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Documentos de James Petras

Política agrícola de los Estados Unidos de América hacia Latinoamérica

James Petras

Introducción

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial la política de los EUA hacia Latinoamérica ha cambiado drásticamente. Esencialmente podemos dividirla en tres distintos periodos basados en los distintos intereses político-económicos dentro de los Estados Unidos, las alianzas socio-políticas con las élites Latinoamericanas y la relación particular con el interés global de los Estados Unidos:
(1) Fase Extractiva: dictaduras, inversiones directas y latifundismo: 1945-59;
(2) Reforma, democracia y la burguesía progresista: la alianza para el progreso:1960- 1973;
(3) Modernización desde arriba y desde afuera: 1974-2000
Este artículo apoya varias tesis:
(1) La política agraria norteamericana no tiene aliados permanentes, solo intereses permanentes. Las alianzas cambian de los propietarios de latifundios tradicionales a reformadores agrarios y hasta legar a exportadores comerciales de agronegocios dependiendo en los cambios en el poder político y social dentro de Latinoamérica.
(2) La política de los Estados Unidos siempre apoyó una política selectiva de libre comercio hacia Latinoamérica.
Comenzando con el Caribe y América Central en los 40’s y 50’s y extendiéndose hacia el sur después de la mitad de los 70’s, Washington intentó capturar los mercados de alimentos y unir la agricultura Latina a las empresas manufactureras químicas y de equipo agropecuario de los Estados Unidos.
(3) La política de libre comercio en los Estados Unidos fue bloqueada en los 60’s y a principios de los 70’s por regímenes nacionalistas y de izquierda en Sudamérica y México, durante extensos periodos, particularmente después de la Revolución Cubana y fue forzado a adoptar una política de acomodo a la Reforma Agraria como una estrategia para evitar la Revolución Socialista.
(4) Washington contribuyó a la derrota de los movimientos populares rurales en los 60’s y a principios de los 70’s y en la instalación de los regímenes autoritarios, los cuales revirtieron las reformas pero no restauraron los latifundios pre-reforma. En vez de ello Washington favoreció una modernización capital intensiva de la agricultura que marginó a los propietarios de tierra tradicionales y a los campesinos en favor de granjas comerciales a gran escala, agricultores subcontratados y agricultores de mediano tamaño integrados al mercado.
(5) La política agrícola de libre mercado está guiada por la búsqueda de Washington de nuevas salidas dentro de Latinoamérica para los inversionistas, un superávit comercial en su búsqueda de aminorar sus déficit comerciales globales y la promoción de la especialización de la agricultura Latina para proveer con importaciones de alimentos baratos para mantener la inflación local baja y proveer trabajadores locales con alimento de bajo precio.
(6) "La apertura" de la agricultura Latinoamericana desde los 80’s es parte de una "estrategia neo-liberal" que afecta a todos los sectores de la economía Latinoamericana. Las fuerzas sociopolíticas dentro de Latinoamérica promueven la desregulación, la especialización de exportaciones, la privatización y la reducción del gasto social, son las mismas fuerzas que están canalizado los créditos, los prestamos y la asistencia técnica los exportadores de agronegocios a gran escala.
La alianza entre Washington y los comerciantes libres de Latinoamérica se está polarizando y concentrando la riqueza y la tierra en una minoría de capitalistas transnacionales. En el campo, están los sectores exportadores y en las ciudades, los grupos financieros y de manufactura atados a los circuitos internacionales.
(7) La política de libre comercio de los Estados Unidos está provocando movimientos rurales de protesta a gran escala y a largo plazo, resistencia y movilización social a través de Latinoamérica. Los movimientos rurales en tanto ganan fuerza están construyendo alianzas con movimientos urbanos y partidos políticos radicales, los cuales desafían tanto las políticas agrícolas de los Estados Unidos no solo están dañando el abastecimiento local de alimentos y están minando a los productores a pequeña escala, y también están encendiendo la oposición sociopolítica más significativa hacia el modelo neoliberal.

Fase extractiva: 1945-59.

