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Democracia
y capitalismo. Transición
democrática o neoautoritarismo
James Petras
La temática
de hoy, democracia y capitalismo, puede presentarse como interrogante:
¿estamos en una transición democrática o vamos hacia
un neototalitarismo? Esa es la primera pregunta que quiero plantear.
Después quiero discutir sobre la relación entre capitalismo
y democracia. Y tercero, quiero vincular todos estos debates con
el efecto que han tenido sobre la intelectualidad en América
latina, porque yo creo que gran parte del giro hacia el centro,
centroderecha de la intelectualidad, está profundamente vinculado
con las actividades, discursos y escritos sobre la temática
de las llamadas transiciones y el sentido que tienen la democracia
y el autoritarismo. Vamos a finalizar, entonces, con esta cuestión
de la intelectualidad, de las fuerzas y debates que están
influyendo sobre su trayectoria.
Ahora, algunos comentarios generales. El debate sobre las llamadas
transiciones democráticas es muy pobre. Hemos revisado un
mar de tinta y toneladas de papeles escritos. Y la conclusión
que saco de ello es que hay una gran pobreza.
Primero, la presentación de una dicotomía, entre autoritarismo
militar y democracia electoral. Esta dicotomía es una gran
simplificación. Que lo que no es militar, lo que es civil,
cuando hay elecciones, necesariamente significa un sistema democrático.
Voy a argumentar que la otra alternativa es considerar regímenes
electorales autoritarios. Por eso lo voy a llamar neoautoritarismo,
para distinguirlo del viejo autoritarismo relacionado con las dictaduras
militares.
Segundo, en el debate falta una discusión seria sobre la
composición de las instituciones políticas básicas
que conforman los parámetros de las actividades políticas
en los sistemas que se llaman democráticos. Hay que ir a
fondo a discutir no solo las instituciones, sino también
las decisiones y los procesos que están implicados en la
toma de decisiones. Y finalmente, analizar la cultura política
que es determinante sobre la forma en que están actuando
las elecciones, los políticos y la estructura de decisión.
Tercer punto en relación con esta pobreza discursiva es la
falta de estudios históricos comparativos que puedan utilizarse
para especificar las condiciones en que capitalismo y democracia
son compatibles o no compatibles, y sus limitaciones. Tenemos que
considerar toda una gama de experiencias históricas para
argumentar sobre cuáles son las condiciones que permiten
la confluencia de capitalismo y democracia. Y cuáles son
las condiciones en las que la democracia y el capitalismo son incompatibles.
Cuarto punto, debemos considerar una tendencia creciente, de largo
plazo, de gran alcance, del aumento de los agentes no elegidos como
principales actores en la toma de decisiones en los sistemas actuales.
En otras palabras, debemos considerar la creciente influencia que
tienen funcionarios no elegidos en estos sistemas llamados democráticos,
que actúan sobre la macroeconomía, las macro estructuras
sociales y sobre todos los aspectos que afectan la vida de los ciudadanos.
T ransiciones o transacciones
A partir de una evaluación, un análisis que debe ser
breve esta noche, podríamos contestar la pregunta inicial:
si esta transición está llevándonos hacia una
democracia o hacia un neototalitarismo. En otras palabras, para
nosotros, en la primera parte de nuestra discusión, la idea
de una transición democrática es problemático,
es para debatir, no es una cosa dada ya como afirman, atreviéndose
incluso de hablar de "consolidación" o "no consolidación",
de "democracia restringida" o "no restringida", utilizando adjetivos
para modificar sus posiciones históricas (que tienen una
enorme y nefasta influencia desde fines de los '80), justificando
y defendiendo la tesis de una transición democrática
frágil, problemática, pero anunciando que se dirigía
hacia una gran transición que culminaría en la consolidación
democrática. Entonces, las dos hipótesis que confrontan
pueden expresarse así: ¿desde los gobiernos militares hemos
transitado hacia la democracia o hacia un gobierno electoral neoautoritario?
Primero, debemos hacer una distinción fundamental entre régimen
y Estado. Tenemos de verdad lo que podríamos llamar una transición
híbrida y debemos rechazar los criterios que siempre dicen:
tenemos partidos competitivos, tenemos elecciones, tenemos alternancia,
y después a partir de eso ya estamos en la democracia. Esta
definición muy estrecha excluye una discusión sobre
las instituciones políticas más importantes del sistema
político.
Debemos reconocer la continuidad en la composición, funcionamiento
y vínculos de las instituciones estatales con los sectores
dominantes del sistema político anterior. En otras palabras,
el régimen político electoral está insertado
en una serie de instituciones sumamente autoritarias, militares,
policiales, poder judicial, autonomía del Banco Central,
instituciones que no responden a cualquier política que resulte
de una mera consulta electoral. Esta matriz de fuerzas autoritarias
fija los límites del debate político y fija los límites
sobre la toma de decisiones de la política, la macropolítica.
