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Las
relaciones USA - Latinoamérica:
Quién obtiene qué, dónde y cómo
por James Petras
I
Parte:
Visión general
Durante algo más de década y media Washington y Wall
Street han estado celebrando una nueva era en las relaciones EE.UU-Latinoamerica.
Nos estamos refiriendo a que la combinación de mercados libres
y elecciones libres ha transformado la región en un "mercado
emergente" donde los inversores y hombres de negocios pueden tener
éxito, los ciudadanos ejercer elecciones libres y la prosperidad
ser compartida.
Habiendo eliminado los
desafíos revolucionarios en América Central y asegurado
regímenes políticos favorables a las políticas
de libre mercado, Washington y Wall Street han procedido a cosechar
los beneficios de esa nueva era sin gran publicidad ni mucha preocupación
por las consecuencias para la región. En una palabra, mientras
Latinoamerica funcione como una máquina estable de hacer
dinero para los banqueros y grandes empresas de EE.UU., sin que
se vean perturbados por crisis graves o por protestas populares,
Latinoamerica estará relegada a las últimas páginas
de la sección de noticias. En la sección de economía
de los periódicos, las grandes ofertas y las subastas de
empresas públicas rentables (privatizaciones) atraen alguna
atención, de la misma forma que lo hacen las altas tasas
de rentabilidad de las inversiones empresariales, la clasificación
de los bonos, los tipos de interés, los niveles de reservas
exteriores y las fluctuaciones de los mercados de cambio. De hecho,
la idea de Latinoamerica como un "mercado emergente" ha excluido
de la discusión a la gran mayoría de la gente trabajadora,
así como las relaciones políticas, culturales y sociales
que definen la región. Las relaciones políticas y
económicas entre Latinoamerica y EE.UU. se han desarrollado
de forma cíclica. Los comienzos del siglo XX, aproximadamente
desde la Guerra Hispano-Cubana-Norteamericana a la Gran Depresión,
fueron testigo de un periodo de intervenciones militares directas
por parte de EE.UU., del auge de la Diplomacia del Dólar
y de la posterior penetración a gran escala de las economías
latinoamericanas por banqueros e inversores. La ideología
del libre comercio mandó en las relaciones EE.UU.-Latinoamerica,
a pesar de ello fue aplicada selectivamente, principalmente en interés
del acceso estadounidense a los mercados latinoamericanos y con
mayores restricciones respecto a la entrada de Latinoamérica
en los mercados de EE.UU. (v.g. cuotas de azúcar, etc.).
Con la Gran Depresión el "sistema de libre mercado" colapsó,
muchos inversores, banqueros y comerciantes estadounidenses desinvirtieron,
algunos fueron a la bancarrota y otros encontraron pocos compradores
para vender sus mercancías. En Latinoamerica mediante circunstancias
planeadas y/o forzadas, los gobiernos comenzaron a desarrollar la
industrias nacional por la vía de las inversiones públicas
y las barreras arancelarias proteccionistas; las subvenciones favorecieron
a los productores locales en los mercados nacionales y hicieron
accesible la alimentación básica al conjunto de la
población. La regulación pública de los beneficios
de las grandes empresas y las remesas del extranjero mantuvieron
los ingresos por divisas que fueron asignados a las industrias y
actividades ligadas más estrechamente a la producción
local de bienes industriales. En suma, la economía política
nacional-populista floreció durante casi medio siglo. Wall
Street se adaptó a este modelo hasta tal punto que Washington
no podía invertirlo y volver a la anterior bonanza del periodo
de laissez-faire.
Con el comienzo de la
Guerra Fría, Washington utilizó la amenaza soviética
como vehículo para reestablecer el modelo de Libre Comercio
en América Central y el Caribe, y para presionar al
resto de Latinoamerica a revertir sus compromisos con objeto de
liberalizar sus economías. En el extremo opuesto del espectro
político, los revolucionarios latinoamericanos pretendían
radicalizar el régimen nacional-populista y transformarlo
al socialismo. Los revolucionarios tuvieron éxito en el caso
de Cuba, mientras Washington fue capaz de arrebatar a la fuerza
el control del resto de Latinoamérica por la vía de
una serie de dictadores militares y regímenes civiles autoritarios.
Ayudado por la crisis de la deuda, Washington pudo obligar a los
regímenes latinoamericanos a aceptar la vuelta a la economía
del laissez-faire.
Desde principios de los
80 hasta finales del siglo, una nueva regla de juego fue introducida
en Latinoamerica, la misma ha sido denominada Libre Mercado o "régimen
neo-liberal". Los componentes esenciales del sistema de libre mercado
incluyen la eliminación de todas las barreras al comercio,
el fin de todos los subsidios estatales a la industria y a los consumidores
de baja renta, la privatización de toda empresa de propiedad
pública, bruscas reducciones en los gastos sociales del estado,
libre convertibilidad de monedas, ilimitada remisión de beneficios,
ilimitada explotación de aquellos recursos naturales escasos
en el país de origen de los inversores, desregulación
de las inversiones y una nueva reglamentación del trabajo
que facilita la concentración de poder para contratar y despedir
en los gerentes.
Este "paquete de medidas"
llamado por sus beneficiarios "reformas económicas" ha tenido
un importante impacto en los intereses de EE.UU. Ni desde los años
20 y finales del siglo XIX ha disfrutado Wall Street de un tratamiento
tan favorable. Las "reformas" han suministrado más oportunidades
a más empresas estadounidenses para que inviertan en los
más diversos sectores de la economía latinoamericana
y para maximizar su beneficio, que en ningún otra época
en la historia de las relaciones EE.UU.-Latinoamérica. Al
mismo tiempo, las altas tasas de beneficios para Wall Stret han
sido acompañadas con el surgimiento de una pequeña
élite de multimillonarios latinoamericanos que también
han participado de esos beneficios sin precedentes. Por otra parte,
las desigualdades sociales, la pobreza, la marginalidad y explotación
de la mayoría de la población ha alcanzado niveles
sin precedentes. Este "nuevo sistema" (que alberga muchas semejanzas
con la vuelta al modelo explotador de principios de siglo) ha sido
construido mediante la intervención consciente de los policy
makers en Washington y Latinoamérica, en estrecha colaboración
con las élites de las instituciones financieras y económicas,
y de los grandes complejos industriales y comerciales de EE.UU.
y Latinoamérica.
Los artífices
o arquitectos del sistema de libre mercado han creado oportunidades
históricas para los inversionistas de Wall Street y formulado
estrategias económicas que maximizan sus ventajas, particularmente
en el periodo posterior a la Guerra Fría. Detrás de
la "apertura de mercados" y la disminución de las barreras
comerciales se encuentran dos importantes tendencias, una "interna"
y otra externa.
Dentro de Latinoamérica
una nueva clase de capitalistas transnacionales ha emergido, estos
tienen grandes inversiones en compañías del exterior,
están involucrados en "joint ventures" (sociedades conjuntas
con acuerdos de riesgos compartidos temporalmente) con empresas
multinacionales, son altamente dependientes de la financiación
externa y tienen sustanciales cuentas en la banca off-shore (banca
no sometida a regulaciones nacionales). Los capitalistas transnacionales
han amasado una inmensa fortuna por distintas vías, frecuentemente
combinándolas. Algunos acumularon inicialmente pequeñas
fortunas por la vía de los contratos estatales durante la
anterior etapa nacionalista, luego aprovecharon su dinero para comprar
empresas públicas a "precios políticos" (es decir,
precios determinados en función de las conexiones políticas),
durante el furor privatizador con ocasión de la llegada de
los neoliberales. Otros capitalistas transnacionales son el producto,
casi exclusivamente, de las transferencias de dinero a gran escala
habidas mediante las vinculaciones con el estado y la corrupción
existente (no ocasionalmente vinculada a las drogas). Posteriormente
el dinero fue "blanqueado" mediante amplias inversiones en empresas
legítimas vinculadas, a menudo, a inversores extranjeros.
Otros siguieron el camino de la acumulación de capital y
luego "vendieron" a empresas extranjeras continuando como accionistas
minoritarios. Finalmente una minoría fue capaz de combinar
la acumulación normal, con la ventaja de sobornar a las empresas
públicas, las favorables asociaciones con inversores del
extranjero, los préstamos subsidiados y los mercados monopolizados
para acumular inmensas fortunas que les facilitan alcanzar el estatus
de transnacional. Con posiciones dominantes en una diversidad de
sectores económicos estratégicos y fuertes relaciones
con el aparato de estado, los capitalistas transnacionales latinoamericanos
están deseosos de entrar en los mercados del exterior y construir
alianzas. Tienen acceso al capital extranjero y son defensores poderosos
y con éxito de las políticas neoliberales, además
de ser decisivamente influyentes en la elección de Presidentes
y legisladores.
La importancia de los
capitalistas transnacionales latinoamericanos en configurar la estructura
política de la que el "Libre Mercado" emergió no puede
ser subestimada. Ellos constituyen el vínculo vital entre
el eje Washington/Wall Sreet, la penetración en los mercados
latinoamericanos y el estado, y la explotación del trabajo
y los recursos. Los capitalistas transnacionales latinoamericanos
y sus amaestrados economistas estadounidenses (y británicos)
son artífices importantes de las políticas de Libre
Mercado, a la vez que importantes beneficiarios económicos
de las mismas.
El segundo factor que
facilita el surgimiento del Libre Mercado es la creciente capacidad
de EE.UU. para intervenir en el periodo posterior a la Guerra Fría.
