las instituciones políticas más importantes del sistema político.
Debemos reconocer la continuidad en la composición, funcionamiento y vínculos de las instituciones estatales con los sectores dominantes del sistema político anterior. En otras palabras, el régimen político electoral está insertado en una serie de instituciones sumamente autoritarias, militares, policiales, poder judicial, autonomía del Banco Central, instituciones que no responden a cualquier política que resulte de una mera consulta electoral. Esta matriz de fuerzas autoritarias fija los límites del debate político y fija los límites sobre la toma de decisiones de la política, la macropolítica. Condiciona lo que es factible y lo que no es factible.
Entonces, es preciso reconocer que no son cosas de autoritaristas, que quede un Patti aquí, un Massera allá, sino que son estructuras que tienen un legado operativo que sigue funcionando en la actualidad. No son anomalías. Un asesinato, una represión, una persecución, tienen raíces en la institucionalidad actual.
Segundo factor que debemos tomar en cuenta es el legado histórico del pasado. Teníamos un período de mucho protagonismo popular en un sistema electoral, viene el golpe militar y después viene el gobierno civil. Durante el período de gobierno militar hay una represión feroz. Se impone una cultura del terror y los políticos que surgen después de la dictadura internalizan la política represiva. ¿Qué significa internalizar? Dicen que a partir de la nueva situación debemos bajar las banderas, debemos asimilar el nuevo discurso, debemos dejar de hablar del Estado, debemos hablar de la retórica democrática y no de los poderes verticales que dominan sobre la política.
Y este legado entonces, que es producto de experiencias históricas, es un factor que influye sobre la toma de decisiones y el pensamiento de los mismos políticos y es un factor difícil de cuantificar y mucho más difícil de medir con la precisión de la matemática y por ello es mucho más eficaz y eficiente en la influencia.
Entonces, si uno analiza los aspectos estructurales debemos concluir que en la relación transición hacia la democracia y continuidad del Estado, está el primer argumento a favor de la hipótesis del neototalitarismo.
Ahora, lo que tenemos es realmente lo que decía ... porque la caída de los militares era producto de dos fuerzas: luchas, protestas populares y un desgaste, por un lado, y negociaciones de las élites para conseguir una salida que proteja sus intereses, por otro.
Como resultante de las dos fuerzas, tenemos una situación doble: mejoramiento relativo de los derechos individuales, libertad de palabra, con todos los crímenes que continúan: matando periodistas, amenazando estudiantes, profesores, etcétera. Hablando relativamente conseguimos estos espacios para reunir, conversar y discutir. Pero los grandes parámetros institucionales, socioeconómicos son productos de aquella negociación. Por eso digo que debemos hablar de regímenes híbridos que combinan el autoritarismo estructural y la variable liberal, democrática, que funciona dentro de aquel marco político.
El otro factor que creo que debemos entender es la composición político-económica de las campañas electorales. Las grandes finanzas que influyen sobre las campañas, son imprescindibles para motivar a los ciudadanos a votar en ausencia de alternativas reales. Necesitan gastar millones y millones en publicidad mediática por la falta de motivación en los contenidos del discurso de los políticos y las campañas.
Y más, las campañas electorales tienen un defecto fundamental: lo que se discute en la campaña no tiene ninguna relación con lo que hacen los elegidos en el gobierno. En todos los países los políticos atacan el neoliberalismo para profundizarlo después.
La disociación entre la campaña electoral y la política de gobierno, significa que la campaña no tiene sentido. Es una gran decepción. Si la campaña, la competencia es una decepción. ¿Cómo entendemos la práctica democrática de que un ciudadano a partir de una campaña, puede elegir su programa, sus preferencias? ¿Qué significa entonces? ¿Que esta campaña define el camino de una democracia en transición o define precisamente la decepción hacia un neoautoritarismo? Y más aún el proceso de toma de decisiones fundamentales en toda América latina, que en el último tiempo es por decreto presidencial: en una tarde Menem cambia todo el panorama económico firmando decretos de privatización. Lo mismo hace Cardoso, Fujimori ni hablar. Las decisiones de gran trascendencia ocurren sin consultar a los congresistas, al cuerpo legislativo, mucho menos consultas populares. No se atreven a poner un referéndum sobre las privatizaciones de petróleo, de los bancos, de los servicios públicos, etcétera. Está hecho con el dedo, al mejor estilo de los militares. Son civiles del dedo: es el estilo de gobiernos autoritarios, es el neoautoritarismo.
