14 de noviembre de 2002
Antonio, el estafador
James Petras
Traducido para Rebelión por María
Luján Leiva
Antonio mostraba un real espíritu empresarial a una edad temprana. Cuando
era monaguillo vendía el vino sobrante de la comunión a un amigo
de la familia antes que el sacerdote pudiera humedecer sus labios. También
era "un poquito diablito", como se quejó un anciano monseñor a
la madre sin entrar en detalles. El jovenzuelo, inocentemente ignoró
la mano sigilosa del hombre de Dios, que ascendía de su rodilla a su
muslo y justo un poquito más arriba - hasta el chico saltó dando
un grito. El padre pío se sobresaltó y empleó palabras
tranquilizadoras, pero el joven amenazó decírselo a su confesor,
un joven sacerdote que ambicionaba ocupar la lucrativa parroquia del viejo cura.
Este último temiendo el escándalo y la pérdida de su pensión,
se vio forzado a abastecer al "pequeño diablo" con pistachos, empanadas
y pasteles que hacía doña María, una de sus devotas de
la parroquia, quien se preguntaba sobre los nuevos gustos del viejo cura.
De monaguillo el joven Antonio pasó a ser líder de la división
juvenil del Opus Dei, donde fue activo en la recolección de fondos y
organizando retiros donde los líderes económicos y la nueva generación
podrían encontrarse para la renovación espiritual. Los padres
de la Iglesia apreciaban las habilidades organizativas de Antonio y el éxito
en la colecta de fondos, aunque algunos obispos arqueaban las cejas sobre la
contabilidad "gastos varios" que sumaban un tercio de todos los gastos.
En los retiros, Antonio se arrodillaba y bajaba sus ojos en los momentos más
visibles y apropiados, pero pasaba la mayor parte del tiempo conversando con
ejecutivos de bancos, brokers, inversionistas y miembros de familia políticamente
conectados. En las noches durante la hora social el ponía la mira sobre
la sobrina de algún muy bien conocido obispo, aunque no era claro si
era por la espiritualidad de ella, la línea del busto o los lazos eclesiales
lo que atraían a Antonio. De cualquier modo, manejaba todo bien, empezando
con Tomás Aquino, el terminaba retozando en el paso y con una presentación
al Tío Obispo, quien se había movido de salvar a las almas al
manejo de las inversiones y propiedades de la Iglesia.
Durante sus años de Universidad en la Facultad Empresarial de los Jesuitas,
se unió al grupo de debates, combatiendo fieramente al grupo cripto-comunista
de la "Teología de la liberación", ganándose el favor de
los jerarcas ancianos que aún estaban en duelo por la muerte de Franco
y de la 'época dorada de la Iglesia'.
En sus vacaciones de verano, Antonio retozaba desnudo en las playas de Mallorca,
invitado por su última novia, Isabel, la hija de un prominente líder
del Partido Popular. "Como Adán y Eva", bromeaba mientras rompían
las olas. Era un artífice para asegurarse relaciones amorosos sin ningún
compromiso estratégico, convenciendo a Isabel que ellos podrían
confesarse después de usar un condón.
Antonio nunca abandonó completamente a ninguna de sus bien conectadas
novias o sus conocidos influyentes, aunque esto afectaba su trabajo en la facultad
resultando en calificaciones algo bajas. "Quién tú conoces es
tan importante como qué conoces", le dijo a uno de sus compañeros
de facultad, mostrándole ostentosamente un reloj Rolex.
Ya en tercer año de la Universidad, Antonio estaba trabajando en una
agencia de inversiones, haciendo investigación sobre las tendencias de
inversión. Pero también apuntó al modo en el que los nuevos
fondos eran colocados en cuentas anónimas en el exterior y que no se
hacían diligencias sobre los depositantes de más de 100 millones
de pesetas. Antonio tenía un buen salario pero no era el dinero sino
los clientes lo que le interesaban. Era muy diferente con los altos oficiales
militares y respetuoso con el alto clero y despectivo con sus colegas que pasaban
su tiempo encegueciéndose frente a las pantallas de las computadoras.