La eliminación del bloque chino-soviético ha dado
una oportunidad sin precedentes a Washington: la capacidad de intervenir
militarmente en cualquier parte del mundo sin temor o miedo a represalias;
en otras palabras, la impunidad imperial ha sustituido el equilibrio
del terror. Al contrario de muchos escritores que describen el periodo
posterior a la Guerra Fría como un tiempo de paz, cooperación
y prosperidad, el mundo político-militar unipolar suministra
a Washington una formidable oportunidad para modelar la agenda político
económica de los regímenes renuentes que no reconocen
esas verdades evidentes por sí mismas del "Libre Mercado".
El poder real y potencial para intervenir militar, económica
o secretamente, ha sido un importante resorte para imponer el régimen
de Libre Mercado, y la ideología neoliberal de los inversores
privados, especuladores económicos e instituciones económicas
internacionales.
Las intervenciones militares
periódicas de Washington en África, Europa Central,
América Central y Sudeste asiático han sido recordatorios
a los régimenes que aún puedan cuestionar el Libre
Mercado, de que ellos también pueden convertirse en objetivos.
A pesar de que cada una de esas intervenciones fue justificada con
una amplia variedad de argumentaciones, la justificación
genérica era "la necesidad de mantener el liderazgo USA"
y/o "retener la credibilidad política global". En otras palabras,
enviar un mensaje militar de que los distintos regímenes
deberían admitir y someterse a la agenda de Libre Mercado
de Washington /Wall Street.
Washington, en búsqueda
de los objetivos del Libre Mercado, actuó de común
acuerdo con sus representantes económicos en las Instituciones
Financieras Internacionales (IFI: Banco Mundial y Fondo Monetario
Internacional, principalmente) y con las poderosas instituciones
financieras privadas de Wall Street, poniendo de moda lo que más
tarde fue denominado " el consenso de Washington" o reinado del
régimen de Libre Mercado en Latinoamérica.
Todas y cada una de las
políticas que surgen de las IFI son previamente discutidas
y aprobadas por el Departamento del Tesoro de EE.UU., de común
acuerdo con las necesidades e intereses financieros y empresariales
privados. La influencia combinada de Wall Street y Washington ha
sido un instrumento para desmantelar las instituciones de asistencia
social y las empresas públicas de Latinoamérica, la
legislación progresista sobre el trabajo y los subsidios
estatales para la alimentación básica de los pobres.
Una vez que Washington se ha asegurado la desregulación de
los mercados financieros de Latinoamérica permitiendo el
libre flujo de mercancías, capitales, beneficios, dividendos
y pagos de intereses, la influencia de Wall Street fue derribada
a patadas (¿¿). Para frenar las salidas de los flujos de capital
y retener la afluencia de fondos, los regímenes latinoamericanos
fueron obligados a subir los tipos de interés y someterse
a condiciones más onerosas.
Los artífices
del Libre Mercado fueron en gran medida ayudados en su cruzada por
la pujanza de una secuencia de acontecimientos políticos
que acentuaron su influencia. Los golpes militares desde mediados
de los 60 a mediados de los 70 en Brasil, Indonesia, Chile, Argentina,
Bolivia, Uruguay y otros países, fueron importantes puntos
de apoyo político para los defensores del libre mercado.
En todos los casos, Washington estuvo activamente implicado en promover
y/o organizar y financiar el ejército. Con posterioridad
a los golpes de estado y con grados diferentes de "liberalización",
los nuevos regímenes dictatoriales transformaron sus economías
adaptándose a la agenda de Libre Mercado de Washington/Wall
Street mientras fomentaban el ascenso de la nueva clase de capitalistas
transnacionales.
La así llamada
"crisis de la deuda" permitió a los arquitectos del Libre
Mercado imponer su agenda neoliberal. Aunque mucho se dijo y criticó
sobre la dificultad creada por los pagos de la deuda (en la mayoría
de los casos justificadamente), lo que sería estratégicamente
más devastador fueron las condiciones impuestas a cambio
de la "renegociación" o "reestructuración" de la misma.
Para los artífices del Libre Mercado la deuda exterior se
convirtió en un instrumento para un fin más ambicioso.
Aunque la recaudación de los pagos por intereses fue importante,
objetivos más amplios y más lucrativos eran más
preocupantes: la captación de los sectores financieros locales,
la compra de empresas estratégicas del sector público
(telecomunicaciones, petróleo, etc.), la penetración
en todos los sectores de la economía. Las negociaciones de
la deuda resultaron en la imposición de una serie de condiciones
que condujeron de hecho a la implementación de la agenda
del Libre Mercado por parte de los regímenes locales.
Las Nuevas estructuras, políticas y prácticas
El sistema de Libre Mercado en Latinoamerica llevó a largo
plazo a la transformación del comercio a gran escala, a la
aplicación de determinadas políticas económicas
y financieras, y al surgimiento de un nuevo tipo de "intervencionismo
estatal" con su propio sistema regulatorio.
Los recursos claves fueron
asignados hacia atrayentes inversores extranjeros, no hacia el fomento
del ahorro nacional o la expansión de los mercados nacionales.
Los sistemas de comunicaciones, reglamentaciones del trabajo y leyes
sobre la inversión fueron todos dirigidos a incentivar a
las empresas extranjeras a adquirir la economía local. La
política comercial al favorecer a los exportadores extranjeros,
arruinó a los productores locales pequeños y medianos
e incentivó el crecimiento de capitalistas dedicados al comercio
internacional o de compradores (como importadores). La liberalización
financiera provocó el boom del capital especulativo (tanto
extranjero como nacional) a costa de la inversión productiva
y la financiación de la investigación y el desarrollo.
De importancia crucial
para estos cambios económicos ha sido la transformación
del estado, el cual (al contrario de su ideología de Libre
Mercado) reorientó su intervencionismo y reestructuró
sus regulaciones fomentando el beneficio de los inversores extranjeros
y sus homólogos transnacionales. La introducción del
capitalismo de libre mercado estuvo lleno de problemas desde su
nacimiento. Primero las medidas orientadas hacia la desregulación
y privatización fueron precedidas por lo que se denominó
"terapias de choque" o dicho de otro modo brutales aumentos del
precio de los alimentos básicos, servicios públicos,
gasolinas, etc. Esto fue acompañado de una congelación
de salarios, y recortes masivos en los gastos públicos para
programas sociales, inversiones públicas y salarios de los
funcionarios. El estado intervino así para reorientar el
gasto público a favor de las empresas en lugar de a los grupos
asalariados, mientras que colocaba al movimiento laboral a la defensiva.
La intervención
estatal en la sociedad civil particularmente contra las clases populares
siguió con objeto de reducir la oposición al tratamiento
de choque. La intervención del estado en la economía
continuó: la privatización fue esencialmente la transferencia
de empresas públicas del estado a monopolios privados a precios,
en muchos casos, determinados por las vinculaciones políticas
entre los inversores privados y los funcionarios estatales. El estado
volvió a socializar la banca privada con deuda y transfirió
los bancos "saneados" a propietarios privados alineados con el régimen.
Posteriormente el estado intervino financiando grandes empresas
privadas al borde de la bancarrota y transfiriendo fondos públicos
a los bolsillos privados.
El intervencionismo definió
así el nuevo estado de libre mercado a pesar de que era un
tipo bastante distinto de la variante nacional populista previa.
Aunque los defensores
del Libre Mercado hablaban de desregulación, su estado, de
hecho, instituyó un nuevo conjunto de regulaciones, conducido
por una nueva configuración de reguladores. El sistema regulador
de Libre Mercado fue básicamente formado por un nuevo conjunto
de actores socioeconómicos (capitalistas transnacionales,
directivos de las IFI, etc.). Este sistema regulador estableció
las normas para controlar los flujos de capital, las relaciones
del mercado con el estado y los sectores designados para la privatización.
En suma, la ascendencia
del sistema de Libre Mercado fue acompañada por la transformación
del estado pero no exactamente en los términos descritos
por sus ideólogos. El nuevo estado de libre mercado fue aún
más activista, más profundamente atrapado en contradicciones
al elaborar las regulaciones y más propenso a intervenir
en la sociedad civil, que el anterior estado nacional populista.
La principal diferencia eran las poderosas relaciones entre el Estado
de Libre Mercado y Wall Street y Washington, el mayor grado de control
del capital transnacional latinoamericano y el propósito
o compromiso más unilateral de reconcentrar las ganancias
en los de arriba y el exterior.
Las nuevas políticas
comerciales y de inversión encarnadas o personificadas en
el sistema de Libre Comercio y la nueva estructura del estado han
tenido un gran alcance y han generado un profundo impacto en las
actuaciones de EE.UU. en Latinoamerica. Concretamente ellas generan
grandes ingresos a los bancos, grandes empresas y fondos de inversión
estadounidenses, así como también suministran grandes
superávit a las de otra manera desequilibradas cuentas exteriores
de EE.UU.
A gran escala, las multinacionales
estadounidenses y las empresas financieras de Wall Street han sido
los principales beneficiarios del sistema de Libre Mercado que Washington
ha contribuido a insertar en la zona. Los beneficios han ascendido
a extremos sin precedentes, los pagos de intereses han sido recaudados
muchas veces por encima de la deuda original, los ingresos por patentes,
los contratos por licencias y sobre productos culturales han alcanzado
niveles records. Enormes flujos de inversiones especulativas o de
cartera han festejado los exorbitantes tipos de interés y
los artificialmente inflados precios de las aciones.
Nunca en la historia
de las relaciones EE.UU-Latinoamérica los inversores estadounidenses
han hecho tanto dinero en tan corto espacio de tiempo, y desde una
variedad tal de fuentes, como ha ocurrido durante los últimos
20 años. El baile de billones ha beneficiado a los capitalistas
transnacionales de Latinoamérica convirtiendo a los multimillonarios
en billonarios y a estos en propietarios de inmensos imperios que
abarcan el continente. Sin embargo, las mismas estructuras que tan
elegantemente han beneficiado a las élites financieras y
empresariales USA tienen dos consecuencias negativas.
