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El
impacto político
y
social del neoliberalismo
por James Petras
Hay
varias mistificaciones en cuanto al neoliberalismo, que propagan
sus defensores y que desafortunadamente toman como verdaderas muchos
escritores de izquierda. Para comprender como el neoliberalismo
impacta sobre la sociedad en general, y sobre los obreros rurales
en particular, hay que tener una comprensión clara de lo
que es y de lo que no es el neoliberalismo.
Los defensores del neoliberalismo, arguyen que es una forma nueva
y avanzada del capitalismo, que es la culminación de la historia.
Arguyen que es el inevitable resultado de una revolución
tecnológica, un producto de la racionalidad del mercado.
Arguyen que es la forma más eficaz de organización
económica. Hay varias fallas fundamentales en el argumento
neoliberal.
Mitos y realidades del neoliberalismo
En primer lugar, el neoliberalismo no es nuevo. América Latina
ha experimentado estrategias económicas liberales durante
la mayor parte de los últimos 500 años. Desde la mitad
del siglo XIX hasta los años 30, la mayoría de América
Latina siguió la estrategia liberal: economía abierta,
especialización exportadora, propiedad privada (mayormente
extranjera) de recursos básicos y dependencia de préstamos
e inversiones extranjeras. El análisis crítico de
este sistema, tuvo lugar en los años '30, durante las crisis
mundiales capitalistas. Las crisis del liberalismo condujeron a
rebeliones populares en México y por toda América
Latina. Estas rebeliones fueron provocadas por la extrema concentración
de riqueza y poder y por el aumento masivo de la pobreza y el desempleo.
Después, definieron una fase de desarrollo nacionalista-populista,
tanto en las empresas públicas como en la protección
del mercado doméstico, la industrialización nacional
estimulada por el Estado y los programas socio-populistas. El "neoliberalismo"
contemporáneo, ha creado desigualdades socio- económicas
parecidas a las del liberalismo del siglo XIX. Aunque la estructura
de clase, los patrones demográficos y los sistemas económicos
son distintos hoy en día, los resultados generales son similares.
Es importante esta crítica perspectiva histórica para
señalar el hecho de que el neoliberalismo no es el fin de
la historia, sino una regresión, una vuelta atrás,
hacia una doctrina que falló en el pasado. En segundo lugar,
el neoliberalismo no es el producto del "progreso evolutivo", sino
que es parte de un proceso cíclico. El neoliberalismo llegó
al poder en el siglo XIX, se extendió, se deterioró
y se reemplazó por un sistema distinto: en algunos casos
por el populismo nacional, en otros por el socialismo. El reclamo
neoliberal de que éste representa un producto de la revolución
tecnológica, es falso, al menos en dos aspectos. Primero,
el neoliberalismo tiene una historia de ascensos y descensos, con
500 años de historia, anteriores a cualquier revolución
tecnológica. Muchos de los fundamentales cambios tecnológicos,
como el ordenador y la automatización, precedieron al actual
resurgimiento del neoliberalismo, y por lo tanto no se pueden atribuir
al "mercado". En tercer lugar, el argumento de que el neoliberalismo
es producto de una elección racional y de la eficacia del
mercado, contrasta con el hecho de que los orígenes del neoliberalismo
en América Latina, se ubican en el período de las
dictaduras militares de los '60 y '70, las cuales reprimieron "elecciones
libres" y prohibieron el debate racional. Además, es difícil
describir el neoliberalismo como un sistema "eficaz", en tanto aumenta
el número de trabajadores subempleados y desempleados a un
60 por ciento de la fuerza laboral y la tierra no cultivada se concentra
en pocas manos, al tiempo que se desplaza a los obreros rurales.
Resulta claro que el ascenso del neoliberalismo no es el producto
de la eficacia de la racionalidad. El neoliberalismo es el resultado
del poder político y de la lucha de clases. Las victoria
militares y políticas de los capitalistas exportadores y
financieros aliados con el imperialismo y el ejército, impusieron
el neoliberalismo a la fuerza y sostienen el modelo a través
del control del Estado. A modo de resumen, el neoliberalismo es
esencialmente un proyecto político basado en una configuración
de poder de capitalistas exportadores y financieros, que controlan
el Estado. Desde esta base de poder en el Estado, la burguesía
neoliberal dicta la política económica, contrata ideólogos
y compra elecciones. Para cambiar la política neoliberal
hace falta un cambio fundamental en la correlación de poder
de clase dentro del Estado.
