Documentos de Noam Chomsky
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Las
entrevistas de Barsamian
a Chomsky
5 de marzo del 2001
1-
Propaganda y adoctrinamiento
David Barsamian:
Hablemos de un tema al que volvemos periódicamente, propaganda
y adoctrinamiento. ¿Como profesor, cómo hace que la gente piense
por ella misma? ¿Se pueden impartir las herramientas para conseguir
tal cosa?
Noam Chomsky: Yo
creo que se aprende a base de práctica. Soy un Deweyita desde
hace ya tiempo, desde mis experiencias de la infancia y mis lecturas.
Uno aprende a base de práctica, a hacer las cosas observando
como otros las hacen. Esta es la manera como uno llega a ser un buen
carpintero, por ejemplo, o un buen físico. Nadie puede enseñar
como aplicar la física. En las ciencias naturales no se imparten
cursos de metodología. Quizás sí en las ciencias
sociales, pero en cualquier campo con un contenido intelectual importante,
no se enseña metodología. Uno sólo puede observar
a otros hacer las cosas, y participar con ellos en hacerlas. Así
pues, un seminario de graduados en un curso de ciencia consistiría
en un grupo trabajando en equipo, muy similar a la forma en que un
artesano aprendiendo un oficio trabaja con otro que supuestamente
es bueno en dicho oficio. Lo mismo pasa aquí. Yo no trato de
persuadir a la gente, o al menos no de un modo consciente. Quizás
sí lo hago. Si es así, es un error. La manera correcta
de hacer las cosas no es tratar de persuadir a la gente de que uno
tiene la razón, sino desafiarles a que lo piensen por sí
mismos. No hay nada en los asuntos humanos de lo que podamos hablar
con gran certeza, cosa que en gran parte también es cierta
para las ciencias naturales exactas. En áreas complicadas,
como los asuntos humanos, no poseemos un nivel extremadamente alto
de certeza, muy a menudo es sólo un nivel mínimo. En
el caso de los asuntos humanos, asuntos internacionales, relaciones
familiares, lo que sea, podemos acumular evidencia y juntar las cosas
para observarlas de un cierto modo. El enfoque correcto, dejando a
un lado lo que uno u otro haga, es animar a la gente a hacer esto.
Hay que intentarlo uno mismo, y en particular intentar mostrar el
abismo que separa las versiones corrientes de lo que pasa en el mundo,
de lo que la evidencia de los sentidos y las preguntas que hace la
gente nos demuestran tan pronto lo miramos de esta forma. Una respuesta
común con la que me encuentro, hasta en chats en la red, es
'No puedo creer nada de lo que dice, es totalmente contrario a lo
que me enseñaron y siempre he creído, y no tengo tiempo
de mirarme todas estas notas al pie de página. ¿Cómo
sé que lo que dice es cierto?' Es una reacción plausible,
yo digo a la gente que es la reacción correcta. Nadie debería
creer que lo que yo digo es cierto. Las notas están ahí,
para que uno mismo lo averigüe si quiere, pero si uno no quiere
tomarse la molestia, no hay nada que hacer. Nadie nos va a verter
la verdad en el cerebro. Es algo que uno mismo debe averiguar.
DB: Otro comentario
que he oído cuando se habla de este tema es 'Yo no soy Noam
Chomsky. No tengo sus recursos. Trabajo en el aeropuerto de 9 a 5.
Tengo que pagar la hipoteca. No tengo ni el acceso ni la habilidad'
¿Hace falta tener un cerebro especial?
NC: No un cerebro
especial, pero sí un privilegio especial. Tienen razón.
