28 de agosto del 2002
¿Sociedad paralela en Argentina?
Luis Alsó Pérez
Rebelión
La ilusión de la "toma del poder" nos desvía del objetivo primordial:
la constitución de una red de contrapoder capaz de democratizar los espacios
de gestión desde abajo Será central pensar el hecho de que la
lucha por la justicia ya no pasa fundamentalmente por la política, sino
por las prácticas que producen nuevos valores y experiencias de una sociabilidad
no hegemonizada por el capitalismo El gran desafío es producir experiencias
de contrainformación, contraculturales, educativas, de derechos humanos,
economías alternativas, grupos autónomos de investigación
y talleres de producción teórica y práctica colectivas,
y demas modalidades de lucha capaces de alimentar redes potentes que, mas allá
de las estructuras representativas, vayan organizando el pensamiento y las prácticas
desde la base.
Colectivo Situaciones
Hace un par de años, aproximadamente, publiqué en la revista
canaria DISENSO un artículo titulado La sociedad paralela. En
él, partiendo de la constatación del fracaso de los partidos de
izquierda durante el largo periodo en que han insistido en priorizar la vía
electoral- institucional para transformar la sociedad capitalista - denunciado
previamente en mi artículo El electoralismo, enfermedad senil del
socialismo- y, a la vez, del fracaso del llamado "socialismo real" en su
intento de transformar la sociedad desde el estado, postulaba una alternativa
consistente en generar un contrapoder popular a partir de una revolución
cultural, basada en la creación de redes de solidaridad y el desarrollo
de instituciones paralelas, que erosionase progresivamente la base socio-económica
del Estado burgués. El divorcio creciente entre clase política
(que incluye a la izquierda institucional) y sociedad civil estaba
creando en ésta –decía- un creciente desencanto que propiciaba
dicha alternativa, lo que. ha sido refrendado por el impresionante desarrollo
de los movimientos "antiglobalización" y el hundimiento electoral, prácticamente
generalizado, de los partidos de izquierda.
En la parte final del citado trabajo me refería a Francia como el país
mas calificado para iniciar el tránsito por esa vía alternativa,
basándome en el impresionante desarrollo de los movimientos sociales
en el último lustro (huelgas de finales del 95, movimiento de parados,
etc..) parejo al del desencanto. El inesperado y arrollador triunfo electoral
de la izquierda en el 97 lo interpretaba como el último cheque en blanco
que la crispada sociedad civil francesa la concedía para la implementación
de cambios sustanciales que satisfaciesen sus reivindicaciones. Pues bien, la
frustración de esas expectativas se ha puesto de manifiesto en el estrepitoso
fracaso electoral de la izquierda gobernante en las recientes elecciones, con
un elocuente récord de abstención. El incrementado desencanto
-sin encauzamiento institucional visible- de la sociedad civil francesa me hace
ratificame en mis primeras apreciaciones. El nivel de autoorganización
extraparlamentaria y su incipiente configuración como contrapoder social,
alcanzado antes de aquellas últimas elecciones legislativas, puede, a
mi entender, retomarse para llenar el actual vacío y desarrollarse hasta
sus últimas consecuencias (aunque no hay que descartar la posibilidad
de una deriva fascista o una lumpenización social incontrolable, tal
como advertía tambien en el citado trabajo).
Sin embargo, a escala mundial -al menos en el ámbito de la llamada "civilización
occidental"- Argentina se perfila como la primera candidata a la construcción
de una sociedad paralela; allí el desencanto social se ha convertido
en ira social e insurreción permanente. Argentina es, en efecto, el laboratorio
donde se están experimentando, de forma incomparablemente avanzada, las
alternativas del Imperio globalizador, por un lado, y las de un nuevo socialismo
emergente, por otro;. y los resultados de estos experimentos van a influir profundamente
en el continente americano. Latinoamérica es hoy la región más
creativa en la búsqueda de alternativas al capitalismo o, lo que es lo
mismo, en la renovación del socialismo. Baste considerar el impacto internacional
de la experiencia de presupuesto participativo de Porto Alegre, del Movimiento
sin Tierra y de la revolución zapatista. Habría que añadir
también la consideración internacional que esta adquiriendo la
revolución cubana (que no puede considerarse, por sus peculiaridades,
una simple superviviente del "modelo soviético") y la expectación
que está levantando la revolución bolivariana y humanista de Hugo
Chaves, pese a su inestabilidad y vacilaciones. Vamos a analizar ahora cómo
se está desarrollando el experimento argentino.