La lucha de clases y la ascendencia del neoliberalismo
La ascendencia del neoliberalismo no es el resultado de un debate
doctrinal, sino el producto de las derrotas militares y políticas
de la izquierda entre 1964 y 1967. En este período, la clase
capitalista tomó el Estado y comenzó una guerra prolongada
contra el avance social de las dos décadas previas: se eliminó
la legislación laboral progresista, se privatizaron y desnacionalizaron
las empresas públicas, se bajaron los sueldos, y se revirtieron
los avances en materia de reforma agraria. Las derrotas político-militares
de la Izquierda en Brasil (1964), Chile y Uruguay (1973), Argentina
(1976), Bolivia (1971), etc., fueron seguidas por la implementación
de las primeras etapas de programas neoliberales de "choque". Los
aliados estratégicos de esta ofensiva política neoliberal
fueron las multinacionales estadounidenses y el Estado imperial,
el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. La lección
es clara: cualquier intento de reversión del neoliberalismo
debe seguir la misma lógica que tomaron los capitalistas
para establecer su sistema: la lucha de clases que conduce al poder
del Estado, la renacionalización de la industria y la redistribución
de tierra e ingresos. En resumen, los orígenes del neoliberalismo
no son ni "tecnológicos" ni "económicos" sino, en
el análisis final, políticos y sociales: las políticas
neoliberales y las expresiones ideológicas siguieron a la
toma del poder del Estado. Desde esta ventajosa perspectiva, podemos
ahora examinar las consecuencias políticas del reinado del
neoliberalismo.
Consecuencias políticas del neoliberalismo
El neoliberalismo en el poder, ha transformado la naturaleza de
las políticas y las propias relaciones políticas e
interestatales. El hecho político fundamental es la aparición
de un sistema político neoautoritario, bajo el disfraz del
proceso electoral. Los regímenes recurren a un estilo autoritario
de gobierno -característico de regímenes militares-,
para poder implementar las políticas neoliberales antipopulares
de privatización de empresas públicas, promover los
intereses agro-industriales en desmedro de los campesinos y obreros
rurales, e incrementar el número de desempleados para bajar
los sueldos urbanos. 1o Gobiernan por decreto: la privatización
de las empresas públicas se decreta por el Ejecutivo sin
consultar a la ciudadanía ni al Congreso. 2o Las decisiones
las toman organizaciones no electas por la ciudadanía, como
las instituciones financieras extranjeras y domésticas. 3o
El aparato del Estado (judicatura, altos mandos militares, policía
y agentes de inteligencia) permanece incambiado con respecto a la
dictadura. 4o El régimen promueve una cultura de miedo: se
usan amenazas de fuerza e intimidación para inhibir la movilización
de masas y la oposición pública. 5o Las elecciones
se controlan a través de la manipulación y el control
de los medios de comunicación, vía fraude (como en
México) o por la compra de diputados del Congreso (como en
Brasil). El neoliberalismo es compatible con las elecciones, pero
depende de medidas autoritarias e instituciones para implementar
su programa. El proceso electoral en sí, se devalúa
porque los políticos neoliberales nunca hacen campaña
para su programa real e incluso prometen corregir los abusos del
neoliberalismo. Una vez electos, proceden a profundizar y extender
el proceso de privatización. Entonces hay un abismo profundo
entre lo que ocurre durante la campaña electoral y lo que
los neoliberales practican cuando llegan al poder. La carencia absoluta
de correspondencia entre las campañas electorales y el gobierno
elegido, alienta la apatía de los votantes, el cinismo hacia
la política electoral y el giro hacia la política
extra-parlamentaria. Por ejemplo, cuando los políticos prometen
reformas agrarias durante su campaña electoral y entonces,
una vez elegidos, promueven los intereses de los exportadores de
plantaciones a gran escala, los obreros rurales y los campesinos
toman la acción por fuera del sistema electoral y al ocupar
tierras legislan su propia reforma agraria. La política neoliberal
favorece a los capitalistas vinculados al mercado exportador, a
los inversionistas extranjeros y a los que operan en el sector bancario,
y frecuentemente excluyen al Congreso y a la oposición política
de cualquier decisión importante. Los ejecutivos neoliberales
buscan evitar cualquier debate público y la revelación
pública de los ilícitos vinculados a la privatización
de las empresas públicas lucrativas y -para evitar investigaciones-
de las superganancias que obtienen. Lo mismo pasa con las violaciones
de los derechos humanos por parte del Estado (como por ejemplo,
con las masacres de campesinos). Cuando los presidentes neoliberales
no pueden convencer a los legisladores, frecuentemente recurren
a chantajes y a la implementación de fondos especiales para
proyectos locales, que les aseguren votos decisivos para legitimar
su políticas. En resumen, el neoliberalismo corrompe el proceso
legislativo, haciendo de los miembros del Congreso elegidos por
los votantes, meros funcionarios del Ejecutivo. El nuevo autoritarismo
de los neoliberales se manifiesta en su política hacia los
trabajadores. Mientras los regímenes militares sencillamente
reprimieron los derechos laborales, los neoautoritarios aprueban
leyes laborales restrictivas, que facilitan el despido de los trabajadores,
debilitan o derogan las regulaciones con respecto a la salud y al
bienestar, y alientan a los patrones a intensificar la explotación
a través de prácticas de "flexibilidad laboral" El
crecimiento del desempleo y las nuevas leyes laborales, tienen el
doble efecto de "fragmentar" los sindicatos tradicionales, debilitando
su poder colectivo de negociación. En respuesta al declive
de los sindicatos tradicionales, han surgido nuevos movimientos
socio-políticos comprometidos en la acción directa.
