La
manipulación comunicacional
para viabilizar el Plan Colombia
“Decidir
quién es señor y quién esclavo, no depende solamente
del hecho de disponer de capital, de las fábricas, de los ejércitos,
sino también –y cada día más inequívocamente- de disponer de la conciencia
de los demás”
Hans
Magnus Enzensberger
1.
Manipulación para viabilizar el Plan Colombia
Como
quedó mencionado, el logro de una mínima viabilidad del Plan Colombia
exigió una amplia y sostenida campaña comunicacional en los distintos
países y organizaciones, mediante la cual se pretendió venderla como
un plan de paz y anti narcotráfico. Para ello, no se mantuvo reparos
en publicarlo en varias versiones, según el público al cual se lo dirigía,
como lo confirma la siguiente cita tomada del Suplemento especial de
la Revista Desde Abajo, de Noviembre de 1999, en la que se afirma que:
“Hoy está más que comprobado que del Plan Colombia (....) existen al
menos tres versiones:
-
La auténtica, que hemos traducido, fue presentada a los senadores
norteamericanos motivándolos a identificar el proceso colombiano
como una
amenaza para su país y demandando su apoyo para los esfuerzos militares
en tres focos geográficos, cuyo primer escenario a un año lo constituye
el departamento del Putumayo. Y en los dos años siguientes el turno
le toca al centro y al sur occidente del país. En este documento el
proceso de paz ocupa el V orden.
-
La de mostrar a la opinión pública de Norteamérica, que fue traducida
la semana anterior por la comisión segunda del Senado y que ignora los
apartes militares. En esta versión, para las apariencias, el proceso
de paz se presenta en segundo lugar.
-
La destinada a la Comunidad Económica Europea destaca la defensa
de los Derechos Humanos y suprime las referencias persistentes al fortalecimiento
militar”[9]
a.
El Plan Colombia:“ni se consultó al Parlamento colombiano
y tampoco a sus Comisiones de Asuntos Exteriores, en su redacción no
participó el Consejo Nacional de Paz, creado por ley de la República,
ni fue tema en la agenda de la Mesa de Negociación y Diálogo entre el
gobierno del Presidente Andrés Pastrana y el movimiento insurgente Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)”
por lo que: “Se trata, por tanto, ya en su génesis, de un plan
ideado por Estados Unidos, sin participación de las fuerzas sociales
colombianas y al servicio de uno de los actores del conflicto, el gobierno
colombiano”[10];
y,
b.
El Plan Colombia presentado oficialmente al gobierno de los
Estados Unidos en septiembre de 1999, no se divulgó oficialmente
en Colombia sino hasta en el mes de enero del 2000, esto es, tres meses
luego de su presentación ante el Congreso de los Estados Unidos.
Mas,
todos los esfuerzos por esconderlo ante la opinión pública colombiana,
en principio, y luego para maquillarlo fueron inútiles, toda vez que
la manipulación de conciencias, para poder ser tal presupone la reproducción
del “libre albedrío”, juicio y capacidad de elección de los manipulados,
para lo cual deben los manipuladores, inexorablemente, entregar
por lo menos una parte de la verdad, parte que termina por ser
suficiente para descubrirla en su totalidad, como es el caso del Plan
Colombia publicado en forma integral por la Revista Desde Abajo en Octubre
de 1999, cuando el gobierno colombiano aún hacia esfuerzos por mantenerlo
en secreto, actitud similar a la asumida por el gobierno ecuatoriano
en el caso del Acuerdo suscrito para la ocupación de la Base de Manta,
como lo reseñamos inmediatamente.
2.
Manipulación para el involucramiento de los países
limítrofes con Colombia
El
principal instrumento utilizado para justificar el involucramiento de
los países limítrofes con Colombia en el proceso desatado por el Plan
Colombia, ha sido y continúa siendo, las acusaciones infundadas sobre
supuestas incursiones de las
FARC, así como la supuesta posibilidad de que las FARC y el ELN atraviesen
las fronteras nacionales y extiendan
la guerra a esos países, argumento mantenido a pesar de los continuos
manifiestos de las FARC de
que ello no es una posibilidad ni remotamente cierta.
