VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Volver al Listado Documentos de James Petras


Entrevista a James Petras

Chile es el país con la peor
desigualdad de América Latina
11 de Octubre de 2001

Iván Quezada

James Petras (63 años) es un viejo conocido de Chile. Entre 1962 y 1973 estudió detenidamente la política en nuestro país, aportando su visión lúcida a los sectores que en aquella época intentaron la abortada reforma social que culminó con la Unidad Popular. Después ha continuado esta labor con textos en que cuestiona a la dictadura de Pinochet y los sucesivos gobiernos de la Concertación. Nacido en Estados Unidos en una familia de emigrantes griegos, desde sus años juveniles en las protestas en la Universidad de California viene desarrollando un pensamiento crítico de la influencia norteamericana en Latinoamérica. Esta vasta experiencia, en la actualidad, le permite impartir su cátedra de Ética Política en la University of New York, desde donde nos concedió la siguiente entrevista para referirse a las grietas que afloran en la llamada Globalización, el estado de los movimientos sociales y los posibles caminos que se abren ante la siempre vulnerable América Latina.

- ¿Cómo evalúa el proceso político en Chile en los últimos años?

- Chile ha transitado desde un autoritarismo militar hacia un neo-autoritarismo civil. De hecho, su país tiene las leyes laborales más represivas, se censura abiertamente la libertad de expresión y se le da el tratamiento más violento a un pueblo indígena en el contexto de la peor concentración de riqueza y la mayor cantidad de horas de trabajo en toda América Latina. El régimen de la Concertación, particularmente con la presidencia de Lagos, ha sido el principal apoyo para Estados Unidos, con un dominio evidente del libre comercio, particularmente acentuado por el acercamiento al ALCA. Chile, junto a Argentina y México, son clientes estratégicos para el imperialismo norteamericano.

- ¿Persiste en su tesis de que el golpe de Estado de 1973 en nuestro país fue más que nada un golpe clasista y no tanto militar?
- El golpe de 1973 en Chile  fue financiado y dirigido por el imperialismo de EE.UU. y la clase dirigente chilena. Ellos fueron los principales beneficiarios, los principales colaboradores y diseñadores de las políticas socioeconómicas. Las mismas clases determinaron que el militarismo aseguraría su impunidad en la transición hacia el orden del autoritarismo civil. La milicia gobernó y estableció privilegios económicos y sociales y una minoría se repartió los bienes para resguardar los intereses de una clase capitalista.

- ¿Considera que la satanización de la Unidad Popular, promovida por la ultraderecha chilena, va a ser el juicio de la historia para aquel período?

- La satanización de la Unidad Popular se encuentra tanto en la Concertación, como en la ultraderecha. A medida que la nueva generación de trabajadores, estudiantes, campesinos y el pueblo urbano en general desarrollen una batalla activa, es probable que en el futuro una minoría de intelectuales críticos articule una historia verdadera de la naturaleza progresista de la UP. En Chile aún persiste una tradición oral entre los pobladores que reconocen los alcances positivos de la UP; ellos proporcionarán una audiencia receptiva.

Los caminos de la Izquierda

- ¿Es posible que la mala conciencia, originada probablemente en el aislamiento en que las sociedades latinoamericanas dejaron a las víctimas de las dictaduras, sea un factor psicológico determinante en el auge de la frivolidad en nuestras culturas nacionales?

- La frivolidad y la propaganda de Estado son una característica de todos los medios masivos en EE.UU. y de muchos países europeos, no sólo en América Latina. Puesto que las clases populares sufren con la agudización de la crisis neo-liberal, no pueden ser influidas en el sentido de apoyar el sistema, así que se las distrae con frivolidad en cuanto a la oposición e ese mismo sistema. Sin embargo, el crecimiento de las luchas de clases a través de América Latina –con las excepciones de Chile y Honduras– ha generado una cultura popular de resistencia de masas, como se observa en Argentina y Bolivia, donde los piqueteros y cocaleros han creado una nueva cultura de solidaridad popular.

- ¿No cree que la tortura y la delación han producido un efecto de honda desconfianza entre los izquierdistas y tal vez a ello se deba su dispersión?

- La desconfianza resulta de la tortura y de la delación, pero no son las únicas fuentes. El ethos salvaje de la competencia y la codicia del éxito a cualquier precio azuza a los individuos a oponerse unos con otros, generando sospechas y desconfianzas, aun entre la misma Izquierda.

- Históricamente se ha dicho que la izquierda siempre va a perder con la derecha, porque la derecha está dispuesta a todo. ¿Cómo podría la izquierda romper este determinismo?

- La historia ha presenciado ciclos en los que la izquierda derrota a la derecha y viceversa. Ahora estamos saliendo de un período de victoria del ala derechista (1973-2000) y en verdad no se puede generalizar toda la historia sobre la base del último cuarto de siglo. Hoy la derecha está en el gobierno, pero enfrentando una depresión mundial y el resurgimiento de las fuerzas populares que usan una variedad de formas de batallas. La clave del éxito de los nuevos movimientos es que se comprometan en una acción directa vía auténticas asambleas populares de masa.

- ¿Cómo debiera ser una autocrítica de la izquierda que no terminara en el derrotismo o en la adopción de los postulados neoliberales?

- La autocrítica es constructiva cuando incluye las victorias tanto como las derrota, en el pasado y en el presente. El compromiso en las batallas populares de masa, estudiando cuidadosamente las nuevas alternativas, y con distancia de la dominante cultura académica burguesa es crucial en la promoción de una nueva cultura revolucionaria.

- Arthur Koestler, un típico ex comunista que se pasó al bando contrario, afirmaba que el problema con los medios de comunicación de izquierda era su propósito de usar al pueblo en vez de proporcionarle una vía de expresión.

