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Socialismo en la era del imperialismo
James Petras

Introducción

En un pasado no muy lejano, millones de personas de todo el mundo, buscando escapar de la tiranía y explotación del imperialismo, encontraron una respuesta en la construcción de una sociedad socialista. Hoy en día, proponer la alternativa socialista genera más preguntas que respuestas. Estas preguntas pueden agruparse en varias subdivisiones: las preguntas más generales contraponen las nuevas y adversas condiciones "mundial-histórico" políticas, económicas y culturales, al surgimiento de movimientos y luchas revolucionarias; un segundo grupo de preguntas, que aunque acepta los aspectos estructurales negativos de un mundo dominado por el imperialismo, se cuestiona si a nivel micro, se puede desarrollar una subjetividad socialista; un tercer grupo de preguntas cuestiona si una revolución socialista triunfante puede desarrollar una estrategia viable en el medio de un mar de adversarios imperiales o simplemente se enredará en el mercado capitalista. Estas son preguntas importantes que deben dirigirse a aquellos que se plantean una alternativa socialista al poder imperial reinante, porque se necesitan respuestas exactas. Solamente visionar una alternativa "utópica", o evocar un sueño socialista no nos va a llevar muy lejos y será muy difícil que convenza a alguien excepto a aquellos que ya se encuentran entre los iniciados. Más importante aún, las utopías concebidas individualmente generalmente están confeccionadas por intelectuales divorciados de las luchas populares, y sus ideas están tan desconectadas de las experiencias y necesidades de las clases populares como lo está su vida diaria. Antes de embarcarnos en una discusión sobre las posibilidades históricas de una transformación socialista, será de utilidad especificar las preguntas más relevantes presentadas por los escépticos y los adversarios de la alternativa socialista.
El primer grupo de preguntas pone el énfasis en las nuevas restricciones estructurales. ¿El socialismo es posible en la era del imperialismo? ¿El poder de las corporaciones globales gigantes puede ser desafiado dentro de países o por países? ¿El poder de los medios masivos de comunicación Euro-Americanos y la influencia de sus mensajes propagandísticos sobre los pobres urbanos y rurales puede ser contrarrestado por formas alternativas de comunicación desde una perspectiva de la clase trabajadora? ¿Puede crearse una nueva subjetividad revolucionaria?¿Cuáles son las lecciones históricas de los períodos anteriores de expansión imperial en relación con la revolución?
Un segundo grupo de preguntas trata sobre los problemas de la subjetividad, la falta de una referencia socialista o revolucionaria. Las preguntas relevantes a este cuestionamiento de las posibilidades revolucionarias incluyen lo siguiente. Las ultimas décadas han demostrado que el aumento de la pobreza masiva y de las desigualdades no ha llevado hacia la revolución. ¿Podría ser que la movilidad individual y las relaciones de reciprocidad entre las clases bajas hayan creado formas alternativas de comportamiento y organización compatibles con el imperialismo? ¿Puede el socialismo reconstruirse sobre la base de experiencias nuevas, nacionales (o internacionales) a la vista del colapso de la URSS y la conversión de la elite china al capitalismo? ¿Es el estado un anacronismo trascendido por actores globales comprometidos con el sistema imperial?
El tercer grupo de preguntas no niega la existencia de oposición al imperialismo o a muchas de sus manifestaciones negativas pero cuestiona que los revolucionarios y los socialistas tengan una estrategia alternativa consecuente. Ellos preguntan: ¿existe una estrategia socialista coherente que pueda revertir los actuales intereses socioeconómicos imperiales creados, y las configuraciones del poder político? ¿Se pueden revertir las contrareformas neoliberales sin traumas ni crisis? ¿Son las instituciones socialistas viables en un mar de relaciones capitalistas?¿Los valores socialistas son compatibles con las operaciones en mercados mundiales o locales? ¿Puede una sociedad socialista organizar su seguridad nacional y su planificación económica sin caer en gobiernos burocráticos? Estas son las importantes cuestiones académicas y políticas que plantean los temas fundamentales que enfrenta cualquier defensor de una alternativa socialista al imperialismo contemporáneo. Sin embargo existen respuestas, algunas más provisionales que otras, todas argumentando que, a pesar de todo el escepticismo, dudas y críticas, existen bases sólidas para la lucha por el socialismo, como una posibilidad objetiva y subjetiva.

Condiciones objetivas para el Socialismo.