Condiciona lo que es factible y lo que no es factible.
Entonces, es preciso reconocer que no son cosas de autoritaristas,
que quede un Patti aquí, un Massera allá, sino que
son estructuras que tienen un legado operativo que sigue funcionando
en la actualidad. No son anomalías. Un asesinato, una represión,
una persecución, tienen raíces en la institucionalidad
actual.
Segundo factor que debemos tomar en cuenta es el legado histórico
del pasado. Teníamos un período de mucho protagonismo
popular en un sistema electoral, viene el golpe militar y después
viene el gobierno civil. Durante el período de gobierno militar
hay una represión feroz. Se impone una cultura del terror
y los políticos que surgen después de la dictadura
internalizan la política represiva. ¿Qué significa
internalizar? Dicen que a partir de la nueva situación debemos
bajar las banderas, debemos asimilar el nuevo discurso, debemos
dejar de hablar del Estado, debemos hablar de la retórica
democrática y no de los poderes verticales que dominan sobre
la política.
Y este legado entonces, que es producto de experiencias históricas,
es un factor que influye sobre la toma de decisiones y el pensamiento
de los mismos políticos y es un factor difícil de
cuantificar y mucho más difícil de medir con la precisión
de la matemática y por ello es mucho más eficaz y
eficiente en la influencia.
Entonces, si uno analiza los aspectos estructurales debemos concluir
que en la relación transición hacia la democracia
y continuidad del Estado, está el primer argumento a favor
de la hipótesis del neototalitarismo.
Ahora, lo que tenemos es realmente lo que decía ... porque
la caída de los militares era producto de dos fuerzas: luchas,
protestas populares y un desgaste, por un lado, y negociaciones
de las élites para conseguir una salida que proteja sus intereses,
por otro.
Como resultante de las dos fuerzas, tenemos una situación
doble: mejoramiento relativo de los derechos individuales, libertad
de palabra, con todos los crímenes que continúan:
matando periodistas, amenazando estudiantes, profesores, etcétera.
Hablando relativamente conseguimos estos espacios para reunir, conversar
y discutir. Pero los grandes parámetros institucionales,
socioeconómicos son productos de aquella negociación.
Por eso digo que debemos hablar de regímenes híbridos
que combinan el autoritarismo estructural y la variable liberal,
democrática, que funciona dentro de aquel marco político.
El otro factor que creo que debemos entender es la composición
político-económica de las campañas electorales.
Las grandes finanzas que influyen sobre las campañas, son
imprescindibles para motivar a los ciudadanos a votar en ausencia
de alternativas reales. Necesitan gastar millones y millones en
publicidad mediática por la falta de motivación en
los contenidos del discurso de los políticos y las campañas.
Y más, las campañas electorales tienen un defecto
fundamental: lo que se discute en la campaña no tiene ninguna
relación con lo que hacen los elegidos en el gobierno. En
todos los países los políticos atacan el neoliberalismo
para profundizarlo después.
La disociación entre la campaña electoral y la política
de gobierno, significa que la campaña no tiene sentido. Es
una gran decepción. Si la campaña, la competencia
es una decepción. ¿Cómo entendemos la práctica
democrática de que un ciudadano a partir de una campaña,
puede elegir su programa, sus preferencias? ¿Qué significa
entonces? ¿Que esta campaña define el camino de una democracia
en transición o define precisamente la decepción hacia
un neoautoritarismo? Y más aún el proceso de toma
de decisiones fundamentales en toda América latina, que en
el último tiempo es por decreto presidencial: en una tarde
Menem cambia todo el panorama económico firmando decretos
de privatización. Lo mismo hace Cardoso, Fujimori ni hablar.
Las decisiones de gran trascendencia ocurren sin consultar a los
congresistas, al cuerpo legislativo, mucho menos consultas populares.
No se atreven a poner un referéndum sobre las privatizaciones
de petróleo, de los bancos, de los servicios públicos,
etcétera. Está hecho con el dedo, al mejor estilo
de los militares. Son civiles del dedo: es el estilo de gobiernos
autoritarios, es el neoautoritarismo.
Un gobierno democrático consulta, entra en debate, pone sobre
la mesa las preguntas durante la campaña, antes de la campaña,
etcétera.
Ultimo punto en relación con eso. Las decisiones estratégicas
en el último período, la política de ajustes
estructurales, las privatizaciones, la "flexibilización"
del trabajo, la concentración económica, las fusiones,
la gran mayoría de las estrategias económicas y las
medidas prácticas, son producidas por funcionarios no elegidos.
O son instituciones llamadas internacionales, con funcionarios de
Europa o de Estados Unidos, que actúan en el Fondo Monetario,
actúan en el Banco Mundial, en el Banco Interamericano de
Desarrollo, las que toman las decisiones, fijan las normas y condicionan
cualquier préstamo en función de ellas. Cualquier
ministro de Hacienda o presidente del Banco Central (funcionarios
no elegidos) ahora debe ser un hombre de confianza de otros funcionarios
no elegidos.