Justo después de la Segunda Guerra Mundial los inversionistas norteamericanos concentraron sus inversiones en la minería y en la agricultura. Las áreas de mayor interés fueron el Caribe y Centroamérica. Washington se alió con las clases propietarias de grandes tierras y con los regímenes autoritarios establecidos: Trujillo en la República Dominicana, Batista en Cuba, Somoza en Nicaragua, Pérez Jiménez en Venezuela, Duvalier en Haití, Los dictadores ofrecieron entrada libre a los mercados y regulaciones liberales para la inversión. En efecto, estos fueron los tiempos de la liberalización temprana’ donde los inversionistas de los Estados Unidos se estaban concentrado en extraer beneficios de los enclaves exportadores en minas y plantaciones. Los patrones de inversión de los Estados Unidos comenzaron a cambiar a principios de los 50’s, 3 particularmente en Sudamérica y México, cuando los manufactureros, a gran escala comenzaron a invertir para supera las barreras arancelarias establecidas mediante las políticas de sustitución de importaciones. La política económica extractiva enlazada con la alianza, con los dictadores políticos y los terratenientes tradicionales, provocó rebeliones populares particularmente en Guatemala y Bolivia a principios de los 50’s. La respuesta de Washington varió en cada caso.
En Guatemala el régimen democráticamente electo de Arbenz aprobó una legislación que legalizaba los sindicatos y expropiaba las tierras no cultivadas propiedad del Unite Fruit Company. Los Estados Unidos organizaron un boicot y más tarde con éxito derrocaron al gobierno a través de un golpe dirigido por la CIA.
En Bolivia los Estados Unidos aceptaron una reforma de la Tierra y expropiaron a los latifundistas bolivianos y se aliaron con los nacionalistas de la clase media para prevenir una revolución socialista dirigida por los mineros. Las diferentes respuestas demuestran tanto la rigidez como la flexibilidad de Washington en asuntos de cambio agrario. La rigidez cuando las reformas agrarias afectan los intereses de negocios de los Estados Unidos, la flexibilidad cuando no. Es igualmente importante hacer notar que el poder imperial de Washington no fue ilimitado. Aún en los 50’s, los retos radicales de abajo emergieron y en alguna ocasión tuvieron éxito.
La Revolución Cubana: su significado para la política agraria de los Estados Unidos: 1959-62.
La Revolución Cubana tuvo un gran impacto en la política de los Estados Unidos hacia la agricultura Latinoamericana. Previo a la revolución Washington nunca cuestionó sus alianzas con terratenientes tradicionales porque ellos eran la clase más favorable para la "economía abierta de libre comercio". La mayor parte de las estaciones experimentales agrícolas de los Estados Unidos y las misiones de ayuda técnica, especialmente el programa Rockefeller en el desarrollo de nuevas semillas híbridas estaba encaminado hacia la programación de actividad agraria de exportación a gran escala.
La Revolución Cubana, en el curso de sus primeros tres años, expropió la mayor parte de las plantaciones propiedad a gran escala de los Estados Unidos y los cubanos, fábricas de azúcar y ranchos ganaderos. Convirtió muchas granjas estatales y cooperativas y repartió tierra a los pequeños propietarios La primera y segunda reformas agrarias crearon una base rural de apoyo político para la socialización del resto de la economía, por lo tanto convirtiendo a cuba en el primer país socialista del hemisferio. Cuando los Estados Unidos cortaron la cuota de azúcar de Cuba, el régimen de Castro desarrolló lazos comerciales con la ex Unión Soviética, China y mantuvo sus lazos con Canadá y Europa Occidental. Como resultado de la Revolución Cubana los autores de la política de los Estados Unidos comenzaron "a re-pensar la política" en Latinoamérica con dos propósitos en mente: (1) cómo limitar el atractivo de la Revolución Cubana en Latinoamérica; (2) cómo evitar que las luchas sociales para la reforma agraria se unieran con los movimientos de trabajadores en las ciudades y que por lo tanto se produjera una revolución social.