Por ejemplo, mientras las confederaciones laborales urbanas más
importantes han perdido huelgas y han estado a la defensiva, los
obreros rurales y los movimientos de campesinos de Brasil, Paraguay
y México, Bolivia, Ecuador, etc., han tomado la ofensiva,
ocupando la tierra y atacando las políticas liberales del
régimen. Los regímenes neoliberales recurren a "tácticas
de choque", combinando los aumentos dramáticos de los precios
al consumidor, con cortes drásticos en los gastos sociales,
en los sueldos y en el trabajo estable. Como resultado, los salarios
han caído casi un 70 por ciento en México, 30 por
ciento en Argentina, 60 por ciento en Bolivia, etc. Las llamadas
"estrategias de supervivencia", despolitizan a los pobres y los
confinan en proyectos locales a pequeña escala, dirigidos
por organizaciones no gubernamentales y financiados por donantes
extranjeros. En muchos casos, los neoliberales combinan los programas
macro- sociales que favorecen a los ricos, con programas "de pobreza"
micro-sociales, diseñados para evitar que los pobres reaccionen
políticamente en contra el régimen neoliberal. En
resumen, uno de los resultados claves del neoliberalismo, es el
crecimiento de los gobiernos neoautoritarios, junto con la corrupción
del proceso electoral y la de los diputados electos. Esto ha estimulado
- como contra-respuesta-, el crecimiento de la acción directa
extra-parlamentaria, especialmente la de los movimientos rurales.
Los nuevos regímenes autoritarios, cuentan con el Estado
represivo para implementar sus "políticas de choque" y con
sus seudo programas anti-pobreza para evitar rebeliones populares.
El efecto combinado está diseñado para fragmentar
los movimientos de masas. El resultado, sin embargo, es el debilitamiento
del proceso tradicional de negociación colectiva de los sindicatos
urbanos y el fortalecimiento de los movimientos de acción
directa en las zonas rurales.
El retorno de la izquierda
Sería un grave error sobreestimar la capacidad de los regímenes
neoliberales para imponer sus políticas y consolidar su gobierno
a perpetuidad. El neoliberalismo sigue un ciclo de ascenso, consolidación
y declive político. Las misma condiciones que marcan el "éxito"
de un régimen neoliberal (privatización de los bienes
públicos, crecimiento de las exportaciones e importaciones,
incremento de la inversión externa, concentración
del ingreso) extienden y profundizan la oposición. Hoy, por
toda América Latina, está surgiendo una izquierda
nueva, a partir de nuevos actores socio-políticos. El centro
principal (pero no exclusivo) de resistencia, está en el
campo, en las provincias y entre los funcionarios (profesores, trabajadores
de la salud, etc.). Los líderes campesinos son muy distintos
de los del pasado, incluso si han aprendido de las luchas tradicionales.
Son jóvenes (entre 20 y 30 años), cosmopolitas (saben
de agricultura y de política nacional e internacional), viven
de acuerdo a como viven aquéllos a quienes representan (no
tienen privilegios económicos) y funcionan dentro de organizaciones
democráticas en las que priman las decisiones colectivas.