Hay que tener un privilegio especial, que nosotros tenemos. No es
justo, pero lo tenemos. Los recursos, la formación, el tiempo,
el control sobre nuestras vidas. Quizás yo trabajo cien horas
a la semana, pero son las cien que yo elijo. Es un lujo poco frecuente,
del que sólo un sector diminuto de la población disfruta,
y aún menos de los recursos y la formación. Es extremadamente
difícil hacerlo uno solo. La mayoría de los que lo consiguen
no poseen ningún privilegio, y eso es porque al mismo tiempo
tienen varias ventajas. El no haber tenido una buena educación,
el no haber sido sujetos al enorme flujo de adoctrinamiento que comporta
tal educación y el no haber participado en el sistema de adoctrinamiento
y control para interiorizarlo. Con adoctrinamiento quiero decir desde
el jardín de infancia hasta la vida profesional. Al no formar
parte de todo esto se es de algún modo más libre. Así
pues, también hay ventajas fuera del sistema de privilegio
y dominación. Pero también es verdad que una persona
que trabaja cincuenta horas a la semana para llevar comida a la mesa
no tiene el lujo que nosotros tenemos. Por eso la gente se junta.
De eso se trataban los sindicatos, de la educación de los trabajadores,
que a menudo salía de los sindicatos en los movimientos de
trabajadores. De este modo la gente se juntaba, para animarse, para
aprender los unos de los otros, para averiguar cosas sobre el mundo.
Sobre distintos mundos, de hecho: literatura, historia, ciencia, matemáticas.
Algunos de los grandes libros de ciencia y matemáticas para
el público (para millones de personas) fueron escritos por
especialistas de izquierdas, y estos temas pasaron a la educación
de los trabajadores, unas veces a través de los sindicatos,
otras de ramificaciones. Hay cosas que se pueden conseguir en grupo
pero no individualmente. De hecho, esto es verdad para las ciencias
más avanzadas. Poco se hace a modo individual, normalmente
se trabaja en grupos de acción colectiva, intercambio, crítica
y desafío, con alumnos que juegan un papel activo y a menudo
crítico. Lo mismo pasa aquí. Parte del genio del sistema
de dominación y control yace en la separación de los
individuos para que esto no ocurra. No podemos consultar a nuestros
vecinos, tal como uno de mis cantantes favoritos dijo en los años
treinta. Mientras no podamos consultar a nuestros vecinos creeremos
que hay buenos tiempos. Es importante asegurarse de que la gente no
consulte a sus vecinos.
DB: ¿Quién
era el cantante?
NC: T-Bone Slim.
DB: ¿Escuchaba a
T-Bone Slim?
NC: Leo cosas así,
no estoy a tono con el mundo auditivo.
2- Vencer las ortodoxias
David Barsamian:
Volvamos a lo que los individuos pueden hacer para vencer las
ortodoxias. Steve Biko, el activista surafricano asesinado por el
régimen apartheid cuando se encontraba bajo custodia, dijo
'El arma más poderosa en manos del opresor es la mente del
oprimido'.
Noam Chomsky: Es
bastante acertado. La opresión tiene lugar porque se ha interiorizado
su legitimidad. Eso es cierto para los casos más extremos.
Tomemos la esclavitud como ejemplo. Si uno era un esclavo no era fácil
rebelarse, en absoluto. Pero si nos fijamos en la historia de la esclavitud
veremos que de algún modo se admitió como un 'así
son las cosas, haremos lo que podamos bajo este régimen'. Otro
ejemplo, también contemporáneo (se estima que en el
mundo hay unos 26 millones de esclavos), son los derechos de las mujeres.
En este caso la opresión ha sido ampliamente interiorizada
y aceptada como legitima y apropiada. Es así hoy, y ha sido
así a lo largo de la historia. Como en muchos otros casos.
Tomemos el de los trabajadores. A mitad del siglo XIX, en los estados
Unidos, hace 150 años, un trabajador asalariado no era considerado
muy diferente a un esclavo. Esta no era una postura nada inusual.
Era el eslogan del partido republicano, la bandera bajo la cual los
trabajadores del norte fueron a luchar durante la guerra civil. Estamos
en contra de cualquier tipo de esclavitud. Los individuos libres no
se alquilan a otros. Quizás nos vemos obligados a hacerlo de
manera temporal, pero sólo para convertirnos en personas libres.
Una persona libre es aquella que no recibe órdenes de nadie,
es un ideal de la ilustración. A propósito, la idea
no surgió del radicalismo europeo, estos eran trabajadores
en Lowell, Massachussets, un par de kilómetros al norte de
donde estamos. Hasta se escribieron editoriales sobre esto en el New
York Times en aquel tiempo. Hizo falta mucho tiempo para inculcar
a la gente la idea de que es legítimo alquilarse a otros. Desgraciadamente
hoy en día esta muy aceptado. Esto es opresión interiorizada.