El presidente Kennedy propuso la Alianza para el progreso la cual combinaba la reforma agraria y la promoción de una alianza entre la industria latina y las corporaciones multinacionales norteamericanas. Junto a la Reforma social, Kennedy luchó por elecciones libres y programadas de contrainsurgencia: elecciones para ganarse a la clase media latina y represión militar para detener el avance político de los campesinos, trabajadores y estudiantes radicalizados.
Las condiciones políticas en el continente americano estaba maduro para revoluciones sociales: movimientos campesinos a gran escala se encontraban activos en Perú, Brasil, Chile, Colombia, México y otros países. Las guerrillas rurales surgieron en Venezuela, Guatemala, Perú y Colombia; los movimientos de masas urbanos en la República Dominicana, Brasil, Chile y Argentina estaban en ascenso. Estos movimientos rechazaban el "mercado libre" y, las políticas de puerta abierta de la alianza Estados Unidos- Latinoamérica.
Washington condicionó la ayuda económica a la legislación que promoviera la reforma agraria, esperando que la presión sobre los regímenes latinos formara una nueva alianza reformista entre los campesinos y la clase media para disminuir la radicalización en el campo. La legislación de la reforma agraria se aprobó formalmente, pero no se implementó y se llenó de obstáculos administrativos. Los regímenes electorales de clase media no pudieron o no quisieron poner en riesgo a los terratenientes, ya que muchos de ellos poseían lazos económicos, políticos y familiares con las élites rurales y estaban temerosos del radicalismo de los campesinos. Aún más, los militares reprimieron a los militantes campesinos e intervinieron para minimizar los cambios agrarios que ponían en peligro a la élite terrateniente. Los Estados Unidos adoptaron una política contradictoria de apoyo a la reforma agraria, y la contrarreforma militar. El resultado de la alianza para el progreso fue una profundización de la radicalización.
Para fines de 1963 los políticos en Washington estaban debatiendo sobre si dar por terminado su apoyo a la reforma agraria y dirigirse hacia una políticamente más aceptables "estrategia de modernización de la élite". La resolución en parte llegó con el golpe militar apoyado por los Estados Unidos en Brasil en 1964. Esto fue el comienzo del fin de los coqueteos de Washington con la política reforma agraria.
Los militares brasileños destruyeron los movimientos campesinos y se embarcaron en un compromiso a gran escala y a largo plazo hacia una estrategia de agricultura dirigida a la exportación, financiando por el Banco Mundial y la organización USAID y apoyado por las agencias agrícolas públicas y privadas de los Estados Unidos.
Mientras que Washington consideraba la estrategia brasileña como un modelo de "modernización desde arriba y desde afuera" para Latinoamérica, tenía que acomodar otras realidades en otras partes de Latinoamérica. En Chile y Perú los regímenes reformistas (demócratas cristianos y la izquierda en Chile, nacionalistas militares en Perú), instauraron políticas redistributibas a gran escala, dando por terminado el latifundio y estableciendo nuevas cooperativas rurales. Sin ninguna alternativa social en aquél entonces, Washington no resistió los cambios, particularmente debido a que las inversiones norteamericanas estaban concentradas en sectores no agrícolas.
Washington en el contexto de un apalancamiento político limitado, buscó la reforma para evitar la revolución, ya que la política del mercado libre no era una alternativa viable.
Washington sin mucha ceremonia abandonó sus alianzas previas entre los latifundistas chilenos y peruanos para abrirle los brazos a los nuevos reformistas de clase media, por el momento.
A principios de los 70’s, la crisis y las confrontaciones se profundizaron en Latinoamérica: las reformas sociales estaban alcanzando niveles inaceptables para la clase capitalista local y sus aliados en Washington. Comenzando en Sudamérica los golpes de estado militares respaldados por los Estados Unidos en Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay y Ecuador. Washington decidió a terminar su apoyo a la política de reformas y negociación.
Decidió hacer un cambio radical en su estrategia general hacia Latinoamérica con un nuevo grupo de élites económicas y un nuevo grupo de hombres de decisión.

Modernización "desde arriba y desde fuera": 1974-2000.

Si la revolución cubana marcó la vuelta hacia la ‘reforma’ e política agraria de los E. U., la contrarreforma chilena de 1973 señaló un cambio decisivo en la política de los E. U. Hacia el neoliberalismo, la instauración sin ataduras de una política de libre comercio y la ascendencia de los agro-negocios.