No es exagerado decir, entonces, que estamos hablando de un nuevo
colonialismo. No es una expresión retórica, para conseguir
aplausos. Analizamos las visitas-inspección, los planes de
ajuste, la implementación, los condicionamientos. ¿Cómo
podemos hablar de una transición a la democracia cuando las
decisiones fundamentales están tomadas por funcionarios no
elegidos, ni siquiera nacionales, extranjeros? Y los funcionarios
nacionales no elegidos seleccionados, los mal llamados tecnócratas,
tienen que ser personas de confianza de los poderes externos, tampoco
elegidos.
Caso reciente es el del presidente del Banco Central de Brasil,
hombre de confianza del financista internacional George Soros. Está
nombrado precisamente por eso. Y cuando se refieren a "la confianza",
están diciendo que el criterio de selección es "la
confianza" de los no elegidos en otros no elegidos. Implica la expropiación
del ejercicio democrático de elección por los ciudadanos.
Es la otra cara de la moneda.
Ahora, tomando todo eso en cuenta, algunos escritores académicos
hablan de "paradoja". Más elecciones, dicen, más desigualdad;
más presidentes electos, más pobreza, más concentración
de riqueza. Son "paradojas", la democracia está generando
una situación tan deteriorada... y con tanta pobreza.
No hay tales "paradojas" si aceptamos la hipótesis del autoritarismo.
La política sustancial, el contenido de las políticas
prácticas es elitista, porque la estructura que está
tomando estas decisiones no tiene nada que ver con la democracia.
Son los funcionarios no elegidos, nacionales o extranjeros, es la
manera autoritaria imponer las políticas, los que generan
las desigualdades. No hay ninguna paradoja: vemos desde otra óptica
el verdadero funcionamiento del sistema político y sus instancias
de decisión.
Entonces es muy explicable lo de la gente. Lo de ese pobre pueblo
estúpido, que sigue votando por fulano y eligiendo y tomando
decisiones sobre su propio destino hacia la catástrofe. Tomando
los cuatro criterios que hemos seleccionado ¿qué es la cultura?
La cultura política es la política de la incertidumbre,
la política de la inseguridad. Está estudiado por
los políticos. Es la teoría de que si nosotros empezamos
a implementar medidas efectivamente populares, vamos a provocar
a los militares. Entonces cultivan una cultura del terror. No la
cultura cívica, no promoviendo la participación y
la organización.
Segundo, ahora tienen otro demonio: se van los inversionistas, viene
el caos. Entonces debes aguantar más. Esta cultura del terror
es incompatible con la hipótesis de una transición
democrática, es el cultivo del miedo, de la incertidumbre:
es la fórmula de cualquier gobierno autoritario.
Capitalismo y democracia
En esta primera parte de la presentación expusimos sobre
las teorías de transición; ahora quiero entrar en
otro aspecto de este debate que es la relación entre capitalismo
y democracia.
La derecha argumenta que el capitalismo y la democracia están
vinculados. El capitalismo genera una pluralidad de clases: clases
populares, clases medias, clases dominantes. Y este pluralismo social
genera un pluralismo político que es la base de la democracia:
la competencia de clases sociales llega a la competencia política.
Si no hay mercados no hay pluralismo. Si no hay pluralismo, no hay
democracia. O a la inversa, si hay capitalismo, hay pluralismo y
hay democracia.
La izquierda argumenta que capitalismo y democracia son incompatibles.
Que el capitalismo siempre es la concentración del poder
contra los esfuerzos por democratizar y abrir camino para la competencia
electoral y para la participación del ciudadano en la política.
Y tercera, una versión de Norberto Bobbio y otros que podríamos
llamar un poco "centristas", dicen que capitalismo y democracia
son compatibles cuando se respetan las reglas del juego que permiten
la legitimidad y la alternancia política. Estoy simplificando,
ya no hay tiempo de elaborar sobre Bobbio, un hombre muy influyente
aquí y que tenía alguna popularidad en algunos círculos...
Ahora, cómo analizamos estos aspectos. En relación
con el último, la posición de los procedimientos,
de las reglas del juego como factor determinante, compaginando democracia
y capitalismo. Primero, esta teoría no tiene una explicación
de cómo se formulan las reglas de juego, qué son los
parámetros, las relaciones más generales que podrían
influir sobre cuáles son los parámetros en que ocurre
la alternancia, etcétera.
Hay prioridades anteriores a la formulación de reglas políticas,
y debemos entender que las reglas políticas están
formuladas dentro de los parámetros de las relaciones de
clase que existen con anterioridad. Y cuando el poder estatal está
establecido, cuando las clases sociales ya están establecidas,
en este contexto se discuten qué reglas van a operar y qué
reglas no van a operar y cómo se van a redefinir las reglas
según la composición de poder dentro del panorama
sociopolítico.