Un gobierno democrático consulta, entra en debate, pone sobre la mesa las preguntas durante la campaña, antes de la campaña, etcétera.
Ultimo punto en relación con eso. Las decisiones estratégicas en el último período, la política de ajustes estructurales, las privatizaciones, la "flexibilización" del trabajo, la concentración económica, las fusiones, la gran mayoría de las estrategias económicas y las medidas prácticas, son producidas por funcionarios no elegidos. O son instituciones llamadas internacionales, con funcionarios de Europa o de Estados Unidos, que actúan en el Fondo Monetario, actúan en el Banco Mundial, en el Banco Interamericano de Desarrollo, las que toman las decisiones, fijan las normas y condicionan cualquier préstamo en función de ellas. Cualquier ministro de Hacienda o presidente del Banco Central (funcionarios no elegidos) ahora debe ser un hombre de confianza de otros funcionarios no elegidos.
No es exagerado decir, entonces, que estamos hablando de un nuevo colonialismo. No es una expresión retórica, para conseguir aplausos. Analizamos las visitas-inspección, los planes de ajuste, la implementación, los condicionamientos. ¿Cómo podemos hablar de una transición a la democracia cuando las decisiones fundamentales están tomadas por funcionarios no elegidos, ni siquiera nacionales, extranjeros? Y los funcionarios nacionales no elegidos seleccionados, los mal llamados tecnócratas, tienen que ser personas de confianza de los poderes externos, tampoco elegidos.
Caso reciente es el del presidente del Banco Central de Brasil, hombre de confianza del financista internacional George Soros. Está nombrado precisamente por eso. Y cuando se refieren a "la confianza", están diciendo que el criterio de selección es "la confianza" de los no elegidos en otros no elegidos. Implica la expropiación del ejercicio democrático de elección por los ciudadanos. Es la otra cara de la moneda.
Ahora, tomando todo eso en cuenta, algunos escritores académicos hablan de "paradoja". Más elecciones, dicen, más desigualdad; más presidentes electos, más pobreza, más concentración de riqueza. Son "paradojas", la democracia está generando una situación tan deteriorada... y con tanta pobreza.
No hay tales "paradojas" si aceptamos la hipótesis del autoritarismo. La política sustancial, el contenido de las políticas prácticas es elitista, porque la estructura que está tomando estas decisiones no tiene nada que ver con la democracia. Son los funcionarios no elegidos, nacionales o extranjeros, es la manera autoritaria imponer las políticas, los que generan las desigualdades. No hay ninguna paradoja: vemos desde otra óptica el verdadero funcionamiento del sistema político y sus instancias de decisión.
Entonces es muy explicable lo de la gente. Lo de ese pobre pueblo estúpido, que sigue votando por fulano y eligiendo y tomando decisiones sobre su propio destino hacia la catástrofe. Tomando los cuatro criterios que hemos seleccionado ¿qué es la cultura? La cultura política es la política de la incertidumbre, la política de la inseguridad. Está estudiado por los políticos. Es la teoría de que si nosotros empezamos a implementar medidas efectivamente populares, vamos a provocar a los militares. Entonces cultivan una cultura del terror. No la cultura cívica, no promoviendo la participación y la organización.
Segundo, ahora tienen otro demonio: se van los inversionistas, viene el caos. Entonces debes aguantar más. Esta cultura del terror es incompatible con la hipótesis de una transición democrática, es el cultivo del miedo, de la incertidumbre: es la fórmula de cualquier gobierno autoritario.

Capitalismo y democracia

En esta primera parte de la presentación expusimos sobre las teorías de transición; ahora quiero entrar en otro aspecto de este debate que es la relación entre capitalismo y democracia.
La derecha argumenta que el capitalismo y la democracia están vinculados. El capitalismo genera una pluralidad de clases: clases populares, clases medias, clases dominantes. Y este pluralismo social genera un pluralismo político que es la base de la democracia: la competencia de clases sociales llega a la competencia política. Si no hay mercados no hay pluralismo. Si no hay pluralismo, no hay democracia. O a la inversa, si hay capitalismo, hay pluralismo y hay democracia.