Primero, la más
importante a saber, la estructura básica que facilita los
flujos de capital es precisamente la misma que provoca la fuga de
capitales. Y subyaciendo a ello son economías y sociedades
con poca o ninguna capacidad visible de producir innovaciones o
nuevos productos o aumentar el consumo nacional. En una palabra,
hay un abismo irreconciliable entre la afluencia de capital y la
capacidad de la economía de expandirse durante demasiado
tiempo suministrando ingresos o ganancias a largo plazo. Como consecuencia
es de esperar que ocurra una crisis interna.
En segundo lugar, el
método fundamental de reestructurar la economía para
acomodarla a las demandas de las clases dominantes ha polarizado
la sociedad entre una mayoría que ha venido disminuyendo
gravemente sus estándares de vida y una minoría super-rica
que comparte con la élite estadounidense los beneficios,
préstamos y subsidios. El resultado a largo plazo será
el surgimiento de conflictos sociales y políticos a gran
escala. Igualmente importante es la reduccion del mercado nacional
y el constante drenaje exterior de recursos financieros, lo que
significa que ningún paquete de estímulo puede ponerse
fácilmente en marcha para compensar el colapso de los mercados
exteriores Igualmente devastador es probablemente la peculiar estrechez
de quiénes constituyen, controlan y configuran política
y socioeconómicamente el estado del Libre Mercado al usar
su poder político para financiarse a sí mismos en
las crisis y trasladar los costes a las clases asalariadas, exacerbando
así los conflictos de clase mientras imposibilitan cualquier
"reforma" significativa que tenga lugar. Finalmente, dada la naturaleza
"abierta" del modelo de Libre Mercado y el papel integral unitario
que las inversiones especulativas juegan en el mantenimiento del
mismo, los primeros signos de crisis interna provocaránn
fugas de capital a gran escala.
Parte II
La Lógica del
Estudio
Con objeto de comprender el alcance y sentido de los beneficios
estadounidenses durante los 20 años de bonanza en Latinoamerica,
nos proponemos analizar las relaciones económicas específicas
entre EE UU y Latinoamérica; es decir, las relaciones comerciales,
de inversiones, préstamos y royalties. Los beneficios empresariales
estadounidenses han sido multisectoriales, prolongando y aumentando
las tasas de ganancia de los periodos previos. Los beneficios han
sido tanto específicamente sectoriales como sistémicos
o internos, en el sentido de que no sólo los bancos mejoraron
sus márgenes de beneficio, sino que también la balanza
de pagos de la economía estadounidense fue ampliamente mejorada.
Lo que comenzó como una "crisis" en las relaciones financieras
EE UU-Latinoamérica (la llamada crisis de la deuda de 1981-82)
fue convertida literalmente en una oportunidad de oro para que los
intereses de la banca y empresas estadounidenses apalancaran y accedieran
de una forma sin precedentes a los mercados latinoamericanos, a
sus recursos, bancos (y ahorros locales) y al trabajo, bajo condiciones
enormemente ventajosas; es decir, con costes laborales reducidos
(gracias a las devaluaciones), desregulaciones comerciales y monetarias,
y tipos impositivos favorables.
Los beneficios sectoriales
y las ventajas estratégicas de la posición económica
global que gozaba EE UU reforzó el gran interés en
sostener las agendas "neoliberales" en Latinoamérica. Esto
requirió que Washington apoyara a las élites latinoamericanas
frente a la insatisfacción popular general que provocaban
los resultados socioeconómicos de las políticas de
Libre Mercado.
La política económica
estadounidense hacia Latinoamérica es casi exclusivamente
definida por los intereses de las 500 empresas que aparecen en la
revista "Forbes", los mayores bancos y empresas multinacionales
estadounidenses que suministran la enjundia y el contenido a la
de otra manera vacua retórica de la "globalización".
La lógica de la
expansión financiera y empresarial estadounidense; es decir,
la conquista y consolidación de cuotas del mercado latinoamericano
conduce o lleva a inversiones crecientes en "mercados de derivados"
y a la enorme expansión de capital especulativo en la economía
de papel. Así, mientras los préstamos e inversiones
en Latinoamérica crecen, el ámbito y profundidad del
mercado real (consumidores y productores) se reduce. Los primeros
inversores obtienen altas ganancias sobre la base de la entrada
de los últimos inversores que inflan el valor de las acciones
y bonos por encima de su capacidad de ganancia real. En cuanto los
principios o fundamentos económicos vayan mal, el boom artificial
se debilitará con el primer signo de que las altas tasas
de ganancias de los primeros inversores se estuvieran agotando.
El resultado será el comienzo de una precipitada caída
en los beneficios, intereses, dividendos y ganancias especulativas
de los inversores privados. Esto no será meramente un fenómeno
de "boom y ruina" sino esencialmente el colapso de un "esquema tipo
pirámide" que, sin embargo, arrastra con él a las
"inversiones productivas normales" que se hayan producido en la
industria, minas, comercio al por menor, etc.
La crisis de los 90 ha
afectado la tasa de beneficio de las 500 empresas Forbes y a sus
ingresos agregados, acarreando distintas consecuencias negativas
para las cuentas exteriores de EE UU, ya cada vez más fuera
de equilibrio en Asia.
Lo que la mayoría
de los expertos financieros y economistas convencionales de prestigiosas
Universidades describen como "fundamentos o bases saneadas" ("economías
reformadas", libre convertibilidad, privatización de la empresa
pública, eliminación de los controles de cambio, etc.)
que facilitan la entrada a gran escala del capital extranjero para
financiar el crecimiento, fueron precisamente las condiciones que
minaron y desarticularon las economías latinoamericanas llevándolas
a una crisis más profunda. Las inversiones de cartera a gran
escala expandieron las reservas latinoamericanas pero aceleraron
el colapso: la entrada fácil lleva a la salida rápida.
La lógica del
capitalismo de libre mercado es una sociedad depauperada como condición
para las entradas de capital exterior a gran escala y un colapso
interno o sistémico ante las salidas de capital. Por encima
del camino de la parábola del libre mercado surgen
distintos ganadores y perdedores. Los ganadores tienen estrechas
relaciones con los principales arquitectos del modelo de Libre Mercado
(incluso aunque al final los ganadores acaben devorando a sus propios
hijos).
Quiénes ganan y quiénes pierden (1989-1999)
La mejor forma de comprender las implicaciones económicas
y políticas de USA en Latinoamérica es desde la perspectiva
de saber quién gana y quién pierde. Los principales
beneficiarios desde el lado estadounidense han sido los "cuatro
jinetes": exportadores, inversores (fabricantes y otros), banqueros
(y especuladores financieros) y rentistas (recaudadores de royalties).
Cada uno de estos cuatro jinetes operan en mercados específicos
y son capaces de captar los altos beneficios que generan las actividades
a través de las ventajas que proporciona el crecimiento de
los sistemas de mercado inducidos políticamente.
Comercio
Para los exportadores estadounidenses Latinoamérica era una
región clave en el mercado mundial. Por encima del 20% de
las exportaciones de las 80 empresas más importantes de EE.UU
tienen como destino Latinoamérica. Dentro de Latinoamérica,
Brasil, Méjico y Argentina son los principales mercados de
los exportadores estadounidenses representando en conjunto el 60%
del comercio de EE.UU. con Latinoamérica. En paralelo al
comercio empresarial desde EE.UU., las principales empresas obtienen
importantes beneficios de lo que se describe como "comercio regional",
concretamente con la asociación de comercio MERCOSUR. Las
ganancias del comercio desde EE.UU. a Latinoamérica, así
como del comercio intraregional, representan una parte importante
de los ingresos empresariales de las principales multinacionales.
Aunque los exportadores
estadounidenses se benefician, también lo hacen los importadores
de EE.UU., concretamente los importadores de materias primas estratégicas.
Por la vía del apalancamiento de la deuda y las privatizaciones
indiscriminadas, las empresas de EE.UU. han adquirido algunos de
los ingresos más rentables en la producción minera,
petróleo, telecomunicaciónes y compañías
internacionales de alimentación. El resultado neto es que
los importadores son capaces de reducir los costes de producción
y aumentar los beneficios por la venta final de los productos.
Bajo el sistema de Libre
Mercado, la industria manufacturera exportadora de EE.UU. ha sido
capaz de desplazar y/o comprar la industria nacional aumentando
su participación en el mercado Latinoamericano en áreas
de alto crecimiento (tales como computadores, telefonía celular,
etc.). Asimismo, las empresas agroalimentarias han llevado a la
quiebra a los productores locales de cereales (trigo, maiz y arroz)
en Méjico, mientras que por otra parte captan o acaparan
los inputs (maquinaria agrícola, fertilizantes, etc.) y elaboran
los alimentos agrícolas. Resultados similares se han producido
en el mercado de los "bienes culturales de masas": el libre mercado
ha dado lugar a la proliferación e inundación de películas,
tiendas de distribución de vídeos, CDs, casettes y
espectáculos de entretenimiento de los EE.UU..
El resultado es que EE.UU.
tienen una Balanza de Pagos espectacularmente favorable con Latinoamérica.
Si comparamos y analizamos el superávit comercial de EE.UU.
en Latinoamérica con sus déficit comerciales con Asia
y Alemania podemos comprender las enormes ventajas que el sistema
de libre comercio le ha generado en una región, Latinoamérica,
donde las empresas de estadounidenses gozan de ventajas competitivas
y de instituciones políticas favorables a sus intereses.
Sin esas balanzas comerciales favorables con Latinoamérica
las cuentas exteriores de EE.UU. estarían desequilibradas,
lo que provocaría graves presiones sobre el dólar
y sobre la capacidad de EE.UU. para financiar sus déficit.