"No te vuelves rico trabajando para otro", su padre le había aconsejado,
un empleado de por vida en el correo, "pero tú no estás tentado
de hacer el trabajo del diablo", agregó su piadosa madre.
El día después de la graduación Antonio salió para
buscar un nuevo auto, empezando con un BMW y terminando con un Mercedes. Las
cuotas excedían su salario mensual. Celebró con su familia en
un almuerzo y luego invitó a su última novia, la hija de un general
de la Guardia Civil, a uno de los restaurantes más caros de Madrid, donde
le sugirió un fin de semana en un "resort" de cinco estrellas en las
Canarias.
Antonio editó un llamativo folleto sobre estadísticas del crecimiento
de las inversiones que era el doble de sus antiguos empleadores, solicitó
el nombre de conocidos prominentes para el Consejo de Asesores y lo envió
a individuos conectados con organizaciones importantes. Luego alquiló
una oficina en el distrito financiero, convenció a una rica viuda para
postergar la renta por seis meses prometiéndole un 20% de interés.
Tal era su confianza, que compró un magnífico escritorio y mesa
de caoba, pagando el equivalente de los salarios anuales de una armada de limpiadores
del Aeropuerto Internacional de Barajas.
Pero Antonio no era uno de quedarse sobre su sofá de cuero admirando
el mobiliario. El estaba al teléfono, hablando, visitando clientes potenciales.
Logró una lista de las más grandes asociaciones de caridad y de
fondos de pensiones, localizó a los directores y luego empezó
a telefonear a los amigos o a los amigos de amigos en posiciones altas. Su actual
novia era la sobrina del Ministro de Salud en el gobierno conservador. Recorrió
la lista de las sociedades de caridad con fondos públicos. Anotó
la Asociación de los Mudos, Sordos y Ciegos, los pensionados de la Orden
de los Combatientes Falangistas, y la Fundación por las Guardias Civiles
Discapacitados.
Para empezar, su novia pidió una entrevista con el Ministro de Salud
con el cual discutió sus planes para privatizar y convertir a las sociedades
de caridad en "auto sustentables" sobre las bases de las ganancias de su Fondo
de Inversión, de alta ganancia y bajo riesgo, que él llamó
Fondos de Crecimiento y Seguridad (FOCES). "Nosotros bajamos la carga del Estado,
introducimos el Mercado pero al servicio de las tradicionales virtudes cristianas
de la caridad y de la ayuda a los pobres". El continuó demostrando su
sinceridad en la prosecución de la caridad a través de la promesa
de bajos costos en la administración de fondos - la mitad de las firmas
establecidas.
"El tema" aconsejó un exitoso y fugitivo financiero americano - ahora
con ciudadanía israelí - "es lograr los grandes dineros. Olvídate
de los honorarios - esos son maníes".
El Ministro, un devoto practicante del Mercado Libre y miembro del Opus Dei
estaba impresionado pero quería más información sobre los
récords de FOCES. Antonio le pasó una copia del Report FOCES,
el cual presentaba un mapa mostrando una tendencia positiva del 40% sobre el
año anterior.
"Ud. maneja fondos privados?, inquirió el Ministro.
"Sólo para amigos e inversores de más de 50 millones de pesetas",
contestó Antonio. "Mi principal incumbencia son los clientes institucionales".
El Ministro, cuyos propios fondos estaban alzándose al 14% captó
la chance, "Desearía Ud. incluirme en su lista de amigos?"
"Por supuesto", sonrió Antonio.
Allí, el Ministro firmó un cheque de 20 millones, "sólo
para ver como funciona, soy una persona cauta".
Antonio fue directamente al Banco y depositó el cheque en su cuenta personal.
Esa noche llevó a su novia a un restaurante 3 estrellas y pagó
una cuenta de 50.000 pesetas. También pagó sus cuotas atrasadas
de su Mercedes. Antonio estaba siempre afuera y corriendo. El siguiente día
hizo una cita para ver al Director de la Asociación de Mudos, Sordos
y Ciegos. Habiendo recibido una llamada del Ministro, le dio la bienvenida a
Antonio, quien lo encontró ciego de angurria y de "fáciles ganancias".