La izquierda argumenta que capitalismo y democracia son incompatibles. Que el capitalismo siempre es la concentración del poder contra los esfuerzos por democratizar y abrir camino para la competencia electoral y para la participación del ciudadano en la política.
Y tercera, una versión de Norberto Bobbio y otros que podríamos llamar un poco "centristas", dicen que capitalismo y democracia son compatibles cuando se respetan las reglas del juego que permiten la legitimidad y la alternancia política. Estoy simplificando, ya no hay tiempo de elaborar sobre Bobbio, un hombre muy influyente aquí y que tenía alguna popularidad en algunos círculos...
Ahora, cómo analizamos estos aspectos. En relación con el último, la posición de los procedimientos, de las reglas del juego como factor determinante, compaginando democracia y capitalismo. Primero, esta teoría no tiene una explicación de cómo se formulan las reglas de juego, qué son los parámetros, las relaciones más generales que podrían influir sobre cuáles son los parámetros en que ocurre la alternancia, etcétera.
Hay prioridades anteriores a la formulación de reglas políticas, y debemos entender que las reglas políticas están formuladas dentro de los parámetros de las relaciones de clase que existen con anterioridad. Y cuando el poder estatal está establecido, cuando las clases sociales ya están establecidas, en este contexto se discuten qué reglas van a operar y qué reglas no van a operar y cómo se van a redefinir las reglas según la composición de poder dentro del panorama sociopolítico.
Sobre el argumento de la derecha creo que tenemos, más que nada en Argentina, suficientes ejemplos para mostrar que el capitalismo genera tanta represión como cualquier otro sistema. Tenemos muchos años de gobiernos militares precisamente vinculados con el capitalismo como para que sea sustentable el argumento de Fiedmann y otros, que democracia y capitalismo son compatibles.
Y la izquierda que argumenta sobre la incompatibilidad de la democracia y capitalismo, si tomamos la definición más estrecha de que "elecciones igual democracia", tenemos que decir que esta explicación que democracia y capitalismo son incompatibles, no explica la introducción y el apoyo del imperialismo norteamericano a las elecciones en todo el mundo. ¿Por qué en este momento los Estados Unidos apoyan elecciones en todas partes, en todas partes del mundo y antes no? Argumentos como que han cambiado su pensamiento son poco convincentes.
Entonces tenemos que explicar las anomalías tanto en los postulados de la derecha, la izquierda y de la argumentación sobre las reglas del juego. Y para mí, lo que explica la relación entre el capitalismo y la democracia son dos conceptos: uno, la hegemonía y otro, las relaciones de propiedad.
Primero, la democracia capitalista es contingente de la hegemonía capitalista y la solidez de la propiedad capitalista, esos son puntos básicos para entender la introducción de la democracia dentro del sistema capitalista.
Segundo punto, el capitalismo tiene una visión instrumental de la democracia. Y depende de la naturaleza del régimen que apoyen o no apoyen las prácticas democráticas en las instituciones. Si uno cree como muchos académicos que la democracia es buena en sí, es una frase vacía. Y los principales protagonistas del capitalismo no creen que la democracia es buena en sí, es solo buena si funciona dentro de un marco de relaciones sociales y de propiedad. Decir que es buena en sí es como una extrapolación de la historia y de la realidad y siempre una imputación normativa de lo que uno siente, más que analizar cómo funciona la democracia en relación con los poderes de clase, propiedad y Estado.
Los capitalistas tienen una visión de democracia muy relativista, cuando extienden sus intereses que fortalecen sus posiciones estatales están en la onda democrática. Cuando sus intereses están violados, amenazados, pasan a la política autoritaria y apoyan un régimen autoritario. Cuando hablamos de la democracia capitalista y la democracia obrera, esa no es una frase leninista, como O'Donnel y compañía dicen. "Frases anacrónicas". Estamos diciendo una cosa muy precisa conceptual e históricamente: que las democracias como las entendemos funcionan con la capacidad de defender algunos intereses contra otros intereses.