Sobre el argumento de la derecha creo que tenemos, más que
nada en Argentina, suficientes ejemplos para mostrar que el capitalismo
genera tanta represión como cualquier otro sistema. Tenemos
muchos años de gobiernos militares precisamente vinculados
con el capitalismo como para que sea sustentable el argumento de
Fiedmann y otros, que democracia y capitalismo son compatibles.
Y la izquierda que argumenta sobre la incompatibilidad de la democracia
y capitalismo, si tomamos la definición más estrecha
de que "elecciones igual democracia", tenemos que decir que esta
explicación que democracia y capitalismo son incompatibles,
no explica la introducción y el apoyo del imperialismo norteamericano
a las elecciones en todo el mundo. ¿Por qué en este momento
los Estados Unidos apoyan elecciones en todas partes, en todas partes
del mundo y antes no? Argumentos como que han cambiado su pensamiento
son poco convincentes.
Entonces tenemos que explicar las anomalías tanto en los
postulados de la derecha, la izquierda y de la argumentación
sobre las reglas del juego. Y para mí, lo que explica la
relación entre el capitalismo y la democracia son dos conceptos:
uno, la hegemonía y otro, las relaciones de propiedad.
Primero, la democracia capitalista es contingente de la hegemonía
capitalista y la solidez de la propiedad capitalista, esos son puntos
básicos para entender la introducción de la democracia
dentro del sistema capitalista.
Segundo punto, el capitalismo tiene una visión instrumental
de la democracia. Y depende de la naturaleza del régimen
que apoyen o no apoyen las prácticas democráticas
en las instituciones. Si uno cree como muchos académicos
que la democracia es buena en sí, es una frase vacía.
Y los principales protagonistas del capitalismo no creen que la
democracia es buena en sí, es solo buena si funciona dentro
de un marco de relaciones sociales y de propiedad. Decir que es
buena en sí es como una extrapolación de la historia
y de la realidad y siempre una imputación normativa de lo
que uno siente, más que analizar cómo funciona la
democracia en relación con los poderes de clase, propiedad
y Estado.
Los capitalistas tienen una visión de democracia muy relativista,
cuando extienden sus intereses que fortalecen sus posiciones estatales
están en la onda democrática. Cuando sus intereses
están violados, amenazados, pasan a la política autoritaria
y apoyan un régimen autoritario. Cuando hablamos de la democracia
capitalista y la democracia obrera, esa no es una frase leninista,
como O'Donnel y compañía dicen. "Frases anacrónicas".
Estamos diciendo una cosa muy precisa conceptual e históricamente:
que las democracias como las entendemos funcionan con la capacidad
de defender algunos intereses contra otros intereses.
Si este factor no es operativo, si no es así, podríamos
hablar de una democracia sin apellidos, pero lo que voy a citar
es una serie de ejemplos que niegan esta "desafiliación".
Lo que afirmo es que la propiedad y los intereses hegemónicos
son sobredeterminantes sobre lo que llamamos la democracia y ése
es el sentido real de la frase democracia capitalista.
Casos históricos
Empezamos brevemente a revisar los ejemplos. En 1918, en Finlandia,
ocurre una revolución donde los obreros eligen un gobierno
democrático que practica a partir del Parlamento y el primer
ministro, una política tibiamente reformista a favor de los
trabajadores. Frente a esta democracia obrera con todas sus limitaciones,
parlamentaria, la burguesía encabezada por Mannerheim y apoyada
por el ejército alemán invade Finlandia, destruyen
el sistema parlamentario, uno de cada cinco obreros es asesinado
o forzado al exilio o encarcelado, imponen la dictadura; después
de eliminar a los trabajadores como factor influyente, vuelven a
construir el sistema parlamentario en el que ellos mandan y dirigen
la política económica.
Segundo ejemplo, Guyana, que era colonia inglesa, allá arriba
cerca de Brasil y Venezuela. Un socialista parlamentario estilo
Allende, Cheddi Jagan, presenta su candidatura en 1953 y es elegido
libremente por una mayoría, no pluralidad, mayoría
absoluta. Los ingleses invaden el país y lo tumban, lo desplazan.
Vuelve otra vez la candidatura, en el '61, gana otra vez, y esta
vez interviene la CIA provocando divisiones raciales y tumba a Jagan
otra vez. Una vez que lo tumban vuelven a montar elecciones, ahora
en un país polarizado racialmente y gana un candidato más
hacia la política de Estados Unidos.
Tercer caso, Chile '70 y '73. Gobierno popular, gobierno con apoyo
obrero y campesino, elegido libremente, libre competencia. La burguesía
se organiza, tocan las puertas de los cuarteles, Estados Unidos
interviene: todo el cuento conocido. Después que destruyen
todo este proyecto los Estados Unidos vuelven en el '85, '86 frente
a las grandes movilizaciones a convencer a los socialistas, a colaborar
con la derecha demócrata-cristiana y vuelven a las elecciones,
ahora dentro de los nuevos parámetros: Constitución
del '80 de Pinochet, toda la institucionalidad militar, neoliberalismo,
capitalismo, privatización, etcétera. ¿Qué
es diferente? ¿Cambió sus ideas el imperialismo o cambiaron
los contenidos, los parámetros de acción política-económica?