En
el sentido mencionado, la declaración de Donnie Marshall, jefe de la
Agencia estadounidense antidrogas, DEA, es especialmente relevante,
cuando de acuerdo a la nota de 25 de septiembre
de PULSAR, advierte a los países vecinos de Colombia sobre el
riesgo de que la violencia traspase sus fronteras con la aplicación
del Plan combinado para combatir la droga, dado que:
“El llamado Plan Colombia llevará la confrontación a sus extremos con
el fin de atacar las redes de narcotráfico y ese proceso fácilmente
se confundirá a los narcotraficantes, con la guerrilla y los pobladores
campesinos” lo que producirá grandes desplazamiento de gentes,
los cuales podrían internarse en los países vecinos a Colombia, por
lo que Donnie Marshall:
“pide al resto de gobiernos aplicar “políticas agresivas” para
detener ese proceso”[11],
lo que a más de confirmar lo enunciado respecto a la estrategia militar
de contención que actualmente cumplen los ejércitos de Ecuador, Perú
y Brasil, pretende se niegue la solidaridad que todos debemos a los
desplazados colombianos conducidos a esa precaria e inhumana situación,
precisamente, por los designios del imperio, del cual es un alto representante,
precisamente, el señor Donnie Marshall.
2.1.
Manipulación para el involucramiento del Ecuador
En
el caso ecuatoriano, la manipulación tendiente a justificar la movilización
del ejército ecuatoriano hacia la frontera norte se inicia el 11 de
septiembre de 1999, cuando aún no era conocido el texto completo del
Plan Colombia, fecha en la cual se produce el secuestro de un grupo
de 12 personas, entre turistas y trabajadores petroleros en la vía Lago
Agrio-Tarapoa, en la Provincia de Sucumbíos colindante con territorio
colombiano, situación ante la cual el gobierno ecuatoriano inmediatamente
de cometido el ilícito procedió a acusar a las FARC de tal acción, la
que posteriormente se descubrió como producto de una supuesta acción
de delincuentes comunes, ya que, en realidad se tratan de actos delincuenciales
cometidos por los paramilitares colombianos, hipótesis hoy aceptada
como cierta, incluso en las esferas oficiales.
Posteriormente, el 12 de octubre del 2000, en pleno desarrollo del Plan
Colombia, se produce un nuevo secuestro, en este caso de 10 trabajadores
petroleros de la empresa española-argentina Repsol-YPF, 6 americanos,
1 chileno, 2 franceses (quienes posteriormente supuestamente escaparon
al amparo de una tormenta tropical, si damos fe a las declaraciones
oficiales) y 1 argentino. Ante este hecho, el Vicepresidente del Ecuador,
Pedro Pinto, en su calidad de Presidente encargado, inmediatamente afirmó
en rueda de prensa que las FARC: “han reivindicado que fueron
las que produjeron el secuestro en represalia por el Plan Colombia”12,
declaración a la cual se agregó la de las Fuerzas Armadas del Ecuador
en la que aseveraron que los secuestradores: “actuaron con el rostro
cubierto y se identificaron coma FARC”[12] ,
posición en la cual se insistió en días posteriores, a pesar de que
las FARC habían negado tal posibilidad a través de declaraciones ofrecidas
por Simón Trinidad, vocero de las FARC, al periodista Gonzalo Guillén,
en la que había expresado: “Nosotros no estamos en territorio ecuatoriano.
La confrontación la adelantamos en territorio nacional. Mantenemos buenas
relaciones con los países y pueblos vecinos. No incursionamos en ninguno
de los países vecinos, pedimos es apoyo de estos países en nuestra lucha
por construir una Colombia con justicia social y en paz”[13],
así como por las declaraciones ofrecidas a AP por el Jefe Guerrillero
Carlos Antonio Lozada, en las que afirmaba: “Le puedo asegurar con toda
seguridad que las FARC no tienen nada que ver con este incidente” 12,
y las declaraciones de Joaquín Gómez, Jefe del Bloque Sur de las FARC
el que mencionaba sería una maniobra de la CIA que: “busca que todos
los países limítrofes se unan en torno al Plan Colombia y contra los
colombianos” 12,
develando así el verdadero objetivo de estas acciones.
La verdad objetiva de la posición de las FARC determinó que, a día seguido,
el gobierno ecuatoriano deba desmentirse, acudiendo a la hipótesis de
que el secuestro podía ser obra de los paramilitares colombianos o delincuentes
comunes, hipótesis que, según fuentes castrenses ecuatorianas se sustenta
en un hecho evidente, si los secuestradores operarían en el territorio
colombiano, sería absurdo que aterricen con el helicóptero en territorio
ecuatoriano para luego cruzar el río San Miguel, con el riesgo de ser
descubiertos por los controles militares.