La apertura comercial que existe en Latinoamérica y la capacidad
de las empresas estadounidenses para explotarla es con diferencia
mayor que en cualquier otro lugar del mundo (desde luego mayor que
en Asia)
Préstamos
Los beneficios de las bancos USA provienen de distintas fuentes:
pagos de intereses de los préstamos, pagos de intereses de
los pagos de intereses, la penetración del sistema financiero
y bancario Latinoamericano (y la captación de los ahorros
locales), la adquisición total o parcial de las empresas
locales a cambio de los pagos de deuda denominados en dólares
y la facilidad para llevar a cabo "fugas de capitales" y el "blanqueo"
de billones de dólares mediante los ingresos ilícitos
u "oscuros" de las influyentes élites políticas y
económicas.
En las dos décadas
que van desde principios de los 70 a los 90, los bancos de EE.UU.
estuvieron capitalizando a tipos de interés variables, el
empeoramiento en las condiciones para devolver los créditos
que habían concedido y las acomodaticias élites políticas
latinoamericanas defensoras del libre mercado hizo que se captaran
pagos de intereses por encima de la media, de forma que las devoluciones
acumuladas excedieron con diferencia la deuda original en que se
incurrió en los 70.
Las renegociaciones de
la deuda fueron cruciales para apalancar a las economías
latinoamericanas en el Libre Mercado sirviendo a los intereses de
los capitalistas transnacionales latinoamericanos y estadounidenses
que deseaban la libre convertibilidad. De camino, esto último
animaba el crecimiento masivo de la inversión en cartera
interesada en los rápidos ingresos y la fácil convertibilidad
a dólares. Los principales grupos bancarios y financieros
fueron capaces de acumular valiosos activos por debajo de los precios
de mercado mediante swaps de deuda, diversificaban así sus
holdings y multiplicaban las fuentes de sus lucrativas remuneraciones.
El Fondo Monetario Internacional
y el Banco Mundial suministraron oficialmente la financiación
que permitió a los bancos de EE.UU. recuperar los préstamos
al suministrar a los regímenes latinoamericanos fondos para
satisfacer el pago de las deudas privadas. Así, por ambos
lados (acreedor y prestamista) los fondos públicos asumieron
los costes al "socializar" los malos préstamos, aunque facilitando
suculentos beneficios.
La adquisición
parcial de los bancos latinoamericanos endeudados y la constante
necesidad de los regímenes latinoamericanos de crear confianza
a la inversión por la vía de mantener altos niveles
de reservas exteriores (en dólares) suministró a los
bancos e instituciones económicas extranjeras la oportunidad
de invertir en bonos gubernamentales a alto tipos de interés,
otra lucrativa zona de donde obtener beneficios.
La inestabilidad y volatilidad
de las inversiones de cartera a corto plazo inherente a su dependencia
de la flotación libre del tipo de cambio, la falta de crecimiento
en la economía real, los altos niveles de quiebra en las
economías locales auspiciaron la fuga de capitales (parte
de la cual fue de hecho transferencia de capital desde Latinoamerica
a EE.UU. Los inversores latinoamericanos compraron bonos y acciones
y depositaron sus ahorros en cuentas bancarias estadounidenses,
todo lo cual beneficiaría a los sectores financieros públicos
y privados de EE.UU.
La volatilidad y las
salidas de capital también obligaron a los regímenes
de Libre Mercado Latinoamericanos a subir los tipos de interés
para hacer atractivos los bonos del Estado a los inversores extranjeros.
Los inversores, de camino, demandaron y recibieron instrumentos
denominados en dólares para cubrirse ante las súbitas
devaluaciones de la moneda local.
Lo que aparecía
como especulaciones financieras de "alto riesgo", sin embargo, no
eran a menudo tales. Por ejemplo, el dinero de los contribuyentes
estadounidenses fue usado por Washington para financiar a los especuladores
de Wall Street que habían perdido varios billones de dólares
con el "crash" mejicano de 1994. El sistema de Libre Mercado en
EE.UU. y Latinoamérica requirió un estado "activista"
para recuperar las inversiones privadas arbitrarias y poco fundadas,
revelando así el poder del capital financiero tanto en EE.UU.
como en Latinoamérica. Al minimizar las pérdidas mediante
la financiación o monetización de las mismas por el
gobierno y maximizar las ganancias por la vía del fomento
gubernamental de las políticas de Libre Mercado, incluyendo
el apalancamiento de los swaps, las instituciones financieras y
bancarias estadounidenses han sido los grandes ganadores en Latinoamérica
así como serían los grandes perdedores si se produjera
el colapso del sistema de Libre Mrecado.
Inversión
Los inversores comerciales, mineros y de la industria de servicios
USA también se han beneficiado a partir la década
del "baile de billones".
A la primera oportunidad
el sistema de Libre Mercado ha estado en vanguerdia bajando los
costes laborales vía reducción de hecho de los salarios
mínimos, debilitando gravemente la legislación laboral
que afecta a la higiene, salud y seguridad en el trabajo, socavando
el poder de negociación de los sindicatos por la vía
de la represión estatal y la cooptación de sindicalistas
corruptos, y aumentando el desempleo y subempleo para exacerbar
las presiones a la baja en los salarios de los trabajadores empleados.
Junto a costes del trabajo más bajos, los inversores estadounidenses
se han beneficiado de las devaluaciones comprando a precios de saldo
aquellas empresas locales con problemas, a menudo mediante pagos
a políticos profesionales y dóciles consejeros económicos
adiestrados en el libre mercado de EE.UU.
La ausencia de impuestos,
la desregulación de los controles sobre las propiedades extranjeras
y las remesas de beneficios, la libre convertibilidad y eliminación
de las restriccciones a las propiedades extranjeras ha permitido
a las multinacionales extranjeras con sus inmensos recursos expandir
la obtención de beneficios a nuevos sectores económicos,
incluyendo tiendas de alimentos al por menor, inmobiliarias, comercio
al por menor, petróleo y otros minerales estratégicos.
El resultado han sido
altas tasas de ingresos no sólo en las inversiones directas
sino ganancias inesperadas, a través de la adquisición
de empresas públicas rentables mediante la privatización
de las mismas. Antes de la privatización los sistemas de
Libre Mercado Latinoamericanos asumieron la carga de los trabajadores
despedidos absorbiendo las deudas y desregulando los precios o tarifas
(concretamente la de los servicios públicos), así
garantizaban a los nuevos propietarios multinacionales una alta
tasa de ganancia. En algunos casos, las adquisiciones de las empresas
privadas han estado basadas en la conversión de las deudas
en inversiones, de este modo ningún nuevo capital (o títulos
valores) entra en el precio de compra. El sistema de libre mercado
puede obtener una fuerte inyección de fondos de la venta,
pero pierde beneficios a largo plazo y los productores y consumidores
pagan precios más altos por los bienes y servicios, mientras
las multinacionales aumentan sus remesas de beneficios o financian
nuevas inversiones en nuevos sectores de la economía. La
privatización no suministra normalmente nueva tecnología,
investigación o puestos de trabajo como en gran medida ocurre
cuando se producen cambios en la propiedad. La privatización
conduce a la reasignación de los beneficios, con mayores
cantidades saliendo al exterior y hacia arriba, introduciendo de
esa manera una mayor presión en la balanza de pagos y en
las reservas exteriores, especialmente por aquellas empresas que
producen mayoritariamente para el mercado nacional.
Si las negociaciones
de la deuda, los swaps y la condicionalidad aceleraron la adquisición
de recursos y empresas latinoamericanas por las multinacionales
de EE.UU., la liberalización de los movimientos de capital
que acompañó el proceso y la desregulación
del sistema financiero abrieron la puerta al crecimiento masivo
de la especulación (sobre las divisas, acciones, derivados,
bonos basura, etc.) otra fuente de volatilidad y drenaje de riqueza
hacia los bolsillos de los grandes fondos de inversión de
Wall Street. El posterior colapso de la especulación de valores
era inevitable dada la muy estrecha base de la economía real,
la reducción del mercado consumidor nacional las expectativas
inversoras grandemente infladas basadas en la percepción
de que "otras y posteriores inversiones" continuarían inyectando
dinero en la ya saturada "economía de papel".
El sistema de Libre Mercado
mantuvo la afluencia de capitales mediante divisas altamente sobrevaloradas
y tipos de interés exorbitantes que consumieron la inversión
local, y llevaron al estancamiento, la recesión y el desempleo
masivo. Cuando el sentido de la realidad penetró finalmente
incluso el denso humo ideológico de la clase dirigente, y
la economía real mostró signos de colapso, los inversores
extranjeros huyeron en masa socavando las reservas exteriores y
sacando las cuentas exteriores de su equilibrio. Los tipos de interés
artificialmente altos y las monedas locales sobrevaloradas, que
previamente habían dañado gravemente a los exportadores,
les obligaron a desplazar los recursos a cuentas denominadas en
dólares, la economía de papel y la compra de bonos
a corto plazo, retroalimentaron así la economía de
papel. El colapso de los valores y préstamos que no se devolvieron
a tiempo al sistema financiero fueron así los detonantes
de un colapso que se originó por los "fundamentos" o "principios"
de la economía de libre mercado: los incentivos diseñados
para atraer inversores extranjeros, las estructuras que transformaron
la toma de decisiones empresariales en una clase de bomba de crecientes
inversiones improductivas y la acumulación basada en el exterior
Royalties
Una de las fuentes más grandes y más rápidas
de extracción de beneficios y de enriquecimiento de las empresas
de EE.UU. en Latinoamérica son los acuerdos sobre royalties
y licencias de patentes. Los emergentes billonarios y multimillonarios
de Latinoamérica que se han "asociado" con las multinacionales
de EE.UU. prefieren alquilar las licencias y tecnologías
más que hacer inversiones a gran escala y a largo plazo en
investigación y desarrollo. Muchas grandes empresas estadounidenses
prefieren en muchos casos alquilar tecnologías y patentes
por un porcentaje de ventas garantizado, evitando los conflictos
nacionalistas y laborales, así como los problemas de comercialización.