Una de las objeciones más fuertes al socialismo se basa en el alto grado de integración de los procesos económicos; el gran desarrollo de la división social del trabajo. Se nos dice que hoy más gente forma parte de más sectores económicos, que abarcando una multiplicidad de países, cooperan en la producción y distribución de todo tipo de bienes. Puesto de otra forma, se argumenta, la globalización -o en nuestros términos, el imperialismo- ha roto las limitaciones sectoriales del territorio nacional en la circulación de bienes y capital, creando, por lo tanto, un mercado y una unidad productiva interdependiente. En un sentido, esto es parcialmente cierto, en otro es claramente falso.
La profundización de la producción socializada, en la que muchas unidades económicas ubicadas en una multiplicidad de lugares cooperan para producir a escala mundial, es un hecho destacado en el mundo contemporáneo. Pero es falso presentar esto como una forma cooperativa de producción basada en un mayor grado de interdependencia. Porque esta cooperación para la producción de bienes está presidida por un inequívoco segmento de propietarios privados individuales y administradores de las empresas que toman las decisiones sobre las inversiones estratégicas y se apropian de los beneficios. Los propietarios privados y los controladores de la producción socializada no son interdependientes con sus trabajadores y empleados - ellos establecen las condiciones de trabajo, los niveles de remuneración y se asignan sus propios ingresos en una forma altamente desigual. El poder, la propiedad, el prestigio y el factor de ingresos son asignados en una forma altamente asimétrica basada en relaciones jerárquicas de explotación- no de interdependencia.
El Imperialismo ha puesto en movimiento dos procesos claros y opuestos: un alto grado de cooperación social entre los productores como un modo de aumentar la eficiencia; y una mayor concentración de la apropiación privada de la riqueza que se produce. Esta contradicción o polaridad creciente entre cooperación para la producción y la apropiación privada de los bienes colectivamente producidos es fundamental para el desarrollo de una transformación socialista. Se mida como se mida, el aumento de eficiencia, las crecientes innovaciones tecnológicas y la creciente productividad se encuentra en el mayor desarrollo de la división social del trabajo o producción cooperativa. La principal función de los propietarios privados y los administradores de las empresas es la apropiación de esta riqueza. La creciente concentración de la riqueza - la emergencia de una clase de super multibillonarios- se basa en el creciente número de trabajadores sometidos por este sistema de producción social: el socialismo está, por tanto, objetivamente situado dentro de la producción colectiva y la lucha se basa en extender la producción social a la propiedad y dirección social. La idea de cooperativa productiva es, por tanto, una parte integral de la producción global pero está mediatizada, defendida, racionalizada por la clase capitalista dominante que se apropia de su riqueza. El secreto capitalista de acumulación de riqueza no se encuentra en la genialidad de los capitalistas individuales sino en el vasto ejército de trabajadores, investigadores y empleados que producen y distribuyen bienes y servicios. El trabajo colectivo puede existir y prosperar sin ni un solo empresario capitalista incluido William Gates, pero el capitalista billonario no puede acumular riqueza sin el trabajo cooperativo.
El descubrimiento de la naturaleza social de la generación de la riqueza contemporánea, sin embargo, mientras proporciona un punto sólido de partida para la propiedad colectiva no nos conduce en si misma al socialismo, a menos que exista una comprensión profunda y extensa, una organización y lucha por parte de los productores directos para resolver esta contradicción. Por lo tanto el argumento de que la nueva ola de expansión imperial ha descartado la transformación socialista debido a la extensión de las relaciones de mercado se ha dado vuelta: el mismo proceso de incorporar a más trabajadores de más países dentro de la división social del trabajo crea una base objetiva para la acción social por la propiedad social.
La segunda base objetiva para argumentar a favor del socialismo es la naturaleza crecientemente centralizada de las decisiones políticas. Hoy más que nunca un pequeño grupo de funcionarios no elegidos tiene más voz y poder sobre un vasto número de personas en todo el mundo. Los funcionarios de los Bancos Centrales y de los ministerios de Economía y Finanzas del Imperio Euro-Americano, sus representantes en las llamadas instituciones financieras (IFI) como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco de Asia, el Banco Interamericano de Desarrollo, hacen las políticas macro y micro económicas que afectan adversamente a miles de millones de personas. Estas elites no elegidas de hacedores de políticas económicas responden directamente a los intereses de sus multinacionales y billonarios bancarios. En efecto, estas elites de tomadores de decisiones se adelantan a los poderes políticos ostensiblemente sostenidos por los funcionarios elegidos de los estados no hegemónicos. En otras palabras, el electorado del mundo vota por funcionarios electorales que están subordinados a las elites económicas no elegidas y que sirven a las instituciones imperiales y sus intereses. El electorado popular está, en efecto, privado del derecho al voto: las decisiones estratégicas se toman de forma centralizada por funcionarios no elegidos que gobiernan por decreto sin representación, deliberación o consulta popular. Por lo tanto, mientras más y más gente está crecientemente sujeta al gobierno de una elite centralizada, tienen menos control sobre sus condiciones sociales y económicas. El divorcio entre la política electoral y el dominio de las elites, entre los beneficios sostenidos para la elite del imperio y los ingresos y las condiciones sociales en disminución para la mayoría, establece las bases objetivas para las luchas extra parlamentarias y abre grandes oportunidades para que las fuerzas revolucionarias cuestionen las pretensiones oligárquicas de que capitalismo y democracia son términos coincidentes. Objetivamente la vasta centralización del poder oligárquico proporciona las bases para demostrar que la democracia solo puede recuperarse bajo el socialismo.
Si las contradicciones de las estructuras imperialistas contemporáneas proporcionan una sólida base objetiva para el desarrollo de una alternativa socialista, la experiencia histórica pasada nos proporciona una base más.

La Expansión Imperialista y la Revolución Socialista en Perspectiva Histórica.