Caso Guatemala: eligieron un gobierno en el '50, el de Jacobo Arbenz.
Empieza un programa de reforma agraria de las tierras de las grandes
multinacionales norteamericanas, empieza a dar espacios democráticos
para los sindicatos, empieza a haber libertades para los socialistas,
comunistas: interviene la CIA otra vez. Tumba al gobierno, una guerra
prolongada que cuesta doscientas mil personas.
Y después, más tarde, en el '91, se acuerda la paz,
empiezan a introducir a los guerrilleros en la política electoral,
dentro de parámetros en los que no hay reforma agraria, no
hay castigo para los asesinos, donde el neoliberalismo está
profundizándose en los últimos años en una
forma descarada: entonces ¿qué tipo de transición
a la democracia? Vuelven a crear el marco electoral ahora porque
están establecidos la hegemonía, el poder, la propiedad,
etcétera.
Podríamos multiplicar muchos casos, Irán en el '54:
un gobierno elegido, tumbado por la CIA, impone la dictadura y después
cuando la dictadura del Sha cae después del apoyo multimillonario
de los Estados Unidos surgen los musulmanes que empiezan a tomar
medidas contra las compañías norteamericanas, los
Estados Unidos y otros liberales apoyan el retorno de qué...
de las elecciones. Perdido el control político-económico-
social busca una forma ahora de insertar una posición democrática.
Ahora, el caso de Haití, es muy indicativo de todo lo que
estamos discutiendo, en el '91 gana Bertrand Aristide una elección
con una mayoría abrumadora. Recuerdo, estuve con haitianos,
que James Carter fue allá tratando de convencer a Aristide
de retirarse de la campaña en favor del candidato norteamericano
que era un ex funcionario del Banco Mundial. Aristide dice no y
empieza a implementar un programa populista tibiamente nacionalista.
Estados Unidos apoya, debajo de la mesa, el golpe militar, aunque
públicamente lo denunció. Tenemos todas las pruebas
de que financió y colaboró con los golpistas.
Bueno, después del golpe hay una enorme salida de haitianos
hacia Florida. Eso preocupa a los racistas en Washington y en Florida.
Entonces ¿cómo evitar la ola migratoria? Bueno, tenemos que
cambiar el gobierno allá. Se sentaron con Aristide en un
aula en Washington y le presentaron los ministros. Les juro, eso
es lo que pasó. Estuve con un asesor de un congresista, me
contaban, incluso la gente que le presentaban a firmar la agenda
económico-social, y los ministros que tenía que incluir.
"Si quieres volver, nosotros te llevamos con los marines para volver.
Pero no vas a tocar ninguna propiedad y no vas a volver a esa política
populista. Si aceptas eso, te vamos a presentar como el presidente
elegido".
Y finalmente Aristide acepta, y vuelve pero ya es un político
totalmente diferente de cuando fuera elegido democráticamente.
Estados Unidos apoya el retorno de la democracia, pero dentro del
marco de clase, dentro del marco del imperio. Se opone al gobierno
elegido cuando estaba actuando contra los intereses norteamericanos.
Otro caso muy ejemplar es el caso de Nicaragua. En el '84, con miles
de observadores de Europa, de Estados Unidos, de Canadá,
ganan los sandinistas con mayoría abrumadora. Todos dicen:
elecciones relativamente limpias. Estados Unidos dice que no y fortalece
a los mercenarios, los llamados "contras". Aumenta la agresión,
los asesinatos, el bloqueo del puerto, etcétera. En el '89
después del desgaste de la guerra, más los errores
políticos de los sandinistas, empiezan a aplicar los ajustes:
conclusión, gana la derecha. Estados Unidos: bienvenida la
democracia ya, estas elecciones son democráticas, dentro
del nuevo marco, con Violeta Chamorro privatizando, incorporando
al sandinista Humberto Ortega, que pasó a ser millonario
corrupto, dirigió así la represión del pueblo
sandinista que se movilizaba contra Violeta. Con el aplauso de los
marines de Estados Unidos asesorándolos. Solamente cuando
Humberto hizo el servilismo demasiado descarado y ofreció
una medalla a un coronel de la marina, dijo no quiero, no quiero
tener nada que ver con ustedes. Hagan su trabajo y déjenme
hacer mi trabajo. Esto fue una cosa vergonzosa.
Pero lo que es un punto clave en esto, es que otra vez aplican el
criterio de clase para evaluar la democracia, el criterio del imperio.