Combinan la política de acción directa en las zonas
rurales, con la construcción de coaliciones con movimientos
urbanos. Estos nuevos movimientos campesinos son organizaciones
autónomas que combinan el marxismo y la política de
clases, con las luchas de género y de etnia. Trabajan con
partidos fraternales, pero rechazan la idea de ser "correas de transmisión"
partidarias. Uno de los componentes básicos de estos nuevos
movimientos, es que entienden que, para tener éxito, la cuestión
de la reforma agraria tiene que formar parte de una transformación
social general que involucre a las instituciones financieras, tanto
como a las comerciales y culturales. Lo que hace que estos nuevos
movimientos rurales revolucionarios sean diferentes a los de los
sindicatos reformistas, es que conciben la lucha contra el neoliberalismo,
no sólo como una cuestión económica, sino en
términos de lucha política. Los nuevos movimientos
rurales ponen énfasis en la lucha contra el imperialismo
cultural y la manipulación de la cultura popular. Proporcionan
recursos impresionantes para la educación popular, y en la
lucha por crear una nueva subjetividad. Están de acuerdo
con el Che Guevara en que "no se puede construir el socialismo con
los símbolos del dólar en los ojos de la gente". Los
movimientos agrarios están comprometidos en una lucha cultural
directa contra los neoliberales para ganar los corazones y las mentes
de las clases populares rurales u urbanas. Mientras el neoliberalismo
promueve el interés individual, los movimientos enfatizan
la solidaridad social de clases; mientras el neoliberalismo idealiza
la promoción individual, los movimientos promueven el avance
colectivo; mientras el neoliberalismo glorifica la ganancia, la
avaricia y el consumismo, estos movimientos jerarquizan la riqueza
social, la salud pública, la educación y la vivienda.
En esta confrontación cultural sobre la zona crucial de la
subjetividad, está mucho en juego: la subjetividad da forma
a la organización y a su capacidad de luchar y transformar
las condiciones impuestas por el neoliberalismo. No sólo
el empobrecimiento económico conduce directamente a la acción
social colectiva. Para transmitir los valores e ideas "neoliberales",
las clases dominantes cuentan con los medios de comunicación,
para moldear individualidades apolíticas y atomizadas, que
viven virtualmente la vida de los ricos y famosos que exhibe la
televisión. Para contrastar con los medios de comunicación,
los movimientos rurales cuentan con miles de líderes de opinión
a nivel local, con activistas, militantes, radios locales y publicaciones,
con las que dan forma a una cultura alternativa basada en la solidaridad.
Una vez más, es un error sobreestimar el poder de los medios
de comunicación y la capacidad del neoliberalismo para establecer
su hegemonía sobre las masas. En primer lugar, en donde hay
comunidades hegemónicas que comparten una experiencia de
clases común y que tienen su propios líderes de clase,
el mensaje neoliberal no penetra la conciencia de la gente. La ideología
neoliberal penetra en la conciencia de las masas, cuando la gente
está atomizada, desorganizada, "victimizada", o cuando sus
organizaciones son dirigidas por burócratas enriquecidos
que no prestan atención a la educación política
y que dependen de su "carisma personal" o de sus conexiones con
la élite. El neoliberalismo no es meramente un fenómeno
económico, también es cultural e ideológico:
proyecta una visión mundial. Como tal no se le puede enfrentar
sólo en el nivel económico o político, sino
también a través de una visión alternativa,
como parte de una totalidad democrática, coherente y colectivista.
Las herramientas del neoliberalismo
La ideología neoliberal se puede dividir en dos tipos de
discursos. Uno de ellos se dirige a las clases gobernantes y se
diseña para formular políticas que reparten los recursos
estatales y las empresas para enriquecer aun más a lo ricos.
Por ejemplo, el neoliberalismo promueve la privatización
de empresas públicas (en realidad, su venta a monopolios
privados), y la eliminación del salario mínimo para
bajar los gastos laborales de los capitalistas. Estas políticas
macro socio-económicas que definen el carácter general
de la economía, la estructura de clase y el Estado, polarizan
la sociedad, aumentan las desigualdades y concentran la riqueza
y el poder. Pero si se sigue al neoliberalismo en su "lógica
pura", sólo llegaría a una minoría privilegiada,
aislada y vulnerable a la revolución. Por miedo a una rebelión
social, un grupo de ideólogos ha formulado una doctrina que
se llama "neoestructuralismo". Este discurso apoya los propósitos
básicos del neoliberalismo, pero añade una serie de
proyectos "microsociales" para contener el malestar social. La política
microsocial comprende el reingreso del Estado para "corregir" algunos
de los excesos (pobreza de masas, desempleo, etc.) generados por
las macro políticas. Estas micro-políticas incluyen
las siguientes propuestas diseñadas para complementar el
modelo neoliberal: 1o "Auto-ayuda" y "micro-empresas" 2o Política
de "identidad" 3o "Desarrollo alternativo" Las políticas
de autoayuda son financiadas por fundaciones neoliberales, gobiernos
extranjeros y regímenes locales. Su propósito es desviar
el malestar popular, para que no exija fondos del Estado, inversiones
y repartos de tierra destinados a la autoexplotación, promoviendo
la labor familiar sin pago, el trabajo en turnos dobles y la auto-financiación.