- El desarrollo de una conciencia revolucionaria no es un evento "espontáneo" ni tampoco depende del tutelaje de la elite. Es el resultado de un diálogo dialéctico entre intelectuales activistas y militantes populares, donde las ideas teóricas y la experiencia práctica se confrontan. A ese respecto, es esencial que surjan asambleas populares donde con un lenguaje popular se comuniquen ideas complejas y en las cuales los activistas pueden expresarse libremente.

Desobediencia a la Globalización

- ¿En dónde se origina el fetichismo por el dinero que parece atenazar la conciencia de las personas en el presente?

- El quiebre de la solidaridad de clases y la corrupción y cooptación de los sindicatos y los líderes de los partidos de "izquierda" han forzado a las clases populares a relegarse en intereses familiares e individuales y de esa manera se tornan vulnerables a la propaganda comercial. Las necesidades de consumo popular, sin embargo, no debe confundirse con el consumismo de las clases medias y altas; la cuestión no es la demanda popular de comodidades de consumo (que se justifica), sino que la aproximación colectiva o individual a la seguridad de ellas y de las otras prioridades sociales de las clases populares.

- Usted sostiene que el intelectual comprometido es un actor en vías de extinción. ¿Estima conveniente recuperar ese papel que jugaba en nuestros colectivos?

- Una nueva generación de intelectuales comprometidos y críticos está emergiendo, particularmente en los países donde la lucha de clases está avanzando, como en Brasil, Colombia, México, Ecuador, Argentina, a pesar de que aún son una minoría en las universidades y las profesiones. Los nuevos intelectuales críticos rechazan el rol de "vanguardia" del pasado y entregan importantes análisis e ideas a los activistas y líderes del movimiento de masa, especialmente en la formulación de alternativas al ALCA, al neo-liberalismo, etcétera. Desdichadamente, en Chile, con unas pocas excepciones notables, el clima intelectual todavía está dominado por una cultura elitista propia del arribismo.

- ¿Ve como probable el surgimiento de una alternativa al neoliberalismo con las últimas protestas masivas contra la Globalización, particularmente en las potencias del hemisferio norte?

- El problema no es el resurgimiento de alternativas al neo-liberalismo, las hay muchas competitivas que van desde el rango de los sectores revolucionarios anti-capitalistas, hasta las reformas del nacionalismo que propone un estado de bienestar. En los países imperialistas tutelados por EE.UU., ahora mismo con Bush, están moviéndose desde un imperialismo neo-liberal hacia un imperialismo neo-mercantilista, que pronto se repetirá en Europa  y Japón. Esto provocará inevitablemente una reavivación de los regímenes nacionalistas, como Chávez en Venezuela, o la reanimación de una amplia variedad de "socialismos", en países tan diversos como Colombia, Brasil y Rusia.

- El fracaso de los llamados mercados emergentes, como el de Argentina, ¿lo ve como un proceso inevitable que va a terminar afectando a toda la región? - El colapso y la deuda por el incumplimiento de Argentina, junto con la profundización de la recesión en Europa, Japón y EE.UU., tendrá un efecto devastador en todas las economías basadas en las exportaciones. Las economías de exportación menos diversificadas y que además poseen mercados domésticos débiles, como es el caso de Chile, sufrirán las peores consecuencias.

- ¿Cómo describiría usted la desigualdad creciente que, al parecer, se ha impuesto en Estados Unidos?

- La creciente inequidad en EE.UU. corresponde a una función del poder político de la clase capitalista y la debilidad de un privilegiado y corrupto sector sindical que rechaza comprometerse en la lucha de clases y colabora con el Partido Demócrata.

- ¿Piensa que en Latinoamérica estamos condenados a marcar el paso de Estados Unidos y reproducir su sistema durante las próximas décadas?

- América Latina tiene dos modelos políticos: un sistema bipartidista en el cual la centro derecha (en Chile, la Concertación) compite electoralmente con la derecha (la UDI y sus aliados, en el caso de ustedes) por el privilegio de defender el imperio de EE.UU. en la clase local gobernante. El segundo modelo político es el movimiento sociopolítico de masa, comprometidos en la acción de masa extra parlamentaria y organizados para transformar el sistema socio-económico –como los Sin Tierra en Brasil, los Zapatistas en México, etcétera–. La pugna entre estos dos modelos decidirá el futuro de América Latina.

- A usted le ha tocado presenciar numerosos fracasos de ensayos de reforma social. ¿Todavía tiene la convicción de que se podrá vencer en algún momento el poder del neo-imperialismo?

- He presenciado grandes victorias y derrotas en los pasados 45 años. Hoy hay un progreso general en las luchas populares en la mayor parte de América Latina, con gran éxito en la construcción de movimientos y el aseguramiento de reformas parciales y limitadas. El imperialismo enfrenta una crisis económica, una desintegración de la base social a través de América Latina y un incremento de la dependencia de la militarización (Plan Colombia, Iniciativa Andina, Plan Cabañas, etcétera.) La excepción a la regla es la vuelta al electoralismo político en Chile. Preveo importantes transformaciones sociales en Colombia, Brasil, Argentina y posiblemente Venezuela dentro de los próximos cinco años. Aquellos países, individual y colectivamente, tienen la capacidad de resistir al poder de EE.UU. porque la política de control de los EE.UU. no considera una enfrentamiento contra ejércitos subterráneos, particularmente durante una severa recesión económica. Las políticas neo-mercantilistas de los EE.UU. afectarán a los sectores alienados de los negocios y la agricultura, creando un sentimiento nacionalista y abriendo muchas posibilidades para negociar más allá de la influencia de EE.UU.