El imperialismo es el resultado de los trabajos internos del capitalismo combinado con oportunidades externas, en parte ellas mismas instrumentos de los políticos imperialistas. En el pasado como en el presente, la expansión y conquista de los mercados externos y las fuentes de ingresos estatales han deshecho y rediseñado las relaciones de clase y las configuraciones del estado para maximizar los intereses económicos imperiales y las posiciones politico-militares estratégicas. El mismo proceso de desarrollo capitalista inducido por el imperialismo muy a menudo ha llevado hacia el desplazamiento masivo de campesinos, relaciones de trabajo de gran explotación, conflictos étnicos y raciales a diario y desigualdades de clase abismales. Los altos jefes políticos imperiales que dirigen el sistema solo responden ante sus propias clases gobernantes, provocando conflictos con un gran abanico de clases y grupos, desde elites pre-imperiales a modernos intelectuales y trabajadores asalariados. Estos conflictos inducidos por el imperio han llevado a innumerables revueltas y en algunos casos a revoluciones socialistas triunfantes, particularmente en períodos de guerras inter-imperialistas, cuando las clases dominantes locales y las elites gobernantes estaban debilitadas y desacreditadas. El punto teórico es claro, los sistemas imperiales a gran escala y de larga duración no han inhibido las luchas revolucionarias ni evitado las revoluciones socialistas.
Las revoluciones socialistas son producto de las guerras imperialistas realizadas por trabajadores y plebeyos dentro de los países imperiales y también por los pueblos colonizados o cuasi colonizados.
La famosa Comuna de París fue una prolongación de la Guerra Franco-Alemana de 1870-71, entre viejos y nuevos países imperialistas. La victoria militar alemana y la conquista de la mayor parte de Francia puso en funcionamiento una poderosa sublevación popular en París y la consiguiente comuna. Mientras que la Comuna de París duró apenas unos meses, su organización, legislación y hasta sus errores sirvieron como modelo práctico para las teorías revolucionarias de Marx y Lenin. La Primera Guerra Mundial inter-imperialista (1914-18) con sus millones de muertos, desplazamientos de población, hambre y destrucción puso en funcionamiento levantamientos populares masivos, protestas y revoluciones. La Guerra, la búsqueda de conquistas imperiales por medios militares, destruyó los lazos convencionales entre los líderes burgueses y sus seguidores plebeyos, y minó el control de los terratenientes sobre los sumisos campesinos. Las revoluciones socialistas se hicieron en Hungría, Bavaria, Finlandia y Rusia. Soldados y trabajadores se sublevaron en Berlín y en la flota del Báltico. El poderoso sistema imperial europeo, que dominaba en cinco continentes y se sostenía en una fuerza armada masiva y en tesoros rebosantes, como un bastión inexpugnable del poder capitalista, llevó a levantamientos masivos de trabajadores y campesinos y a una revolución socialista triunfante en Rusia.
En el período entre guerras existió un resurgir del imperialismo, particularmente los nuevos países imperialistas emergentes de Alemania y Japón, que desafiaron a los países europeos ya establecidos y a los Estados Unidos en sus regiones de hegemonía. Los conflictos y conquistas que vinieron a continuación, liberaron una nueva y poderosa ola de movimientos populares antiimperialistas entre los países destruidos por la guerra e hiper explotados, particularmente entre los millones de campesinos desplazados en China, Indochina y Corea. La expansión imperial y el pillaje de la tierra, minas y unidades productivas intensificado por la guerra, creó un gran ejército de resistencia revolucionaria, que condujo a revoluciones socialistas bajo el liderazgo de los Partidos Comunistas nativos en China, Indochina y Corea del Norte. Lo que comenzó como guerras antiimperialistas se convirtió en guerras civiles en las que finalmente triunfaron las fuerzas socialistas. En Europa se dio un proceso similar en Yugoslavia. En otros países la lucha anticolonial se dividió entre regímenes que consolidaron la relación neo-colonial y otros que buscaron crear estados nacionales-populares mixtos y no alineados. Es necesario subrayar dos puntos. En primer lugar, fue precisamente el nuevo y virulento imperialismo con su poderosa máquina militar y estructuras de estado totalitarias, lo que disparó las revueltas populares que minaron la dominación imperial. En segundo lugar, los viejos poderes imperiales europeos y el nuevo imperialismo de Estados Unidos no fueron capaces de restaurar la hegemonía imperial en varios países importantes (China, la mitad de Corea e Indochina. El punto teórico es que esta segunda ola de imperialismo, a pesar de su mayor poder de fuego y humano, el ámbito y la profundidad de su alcance económico, no pudieron evitar que las revoluciones socialistas transformaran con éxito la sociedad. Es importante notar en este sentido que las revoluciones triunfaron a pesar de y no debido a la ayuda de la sociedad colectivista que existía en la URSS. El mar de relaciones capitalistas no pudo evitar las revoluciones sociales.