Si este factor no es operativo, si no es así, podríamos hablar de una democracia sin apellidos, pero lo que voy a citar es una serie de ejemplos que niegan esta "desafiliación". Lo que afirmo es que la propiedad y los intereses hegemónicos son sobredeterminantes sobre lo que llamamos la democracia y ése es el sentido real de la frase democracia capitalista.

Casos históricos

Empezamos brevemente a revisar los ejemplos. En 1918, en Finlandia, ocurre una revolución donde los obreros eligen un gobierno democrático que practica a partir del Parlamento y el primer ministro, una política tibiamente reformista a favor de los trabajadores. Frente a esta democracia obrera con todas sus limitaciones, parlamentaria, la burguesía encabezada por Mannerheim y apoyada por el ejército alemán invade Finlandia, destruyen el sistema parlamentario, uno de cada cinco obreros es asesinado o forzado al exilio o encarcelado, imponen la dictadura; después de eliminar a los trabajadores como factor influyente, vuelven a construir el sistema parlamentario en el que ellos mandan y dirigen la política económica.
Segundo ejemplo, Guyana, que era colonia inglesa, allá arriba cerca de Brasil y Venezuela. Un socialista parlamentario estilo Allende, Cheddi Jagan, presenta su candidatura en 1953 y es elegido libremente por una mayoría, no pluralidad, mayoría absoluta. Los ingleses invaden el país y lo tumban, lo desplazan. Vuelve otra vez la candidatura, en el '61, gana otra vez, y esta vez interviene la CIA provocando divisiones raciales y tumba a Jagan otra vez. Una vez que lo tumban vuelven a montar elecciones, ahora en un país polarizado racialmente y gana un candidato más hacia la política de Estados Unidos.
Tercer caso, Chile '70 y '73. Gobierno popular, gobierno con apoyo obrero y campesino, elegido libremente, libre competencia. La burguesía se organiza, tocan las puertas de los cuarteles, Estados Unidos interviene: todo el cuento conocido. Después que destruyen todo este proyecto los Estados Unidos vuelven en el '85, '86 frente a las grandes movilizaciones a convencer a los socialistas, a colaborar con la derecha demócrata-cristiana y vuelven a las elecciones, ahora dentro de los nuevos parámetros: Constitución del '80 de Pinochet, toda la institucionalidad militar, neoliberalismo, capitalismo, privatización, etcétera. ¿Qué es diferente? ¿Cambió sus ideas el imperialismo o cambiaron los contenidos, los parámetros de acción política-económica?
Caso Guatemala: eligieron un gobierno en el '50, el de Jacobo Arbenz. Empieza un programa de reforma agraria de las tierras de las grandes multinacionales norteamericanas, empieza a dar espacios democráticos para los sindicatos, empieza a haber libertades para los socialistas, comunistas: interviene la CIA otra vez. Tumba al gobierno, una guerra prolongada que cuesta doscientas mil personas.
Y después, más tarde, en el '91, se acuerda la paz, empiezan a introducir a los guerrilleros en la política electoral, dentro de parámetros en los que no hay reforma agraria, no hay castigo para los asesinos, donde el neoliberalismo está profundizándose en los últimos años en una forma descarada: entonces ¿qué tipo de transición a la democracia? Vuelven a crear el marco electoral ahora porque están establecidos la hegemonía, el poder, la propiedad, etcétera.
Podríamos multiplicar muchos casos, Irán en el '54: un gobierno elegido, tumbado por la CIA, impone la dictadura y después cuando la dictadura del Sha cae después del apoyo multimillonario de los Estados Unidos surgen los musulmanes que empiezan a tomar medidas contra las compañías norteamericanas, los Estados Unidos y otros liberales apoyan el retorno de qué... de las elecciones. Perdido el control político-económico- social busca una forma ahora de insertar una posición democrática.
Ahora, el caso de Haití, es muy indicativo de todo lo que estamos discutiendo, en el '91 gana Bertrand Aristide una elección con una mayoría abrumadora. Recuerdo, estuve con haitianos, que James Carter fue allá tratando de convencer a Aristide de retirarse de la campaña en favor del candidato norteamericano que era un ex funcionario del Banco Mundial. Aristide dice no y empieza a implementar un programa populista tibiamente nacionalista. Estados Unidos apoya, debajo de la mesa, el golpe militar, aunque públicamente lo denunció. Tenemos todas las pruebas de que financió y colaboró con los golpistas.