Mostró el folleto, siguió el cheque, incluso el favor privado
fue incluido. Antonio extendió su mano que fue estrechada ansiosamente
por su nuevos cliente. "Cuatrocientos millones de pesetas no es un mal negocio
temprano en la mañana". Antonio volvió a su oficina y empezó
a colocar sus apuestas en los sectores del boom de alta tecnología y
telecomunicaciones. La mayor parte de su conocimiento del mercado de varios
tratados académicos sobre la "New Economy" escritos por profesores americanos
de prestigiosas universidades y un frecuentemente citado catalán que
escribió varios tomos sobre "la revolución científico-tecnológica".
El teléfono sonó tres veces antes que Antonio se dignara atender.
Era Pedro, el gallego, cuyos barcos de pesca transportaban más cocaína
y heroína que bacalao y langostinos.
"Me gustaría hacer una inversión, Doctor Antonio. Venga a mi oficina
después de almuerzo a las 5,30 hs."
Antonio dudó, "Ok"- justo para ser educado.
Antonio estaba enojado. Después de su gran presa, no tenía ganas
de correr a su oficina para levantar la ropa sucia.
Dudó. Me sería posible introducirlo a Ud., tengo una agenda compacta,
a las 4,30". El otro dijo a las 5 y colgó.
Antonio miró su lista. Con el nuevo régimen conservador, los Falangistas
retirados habían logrado un gran impulso en el presupuesto del estado.
Marcó el número y habló al director. La brusca voz juvenil
se suavizó cuando él mencionó FOCES. "Sí, qué
tal mañana a la mañana para el desayuno?".
El iba muy suave. Antonio lo halagó con alguna reflexión sobre
"la segunda ola" de Franquistas que impresionó grandemente al director,
hijo de un antiguo general del Ejército Nacional.
"Vea usted, Franco restableció el orden a través del estado, y
proveyó seguridad de la propiedad; la 'segunda ola' moderniza la sociedad
privatizando la economía, y pone al mercado al servicio de nuestros valores
tradicionales".
El director sonrió, le dio un nuevo significado a su prosecución
de riqueza y virtud. El neo-falangista estaba igualmente impresionado por la
publicación y la lista de clientes que ya se habían suscripto
a los fondos de FOCES. "Nosotros tenemos 400 millones de pesetas en fondos de
pensión de nuestros valientes ex - combatientes, puede usted manejarlos?."
Antonio sonrió, "es el promedio de nuestras inversiones institucionales.
Estoy comenzando un nuevo portafolio diversificado incluyendo importantes compañías
de energía de USA, en las cuales se incluirían los fondos falangistas,
porque mi familia tiene lazos con el Movimiento desde los inicios".
El falangista lo miró un momento. "Hay alguna comisión para volcar
estos fondos en FOCES?", susurró.
Antonio lo miró fijo. "Comisión? Mi porcentaje para nuestras obras
de caridad es la mitad de mis competidores y un tercio de lo que cobran los
vascos y catalanes. Y
usted quiere una comisión?. No, mi colega, no puedo aceptar pagar 'comisiones'
que comprometan la integridad de mi Casa, a mí mismo y a mis otros clientes".
El ejecutivo se quedó frío.
"Estaba probándolo", dijo, "Como Dios probó a Abraham".
Antonio se alegró de no haber perdido la cuenta - prefiriendo este tipo
de diligencia a una auditoría de sus libros. En compensación,
Antonio acordó pagarle un "honorario de consulta" si él le abría
paso entre los ricos de la "segunda ola" falangista.
En algunos meses el Fondo de Inversiones de Antonio aparecía en los titulares
de las páginas financieras de los principales diarios de Madrid y Cataluña.