Así, sin añadir un solo dólar de inversión,
software, biotecnología y productos farmacéuticos,
películas, vídeos, Cds,.., circulan a través
de las empresas latinoamericanas que pagan un perpetuo royaltie
a las empresas de EE.UU.
Los pagos por royalties
son una parte crecientemente importante del total de ingresos acumulados
y transferidos a EE.UU. Y nuevas áreas están siendo
añadidas, concretamente en el área ambigua y poco
definida de la "propiedad intelectual". De hecho, productos medicinales
y plantas que siempre han sido usados por la gente en Latinoamérica
están siendo "patentadas" por las multinacionales, prohibiendo
así su producción y uso por sus originales usuarios.
Sucursales de gigantescas empresas agroalimentarias de EE.UU. están
produciendo "semillas empaquetadas" que están diseñadas
genéticamente para impedir a los granjeros utilizar las semillas
de la planta original. Los royalties que las multinacionales recaudan
se ven aumentados por estas nuevas formas de "imperialismo transgénico",
y la homogeneización de la producción que socava la
potencial innovación inducida localmente es una consecuencia
de las políticas básicas del sistema de libre mercado.
Resumen
Las ganancias acumulativas de las grandes empresas de EE.UU., bancos
y empresas de inversiónes, totalizan una extraordinaria acumulación
de riqueza por cualquier cálculo que se haga. Quizás
en mayor medida que en cualquier otra época de la historia
reciente y que en cualquier otro lugar del mundo, las empresas de
EE.UU. han obtenido con diferencia la mayor recompensa económica
de ningún otro poder imperial o poder que aspire a ser global.
Es claro que la mayoría de los beneficios son el producto
del sistema de libre mercado y la rígida aplicación
de políticas que favorecen a las grandes empresas. Dado el
deprimente funcionamiento de las economías en su conjunto,
el prolongado estancamiento económico, la crisis crónica
de la balanza de pagos y la creciente asignación de los recursos
nacionales para satisfacer las obligaciones externas, parece claro
que el sistema de Libre Mercado ha hecho poco por el desarrollo
de Latinoamérica y mucho por aumentar las oportunidades de
una multitud de grandes empresas estadounidenses de saquear la economía
y sociedad latinoamericanas
Las mayores empresas
de EE.UU. en la banca, exportación e inversión extraen
o sacan la parte más importante de sus ingresos de Latinoamérica:
de hecho su viabilidad depende de mantener en funcionamiento esa
bomba de succión. El colapso de las economías latinoamericanas
, en gran parte inducido por el sistema de libre mercado y el masivo
pillaje de su economía por parte de la élite empresarial,
bancaria e inversora de EE.UU. y sus socios latinoamericanos, es
inminente. El impacto en las principales empresas de EE.UU. será
rápido y profundo, amenazando con provocar el mayor crash
desde 1929.
Reconociendo los peligros
para las principales multinacionales de EE.UU., Washington ofreció
30 billones de dólares para evitar el colapso de la economía
brasileña. Incluso aquellos fondos hicieron poco por evitar
la crisis brasileña y mucho por financiar a los atemorizados
inversores estadounidenses de las principales pérdidas del
"papel" que ellos mantuvieron en préstamos, títulos
y anotaciones brasileños. El aspecto crucial es que el impacto
de la crisis de las economías latinoamericanas tendrá
un efecto fundamental en los principales actores económicos,
las empresas que van a la cabeza en la economía estadounidense.
El gobierno de EE.UU. está preparado para desviar billones
de los programas sociales nacionales y de las infraestructuras nacionales
deterioradas apoyando o sosteniendo las estructuras tambaleantes
que han engordado las cuentas de los bancos y empresas de EE.UU..
Al promover los sistemas de Libre Mercado, Washington no está
sólo actuando en beneficio o representación de los
intereses empresariales privados y de Wall Street, está también
sosteniendo sistemas que han acentuado los intereses hegemónicos
de EE.UU.
Las ganancias políticas de Washington
A nivel general los sistemas de Libre Mercado latinoamericanos han
funcionado como un coro en defensa de las políticas de libre
mercado de Washington en el mundo entero. Menem en Argentina, Frei
en Chile, Cardoso en Brasil, Fujimori en Perú,..la lista
es muy larga-, y mientras los Presidentes cambian, la retórica
del libre mercado continúa. En Latinoamérica Washington
se ha asegurado discípulos ejemplares y socios billonarios
interesados por sí mismos en promover el programa de Wall
Street de privatizar los planes de pensiones, las empresas públicas
rentables y aplicar rigurosamente la redistribución o reconcentración
de la renta (ajustes estructurales) sin tener en cuenta la oposición
ni los intereses del pueblo.
Al ligar su suerte al
vagón de Washington los regímenes latinoamericanos
suministran una coartada o tapadera que legitima las prácticas
que claramente favorecen a los principales protagonistas económicos
de EE.UU. (y de Europa y Japón). Aunque el funcionamiento
actual de la economías de libre mercado no es para alardear
sobre las mismas, el "efecto demostración" que tiene sobre
las élites de Asia y otros lugares es probablemente significativo.
Las inmensas fortunas acopiadas por los socios de Wall Street en
Latinoamérica son probablemente la envidia de muchos especuladores
de Asia crecientemente móviles, la capacidad o facilidad
para despedir trabajadores en Chile es seguramente la envidia de
los fabricantes de transportes surcoreanos.
Latinoamérica
sirve como "rampa de lanzamiento" para "globalizar" la ideología
y políticas de libre mercado al resto del tercer mundo. Y
no de manera poco significativa Washington puede contar conlos votos
de Latinoamérica en el GATT y otros foros económicos
internacionales para respaldar o dar apoyo moral a su posición
general sobre el libre comercio, incluso aunque tengan diferencias
en cuestiones concretas. Los sistemas de libre comercio latinoamericanos
que brindan un alto nivel de colaboración entre su capitalistas
transnacionales estratégicamente situados y los intereses
de las grandes empreesas de EE.UU., han asentido o dado el consentimiento
en extender el radio de acción de Washington a las instituciones
políticas, militares y judiciales de Latinoamérica
en un grado sin precedentes. No es una exageración considerar
a las naciones latinoamericanas como naciones "semi-soberanas".
En primer lugar, los sitemas de Libre Mercado han aceptado, de hecho,
las peticiones de Washington de "extraterritorialidad". El arresto,
transporte, juicio y sentencia por parte de Washington del General
Noriega fue un ejemplo. Las críticas por no mantener las
formas fueron seguidas por un profundo silencio y posterior cooperación
al prorrogar las bases militares de EE.UU. en Latinoamérica
y ampliar el papel oficial de la DEA (Agencia de Lucha contra la
droga), CIA y FBI en la vigilancia de las sociedades latinoamericanas.
Los regímenes latinoamericanos se han sometido a los procedimientos
de "certificación" USA en lo que respecta al narcotráfico,
lo cual da a Washington un papel esencial en la selección
y rechazo de altos funcionarios políticos, militares, judiciales
y de la policía (lo que precisamente no supone una insignificante
intromisión y delimitación de la "soberanía
nacional".
Los sistemas de Libre
Mercado latinoamericanos han implementado fervorosamente las "Políticas
de ajuste" diseñadas por EE.UU. por la vía del control
e influencia del Tesoro en el Banco Mundial y el FMI. Las características
principales de las economías (relación entre la propiedad
pública y privada, reglas de comercio, reglamentación
laboral, sistema de pecios y subsidios,...) han sido profundamente
moldeados por Wall Street a través de Washington de tal manera
que sería la envidia de los Virreyes españoles.
Las características
de la actividad estatal y la reorientación del activismo
estatal hacia la promoción de los inversores extranjeros
es otro gran plus político de Washington. El Gobierno de
EE.UU. se ha asegurado mediante los acuerdos sobre comercio e inversiones,
no sólo la eliminación de las barreras al comercio
y a la inversión extranjera, y la protección de los
inversores estadounidenses de las posibles nacionalizaciones, sino
la aquiescencia por parte de los sistemas de Libre Mercado del "papel
clave" que los inversores extranjeros juegan en cualquier esquema
de "desarrollo".
Es como si los regímenes
latinoamericanos hubieran asumido el papel de Washington de guardianes
de los inversores estadounidenses ( con la cláusula añadida
de que los contribuyentes latinoamericanos pagan la factura. En
términos globales y regionales, los sistemas de libre mercado
han contribuido a realzar los fines estratégicos de EE.UU.
en el terreno ideológico, económico y militar, mientras
que disminuyen todos los obstáculos a la penetración
en el público de masas de la cultura estadounidense.
Aparte de los beneficios
"macropolíticos", Washington se ha asegurado el apoyo en
áreas y cuestiones concretas. Las élites económicas
y políticas del libre mercado Latinoamericano se hacen eco
de las posiciones de Washington sobre el terrorismo, derechos humanos
y las políticamente definidas como "naciones non gratas".
Por ejemplo, los libres hombres de negocios latinoamericanos nunca
se pronuncian sobre cuestiones relativas al terrorismo de estado
que dimana de Washington (bombardeo de Afganistán y Sudán),
pero condenan a Serbia en Kosovo. Condenan lo que Washington califica
como "criminales de guerra" en Bosnia, pero siguen la indicación
de Washington absolviendo a los generales latinoamericanos genocidas
de Guatemala, Chile y Argentina. Condenan y boicotean a Libia for
el caso Lockerbee, pero se abstienen de condenar la tortura sistemática
de palestinos por parte de Israel.