La autoayuda está vinculada con "microempresas", que proveen
de mano de obra barata para la distribución de los productos
de las grandes corporaciones o para la fabricación de mercancías
a través de subcontratistas. En todos los casos, los "microempresarios"
no tienen vacaciones pagas, no pensiones, ni programas de salud,
etc. La tasa de bancarrota es muy alta, porque la competencia es
intensa. Sin embargo, quiénes promueven las micro-empresas
editan publicaciones financiadas sobre "historias exitosas" de "micro-empresarios"
que han logrado beneficios. El problema es que no se resuelve ninguno
de los problemas básicos de los sin tierra y de la pobreza
de las masas. Pero sí se cultiva la ilusión y la esperanza
de que es posible "tener éxito a través de la iniciativa
individual". La segunda arma ideológica del neoliberalismo,
al nivel micro social, se centra en los temas de género,
ecología e identidad étnica, divorciados de los de
clase, tierra y cuestiones económicas. Se dirige mucho dinero
a organizaciones promovidas por ecologistas que critican los problemas
ecológicos sin examinar y desafiar sus raíces económico-políticas
en la estructura del poder capitalista. Se dan fondos para organizaciones
feministas que centran su enfoque en los problemas de nivel personal
o familiar, pero que no se comprometen en la la lucha de clases
por la reforma agraria, por el empleo estable o por centros de cuidado
para los niños de las madres que trabajan. De la misma manera,
la estrategia neoliberal aporta fondos para actividades culturales
reivindicadoras del idioma y del folclore de los indios y negros,
pero rechazan sus luchas por el retorno a la tierra fértil
y por la creación de empleos estables y bien pagados. Los
neoliberales han incluso cooptado el discurso de algunos grupos
progresistas, al dar fondos para economías de comunidad o
para "alternativas populares". Estas "alternativas" combinan muchas
de las características de la autoayuda y la microcooperación,
pero están desconectadas de la lucha para transformar el
macro sistema de poder. Los proyectos basados en las comunidades
son sujetos a las mismas presiones del libre comercio, del declive
en las inversiones del Estado, y la escasez de la tierra, del crédito
y la asistencia técnica. La "descentralización" significa
que el gobierno local asume la responsabilidad por la educación
y la salud, pero sin los recursos económicos que se concentran
en el Estado y que financian a las élites exportadoras. El
propósito de estas políticas microsociales es dividir,
localizar y despolitizar a los obreros rurales y los campesinos.
Promueven la autoexplotación, además de la explotación
capitalista. La respuesta del movimiento popular a este reto neoestructural,
es radicalizar estas propuestas al vincular la cooperación
étnica, de género y local, a luchas nacionales e internacionales
para transformar los sistemas macro sociales. La lucha campesina
por la igualdad entre los hombres y las mujeres, se basa sobre la
solidaridad de clase para la reforma agraria, por la socialización
de los bancos, por la protección del Estado al mercado doméstico
y por préstamos de bajo interés a los productores.
Frente a la propuesta neoliberal, que subordina las campesinas a
mujeres burguesas, en una organización común que opera
dentro de los parámetros del neoliberalismo, los movimientos
revolucionarios de campesinos y sus líderes femeninas, proponen
una alianza de clases de mujeres, dentro de la lucha de clases por
reforma agraria. La igualdad de género en el movimiento es
un prerequisito para la transformación social.