Ante lo dicho vale agregar que los autores son personas que operan mediante
bases en territorio ecuatoriano -dado el tiempo que mantuvieron en 1999
y hoy ya mantienen a los rehenes del último secuestro-,
que disponen de armamento de gran potencia de fuego como lo aseveraron
las fuentes oficiales sobre la base de los testimonios de los testigos
presenciales del secuestro, hechos que reducen la alternativa tan solo
a los paramilitares colombianos, dada la conjugación de dos objetivos:
-
Uno político, en procura de recrear la aceptación social para
el involucramiento del ejército ecuatoriano y de generar animadversión
hacia las FARC; y,
-
Un segundo, de carácter económico como en el secuestro de septiembre
de 1999[14].
A
ello deben agregarse tres circunstancias ampliamenteconocidas:
-
Su alianza con las fuerzas armadas colombianas para realizar
los trabajos sucios; y,
-
La posesión de propiedades por parte de los paramilitares colombianos
en territorio ecuatoriano, lo que incluso fundamentó la demanda del
Grupo Civil de Monitoreo de los impactos del Plan Colombia en
Ecuador para que el Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), realice: “el
levantamiento de información catastral en las riberas sur orientales
del río San Miguel, limítrofe con Colombia, que permita confirmar o
desvirtuar la información recogida por el Grupo de Monitoreo en Sucumbíos,
acerca de la adquisición de tierras en esa zona de nuestro país por
parte de integrantes de las denominadas “Autodefensas Unidas de Colombia”
(paramilitares) cuyo cabecilla, Carlos Castaño, admitió públicamente
en agosto de 1998 y febrero de 1999, que 75 ecuatorianos participaban
en entrenamientos y operativos esporádicos de las AUC en la zona fronteriza
ecuatoriano-colombiana”[15].
En
consecuencia, puede afirmarse que la campaña de manipulación que se
ejerce sobre el pueblo ecuatoriano se viene realizando desde antes del
conocimiento público del Plan Colombia, para lo cual se recurre como
principal argumento a supuestas acciones de las FARC en
territorio ecuatoriano, acciones que son cometidas por los paramilitares
colombianos, quienes para ello disponen de propiedades en territorio
ecuatoriano que les sirven de bases para las acciones delictivas, que
desde las fuentes oficiales
ecuatorianas del más alto rango, adjudican siempre a las FARC, con claros
objetivos políticos y en procura de justificaciones para sus decisiones
y acciones en apoyo al “Plan Colombia, plan de guerra.
En la misma línea de manipulación,
e incluso de franca provocación se inscribe la «inauguración» del puente
sobre el río San Miguel, que marca los límites en el tramo nor oriental
de la frontera entre Ecuador y Colombia, inaguración que se efectuó
con la presencia de los Presidentes de Ecuador y Colombia, varios años
luego de que su construcción finalizara, lo que admira y extraña en
nuestros países en los cuales la norma de todo gobierno es «inaugurar»
las obras aún antes de que su construcción concluya.
La inauguración, por cierto, se realizó varias horas luego de lo previsto
y con un despliegue militar impresionante, suficiente para alistar a
cualquier mente elementalmente despierta sobre la anormalidad de lo
que ocurría; suficiente para despertar sospechas y preguntar a que obedecía
que en la ribera colombiana no existen guarniciones de las Fuerzas Militares
colombianas y obtener la respuesta de que hace tiempo que
abandonaron la zona y que los destacamentos militares al otro
lado son de las FARC.
¿Acaso la bobería en el más alto nivel del gobierno ecuatoriano
no permite reconocer que estan siendo utilizados, que no son otra cosa
que instrumentos de una ingeniería de muerte? ¿Acaso la bobería en el
más alto nivel del poder público no permite entender que no gobiernan
más, que las decisiones que supuestamente asumen no son otra cosa que
ecos de las decisiones que se adoptan más allá de las fronteras nacionales:
en la oficina oval y de las grandes empresas transnacionales?, o es
que ¿Son tontos útiles, conscientes de sus acciones y, en consecuencia,
traidores a los intereses de la Patria?