Era descripto como un "muchacho genio" de la New Economy. Daba conferencias
en varias empresas y bancos de ahorro y préstamos (cajas) cobrando su
usual honorario de 1 millón de pesetas por una conferencia de 45 minutos
y 30 minutos de preguntas. Las más importantes redes televisivas lo entrevistaban,
y cuando los directores lo invitaban a almorzar le pedían discretamente
un consejo para la inversión. Las filas se formaban afuera de las oficinas
de FOCES aunque Antonio había alquilado dos pisos como también
a un pequeño ejército de secretarias, contadores y analistas de
mercado. Los inversores en fondos de pensión le rogaban que tomara sus
dineros - órdenes religiosas de ambos sexos, la Guardia Civil, la Asociación
para la Protección de la Familia, la Tradición y la Nación;
las abuelas, las viudas, las secretarias como también académicos
líderes y por supuesto, a hurtadillas, la Familia Real. Antonio les dio
entrada privilegiada a ellos en una nueva oferta de una compañía
estadounidense de software, FlyByNite.com, la cual proveía acceso a acciones
calientes, fútbol y popcorn. La Reina lo invitó al Palacio donde
pudo encontrar otras celebridades del mundo del cine, la alta sociedad y el
mundo de las altas finanzas.
Antonio estaba muy ocupado viajando principalmente por Estados Unidos, Rusia
y el Caribe. Pasaba la mayor parte del tiempo en Nueva York con lo más
granado y mejor de Wall Street, consultando e investigando de acuerdo a las
recomendaciones de las Grandes Casas - Solomon Brothers, Goldman-Sachs, Merrile-Lynch.
Los antisemitas viscerales de la Iglesia Tradicional abandonaban sus prejuicios
en la medida que sus acciones remontaban ("Esos judíos son gente astuta"
decía el manager de inversiones a sus píos clientes", y "Antonio
los conoce a todos"). En Rusia, Antonio se encontró en el aeropuerto
con un séquito de hombres corpulentos que lo llevaron a un hotel. Su
consejero económico era del íntimo círculo de los más
cercanos consejeros de Yeltsin - así les dijo.
"El Gran Hombre es muy lúcido, cuando está sobrio", Iván
Shactman le deslizó a Antonio. "Y cuando está sobrio, firma tratos
de negocios muy lucrativos para el sector privado".
Antonio estaba más impresionado por la variedad de truhanes ofrecidos
por los managers del hotel, que por los directores financieros, cuyas manos
y cuentas mostraban
claros signos de exceso de lavado "sin detergente". Antonio tenía el
signo dólar en los ojos pero dudó cuando su consejero Schactman
desapareció después de una discusión en la sala del Consejo
de GAZPROM, el gigante del petróleo y la energía. Cuando Antonio
preguntó a otro consultor de inversiones, le dijeron "se escapó
con una secretaria ucraniana de dieciséis años a Marbella".
Antonio se hizo cauto y temeroso por la forma en que las compañías
cambiaban de mano sobre cadáveres. "Es más seguro no invertir
aquí pero hay posibilidad de
transferir capital de Rusia a España", pensó. "Nosotros resolvemos
nuestras disputas en cortes de justicia, este es un país sin ley de asesinos
y estafadores - no es como América" comentó cuando se dirigía
al aeropuerto.
Antonio no invirtió en capitales rusos, pero volvió con varios
contratos lucrativos "para invertir fondos rusos" con propósitos de lavado
con una saludable comisión del 20%.
Desde su retorno, Antonio dio una conferencia en la Universidad sobre "Globalización:
El Nuevo Orden Mundial". Describió como la "globalización es el
estadio más alto del capitalismo - eliminando clases y conflictos generacionales.
Todos ganan, nadie pierde". Luego como una provocación para los pocos
profesores izquierdistas de cara amarga alardeó "Nuestra firma está
reclutando más gente trabajadora y asalariada que todos los izquierdistas
y los sindicatos de España porque nosotros los hacemos ricos ahora, no
les ofrecemos un pedacito de cielo en la ilusoria utopía de un futuro
impredecible".
Muchos estudiantes y profesores se amontonaron en el podio cuando terminó,
pidiéndole trabajos, "tips"de inversión, su autógrafo.
Antonio sonreía con gracia y sus ayudantes entregaban tarjetas profesionales
y su chofer le abrió la puerta de su Jaguar.