En los conflictos regionales
y el "alineamiento de bloques", los regímenes latinoamericanos
es más probable que se alineen con Washington frente Europa
y Japón en cuestiones de comercio, y en cuestiones del Medio
Oriente y de seguridad.
Hay también áreas
de desacuerdo, concretamente en cuestiones regionales donde hay
un notable sentimiento público e intereses empresariales
locales opuestos a las políticas de Washington y donde Europa
respalda "la postura independiente" de los regímenes latinoamericanos.
La más notable diferencia entre los regímenes de Libre
Mercado latinoamericanos y Washington es en la legislación
Helms-Burton que sanciona a las empresas que se relacionan con Cuba.
En el comercio cubano los regímenes latinoamericanos son
defensores del "libre mercado" más consistentes que sus tutores
del norte, cuya política está más "motivada
ideológicamente". Otra cuestión de conflicto es Las
Malvinas, donde Washington respalda a Londres contra el suave apoyo
de Latinoamérica a Buenos Aires. Lo que estas y otras diferencias
nos dicen es que en las grandes cuestiones que definen la posición
hegemónica de Washington los regímenes de Libre Mercado
latinoamericanos son "seguidores de la fuerza hegemónica".
Pero en cuestiones específicas que afectan sensibilidades
nacionales concretas y los importantes intereses de sus capitalistas
transnacionales, los regímenes de Libre Mercado latinoamericanos
han disentido, particularmente cuando han contado con el apoyo europeo
y canadiense.
Claramente las relaciones
entre los sistemas de Libre Mercado latinos y Washington han sido
inmensamente favorables a las posiciones hegemónicas de Washington.
Los regímenes latinoamericanos han permitido el acceso sin
precedentes por parte de EE.UU. a los recursos naturales, han facilitado
la influencia de Washington dentro de sectores clave del gobierno,
incluyendo los servicios secretos, el ejército y el poder
judicial. Lo que claramente es un excelente ejemplo de un súbdito
hegemonizado, es en muchos casos el papel de aquellos regímenes
latinoamericanos que toman iniciativas en beneficio de los intereses
de USA sin coerción o directivas de washington. Por ejemplo
el Presidente Zedillo paga préstamos multibillonarios de
dólares a los EE.UU. con antelación a su fecha a pesar
de la enorme dificultad que ello supone para el pueblo mejicano.
El Presidente Menem a menudo se adelanta a las demandas políticas
y económicas de EE.UU. y se apresura a implementarlas antes
de que sean planteadas realmente por Washington.
Las décadas de
los regímenes latinoamericanos de Libre Mercado han sido
claramente el periodo más favorable en este siglo para Wall
Street y Washington. Pero ¿qué le ocurre a Latinoamérica
bajo la hegemonía USA? ¿Quién gana y quién
pierde bajo el Nuevo Imperio?.
Latinoamérica bajo la hegemonía de EE.UU.: ¿quién
gana y quién pierde?
El éxito de las instituciones políticas y económicas
estadounidenses en Latinoamérica ha tenido un importante
impacto socioeconómico en la región. Esencialmente
podemos considerar tres hipótesis en relación a los
éxitos o logros norteamericanos. La hipótesis ganancia-ganancia:
ganadores en todas partes. La prosperidad general acompaña
la hegemonía de EE.UU. y la implementación de las
políticas de libre mercado. Después de un breve periodo
de sufrimiento inicial los grupos de asalariados y propietarios
participan de los beneficios y dádivas de las inversiones
estadounidenses (inversiones en cartera y de adquisiciones de empresas).
La hipótesis de
suma cero sugiere que las "ganancias" de EE.UU. se ven acompañadas
por pérdidas latinoamericanas. Esta hipótesis argumenta
que las transferencias de riqueza a los EE.UU., la explotación
de recursos y las privatizaciones benefician el "centro" y perjudican
a la "periferia". Esto es, que las sociedades hegemonizadas están
de hecho "subdesarrolladas" y sin fuentes autóctonas de acumulación.
La hipótesis tercera
de ganancia-ganancia-pérdida sugiere que el éxito
de Wall Street incrementa el enriquecimiento de una "élite
minoritaria" crecientemente segmentada mientras que empobrece a
la mayoría. El sistema de libre mercado no está encapsulado
rígidamente en regiones "geográficas" sino que se
describe mejor a través de las alianzas de clase e interestatales.
Lo que los apologistas del libre mercado impermeabilizan como "economía
globalizada" describe de hecho una estructura de clases altamente
polarizada a nivel interno en la que los capitalistas transnacionales
latinoamericanos comparten los beneficios, las ganancias financieras
y las privatizaciones con Wall Street. Los éxitos son resultado
de la redistribución de la renta, los gastos del gobierno,
los préstamos y créditos a favor de los de arriba,
y de la descapitalización de las empresas y granjas productivas
locales y de la caída del empleo y la renta entre los productores
asalariados y los campesinos pobres.
Para medir el impacto
del éxito de EE.UU. en la sociedad latinoaméricana
es importante analizar distintos indicadores socioeconómicos:
La distribución
de la renta: Los estudios han demostrado consistentemente que la
desigualdad entre el 10%de la población con rentas más
altas y el 40% con rentas más bajas ha aumentado a lo largo
de los 20 años. Si miramos la parte más alta de la
pirámide de rentas encontramos que ha surgido una nueva clase
de billonarios super ricos cuya riqueza y activos económicos
exceden ampliamente cualquiera de las fortunas previamente acumuladas
por las clases con mayor riqueza. Un vehículo de transformación
de los "ricos" (millonarios) en super-ricos" (billonarios) ha sido
la privatización de activos rentables a precios de saldo.
Después de las ventas, las valoraciones han subido vertiginosamente
sin que se produzca ninguna nueva inversión significativa,
mientras las privatizaciones han ocasionado despidos masivos, precios
más altos y pagos más bajos por los despidos.
El crecimiento de la
renta de las diferentes clases (la cuestión del nivel de
vida): Aunque en su conjunto los niveles de renta pueden haber aumentado
en algunos países, los niveles de vida de los asalariados
y pequeños productores han disminuído. La subida del
desempleo, el crecimiento de la fuerza de trabajo informal, los
recortes en los gastos estatales en salud, educación , bienestar
y vivienda, implican que los salarios del Tercer Mundo no mantienen
un ritmo de acción uniforme a los precios como en el primer
mundo. La privatización de los servicios sociales significa
que una mayor parte de la renta monetaria tiene que ser asignada
para pagar lo que previamente era financiado gratuitamente o a más
bajo coste por los programas públicos de asistencia. La calidad
de la educación y de la sanidad pública también
se ha deteriorado. Así, aparte de la disminución relativa
y absoluta de renta monetaria, la eliminación de los subsidios
de los servicios y productos alimenticios, reduce el poder de compra
de la clase asalariada y de los pequeños productores.
Concentración
de la tierra y carencia de tierras: Con la implementación
de la agenda de Libre Mercado la concentración de tierras
y la carencia de las mismas ha crecido rápidamente. La bajada
de las barreras arancelarias ha llevado a abaratar la importaciones
de EE.UU. y a la ruina de los pequeños productores de cereales
que no pueden competir con las subsidiadas exportaciones de cereales
estadounidenses. La promoción de productos para la exportación
y la asignación de los créditos gubernamentales y
de asistencia técnica ha provocado la expansión de
grandes empresas agrarias y el declive del campesino agrícola.
La mecanización y especialización de cultivos ha desplazado
a los granjeros arrendatarios y a los aparceros, y convertido en
obsoletos a los jornaleros agrícolas. La consecuencia ha
sido el éxodo acelerado de campesinos desde las zonas rurales
a los barrios pobres de las ciudades y un aumento en el número
de campesinos virtualmente sin tierras en el campo. En Brasil, Méjico
y Argentina grandes empresas agroalimentarias de EE.UU. han financiado
la producción a gran escala así como contratado productores
latinoamericanos, dando lugar a una mayor especialización
y concentración de la propiedad. Como resultado la producción
alimenticia latinoamericana ha disminuído y la importaciones
de alimentos han subido vertiginosamente. Mientras tanto, los campesinos
relegados a las tierras marginales subsisten a duras penas. Otros,
incapaces de pagar aquellos productos alimenticios básicos
a los que se les ha quitado el subsidio, están de forma creciente
sufriendo hambre o malnutrición. El Libre Mercado al causar
la crisis en la agricultura ha sido un factor importante para la
generación de una nueva ola de militancia campesina y de
un aumento en la produción de coca y otros cultivos ilícitos.
Autosuficiencia alimenticia:
Latinoamérica no tiene alimentos suficientes. La región
ha llegado a ser dependiente alimenticiamente incluso cuando aumenta
sus exportaciones agarias. Esto es el resultado directo de las políticas
de Libre Mercado que favorecen las importaciones de alimentos estadounidenses
y a las élites de las empresas agroalimentarias de EE.UU.
y Latinoamérica que se especializan en productos de exportación.
Los campesinos productores y los granjeros pequeños y medianos
eran los principales productores de artículos de primera
necesidad (maiz, arroz, frijoles,...) para el consumo local. Como
las políticas comerciales y de crédito del Libre Mercado
han beneficiado a los productores especializados y arruinado a los
pequeños productores, Latinoamérica se ha convertido
en un importador neto de alimentos, un importador que no puede suministrar
alimentos a precios asequibles a su población rural y urbana.