El período de posguerra que siguió a la Segunda Guerra Mundial fue testigo del surgimiento del Imperialismo de Estados Unidos a escala mundial, con una red mundial de bases y alianzas militares, el mayor presupuesto militar y la tecnología militar más avanzada y empresas gigantes muy capitalizadas preparadas e involucradas en una expansión mundial para conquistar los mercados extranjeros (el surgimiento de las llamadas empresas multinacionales). Mientras el nuevo imperio de los Estados Unidos era capaz de reprimir y vencer a un cierto número de revueltas populares revolucionarias en todo el mundo, fue derrotado en dos conflictos importantes (China y Cuba), fue obligado a retirarse en una tercera (Corea) y vencido temporalmente en otras (Nicaragua, Angola, Mozambique, Chile, Granada, República Dominicana). Las revoluciones triunfantes tuvieron lugar precisamente en los países en los que la presencia del Imperialismo norteamericano era más dominante: Indochina, con 500.000 soldados y decenas de miles de millones de dólares de inversiones estatales en infraestructura militar. Cuba fue el país con la mayor concentración de propiedades norteamericanas y una gran base naval (Guantánamo). Los Estados Unidos aportaron más ayuda militar y asesores durante la guerra civil China que en ningún otro país desde la mitad a finales de la década de 1940. Igualmente los Estados Unidos dedicaron cientos de miles de soldados, y miles de millones de dólares en ayuda para conquistar la península de Corea y tuvieron que aceptar una negociación para dividir el país.
El punto teórico es que la profundización de la presencia militar y económica del imperio Norteamericano fue un factor condicionante que precipitó una revolución socialista triunfante, y no solamente un factor poderoso de inhibición. Respecto a la relación entre la revolución socialista y la ausencia o presencia del bloque soviético, debe notarse que todas las revoluciones en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial tuvieron lugar a pesar de la oposición del Kremlin: Yugoslavia, China, Cuba e Indochina. Mientras que los Soviéticos proporcionaron apoyo importante una vez que las revoluciones se habían consumado, la caída de la URSS no llevó al colapso de la revolución en Cuba, si bien la obligó a ajustar su política hacia el capital extranjero y buscar nuevos socios comerciales. El inicio y éxito de todas las revoluciones socialistas del siglo XX tuvieron poca relación con la presencia del bloque Soviético y más con el desarrollo de las luchas de clase y antiimperialistas en el país y la solidaridad internacional. Esto indica que la ausencia de la URSS hoy en día (el mar de capitalismo) no es un nuevo impedimento histórico sino un factor constante durante todo el siglo XX.
El resurgimiento de luchas populares de masas bajo direcciones socialistas o al menos anti-neoliberales o antiimperialistas en todo el mundo al comienzo del nuevo milenio, debería dejar de lado la noción de que el triunfo del imperialismo Euro-Americano es irreversible y no puede ser cuestionado. En América Latina las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),el movimiento rural de los Trabajadores sin Tierra (MST) en Brasil, la breve toma del poder por una alianza de indígenas, campesinos y suboficiales en Ecuador son los puntos destacados en el resurgimiento de la izquierda antiimperialista de masas. En Asia han surgido movimientos populares de masas similares basados en los sindicatos de trabajadores industriales (Corea del Sur) y también han surgido movimientos urbanos y campesinos en, entre otros, Indonesia, Filipinas y Nepal.
El punto teórico es que las dramáticas generalizaciones sobre un triunfo absoluto y universal del capitalismo/imperialismo en el despertar de la muerte de la URSS, voceado por sus defensores y repetido por los sectores desmoralizados de la intelectualidad de la izquierda no tiene bases empíricas. Esta postura ideológica triunfalista solo se puede sostener debido a la mediocridad de sus defensores y, en la izquierda, por el deseo de encontrar un nicho crítico en el imperio.
Si fuera cierto que el imperialismo Euro-Americano ha triunfado tanto y está tan consolidado como dicen sus fieles y la izquierda desmoralizada, el imperio no tendría necesidad de recurrir constantemente a políticas violentas y contrarevolucionarias y agrandar y profundizar su capacidad militar de intervención. Si la revolución ha terminado, o como dice un escritor izquierdista, el imperio se ha apuntado una victoria histórica decisiva, ¿por qué la necesidad de armar constantemente a la OTAN, entrar en guerras ofensivas en los Balcanes, el Golfo, el Cuerno de Africa? ¿Por qué los Estados Unidos están aumentando la ayuda militar 5 veces en Colombia y multiplicando el número de bases militares y oficinas del FBI en más de 30 países? Ciertamente ninguno de estos movimientos militares ofensivos están dirigidos contra el ataque de algún estado. El argumento más plausible se basa en el bastante frágil equilibrio socio político que existe entre las fuerzas pro y anti-imperialistas, en todo el mundo: un imperio todavía poderoso y un movimiento antiimperialista emergente como una corriente especifica y crecientemente anticapitalista.