Y no sólo en América latina y el Tercer Mundo. En
Alemania, la suba del fascismo y el nazismo era respaldado por todos
los grandes capitalistas; los judíos, que ahora están
criticando y quejándose, nombran a las principales multinacionales
alemanas y al gran capital, como los principales beneficiarios del
régimen de Hitler. Y piden compensación por el trabajo
de esclavos. Hitler primero eliminó los sindicatos, los partidos
de izquierda. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando
la izquierda ya está bastante aplastada y los socialdemócratas
ya incorporados al capitalismo, Estados Unidos y los capitales alemanes
vuelven a apoyar la democracia, porque ya la democracia funciona
dentro del marco de hegemonía norteamericana y la vuelta
del capital alemán, sin el desafío que en los '30
eran socialistas y comunistas.
Bueno, podríamos continuar con muchos más ejemplos,
pero el punto teórico es que la democracia capitalista no
existe independientemente de la lucha de clases y los intereses
de clase. Y debemos entender este punto cuando la gente habla de
que la democracia es un bien en sí mismo. No existe el "sí
mismo". Existen las relaciones de clases, hegemonías, configuración
de estados.
Globalización o imperialismo
Ahora, cómo discutimos la democracia en la edad del imperialismo.
No hablo de globalización porque es una frase vacía.
La globalización, es un concepto muy nefasto que ha circulado
mucho en las mentes de la gente. Quienes circulan los capitales,
son las empresas multinacionales norteamericanas, europeas en menor
grado, japonesas. Los bancos, las grandes inversiones tienen nombre
y apellido, hablar de globalización no tiene ningún
sentido, es una palabra utilizada por los grandes empresarios de
Estados Unidos que no querían obviamente tener un concepto
peyorativo con antecedentes negativos.
El problema es que la izquierda empieza a utilizarlo como algo novedoso,
creativo. Pero no tiene sentido científico hablar de capitalismo
circulando por el mundo sin bases económicas, políticas,
estados respaldándolos, cuando hay crisis en el Estado intervienen,
ayudando, las multinacionales norteamericanas.
Crisis en México, está presente Clinton en veinticuatro
horas para resolver el problema. Lo mismo sobre comercio externo
negociando con Europa para romper barreras para sus capitales.
En Colombia ahora están metidos con la política militar,
para mantener a Colombia dentro de las filas norteamericanas. Entendemos
eso, entendemos por qué la palabra imperialismo es la palabra
más precisa para comprender las relaciones de poder, la configuración
mundial que ocurre.
¿Cómo entendemos la democracia en la edad del imperialismo?
Volviendo a la temática original. Las instituciones financieras
internacionales en un lado están tomando decisiones macroeconómicas,
y en el nivel microeconómico social han contratado las ONG,
que nadie las elige y no son responsables frente a la ciudadanía.
No se presentan como candidatos, no consultan a ningún pueblo,
fijan sus programitas, buscan financiamiento de los gobiernos, por
ser no gubernamental, consiguen dinero y tienen más de diez
mil millones de dólares de presupuesto anual, una gran parte
ahora viene de AID, viene del Banco Mundial. Están copando
las decisiones a nivel local y por otro lado al macronivel y están
vaciando la legislatura de sus poderes. Qué van a hacer si
las ONG arreglan los problemas locales a través de proyectos
financiados afuera, entonces cuál es el espacio para el Congreso,
los partidos, etcétera. En otras palabras, el espacio público,
para debates públicos, para actividad ciudadana en relación
con la política pública, cada vez se va achicando
más. Están poniéndolos en un rincón
donde pueden discutir las cosas irrelevantes, los gritos de denuncia,
o una investigación inconsecuente.
¿Y frente a eso qué hacen? Financian proyectos sobre cultura,
financian proyectos sobre lo que llaman ellos los nuevos movimientos
sociales. Algunos que tienen una buena posición de denuncia,
denuncia del ambiente, denuncia de la Organización Mundial
de Comercio, pero que no tienen un programa político sobre
el poder. Están fragmentando la política a partir
de estos burocratitos, importantes, pero desvinculados de proyectos
nacionales de poder.
Desvinculadas de la pobreza del pueblo, tantas organizaciones de
género desvinculadas de la lucha de los campesinos en Brasil,
desvinculadas de los pobres en las favelas. Si entran en lucha contra
el imperialismo no reciben los financiamientos. Ningún movimiento
de género va a recibir un peso del Banco Mundial si empieza
a criticar al imperialismo. Criticar, no alguna medida discriminatoria
(como que no incluyen a la mujer como directora del banco). Pero
si entra en la lucha de clases, los docentes, enfrentando al Estado,
cambia la cuestión. Estuve en Bolivia, en La Paz, las mujeres
que son la gran mayoría de docentes, se encontraban enfrentando
al Estado contra un salario de miseria, y docenas de ONG estaban
con los brazos cruzados organizando las microempresas de las mujeres
que producen cestas para vender. Yo preguntaba: ¿por qué
no están encabezando la lucha?, el noventa por ciento son
mujeres, están sufriendo salarios malos, muchas son solteras,
jefas de familia. Es un problema de género, género
de clase obviamente. No, no es nuestra causa, decían, estamos
a favor que ganen, pero estamos en otra cosa.