A
las anteriores interrogantes, quiza no cabe una sola respuesta, mas,
cualquiera ellas sean, apuntalan nuestra afirmación de que acciones
como la mencionada «inauguración» del puente sobre el río San Miguel
efectuada con la complicidad del gobierno de Gustavo Noboa,
no son más que recursos para tratar de lograr dos objetivos:
-
Recrear una suerte de sentido de propiedad sobre el puente en
el imaginario del pueblo ecuatoriano, que permita luego justificar la
«necesidad» de defenderlo, incluso evocando a Twintza; y,
-
Tener justificación, para colocar las guarniciones militares
ecuatorianas en el lado sur del puente, conscientes de que en el otro
lado están las FARC, que no el ejército colombiano.
Por
ello no debe admirar la profusa y constante campaña que se adelanta
sobre supuestas intenciones de las FARC de volar el puente sobre el
Río San Miguel, que se constata ya en los medios de comunicación social
del Ecuador. Solo en mentes reducidas puede concebirse que un ejército
pueda volar un medio que podría facilitar una retirada forzosa, a menos
que entre las intenciones de la estrategia de guerra elaborada a propósito
del Plan Colombia, se haya previsto, precisamente, volar el puente como
antecedente previo y como justificación para la intervención directa
del ejército ecuatoriano. Para ello el escenario está montado, la campaña
que anticipa supuestos autores está en marcha.
En suma, incrementar la posibilidad de un involucramiento de las Fuerzas
Armadas del Ecuador en el conflcito, amparados en una supuesta defensa
de un puente en que una parte es ecuatoriana,
dirección en la que apuntan las declaraciones del General Víctor
Zabala, comandante de la IV División del Ejercito Amazonas, cuando afirma
que: “Si hay una infiltración a nuestro territorio y atacan
a nuestras fuerzas, estamos listos para reprimirlos con firmeza”, palabras
solamente explicables en un oficial cuya única actividad ha sido el
ejercicio de su profesión de ingeniero, que nunca ha participado en
combate alguno durante toda su vida militar, por lo que no puede evaluar
correctamente la fuerza que se halla al frente: 17.000 hombres entrena
dos en 40 años de guerra ininterrumpida, dotados de armamento tan o
más sofisticado que el del ejército ecuatoriano, como se desprende de
las aseveraciones de las propias fuentes oficiales colombianas; por
lo que no puede
explicarse el por qué todo militar que ha estado ya en combate siempre,
sin excepción, a más de guardar mesura en sus palabras, siempre aboga
por la paz antes que por la guerra.
Por lo antes dicho, ¿No
sería mejor que la firmeza de todos los oficiales honestos e incorruptibles
de nuestras Fuerzas Armadas se orientase a atacar la corrupción y los
asaltos que desde el poder se vienen adelantando, sigilosamente en un
principio, y hoy, abiertamente, como lo demuestra la campaña en favor
de las Leyes Trole I y II? ¿No sería preferible que todos sus esfuerzos
se concentren en lograr construir zonas de paz antes que avanzar en
escenarios de guerra y muerte?
Por todo lo antes dicho, la falsedad de los argumentos esgrimidos
por el gobierno de Gustavo Noboa son evidentes, constituyen una mera
manipulación contra el pueblo ecuatoriano en la intención de lograr
se acepte al Plan Colombia como un supuesto plan de paz, que no un plan
de guerra contra el pueblo colombiano y los pueblos latinoamericanos;
así como el avanzar en
procura de un consenso para posibilitar: “la coordinación de operaciones
militares y de policía, y el mejoramiento de seguridad fronteriza y
el apoyo de equipos y de tecnología” antes mencionada, lo que no constituye,
otra cosa que una invitación para la creación de una barrera militar
de contención, destinada a apoyar con trabajo de inteligencia e incluso
militarmente al ejército colombiano, destino que si lo aceptamos sin
expresar nuestra más tenaz
oposición, sin luchar contra esa opción, nos revestirá de vergüenza,
de complicidad, en circunstancias en que todas las voces deben dejarse
escuchar en consuno.
2.3.
Manipulación para justificar la entrega de la Base de Manta
A
más de los argumentos del tipo como los mencionados en párrafos anteriores,
en el caso de la entrega de la Base de Manta se recurre al manido argumento
de que su utilización por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos
será para uso exclusivo de la lucha antidrogas, de apoyo logístico,
por lo que no servirá, en absoluto según las fuentes oficiales, para
apoyar las acciones militares en Colombia.
Ante
ello, debe puntualizarse lo siguiente:
a.
