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El terrorismo funciona
9 de noviembre de 2001
Al-Ahram Weekly
El terrorismo sí funciona: es el arma de los fuertes.
Es un error analítico muy grave decir, como se hace habitualmente, que
el terrorismo es el "arma de los débiles". Al igual que cualquier otro
tipo de violencia, el terrorismo es fundamentalmente el arma de los fuertes.
De hecho, lo es de un modo arrollador. Simplemente se dice que es el arma de
los débiles porque el fuerte ejerce también el control sobre los
sistemas de adoctrinamiento y porque su terror (el del fuerte) no cuenta como
tal.
EMPECEMOS por la idea comúnmente aceptada de que lo ocurrido el 11 de
septiembre es un acontecimiento histórico, algo que cambiará el
curso de la historia. La pregunta es, ¿por qué? La siguiente pregunta
tiene que ver con la "guerra contra el terrorismo". ¿De qué va exactamente?
Otra pregunta relacionada con la anterior sería, ¿qué es terrorismo?
La pregunta más importante que debemos hacernos tras el 11 de septiembre
es, ¿qué está ocurriendo en la actualidad? Implícita queda
la pregunta de qué podemos hacer al respecto. Según el New York
Times, hay entre siete y ocho millones de personas a punto de morir de hambre
en Afganistán. De hecho, esto ya era cierto antes incluso del 11 de septiembre.
Esta gente dependía de la ayuda internacional para sobrevivir. El 16
de septiembre, The Times aseguraba que "EEUU ha exigido a Pakistán la
suspensión del tránsito de convoyes que transportan alimentos
y suministros a la población civil afgana". Que yo sepa, dentro de EEUU
no se ha producido ninguna reacción ante la exigencia de imponer a millones
de personas la muerte por inanición. La amenaza de los ataques militares
después del 11 de septiembre hizo que muchos trabajadores de organizaciones
de ayuda internacional fueran retirados de los programas. "El país [Afganistán]
estaba en coma; nosotros simplemente hemos desenchufado la máquina".
Así hablaba un trabajador de ayuda humanitaria, según The New
York Times Magazine.
[La Agencia de Naciones Unidas, NNUU] Programa Mundial de Alimentos -que con
diferencia era el programa más grande funcionando en el país-
ha podido reanudar la distribución de alimentos a principios de octubre,
pero a un ritmo considerablemente menor. Dentro de Afganistán no hay
trabajadores de organizaciones humanitarias, así que el sistema de distribución
de alimentos se encuentra con muchos obstáculos. Todo el trabajo fue
interrumpido tan pronto como comenzaron los bombardeos. Poco después
se reanudó el programa de alimentos de NNUU (aunque muy lentamente),
mientras las agencias de ayuda humanitaria lanzaban mordaces críticas
ante la iniciativa norteamericana de lanzar paquetes de comida, denunciándola
como "una arma propagandística que hacen más mal que bien", según
comentaba el Financial Times de Londres.
Tras la primera semana de bombardeos, The New York Times informaba, en una de
sus páginas interiores y dentro de una columna dedicada a otras cuestiones,
que según las cuentas de NNUU, pronto habría más de siete
millones y medio de afganos que necesitarían un trozo de paz, y que tan
solo quedaban unas cuantas semanas antes de que el duro invierno imposibilitara
la llegada de suministros a muchas zonas del país. Según el artículo,
mientras caen las bombas la distribución de la ayuda no llega ni siquiera
a la mitad de lo que se necesita. Un comentario casual, que nos dice que la
civilización occidental anticipa ya el exterminio de entre tres y cuatro
millones de personas (bueno, ustedes hagan sus cuentas).
Mientras tanto, el líder de la civilización occidental rechazó
despreciativamente, una vez más, las ofertas de negociación que
podrían conducir a la entrega del supuesto objetivo, Osama Ben Laden,
así como una petición de pruebas que justificaran la exigencia
norteamericana de rendición total. El mismo día en que esta oferta
era categóricamente rechazada, el enviado especial de NNUU responsable
de la distribución de alimentos rogaba a los norteamericanos que detuvieran
los bombardeos para intentar salvar a millones de víctimas. Que yo sepa,
la petición ni siquiera quedó reflejada en los medios de comunicación.
Pocos días después, otras agencias de ayuda humanitaria como Oxfam
y Ayuda Cristiana (Christian Help) se unieron a la petición [de NNUU].
Esto último también pasó desapercibido.
Parece que lo que está ocurriendo es una especie de genocidio silencioso.