Y eso es un problema que creo que debilita la lucha por la democracia,
es otra táctica que están utilizando los poderes para
debilitar la democracia a partir de organizaciones que no son responsables
de ningún grupo de ciudadanos organizados.
El Imperialismo y los intelectuales
Ahora tenemos estas temáticas, democracia, imperialismo y
voy a tratar de terminar. Tendremos tiempo de discutir cómo
todo esto está vinculado con el problema de los intelectuales.
Yo creo que uno de los grandes éxitos del imperialismo en
los últimos tiempos es el que ha tenido con un porcentaje
importante de intelectuales americanos, que han cambiado del marxismo
hacia el liberalismo, del socialismo hacia el capitalismo. Variantes
de la vertiente neoliberal, liberal, social liberal. Y lo más
problemático o más peligroso, el disociar a los intelectuales
de las luchas populares y sustituir el papel del intelectual por
el de consultor. Consultor, académico o recadero de cualquier
institución oficial, y el menos malo, una postura pasiva
frente a los grandes acontecimientos.
Ahora, ¿cómo entendemos esta victoria parcial del imperialismo
sobre los intelectuales?
Hay tres períodos en los que el imperialismo norteamericano
trata de influir a los intelectuales latinoamericanos.
Primer período, '48 al '58, durante la primera fase de la
Guerra Fría. En esta época los Estados Unidos apoyaban
toda una colección de dictaduras de derecha. Pérez
Giménez, en Venezuela; Odría, de Perú; Batista,
de Cuba; bueno, la lista es larga y conocida. Y en este contexto,
a estos gobiernos represivos, no les molesta reprimir la izquierda
democrática, la izquierda revolucionaria, todos eran blancos
de la represión. Y Washington no se preocupa por eso. Ya
tenía su gente en el poder dando medallas, Eisenhower, a
Pérez Giménez, Odría invitado a Washington.
Como consecuencia de esto y como producto de la revolución
cubana en el '59 empieza una nueva fase de Estados Unidos. Toda
la intelectualidad de los años '48, '58, pasa a la lucha
antiimperialista. Casi era de rigor ser antiimperialista, porque
era antiimperialista-antidictatorial. La democracia y el antiimperialismo
marchaban juntos. Entonces hay una gran radicalización por
lo menos formal de las universidades y de muchos académicos,
intelectuales, escritores.
En el '59 la revolución cubana atrae una enorme gama de los
intelectuales en América latina. Apoyando, activando, simpatizando.
Washington está totalmente aislado. Entra Kennedy en el '60
y empieza a tratar de construir puentes hacia lo que ellos llaman
la izquierda democrática, contra la izquierda comunista,
revolucionaria o lo que sea. Empieza un diálogo, abre puertas
y declara la Alianza para el Progreso, las reformas contra la revolución,
la reforma agraria contra la revolución agraria. Empieza
en este período del '59 hasta el '79 una política
de acercamiento. Y este acercamiento no es afectado esta vez cuando
apoyan las dictaduras militares. A diferencia de los años
40 y 50 combinan un apoyo a los gobiernos de la derecha represivos
con líneas de comunicación y becas y apoyo a la izquierda
democrática no comunista. Tiene consecuencias enormes para
el período actual.
Cuando empiezan a caerse o desgastarse los gobiernos militares,
Washington ya tenía una imagen positiva entre los sectores
que recibieron becas en Europa o que se fueron al exilio a Occidente.
Y cuando caen las dictaduras o se reemplazan, Estados Unidos empieza
a impulsar con Reagan incluso la vuelta de estos sectores en colaboración
con la centroderecha que ya surge como política de conciliación
y de colaboración.
En otras palabras, este período genera la oportunidad de
influir a un sector importante de los intelectuales. Y éste
entra con fuerza con las fundaciones y las instituciones académicas
de los Estados Unidos.
Empiezan a volcar enorme cantidad de dinero, conferencias, becas,
para discutir ya las transiciones a la democracia.
En esta transición los académicos norteamericanos
introducen este concepto de la democracia sin apellidos. Empiezan
a hablar de la democracia en sí, dejan de hablar del imperialismo,
hablan de la globalización, etcétera. Imponen a partir
de esos proyectos su lenguaje, sus imágenes del intelectual.
El intelectual disociado de los problemas de la gente: ahora tenemos
el académico, ahora tenemos el ideólogo. Y Princeton
y Harvard, Illinois, Standford, empiezan a invitar a los latinoamericanos
de centroizquierda. No simplemente a los viejos derechistas o centroderechistas.
Se llena de latinoamericanos que vienen a entrar en el mismo diálogo,
sobre la transición, las consolidaciones, el debate, las
críticas. Totalmente ausente una crítica al imperialismo.