Es conocido que las bases que disponía el ejército norteamericano
en Panamá tenían objetivos puramente militares, entre éstos el cumplimiento
de labores de comunicación y el entrenamiento de miembros de los ejércitos
de América Latina para la lucha contrainsurgente, respecto a lo cual
José Steinsleger, señala que en la Zona del Canal de Panamá, denominada
Balboa está (ba): “el cuartel general del Comando Sur de los
Estados Unidos (SOUTHCOM), una de las ocho direcciones estratégicas
de los norteamericanos en el mundo”[16],
agregando sobre las funciones que:
“El SOUTHCOM incluye la reserva militar de Quarry-Heights. Desde sus
oficinas se controlan todas las actividades militares y de inteligencia
del continente y es responsable operacional de los programas militares
norteamericanos (PAM) para América Latina. La función aparente del SOUTHCOM
es la de supervisar a las misiones militares de Estados Unidos en los
países latinoamericanos. En la práctica y los hechos históricos, el
SOUTHCOM se ha encargado de dirigir las intervenciones armadas de Washington
al sur del río Bravo (Negrillas del A.). Entre las más destacadas de
los últimos tiempos figuran la de Santo Domingo en la Rep. Dominicana
(1965), Grenada (1983) y Centroamérica ( 1981-1986)” 16,
para agregar más adelante respecto a las funciones de las bases militares
de FORT GULICK, ex sede de la U.S. Army School of the Americas (USARSA,
Escuela de las Américas) y FORT DAVIS (Escuela de las Américas), que
en éstas: “millares de militares latinoamericanos han recibido instrucción:
desde el aprendizaje del inglés hasta cómo dar un golpe de Estado”,
especificando que “De 1946 a
1984, 45.082 oficiales y suboficiales de América Latina fueron becados
por el Pentágono para estudiar en la escuela”[17],
datos históricos que, a más de confirmar los objetivos mencionados respecto
a las funciones que cumplían las bases en Panamá, elevan nuestra atención
sobre la cita ya incluida del General Charles Wilhelm, Jefe del Comando
Sur, para quien Manta es: “... el sitio idóneo para sustituir las capacidades
perdidas al abandonar la base aérea de Howard (canal de Panamá)”, base
que fue sede del Air Force Special Operation Wing. En ese contexto,
resulta ingenuo, imposible pensar que la Base de Manta, se destinará
“única y exclusivamente” a acciones de vigilancia sobre los desplazamientos
del narcotráfico;
b.
Si se observa cualquier mapa, por ejemplo el de la Revista Desde
Abajo antes citada, respecto a la presencia militar de Estados Unidos
en Colombia , no puede menos que llegarse a la conclusión de que las
funciones de las bases de Manta no pueden ser otras que las de
interrelacionarse con los distintos puestos, los cuales cumplen
todos, funciones militares;
c.
En el absurdo no consentido de que se aceptase que las naves
que decolen de Manta solo se dediquen a acciones contra el tráfico de
narcóticos, no es admisible que las observaciones no registren datos
sobre el posicionamiento o la movilización de fuerzas militares. Ejemplificando,
cuando las observaciones se realizan con el Satélite Lanzat, a objeto
de disponer de información sobre actividades agrícolas, la información
obtenida contiene incluso la de los denominados “cultivos asociados”,
lo que en términos simples no significa otra cosa que se obtienen datos
incluso sobre cultivos que ocupan un mismo territorio, sin depender
del piso trófico al que correspondan. No se pretenda entonces que las
observaciones sólo obtendrán datos sobre narcocultivos, narcoprocesamiento
y movimientos de los narcotraficantes; y,
d.
