Documentos de James Petras
|
La
historia de George Soros
Saqueo
y Pobreza en Latinoamérica
por
James Petras
Adam Smith
criticó a los terratenientes "rentistas" por sacar "rentas"
de tierras improductivas. En la época moderna, los descendientes
de estos "rentistas feudales" sobre el capital y el trabajo productivo,
son los especuladores y financistas internacionales. Ellos compran
y venden la tierra, empresas, bienes raíces, incrementando
el costo de la producción sin producir mercancías útiles.
Construyen grandes centros comerciales, especulan con la moneda, logrando
ganancias inesperadas sin contribuir al desarrollo de la industria,
a la producción de alimentos ni al empleo bien remunerado.
El capital especulativo crece a un paso vertiginoso: Wall Street y
la Ciudad de Londres registran ganancias sin precendentes. Y las consecuencias
negativas se hacen evidentes en todo el mundo. Las economías
asiáticas han sido golpeadas por los especuladores internacionales
de las tasas de cambio.
En Latinoamérica, los fondos corporativos del exterior, las
grandes firmas financieras y los especuladores multimillonarios han
engordado sus planillas de ganancias a través de lucrativas
compras de monopolios de telecomunicaciones, bienes raíces
urbanos, centros comerciales, bancos, tierras rurales y urbanas, y
compañías petroleras y mineras. La compra de propiedades
estatales y bienes raíces urbanos a precios reducidos se ha
traducido en ganancias astronómicas en el plazo de uno o dos
años. La bonanza de importaciones baratas y el enriquecimiento
del 20% más rico de la población ha resultado en un
auge de importaciones de bienes de consumo. La compra a plazos alimenta
el consumo desenfrenado de los sectores medios y medio-bajos en los
centros comerciales. El crecimiento de los préstamos a gran
escala, públicos y privados, ha significado ingresos sin precedentes
tanto para instituciones financieras como para firmas de inversionistas.
Los que pagan los platos rotos
El otro lado de la moneda es la devastación de pequeños
agricultores y empresarios, acompañada de niveles récord
de quiebras, incautación de tierras con hipotecas morosas y
el incremento del número de trabajadores rurales sin tierra.
En México, más de dos millones de deudores se han organizado
para resistir a las incautaciones. En Argentina, más de 30.000
pequeñas empresas han ido a la quiebra.
El crecimiento de las importaciones baratas, los arriendos altos y
los elevados costos financieros han conducido al declive de las industrias
locales y al aumento de enclaves para la exportación, controlados
predominantemente por grandes corporaciones multinacionales de propiedad
extranjera. El transporte (automóviles), el procesamiento de
alimentos, las industrias mineras y químicas aparecen a la
punta del empuje exportador; mientras que los textiles intensivos
en mano de obra, vestido, calzado e ingeniería van en declive.
El proceso de desindustrialización selectiva y el crecimiento
de los sectores de exportación intensivos en capital ha producido
el desempleo masivo, el crecimiento del sector informal, así
como el trabajo temporal mal pagado, por un lado, y una pequeña
capa de profesionales, técnicos, contadores y asesores financieros
bien remunerados, por otro.
En Brasil y en el Gran Sao Paulo la tasa de desempleo es de 17%, en
la zona Gran Buenos Aires- Rosario, de 18%. En Venezuela, cerca del
60% está en la economía informal. Más del 60%
de la fuerza laboral chilena recibe un salario por debajo del nivel
que corresponde al valor agregado generado por su productividad. Las
inversiones mayores se ubican en la compra de empresas o bancos existentes.
La inversión en tierras urbanas y bienes raíces y la
compra de propiedades rurales inflan los precios de la tierra.
Las consecuencias son directas y uniformemente negativas para las
clases populares. La privatización significa despidos masivos,
incrementos en los precios de los servicios y la discontinuidad de
líneas de transporte y servicios, salvo en las rutas más
rentables. La inversión en bienes raíces se traduce
en edificios de oficinas o apartamentos para sectores de altos ingresos,
en el desplazamiento de los habitantes y arrendatarios de bajos ingresos
y la expulsión de empresarios y manufactureros pequeños
y medianos, a medida que los arriendos suben por fuera de su alcance.
Con el aumento de los precios de la tierra, los pobres se ven empujados
hacia fuera de los límites urbanos y a amontonarse en barriadas
con escasos servicios de transporte y salud, con lo cual se alarga
su jornada laboral y aumentan las enfermedades. El desplazamiento
reduce el acceso al empleo, a las escuelas y a los establecimientos
de salud. Los recortes en el gasto social es una política predilecta
de los gobiernos para "establilizar la economía" y dar las
garantías de que las inversiones no serán adversamente
afectadas por las fluctuaciones de la moneda.
El aceite de la corrupción
El boom de la minería, petróleo, agroindustria, bienes
raíces y sector financiero es la base, tanto para las apariencias
externas de crecimiento, como para la realidad interna de miseria,
desigualdad y protesta social crecientes.
Aparejado a la privatización y desregulación -las dos
columnas de la actual política de "libre mercado" en América
Latina- se presenta la corrupción a amplia escala y a largo
plazo en los más altos niveles de gobierno. México,
Venezuela, Brasil, Argentina y Bolivia han tenido presidentes que
han sido acusados de corrupción, y dos de ellos destituidos,
a la vez que una serie de altos funcionarios han sido implicados en
contrataciones ilegales, la interferencia en el sistema judicial y
la compra abierta de votos parlamentarios.