El empleo: formal e informal:
Directa e indirectamente el sistema de Libre Mercado ha tenido un
impacto importante en el mercado de trabajo. El cambio más
espectacular ha sido el crecimiento de la fuerza de trabajo "informal";
es decir, el crecimiento del empleo inestable con baja remuneración
y al margen de la normativa laboral. En muchos países latinoamericanos
la "fuerza de trabajo informal" es mayoritaria y los trabajadores
formales una distinguible minoría. En muchos casos el crecimiento
del "trabajo informal" es producto de la subcontratación
de la produción a los principales fabricantes por parte de
los pequeños productores locales que de paso distribuyen
el trabajo a productores que lo hacen en familia
El crecimiento y proliferación
del empleo "informal" es una forma encubierta de desempleo. El sistema
de Libre Mercado ha provocado el despido masivo de trabajadores
de las empresas privatizadas y de empleados públicos debido
a los recortes en los gastos estatales especialmente en los servicios
sociales. El resultado es un amplio conjunto de trabajadores que
ejercen presiones a la baja en los salarios y que aumentan la rotación
de los trabajadores con contratos temporales mal pagados. El anverso
de esta situación es un tremendo aumento del poder de los
empleadores e inversores extranjeros que tienen capacidad para reducir
los costes laborales aumentando las ganancias de los inversores.
Especialización,
estrategias exportadoras y vulnerabilidad: El sistema de Libre Mercado
ha reestructurado las economías latinoamericanas fomentando
la especialización y las exportaciones frente a la diversificación
de la economía y el desarrollo del mercado nacional. El resultado
es la desarticulación de las redes internas de transportes,
infraestructuras e intercambios de bienes, y la "modernización"
de enclaves y redes de distribución ligadas a los mercados
exteriores. La especialización en limitados productos de
exportación significa una mayor vulnerabilidad a las fluctuaciones
de precios lo que de paso provoca unos ingresos gubernamentales
inestables que están conduciendo a la incertidumbre en la
inversión y a restricciones a largo plazo en las inversiones
de capital público y privado. La dependencia de los mercados
exportadores en un mundo de "exportadores" provoca un exceso de
productores en un mundo de escasos (shrinking) consumidores,a una
sobre acumulación de capital en un mundo de cada vez más
débiles oportunidades de inversión. El crash de los
importantes mercados de exportación en Asia, Rusia y cada
vez más sitios, ha presionado para que sectores latinoamericanos
se adentren en la crisis. Los desequilibrios entre el mercado nacional
y los sectores exportadores debilitan la capacidad del estado de
reavivar la economía, a no ser que cambie la estructura básica
de la economía. La desarticulación del mercado nacional
significa tanto la ruina de los productores agrarios locales como
que los ingresos de las exportaciones no alcanzan a cubrir las importaciones
de alimentos. La especialización en las exportaciones y la
reducción de las barreras arancelarias llevaron a la bancarrota
a muchos fabricantes locales capaces de sustituir con productos
locales las inaccesibles importaciones extranjeras que estaban lejos
del alcance de los consumidores locales. Asimismo, la estrecha integración
del estado con el capital transnacional debilitó su capacidad
de reconstruir una economía capaz de sustituir la producción
nacional y los mercados locales.
Los "desequilibrios"
creados por la especialización de las exportaciones no sólo
son perjudiciales económicamente sino que han comprometido
seriamente la capacidad del estado para liberar a las naciones latinoamericanas
de las crisis.
Auge y quiebra de las
finanzas: Latinoamérica nunca experimentó un boom
económico real bajo la égida del sistema de Libre
Mercado. Una significativa expansión tuvo lugar en los especializados
sectores mineros, en los mercados de valores y en assembly plant
zones ¿¿ -pero ninguna de ellas acarreó importantes innovaciones
y nuevas líneas de producción capaces de sostener
el crecimiento.
El boom en los denominados
"mercados emergentes" fue en gran parte el resultado de flujos a
gran escala de inversiones en cartera que inflaron artificialmente
el valor monetario de las acciones por encima de su capacidad para
generar ganancias. La privatización encaminó al capital
extranjero y nacional a la compra de las empresas ya establecidas,
no a añadir nueva capacidad productiva, mientras los regímenes
usaban los ingresos obtenidos por la venta de las empresas públicas
para pagar a los acreedores extranjeros. El efecto neto fueron cambios
en los títulos de propiedad pero poco crecimiento real de
las fuerza productivas y la pérdida de futuros ingresos públicos.
El problema clave en la transferencia de propiedad, desde la propiedad
nacional a la extranjera y desde lo público a lo privado,
es la pérdida de control sobre resortes estratégicos
de la economía. Las decisiones para reinvertir las ganancias
al expandirse la producción local están ahora basadas
en una comparación con las tasas de ganacia internacionales,
no en consideraciones locales de empleo, ahorro de divisas o en
profundizar las ligazones hacia atrás y hacia delante de
la economía nacional. Asimismo, la privatización impide
la toma de decisiones clave sobre la financiación de la investigación
y el desarrollo tecnológico, nuevas líneas de productos
y nuevas estrategias de comercialización, trasladándolas
fuera del alcance de los policy makers nacionales y hacia los consejos
de administración de compañías extranjeras.
En suma, el Libre Mercado
crea a corto plazo ganancias inesperadas y a largo lazo debilidad
estructural; esto es, afluencias de capital a gran escala y salidas
rápidas. Es precisamente cuando se necesita capital nuevo
para suplir los déficit de reservas y de ingresos de divisas,
etc.. cuando el capital extranjero vuela respondiendo a lo que los
inversores extranjeros consideran "señales del mercado negativas",
de esta forma, repentinamente, exacerban la debilidad estructural
subyacente.
La fuga de capital nacional
que acompaña la desregulación del Libre Mercado ha
aumentado la necesidad de préstamos extranjeros que necesitan
los regímenes latinoamericanos. El ratio deuda/exportaciones
tiende a subir con el aumento del gap entre los gastos por importación
y los ingresos por exportación. El resultado neto son presiones
añadidas sobre el sistema para pedir prestado o despojarse
de otros activos nacionales para atraer nuevos flujos de capital
extranjero a corto plazo. Para asegurar la financiación exterior
los tipos de interés se elevan a niveles a los que los productores
locales no pueden permitirse pedir prestado y son incapaces de sostener
la producción, mientras los consumidores no pueden adquirir
créditos y la economía se estanca.
La contradicción
central es esta: las condiciones necesarias para atraer del exterior
grandes flujos de capital en cartera (los altos tipos de interés)
son precisamente las condiciones que generan el estancamiento nacional.
Un fenómeno que ha llegado a ser generalizado en Brasil desde
mediados de los 90 y que se extiende a través del resto del
continente.
Como consecuencia del
declive de la inversión nacional pública y privada
se produce el estancamiento de los mercados nacionales, el deterioro
de la infraestructura social pública (instalaciones educativas
y sanitarias), así como de la infraestructura física.
El resultado es una incidencia creciente de las enfermedades contagiosas
como el cólera y la fiebre amarilla, y el crecimiento del
analfabetismo funcional.
El aumento de los pagos
de la deuda que acompañan el crecimiento de los préstamos,
sugiere fuertemente que la mayoría de los nuevos créditos,
préstamos e inversiones, no son productivos o coste eficientes;
es decir, no son capaces de generar las rentas e ingresossuficientes
para cubrir los nuevos costes del pago del principal y los intereses.
Por tanto, los préstamos y créditos que se suponen
son para sacar a Latinoamérica del estancamiento y la deuda,
sirven en su lugar para suministrar de nuevo a los inversores extranjeros
la privatización de más empresas rentables y el pago
de intereses más altos a los especuladores. Los aumentos
en la deuda están inversamente relacionados al crecimiento
(un círculo de desarrollo perverso, no virtuoso). Mirado
desde el ángulo del desarrollo nacional, el crecimiento a
corto plazo de los sectores especializados (los que tienen mayores
flujos de capital de cartera) y el crecimiento de ciertos sectores
exportadores no compensan o garantizan el crecimiento agregado y
sostenido de la economía nacional: grandes sectores de la
economía nacional están en declive, una mayoría
de la fuerza de trabajo está subutilizada (ocupada en trabajos
de baja productividad), la investigación innovadora ha sido
exterminada, la economía sigue el patrón de las crisis:
crecimiento y después colapso. Hay poco que hablar en términos
de una estrategia de desarrollo del sistema de Libre Mercado. Hay
great deal un gran negocio que considerar en términos
de reconcentración de la riqueza, del poder y los assets
valores.
La estructura de la toma de decisiones
El sistema de Libre mercado ha llevado a un agudo deterioro de la
capacidad de tomar decisiones por parte de los representantes nacionales
elegidos. Las decisiones más significativas que afectan a
las relaciones entre la propiedad pública y privada, los
salarios, precios, inversiones, gastos e ingresos son forjadas o
configuradas por los protagonistas extranjeros que se ocultan o
refugian en las instituciones financieras internacionales. Ellos
son seleccionados por funcionarios del Tesoro del gobierno de EE.UU.
y responden a las necesidades e intereses de las grandes compañías
y empresas estadounidenses. Los nuevos reguladores que determinan
o fijan las reglas comerciales y de inversión son los funcionarios
no elegidos de los bancos centrales nacionales, los ministros de
finanzas y sus asesores, y los consejeros que forman las IFIs. Las
decisiones tomadas nunca son el resultado de la consulta y el debate
con el gran público antes, durante o después de las
elecciones. Por el contrario, las decisiones son deliberadamente
tomadas para evitar la consulta y el debate público porque
está claro para todo el mundo que ellas perjudican a la mayoría
y benefician a las élites muy ricas. Las decisiones básicas,
quiénes las toman y la manera en que son tomadas, revelan
la naturaleza profundamente autoritaria del sistema de Libre Mercado.