Bueno, después del golpe hay una enorme salida de haitianos hacia Florida. Eso preocupa a los racistas en Washington y en Florida. Entonces ¿cómo evitar la ola migratoria? Bueno, tenemos que cambiar el gobierno allá. Se sentaron con Aristide en un aula en Washington y le presentaron los ministros. Les juro, eso es lo que pasó. Estuve con un asesor de un congresista, me contaban, incluso la gente que le presentaban a firmar la agenda económico-social, y los ministros que tenía que incluir. "Si quieres volver, nosotros te llevamos con los marines para volver. Pero no vas a tocar ninguna propiedad y no vas a volver a esa política populista. Si aceptas eso, te vamos a presentar como el presidente elegido".
Y finalmente Aristide acepta, y vuelve pero ya es un político totalmente diferente de cuando fuera elegido democráticamente. Estados Unidos apoya el retorno de la democracia, pero dentro del marco de clase, dentro del marco del imperio. Se opone al gobierno elegido cuando estaba actuando contra los intereses norteamericanos.
Otro caso muy ejemplar es el caso de Nicaragua. En el '84, con miles de observadores de Europa, de Estados Unidos, de Canadá, ganan los sandinistas con mayoría abrumadora. Todos dicen: elecciones relativamente limpias. Estados Unidos dice que no y fortalece a los mercenarios, los llamados "contras". Aumenta la agresión, los asesinatos, el bloqueo del puerto, etcétera. En el '89 después del desgaste de la guerra, más los errores políticos de los sandinistas, empiezan a aplicar los ajustes: conclusión, gana la derecha. Estados Unidos: bienvenida la democracia ya, estas elecciones son democráticas, dentro del nuevo marco, con Violeta Chamorro privatizando, incorporando al sandinista Humberto Ortega, que pasó a ser millonario corrupto, dirigió así la represión del pueblo sandinista que se movilizaba contra Violeta. Con el aplauso de los marines de Estados Unidos asesorándolos. Solamente cuando Humberto hizo el servilismo demasiado descarado y ofreció una medalla a un coronel de la marina, dijo no quiero, no quiero tener nada que ver con ustedes. Hagan su trabajo y déjenme hacer mi trabajo. Esto fue una cosa vergonzosa.
Pero lo que es un punto clave en esto, es que otra vez aplican el criterio de clase para evaluar la democracia, el criterio del imperio.
Y no sólo en América latina y el Tercer Mundo. En Alemania, la suba del fascismo y el nazismo era respaldado por todos los grandes capitalistas; los judíos, que ahora están criticando y quejándose, nombran a las principales multinacionales alemanas y al gran capital, como los principales beneficiarios del régimen de Hitler. Y piden compensación por el trabajo de esclavos. Hitler primero eliminó los sindicatos, los partidos de izquierda. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la izquierda ya está bastante aplastada y los socialdemócratas ya incorporados al capitalismo, Estados Unidos y los capitales alemanes vuelven a apoyar la democracia, porque ya la democracia funciona dentro del marco de hegemonía norteamericana y la vuelta del capital alemán, sin el desafío que en los '30 eran socialistas y comunistas.
Bueno, podríamos continuar con muchos más ejemplos, pero el punto teórico es que la democracia capitalista no existe independientemente de la lucha de clases y los intereses de clase. Y debemos entender este punto cuando la gente habla de que la democracia es un bien en sí mismo. No existe el "sí mismo". Existen las relaciones de clases, hegemonías, configuración de estados.

Globalización o imperialismo

Ahora, cómo discutimos la democracia en la edad del imperialismo. No hablo de globalización porque es una frase vacía. La globalización, es un concepto muy nefasto que ha circulado mucho en las mentes de la gente. Quienes circulan los capitales, son las empresas multinacionales norteamericanas, europeas en menor grado, japonesas. Los bancos, las grandes inversiones tienen nombre y apellido, hablar de globalización no tiene ningún sentido, es una palabra utilizada por los grandes empresarios de Estados Unidos que no querían obviamente tener un concepto peyorativo con antecedentes negativos.