Subjetividad entre Condiciones Objetivas y Revoluciones Populares.

Existe una brecha importante entre las oportunidades objetivas y la lógica racional de la revolución socialista y el nivel de conciencia revolucionaria entre los explotados y las clases marginalizadas. El desarrollo general y la profundización de la conciencia revolucionaria puede aparecer después de una convulsión revolucionaria o antes. En el análisis final la subjetividad revolucionaria no es una mera reflexión sobre la codiciosa explotación económica de los imperios en expansión. Es el eslabón esencial que comprende las condiciones objetivas y transmite esa comprensión en un programa político y en acción revolucionaria. Las condiciones objetivas son una condición necesaria pero no suficiente para la creación de clases sociales revolucionarias. La expansión imperial desplaza o subordina a los pequeños productores, convierte a los campesinos en trabajadores sin tierra, aumenta el número de asalariados, expulsa a los asalariados y los convierte en pobres urbanos autoempleados, quiebra las pequeñas y medianas burguesías. La respuesta ideológico política de estos grupos adversamente afectados no está predeterminada por la fuente imperial de su desgracia. El determinante de sus respuestas socio políticas se encuentra en la disponibilidad, capacidad de organización y liderazgo de los grupos ideológicos que compiten entre sí para convocar a las masas descontentas. En las presentes circunstancias existen varias formas organizadas y expresiones políticas de este descontento.
La respuesta más conservadora a la expansión imperial encuentra su expresión en los dependientes étnicos de los poderes Euro-Americanos, que promueven las apropiaciones y la explotación imperiales desde arriba y la expropiación de otros grupos étnicos desde abajo (por ej. guerras étnicas de liberación que legitiman el robo de la propiedad y los asesinatos públicos).
Una segunda respuesta es un tipo de "nacionalismo clerical" en el que las antiguas elites tradicionales desafían la dominación imperial para restaurar el poder y las prerrogativas de algunas de las elites religiosas y, en algunos casos, comerciales y terratenientes. A falta de los grupos izquierdistas seculares, los religiosos antiimperialistas presentan alternativas a la decadente moral occidental en lugar de un reto sostenido del poder económico Euro-Americano. No es raro que una división del poder económico, cultural y político resulte en que la autoridad religiosa controla las instituciones políticas y culturales mientras los partidarios de la libertad de mercado controlan la economía. Una tercera respuesta a la dominación imperial surge entre sectores de la pequeña burguesía que se ven afectados desfavorablemente por la libertad de comercio, que socava a los fabricantes locales, pago de deudas que reducen el crédito y aumentan los intereses y los inversores especulativos que generan volatilidad económica y provocan quiebras. Este grupo de profesionales progresistas, dirigentes de ONGs y otros están interesados en compartir el poder con los poderes imperiales. Luchan por un lugar en la mesa del FMI, del Banco Mundial y en las reuniones de la OMC. Piden alguna regulación para el movimiento de capitales, mayor acceso a los mercados occidentales y argumentan contra las condiciones de trabajo dictadas por occidente. Su demanda más radical es la tasa Tobin (un impuesto sobre las transacciones financieras a corto plazo).
Los movimientos más consecuentemente antiimperialistas se encuentran en las florecientes alianzas populares entre los trabajadores rurales sin tierra, los pequeños agricultores y productores campesinos y los trabajadores urbanos. Forman el moderno movimiento antiimperialista enlazando las reformas radicales con el socialismo. La multiplicidad de respuestas a la conquista Euro-Americana demuestra tanto la extensión de la oposición como su carácter fragmentado. La respuesta refleja solo parcialmente las posiciones de clase - así como la mayoría de las respuestas anteriores contienen una variedad de bases de masas aun si sus líderes vienen de medios sociales particulares. Está claro que la misma causa (la explotación imperialista) genera una variedad de efectos y organizaciones políticas. Evidentemente los políticos no provienen de procesos económicos, se crean en un campo de luchas culturales, ideológicas y políticas. Los grupos políticos con más posibilidades de triunfar, son aquellos cuyas organizaciones resuenan efectivamente con la experiencia diaria, proporcionan una fundamentación general (independientemente de lo irracional y equivocada que pueda ser), parecen resolver los problemas de cada día (no importa cuan depredadores puedan ser) y crean una imagen positiva de víctima triunfante.
El problema hoy no es objetivo - las vastas desigualdades mundiales y las transferencias de riqueza desde el mundo re-colonizado al imperio Euro-Americano son transparentes. El mundo capitalista está polarizado, los campesinos y trabajadores están explotados como nunca antes, el número de empobrecidos crece y sobre todo, dirigiendo el proceso está un imperialismo Euro-Americano omnipresente, arrogante, e invasor, un imperio sin ninguna virtud salvadora.
El problema es subjetivo - la debilidad específica se encuentra en la oposición o en los críticos del imperialismo, algunos de los cuales hasta reconocen los imperativos sistémicos políticos y económicos que definen el sistema imperialista, influenciados por el marco teórico y conceptual de sus adversarios, como se evidencia en su adopción del lenguaje del imperio (globalización, reforma económica, ajuste estructural, etc. etc.). Las ONGs, si bien enfocan correctamente sus criticas del OMC, el FMI, el Banco Mundial y los problemas del capital especulativo, pobreza, etc. no tienen una base organizada entre los trabajadores y los campesinos. Operan principalmente fuera de estas clases - porque carecen de un análisis clasista de los problemas y por lo tanto, de las soluciones.
Muchos de los intelectuales, incluídos pensadores críticos, han adoptado una visión pesimista del mundo, inflando el poder del imperio y la reputación de sus apologistas mientras condenan a la izquierda (y a aquellos que tienen la audacia de involucrarse en la lucha antiimperialista) por no haber desentrañado suficientemente las profundidades de su derrota y no haberse adaptado a las nuevas realidades, o sea, encontrar un nicho realista en el sistema donde se puedan codear con la "nueva Derecha", socialdemócratas convertidos en social-imperialistas. Este género de intelectuales carece de una visión mundial, toman prestado el paradigma dominante, proporcionan un poco de crítica abstracta, marcan su ascendencia y proyectan su futura continuidad mientras exponen sus excesos y ofrecen paliativos no solicitados en la usual forma servil-realista con el poder que sea.
