Represión a estudiantes deja un muerto y 50 heridos en Puno
FELIPE GUTIÉRREZ
Los restos del estudiante Edy Jhony Quilca Cruz (foto superior derecha) son llevados por la indignada multitud de puneños hacia su domicilio, en la localidad del Barrio Alto Huáscar. muerto y más de 50 heridos, entre jóvenes, transeúntes, comerciantes e incluso periodistas y soldados, dejó el violento enfrentamiento que se registró la mañana de ayer entre alumnos de la Universidad Nacional del Altiplano y miembros de una fuerza combinada de la Policía y el Ejército.
La lucha se inició a las 8 de la mañana cuando numerosos efectivos pretendieron desalojar del campus universitario a los estudiantes que habían tomado el local la víspera, en rechazo de la declaratoria de emergencia del país.
Inicialmente los jóvenes dialogaron con los jefes policiales a cargo del operativo. Minutos después, las conversaciones se suspendieron y dieron paso a un ataque frontal de parte de las fuerzas del orden, que lanzaron bombas lacrimógenas para dispersar a los estudiantes. Hubo también disparos al aire de parte de los militares.
La respuesta de los universitarios llegó con piedras lanzadas por medio de hondas y resorteras contra los custodios del orden. Se produjeron detenciones y los primeros dos heridos de bala. Uno de ellos fue el estudiante de la Facultad de Educación Edy Jhony Quilca Cruz, de 22 años, al que un proyectil le impactó en el estómago. Minutos después fue evacuado al Hospital Regional Manuel Núñez Butrón, a donde llegó muerto.
Horas más tarde el director del referido nosocomio, Isaac Manzaneda Peralta, identificó al otro joven herido como Omar Saravia Quispe, quien fue intervenido quirúrgicamente y viene recuperándose satisfactoriamente.
Los ánimos se caldearon aun más y las hostilidades aumentaron. El representante de la Defensoría del Pueblo, Alfredo Herrera Flores, buscó restablecer el diálogo, tomando en cuenta la existencia de heridos de gravedad. Hizo lo propio el presidente regional David Jiménez Sardón y sus consejeros regionales, el presidente de la Corte Superior y otras autoridades, así como dirigentes estudiantiles, quienes buscaron reunirse con el Comandante General de Armas, Carlos de la Melena Mariátegui, y solicitar el repliegue de sus fuerzas y la libertad de los detenidos.
Pero la paz no llegó. Los jóvenes se replegaron a la plaza de armas e izaron el pabellón nacional a media asta en señal de duelo y pretendieron iniciar un homenaje a los caídos en defensa de sus derechos conculcados, dijeron.
Los siguieron los maestros en huelga, trabajadores judiciales y otros gremios en conflicto. Eran las 12 del día.
SEGUNDA ARREMETIDA La segunda arremetida contra los estudiantes se produjo al mediodía. Había en la plaza, además de las autoridades, comerciantes, periodistas y madres de familia que llegaron para informarse sobre la situación de sus hijos detenidos.
Todos esperaban que los resultados de los intentos de diálogo fueran positivos y que los efectivos de las fuerzas combinadas abandonaran la plaza de armas y se replegaran a sus bases militares.
Pero eso no ocurrió. Al contrario, los uniformados se sintieron acorralados y retomaron el lanzamiento de las bombas lacrimógenas sin considerar que en el lugar había madres con sus hijos en brazos, acción que enardeció aun más a los manifestantes.
Entonces se produjo otro enfrentamiento y aumentó el número de heridos. Ya no eran solo estudiantes; había también transeúntes, comerciantes, periodistas y un agricultor. La calma todavía tardó horas en llegar. Las FFAA aseguraron que el enfrentamiento fue iniciado por los estudiantes, quienes negaron la versión e insistieron en culpar a los efectivos militares de cometer excesos durante el operativo.
fuente: La Republica (Lima)