Cualquier persona que piense que es legítimo ser un trabajador
asalariado esta interiorizando opresión de un modo que hubiera
parecido intolerable a la gente de los molinos hace 150 años.
Tomemos las manifestaciones
de Washington para cancelar la deuda. Correcto, se debería
cancelar la deuda. Pero también hay que darse cuenta - mucha
gente ya lo ha hecho - que la forma de las protestas y las objeciones
por parte de los países pobres están interiorizando
una forma de opresión que no se debería aceptar. Están
diciendo que la deuda existe. ¿Existe? No existe como un hecho económico,
sólo como una construcción ideológica. De nuevo,
esto es opresión interiorizada. Y no terminaríamos nunca.
Tal y como Biko dijo, es un éxito tremendo por parte de los
opresores el inculcar sus presunciones como la manera en que uno ve
las cosas que suceden en el mundo. A veces se hace de un modo totalmente
consciente, como es el caso de la industria de las relaciones públicas.
Otras veces, es una especie de rutina, la manera como uno vive. Liberarnos
de todas estas preconcepciones y perspectivas significaría
un paso enorme hacia el vencimiento de la opresión.
DB: Discuta el papel
de los intelectuales en esta ecuación. Hoy en día se
habla mucho de los intelectuales públicos. Este término,
¿significa algo para usted?
NC: Es una idea
antigua. Los intelectuales públicos son supuestamente quienes
tienen que presentar los valores, principios y comprensión.
Fueron los intelectuales públicos los que se enorgullecieron
al involucrar los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Démonos
cuenta de quienes eran. Walter Lippmann era uno de ellos, pero Eugene
Debs no. De hecho, estaba en prisión, ya que el vengativo Woodrow
Wilson rehusó concederle amnistía mientras muchos otros
la recibieron por navidad. ¿Por qué motivo no era Eugene Debs
un intelectual público? Porque era un intelectual que estaba
de parte de los pobres y los trabajadores, era el líder del
movimiento laborista en los Estados Unidos. Fue candidato a la presidencia,
y aunque se encontraba fuera del principal sistema político,
obtuvo muchos votos. Contó verdades sobre la Primera Guerra
Mundial, y por este motivo fue encarcelado. Si nos fijamos en lo que
dijo, veremos que es bastante acertado. Por otro lado, Walter Lippmann,
que formaba parte de la agencia de propaganda, la comisión
Creel, y que más tarde explicaría en sus ensayos progresistas
sobre democracia el porque las multitudes desconcertadas tenían
que ser espectadores y no participantes, y otras cosas por el estilo,
sí que es un intelectual publico, de hecho, uno de los líderes
intelectuales públicos del siglo XX en los Estados Unidos.
Siempre es así en general. Los intelectuales públicos
son los que se consideran aceptables dentro del espectro de alguna
corriente principal presentando ideas, defendiendo valores. A veces
lo que hacen no está mal, a lo mejor hasta está muy
bien. Pero si tomamos la intervención humanitaria de nuevo,
veremos que los que no aceptan los principios, las asunciones, raramente
son calificados de intelectuales públicos, no importa lo famosos
que sean. Por ejemplo, Bertrand Russell, que bajo cualquier criterio
es una de las figuras intelectuales más importantes del siglo
XX, fue uno de los pocos que se opuso a la Primera Guerra Mundial,
y por eso fue difamado y acabó en prisión, igual que
sus colegas alemanes. A partir de los años cincuenta, especialmente
en los Estados Unidos, fue duramente criticado y acusado de ser un
viejo loco antiamericano. ¿Por qué? El motivo es que defendía
valores que otros intelectuales aceptaban, pero con la diferencia
que él estaba tomando medidas. Por ejemplo, Russell y Einsten,
para citar otro intelectual importante, estaban de acuerdo en temas
como el de las armas nucleares, creían que podían destruir
las especias. Firmaron declaraciones similares, hasta alguna de conjunta,
creo. Pero luego reaccionaron de un modo distinto. Einstein volvió
a su despacho del Instituto para Estudios Avanzados en Princeton y
siguió trabajando en teorías de campo unificadas. Russell
salió a la calle. Participó en las manifestaciones contra
las armas nucleares, se opuso a la guerra del Vietnam ya desde un
principio, cuando la oposición publica era casi inexistente.