En el campo de las organizaciones de masas los sindicatos tradicionales, salvo algunas notables excepciones, se han adaptado a las exigencias de las políticas neoliberales y las demandas de los conglomerados económicos. Los máximos funcionarios sindicales han adoptado una posición hacia el estado similar a la relación entre los monarcas y los nobles: juran lealtad al orden neoliberal a cambio del control de su feudo (el sindicato). A pesar de todo, importantes minorías del ejército de trabajadores, dentro y fuera de las confederaciones sindicales oficiales, se han involucrado en numerosas acciones militantes no autorizadas y a menudo se han unido con otros movimientos sociales de izquierda anti corporaciones en una masiva oposición al OMC, el Banco Mundial, el FMI y sus organizaciones en el exterior. Igualmente una importante minoría de intelectuales y estudiantes han elaborado programas anti corporaciones, anti globalización para acompañar e inspirar sus políticas de acción directa. Así como los partidos históricos de la izquierda (Comunistas) y el centro izquierda se han dirigido a abrazar al neoliberalismo (La Tercera Vía de Blair es el ejemplo más claro), los nuevos grupos antiimperialistas,y anti corporativos han creado sus propias redes internacionales, su propio estilo de movimiento, organización política y formas innovadoras de políticas de acción directa que incluyen las ocupaciones de tierras en Paraguay y Brasil, huelgas generales y levantamientos populares en Ecuador y Bolivia, ocupaciones de fábricas en Corea del Sur, masivas demostraciones de desobediencia civil en Londres, Seattle, Washington y Amsterdam y luchas guerrilleras a gran escala en Colombia. Los intelectuales militan en los movimientos contra la deuda externa, ONGs progresistas contra la globalización y que atacan a los modelos económicos neoliberales. La marea creciente de oposición extraparlamentaria a la dominación imperial (mal llamada globalización) ha introducido un nuevo factor en la ecuación política: un eslabón subjetivo entre las condiciones objetivas de explotación y una transformación social popular. Los nuevos movimientos que propugnan la nueva sociedad en sus múltiples o concretos aspectos políticos, necesitan confrontar algunos retos importantes en el diseño de una sociedad socialista nueva. Para ahorrar espacio, las voy a catalogar en una lista abreviada: 1) la división internacional del trabajo, 2) la dependencia de los mercados externos y las finanzas, 3) pesados pagos de deuda, 4) migración extranjera (emigración de trabajadores calificados inducido por el imperio), 5) dependencia de las clases altas y medias de los bienes importados, 6) el aparato de los partidos y sindicatos existentes están atados al status quo, 7) los medios masivos de comunicación hostiles están ligados a los conglomerados y transmiten propaganda pro imperialista, 8) posibles embargos económicos y amenazas militares, 9) tiranía de la doctrina de la "inevitabilidad de la globalización", 10) fuga de capitales, 11) revueltas mercenarias, étnicas o militares sustitutas.
Para construir una sociedad socialista nueva, corresponde a los militantes el anticipar los posibles escenarios adversos para preparar las respuestas. En primera instancia el socialismo debe verse como un cambio integral basado en transformaciones en la esfera económica, cultural y política; basado en la comprensión de la dominación multidimensional del imperialismo. No se puede tender a la transformación económica sobre un aparato estatal hostil ni introducir cambios sociales cuando los medios masivos de comunicación exhortan a una demanda excesiva del consumo, a la rebelión militar, etc.
Aun reconociendo los profundos retos que el imperialismo Euro-Americano representa para una transformación socialista, los socialistas poseen varios activos políticos estratégicos. En primer lugar, las tecnologías de información (TI) proporcionan enormes posibilidades para recoger información de fuentes específicas sobre mercados alternativos, conflictos de competencia entre poderes imperiales, recursos inutilizados en el país así como para informar y registrar las demandas populares. Las nuevas tecnologías pueden procesar y producir nuevos paradigmas y políticas alternativas basadas en restricciones y activos en el mundo de la toma de decisiones económicas y políticas, que pueden proporcionar un público más amplio con los costos y beneficios de las decisiones políticas alternativas. Las TI no son un sustituto de la prática política democrática sino una herramienta que permite al pueblo registrar sus necesidades a través de la riqueza de datos, facilitando decisiones óptimas. Una precondición esencial para la democracia con TI es un estado nuevo, configurado de manera adecuada. El estado juega un papel de pivote, proporcionando el terreno para la participación popular, el debate y la formulación de un programa de transición que vaya de una economía de configuración neo-imperial a una economía socialista.
Las configuraciones de un nuevo estado presuponen varias condiciones de factibilidad - esencialmente cambios estratégicos en la sociedad y en la economía. Primero y sobre todo, el principio de base social de apoyo político debe pasar de partidarios pasivos a activos: la masa de población explotada, excluida y desplazada debe ser movilizada, organizada y debe estar provista de canales para la deliberación, la consulta y la toma de decisiones efectiva. Sobre todo, debe diseñarse una estrategia económica de manera que la base social del régimen sea la primera beneficiaria, para demostrar que la revolución es por el pueblo y para el pueblo y no un subterfugio ideológico para intelectuales con una movilidad social ascendente. Siguiendo esta línea, el segundo cambio estratégico implica la reordenación de la producción, la inversión, los prestamos y las prioridades del mercado para estimular el empleo, los ingresos y la producción de la base de masas. Es esencial moverse hacia la nueva economía y consolidar el apoyo político. Interelacionado con el cambio y la introducción de nuevas prioridades de producción está la necesidad de redistribuir ingresos y la tierra para romper el poder de los terratenientes y los conglomerados y mejorar la posición de los trabajadores y los pequeños productores. Finalmente, el estado es de crucial importancia para reordenar las prioridades presupuestarias en términos de impuestos y gastos: terminar con los subsidios a las exportaciones y a las corporaciones imperiales y aumentar los gastos sociales para la atención médica universal, vivienda publica, educación y pensiones. Para evitar una crisis fiscal, los porcentajes de los impuestos deberían ser más progresivos en ingresos, ganancias e incrementos inmobiliarios.
Estos cambios socioeconómicos son estratégicamente importantes en fortalecer la capacidad del estado socialista democrático para enfrentar el inevitable intento subversivo de la oposición imperial corporativa. Esa oposición se expresará en primera instancia como una crisis de confianza inversora- tácticas de miedo diseñadas para acobardar al régimen y conseguir que reniegue de su política. Esto requiere que el estado realice acciones decididas y movimientos tácticos compatibles con sus objetivos estratégicos. Esencialmente existe una línea de tres ramas de acción preventiva. Primero, políticas económicas de choque, creadas a imitación de las del FMI, solo que invirtiendo beneficiarios y perdedores: congelamiento de las cuentas bancarias, ganancias y otros activos, control de precios de los productos básicos, congelamiento de todos los empleos. Esto debe ser seguido por políticas de ajuste estructural desde abajo - las empresas en quiebra o con problemas económicos deberían intervenirse, sus deudas reestructurarse, su administración reorganizarse -introduciendo el control de los trabajadores y de los empleados técnicos. Estas políticas deberían ser parte esencial de un paquete más amplio de reformas económicas que pondrían el énfasis en la ampliación y profundización del mercado interno, cerrando selectivamente la economía a los conglomerados monopolistas y fomentando el espíritu empresarial dentro de empresas socializadas cooperativas o las pequeñas y medianas empresas privadas. Las reformas económicas deberían combinar un plan nacional formulado democráticamente con la existencia de empresas públicas autónomas y descentralizadas, cooperativas y firmas privadas coordinadas por una asamblea legislativa nacional y ejecutiva.