El problema es que la izquierda empieza a utilizarlo como algo novedoso, creativo. Pero no tiene sentido científico hablar de capitalismo circulando por el mundo sin bases económicas, políticas, estados respaldándolos, cuando hay crisis en el Estado intervienen, ayudando, las multinacionales norteamericanas.
Crisis en México, está presente Clinton en veinticuatro horas para resolver el problema. Lo mismo sobre comercio externo negociando con Europa para romper barreras para sus capitales.
En Colombia ahora están metidos con la política militar, para mantener a Colombia dentro de las filas norteamericanas. Entendemos eso, entendemos por qué la palabra imperialismo es la palabra más precisa para comprender las relaciones de poder, la configuración mundial que ocurre.
¿Cómo entendemos la democracia en la edad del imperialismo?
Volviendo a la temática original. Las instituciones financieras internacionales en un lado están tomando decisiones macroeconómicas, y en el nivel microeconómico social han contratado las ONG, que nadie las elige y no son responsables frente a la ciudadanía. No se presentan como candidatos, no consultan a ningún pueblo, fijan sus programitas, buscan financiamiento de los gobiernos, por ser no gubernamental, consiguen dinero y tienen más de diez mil millones de dólares de presupuesto anual, una gran parte ahora viene de AID, viene del Banco Mundial. Están copando las decisiones a nivel local y por otro lado al macronivel y están vaciando la legislatura de sus poderes. Qué van a hacer si las ONG arreglan los problemas locales a través de proyectos financiados afuera, entonces cuál es el espacio para el Congreso, los partidos, etcétera. En otras palabras, el espacio público, para debates públicos, para actividad ciudadana en relación con la política pública, cada vez se va achicando más. Están poniéndolos en un rincón donde pueden discutir las cosas irrelevantes, los gritos de denuncia, o una investigación inconsecuente.
¿Y frente a eso qué hacen? Financian proyectos sobre cultura, financian proyectos sobre lo que llaman ellos los nuevos movimientos sociales. Algunos que tienen una buena posición de denuncia, denuncia del ambiente, denuncia de la Organización Mundial de Comercio, pero que no tienen un programa político sobre el poder. Están fragmentando la política a partir de estos burocratitos, importantes, pero desvinculados de proyectos nacionales de poder.
Desvinculadas de la pobreza del pueblo, tantas organizaciones de género desvinculadas de la lucha de los campesinos en Brasil, desvinculadas de los pobres en las favelas. Si entran en lucha contra el imperialismo no reciben los financiamientos. Ningún movimiento de género va a recibir un peso del Banco Mundial si empieza a criticar al imperialismo. Criticar, no alguna medida discriminatoria (como que no incluyen a la mujer como directora del banco). Pero si entra en la lucha de clases, los docentes, enfrentando al Estado, cambia la cuestión. Estuve en Bolivia, en La Paz, las mujeres que son la gran mayoría de docentes, se encontraban enfrentando al Estado contra un salario de miseria, y docenas de ONG estaban con los brazos cruzados organizando las microempresas de las mujeres que producen cestas para vender. Yo preguntaba: ¿por qué no están encabezando la lucha?, el noventa por ciento son mujeres, están sufriendo salarios malos, muchas son solteras, jefas de familia. Es un problema de género, género de clase obviamente. No, no es nuestra causa, decían, estamos a favor que ganen, pero estamos en otra cosa.
Y eso es un problema que creo que debilita la lucha por la democracia, es otra táctica que están utilizando los poderes para debilitar la democracia a partir de organizaciones que no son responsables de ningún grupo de ciudadanos organizados.

El Imperialismo y los intelectuales

Ahora tenemos estas temáticas, democracia, imperialismo y voy a tratar de terminar. Tendremos tiempo de discutir cómo todo esto está vinculado con el problema de los intelectuales.
Yo creo que uno de los grandes éxitos del imperialismo en los últimos tiempos es el que ha tenido con un porcentaje importante de intelectuales americanos, que han cambiado del marxismo hacia el liberalismo, del socialismo hacia el capitalismo. Variantes de la vertiente neoliberal, liberal, social liberal. Y lo más problemático o más peligroso, el disociar a los intelectuales de las luchas populares y sustituir el papel del intelectual por el de consultor. Consultor, académico o recadero de cualquier institución oficial, y el menos malo, una postura pasiva frente a los grandes acontecimientos.