Desde la mitad de los 70’s hacia adelante, el marco conceptual, el vocabulario de la economía político-agraria, cambió drásticamente, reflejando los cambios en el poder.
Términos como "reforma agraria", "agricultura cooperativa", "política redistributiva" y otros asociados con la ascendencia de movimientos masivos de campesinos de la década previa desaparecieron. En su lugar los expertos agrarios, y los políticos en Washington y Latinoamérica hablaron el lenguaje de la "modernización", ""fuerzas del mercado", "estrategias de exportación" y "eficiencia", reflejando la ideología y el poder de la agricultura corporativa.
Por supuesto que el tema real no era la productividad contra la reforma social como algunos defensores de la política corporativa argumentaron. El tema real era político: las relaciones sociales, la tenencia de la tierra y las estrategias de mercado que serían instauradas. Las estrategias de desarrollo no son empujadas por la "tecnología", sino por patrones de tenencia de la tierra. La organización social determina los tipos de tecnología desarrollada y aplicada. La nueva era de la contrarreforma no tenía que ver con una restauración de formas previas de la agricultura basada en latifundio, más bien se movió hacia la "corporatización de la agricultura". Las empresas multinacionales y el gobierno de los E. U. ya no encontraban utilidad en la labor intensiva en predios tierras de cultivo extensivo del pasado. No sólo por su ineficiencia, sino porque estaban muy carentes de lazos hacia adelante y hacia atrás dentro de la matriz de los agro-negocios.
Washington estaba interesada en revertir la agricultura reformada basada en campesinos y en integrar la nueva agricultura capitalista al mercado internacional utilizando insumos caros (fertilizantes, pesticidas, semillas, maquinaria agrícola) y en proveer bienes agrícolas baratos para los procesadores y exportadores norteamericanos.
Brasil era la vanguardia de la nueva estrategia E. U.-Latinoamérica (parte porque comenzó casi una década antes que el resto de Latinoamérica). Los dictadores militares brasileños promovieron la especialización en el cultivo a gran escala de productos para la exportación (soya, café, jugo de naranja, etcétera). Los Estados Unidos estaban involucrados profundamente en la venta de importaciones y particularmente en el comercio de exportación. Mientras tanto, la represión militar de movimientos campesinos y la eliminación de la reforma agraria condujeron a un pronunciado declive en el porcentaje de la población que vivía en el campo y la emigración masiva hacia las favelas o ciudades perdidas de las grandes ciudades. Se desarrolló una gran brecha, un golfo entre los sectores corporativos encaminados a la exportación y los productores campesinos desplazados o arruinados, algunos de los cuales emigraron hacia las grandes ciudades del sureste o hacia el Amazonas para crear áreas de sobrevivencia.
Chile bajo Pinochet siguió la "experiencia brasileña". El régimen promovió la restauración de tierra expropiada con un esfuerzo concertado para fomentar nuevos negocios agrícolas exportación de fruta entre nuevos inversionistas. El régimen neo-liberal no recreó el viejo sistema de latifundio. Lo que siguió al desmantelamiento del sector de la reforma agraria fue el crecimiento forzado de una agricultura altamente intensiva de exportación ligada a los mercados mundiales. La estrategia de Pinochet de "modernización desde arriba y el exterior" combinó exportaciones de fruta hacia los E.U. dirigido por una nueva élite de productores corporativos chilenos. Los campesinos emigraron a las ciudades o bien se volvieron trabajadores de granja por temporal, trabajando en los campos o viviendo en empresas empacadores (packing proses).
A principios de los 90’s, una nueva y lucrativa división del trabajo internacional evolucionó, en la cual los gigantes conglomerados estadounidenses "contrataron" granjas latinas y productores agro-corporativos para producir cosechas específicas que se ajustaran a los mercados norteamericanos y proveer cosechas de temporada, por ejemplo vegetales y frutas de invierno. Los controles de calidad especificados por el Departamento de Agricultura de los E. U. se referían principalmente a la apariencia, tamaño y color -con menos preocupación sobre los pesticidas u otro contenido químico.