Gestión de Crisis

Estas políticas seguramente provoquen la oposición de los centros pro imperiales, llevando a una crisis en la economía de transición. Esto, a su vez, requiere una estrategia de gestión de crisis. Pueden seguirse varias líneas de acción simultáneamente. Primero, la política debe orientarse a garantizar las necesidades básicas de la base social de masas. En segundo lugar, se deben aplicar políticas de austeridad sobre los ricos (extranjeros y nacionales): una política de tomar rehenes de MNC para poder negociar. La elección debe ser: cooperación o expropiación. Debe mencionarse que la desinversión es una espada de doble filo; afectar a la economía popular es un negocio de una sola opción: una vez que los inversores se marchan no hay vuelta atrás. En tercer lugar, el régimen debe sustituir nuevos factores de producción para reemplazar la fuga de capitales. Esto requiere la movilización de recursos no utilizados (los desempleados y los subempleados, tierras en barbecho, transporte de animales en distancias cortas, tecnologías autóctonas, etc.) para producir bienes que extiendan y profundicen la economía interna y sostener las importaciones. Mediante las bases de datos TI, los políticos pueden reutilizar los recursos inutilizados para cubrir las necesidades básicas en la micro y macro economía.

Hacia una Política de Consolidación de la Transición.

El surgimiento de una economía libre socialista y cooperativa no puede basarse en su totalidad en un modelo o visión preconcebido. Por el contrario, el resultado será una mezcla de intentos conscientes y contingencias basadas en el comportamiento, actitud y desempeño político y económico de actores sociales y clases claves. Por ejemplo, la transición puede comenzar con un modelo de coparticipación entre capital y trabajo, pero bajo circunstancias de desinversión evolucionan desde el control de los trabajadores a la expropiación y reestructuración que lleva a una forma de auto gestión.
A su vez, la auto gestión basada en un sistema descentralizado se modificará hasta el grado en que las prioridades sociales nacionales se acepten o se rechacen y el auto enriquecimiento de forma a las decisiones de los nuevos gerentes, llevando hacia nuevas desigualdades. Una intervención estatal selectiva en forma de impuestos y políticas redistributivas puede legislarse para evitar grandes desigualdades regionales y sectoriales. Mientras el nuevo régimen socialista proporcione una amplia libertad de formas de propiedad en diferentes sectores, ciertos sectores estratégicos como la banca, comercio exterior, telecomunicaciones, recursos nacionales, transportes, infraestructuras, salud serán de propiedad pública bajo control popular. El sector público combinará el espíritu empresario y la contabilidad popular. El viejo y angosto espíritu empresario relacionado con el beneficio se reestructurará para hacer que la innovación, la gestión y la investigación sean más propensas a la creación de habilidades nacionales. Se introducirán nuevos estilos de gestión flexibles, adaptándose a las necesidades de los trabajadores, la familia, los consumidores y el medio ambiente. Las TI deberían proporcionar programas flujo de matrices para facilitar el nuevo estilo de gestión. Una de las áreas clave para el nuevo liderazgo es el problema de la corrupción política y las ganancias ilícitas. El sobreprecio realizado por las empresas privadas exigirá un control de precios de los productos básicos, tales como productos farmacéuticos, agua, granos básicos, transporte, etc. Esto se puede combinar con el precio libre de los bienes de lujo - sujetos a fuertes impuestos a la importación e impuestos a la propiedad personal. El nuevo régimen debería investigar y confiscar los bienes de fortuna transferidos ilegalmente a cuentas en el exterior. Debería amarrar los activos nacionales y reclamar a los holdings extranjeros de la droga, la prostitución y el contrabando capitalista y a sus cómplices financieros.