Mientras desde arriba la corrupción se encarga de engrasar
las ruedas de la máquina avasalladora del mercado libre, la
represión militar y policial, de silenciar la oposición
y el disenso, a fin de que las economías sean seguras para
los inversionistas extranjeros.
En Argentina, se ha registrado más de 850 incidentes de amenazas
y violencia (incluyendo dos asesinatos) contra comunicadores críticos
del régimen de Menem. En Brasil, más de 50 campesinos
sin tierra y squatters urbanos han sido asesinados por la policía
militar que protege a propietarios y terratenientes. En Venezuela,
durante la última década, los militares y la policía
han ocupado las calles dejando saldos de decenas de muertos y heridos.
Entretanto, los especuladores invierten miles de millones, y a medida
que se infla la burbuja financiera, la ira a la base se profundiza.
La desregulación ha facilitado que se fabriquen fortunas rápidas
de unos pocos, pero las consecuencias para la economía en su
conjunto han sido desastrosas.
El "filántropo" Soros
Un caso típico del nuevo capital especulativo que entra en
América Latina, es el de George Soros. Además de su
reciente gran compra del lucrativo monopolio telefónico ruso
Svyazinvest, en colaboración con el Deutsche Morgan Grenfel,
se alega que Soros ha ganado miles de millones al especular con la
tasa de cambios en Inglaterra y más recientemente en el Sudeste
Asiático. Las incursiones filantrópicas de Soros en
Europa del Este le ayudaron a crear puentes con futuros políticos
e intelectuales que posteriormente le facilitaron oportunidades lucrativas
de inversión en la compra de compañías en esa
región.
Como era de esperarse, Soros está a la punta de la avanzada
especulativa en América Latina. Encontró oportunidades
apropiadas para construir una gran fortuna bajo el régimen
Menem. De una inversión inicial de $10 millones en 1990, sus
haberes en bienes raíces ahora superan los $500 millones. Ellos
incluyen dos torres de oficinas, dos muelles en un complejo portuario
de lujo, edificios residenciales para sectores de altos ingresos y
planes para reconvertir el Mercado de Abasto de Buenos Aires. Ha comprado
cuatro de los seis mayores centros comerciales de Buenos Aires y un
gran complejo deportivo y hoy es el terrateniente y ganadero más
grande de Argentina. Esto último es resultado de una inversión
de $17 millones en 400.000 hectáreas de tierra y 160.000 cabezas
de ganado. A principios de 1997, con una ganancia de $90 millones
alcanzada en esa propiedad, Soros compró otras 60.000 hectáreas
de tierra agrícola y 87.000 cabezas de ganado. El valor de
la tierra se ha duplicado en unos dos años y el mercado estadounidense
se ha "abierto de pronto" a las exportaciones de carne de res argentina
por primera vez en 60 años.
Y mientras el valor de la tierra está en las nubes y los arriendos
aumentan y el régimen de Menem proclama su éxito para
atraer nuevos capitales, en Argentina las huelgas generales se extienden
a varias provincias y las manifestaciones masivas de trabajadores
de la salud y profesores, malpagados o impagos, se hacen frecuentes.
México es otro blanco para las aventuras especulativas de Soros,
con inversiones de $1.3 mil millones en bienes raíces. Así,
mientras el nivel de vida está a la baja, el predador externo
llega para atrapar los beneficios.
En Venezuela, Soros ha tomado el control de numerosos "cajeros automáticos"
y una compañía de bienes raíces cuyo capital
supera los $150 millones (Fondo de Valores Inmobiliarios, FVI). Además
tiene acciones en lucrativas compañías de minería,
textiles y energía eléctrica.
En Brasil, tiene acciones por $245 millones en la recientemente privatizada
compañía de teléfonos, Telebras, una acción
mayoritaria en Brazil Realty, e inversiones en rascacielos de oficinas
en el centro de Sao Paulo.
Al igual que en sus incursiones anteriores, aprovechando -en asociación
con especuladores locales- de las desregulaciones fomentadas por regímenes
corruptos y represivos, Soros cubre con un varnis filantrópico
su acción depredadora. En efecto, mientras amasa billones a
costa de los campesinos e indígenas desprovistos de tierra,
la Fundación Soros ha abierto una oficina que ofrece educación
a niños indígenas y de la calle en Ciudad Guatemala.
Conclusión
El crecimiento especulativo en América Latina ha subido de
escalón. Los millonarios locales están siendo desplazados
por los "jugadores mundiales", que despiden a quienes antes despedían,
compran todo y toman control de la nueva fuente de riqueza: la renta.
El crecimiento de rentas y ganancias a partir de inversiones especulativas
está directamente ligado al declive en los ingresos de los
asalariados y campesinos, a pesar de las favorables tasas de crecimiento
que se han dado recientemente.
En un sentido más profundo, la operación Soros, bajo
la cual "los grandes peces comen a los peces pequeños", pone
en relieve la creciente concentración y centralización
del capital financiero y de bienes raíces. Ello es parte del
nuevo estilo emergente de desarrollo con sus actores delimitados y
beneficiarios exclusivos. Es una fórmula para el crecimiento
altamente polarizado y explosivo.
En todo caso, Soros tiene la mayor parte de sus billones en fondos
de inversión líquida. Si llega la revolución,
él puede desplazar sus capitales a otras áreas, allí
donde los nuevos Menem, Cardoso y Calderas aparecen listos para engrasar
las ruedas del progreso con nuevos acuerdos lucrativos por arriba
y el correspondiente envío de la fuerza pública para
contener a la desconcertada población. Y la Fundación
Soros seguirá no muy lejos, con financiamiento para una comunicación
más abierta entre campesinos y especuladores.