Como es sabido, Argentina ha llegado a una situación de colapso económico
y depauperación social -sin parangón para un país de su
riqueza- como consecuencia de la estricta aplicación de las recetas neoliberales
del FMI, que han generado una deuda externa aplastante, la privatización
de los principales activos nacionales y una masiva fuga de capitales. Este colapso
es atribuido cínicamente por los portavoces del Imperio a una corrupción
política inducida por ellos mismos. Las explosivas declaraciones de Greg
Palast, periodista de la BBC inglesa, a partir de confidencias del Nobel de
Economía Joseph Stiglitz, ex asesor del B.M. y del F.M.I -avaladas por
documentos internos de estas instituciones- desvelan que dicha corrupción
forma parte sustancial de su estrategia criminal de destrucción-absorción
de las economías periféricas.
¿Cuales son las recetas del FMI para Argentina, a partir de esta situación
de colapso? .El Imperio está pasando a implementar la segunda y definitiva
fase de su plan de saqueo-fagocitación del país, cuyos puntos
principales son:
-gobierno directo de las finanzas del país por parte del FMI. Esta exigencia
sin precedentes de cesión de soberanía está explicitada
en el "plan de rescate" de Dornbusch-Caballero, y tiene por finalidad asegurarse
el cobro de las deudas y seguir generando nuevos flujos financieros hacia las
arcas del Imperio.
-desguace del país en regiones económicas funcionales a la expoliación
imperial ("neobalcanización", como dice Victor Ego Ducrot).
-apoderamiento de recursos naturales (agua, petróleo, biodiversidad)
y canje de deuda por territorio (la Patagonia está en vías de
pasar a manos del Imperio ).
-deriva gradual hacia un régímen fascista, necesario para mantener
al pueblo en una permanente "economía de penuria".
-derogación de leyes que pudieran permitir enjuiciar a los defraudadores
o frenar el pillaje (leyes de Quiebra y de Subversión económica).
Con la implementación de este plan Argentina desaparecería como
nación soberana; la fagocitación se habría consumado. Como
dice Heinz Dieterich Steffan (v. El Titanic latinoamericano): "el punto
final de este remolino será el desmembramiento de las naciones latinoamericanas
y su reconfiguración imperial en enclaves de materias primas ricas, como
la Patagonia y la Amazonia, bajo el control multilateral o bilateral directo
de las potencias dominantes". El caso argentino forma parte, en efecto, de un
plan regional cuyos ejes principales son el ALCA y el Plan Colombia, que pretende
convertir Latinoamérica en una gigantesca maquiladora y un reservorio
de recursos naturales, custodiados por las fuerzas armadas imperiales.
Este modelo de expolio-fagocitación se está aplicando en toda
la periferia, incluídos países como Rusia, donde una casta mafiosa
en el poder encabezada por Boris Yeltsin sacó del país la astronómica
cantidad de 200.000 millones de dólares, disfrazados de préstamos
del FMI. Como en el caso argentino, ese dinero jamás llegó al
pueblo ruso; como en el caso argentino, esa cifra coincide significativamente
con el monto de la deuda externa. A cambio -en una operación de pillaje
sin precedentes- se han privatizado y saqueado sectores claves de aquel gigantesco
país, que han pasado a manos de personajes mafiosos (Berezowsky, Nemtsov,
Abramsky, etc..) conectados a Wall Street y la gran banca estadounidense. En
todos los casos vemos el mismo procedimiento repetido: una mafia empresarial
nacional aupada al poder y asociada a la gran mafia imperial se presta a venderle
("privatizar" dicen eufemísticamente) su propio país. Como dice
Jorge Beinstein (La agonía del Estado argentino): "la degeneración
estatal expresó el ascenso hegemónico de la lumpenburguesía"
.