Políticas del Régimen Pos-Imperial

El control sobre el estado requiere el despido o arresto de altos funcionarios corruptos o que estén involucrados en comportamientos altamente perjudiciales para las clases populares (involucrados en represión que causa la pérdida de vidas). Esto implica la creación de nuevas instituciones en el ámbito de lo militar, lo judicial y de banca central. Se deben crear nuevas estructuras estatales que sean compatibles con el nuevo régimen socialista y demócratico y la nueva economía. Debe desarrollarse una nueva policía de seguridad nacional para garantizar la seguridad de los ciudadanos y las naciones y protegerlos de la intervención imperial y la subversión. Esto requiere organización popular así como nuevos códigos legales que impidan la financiación y la promoción imperial de candidatos clientelares.
Las asambleas regionales y locales (como las del estado de Río Grande do Sul en el sur de Brasil) deberían debatir y resolver las asignaciones presupuestarias para proyectos sociales, económicos y culturales.
Deberían realizarse asambleas anuales en los lugares de trabajo para debatir y decidir proyectos de nuevas inversiones así como prioridades de las empresas y de la comunidad local en consulta con los grupos minoritarios. Deberian ser elegidos comités del lugar para dirigir la producción conjuntamente con comités de ingeniería, marketing y gestión en una base de representación del 50/50.
Las políticas económicas a corto plazo deberían dirigirse hacia la conservación de las relaciones comerciales externas, orientándose tan pronto como sea posible hacia la diversificación de los mercados, y la recomposición de las exportaciones y acreedores mientras se profundiza el mercado interno. Debería efectuarse una moratoria sobre el pago de la deuda. Los préstamos de los políticos corruptos y los préstamos privados para empresas con fines no productivos deberían repudiarse. Los pagos deberían renegociarse y posponerse hasta que la economía se estabilizase. Cualquier medida punitiva o políticamente hostil por parte de los prestamistas debería llevar al rechazo de la deuda. Las posibilidades de evasión de impuestos deberían desaparecer y se debería castigar a las corporaciones que encarezcan los productos via transferencia de precios. Los sectores estratégicos de la economía deberían socializarse y pagarse con bonos a largo plazo con pagos diferidos para recapitalizar y modernizar las empresas. La gestión económica del estado debería modernizarse para aumentar su pericia y su capacidad para la administración económica y elevar su eficiencia en detectar evasión de impuestos, regulando la salud y las condiciones laborales. Debería profundizarse la producción para la sustitución de importaciones y acompañarse por el desarrollo continuado de la educación en solidaridad política e innovación tecnológica.
Los mercados internos en particular tienen prioridad esencial en la construcción de la nación. Las políticas del imperialismo y el libre mercado han llevado a la quiebra a la economía campesina y a las industrias provinciales, causando la despoblación masiva del interior. Para el imperialismo, la "nación" son los enclaves urbanos y mineros y los centros administrativos que refuerzan la perspectiva del mercado libre y promociona las absorciones extranjeras. La nación como ente político geográfico es una formalidad vacía. La tarea de un régimen socialista es recrear la nación, reconstruyendo los mercados y las unidades productivas del interior de los países por medio de créditos, redes de transporte que conecten los sectores productivos complementarios de las provincias y la infraestructura social. La seguridad nacional implica la consolidación de la construcción de la nación y de la base social popular del régimen. Elevar el nivel nutricional de la población requiere un compromiso importante en inversiones para la autosuficiencia alimentaria. Esto exige la promoción de productores locales mediante cooperativas de productores y empresas familiares. La producción local de bienes de consumo populares tiene un efecto de multiplicación que lleva a extender la reproducción y a un mercado interno vibrante.
La eficiencia de la producción socializada, la distribución, el transporte, las telecomunicaciones y las TI debería medirse por el grado en que estimula el crecimiento del ingreso, la producción y el estándar de vida para la economía social; la disminución de los ingresos del estado puede llevar a déficits empresariales, pero a excedentes sociales - en términos de estándares de vida generales y la expansión de la red productiva en las economías provinciales. El cálculo de los beneficios sociales es la forma más adecuada de medir la eficiencia de la economía socialista.

Política Cultural Post-Imperial.

Mientras exista una esfera distinta de política cultural, su significado puede entenderse y representarse mejor dentro de una matriz económica, política y social mayor. Dada la importancia estratégica de consolidar la base social popular, durante el período transicional el régimen socialista debería priorizar la educación básica en alfabetismo incluyendo formación informática, formación técnica, análisis crítico de clase y reconocimiento de las contribuciones del arte clásico occidental y no occidental. La esfera cultural debería involucrarse en la promoción de expresiones culturales nacionales innovadoras, la participación popular en creaciones artísticas así como nuevas síntesis de formas de arte cosmopolitas y locales. La política debería dirigirse a maximizar la participación popular a expensas de los promocionados y sobrevaluados espectáculos comerciales de las millonarias supuestas superestrellas Euro-Americanas.
La política cultural debería dirigirse hacia el redescubrimiento desde abajo de la historia y las relaciones de clase contemporáneas. Realismo crítico y expresiones románticas que se construyen desde el recuento imaginativo de las realidades sociales y los deseos personales.
Básicamente el estado debería participar de un debate público sin coerción con adversarios artísticos y apologistas de los intereses del imperio. A través de trabajos de arte imaginativos y argumentos razonados, los regímenes culturales pos imperiales deberían promocionar valores de solidaridad, las críticas de los beneficios antisociales y la exploración individual de la dimensión socio psicológica de los problemas personales. La honesta presentación de los problemas universales de la mortalidad, el amor, la muerte, el envejecimiento, los fracasos y éxitos. El estado debería subsidiar las artes - en sus expresiones alta, baja y media que entretiene y educa. Si bien los intelectuales, las figuras deportivas y los artistas muy formados pero oportunistas deberían poder emigrar libremente a mercados más rentables, deberían retribuir a la clase trabajadora y a los campesinos por los gastos de su educación y formación, ya sea mediante tiempo de trabajo o pagos directos. Los precios de entrada a los espectáculos deportivos y los eventos artísticos deberían establecerse de forma que sean accesibles a todos los trabajadores. Los salarios de los actores profesionales deberían concordar con los de los profesionales o los trabajadores altamente cualificados. No deberían ser parte de una elite privatizada. Las instalaciones culturales deberían ser públicas y estar ampliamente disponibles: casas de campo y mansiones de la playa deberían socializarse y estar disponibles para las vacaciones de las familias trabajadoras.
Finalmente, la revolución cultural promoverá la auto realización a través de trabajos culturales de estilo experimental y clásico. Como conclusión, el socialismo puede comenzar a resolver el problema básico de la existencia material, acabando con el saqueo. Podría también proporcionar las bases para confrontar las tragedias y los triunfos de las relaciones personales y las necesidades emocionales. El socialismo no resolverá estos problemas muy básicos, que persistirán. Pero el camino estará abierto al debate sobre la naturaleza de las pasiones humanas y los dilemas insolubles de la vida diaria. Las cuestiones de ciencia, tecnología, sus usos y abusos, los sentimientos religiosos estarán todos abiertos al debate, dentro de los parámetros de nuestra democracia participatoria igualitaria, fuera de su uso instrumental para aumentar el poder imperial.
Traducción para Rebelión: Alicia de los santos

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