Intentó cambiar cosas, organizó un tribunal, manifestaciones.
Por eso fue denunciado. Al contrario de Einstein, que era un figura
santa. Básicamente tenían la misma postura, pero Einstein
no alborotó el gallinero. Estas cosas siempre son así.
Russell fue duramente criticado por el New York Times, por Dean Rusk
y otros en los años sesenta. No era considerado un intelectual
público, sólo un viejo loco. Un buen libro sobre esto
es 'Bertrand Russell´s America', publicado por South End Press.
DB: Usted se ha
puesto a la disposición de varios grupos en todo el país,
desde colaboraciones con la Red de Acción del Timor del Este
hasta una conferencia que va a dar próximamente sobre la Movilización
de Boston para la Supervivencia. Tomó esta decisión
muy temprano. ¿Cómo es que otros intelectuales no se involucran
en política?
NC: La gente tiene
sus propias razones. Presuntamente el motivo por el que muchos no
lo hacen es porque piensan que están haciendo lo correcto.
Estoy seguro de que muchos de los que dan apoyo a actos atroces de
poder y privilegio, creen y se convencen a sí mismos que están
haciendo lo correcto, que no es nada difícil. De hecho, una
técnica corriente de formación de creencias consiste
en hacer algo en interés de uno mismo y construir un entorno
en el que lo hecho es lo correcto. Todos lo sabemos por experiencia
propia, nadie es tan santo de no haberlo hecho de forma ilegítima
varias veces. Siempre conseguimos construir un entorno que no diga
'Sí, esto es lo correcto y va a ser positivo'. A veces las
conclusiones son correctas, no siempre es ilusión. Pero es
muy fácil caer en el engaño cuando nos conviene.
DB: ¿Y cuando la
cultura y los medios de comunicación lo alaban?
NC: Es una ventaja.
Si te convences, o si de un modo cínico decides jugar de acuerdo
con las reglas oficiales, sacas provecho. Por lo contrario, si no
te adhieres a las reglas oficiales y sigues el camino de Bertrand
Rusell, eres un objetivo. En algunos estados te pueden matar. Si se
trata de un estado cliente de los Estados Unidos, te matan. Acabamos
de pasar el vigésimo aniversario del asesinato del arzobispo
de El Salvador Oscar Romero. Era un arzobispo conservador que intentó
ser la voz de los que no tenían, por eso fue asesinado por
las fuerzas americanas. David Peterson, que es una fuente inapreciable,
hizo un análisis de bases de datos muy interesante. Prácticamente
no salió nada en la prensa nacional, sólo Los Angeles
Times publicó la información, ya que Los Angeles tiene
la mayor comunidad salvadoreña del país y el arzobispo
Romero era una especie de santo, por eso publicaron un par de artículos.
Pero por lo demás, silencio.
En noviembre fue el aniversario
del asesinato por las fuerzas americanas en el Salvador de seis intelectuales
jesuitas destacados de América Latina. Fue parte de una masacre
a gran escala, pero los jesuitas fueron asesinados de una manera especialmente
brutal. Si hace diez anos las fuerzas rusas hubieran volado los sesos
a Vaclev Havel y media docena más de intelectuales checos,
el aniversario se hubiera celebrado y alguien sabría sus nombres.
Pero en este caso David Peterson hizo un análisis de los medios
de comunicación y no encontró prácticamente nada,
sus nombres no fueron mencionados en la prensa americana. Aparte de
los seis intelectuales jesuitas, la asistenta y su hija de quince
anos también fueron asesinadas.