Ahora, ¿cómo entendemos esta victoria parcial del imperialismo sobre los intelectuales?
Hay tres períodos en los que el imperialismo norteamericano trata de influir a los intelectuales latinoamericanos.
Primer período, '48 al '58, durante la primera fase de la Guerra Fría. En esta época los Estados Unidos apoyaban toda una colección de dictaduras de derecha. Pérez Giménez, en Venezuela; Odría, de Perú; Batista, de Cuba; bueno, la lista es larga y conocida. Y en este contexto, a estos gobiernos represivos, no les molesta reprimir la izquierda democrática, la izquierda revolucionaria, todos eran blancos de la represión. Y Washington no se preocupa por eso. Ya tenía su gente en el poder dando medallas, Eisenhower, a Pérez Giménez, Odría invitado a Washington.
Como consecuencia de esto y como producto de la revolución cubana en el '59 empieza una nueva fase de Estados Unidos. Toda la intelectualidad de los años '48, '58, pasa a la lucha antiimperialista. Casi era de rigor ser antiimperialista, porque era antiimperialista-antidictatorial. La democracia y el antiimperialismo marchaban juntos. Entonces hay una gran radicalización por lo menos formal de las universidades y de muchos académicos, intelectuales, escritores.
En el '59 la revolución cubana atrae una enorme gama de los intelectuales en América latina. Apoyando, activando, simpatizando. Washington está totalmente aislado. Entra Kennedy en el '60 y empieza a tratar de construir puentes hacia lo que ellos llaman la izquierda democrática, contra la izquierda comunista, revolucionaria o lo que sea. Empieza un diálogo, abre puertas y declara la Alianza para el Progreso, las reformas contra la revolución, la reforma agraria contra la revolución agraria. Empieza en este período del '59 hasta el '79 una política de acercamiento. Y este acercamiento no es afectado esta vez cuando apoyan las dictaduras militares. A diferencia de los años 40 y 50 combinan un apoyo a los gobiernos de la derecha represivos con líneas de comunicación y becas y apoyo a la izquierda democrática no comunista. Tiene consecuencias enormes para el período actual.
Cuando empiezan a caerse o desgastarse los gobiernos militares, Washington ya tenía una imagen positiva entre los sectores que recibieron becas en Europa o que se fueron al exilio a Occidente. Y cuando caen las dictaduras o se reemplazan, Estados Unidos empieza a impulsar con Reagan incluso la vuelta de estos sectores en colaboración con la centroderecha que ya surge como política de conciliación y de colaboración.
En otras palabras, este período genera la oportunidad de influir a un sector importante de los intelectuales. Y éste entra con fuerza con las fundaciones y las instituciones académicas de los Estados Unidos.
Empiezan a volcar enorme cantidad de dinero, conferencias, becas, para discutir ya las transiciones a la democracia.
En esta transición los académicos norteamericanos introducen este concepto de la democracia sin apellidos. Empiezan a hablar de la democracia en sí, dejan de hablar del imperialismo, hablan de la globalización, etcétera. Imponen a partir de esos proyectos su lenguaje, sus imágenes del intelectual. El intelectual disociado de los problemas de la gente: ahora tenemos el académico, ahora tenemos el ideólogo. Y Princeton y Harvard, Illinois, Standford, empiezan a invitar a los latinoamericanos de centroizquierda. No simplemente a los viejos derechistas o centroderechistas. Se llena de latinoamericanos que vienen a entrar en el mismo diálogo, sobre la transición, las consolidaciones, el debate, las críticas. Totalmente ausente una crítica al imperialismo. No aparece. Empecé a revisar los paneles donde están participando los latinoamericanos, son docenas de paneles, no hay ninguno, ninguno que diga "El imperialismo y la transición". Nada.
¿Es la falta de preparación intelectual? ¿La falta de realidad? No, yo creo que son condicionados ya, socializados en las ciencias sociales norteamericanas.