El Contacto político militar para la ascendencia de los agro-negocios.

Los E.U. se comenzaron a involucrar mediante una relación CIA-Pentágono-Departamento de Estado en colaboración con las élites militares y económicas de Latinoamérica al establecer los regímenes neo-liberales. Subsecuentemente el Departamento del Tesoro, Comercio y Agricultura intervinieron para proveer una estrategia múltiple de penetración y promoción de los intereses norteamericanos en los agros-negocios. El Tesoro proveyó los préstamos y sus representantes en el Banco Mundial financiaron a los grandes agroexportadores, los proyectos de irrigación, caminos y redes de transporte que unieron a los nuevos agro-exportadores a los mercados externos, a la vez que aislaron a los pequeños productores de los mercados locales. El Departamento de Comercio promovió "los mercados abiertos" para las exportaciones norteamericanos de granos, ganando importantes segmentos de mercado y convirtiendo algunos países que previamente tenían excedentes agrícolas de granos en países con déficit alimentario. Los términos financieros liberales hechos por el Banco de Exportaciones y Importaciones de los E. U.
hacían que los importadores latinos les fuera barato comprar granos norteamericanos para sí arruinar a los productores locales pequeños y de mediano tamaño. El Departamento de Agricultura trabajó con los complejos norteamericanos más grandes Cargill, Archer Daniels y otros para promover el control norteamericano sobre la comercialización, así como con las compañías químicas norteamericanos como Monsanto, Dow Chemical, etcétera. La agencia estadounidense AID contrató a un número de universidades norteamericanas para promover la agricultura basada en productos químicos ligada a unidades a gran escala orientadas hacia exportaciones, creando así una "industria del conocimiento" ligada a una producción corporativa multinacional. "El conocimiento técnico" se ancló a una forma particular de agricultura corporativa. Lo que se asumía acerca de los métodos de producción, mercados, formas de producción y poblaciones, estaba basado en creencias derivadas de estrategias corporativas. A pesar de sus compromisos con las multinacionales muchos de los expertos agrícolas norteamericanos declararon su "neutralidad ideológica". Sólo una minoría de expertos agrarios en los E. U. buscaron desarrollar una "ciencia para la gente", creando tecnologías apropiadas para proveer comida nutritiva y barata para poblaciones locales dentro del marco de relaciones de tenencia de la tierra equitativas. La relación integrada entre agencias políticas, militares y agrícolas en el gobierno de los E. U. que promovían los regímenes neo-liberales, y la "agricultura abierta" en Latinoamérica, dieron sus frutos. Los patrones de consumo latino cambiaron, al tiempo que los puntos de venta de comida procesada norteamericana se expandieron. Los Corn Flakes de Kellogg's remplazaron las tortillas, la Coca-Cola reemplazó los jugos de frutas; Mc Donald's reemplazó los antojitos.
Los déficit en la dieta crecieron, al tiempo que el consumo de productos imperialistas se incrementó.
Los inversionistas norteamericanos a gran escala sacaron ventaja de las crisis en la deuda, los deft-swaps, las devaluaciones y el valor bajo de la tierra para comprar tierras agrícolas valiosas. En la actualidad el especulador norteamericano George Soros es el exportador de ganado más grande en Argentina. El patrón que se replica en México, Venezuela y Brasil, con otros gran inversionistas norteamericanos europeos y japoneses.
Las principales compañías agroquímicas y exportadoras de semillas, han financiado la experimentación agrícola que ha generado nuevas semillas que son más "productivas", pero más costosas en términos de insumos. Así se desplaza a los pequeños productores, reduciendo la diversidad de las especies e incrementando la vulnerabilidad hacia nuevas plagas que crean inmunidad hacia los productos químicos actuales en un ciclo que nunca termina.
Igualmente importante es la nueva estrategia de agro-exportaciones, la cual conduce a la influencia de financiamiento de ultramar y en particular al papel de los bancos internacionales para "aceitar las ruedas del comercio". En tiempos de alza de precios de productos básicos esto no es problema; sin embargo los movimientos repentinos y hacia abajo en los precios y los pagos más elevados a los bancos conducen a crisis financieras aún para los "agrosectores corporativos".