Abundando sobre la falsedad de los argumentos esgrimidos desde
fuentes oficiales sobre el rol de Manta, baste mencionar la excitativa
formulada por el “Grupo Civil de Monitoreo del Plan Colombia en Ecuador”,
luego del primer Encuentro Continental por la Vida y la Paz de Colombia,
al que asistieron delegados internacionales de 18 países, que se realizara
entre el 25 y 26 de noviembre de 1999, excitativa al Congreso Nacional
para convoque al Ministro de Relaciones Exteriores, Heinz Moeller, “a
declarar en la Comisión de Asuntos Internacionales del Congreso Nacional
y dar toda la información pertinente sobre los sucesos denunciados en
los primeros días de julio, en torno a la captura -según fuentes oficiales
“en aguas internacionales”- del barco ecuatoriano Elizabeth I, que transportaba
190 emigrantes ecuatorianos ilegales (así como de otras embarcaciones
nacionales en fechas anteriores) por parte de buques de la Armada norteamericana,
con apoyo logístico de helicópteros y aviones de rastreo electrónico
provenientes de las instalaciones de la Base Aérea de la Fuerza Aérea
Ecuatoriana en Manta, tal como lo denunció el embajador ecuatoriano
Francisco Suéscum, Director General de Soberanía Marítima de la Cancillería”,
quien fuera posteriormente suspendido de sus funciones por disposición
de Heinz Moeller, en represalia por la denuncia que efectuara en defensa
de la soberanía nacional, cita y represalia que, por una parte señalan
de manera irrefutable que la Base de Manta cumple también funciones
para detener a posibles
inmigrantes, en buen romance para reprimir a los ecuatorianos excluidos
del trabajo y del país por la acción neoliberal del gobierno social
cristiano de Noboa, y, por otra, descubre los esfuerzos del Canciller
por ocultar las verdaderas funciones de la Base de Manta, para lo cual
no tiene reparos incluso en reprimir a un Embajador por el solo hecho
de cumplir con sus funciones en defensa de la Soberanía Nacional.
La
contundencia de los argumentos antes esgrimidos, eximen de la necesidad
de acudir a comentarios adicionales para demostrar la manipulación del
gobierno ecuatoriano para tratar, inútilmente, de convencer al pueblo
ecuatoriano de que la Base de Manta no se involucrará en acciones militares.
Cabe entonces solo advertir que el peligro para un involucramiento aún
más directo del Ecuador en el conflicto colombiano se acrecenta por
constituirse Manta en un puesto clave de comunicaciones y de información,
ya que, como enseña todo texto
militar, para debilitar al enemigo, debe tratarse de dejar incomunicadas
a sus distintas unidades, por manera de imposibilitar la aplicación
de acciones conjuntas, coordinadas. Por ello Manta es un objetivo militar
de especial importancia, y, consecuentemente, un elemento potencial
adicional para el involucramiento del Ecuador en el conflicto militar
aceleradamente ampliado por el Plan Colombia.
Para los incrédulos que pueden mantenerse en sus trece negando la posibilidad
de que la Base de Manta sea considerado un objetivo militar en el marco
de la guerra colombiana, valga invitarlos a leer la edición del diario
El Comercio de la ciudad de Quito, correspondiente al día sábado 21
de octubre del 2000, en la que se señala en resumen de primera página
que: “La Embajada de los Estados Unidos se aísla más”,
información que se amplia en la página B8 bajo el titular de: “448
pilares cercan los alrededores de la Embajada de los Estados Unidos”,
información que relata sobre las obras construidas para incrementar
las seguridades de la Embajada, incluso sin contar con las autorizaciones
municipales como lo afirma esa misma información, a la cual solo cabe
agregar que las obras se iniciaron, precisamente, luego de la aprobación
del Plan Colombia, bajo el pretexto de un atentado cometido con un insignificante
pedazo de dinamita, como lo reconocieron los expertos en explosivos
a esa fecha. ¿Acaso estos hechos no les indican que se están tomando
prevenciones ante la modificación de la situación determinada por el
Plan Colombia. ¿Es
que somos tan ciegos para no ver que nos están conduciendo a una guerra?
Mas como todo lo dicho muchas
veces puede ser mirado como una suerte de juicio precipitado, en esta
época en que se trata de descalificar opiniones sobre la base de la
velocidad de los procesos, de las “ultimas versiones”, es menester advertir,
a forma de corolario, que el caso de la Base de Manta y su rol en el
marco de la estrategia militar de los Estados Unidos no es materia nueva,
esto fue ya negociado e incluso tratado públicamente en 1986, como lo
refiere José Steinsleger.
Efectivamente,
ante la aproximación de la fecha y la eventualidad de que la armada
de los Estados Unidos deba retirarse de Panamá, como efectivamente ocurrió,
los Estados Unidos avanzó en la suscripción de un: “supuesto
convenio entre las FFAA y el Comando Sur (SOUTHCOM) para el establecimiento
de la Escuela de las Américas en la región amazónica del país y la instalación
de una base militar americana en las islas Galápagos”[18]
como lo comentó la prensa nacional, cita sobre la cual vale comentar
lo siguiente:
a.