El Imperio funciona, en efecto, como una versión ampliada (globalizada)
de la Cosa Nostra siciliana; o, más exactamente, de la logia masónica
italiana P-2, un gobierno en la sombra estrechamente vinculado al crimen organizado
(se la podría llamar, en su versión imperial, Gran Logia P-200,
aludiendo a las doscientas multinacionales que conforman ese virtual gobierno
planetario). Se reparten –en Davos- el pillaje del mundo y compran a los políticos,
como hacían las familias mafiosas de Chicago y otras grandes ciudades
de EEUU en tiempos de Al Capone, sólo que sus diferencias no se resuelven
ahora a tiros, porque sus negocios estan interpenetrados y cupulizados por un
poder financiero que hace de cemento aglutinador. Este poder financiero está
desestabilizando ahora a Brasil -por medio de ataques especulativos a su moneda-
y a Uruguay para "argentinizarlas", pues el. caso argentino no es, repetimos,
la excepción, sino el modelo. Continúa J. Beinstein: "Es el capitalismo
de exclusión, autoritario, que crece cada vez con mayor dificultad, devorado
por la especulación financiera, reproduciendo a escala ampliada-acelerada
redes mafiosas, que van transformando las estructuras productivas en sistemas
de ganancias a corto plazo. En este esquema, la periferia está destinada
a ser saqueada "
Veamos ahora de forma sucinta cómo se está desarrollando la alternativa
popular argentina que, como hemos dicho, presenta las características
de una incipiente sociedad paralela:
-se está produciendo una marginación y desprecio de todo lo institucional,
manifestada en la abrumadora abstención de los últimos comicios
y los repetidos acosos (escraches) a todo político destacado. La expresión
"¡qué se vayan todos!"' no refleja una simple voluntad de relevo de la
actual casta política sino la descalificación del propio sistema
parlamentario burgués.
-la sociedad civil se autoorganiza al margen del Parlamento y se constituye
en un contrapoder que ya ha obligado a dimitir a dos presidentes.
-desde todos lo sectores de la sociedad civil argentina se acusa al FMI de muñidor
del citado colapso, y a la "clase política" de arrodillarse ante él.
Por primera vez, dicha institución financiera es vista como el enemigo
principal.
-la autoorganización de la sociedad civil se manifiesta en el desarrollo
sin precedentes de un movimiento vecinal asambleario estructurado en red y del
movimiento piquetero, que van sustituyendo a los sindicatos y partidos de izquierda
tradicionales y generando nuevas formas de lucha.
-crecimiento acelerado de un mercado paralelo basado en el trueque y marginación
progresiva de la banca oficial, sustituída por un incipiente "banco del
pueblo". Ese mercado paralelo esta aliviando necesidades apremiantes de subsistencia
y generando nuevos puestos de trabajo.
-desarrollo de redes de solidaridad para cubrir necesidades sociales elementales
desatendidas por el sistema: escolarización, atención médica,
vivienda, etc. .
-surgimiento de cooperativas obreras o gestión directa de fábricas
abandonadas, como Zanon y Bruckman.
Se va configurando, pues, un nuevo sujeto revolucionario que abarca buena parte
de las antiguas capas medias. Su concepción de la revolución no
es la de tomar el poder para implementar la alternativa, sino contruirla desde
ya y generar, en ese proceso, un contrapoder. El sistema está visiblemente
nervioso y desconcertado ante esta sociedad civil movilizada que empieza a sortear
sus cauces financieros, comerciales y políticos, y a construir otros
paralelos. Su apariencia caótica no le tranquiliza, sino todo lo contrario:
en sus medios de comunicación se empieza a hablar del surgimiento de
un fenómeno similar al de los soviets. Sin embargo, desde sectores
tradicionales o institucionales de la izquierda no se comprende este proceso
y se considera que el movimiento popular ha tocado techo y necesita urgentemente
de una estructuración (a las órdenes de esos partidos, por supuesto)
y de un plan alternativo para "tomar el poder". Su problema es que la sociedad
argentina no cree en ellos ni en su estrategia. A este respecto apunta Naomí
Klein. "Los movimientos tradicionales querían tomar el poder y acababan
incorporándose al sistema.... Nosotros no; creamos redes paralelas...Las
asambleas de vecinos se constituyen como poder alternativo. Están rellenando
los huecos que el gobierno ha dejado. Encuentran trabajo a la gente, organizan
mercados de trueque... Argentina es el paradigma porque allí se da la
primera revuelta contra un modelo económico, impuesto por el FMI, y no
contra un régimen".
Este pensamiento comienza a ser mayoritario en la izquierda latinoamericana.