El efecto neto de la nueva estrategia de "modernización" por lo tanto no está confinado a la elevada explotación, desplazamiento y empobrecimiento de los campesinos más pobres, sino a la bancarrota y al endeudamiento de agricultores medianos y aún grandes, como es el caso de los cultivadores de maíz y trigo en el sur de Brasil, México y otros países.
En la perspectiva global Washington se beneficia de la emigración de los campesinos a las ciudades a través del crecimiento de una población laboral excedente disponible para trabajo barato dentro los E.U. y en las industrias de la frontera. La "modernización desde arriba", crea una masa de fuerza de trabajo excedente para la manufactura ligera, plantas maquiladoras que se han convertido en grandes "plataformas de exportación". El excedente de la labor rural, ha servido para poner una gran presión hacia abajo en el salario de la fuerza de trabajo, no sólo en Latinoamérica sino también en los E. U., donde las amenazas de "salir del país", disciplina a los trabajadores de los E.U. a para mantener las demandas salariales a niveles bajos.
La estrategia de modernización desde arriba, promovida por los E.U. ha resultado en una sociedad de clases altamente polarizadas y en un crecimiento desigual. Una nueva clase de "agricultores" latinoamericanos multimillonarios vinculados a las empresas agronegocios de los E. U. mandan sobre una población campesina cada vez más pobre, agricultores de mediano tamaño en bancarrota o cerca de la bancarrota y granjeros altamente dependiente de los contratos. El resultado ha sido un éxito espectacular de los creadores de política de E. U.: han consolidado una posición económica decisiva en la agricultura latinoamericana, una posición que influye entre los creadores de política latinoamericanos y que juega un papel importante en el entrenamiento de agrónomos latinoamericanos cómplices.
Aún así el éxito al establecer la hegemonía norteamericana ha creado contradicciones y oposición manifiesta.
(1) El empobrecimiento de los productores tradicionales de granos a través de competencia injusta ha motivado la producción de droga, cocaína, mariguana, etcétera, la cual ha tenido repercusiones negativas en la sociedad norteamericana.
(2) Movimientos sociales a gran escala, tales como el MST en Brasil, los zapatistas en México, los cocaleres en Bolivia, los movimientos campesinos de Ecuador, la guerrilla y movimientos campesinos en Colombia, los movimientos campesinos en Guatemala, El Salvador, etcétera, han jugado un papel importante en la creación de polos de oposición políticos no sólo hacia las políticas de agro-negocios, sino hacia los regímenes neo-liberales.
(3) La internacionalización de la producción ha elevado los precios pero ha dejado a los consumidores locales sin subsidios alimentarios en un momento en que los salarios han declinado y los beneficios sociales han sido cortados, creando una población urbana explosiva.
(4) La internacionalización de las inversiones crea una vulnerabilidad más grande, al tiempo que la demanda y los precios fluctúan y los sitios de inversión cambian de acuerdo con las preferencias corporativas. El fenómeno de altas y bajas de la economía especulativa está profundamente inmerso en la nueva economía agrícola.
(5) El daño ambiental se acumula, ya que debido a los agronegocios se hace uso intensivo de productos químicos, y esto ha levantado un movimiento ecologista significativo popular así como de profesionistas. La unión entre asuntos de justicia social y los grupos ambientalistas, crea la base para una oposición política nacional que une a los campesinos y a la clase media.
(6) Una nueva generación de agrónomos con una perspectiva crítica hacia la "estrategia de modernización desde arriba" ha emergido y está técnicamente preparada así como socialmente unida a movimientos populares, para desarrollar un nuevo marco en la agricultura el cual pone los asuntos de alimentación y tenencia de la tierra locales en él, dentro de los debates sobre producción y tecnologías.
Enfrentando una oposición a largo plazo y a gran escala entre movimientos rurales politizados y cada vez más sofisticados, la élite de los agronegocios ha recurrido a financiar proyectos, los cuales distraen los retos fundamentales de tenencia de la tierra, propiedad, financiamiento y mercadeo.