Entonces tenemos la modernización sin la justicia, tenemos la globalización sin el imperialismo, tenemos la democracia sin adjetivos. Y a partir de eso los académicos norteamericanos que trabajan con las fundaciones, que son activos en la política, muchísimos académicos en los Estados Unidos cuando vuelven al país son the brief. ¿Qué significa the brief? Van a consultar con el Departamento de Estado y a contarles sus experiencias en el país. No es espionaje simplemente, es un intercambio de ideas (Risas). Dicen fulano, Ricardo está en eso, Néstor está en el otro, este tipo está ahora desencantado con el marxismo, por qué no le ofrecemos una beca, venir aquí (Risas). Son cosas crudas, pero ojo, este período de los '80 en adelante es formativo en esta nueva intelectualidad. Y hay mucho prestigio, mucho acceso, Washington está muy abierto a los intelectuales que están dispuestos a entrar en este diálogo, estas condiciones conceptuales del lenguaje, vocabulario que ellos mismos favorecen.
Entonces, el punto clave en la transformación de la intelectualidad es justamente el debate sobre la democracia. La transición democrática es la premisa de que si hay una transición a la democracia, ya es el terreno del enemigo. Reclutan toda la intelectualidad de América latina, toman el marco intelectual con todos estudiantes graduados de FLACSO, CLACSO, MACSO (Risas). Y entran en este terreno (Aplausos). Entonces el que entra a cuestionar eso es antidemocrático, como se me acusó (no voy a mencionar nombres), sos antidemocrático, de fondo estás contra la democracia, como entendía él la democracia. Yo decía no, no estoy a favor del autoritarismo que estaba con el gobierno de Alfonsín. Entonces, un marxista serio, respetado y reputado, pasa a ser el que acepta la definición imperialista de lo que es elecciones libres, mercados libres. Es aceptar que bajo el imperialismo uno puede luchar a favor de transformaciones con conceptos amorfos, como el de sociedad civil.
Cualquier niño sabe que la sociedad civil incluye esclavistas, banqueros, dueños de plantaciones. ¿Cómo es la lucha de la sociedad civil? La sociedad civil está dividida en clases, latifundistas y peones forman parte de la sociedad civil, entonces la problemática no es que la sociedad civil es homogénea, que va a luchar contra la opresión. El problema de la sociedad civil es el de la definición de "sociedad civil". Entonces lo que empezó como un debate intelectual, como democracia sin clases, sin lucha de clases, termina creando una nueva generación de intelectuales que toman posturas fatalistas, posturas que dicen que debemos aceptar el nuevo terreno de debate. Debemos aceptar que hay una democracia, ya estamos en transición, hay que considerarla como parte de nuestro proyecto, etcétera.
Y también los nuevos convertidos inventan este mito de que la izquierda en el pasado siempre estuvo contra la democracia. Una gran mentira. Yo sé que existen autoritarios en la izquierda, pero casi toda la izquierda que yo conocía luchaba por mejores derechos en los sindicatos, listas plurales en los sindicatos, asambleas en los barrios, participando, apoyando el Estado de Bienestar, mejorando la vida, discutiendo al infinito. ¿Qué es esta mentira de que la izquierda era autoritaria y empieza ahora a aprender de la democracia? ¿Cuántas dictaduras surgieron de la izquierda en América latina? Ninguna. En Brasil lucharon contra la dictadura. Algunas organizaciones más verticales y otras menos. Pero en los movimientos amplios participaron y construyeron sindicatos pluralistas, listas competitivas, hay que reconocer esto.
Yo sé que hay pugnas, unos dicen stalinistas, otros trotskistas. Pero todos participaban y luchaban entre sí, que es el juego democrático.

Conclusión

Debemos volver a recuperar las tradiciones de los años 50, 60 y 70. Estas grandes tradiciones críticas de la mejor intelectualidad en las universidades de América latina. Debemos tratar de hacer críticas sistemáticas de lo que llaman democracias, transiciones y globalizaciones. Debemos retener y fortalecer y profundizar nuestro análisis de la política clasista, de la política antiimperialista, de las formas diferentes, complejas de la lucha de clases. Cómo se articulan con los ecologistas, con mujeres, con los grupos étnicos. Debemos comprometernos otra vez con la lucha popular, y no simplemente quedarnos encerrados, debemos aceptar colaborar con el pueblo en lugar de pelear por los boletos para asistir a las conferencias financiadas por las grandes fundaciones.


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