No aparece. Empecé a revisar los paneles donde están
participando los latinoamericanos, son docenas de paneles, no hay
ninguno, ninguno que diga "El imperialismo y la transición".
Nada.
¿Es la falta de preparación intelectual? ¿La falta de realidad?
No, yo creo que son condicionados ya, socializados en las ciencias
sociales norteamericanas.
Entonces tenemos la modernización sin la justicia, tenemos
la globalización sin el imperialismo, tenemos la democracia
sin adjetivos. Y a partir de eso los académicos norteamericanos
que trabajan con las fundaciones, que son activos en la política,
muchísimos académicos en los Estados Unidos cuando
vuelven al país son the brief. ¿Qué significa the
brief? Van a consultar con el Departamento de Estado y a contarles
sus experiencias en el país. No es espionaje simplemente,
es un intercambio de ideas (Risas). Dicen fulano, Ricardo está
en eso, Néstor está en el otro, este tipo está
ahora desencantado con el marxismo, por qué no le ofrecemos
una beca, venir aquí (Risas). Son cosas crudas, pero ojo,
este período de los '80 en adelante es formativo en esta
nueva intelectualidad. Y hay mucho prestigio, mucho acceso, Washington
está muy abierto a los intelectuales que están dispuestos
a entrar en este diálogo, estas condiciones conceptuales
del lenguaje, vocabulario que ellos mismos favorecen.
Entonces, el punto clave en la transformación de la intelectualidad
es justamente el debate sobre la democracia. La transición
democrática es la premisa de que si hay una transición
a la democracia, ya es el terreno del enemigo. Reclutan toda la
intelectualidad de América latina, toman el marco intelectual
con todos estudiantes graduados de FLACSO, CLACSO, MACSO (Risas).
Y entran en este terreno (Aplausos). Entonces el que entra a cuestionar
eso es antidemocrático, como se me acusó (no voy a
mencionar nombres), sos antidemocrático, de fondo estás
contra la democracia, como entendía él la democracia.
Yo decía no, no estoy a favor del autoritarismo que estaba
con el gobierno de Alfonsín. Entonces, un marxista serio,
respetado y reputado, pasa a ser el que acepta la definición
imperialista de lo que es elecciones libres, mercados libres. Es
aceptar que bajo el imperialismo uno puede luchar a favor de transformaciones
con conceptos amorfos, como el de sociedad civil.
Cualquier niño sabe que la sociedad civil incluye esclavistas,
banqueros, dueños de plantaciones. ¿Cómo es la lucha
de la sociedad civil? La sociedad civil está dividida en
clases, latifundistas y peones forman parte de la sociedad civil,
entonces la problemática no es que la sociedad civil es homogénea,
que va a luchar contra la opresión. El problema de la sociedad
civil es el de la definición de "sociedad civil". Entonces
lo que empezó como un debate intelectual, como democracia
sin clases, sin lucha de clases, termina creando una nueva generación
de intelectuales que toman posturas fatalistas, posturas que dicen
que debemos aceptar el nuevo terreno de debate. Debemos aceptar
que hay una democracia, ya estamos en transición, hay que
considerarla como parte de nuestro proyecto, etcétera.
Y también los nuevos convertidos inventan este mito de que
la izquierda en el pasado siempre estuvo contra la democracia. Una
gran mentira. Yo sé que existen autoritarios en la izquierda,
pero casi toda la izquierda que yo conocía luchaba por mejores
derechos en los sindicatos, listas plurales en los sindicatos, asambleas
en los barrios, participando, apoyando el Estado de Bienestar, mejorando
la vida, discutiendo al infinito. ¿Qué es esta mentira de
que la izquierda era autoritaria y empieza ahora a aprender de la
democracia? ¿Cuántas dictaduras surgieron de la izquierda
en América latina? Ninguna. En Brasil lucharon contra la
dictadura. Algunas organizaciones más verticales y otras
menos. Pero en los movimientos amplios participaron y construyeron
sindicatos pluralistas, listas competitivas, hay que reconocer esto.
Yo sé que hay pugnas, unos dicen stalinistas, otros trotskistas.
Pero todos participaban y luchaban entre sí, que es el juego
democrático.
Conclusión
Debemos volver a recuperar las tradiciones de los años 50,
60 y 70. Estas grandes tradiciones críticas de la mejor intelectualidad
en las universidades de América latina. Debemos tratar de
hacer críticas sistemáticas de lo que llaman democracias,
transiciones y globalizaciones. Debemos retener y fortalecer y profundizar
nuestro análisis de la política clasista, de la política
antiimperialista, de las formas diferentes, complejas de la lucha
de clases. Cómo se articulan con los ecologistas, con mujeres,
con los grupos étnicos. Debemos comprometernos otra vez con
la lucha popular, y no simplemente quedarnos encerrados, debemos
aceptar colaborar con el pueblo en lugar de pelear por los boletos
para asistir a las conferencias financiadas por las grandes fundaciones.