Antonio, llamó a la oficina. "Tenemos que tener una reunión inmediatamente
cuando llegue a la oficina: Tenemos un inmenso mercado no destapado - 'la democracia
de los tenedores de acciones'. Invita a algunas secretarias y señoras
de la limpieza!".
Antonio caminaba dentro del salón de reuniones. "Nuestro foco ha sido
convencional, institucional". Se sacó la corbata y dejó caer su
saco Armani sobre el respaldo de la silla. "Millones juegan a la lotería
y pierden. Nosotros invertimos sus fondos y ellos se enriquecerán! Nosotros
somos los verdaderos revolucionarios: convertiremos a cada español en
millonario. Cuántas de nuestras secretarias han invertido en fondos FOCES?
Muchas manos se levantaron. "Han ganado dinero?"
"Sí" gritaron todas.
"Quieren ser ricas"?
Todas sonrieron. "Por supuesto".
"Está bien", Antonio estaba exultante, "mañana llamamos a una
conferencia de prensa y ustedes estarán en el centro de la atención.
Estamos lanzando un esfuerzo de organización masivo para asegurarles
un futuro de bienestar y de prosperidad a cada español que pueda levantar
su colchón!".
Todos aplaudieron.
"Nuestras comisiones serán altas dado que podemos esperar un montón
de clientes son pequeñas sumas. Pero recuerden, nosotros no estamos más
en una operación de negocios, estamos construyendo una democracia económica,
con inversiones y ganancias para todos". Antonio terminó con un brillo
en los ojos, casi gritando como un nuevo converso al mercado.
En la conferencia de prensa, un cronista le preguntó a Antonio, "qué
le sucedería a la economía, si cada secretaria se convirtiera
en millonaria, quién trabajaría?".
"Ese será un problema para el futuro. Tendremos que resolver el problema
del ocio y de la alta cultura, quizás debamos volver a Carlos Marx y
consultar lo que decía sobre la organización del tiempo de ocio
en una sociedad sin clases", contestó jocosamente.
"Qué si la economía se sumerge y las acciones bajan?, preguntó
otro periodista.
Antonio sonrió. "Esa cuestión es parte del pensamiento conservador.
En nuestro tiempo con la Nueva Economía revolucionaria no hay ciclos
económicos, como no hay más chimeneas humeantes o vestidos formales".
Hay fibras ópticas, biotecnología, y sobre todo tecnología
informática. Esto significa que nunca más experimentaremos el
alza y la caída de los mercados. Hay un sólo camino y es hacia
arriba. Ayer 2000, hoy 3000, mañana 4000 - no hay límites para
las acciones, la creencia y el éxito!".
Antonio se iba caminando mientras los periodistas empujaban por las tarjetas
de sus asistentes. Dos días después, mientras Antonio con su pijama
de seda estaba tendido junto a su nueva novia, una princesa de Silicon Valley,
quien le llamó la atención sobre las noticias del colapso de una
docena de empresas dot.coms en Silicon Valley.
"Llamaré a mi agente en New York y veré que dice", Antonio bostezó.
"Hola, es Antonio de FOCES - FOCES en Madrid", dijo Antonio algo ofendido que
el agente de New York no reconociera inmediatamente su voz. "Quiero saber qué
sabes sobre el colapso de esas dot.coms en Silicon...".
"Nada de preocuparse. Un pequeño sacudón de las firmas marginales.
Pasa todo el tiempo después de la explosión, hay fusiones, ventas
y algunos perdedores.
Luego empieza de nuevo. Nada para preocuparse. Si tienes algo en esas compañías
no es mucho y el resto del NASDAQ va bien. Le aconsejo comprar en las bajas
y vender en las alzas".
Antonio colgó y sonrió a su princesa de Silicon. "Dice que es
una normal sacudida, todo está bien"" .
Ella se rió tontamente, "espero que signifique una sacudida y no un derrumbe".
En las siguientes 3 semanas más empresas dot.coms se plancharon. El mercado
temblaba y luego se sumergía abruptamente. Antonio estaba perplejo. Estaba
en constante contacto con sus agentes en Nueva York, Londres, San Francisco.
