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12 de febrero del 2002
Israel y EE.UU: Petras responde a sus críticos

James Petras
Traducido para Rebelión por Marta Negro
Las cartas de los señores Almeyra, El Fisgón y Petro Miguel, y Arnoldo Kraus, publicadas en el periódico La Jornada, en las que se critica mi artículo "Israel y EEUU: una relación única", están llenas de distorsiones, invenciones y acusaciones calumniosas.
1. Mi artículo dice que la política de EEUU hacia Oriente Medio y su relación con Israel están fuertemente influenciadas por el grupo de presión israelí y adinerados e influyentes judíos norteamericanos. Yo no escribí sobre una conspiración mundial judía. El título de mi artículo era EEUU e Israel y hacía referencia explícita a los judíos norteamericanos que dan apoyo incondicional a Israel. Escribí que la política de EEUU en Oriente Medio (no en el mundo) está fuertemente influenciada por Israel mediante el grupo de presión pro Israel y prominentes organizaciones judías. El señor Almeyra desvirtúa mi discusión acusándome de escribir que EEUU es un "agente" de Israel.
2. Ninguna de las tres cartas habla de los hechos que se presentan en mi artículo: que Israel recibe 2800 millones de dólares anuales de EEUU, más de 84000 millones de dólares en 30 años, más de lo que reciben África y Asia juntas; que el gobierno de EEUU veta cualquier resolución que condene los asesinatos masivos de palestinos en el Líbano y los Territorios Ocupados; y que el gobierno de EEUU proporciona a Israel las armas más modernas de destrucción masiva, que significan la muerte para cientos de niños, mujeres y activistas palestinos.
El poder del grupo de presión israelí en los asuntos relacionados con Oriente Medio es evidente en la administración Bush. A pesar de mantener una estrecha relación con la industria petrolífera de Texas desde hace ya años, Bush ha dado apoyo al terror de Sharon, y condenado a Arafat por buscar armas para proteger a su gente de los ataques israelíes, mientras que por otro lado abastece Israel de helicópteros Apache. Las compañías petrolíferas norteamericanas dan apoyo a los regímenes conservadores árabes, como el de Arabia Saudí, que se opone a la violencia de Sharon. Aún así, Bush sigue dando apoyo a Israel, en contra de los sauditas y sus aliados de la industria del petróleo.
¿Por qué? La respuesta es evidente para cualquiera que se haya entrevistado con alguno de los grupos de negocios de EEUU, militares, líderes religiosos y políticos: el grupo de presión pro Israel es el más poderoso en Washington por lo que se refiere a asuntos relacionados con Oriente Medio. Cité las principales áreas de la política para ilustrar la relación de EEUU e Israel: el presupuesto de ayuda al exterior de EEUU, el blanqueo de dinero, el ataque militar de Israel contra el buque USS Liberty, el espionaje, los votos en las Naciones Unidas, los procesos de extradición, el perdón de ricos judíos fugitivos (Marc Rich). Ninguno de los autores de las cartas pone en duda estos hechos. Lo que hacen es meterse en perniciosas y deplorables calumnias al comparar mi análisis empírico con "Protocolos de Zion". Por lo visto, el bueno del doctor Kraus nunca se ha fijado en el presupuesto de ayuda al exterior de EEUU, ni ha leído nada sobre la financiación de candidatos políticos por parte del grupo de presión israelí, ni se ha fijado en los documentos de las Naciones Unidas sobre las votaciones de EEUU en cuestiones referentes a Oriente Medio. El señor Kraus prefiere predicar la ética de la difamación, o aún peor, la "ética" de la censura política a quienes documentan los antecedentes de la influencia israelí sobre la política de EEUU en Oriente Medio a través de su poderoso grupo de presión pro Israel.
Doctor Kraus, su defensa poco sutil de la censura sí se practica en EEUU, pero ya no en México; y está encontrando una resistencia creciente en Israel, donde cientos de soldados y oficiales rechazan la política genocida de Sharon, Bush y el grupo de presión pro Israel de EEUU.
La única imprecisión de mi artículo es un error del traductor de La Jornada, que convirtió en un siglo mi medio siglo de influencia israelí en Washington. Aparte de esto, la traducción es excelente.
En ningún momento mi artículo se refiere a todos los judíos de EEUU (y aún menos del mundo). Se refiere claramente a los judíos que dan apoyo incondicional a la política de estado de Israel. Mis comentarios sobre la presencia de numerosos espías israelíes en EEUU antes y después del 11 de setiembre se basan en un artículo del respetado periodista Carl Cameron, en un informe de la Fox News (12 de diciembre 2001), y en informes de la Oficina de Contaduría General de EEUU. Algunos de estos espías fueron detenidos y expulsados discretamente sin ninguna protesta oficial ni publicidad alguna. Cité el artículo de Cameron y su declaración de haberse entrevistado con numerosos oficiales de la inteligencia de EEUU, y los relatos de estos sobre que los israelíes podrían haber tenido conocimiento previo de los hechos del 11 de setiembre. Estas son cuestiones legítimas que vale la pena explorar.
Intelectuales norteamericanos de origen judío, como Noam Chomsky, Norman Finkelstein, Edward Herman y Howard Zinn, que critican a Israel y al grupo de presión israelí en EEUU ven como se les niega el acceso a los medios de comunicación de masas, y no tienen influencia alguna en la política de EEUU. Con frecuencia los colonos pro Israel les acusan de "antisemitas que se odian a si mismos" por sus críticas honestas y francas al estado israelí, con la misma virulencia deplorable que caracteriza a los autores de estas cartas. Es muy triste ver que individuos que en teoría son de izquierdas se meten en polémicas que recuerdan a lo que Leon Trotsky llamó la Escuela Stalinista de la Falsificación. Estoy abierto al debate y a las críticas sobre mis ensayos, pero sólo si se basan en los hechos y las teorías que presento, no en calumnias dirigidas a silenciar las voces de argumentos medidos y razonados.
La calumnia es el último recurso de la ignorancia. Continuemos el debate – por supuesto. Pero sobretodo, rechacemos las voces autoritarias que quieren convertir el diálogo en un monólogo a través de la censura y las acusaciones difamatorias.
Para quienes estén interesados en mis análisis, mi página web es la siguiente:
http://www.rebelion.org/petras.htm. Encontraran un análisis de clase que refuta absoluta y completamente las calumnias de Almeyra, Kraus, etc


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