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País Vasco

Legalizar Batasuna

Nebera

Lo cierto es que la diferencia entre ilegalizar y legalizar es tan sutil que la ley necesita de interpretaciones personales para que su aplicación pueda serlo en uno u otro sentido.
La interpretación de la ley puede dejar libre a una persona acusada de conducir borracho, sin carnet de conducir, a altas velocidades y que ha atropellado en un paso de cebra a un peatón causándole la muerte.
La interpretación de la presunción de inocencia puede dejar libre a unos guardias civiles acusados de asesinar a una persona en dependencias oficiales, por aplicación de malos tratos, léase tortura, e incluso por  medios no autorizados.
La aplicación de la ley puede dejar libre vía indultos parciales ó totales a funcionarios acusados de escuchas ilegales a partidos políticos legales con ó sin el consentimiento del propio gobierno.
La interpretación de la legalidad por el poder decide, por ejemplo, que las armas de destrucción masiva en países como Irak ó Irán justifican una guerra internacional, y se decide por parte de los países cuya economía se basa en la fabricación y explotación de las mismas.
La interpretación de la legalidad por organismos como la ONU produce miles de muertes de víctimas inocentes por la permisividad ó colaboración en embargos de alimentos y/o medicinas.
La interpretación de la legalidad que se otorga el poder puede dejar libre a ..., llaméesele como lo se les llame, ... tipos como Galindo, Vera, Roldán, Amedo, Tejero, Armada, Barrionuevo, ..., por los mismos motivos que a otros mantienen encarcelados hasta que "se pudran".
Las "arritmias" del "exgeneral", las "depresiones" de Vera, Roldán no ha devuelto lo que se llevó desde su puesto oficial, Amedo, Tejero ó Armada no han firmado manifiesto alguno que nos asegure que su mea culpa es sincero, Barrionuevo continua en política sin que el PSOE sea por ello merecedor de la aplicación legal de la ilegal Ley de Partidos.
Fraga ó Martín Villa continúan fieles a sus principios del movimiento, aquel que impuso Franco vía golpe de estado, sin que nadie les exija una condena explícita del terrorismo que aunaron y protegieron, que protagonizaron desde sus puestos en el Ministerio de Interior.
La libertad de expresión permite a colaboradores de medios de comunicación como El Mundo, ABC, La Razón, ... señalar con nombre y apellidos a aquellos a quines la ley debe condenar y perseguir, a aquellos a quienes la ley debe ningunearles su aplicación, los que son ó no dignos de indultos del gobierno, en tanto  otros medios como Ardi Beltza son clausurados por bastante menos.
El despropósito de la ley y su aplicación según guión consensuado por los poderes judicial y ejecutivo permite a un juez, Baltasar Garzón, acusar de pertenencia a organización armada,  de colaboración ó integración en banda armada, a organismos como AEK, la fundación Joxemi Zumalabe ó Bai Euskal Herriari, por citar solo unos ejemplos. En tanto, este mismo juez hace pública una carta dirigida a título personal al subcomandante Marcos, que le acusa directamente de terrorista, que el solo uso de las armas, si no son para la cazar perdices, hace a merecedor de tal acusación a las personas.
Seguro que por larga que hiciese esta lista de despropósitos no iban a dar suficientes para hacer ver a quienes siguen empeñados en mantenerse en la oscuridad, en el no querer ver.
La diferencia entre lo legal y lo ilegal no es, entonces, función de la propia ley en sí, de su aplicación al pie de la letra.
Su interpretación es la que diferencia a unos de otros, legales ó ilegales, y muchas veces les hace merecedores de largas condenas ó largos parabienes.
No voy a añadir nada nuevo si me posiciono contrario a la denominada Ley de Partidos; lo han hecho profesionales de todos los campos para descalificarla como ley basándose en la inconstitucionalidad ó la negación de derechos superiores, que niega ó condiciona cuando menos. La Ley de Partidos es tenida por unos y otros, incluidos socialistas ó populares, como un bodrio sin pies ni cabeza pero que sirve, y muy bien, a sus intereses.
He leído que no existe una definición universal válida para el concepto "democracia" pero para estas líneas podríamos hacer nuestra la que dice "el gobierno del pueblo ejercido directamente ó por medio de sus representantes".
Seguramente se nos quedará muy corta por aquello de que no habla del libre ejercicio de todos los habitantes de ese pueblo a elegir a sus propios representantes, del control sobre éstos una vez elegidos, de las mayorías y minorías que descafeínan el sentido del voto y de la burla sistemática que los políticos hacen de ese "Pueblo" una vez en el poder. Seguramente será por aquello que he dicho más de una vez en referencia a mi sentir democrático, si por tal entendemos lo que nos rodea.
Uno de los despropósitos mayores que conlleva la democracia, las tiranías no necesitan ni disimularlo, es que los hombres de partido hacen de su concurso político una prolongación de los intereses de la "casa del pueblo" ó del "batzoki".