Lo que está pasando nos ofrece también una idea bastante acertada
de lo que es la cultura de las elites, una cultura de la que somos parte. Todo
lo ocurrido es indicativo de que, pase lo que pase -que no lo sabemos-, se están
trazando planes y poniendo en práctica programas que podrán conducir
a la muerte a varios millones de personas en las próximas semanas. Todo
muy casual, sin comentarios, sin darle muchas vueltas en la cabeza al tema.
Es casi, casi normal, aquí y en buena parte de Europa. Pero no en el
resto del mundo. De hecho, ni siquiera lo es en otra buena parte de Europa.
Pero vayamos ahora a una cuestión algo más abstracta, olvidando
por el momento que aparentemente estamos a punto de intentar asesinar a tres
o cuatro millones de personas. No a los talibán, por supuesto, sino a
sus víctimas.
Un acontecimiento histórico
Volvamos ahora a la pregunta sobre el acontecimiento histórico del 11
de septiembre. Creo que fue un acontecimiento histórico; desafortunadamente,
no a causa de sus dimensiones. A pesar de lo desagradable de pensar en ello,
no es algo tan inusual, a pesar de que probablemente es el número de
víctimas más elevado de este tipo de crímenes.
Por desgracia, hay crímenes terroristas con efectos que son incluso más
extremos. Sin embargo, el 11 de septiembre fue un acontecimiento histórico
porque se produjo un cambio. El cambio consistió en la dirección
hacia la que apuntaban las pistolas. Eso es nuevo. Radicalmente nuevo.
La última vez que el territorio norteamericano fue atacado o si acaso
amenazado fue durante el ataque británico contra Washington en el incendio
de 1814. Tras los ataques, la prensa hablaba de Peral Harbor, pero no es una
buena analogía. Sea cual sea nuestra idea sobre Pearl Harbor, los japoneses
bombardearon bases militares en dos colonias norteamericanas, no el territorio
nacional (que por cierto nunca estuvo amenazado). Estas colonias habían
sido arrebatadas a sus habitantes de un modo nada agradable. EEUU prefería
hablar de Hawai y la Filipinas como "territorios", aunque en realidad se tratase
de colonias.
En esta ocasión es el territorio nacional el que ha sufrido un ataque
a gran escala. Podemos encontrar unos pocos ejemplos al margen, pero este es
único.
Durante estos 200 años, nosotros, Estados Unidos, hemos expulsado y prácticamente
exterminado a la población indígena del país. Eso son varios
millones de personas. Hemos conquistado la mitad de México, depredado
aquí y allá, en el Caribe y en América Central, y algunas
veces más allá. Conquistamos Hawai y las Filipinas, asesinando
de paso a cientos de miles de filipinos. Desde la Segunda Guerra Mundial, EEUU
ha extendido su influencia por todo el globo con métodos que no necesito
describir aquí. Pero siempre se estaba asesinando a otros, la lucha se
desarrollaba siempre en otro lugar: eran otros los que eran masacrados.
En el caso de Europa, el cambio es si cabe más dramático porque
su historia es si cabe aún más horrorosa que la de EEUU. Básicamente,
EEUU es un vástago de Europa. Durante cientos de años, Europa
ha ido asesinando a gente por todo el mundo. Así conquistaron el mundo,
no repartiendo caramelos. En todo este tiempo, Europa ha sufrido guerras asesinas,
pero eran los europeos matándose unos a otros. El deporte preferido de
los europeos durante cientos de años fue el asesinato mutuo. La única
razón por la que se puso fin a todo esto en 1945 no tiene nada que ver
con la democracia, ni con no enfrentarse unos con otros, o ideas similares.
Tuvo que ver con el hecho de que todos comprendieron que la próxima partida
significaría el fin del mundo. Por los europeos, y también los
norteamericanos, habían desarrollado tales armas de destrucción
masiva que les obligaban a poner punto final al juego.
Durante todo este periodo asesino y sangriento, los europeos se masacraban los
unos a los otros, pero también masacraban a otras gentes. Hay pequeñas
excepciones, pero tan pequeñas que son ciertamente invisibles en la escala
de lo que Europa y EEUU han hecho por todo el globo. Este ha sido el primer
cambio. La primera vez en que las pistolas apuntaban en la dirección
contraria.
El mundo se ve de manera diferente dependiendo de si uno tiene el látigo
en la mano, o si ha tenido que sufrir los latigazos durante cientos de años.
Muy diferente. Creo que la sorpresa y el shock, por lo tanto, son comprensibles.
Esta es la razón por la cual el resto del mundo mira lo ocurrido de un
modo bastante diferente. No falta la compasión hacia las víctimas
de la atrocidad ocurrida, ni el sentimiento de horror ante dichas atrocidades;
el sentimiento es generalizado. Pero se ve desde otra perspectiva diferente.
Eso es algo que quizás deberíamos tratar de comprender.