Y centenares más
murieron asesinados sin que sus nombres hayan salido nunca a la luz
pública. El hecho de que nadie sepa los nombres de los intelectuales
salvadoreños asesinados es intrigante e instructivo. Si preguntamos
a los intelectuales públicos o a nuestros amigos cultos si
pueden darnos el nombre de alguno de ellos, raramente obtendremos
una respuesta. Eran personajes notables, uno era el rector de una
universidad destacada. Hay gente que sí sabe quienes eran,
personas involucradas en actos solidarios para América Central.
Pero no eran conocidos. Nada como lo que sabemos de los disidentes
de la Europa del este. Estos sí son conocidos, todo el mundo
sabe sus nombres, lee sus libros y les alaba. De hecho sufrieron represión.
Pero en el periodo post Stalin no fue nada remotamente parecido al
trato al que por norma son sujetos los disidentes de los dominios
norteamericanos. Es una reacción muy instructiva.
En realidad la cosa empeora.
Poco después de que fueran asesinados, Vaclav Havel viajó
a Washington para dar un discurso en una sesión conjunta del
Congreso, en el que alabó a los defensores de la libertad,
quienes de hecho eran responsables del reciente asesinato de sus colegas.
Esto comportó una reacción eufórica en las editoriales
del Washington Post, sobre el 'por qué no podemos tener intelectuales
magníficos como este, que vengan y nos alaben como los defensores
de la libertad'. Anthony Lewis escribió sobre como vivimos
en una época romántica. Es bastante interesante. Luego
paso el décimo aniversario y por supuesto nadie lo recordó.
El vigésimo aniversario del arzobispo Romero, olvidado
¿Qué sucede si eres
un disidente intelectual en nuestros dominios? En las sociedades ricas,
Estados Unidos e Inglaterra, no eres asesinado. Si eres un líder
negro, a lo mejor sí, pero los relativamente privilegiados
están a salvo de la represión violenta. Por otro lado,
hay otras reacciones que no gustan a mucha gente. De hecho, la única
manera de continuar haciéndolo es que no te importe. Por ejemplo,
si uno desprecia la corriente principal de intelectuales pero le da
igual, no hay ningún peligro. Pero si quieres ser aceptado
por dicha comunidad, si quieres que te alaben, que critiquen tus libros
y que te digan lo brillante que eres, y conseguir un buen puesto de
trabajo, no es recomendable ser un disidente. No es imposible, ya
que en nuestra sociedad hay suficiente vaguedad para que esto ocurra,
pero no es fácil. Los dos podemos nombrar a muchos que simplemente
fueron expulsados del sistema porque su trabajo era demasiado honesto.
Esto bloquea el acceso. No es lo mismo que si te vuelan los sesos
o te meten en prisión, pero no es agradable.
3- Escapar de las ortodoxias
DB: Hable de
maneras concretas de liberar la mente de las ortodoxias. Tomemos,
por ejemplo, la intervención humanitaria.
NC: La intervención
humanitaria es una ortodoxia, y se da por supuesto que es humanitaria
porque nuestros líderes lo dicen. Pero se puede comprobar,
podemos consultar la historia de la intervención humanitaria,
y descubriremos que prácticamente todo uso de la fuerza militar
es descrito como intervención humanitaria. No espero que la
gente tenga tiempo de mirarse el repertorio de jurisprudencia internacional,
pero si alguien lo hace verá que, en efecto, la intervención
humanitaria es casi universal, si con eso nos referimos a la razón
que los líderes dan cuando hacen uso de la fuerza. Sean Murphy,
editor del American Journal of International Law (Diario Americano
de Derecho Internacional), ha escrito el principal estudio académico
reciente de intervención humanitaria, Humanitarian Intervention:
the UN in an Evolving World Order (Intervención Humanitaria:
las Naciones Unidas en un orden mundial giratorio). Nos indica, correctamente,
que antes de la segunda guerra mundial, en 1928, existía el
pacto Kellogg-Briand, que prohibía la guerra. Entre este pacto
y la Carta de las Naciones Unidas en 1945 encontramos tres ejemplos
importantes de intervención humanitaria. El primero es la invasión
japonesa en Manchuria y el norte de China, el segundo es la invasión
de Mussolini en Etiopía y el último es la toma de poder
de Hitler en Sudetenland, todos acompañados de rebosante e
impresionante retórica humanitaria, que como de costumbre no
era del todo falsa. Hasta la propaganda más vulgar contiene
elementos verdaderos. De hecho, la propaganda fue similar en su retórica
a la de otras llamadas intervenciones humanitarias, e igualmente plausible.
