País Vasco
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Euskadi: algo se mueve
Colectivo Prometeo
Los acontecimientos políticos que se han sucedido en Euskadi después de las elecciones del 17 de abril permiten pensar que a pesar de los escasos cambios que se observan tras la lectura de los resultados, estos han sido y son aprovechados para abrir un nuevo proceso que permita desbloquear el enfrentamiento entre los nacionalistas vascos y los constitucionalistas, para concitar próximos momentos de esperanza con el propósito de lograr una solución definitiva al conflicto vasco.
Más allá de las cábalas que se puedan hacer sobre la formación del nuevo gobierno de Ajuria Enea, después de las consultas de Ibarretxe como candidato de la coalición electoral más votada, y de la ronda de reuniones de Patxi López con todos los partidos, incluido EHAK, al postularse como candidato alternativo no obstante sus diez diputados menos, lo verdaderamente importante son los pasos que se han dado y se siguen dando para obtener un nuevo marco que permita el diálogo entre todas las partes, abriendo un proceso de normalización política que ayude a conseguir el objetivo de alcanzar la paz. De las declaraciones y de los contactos habidos entre los dirigentes políticos se deduce que algo se mueve en este sentido.
El planteamiento plebiscitario que de las elecciones ha realizado Ibarretxe se ha saldado con una derrota sin paliativos, dando pie dentro de su propio grupo al cuestionamiento de su liderazgo y de la estrategia seguida con su plan. Por su parte, el PSE no obstante la puesta en escena que ha realizado su líder, probablemente siga los planteamientos que se hacen desde Madrid, donde piensan que si Ibarretxe guarda en un cajón su plan y se empieza sin apriorismos la reforma estatutaria con la formación de una mesa a la que se puedan sumar todas las organizaciones políticas vascas, sería mejor considerar la retirada de su candidato y abstenerse en la votación.
La ilegalización de Batasuna, después Euskal Herritarrok y recientemente Aukera Guztiak, no ha servido a los propósitos de los arbitrarios proscriptores, puesto que ha dado más fuerza a la nueva solución abertzale radical ahora representada por EHAK, procurándole con el significativo aumento de su número de escaños la facultad de fiel de la balanza entre los constitucionalistas y los nacionalistas vascos.
La degradación promovida por el espionaje al que se ha sometido a las personas que integraban las candidaturas del abertzalismo radical al ser consideradas sospechosas de analogía con ETA, fundamentada en ocasiones por el simple hecho de haberlas visto visitar alguna herriko-taberna (¿qué hacer entonces con presidentes de comunidades autónomas que disfrutan manifestándose como apologistas del GAL, o con otros que aún a sabiendas de la ilegalidad que estaban cometiendo no tuvieron ningún rubor para embarcarnos en la guerra de Irak?), ha propiciado un víctimismo inicialmente estimulado por la aberración jurídico-política fomentada por PSOE y PP, quienes dándole una soberana bofetada a la democracia al tratar de ilegalizar una ideología que representa a un amplio sector de la sociedad vasca, no obstante su "particularísima" forma de ver y entender el mundo, han dado votos y alas a los radicales que sin duda aprovecharán su condición para obtener beneficios en este nuevo contexto .
La estrategia del PSOE ha demostrado su error de cálculo. No las tenían todas consigo, porque pensaban que el PNV podía obtener mayoría absoluta si no aparecía una alternativa que recogiera los votos de los abertzales radicales. De ahí su inhibición ante las candidaturas de EHAK, no obstante días antes hubieran ilegalizado la nueva marca de Batasuna para contentar al PP, aplicando así la política del palo y la zanahoria.
La ilegalización de partidos políticos ha sido una constante en todas las dictaduras, revelándose por tanto impropia de las democracias hasta que PP y PSOE se propusieron obtener ventaja para conformarse en alternativa al PNV y obtener el gobierno en Ajuria Enea. En este momento la nueva situación que se está abriendo paso induce a pensar que toca desbaratar los entuertos ocurridos en época pasadas, convirtiéndose en un asunto prioritario el restablecimiento de la democracia mancillada y de la legalidad de los partidos políticos. La restitución de la legalidad a Batasuna clarificaría la situación política, ayudando inequívocamente a que la consecución de la paz se convirtiera en el objetivo principal. Paz para la cual, ellos saben que son uno de los elementos indispensables, a pesar de que no sean los más indicados para hacer uso de este término. Por otra parte, no cabe esperar que el PP se mueva y cese en su estrategia de obtener réditos electorales mediante la utilización partidista del terrorismo etarra, advertidos además de la necesidad que tiene el PSOE de contar con ellos para avanzar en las reformas de los estatutos de las comunidades autónomas. Anclado en su postura frentista de la que se ha desmarcado con claridad su hasta ahora aliado PSOE, enrocado en la idea de la derrota de una ETA prácticamente finiquitada aunque con capacidad operativa y de la desaparición del mundo abertzale radical de la escena política vasca, que tal vez crean que pueden conseguir mediante la ilegalización de EHAK cuando no hace tanto que no lo consiguieron con la de Batasuna.
Asimismo, mientras el PSOE esté hipotecado por el coste del lastre que ahora significan el pacto antiterrorista y la ley de partidos, será complicado establecer una negociación que permita la solución definitiva del conflicto vasco. El PP no quiere participar en un proceso que cuente con la presencia de Batasuna, de manera que para que se pueda avanzar en este sentido deberán hacerlo sin el partido conservador. Esta posibilidad supondría la liquidación del denominado pacto antiterrorista conformado por el PP y el PSOE -prácticamente finiquitado por las desavenencias surgidas entre ambos partidos entre acusaciones de perseguir réditos electorales-, y la derogación de la ley de partidos para que la ilegalizada, aunque tolerada y reconocida Batasuna, pueda participar con sus interlocutores políticos. El PSOE dice no estar por esa derogación, ni piensa sentarse en una mesa con Batasuna, pero al tiempo mantiene una puerta abierta que se llama EHAK, respecto al cual, a pesar de la similitud de objetivos que se observan entre este grupo y Batasuna, no intenta sumarse al PP para solicitar su ilegalización y se sienta sin ambages en la ronda de contactos del candidato López, si bien procurando disimular su rubor.
El gobierno de Zapatero para avanzar en el camino de la pacificación de Euskadi necesita suscribir un nuevo pacto ampliado a todas las fuerzas del parlamento español, iniciando desde ahí un cambio que deje definitivamente aparcado el pulso mantenido por los etarras al demostrar su capacidad operativa de violentar a la sociedad y el ejecutivo al "exteriorizar su respeto por la actuación de la fiscalía en el caso Otegi". Al tiempo, con la formación de una mesa de diálogo donde todas las formaciones estuvieran representadas se iniciaría un proceso de paz que debería acabar con la entrega de las armas por parte de ETA.
La solución política del conflicto pasa porque todos los partidos, desde el respeto a la pluralidad y a las distintas ideologías, se sienten en la misma mesa y a través de los pactos y la búsqueda de puntos de encuentro se esfuercen para que pronto la paz pueda ser una realidad. Así las cosas, si el PP se convierte por su radicalidad extrema (dados los réditos electorales que piensan que les reporta) en el único obstáculo para sentarse a dialogar con el objetivo de conseguir la paz, la solución se muestra evidente.