Para minar la oposición han diseñado "programas de pobreza" que proveen subsistencia temporal a los campesinos alejados de su tierra por las fuerzas del mercado para evitar su movilización social. El Banco Mundial brinda fondos de "autoayuda" y "microempresas" en los intersisticios de la economía para dirigir la atención de los campesinos empobrecidos hacia bajo y hacia adentro. El Banco Interamericano de Desarrollo apoya proyectos locales que impactan poblaciones limitadas a corto plazo sin poner en riesgo el poder de las élites sobre la macro-economía agrícola. Las instituciones financieras apoyan con fondos ciertas ONG orientadas hacia el sector privado para minar los programas públicos y los fondos para campesinos y pequeños granjeros. Las microempresas tienen poco impacto a largo plazo y a gran escala. La mayor parte de los microproyectos cubren a poca gente, frecuentemente fallan pero tienen un impacto político a corto plazo consiguiendo el voto para los neoliberales, una minoría de ONG’s progresistas se están aliando con movimientos campesinos progresistas y revolucionarios orientados hacia la transformación social. En el contexto de movimientos sociales, proyectos locales pequeños se han unido a transformaciones sociales, creando nuevos modelos de producción colectiva democrática.

Conclusión.
Es una de las ironías más grandes de nuestro tiempo que el lazo más débil en el nuevo imperio global sea precisamente las áreas rurales. La transformación capitalista de la agricultura ha puesto en movimiento una nueva generación de campesinos orientada a crear movimientos ligados a los centros urbanos y a las organizaciones internacionales como la "Vía Campesina". El mismo éxito del neo-liberalismo para concentrar la riqueza está conduciendo a la acumulación de nuevas fuerzas en un polo alternativo: rurales sin tierra, campesinos, agrónomos progresistas, trabajadores urbanos, granjeros en bancarrota y profesionales en la clase media. En el nuevo milenio es posible ver un nuevo modelo de agricultura "desde abajo y en el interior", el cual se base en las habilidades técnicas de los agrónomos entrenados ligados a las demandas de justicia social y la democracia participativa de los productores rurales.
La clase gobernante de los norteamericanos no es omnipotente. Las políticas agrícolas no se envían directamente del centro imperial y se implementan automáticamente en latinoamérica. La instauración de políticas de libre mercado norteamericanas reflejan relaciones de poder. Cuando los regímenes latinoamericanos están controlados por políticos ligados a élites exportadoras, Washington tiene una gran influencia. Las políticas favorables a Washington se instauran. Cuando los regímenes nacionalistas o socialistas están en el poder, Washington se ve forzado a enfrentar o adaptarse a los cambios hechos en latinoamérica. Es crucial para la ejecución de la política de Washington la unión con las clases colaboradoras y los creadores de políticas en latinoamérica. Cuando están en el poder, Washington muestra una política de cooperación.
Cuando emergen regímenes que tienen en la mente la reforma agraría y que persiguen estrategias alternativas, Washington intenta minarlos con presión económica y derrocarlos vía fuerza militar. El punto teórico es que las alternativas para las políticas de libre mercado surgieron en los 60’s y a principios de los 70’s, precedidos por una década de movilización social. Hoy podemos tomar las lecciones del pasado. Contra aquellos académicos que argumentan que la "globalización" o el imperialismo son inevitables, apuntamos al pasado reciente, cuando los movimientos políticos retaron y forzaron a los E.U. a modificar su agenda agrícola. Podemos apuntar al paralelismo entre los movimientos masivos crecientes en el campo en la actualidad y aquellos que surgieron en los 50’s, actividades que precedieron transformaciones políticas de los 60’s y de principios de los 70’s. La pregunta decisiva es si una estrategia alternativa puede ser desarrollada y un liderazgo político puede emerger, el cual unifica las luchas sociales a una estrategia política nacional, que vea hacia la profundización y a la extensión de los mercados locales, como ocurrió entre 1940-1980. La historia nos enseña a no ser esclavos de los amos del momento: dentro de cada movimiento rural se crean y se llevan a cabo las esperanzas y realidades de las nuevas sociedades.