¿Qué es "la guerra contra el terrorismo"?
Pasemos a la pregunta sobre el terrorismo. ¿Qué es eso de "la guerra
contra el terrorismo"? En las altas esferas, la guerra contra el terrorismo
ha sido descrita como la lucha contra una plaga, un cáncer extendido
por bárbaros, por "adversarios depravados de la civilización".
Es un sentimiento que comparto. Las palabras que he citado fueron pronunciadas,
sin embargo, hace 20 años. He citado al presidente Reagan y a su secretario
de Estado. La Administración Reagan comenzó su periodo de gobierno
hace 20 años afirmando que la guerra contra el terrorismo internacional
se convertiría en la pieza central de la política exterior norteamericana,
describiéndola en los términos que he citado.
Y así fue. La Administración Reagan respondió a esta "plaga
extendida por los oponentes depravados de la civilización" creando una
red de terrorismo internacional extraordinaria, sin precedente alguno en cuanto
a sus dimensiones, una red que ejecutó atrocidades en masa por todo el
mundo. No voy a repasar toda la gama de atrocidades, pero sí mencionaré
un solo caso absolutamente incontrovertible: la guerra EEUU-Reagan contra Nicaragua.
Es incontrovertible porque hay una serie de dictámenes de las autoridades
internacionales más importantes: el Tribunal Internacional de Justicia,
el Tribunal Mundial, y el Consejo de Seguridad de NNUU. Este es un caso que
no admite controversia, al menos entre quienes tienen un mínimo de consideración
hacia la legalidad internacional, los derechos humanos, la justicia, y todas
esas cosas.
El caso de Nicaragua es especialmente relevante, no solo por su carácter
incontrovertible, sino porque nos ofrece un precedente sobre cómo un
Estado que respeta la ley respondería (de hecho, sobre cómo respondió)
ante un caso de terrorismo internacional que no admite discusión. Un
caso de terrorismo que, por cierto, fue más extremo que los acontecimientos
del 11 de septiembre. La guerra EEUU-Reagan contra Nicaragua terminó
con decenas de miles de asesinados y el país completamente arruinado,
quizás para siempre.
Nicaragua respondió. Pero los nicaragüenses no respondieron bombardeando
Washington. Respondieron llevando a EEUU ante el Tribunal Mundial con una querella
en la que no tuvieron ningún problema a la hora de reunir pruebas. El
Tribunal Mundial dictaminó a favor de Nicaragua, condenando lo que se
denominó el "ejercicio ilegal de la fuerza", sinónimo de terrorismo
internacional. El tribunal exigió a EEUU poner fin a los crímenes
y pagar reparaciones masivas [a Nicaragua]. Los norteamericanos, por supuesto,
rechazaron el dictamen del tribunal con el más absoluto desprecio y anunciaron
que no aceptarían la jurisdicción de dicho tribunal en adelante.
Nicaragua acudió entonces al Consejo de Seguridad de NNUU, donde se discutió
una resolución en la que se pidiese a todos los Estados respetar la legalidad
internacional. No se mencionaron nombres, pero todo el mundo lo entendía.
EEUU vetó la resolución. En la actualidad, EEUU es el único
país del mundo que ha sido condenado por el Tribunal Mundial por actos
de terrorismo internacional y que ha vetado una resolución del Consejo
de Seguridad pidiendo a los Estados miembros el cumplimiento de la legalidad
internacional.
Nicaragua acudió entonces a la Asamblea General de NNUU, lugar donde
técnicamente el veto no existe pero donde un voto negativo de EEUU equivale
al veto. La Asamblea General aprobó una resolución similar: únicamente
votaron en contra EEUU, Israel, y El Salvador. Al año siguiente, Nicaragua
volvió a presentar el caso ante la Asamblea General de NNUU. En esta
ocasión, EEUU solamente pudo contar con el apoyo de Israel, así
que dos votos se enfrentaron al cumplimiento de la legalidad internacional.
En aquel punto, Nicaragua había agotado ya todos los recursos legales
a su alcance, y había llegado a la conclusión de que esos recursos
no funcionan en un mundo dominado por la fuerza.
El terrorismo, por otra parte, sí funciona; es el arma de los fuertes.
Es un error analítico muy grave decir, como se hace habitualmente, que
el terrorismo es el "arma de los débiles". Al igual que cualquier otro
tipo de violencia, el terrorismo es fundamentalmente el arma de los fuertes.
De hecho, lo es de un modo arrollador. Simplemente se dice que es el arma de
los débiles porque el fuerte ejerce también el control sobre los
sistemas de adoctrinamiento y porque su terror (el del fuerte) no cuenta como
tal.
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca)