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La intifada de al-Aqsa
30
de octubre del 2000
Después
de tres años de guerra virtual en los territorios ocupados
por Israel, el Primer Ministro Ehud Barak anunció un nuevo
plan para determinar el estatus final de la región. Durante
estas semanas, asesinaron más de 100 palestinos, incluyendo
a 30 niños, a menudo "por el uso excesivo de fuerza letal
en circunstancias en que ni las vidas de las fuerzas de seguridad
ni las de otros estaban en peligro inminente, resultando en muertes
ilegales," como determinó Amnistía Internacional en
un informe detallado que fue escasamente mencionado en los EE.UU.
La relación de muertos palestinos a israelíes en ese
momento era de 15:1, reflejando los recursos de fuerza existentes.
El plan de Barak no fue publicado en detalle pero sus esquemas son
familiares, se conforman al "mapa de estatus final" presentado por
los EE.UU e Israel como la base para las negociaciones de Camp David
que fracasaron en julio. Este plan, que extiende las proposiciones
inaceptables de los EE.UU. e Israel en los años anteriores,
solicitaba la cantonización de los territorios que Israel
había conquistado en 1967, con mecanismos para asegurar que
la tierra y los recursos útiles (en primer lugar el agua)
permanecieran en su mayor parte en manos israelíes mientras
que la población sería administrada por una autoridad
palestina (AP) corrupta y brutal, que jugaría el papel tradicionalmente
asignado a los colaboradores indígenas bajo las distintas
especies de regímenes imperiales: la dirección negra
de los bantustanes sudafricanos, para mencionar sólo las
equivalencias más obvias en Cisjordania: un cantón
septentrional incluiría a Nablus y a otras ciudades palestinas,
un cantón central estaría basado en Ramala y un cantón
meridional en Belén; Jericó quedaría aislado.
Los palestinos quedarían efectivamente separados de Jerusalén,
el centro de la vida palestina. Ajustes similares son probables
en Gaza, con Israel conservándose la región costera
meridional y un pequeño asentamiento en Netsarim (escenario
de muchas de las recientes atrocidades), lo que es poco más
que una excusa para una amplia presencia militar y para carreteras
que dividan la Franja por debajo de la ciudad de Gaza. Estas proposiciones
formalizan los vastos programas de asentamientos y construcciones
que Israel ha estado realizando gracias a la generosa ayuda de los
EE.UU., con creciente energía desde que los EE.UU. pudieron
implementar su versión del "proceso de paz" después
de la Guerra del Golfo.
Para más informaciones sobre las negociaciones y sus antecedentes,
véase mi comentario del 25 de julio y para aún más
referencias, el comentario por Alex y Stephen Shalom, del 10 de
octubre.
El objetivo de las negociaciones era asegurarse la adhesión
oficial de la Autoridad Palestina a este proyecto. Dos meses después
de que fracasaran, comenzó la fase actual de violencia. La
tensión, siempre elevada, fue aumentada cuando el gobierno
Barak autorizó una visita de Ariel Sharon con 1000 policías
a los centros religiosos musulmanes (al-Aqsa) el jueves 28 de septiembre.
Sharon es el símbolo del terror y la agresión estatales
por Israel, con numerosos antecedentes de atrocidades que datan
desde 1953. El propósito declarado de Sharon fue de demostrar
"la soberanía judía" sobre el ámbito de al-Aqsa,
pero como señala el veterano corresponsal Graham Usher, la
"Intifada de al-Aqsa" como la llaman los palestinos, no fue iniciada
por la visita de Sharon; sino que más bien por la presencia
masiva e intimidante de la policía y los militares que Barak
introdujo al día siguiente, el día de las oraciones.
De manera previsible, esto llevó a choques cuando miles de
personas salieron de la mezquita, resultando en 7 palestinos muertos
y 200 heridos. Sea cual fuere el propósito de Barak, no pudo
haber habido una manera más eficaz de preparar el escenario
para las chocantes atrocidades de las semanas siguientes.
Lo mismo puede decirse de las fracasadas negociaciones, que se centraron
en Jerusalén, una condición observada estrictamente
por los comentarios estadounidenses. El sociólogo israelí
Baruch Kimmerling estaba probablemente exagerando cuando escribió
que una solución a este problema "podría haberse logrado
en cinco minutos," pero tiene razón cuando dice "que siguiendo
cualquier lógica diplomática podría haber sido
el problema más fácil de solucionar" (HaŽaretz, 4
de octubre). Es comprensible que Clinton-Barak quisieran encubrir
lo que estaban haciendo en los territorios ocupados, pero lo que
es mucho más importante: żPor qué estuvo de acuerdo
Arafat? Tal vez porque reconoce que los dirigentes de los estados
árabes consideran a los palestinos como una molestia, y tienen
pocos problemas con los asentamientos al estilo bantustán,
pero no pueden dejar de considerar la administración de los
recintos religiosos, temiendo la reacción de sus propios
pueblos. Nada podría haber sido mejor calculado para desencadenar
una confrontación con trasfondo religioso, el tipo más
ominoso, como lo demuestran la una experiencia centenaria.
La innovación fundamental del nuevo plan de Barak es que
las exigencias de Israel y los EE.UU. han de ser impuestas por la
fuerza directa en vez de la diplomacia coercitiva. Los esquemas
están básicamente de acuerdo con las políticas
establecidas de manera informal en 1968 (el plan Allon), y sus variantes
que han sido propuestas desde entonces por ambos grupos políticos
(el Plan Sharon, los planes de los gobiernos laboristas, y otros).
Es importante recordar que estas políticas no han sido sólo
propuestas, sino que implementadas, con el apoyo de los EE.UU. Ese
apoyo ha sido decisivo desde 1971, cuando Washington abandonó
el marco diplomático básico que había iniciado
(con la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU),
y luego continuó con su rechazo unilateral de los derechos
palestinos en los años que siguieron, culminando en el "proceso
de Oslo." Ya que todo esto ha sido excluido efectivamente de la
historia en los EE.UU., cuesta algo de trabajo el llegar a descubrir
los hechos esenciales. No son controvertidos, sólo evadidos.
Como se ha visto, el plan de Barak es una versión particularmente
dura de la actitud negativa familiar estadounidense-israelí.
Preve la terminación de los servicios de electricidad, agua,
telecomunicaciones y otros, que son otorgados en mezquinas raciones
a la población palestina, que se encuentra ahora en un estado
de sitio virtual. Debiera recordarse que el desarrollo independiente
fue impedido despiadadamente por el régimen militar a partir
de 1967, dejando a la gente en la penuria y la dependencia, un proceso
que se ha empeorado considerablemente durante el "proceso de Oslo"
manipulado por los EE.UU. Una razón la constituyen los "cierres"
instituidos regularmente, de la manera más brutal por los
gobiernos laboristas más "pacíficos." Como contendiera
otro periodista sobresaliente, Amira Hass, esta política
fue iniciada por el gobierno Rabin "años antes de que Hamas
hubiera planeado ataques suicidas, [y] ha sido perfeccionada a través
de los años, especialmente desde el establecimiento de la
Autoridad Nacional Palestina." Un mecanismo eficaz de estrangulación
y control, el cierre ha sido acompañado por la importación
de algo esencial para reemplazar la mano de obra palestina barata
y explotada en la que se basa una buena parte de la economía
israelí: cientos de miles de inmigrantes ilegales de todo
el mundo, muchos de ellos víctimas de las "reformas neoliberales"
de los recientes años de "globalización." Sobreviviendo
la miseria y sin derechos, son descritos regularmente en la prensa
israelí como una fuerza de trabajo virtualmente esclava.
La propuesta actual de Barak es ampliar este programa, reduciendo
aún más las perspectivas aunque sea de una simple
subsistencia de los palestinos.
Un obstáculo mayor a este programa es la oposición
de la comunidad de negocios israelí, causada por un mercado
cautivo palestino de unos 2500 millones de dólares en exportaciones
por año, y que ha "forjado lazos con los funcionarios de
la seguridad palestina" y con los "asesores económicos de
Arafat, permitiéndoles construir monopolios con la aprobación
oficial de la AP" (Financial Times, 22 de octubre, así como
en el New York Times de la misma fecha). También esperaban
poder establecer zonas industriales en los territorios, trasfiriendo
la polución y explotando la mano de obra barata en instalaciones
de tipo maquiladora, de propiedad de empresas israelíes y
de la elite palestina, que se están enriqueciendo de la manera
acostumbrada.
Las nuevas proposiciones de Barak parecen ser más una advertencia
que un plan, aunque constituyen una extensión natural de
lo que había sucedido antes. En la medida en que sean implementadas,
extenderían el proyecto de una "transferencia invisible"
que se ha estado realizando durante muchos años, y que tiene
más sentido que una "limpieza étnica" descarada (como
llamamos el proceso cuando es realizado por los enemigos de las
autoridades). La gente, obligada a abandonar toda esperanza y sin
oportunidad alguna de una existencia que tenga sentido, se irá
a otra parte, si tiene oportunidad de hacerlo. Los planes, que tienen
sus raíces en los objetivos tradicionales del movimiento
sionista desde sus orígenes (a través de todo el espectro
ideológico), fueron articulados en una discusión interna
de los arabistas del gobierno israelí en 1948 cuando se estaba
realizando una limpieza étnica abierta: su expectativa era
que los refugiados "fueran aplastados" y "que morirían",
mientras que "la mayoría de ellos se volverían en
polvo humano y la basura de la sociedad, y se unirían a las
clases más empobrecidas en los países árabes."
Los planes actuales, impuestos por la diplomacia coercitiva o por
la fuerza abierta, tienen objetivos similares. No son poco realistas
si se pueden basar en la potencia que domina al mundo y sus clases
intelectuales.
La situación actual es descrita de manera exacta por Amira
Hass, en el diario más prestigioso de Israel (HaŽaretz, 18
de octubre). Siete años después de la Declaración
de Principios en septiembre de 1993 -que predijo este resultado
para todo el que quisiera verlo - "Israel tiene el control de la
seguridad y de la administración" de la mayor parte de Cisjordania
y de 20% de la Franja de Gaza.
Ha podido "doblar en 10 años la cantidad de colonos, aumentar
los asentamientos, continuar su política discriminatoria
de reducir las cuotas de agua para tres millones de palestinos,
para impedir el desarrollo palestino en la mayor parte del área
de Cisjordania, y encerrar a toda una nación en áreas
restringidas, aprisionados en una red de carreteras de circunvalación
reservadas sólo para judíos. Durante estos días
de estrictas restricciones internas de movimiento en Cisjordania,
uno puede ver cuán cuidadosamente se ha planeado cada carretera:
de manera que 200.000 judíos tienen libertad de movimiento,
y unos tres millones de palestinos están encerrados en sus
bantustanes hasta que se sometan a las exigencias israelíes.
El baño de sangre que ha estado ocurriendo durante tres semanas
es el resultado natural de siete años de mentiras y engaños,
igual que la primera Intifada fue el resultado natural de la ocupación
israelí directa."
El programa de asentamientos y construcción continúa,
con apoyo de los EE.UU., esté quién sea en el gobierno.
El 18 de agosto HaŽaretz señaló que dos gobiernos
-Rabin y Barak- habían declarado que se había "congelado"
los asentamientos" de acuerdo con la imagen "pacífica" preferida
en los EE.UU. y por gran parte de la izquierda israelí. Hicieron
uso de la "congelación" para intensificar los asentamientos,
incluyendo incentivos económicos para la población
secular, subsidios automáticos para los colonos ultra-religiosos,
y otros medios, que pueden ser realizados con pocas protestas mientras
"el menor mal" sea el tomar las decisiones, un modelo que tampoco
es desconocido en otras partes- "Existe la congelación y
existe la realidad," señala cáusticamente el informe.
La realidad es que los asentamientos en los territorios ocupados
han crecido cuatro veces más rápido que en los centros
de población israelí, continuando -tal vez acelerándose-
bajo Barak. Los asentamientos traen consigo grandes proyectos de
infraestructura diseñados para integrar gran parte de la
región dentro de Israel, mientras se deja aislados a los
palestinos, dejándoles los "caminos palestinos" por los que
pueden viajar por su cuenta y riesgo.
Otro periodista con antecedentes excepcionales, Danny Rubinstein,
señala que "los lectores de los periódicos palestinos
obtienen la impresión (correcta) de que la actividad en los
asentamientos nunca se detiene. Israel está constantemente
construyendo, expandiendo y reforzando los asentamientos judíos
en Cisjordania y Gaza. Israel está siempre apoderándose
de casas y tierras en las áreas fuera de las líneas
de 1967 -y, desde luego, esto se hace todo a costa de los palestinos,
a fin de limitarlos, empujarlos hacia un rincón y terminar
por expulsarlos. En otras palabras, el objetivo es llegar a desposeerlos
de su patria y de su capital, Jerusalén" (HaŽaretz, 23 de
octubre).
Los lectores de la prensa israelí, continúa Rubinstein,
están ampliamente protegidos de tales hechos desagradables,
aunque no enteramente. En los EE.UU. es mucho más importante
mantener la ignorancia de la población, por razones obvias:
los programas económicos y militares se basan de manera crucial
en el apoyo de los EE.UU., que no es popular en el interior del
país y que lo sería mucho menos si se conocieran sus
propósitos.
Para ilustrar esta situación, el 3 de octubre, después
de una semana de duras luchas y muertes, el corresponsal de defensa
de HaŽaretz informó sobre "la mayor compra de helicópteros
militares por la Fuerza Aérea Israelí en una década,"
un acuerdo con los EE.UU. para proveer a Israel 35 helicópteros
militares Blackhawk y piezas de repuesto por un costo de 525 millones
de dólares, junto con combustible, después de la compra
hace poco de aviones de patrulla y de helicópteros de ataque
Apache. Estos son "los últimos y más avanzados helicópteros
de ataque multi-misión de los EE.UU.," agrega el Jerusalem
Post. Sería injusto decir que aquellos que suministran los
regalos no puedan revelar este hecho. Después de una búsqueda
en la base de datos, David Peterson descubrió que fueron
revelados en la prensa de Raleigh (Carolina del Norte).
La venta de helicópteros militares fue condenada por Amnistía
Internacional (19 de octubre), porque esos "helicópteros
suministrados por los EE.UU. han sido utilizados para violar los
derechos humanos de los palestinos y de los árabes israelíes
durante el conflicto reciente en esa región." Seguramente
eso fue anticipado, a menos que sufrieran de cretinismo intensivo.
Israel ha sido condenado internacionalmente (con la abstención
de los EE.UU.) por "el uso excesivo de fuerza," en una "reacción
desproporcionada" a la violencia palestina. Esto hasta incluye una
poco frecuente condena del Comité Internacional de la Cruz
Roja, de manera específica, por ataques en contra de, por
lo menos, 18 ambulancias de la Cruz Roja (New York Times, 4 de octubre).
La respuesta de Israel es que están siendo elegidos arbitrariamente
para ser criticados. La respuesta es totalmente exacta. Israel está
empleando la doctrina oficial de los EE.UU., conocida aquí
como "la doctrina Powell," aunque es de una cosecha mucho más
antigua, de hace siglos: Utilizar fuerza máxima en respuesta
a toda amenaza potencial. La doctrina oficial israelí permite
"el pleno uso de las armas contra cualquiera que ponga en peligro
las vidas y especialmente contra cualquiera que le dispare a nuestras
fuerzas o a ciudadanos israelíes" (consejero legal militar
israelí Daniel Reisner, Financial Times, 6 de octubre). El
pleno uso de la fuerza por un ejército moderno incluye tanques,
helicópteros artillados, francotiradores que apuntan a civiles
(a menudo niños), etc. Las ventas de armas de los EE.UU.
"no llevan una estipulación de que las armas no pueden ser
utilizadas contra civiles," dijo un funcionario del Pentágono
que "reconoció que, sin embargo, los cohetes antitanques
y los helicópteros de ataque no son considerados tradicionalmente
como armas para controlar multitudes" -excepto por aquellos que
son suficientemente poderosos para permitírselo, bajo las
alas protectoras de la superpotencia reinante. "No podemos pronosticar
que un comandante israelí vaya a llamar a un (helicóptero)
Cobra porque sus tropas están bajo ataque," dijo otro funcionario
estadounidense (Deutsche Presse Agentur, 3 de octubre). Así
que hay que suministrar esa maquinaria mortífera en un flujo
incesante.
No es sorprendente que un estado cliente de los EE.UU. adopte una
doctrina tradicional de los EE.UU., que ha dejado un costo demasiado
horripilante para registrarlo, incluso en años muy recientes.
Los EE.UU. e Israel no están solos, desde luego, en la adopción
de esta doctrina y a veces sucede que hasta es condenada: en los
casos en los que es adoptada por los enemigos a los que se quiere
destruir. Un ejemplo reciente es la respuesta de Serbia cuando su
territorio (como los EE.UU. insisten en que fue el caso) es atacado
por guerrillas basadas en Albania, matando a policías y civiles
serbios y raptando a civiles (incluyendo albaneses) con la intención
anunciada abiertamente de forzar una "respuesta desproporcionada"
que despertara la indignación del Occidente, seguida por
el ataque de la OTAN. Existe actualmente una documentación
muy rica de los EE.UU., la OTAN, y otras fuentes occidentales, producida
en su mayor parte en un esfuerzo por justificar los bombardeos.
Asumiendo que esas fuentes sean dignas de crédito, pensamos
que la respuesta serbia -aunque sin duda sea "desproporcionada"
y criminal, como se pretende -no se compara con el uso normal de
la misma doctrina por los EE.UU. y sus clientes, incluyendo a Israel.
En la prensa británica predominante podemos leer, por fin,
que "si los palestinos fueran negros, Israel sería ahora
un estado paria sometido a sanciones económicas dirigidas
por los Estados Unidos [lo que no es exacto, por desgracia]. Su
desarrollo y colonización de Cisjordania sería considerada
como un sistema de apartheid, en el que se permite a la población
indígena que viva en una pequeña fracción de
su propio país, en "bantustanes" auto-administrados, con
"blancos" que monopolizan el suministro de agua y electricidad.
Y exactamente como se permitía a la población negra
que entrara a las áreas blancas de Africa del Sur a distritos
segregados miserablemente mal provistos, así el trato de
Israel a los árabes israelíes -discriminándolos
de manera flagrante en los gastos de vivienda y educación-
podría ser reconocido igualmente como escandaloso" (Observer,
Guardian, 15 de octubre).
Tales conclusiones no serán una sorpresa para aquellos cuya
visión no ha sido deformada por las orejeras doctrinarias
impuestas durante tantos años. Sigue siendo una tarea importante
eliminarlas en el país más importante. Es un requisito
previo para toda reacción constructiva al creciente caos
y destrucción, suficientemente terrible ante nuestros ojos,
y con implicaciones a largo plazo que no es agradable prever.
Noam
Chomsky
ZMagazine
Traducción
para Rebelión: Germán Leyens