El Acuerdo se firmó efectivamente, como lo reconoció el Canciller
Edgar Terán Terán, cuando mencionó que: “No hay convenio sino
acuerdo de cooperación entre el Ecuador y los Estados Unidos” como si
el uso del término acuerdo en lugar de convenio cambiase radicalmente
lo actuado;
b.
A 1986 se pensaba ya en establecer la Escuela de las Américas
en el oriente ecuatoriano, para supuestamente “abrir un frente contra
el narcotráfico como lo denunciara Alejandro Carrión ante el Tribunal
de Garantías Constitucionales, lo que se apoyaba en el hecho de que,
según la revista madrileña Tiempo del 10 de mayo de 1986: “el
gobierno ecuatoriano (del ingeniero Febres Cordero N.A.) habría manifestado
su interés para instalar en el país una sucursal de la Escuela de las
Américas además de estar dispuesto a enviar tropas a Centroamérica y
haber ofrecido a Washington campos de entrenamiento”[19];
y,
c.
Que el mencionar a Galápagos como el sitio para establecer una
base es seguramente el producto de la desinformación que llevó a cabo
la inteligencia militar a través de un oficial de alto rango[20],
ya que, ello resultaba totalmente inexplicable cuando: “El columnista
Jorge Cevallos Salas aseguró estar informado de que en la provincia
de Manabí y en el occidente de Pichincha efectivos militares norteamericanos
comandados por el General Galvin (Jefe del SOUTHCOM N.A,) se habían
dedicado a fijar el lugar en que se construiría un sofisticado aeródromo
a más de las rutas que seguirían determinadas carreteras de acceso a
la pista (La Hora, 31.7.86)”, así como el hecho de que: “tuvieran lugar
las maniobras navales UNITAS frente a las costas de Manta, la operación
“Horizonte Azul”entre la Fuerza Aérea del Ecuador (FAE) y la United
States Air Force (USAF) y el peritaje técnico para la construcción de
una carretera de 30 kilómetros en la provincia de Manabí”, carretera
que luego se descubrió, por declaraciones del Capitán Lusk, jefe de
la Brigada de técnicos de la Reserva
Militar perteneciente al
Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos que arribó al
país simultáneamente a las comentadas maniobras, correspondía al tramo
San Jacinto-Canoa, que se relaciona con Manta, que no con las Galápagos
utilizadas para desviar la atención del verdadero objetivo, cuanto más
que los dos centros poblados y la Base de Manta se ubican, precisamente,
frente a la carretera que se pensaba construir, y que seguramente se
construirá luego de la ocupación de la base.
[9]
Op. Cit., página 4.
10
Serrano Pascual: “EEUU quiere implicar a Europa en una intervención
militar en Colombia” del 23 de junio del
2000.
[11]
Pulsar: “El jefe de la DEA reconoce que la violencia secundaria al Plan
Colombia implicará a todos los países de la región”, de 25 de septiembre
del 2000.
12
Diario El Universo, Guayaquil, Ecuador, viernes 13 de octubre del 2.000,
página 3.
[12] Diario El Universo, Guayaquil, Ecuador, viernes 13 de octubre del 2.000, página 3.
[13] Diario “HOY’, Quito, Ecuador, viernes 13 de octubre del 2000, página 2A.
[14] “Para las autoridades (ecuatorianas N.A.) lo más probable es que este caso se resuelva en condiciones de estricto secreto, similar a lo que ocurrió en Tarapoa, en donde las investigaciones posteriores de la Unidad Antisecuestros (Unase) de la policía determinaron que allí intervinieron experto sen pago de rescate y liberación de cautivos. Incluso se llegó a descubrir que se utilizó a un sacerdote de la región para que entregará lo s3.5 millones de dólares que exigieron los secuestradores”, Véase la edición del diario El Universo de la ciudad de Guayaquil-Ecuador, correspondiente al sábado 14 de octubre del 2000, página 6.
[15] Grupo Civil de Monitoreo de los Impactos del Plan Colombia en Ecuador: “Informaciones sobre la Base militar estadounidense en Manta y efectos de Plan Colombia en Ecuador”.
[16]
Steinsleger, José: “Bases Militares
en América Latina”, Editorial El Conejo, Quito, Ecuador 1986, página
28.
[17]
Steinsleger, José, Op. Cit. página 33.
[18]
Steinsleger, José, Op. Cit., página 122
[19]
Steinsleger,
José, Op. Cit., páginas
122 y 123
20
Steinsleger, José, Op. Cit.,
páginas 124 y 125.