Así lo expresa el manifiesto de las Asambleas del Pueblo de Chile: "la
formidable conquista de la actual revolución americana es la de estar
barriendo con modelos teóricos anquilosados que paralizan los procesos,
las luchas y la creatividad de los pueblos.... Mientras que las revoluciones
del siglo XX fueron contiendas por el poder estatal, las que se inician hoy
apuntan a imponer la liberación de espacios locales de la colonización
de fuerzas económicas y políticas ajenas; a construir un doble
poder donde operen lo político, lo social y lo económico.....
El pueblo no puede esperar a un futuro indeterminado para la solución
de sus problemas, sino que en el transcurso mismo de su lucha debe ir estableciendo
nuevas relaciones sociales y económicas, asociativas e igualitarias".
Sin llegar a la polémica tesis zapatista de "condicionar al poder"
–o "mandar obedeciendo"-, habría que citar tambien a dos relevantes
pensadoras latinoamericanas (acaban de publicar un libro juntas): la veterana
marxista chilena Martha Harnecker: "La nueva sociedad que queremos no puede
ser construída por decreto, desde arriba.....se requiere una profunda
transformación cultural de las personas, que éstas pasen a ser
los verdaderos sujetos protagonistas El gran problema del socialismo real fue
justamente que el Estado asume casi todas las tareas, y trata de resolver desde
arriba los problemas de la gente" y la argentina Isabel Rauber, profesora de
filosofía de la Universidad de la Habana: "la revolución no es
un acto, sino un proceso de deconstrucción de la cultura dominante y
construcción de otra nueva". Lo ratifica John Holloway: "los intentos
de cambiar la sociedad a través del estado o de la toma del poder estatal
han fracasado....la única forma de enfrentar el poder del dinero es a
partir de formas alternativas del hacer social".
Ignorando este pensamiento, la izquierda institucional insiste en participar
en la reciente convocatoria electoral del gobierno Duhalde, clara maniobra de
distraccción destinada a desactivar la insurrección popular. Con
esa ceguera solo consigue aportar un marchamo de legitimidad a un Parlamento
desligitimado ante el pueblo. Como dice H. D. Steffan (v. trabajo antes citado):
"los partidos políticos, a su vez, siguen con sus proyectos electoralistas
de salvación nacional, que son quimeras. Mientras tanto, sólo
los movimientos sociales están avanzando hacia una nueva civilización".
El futuro no está escrito y es arriesgado meterse a profeta, pero las
convulsiones sociales que se están dando en un tiempo récord indican
que el mundo está de parto. Latinoamérica, con Argentina a la
cabeza, no es más que la avanzadilla. Ha comenzado a transitar por esa
senda creadora a partir de una situación absolutamente desesperada. La
"argentinización" -programada por el Imperio- la empujará a incorporarse
a un proceso revolucionario inédito, que puede servir de ejemplo al resto
de mundo. En estos días, movilizaciones de masas sin precedentes han
detenido en Paraguay y Perú proyectos de privatizaciones incluidos en
la agenda imperial. El FMI es denunciado en manifestaciones y pintadas callejeras,
desde Rio Grande a la Patagonia. Se generaliza la idea del rechazo de la deuda
externa y la renacionalización de los sectores privatizados. En Buenos
Aires se ha reunido el Primer Cabildo Abierto Latinoamericano para constituir
el Movimiento por la Democracia Participativa en Argentina, como parte del Movimiento
Mundial por la Democracia Participativa. Los pueblos de Latinoamérica
se coordinan y preparan febrilmente para la lucha contra el ALCA, al que ven
como un proyecto de recolonización. El bolivarismo renace como bandera
libertadora. Todo ello era inconcebible hace unos pocos años, y ocurre
sin ninguna dirección política partidaria ni representación
institucional, en la forma expresada por el Colectivo Situaciones en la cita
que encabeza este artículo.
Recientemente ví un documental televisivo sobre las hormigas, presentado
por uno de los mayores expertos mundiales en el tema. Explicaba que la clave
de su éxito biológico está en una perfecta coordinación
que, curiosamente, no obedece a ninguna estructuración jerárquica,
sino que, por el contrario, se genera de abajo a arriba. Concluía que,
en ese aspecto, son claramente superiores a los humanos. Estoy de acuerdo.