Además hay que fijarse en otras cosas, en la reacción
de los Estados Unidos, por ejemplo. Parte de ella es pública,
pero hay partes que pertenecen al informe interno, actualmente parcialmente
desclasificado. La reacción se llama comúnmente apaciguamiento.
Pero es un poco engañoso, ya que da la impresión de
que se rebajaron ante los tiranos. No nos da a entender que de hecho
la reacción fue de aprobación y soporte, y que cuando
fue crítica, lo fue en aspectos menores. Esto es lo que yo
escribí hace más de treinta años sobre la invasión
japonesa de Manchuria y el norte de China, y como se trataba de informes
públicos, la reacción de los Estados Unidos fue 'no
nos gusta, pero nos da igual, mientras los intereses económicos
americanos en China queden garantizados'. El embajador de los Estados
Unidos, Joseph Grew, un personaje muy influyente en la política
asiática de la administración de Roosevelt, en 1939
ridiculizó la idea de que los japoneses eran los grandes tiranos
y los chinos los oprimidos. Para entonces ya habían tenido
lugar enormes atrocidades, como la masacre de Nanking. Grew dijo que
el único problema era que los japoneses no estaban protegiendo
los intereses de los Estados Unidos en China. Si lo hicieran, no habría
ningún problema. Al mismo tiempo, Cordell Hull, secretario
de estado de Roosevelt dijo que se podría llegar a un modus
vivendi con Japón si estos últimos protegieran los intereses
comerciales de los Estados Unidos en China. El hecho de que hubieran
masacrado a doscientas mil personas era otro tema.
Lo mismo pasó con
Mussolini. Hubo un apoyo excepcional. El departamento de estado aclamó
a Mussolini por sus magníficos éxitos en Etiopía
y también por sus logros en aumentar el nivel de las masas
en Italia. Esto fue en los años treinta, varios años
después de la invasión. El mismo Roosevelt describió
a Mussolini como 'ese admirable caballero italiano'. En 1939 alabó
el experimento fascista en Italia, como hicieron muchos otros, esto
no es una critica a Roosevelt en particular, y dijo que Hitler lo
había corrompido, pero que aparte de esto había sido
un buen experimento. ¿Y por lo que se refiere a la invasión
de Hitler de Sudetenland en 1938? Uno de los principales asesores
de Roosevelt era A. A. Berle, quien dijo que no había nada
de alarmante en la conquista, ya que probablemente era necesario que
el imperio austriaco fuera reconstituido bajo el poder alemán.
El departamento de estado, internamente, dio un apoyo mucho mayor
a Hitler, por motivos interesantes. Hitler era un representante del
ala moderada del partido nazi, entre los extremos de la derecha y
la izquierda. En 1937 la división europea del departamento
de estado declaro que el fascismo tenia que triunfar o sino las masas
insatisfechas, con el ejemplo de la revolución rusa ante ellas,
se inclinarían hacia la izquierda para juntarse con la clase
media desilusionada. Esto supondría una gran tragedia. Démonos
cuenta que estamos hablando de los años treinta, que aún
no había ninguna preocupación por la agresión
rusa. Es un comentario típico, es la manera como todos los
monstruos son descritos, como moderados entre los extremos de la derecha
y la izquierda, y hay que darles apoyo, sino vamos mal. Hay un comentario
famoso de John F. Kennedy sobre Trujillo, relatado por Arthur Schlesinger,
historiador liberal y ayudante de Kennedy. Kennedy dijo algo así
como 'Trujillo no nos gusta, es un gangster asesino. Pero mientras
no nos podamos asegurar de que no habrá un Castro, tenemos
que dar apoyo a Trujillo'. Recordemos como Castro era considerado
en aquella época, lo sabemos gracias a la información
desclasificada. Kennedy se iba a centrar en América latina,
tenia una misión, que incluía a Arthur Schlesinger,
quien iba a transmitir las conclusiones de la misión a Kennedy.