El impacto organizativo del neoliberalismo
El neoliberalismo ha provocado un impacto mayor sobre la organización
socio-económica de la producción y sobre las organizaciones
socio-políticas de la sociedad. Es útil enfocarse
en el impacto del neoliberalismo en el campo. Podemos especificar
siete cambios organizacionales mayores en la producción en
las zonas rurales. 1o Las trasnacionales subcontratan a granjeros
locales la mayoría de la producción, mientras ellos
ganan de la venta de insumos y la comercialización. Así,
el "granjero independiente" es de hecho, un empleado del complejo
agro- industrial. 2o La organización de las cooperativas
rurales, está vinculada con las trasnacionales y eso determina
que los cooperativistas dependan de la producción, la distribución
y los precios de las trasnacionales, las que también deciden
la elección de mercancía y mercados. 3o Los complejos
agroindustriales han transformado la fuerza laboral, al introducir
la tecnología y la producción especializada, aumentando
así el volúmen del excedente de mano de obra. La misma
está fragmentada en una masa de trabajadores temporales y
una pequeña minoría de empleados permanentes. 4o La
política del Estado se dirige a subvencionar a los grandes
exportadores y convertir a los campesinos en trabajadores sin tierra,
a través de dos mecanismos: la importación de alimentos
baratos y la intervención militar para destruir la producción
de la coca. Los intereses de los exportadores estadounidenses y
la DEA convergen con los de los grandes productores locales. 5o
El Estado promueve la colonización de los campesinos sin
tierra en tierras marginadas, lejos de los centros políticos
y económicos. El resultado es la dispersión política
y económica de campesinos con potencia radical. 6o El Estado
neoliberal, a través de sus políticas de precios bajos,
altos tipos de intereses, libre comercio y políticas de subvención
selectiva que favorecen a los grandes exportadores, socava a los
productores locales a pequeña escala, llevándolos
a la bancarrota. El desplazamiento masivo de poblaciones rurales
a las ciudades, ha sido una manera de promover la agricultura extensiva
de los agroexportadores. El desplazamiento de productores pequeños,
también crea excedente de mano de obra, lo cual baja los
sueldos en el campo y en la ciudad. 7o El Estado neoliberal depende
de la confianza de los grandes inversionistas para financiar sus
deudas, cubrir sus déficit de comercio y sus inversiones.
La "confianza" de los grandes inversionistas depende de que se les
aseguren altas tasas de ganancias y mano de obra dócil y
de la carencia de controles por parte del Estado. Debido a las desigualdades
socio-económicas y al malestar socio-político creciente,
el Estado depende cada vez más de la represión para
mantener la confianza de los inversionistas y evitar la huida del
capital. La represión toma la forma de intervención
directa del Estado, apelando a grupos paramilitares no oficiales,
muchos de los cuales son en realidad organizaciones militares oficiales.
Estas nuevas formas dadas a la organización de la producción
bajo el neoliberalismo, generan la resistencia popular y el crecimiento
de las organizaciones de clase. Para desarticular los movimientos
de clase, los neoliberales establecen organizaciones de competencia,
que intentan socavar la resistencia popular.
El neoliberalismo y las ONG
El neoliberalismo alienta el crecimiento de las organizaciones no
gubernamentales, que buscan atraer a los campesinos y a los pobres
urbanos al ámbito de influencia de donantes extranjeros,
oficiales gubernamentales locales y profesionales contratados. Estas
organizaciones sociales se presentan como grupos progresistas que
defienden el "poder popular", el "desarrollo sustentable" y la "democracia
participativa". En la práctica, son correas transmisoras
para la política neoliberal, que ayudan a desmantelar los
servicios públicos y a promover la privatización de
los servicios sociales. Las ONG no se oponen a la privatización
masiva de los recursos naturales, o a los grandes flujos de capital
extranjero que se dirigen hacia el crecimiento exportador no sustentable.
Finalmente, las ONG son dirigidas por un grupo de élite de
profesionales, que tiene que responder ante sus donantes extranjeros,
es decir, son organizaciones verticales, no democráticas.
La segunda organización socio-política promovida por
el neoliberalismo son los "programas de pobreza", controlados por
el Estado. El Estado neoliberal patrocina grupos de "autoayuda"
y otros similares, en contra de la pobreza, que ni atacan las raíces
de la misma ni responden a las necesidades básicas de la
gente, sin cuestionar el tema de los medios de producción
necesarios para resolver sus necesidades básicas. Estos programas
de autoayuda y contra la pobreza, dirigidos por el Estado, son nuevas
organizaciones que sirven a los poderes establecidos. Representan
una manera de generar el clientelismo para conseguir votos en beneficios
de los políticos neoliberales. En tercer lugar, las agencias
internacionales de préstamos, dan financiación para
"economías basadas en la comunidad". Estos grupos son subordinados
a los intereses de los grandes capitalistas. en muchos casos, los
"líderes de la comunidad", son empleados del Estado o colaboradores
que dependen de los recursos financieros de los banqueros neoliberales.
En cuarto lugar, los neoliberales han sido activos en financiar
sectores "apolíticos", espiritualistas, evangélicos
y pentecostales, que se oponen a la teología de la liberación.