Cuando les hablaba, le aconsejaban quedarse calmo, "es una sacudida"; o le advertían
"si usted se va en la bajada, usted pierde - espere la recuperación".
Antonio empezó a incrementar sus "comisiones" y trasladarlas a cuentas
off-shore anónimas. Llamó a una reunión a todo su equipo,
sus agentes y analistas.
"Tenemos una necesaria corrección en el mercado. Tenemos que informar
a nuestros inversores de mantenerse firmes, resistir sino de otras maneras ellos
perderán una gran tajada. Es lo que se apoda en Wall Street una "sacudida"
inevitable, donde las grandes firmas se apoderan de las firmas marginales".
No obstante los teléfonos, los faxes y los mails inundaban las oficinas
de FOCES. Afuera de las oficinas se formaban filas de clientes. Antonio abría
las puertas y les decía: "Manténganse firmes, no cunda el pánico,
nuestras inversiones están seguras en los sectores de punta de las nuevas
telecomunicaciones".
Pero algunos inversores empezaron a retirarse en grande. Antonio llamó
a sus agentes en EE.UU - el mercado IT estaba cayendo aceleradamente: algunas
acciones de millones de dólares eran más baratas que el papel
higiénico; algunas acciones de billones de dólares no servían
ni para una entrada a la corrida de toros.
Llamó a una reunión de sus contadores y auditores. "Necesitamos
cubrir nuestras pérdidas temporarias"- todos sonrieron - "no es una broma,
sus puestos de trabajo son los próximos!". Antonio ordenó con
aspereza "podemos 'tomar préstamos' de las 'transacciones financieras'
de Rusia y ubicar amplias órdenes de compra y venta con diferentes agentes
en el mismo día. Esto inspirará confianza a nuestros inversores
mientras se dará la impresión que FOCES está dirigiendo
una buena cantidad de negocios."
Uno de los contadores mencionó el creciente faltante en las cuentas corrientes
y la ausencia de 'cash' para cubrirlo.
"Bien, usted opera con las categorías de la vieja economía. Nuestros
bonos, y opciones no son realmente 'costos' - son 'inversiones' - nosotros somos
'activos'. Usted necesita ponerlos en la otra columna".
"Qué pasa acerca de créditos con bancos en el exterior?", interrumpió
un contador senior.
"Eso mi querido colega, es el secreto de nuestro éxito. Cómo nosotros
creamos confianza en los inversores, pagamos buenos bonos - cómo nosotros
compramos nuestras residencias en Marbella y los yates de 20 metros - y nos
metimos en la muy volátil New Economy. El secreto de nuestro éxito
son los préstamos secretos - no queríamos preocupar a nuestros
inversores acerca de nuestros créditos, así que los mantuvimos
fuera de los informes oficiales".
"Pero Antonio, esas son nuestras deudas, deben ser pagadas y los nuevos flujos
de capital se están secando y nuestras inversiones quiebran. Qué
debemos hacer?".
Los auditores de Armani estaban preocupados, sabían mejor que ninguno
que el barco se hundía y no querían quedarse con la valija en
la mano.
Antonio arqueó sus cejas, por primera vez unas gotas de sudor aparecieron
en su frente, no obstante el aire acondicionado. "Hablaré con nuestros
amigos, el Ministro de Salud y de Economía, que no permitirán
que nos hundamos, para que nos den un crédito puente".
El encuentro terminó.
Esa tarde, varios Arzobispos llamaron, como también el Director de los
Fondos de Pensiones de la Guardia Civil. Todos querían una cita privada
o amenazaban retirar sus fondos.
Antonio sonreía mientras revisaba sus acciones. "Amenazas vacías",
reía nerviosamente. "No hay nada que puedan retirar".
Se puso a leer el sector financiero de El País. "Las inversiones FOCES
en crisis?", él leyó. Llamó al editor para quejarse. El
asistente del Director le contestó que sus "fuentes eran impecables:
ex - auditores recientemente licenciados".
"No hay lealtad en este mundo", moralizó. "Sólo socios para los
buenos tiempos".
