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22 de diciembre de 2001
Navidad en los Territorios Ocupados

James Petras

Traducido para Rebeli�n por Germ�n Leyens


La aldea estaba ocupada, las tiendas cerradas, las oficinas de asistencia social bombardeadas, su propio hogar en ruinas y Jos� sin trabajo. Nadie ten�a suficiente dinero para contratar a un carpintero. Y aunque lo hubieran tenido, los ocupantes no permit�an ni nuevas construcciones ni reparaciones, ni siquiera poseer materiales de construcci�n.
Cuando Mar�a sali� al alba, el aire g�lido le mordi� la piel y se envolvi� estrechamente el cuello y las mejillas con su chal. Fue al pozo y llen� su cubo con agua. Le cost� agacharse, su voluminoso abdomen era un obst�culo. Toda la noche hab�a tenido espasmos y sab�a que el momento decisivo se acercaba. Hab�an tratado de encontrar un sitio donde estar, pero sus parientes viv�an en la aldea vecina, en un sitio llamado Bel�n. Los caminos principales estaban bloqueados por tanques y veh�culos blindados, con soldados armados de fusiles autom�ticos.
Jos� se lav� la cara y le ayud� a acostarse sobre la frazada que cubr�a el piso de tierra de su tienda de campa�a improvisada. Le pas� su mano callosa por los cabellos y le dio unas cari�osas palmaditas en el est�mago. Mar�a sonri�, a pesar de su malestar. Era s�lo una muchacha, de unos dieciocho o diecinueve a�os, m�s joven que el barbudo Jos�.
-Habl� con Sami, el pastor. Acepta llevarnos por los senderos a Bel�n esta noche. Jos� empaquet� sus pocas pertenencias. A medianoche, Mar�a mont� el burro, Jos� carg� sus cosas y Sami los gui� por los campos. Cada paso por el rocoso sendero por el que ascend�an, era una cuchillada en las entra�as y piernas de Mar�a.
Al aproximarse a Bel�n vieron una potente luz que escudri�aba las afueras de la ciudad. Sami les se�al� una reja en el per�metro:
-Hay un espacio entre la reja y las rocas y pueden irse por ah�, pero tienen que abandonar el burro.
-�Abandonar el burro...? �Jam�s! -Jos� lo mir� con desconfianza.
Sami se sinti� ofendido por las sospechas de Jos�:
-�Entonces van a tener que pasar por el puesto de control israel�! Yo los dejo aqu�. Que Dios los acompa�e.
Jos� mir� a su alrededor. Mar�a dormitaba. Condujo el burro por la ladera del cerro hasta la ruta principal. La luz los encandil�. Una voz fuerte, �spera reson� por un altavoz:
-�Det�nganse o disparamos! �Ahora mismo!
-�Desmonten, tiren su bolsa y levanten las manos! �R�pido, o disparamos! -ladr� la voz invisible.
Jos� coloc� su bolsa en el suelo y ayud� a desmontar a Mar�a. Sus movimientos eran torpes. Estaba semidormida y muy asustada.
-�Avancen con las manos en alto, especialmente t�, el �rabe gordo!
Mar�a, con sus brazos bien arriba, sinti� de repente que ten�a que orinar, mitigar la presi�n en su pesada barriga.
Cuando un soldado le orden� a Jos� que avanzara, gritando, "Ponte las manos arriba de la cabeza!," Mar�a se sinti� abandonada.
Le ordenaron que avanzara, lentamente. Los soldados acariciaban los gatillos de sus Uzis, apuntando a su cabeza y su abdomen.
-�Abre tu abrigo y lev�ntate el vestido! -grit� una voz oculta por la oscuridad. Hubo una pausa. S�lo Jos� la hab�a visto desnuda. Alz� su vestido.
Un soldado apunt� sus binoculares hacia su abdomen.
-No hay bombas... s�lo grasa o una barriga cargada de beb�.
Pas� los binoculares a su jefe. �ste mir� y grit� furioso:
-�Lev�ntate esa enagua, no te vengas a hacer la virgen con nosotros!
Mar�a estaba confundida, su cara enrojecida. Levant� su enagua y una linterna alumbr� su inmenso abdomen que colgaba por sobre sus bragas.