Enseñan la obediencia al Estado y la sumisión al sufrimiento
resultante de las políticas neoliberales. En quinto lugar,
los neoliberales promueven organizaciones feministas, étnicas
y ecológicas, que se comprometen en la colaboración
de clase con el imperialismo. Se preocupan por echarle la culpa
a los pobres por la desforestación, el machismo y el racismo.
Las ideologías de la política de identidad, arguyen
que estas "identidades" trascienden las divisiones de clases y se
las puede tratar a través de actividades culturales y proyectos
en pequeña escala. En resumen, el neoliberalismo está
cambiando la organización de la economía y la sociedad,
en modalidades que fragmentan la mano de obra y debilitan las organizaciones
de clase. Estos cambios organizacionales, sin embargo, han sido
enfrentados por nuevas formas de organización social y por
el retorno de la política de lucha de clase.
El neoliberalismo y la lucha de clases en los '90
El neoliberalismo ha provocado una oposición creciente por
todo el continente, que es distinta en muchos aspectos a la política
revolucionaria del pasado. Para colocar la nueva ola de organizaciones
sociales revolucionarias y el retorno de la lucha de clase en su
contexto histórico, es importante repasar los ciclos revolucionarios
pasados. Esencialmente, podemos distinguir cuatro ciclos revolucionarios
diferenciados: 1o (1957-67) Comienza con la revolución cubana
y los movimientos guerrilleros en Perú y Venezuela, y termina
con la muerte de Guevara, la consolidación de la revolución
cubana y la derrota de algunos de estos movimientos. 2o (1968- 76)
Se compuso de luchas urbanas de masas, movimientos guerrilleros
y avances electorales en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y México.
El período termina con una serie de golpes de Estado, que
conducen a las dictaduras militares. 3o (1979-89) Comienza con la
revolución sandinista y la ofensiva popular en El Salvador
y Guatemala, y terminó con la derrota electoral de los sandinistas
y los acuerdos de paz con el neoliberalismo. 4o (1990) Este ciclo
continúa en ascenso y se basa fundamentalmente en las luchas
campesinas en Brasil, México, Ecuador, Bolivia, Paraguay,
Colombia y en otros paises. Muchos de los antiguos revolucionarios
se han transformado en neoliberales y colaboradores del imperialismo.
Algunos aún usan la retórica e incluso critican al
neoliberalismo, pero forman alianzas electorales con los llamados
"sectores modernizantes" de la burguesía. La cuarta ola de
oposición revolucionaria es distinta de las del pasado, en
el sentido de que la mayoría de los movimientos importantes
se basa en organizaciones autónomas de campesinos. Los líderes
son líderes rurales, no intelectuales urbanos. Las organizaciones
rechazan el papel de correas transmisoras para los partidos electorales
o los comandantes guerrilleros. Son democráticas y no verticales.
Su liderazgo es colectivo y no personalista. Algunos de los movimientos
tienen relaciones fraternales con partidos electorales de la izquierda,
pero su actividad principal se basa en la acción directa
antes, durante y después de las elecciones. Algunos de los
movimientos se vinculan con movimientos guerrilleros como las FARC-EP
en Colombia o los zapatistas en México; otros dependen de
la movilización política de masas, la solidaridad
y la autodefensa. Mientras la mayoría de los movimientos
dinámicos tienen una base rural fundamental entre los obreros
sin tierras y los campesinos, buscan forjar coaliciones sociales
y políticas con los movimientos urbanos y los sindicatos.
Mientras la reforma agraria es una exigencia central, ellos tienen
la visión de la transformación de las relaciones agrarias
como parte de un cambio mayor en el sistema capitalista. Surge la
pregunta: ¿por qué lo rural ha llegado a ser el centro de
la movilización política? ¿por qué la lucha
agraria ha surgido con centro de la oposición al neoliberalismo,
pese al declive relativo de la población rural?. Básicamente,
no hay una sola explicación. La estrategia de exportaciones
ha diezmado a los pequeños productores; la promoción
de la agroindustria ha aumentado la importancia del excedente de
mano de obra en el campo; la crisis urbana ha cerrado las ciudades
como válvula de escape. Mientras la economía campesina
ha sido golpeada duramente, el campo sigue manteniendo fuertes lazos
sociales: la familia, la comunidad, los lazos étnicos y religiosos,
contribuyen a la solidaridad social. Así que la combinación
de la extracción intensificada de riquezas y la solidaridad
social, ha conducido a una mayor capacidad para la movilización
social. En segundo lugar, ha surgido un liderazgo nuevo en el campo,
que no ha sido corrompido por las estructuras burocráticas
existentes y por la financiación del Estado. Ser un líder
en el campo no es fuente de privilegios, es un oficio peligroso.