Juan José Ibarretxe continúa ejerciendo de portavoz, compartida esta función con Josu Jon Imaz, del PNV, y su intención es liderar un posible paso hacia la normalización de esta sociedad. Ahora con una serie de "reuniones discretas" basadas en "hablar menos y hacer más" y "pasar de una cultura de enfrentamiento a una de entendimiento". Para ello no duda en situar el punto de partida en: reconocimiento del conflicto, el diálogo y un refrendo de la ciudadanía de esta nación, Euskal Herria.
Ibarretxe no se cree a sí mismo al declarar que "no haré declaraciones posteriores" ni informará de las mismas a sus superiores, léase jelkides del PNV.
Es lo que tiene ser hombre del partido sobre todas las cosas, no creer en Euskal Herria como nación y no tener su independencia como meta e ilusión. Es parte de esa singular historia del partido nacionalista y él lo sabe, y le es fiel.
José Luís Rodriguez Zapatero continua pidiéndole a Batasuna que diga la frase "condenamos el terrorismo de ETA" y ello le permitirá poder "participar de nuevo en la vida política". Zapatero no se entera, no quiere enterarse de que Batasuna no ha dejado de participar en la vida política nunca, ni un solo día.
El presidente del ejecutivo español continúa con el discurso que le llevó a firmar la famosa Ley de Partidos ó aquel Pacto Antiterrorista y por las Libertades con el anterior gobierno Popular y que hoy en día mantiene contra viento y marea.
Condenar la violencia de ETA, según sus declaraciones, le permitirá a Batasuna comprobar la magnanimidad del estado de derecho y caminar por el "único camino" existente en política. El, por ejemplo, predica con el ejemplo y condena el terrorismo del Gal; lo ha hecho él conjuntamente con González, Guerra, Barrionuevo, Corcuera, Vera e Ibarra.
Claro que es muy difícil entenderle, pero solo un poco de buena voluntad por nuestra parte nos dará las bases suficientes para entresacar esta declaración de otras mucho mas plásticas. "El PSOE nunca dejará de trabajar por la esperanza y por la paz". Ejemplo sus indultos y concesiones especiales de grados penitenciarios a elementos como los susodichos, torturadores, etc.
Rodriguez Zapatero, como su homónimo Ibarretxe en la Comunidad Vasca, son hombres de partido y a ellos se deben.
Batasuna es la bestia negra de la política autonómica y estatal, discursivamente por su obcecación en la "no condena", pero realmente por la libre interpretación de su papel en el guión preparado por esos hombres de partido, que lo que temen es su discurso propio y original que habla de justicia, paz, libertad, decisión, independencia, y que sigue empeñada en hablar de Euskal Herria en su concepto histórico de nación.
La ley no obliga a nadie a condenar, estoy hablando de hacer declaraciones que condenen actitudes ó hechos, la ley considera culpable "a quienes ejecutan ó instan a ejecutar acciones delictivas, a aquellos que ocultan pruebas legales, a quienes incumplen la propia ley, a los que la aplican de acuerdo a sus intereses personales y/ó partidistas". La ley, sin interpretaciones, les condena a ellos, debería condenar a ellos.
Por la tortura, por la dispersión, por la aplicación de leyes partidistas, por la violencia de sus métodos, por la incomunicación, por el incumplimiento de sus propias leyes, por la detención, acusación y encarcelamiento de personas sin pruebas inculpatorias, por este estado de desecho donde todo está permitido y justificado en nombre de la lucha contra el terrorismo.
Solo comparto unas líneas de este discurso oficial que repiten todos los medios de comunicación, que "la normalización política de esta sociedad exige la ausencia de violencia". Una lectura desinteresada de los últimos titulares y en lo referente a Euskal Herria habla de una violencia indiscriminada pero ejercida por la ertzaintza, policía del partido nacionalista vasco, en su represión del libre ejercicio de manifestación que miles de ciudadanos intentaron en la capital donostiarra el 14 de agosto. El lema era "Orain herria, orain bakea", (ahora el pueblo, ahora la paz). Está más que claro que no podía ser legalizado semejante "atentado a las libertades".
La ausencia de violencia debería ser parte del discurso real del poder ejecutivo y legislativo y para ello bastaría con la aplicación estricta de la Declaración de los Derechos Humanos, publicados ya hace más de 50 años, y la exigencia a sus medios de represión de su respeto y acatamiento.
Legalizar Batasuna es una asignatura que no puede esperar si de verdad quieren una mesa plural, que aportara soluciones a esta sociedad. Si ese PSOE ahora, hoy y ahora, está por la Paz.
Lo cierto es que a mí me importa muy poco su "bendición política" manifestándome agnóstico en eso del Estado de Derecho y Democrático, lodo de aquellos barros de la transición política española.
La verdad es que no he dejado de sentir nunca a Batasuna como la opción política de mis ideas.