El hecho de que las decisiones estén basadas en una gran
disparidad de ganancias y pérdidas entre por una parte las
élites nacionales y extranjeras y por otra la gran mayoría
de latinoamericanos, explica la centralidad del comportamiento autoritario
dentro de los sistemas de Libre Mercado.
Conclusión
Hacia una teoría
de las relaciones Latinoamericanas-Estadounidenses
El desafío al estudiar (y cambiar) las relaciones EE.UU.-Latinoamérica
es llegar a términos en teoría, con la divergencia
fundamental de los beneficios e intereses incrustado enlavado en
los sistemas de libre mercado. El entramado conceptual reciente
que afirma destaca la "interdependencia" fracasa totalmente para
captar la tremenda disparidad en los beneficios y pérdidas,
asi como llas relaciones de poder situadas a los lados. Más
recientemente otros han destacado la noción de relaciones
hegemónicas, destacando la difusión y asimilación
de la ideología neoliberal dominante. Aunque la hegemonía
explica en parte el comportamiento de las élites políticas
en Latinoamérica, ella fracasa al tratar con el uso pasado
y presente de la fuerza y la intervención USA abierta y encubierta
para imponer los regímenes iniciales de hecho que establecieron
los parámetroslos parámetros políticos de los
contemporáneos sistemas político económicos
de libre mercado. Además la "hegemonía" puede aludir
más al comportamiento de las élite políticoeconómicas
latinoamericanas que se han beneficiado de las políticas
y por tanto no tienen ninguna necesidad de ser "influenciadas".
En este aspecto, hay numerosas indicaciones de que la ideología
de libre mercado (la expresión de la hegemonía USA)
no se extiende muy por debajo de las clases medias si acaso en Latinoamérica.
A la luz de las huelgas generales de masas, las ocupaciones de tierras
y otras formas de oposición popular a las políticas
claves de libre mercado es probable que la "hegemonía" tiene
una clase específica y aplicación de tiempo concreta
particular.
Aún más
general y más pervasive es el uso del término "globalización"
para descridbir la actuales relaciones USA-Latinoamérica.
El problema con este concepto es que fracasa para reconocer bancos
y grandes corporaciones tienen su base están asentadas en
USA, protegidos por Washington y nutridos por los funcionarios del
departamento del Tesoro en las IFIs. Aunque estas grandes empresas
funcionan en muchos países, ellas tienen el cuartel general
en USA donde la mayoría de los CEOs (Chief executive officiar)
toman las decisiones, sacan sus salarios y distribuyen los beneficios.
La interface entre Whashington
y Wall Street difícilmente da prestad o financia por sí
la noción de "aldea global" y otras tales pintorescas pero
irrelevantes metáforas.
Las divergenciad en los
beneficios y pérdidas en las relaciones entre USA y Latinoamérica
no puede ser comprendida por vacuas abstracciones como "centro"
o "periferia" que se abstrae de las relaciones de clases a través
de las naciones ni explica la integración de los capitalistas
transnacionales latinoamericanos en el sistema de libre mercado
dentro de Latinoamérica y en las redes internacionales de
acumulación de riqueza.
La divergencia de intereses
y beneficios puede ser comprendida dentro de un paradigma teórico
que puede explicar porqué y cuando los intereses de los bancos
y empresas USA ganan y las clases productoras, trabajadoras y campesinas
latinoamericanas pierden. La teoría del imperialismo tiene
varias ventajas. Primero, permite tener en cuenta las raíces
históricas de las relaciones contemporáneas. Segundo,
se cimenta, se basa alrededor de la centralidad de relaciones de
clases y estados, entre capital y trabajo, lo que nos permite centrarnos
en las relaciones de explotación así como en la dominación
nacional. En tercer lugar, suministra una comprensión de
la fuerza que conduce la expansión extranjera (la actividad
maximizadora del beneficio de bancos prestamistas y empresas). En
cuarto lugar, suministra una comprensión de la "nación-estado
concreta" base de la dominación y por ello de la explotación.
En quinto lugar, el imperialismo suministra una estructura para
comprender la diferenciación discriminación de clase
y la explotación que lleva a "pérdidas y ganacias".
Además, nos los suministra con una comprensión del
papel sistemático del estado imperial en promover, expandir
y consolidar y defender los intereses de grandes compañías
multinacionales que funcionan en Latinoamérica. El imperialismo
suministra una comprensión del papel colaborador de los estados
y clases transnacionales latinoamericanas al identificar los intereses
económicos comunes y su modo de asociación.
La "hegemonía"
puede ser mejor comprendida como un producto de la fase específica
del imperialismo en la que los golpes cruentos o sangrientos se
deshicieron d elos adversarios, los políticos locales son
cooptados o asimilados al asumir las ideas dominantes y los intelectuales
institucionales u orgánicos difunden las ideas estipuladas
o decretadas por los poderes dominantes. En resumen, la fuerza imperial
precede a la persuasión hegemónica.
El concepto d imperialismo
es extremadamente útil para comprender la naturaleza de las
"transiciones" de la administración militar y el talante
autoritario d los sistemas electorales del libre mercado. La democracia
latinoamericana bajo el imperialismo USA ha sido desde el comienzo
un asunto de las élites: la misma transición fue marcada
por negociaciones relativas a las élites que efectivamente
congelaron mantuvieron el status quo de la era militar. Además,
el mismo funcionamiento, estructura y restricciones de la democracia
latinoamericana ha sido profundamente influido por las relaciones
que atraviesan las naciones entre instituciones autoritarias y elitistas
en Latinoamérica (como el ejército y los grupos empresariales
y financieros locales) y sus equivalentes u homógos en USA.
Washington ha defendido regularmente la impunidad de los exdictadores
militares que cometieron flagrantes abusos de los derechos humanos
(para resguardar defensores estratégicos de los sistemas
de lire mercado.
El estilo y sustancia
d la influencia política y económica d USA en Latinoamerica
es por la vía de negociaciones de elite a puerta cerrada
en gran medida con representantes o funcionarios no elegidos que
son de absoluta confianza para Washington y Wall Street. Las decisiones
a las que llegan son frecuentemente "legisladas" mediante decretos
ejecutivos decretos ley, un procedimiento autoritario muy aplaudido
por Washington y los medios USA como "actos de coraje" frente a
la masiva desaprobación o rechazo. El autoritarismo en la
sustancia y estilo que caracteriza la democracia latinoamericana
es en gran parte producto de las conexiones o relaciones de los
intereses imperialistas que definen las relaciones Latinoamericanas-USA.
Por tanto para referirse a la "continuación del legado autoritario
en las actuales democracias latinoamericanas" requeriría
una explicación de ela matriz imperial que sostiene los centros
modernos de poder autoritario.
Las élites políticas
que administran las democracias latinoamericanas lo hacen bajo las
"restricciones" de acomodar arreglar a los capitalistas transnacionales
latinoamericanos (que definen lo que es el capitalismo hoy) y la
la multiplicidad d los intereses USA que se extienden y dominan
sectores clave del sistema político y económico. Estas
excluyen al pueblo y a la mayoría del electorado de representación
en las áreas de interés y más importante aún
de cualquier legislación y consulta significativa.
En suma, el imperialismo
mantiene las formas pero vacía el contenido de la democracia.
La democracia bajo el imperialismo es en gran medida hablar para
el pueblo y trabajar para los ricos, especialmente los ricos de
fuera extranjeros. Las relaciones imperiales entre USA y Latinoamérica
están cargadas con crisis. LA extraordinaria volatilidad
de los flujos de capital en ambas direcciones, el pillaje o saqueo
sin precedentes de la economía y las enormes concentraciones
de riqueza han socavado los fundamentos para un crecimiento capitalista
sostenido y creado la base para una crisis severa. La base d apoyo
a los extraordinarios beneficios para los intereses USA se ha estrechado:
pocos recursos públicos quedan por ser explotados, los erarios
públicos se han vaciado para pagar los cada vez más
onerosos pagos de la deuda, las reducciones en los gastos sociales
para incentivar a los inversionistas han sido ya reducidos hasta
llegar a los huesos. El sistema regulador de libre mercado ha destruido
el mercado nacional, socavado las infraestructuras materiales y
levado a la bancarrota a los productores locales. La capacidad para
importar es cada día más rstringida por desequilibrada
estrctura renta de la demanda. El menor pánico financiero
puede llevar accionar a los inversionistas extranjeros, el líquido
sangre vital del sistema, a la escapada. La precariedad del sistema
de "Libre Mercado" en su conjunto es tanta que el edificio entero
depende d inyecciones grandes y cada vez más grandes de préstamos
estatales y de la incierta confianza de los prestamistas financieros.
Dada la importancia económica
de Latinoamérica para las compañías multinacionales
y bancos claves, el colapso de Brasil, Méjico, Argentina
y Venezuela llevará a una crisis de consecuencias imprevisibles.
La misma importancia que las ganacias latinoamericanas (beneficios,
pagos de intereses, etc.) se han dado por hecho o asumido por los
sectores claves de la élite económica USA (y para
la Balanza de Pagos) tiene su lado negativo en las duras consecuencias
que un colapso tendrá en las pérdidas para Wall Street.
El imperialismo y el
gap en las ganacias y pérdidas que ha producido, ha generado
movimientos sociopolíticos a gran escala a través
del continente. Su alcance y detalle varia de pais a pais. Desde
los masivos Movimientos de Trabajadores sin tierras en Brasil a
los 15.000 miembros de la guerrilla en Colombia y otros muchos movimientos
entre otros.
El imperialismo no solo
produce ganadores y perdedores sino que la subyacente explotación
que produce aquellas divergencias de intereses también provoca
reistencia, rebelión y quizás un nuevo ciclo de revoluciones