Así que los individuos que buscan posiciones de liderazgo,
lo hacen por intereses éticos y morales, además de
los de clase. Estos líderes han jugado un papel importante
en la construcción de movimientos desde abajo, basados en
la participación de las masas. En tercer lugar, los movimientos
rurales han sido creativos en combinar el marxismo, la religión
y las creencias comunitarias y étnicas, en una ideología
dinámica y ecléctica que es inclusiva y no exclusiva.
Finalmente, los movimientos del campo han sido eficaces en movilizar
las asociaciones religiosas, los sindicatos y el apoyo universitario
sin perder su autonomía. En algunos casos, los nuevos revolucionarios
rurales han establecido la hegemonía sobre los movimientos
urbanos de masas: la reforma agraria es la exigencia central de
una amplia alianza de movimientos rurales y urbanos.
Las alternativas sociales, culturales y políticas
Las alternativas surgen de las experiencias reales y del análisis
de una realidad concreta. Las utopías son el opio de los
intelectuales. Lo que es fundamental a cualquier alternativa es
la cuestión del Estado. A pesar de lo que los neoliberales
arguyen, el Estado es central a la promoción y defensa de
las políticas neoliberales y a la perpetuación de
las desigualdades. La cuestión básica es la relación
entre los movimientos revolucionarios y el Estado. La tarea estratégica
fundamental es establecer un Estado democrático y socialista,
que responda a los movimientos populares democráticos. Esta
meta estratégica, sin embargo, es el producto de una lucha
prolongada y acompañada por luchas que dan soluciones de
corto a mediano plazo a los problemas básicos que existen.
Los revolucionarios tienen que centrar su esfuerzo, en ganar el
control de los medios de producción, de comunicación
y de distribución, a nivel local, regional y nacional. Los
movimientos deben describir sus papeles en relación al sistema
económico, como clases y no en términos de la distinción
legal de ciudadanos en el sistema electoral. Son ciudadanos-campesinos,
ciudadanos-obreros. En segundo lugar, los movimientos deben identificar
las divisiones de clases y la explotación que definen la
"sociedad civil" y rechazar la ideología que homogeiniza
todas las clases como miembros de la llamada sociedad civil. En
breve, deberemos profundizar nuestra comprensión de clase,
del Estado y de la sociedad. En tercer lugar, debemos comprender
que las clases no son homogéneas, que son diferenciadas internamente,
que debemos luchar por la igualdad de género, de raza y de
etnia dentro de la clase y por las exigencias culturales de grupos
étnicos específicos dentro de la clase. Ese reconocimiento,
no obstante, debe tomar lugar dentro de la unidad de la clase, dentro
del marco de la perspectiva de lucha de la clase. La integración
entre las unidades económicas populares, atravesando las
fronteras nacionales, es un imperativo creciente para enfrentar
la "integración desde arriba". Las cooperativas rurales y
los complejos industriales urbanos que vinculan la producción
y el consumo, se deben desarrollar para apoyar la lucha política
y para crear los mercados alternativos. Se deben crear nuevos modelos
de empresas públicas que se controlen democráticamente,
que sean innovadoras y abiertas a nuevas ideas y tecnologías.
No podemos tumbar al neoliberalismo repitiendo los errores del pasado.
A partir de los movimientos democráticos y autónomos,
las nuevas alternativas deben vincular abiertamente sus luchas sectoriales
a una visión nueva de la sociedad socialista democrática,
en la cual la propiedad colectiva, sea un medio para procurar una
mayor libertad individual, mayor ocio y atención a las demandas
afectivas. La liberación cultural significa la creación
de medios de comunicación alternativos, la promoción
de escritores, poetas y músicos locales; significa luchar
contra la saturación de mercancías culturales imperialistas,
al crear actividades culturales significantes y divertidas. No hay
fórmulas culturales prefabricadas, y cualquier intento de
imponer la conformidad a un estilo, está destinado a fracasar.
Las alternativas a nivel político, se basan en los micromodelos,
en los movimientos, asambleas, en la consulta y en los líderes
representativos. Las alternativas están presentes en las
prácticas, y las prácticas tienen que ser teorizadas
y proyectadas a nivel nacional. En el análisis final, el
neoliberalismo condena a la gente a una vida vacía. La alternativa
revolucionaria da sentido a la vida. Luchamos, luego, existimos.
El neoliberalismo es un sistema moribundo, pero no caerá
solo. La sociedad revolucionaria está luchando para nacer.
Solamente la intervención popular directa, puede hacer que
eso suceda.