Por supuesto que hablaron de Cuba. Schlesinger dijo que el problema
de Cuba era la expansión de la idea de Castro de tomar las
cosas por la cuenta de uno mismo. Más tarde explicó
que esta idea tenía un gran atractivo para los pobres y los
oprimidos de América latina, que se podían inspirar
con el ejemplo de la revolución de Cuba. Esta era la amenaza
cubana. Schlesinger también mencionó la amenaza soviética.
Había que detenerlo. Dijo que la unión soviética
se estaba desmarcando, ofreciendo prestamos para el desarrollo y presentándose
como modelo para alcanzar la modernización en una sola generación.
Estas eran las amenazas cubana y soviética. Es la misma razón
que el departamento de estado dio cuando apoyó a Hitler en
los años treinta, y en muchos otros casos. La amenaza de un
buen ejemplo, a veces llamada el efecto del virus. El virus del nacionalismo
independiente puede tener éxito y inspirar a otros. De hecho,
la guerra del Vietnam empezó del mismo modo.
DB: Hubo un comentario
atribuido a FD Roosevelt sobre un dictador latinoamericano, creo que
Somoza. Puede que sea un HDP, pero es nuestro HDP.
NC: Erróneamente
atribuido, pero la idea es correcta.
DB: Hablando de
la Alemania nazi, Goebbels una vez dijo 'No seria imposible demostrar,
con suficiente repetición y conocimiento psicológico
de la gente involucrada, que un cuadrado es de hecho un círculo.
Son sólo palabras, y las palabras se pueden moldear hasta que
visten ideas y las disfrazan'.
NC: Goebbels sacó
esta idea, al igual que Hitler, de la práctica de las democracias.
Les impresionó mucho. Hitler en particular habló de
los éxitos de la propaganda angloamericana durante la Primera
Guerra Mundial y tuvo la impresión, no sin motivos, que esta
fue en parte la causa por la cual Alemania perdió la guerra.
No pudo competir con los vastos esfuerzos de propaganda de las democracias.
Gran Bretaña tenía un ministerio de información,
el propósito del cual era, como dijeron sus líderes,
controlar el pensamiento del mundo, y en particular el de los intelectuales
americanos liberales. Recordemos las circunstancias. Gran Bretaña
tenia que involucrar a los Estados Unidos en la guerra, sino no la
iba a ganar. Esto significaba que tenía que apelar a los sectores
cultos de los Estados unidos y ponerlos de su parte, cosa que consiguió.
Si leemos lo que el círculo de John Dewey produjo sobre la
Primera Guerra Mundial, me sabe mal decirlo, veremos que es muy similar
al coro de auto adulación que círculos similares produjeron
durante el bombardeo de Yugoslavia el año pasado, lleno de
alabanzas a su propia ilustración. Eran muy partidarios de
la guerra de Wilson, y la población no. De hecho Wilson fue
elegido en una especie de programa pacifista. Paz sin victoria, este
fue su eslogan. Inmediatamente trató de convertir a la población
en belicistas delirantes, cosa que consiguió a través
de la propaganda. Pero los sectores cultos, especialmente los progresistas
liberales, se enorgullecieron públicamente, por ejemplo, en
The New Republic, el periódico principal, del hecho que esta
era la primera guerra en la historia no debida a la conquista militar
o a obtusos motivos económicos, sino sólo a valores,
y que había sido conducida por los sectores cultos quienes
habían comprendido el motivo y habían llevado el pueblo
a la guerra. Se trataba de una nueva era en la historia de la humanidad.
Por cierto, es lo mismo que escuchamos el año pasado en Yugoslavia.
La primera guerra hecha por principios y valores. Somos un estado
ilustrado. Hubo un coro enorme de auto alabanzas. Nada nuevo, muy
similar a la Primera Guerra Mundial. En aquel tiempo, los sectores
cultos americanos nos transmitían historias sobre las atrocidades
de los hunos, que cortaban los brazos de los recién nacidos
belgas. Como en la mayoría de propaganda, había un poco
de verdad en ellas, pero resultó ser en gran parte una fabricación.