-�Quiero verlo todo, puta �rabe de mierda, podr�as esconder algo entre tus piernas fuera del pijo de tu marido!
Mar�a hubiera preferido morir al bajarse los calzones. La luz alumbr� su oscuro p�bico.
-�Date vuelta!
Se dio vuelta,
-�Ahora v�stete! �Y t�, el de la barba, lev�ntate!
Dos soldados se le acercaron e hicieron se�as a Mar�a para que avanzara.
Mar�a y Jos� fueron interrogados durante varias horas. Que de d�nde ven�an, que por qu� se hab�an ido, que por qu� su casa hab�a sido destruida.
-�Tienen que haber hecho algo! -lanz� el oficial israel� -d�nde iban, por qu� viajaban de noche y por senderos perdidos, con qui�n se iban a quedar, por cu�nto tiempo, y sobre todo su relaci�n con la Autoridad Palestina, Ham�s, Yih�d, el FPLP. Cada respuesta directa y simple provocaba muecas sospechosas.
Mar�a sent�a que las contracciones se hac�an m�s y m�s frecuentes. Sus pies estaban entumecidos de fr�o. Jos�, un carpintero con poca educaci�n que jam�s hab�a pertenecido a alguna organizaci�n, y Mar�a, que nunca hab�a expresado una opini�n pol�tica, estaban totalmente confundidos.
El oficial apunt� con su pulgar al abdomen de Mar�a:
-Otro subversivo. Ustedes los terroristas se reproducen como conejos.
Mar�a apret� los dientes. Una contracci�n violenta y prolongada atraves� su cuerpo. Los oficiales israel�es se consultaron.
-Est� claro que son agentes. Solt�moslos y los seguimos hasta llegar a sus jefes.
El oficial superior les dijo que pasaran.
A�n era oscuro cuando entraron a Bel�n y Mar�a apenas pod�a continuar por las contracciones. Jos� estaba desorientado. No pod�a encontrar ni la calle ni la casa. No hab�a nadie en la calle, por el toque de queda. El burro sacudi� su hocico y los llev� a un establo en el que algunas cabras y ovejas yac�an en el heno. Jos� ayud� a acostarse a Mar�a y ella se recost� con la cabeza apoyada en un fardo de heno. El burro comenz� a mordisquear la paja.
Mar�a estaba en pleno trabajo de parto y se le escap� un grito por entre sus dientes apretados. Jos� le ayud� lo mejor que pod�a. Milagrosamente, un beb� naci� y comenz� a gritar de inmediato. Se encendi� una luz, los due�os salieron. Una pareja palestina. La mujer limpi� el beb� y cubri� a Mar�a con unas mantas.
La casa estaba repleta de parientes que hab�an huido de Nablus y Ramala para evitar los misiles israel�es. Se encontraban entre palestinos cristianos de Bel�n, seguramente ser�a m�s seguro.
A la noche siguiente, una resplandeciente estrella brill� en el firmamento y los Tres Reyes, que ven�an de ultramar, pasaron los puestos de control israel�es sin que los vieran, protegidos por el Se�or -pensaban. Y llegaron al establo que albergaba al reci�n nacido, llamado Jes�s, y le llevaron regalos y se arrodillaron ante su Salvador que dorm�a en un pesebre improvisado hecho por Jos�.
De repente hubo gritos y culatas de fusiles que destrozaban las puertas y romp�an los cristales. Un helic�ptero pas� rugiente y de pronto hubo una explosi�n, y el establo estall�. Brazos, piernas, cabezas de ovejas, piernas de cabras, torsos humanos y la cabeza de un beb�, volaron hacia el oscuro cielo aterciopelado.
La radio israel� anunci� que tres terroristas �rabes sospechosos, huyendo de Afganist�n, hab�an sido muertos en un escondite en Bel�n, despu�s de cruzar la frontera. El gobierno israel� se disculp� por toda muerte de civiles. Los medios estadounidenses repitieron la historia, mientras Washington felicitaba al gobierno israel� por su papel en la lucha contra el terrorismo internacional. Jes�s vivi� un solo d�a.