Su secretaria le comunicó que había recibido una llamada de los
asociados económicos de Rusia que venían de Moscú para
una reunión privada. Antonio cambió de colores: del rosa al amarillo
pálido. A los huérfanos, ciegos y sordos los podía manejar
pero a la mafia rusa no, miró sus delicados dedos y un estremecimiento
recorrió su espalda. Qué si ellos traen a los albaneses con ellos,
estos tipos cortan orejas, no sólo quiebran manos?".
Antonio agarró su maletín, lo llenó con todos los papeles
de valor y se fue por la puerta trasera, diciendo a su secretaria que estaba
afuera en viaje de negocios por el resto de la semana.
Dejó su Jaguar en el garaje de la oficina y alquiló un Peugeot.
Llamó a su novia y le dijo que se encontraran en su departamento en diez
minutos.
"Necesito un lugar para descansar - una 'villa' tranquila, quizás Portugal".
Su noviecita preguntó "pero qué pasa con mi ropa, mis zapatos"?
"Todos necesitamos hacer sacrificios", replicó Antonio, tenso.
"Le prometí a mi mamá advertirla si dejamos la ciudad", agregó
con sonrisa tonta.
Antonio condujo hacia Extremadura.
Los corpulentos hombres de negocio rusos empujaban a través de la multitud
de la elite española, no mostrando ningún respeto ni consideración
por las pesadas cruces de oro, o las medallas de los generales, o las abuelas
con anteojos de sol y zapatos de tenis.
"Dónde está él?". Bramaban los jefes de la mafia rusa en
un español deficiente. Las secretarias españolas estaban muy atemorizadas.
Los contadores y agentes se metían en la cafetería; un auditor
de orejas grandes decidió llamar a la policía cuando uno del grupo
albanés miró su orificio auditivo.
La Guardia Civil salió de los ascensores y corrió hacia el Director
de sus Fondos de Pensión, la Guardia usaba sus bastones para desalojar
a los sudados rusos y al grupo albanés para poner a su Director de Pensiones
en la primera línea. En vano. Antonio se había ido.
Todos los periódicos encajaron la noticia en primera página, los
canales de televisión competían con las noticias sobre los fondos
de las asociaciones de caridad y de pensiones que habían sido escamoteados.
Mientras, Antonio descansaba en una villa de las sierras de Extremadura, lo
despertaban los cencerros de las ovejas en las mañanas y gozaba de caminatas
en los senderos de montañas. Hablaba a pocas personas y gozaba del aire
campestre, preparando su próxima movida.
"Los Estados Unidos de América - no tomé dinero de ellos, al contrario
logré un pepino de ellos!. Florida tiene un clima para disfrutar, una
cierta cultura latina y es el centro del giro de capital de América Latina
que busca inversiones prometedoras."
Su novia sonrió. "Nada mejor que un lugar bendecido por Dios. Pero no
tienes miedo de ser extraditado?".
Antonio sonrió, "No extraditan a amigos del mercado libre. Leí
que hay más de mil ex - dictadores, torturadores, militares, estafadores,
que viven vidas normales en Florida. Y yo soy un inversor cuyas inversiones
se estropearon como a millones de americanos. Empaca, mi querida".
Como Antonio cargó el auto, tres patrulleros lo pararon en la polvorienta
ruta. Y bloquearon su camino. Saltaron varios Guardias Civiles.
"Es él", exclamó un pastor. "Es uno de los que estafaron el Fondo
que pagaba 10.000 pesetas de pensión a mi hijo sordomudo".
Antonio fue llevado a un costado. Su novia gritaba. "No te olvides de tirarme
las llaves del auto".
En prisión, sus abogados le aconsejaron no pedir una fianza, ya que un
grupo de siniestros rusos y albaneses merodeaban sus oficinas y su departamento.
Se lanzó una investigación parlamentaria, y la mayoría
de los Ministros del Partido Conservador alegaron que fueron engañados
por las cartas de recomendación de los Directores de los Fondos de Pensión
y de las Asociaciones de Caridad, quienes a la vez acusaron a los obispos que
se remitieron a cartas de un desesperado monseñor que a la vez alegaba
recordar a Antonio como un monaguillo un poco diablito.