La situación no era nada atractiva, pero no era lo que se nos
presentaba. Uno de los pocos que resistió fue Randolph Bourne,
quien había formado parte del círculo de Dewey pero
que había sido más o menos expulsado, excluido de toda
participación, porque contaba la verdad, lo que más
tarde se reconocería como la verdad, sobre los motivos reales
de la guerra y el porqué Wilson quería involucrar a
los Estados Unidos. Esto no era aceptable, al igual que no es aceptable
aquí y ahora. De hecho la similitud es extraordinaria, así
como el estilo y el nivel intelectual y moral de la defensa de la
ortodoxia. Vale la pena fijarse en estas cosas si uno quiere analizar
la intervención humanitaria.
Así pues, los británicos
tenían el ministerio de información, y los Estados Unidos
el comité de información publica, la comisión
Creel, que estaba formada mayoritariamente por liberales como Walter
Lippmann y Edward Bernays. Este último fue el fundador de la
industria de las relaciones públicas. Tuvieron éxito.
Ellos mismos se quedaron impresionados con su propio éxito
al convertir rápidamente una población pacifista en
extremistas fanáticos antialemanes. Había una histeria
real hacia los alemanes. Fue todo muy efectivo. Varios grupos se quedaron
muy impresionados, entre ellos los intelectuales progresistas. Estos
son los antecedentes de las teorías sociales y políticas
que surgieron de la mayoría de círculos progresistas
en los años veinte,. Es parte del fundamento de las ciencias
políticas modernas y de la industria de las relaciones públicas
y los medios de comunicación. La nueva percepción, el
nuevo arte de la democracia, es que hay maneras, tal y como dijo Bernays,
de reglamentar la mente de los hombres del mismo modo que el ejército
reglamenta los cuerpos, y deberíamos hacerlo. Porque nosotros
somos los buenos y los listos, y ellos son estúpidos e ignorantes,
y en consecuencia tenemos que controlarles por su propio bien. Y podemos
hacerlo porque poseemos estas nuevas técnicas maravillosas
de la propaganda. En aquel tiempo se llamaba honestamente propaganda.
El libro de Bernays se llama Propaganda. Y el de Lippmann, y el de
Harold Lasswell, y el de Reinhold Niebhur, la lista no tiene fin.
Otro grupo que quedó impresionado fue el de los líderes
de negocios. Aquí es donde pasaría la gran explosión
y la enorme industria de publicidad y relaciones públicas.
Y sus líderes fueron de nuevo bastante francos. Tenemos que
imponer a la gente una filosofía de futilidad, y asegurarnos
que se concentran en las cosas superficiales de la vida, como el consumo
de moda. Tienen que buscar lo que llamaron caprichos, necesidades
inventadas. Nosotros creamos las necesidades y luego hacemos que ellos
pongan su atención en ellas, y así ya no nos molestan.
No es difícil ver las consecuencias años más
tarde. Esto no era nuevo. Estas ideas empezaron con la revolución
industrial, pero a partir de los años veinte fue en aumento.
Estas son las enormes industrias de dominio y control. Otros que quedaron
impresionados fueron los que se convertirían en nazis, quienes
reconocieron, tal y como Hitler lo discute creo que en Mein Kampf,
que los alemanes simplemente no podían competir con la propaganda
angloamericana. Y la próxima vez, dijo, estaremos preparados
con nuestra propia propaganda. Estos son los antecedentes de la cita
de Goebbels. Sí, lo reconocieron, y lo recibieron de una buena
fuente, las democracias.
Que por cierto, no es nada
sorprendente. Es de esperar que estas ideas se desarrollaran en las
democracias. Porque en las democracias hay que controlar la mente
de la gente. No se les puede controlar con la fuerza. Hay una capacidad
limitada de controlarles con la fuerza, y como tienen que ser controlados
y marginalizados, ser espectadores de la acción, no participantes,
tal y como dijo Lippmann, hay que recurrir a la propaganda. Esto se
entendió perfectamente y de una manera totalmente consciente,
fue una reacción razonable, que se remonta al siglo XVII, con
la primera revolución democrática
Znet.
Traducción para Rebelión:
Marta Negro