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La Izquierda debate

LUIS ZAMORA, LOS OTROS, NOSOTROS Y EL RUBICON

Por Luis Mattini  / La Fogata
arnolkremer@lafogata.org

Luis Zamora está metido en camisa de once varas. Lo aprietan desde los cuatro costados Además nada menos que la izquierda más electoralista pretende "correrlo por izquierda". No sólo vive la paradoja de cuestionar la representación desde la representación, sino que tiene que bancarse unos ultraurnistas con petardos de fogueo en los bolsillos que vociferan "asamblea constituyente" como si se dijera abradacabra y todo estaría solucionado. Lo que no entiende esta izquierda vergonzantemente electoralista es que Zamora se encuentra donde se encuentra, después de una larga trayectoria que en parte contuvo los mismos elementos. Dicho de otro modo, que él ya está de vuelta de semejantes pavadas porque las vivió en carne propia, se hizo cargo de las mismas y las denunció en aquel momento de mayor embelesamiento con ese chiche nuevo que fue esta democracia.
Desde el otro costado lo corren los "serios": un ARI formado por un grupo de demócratas moralistas, salidos de una novela de Víctor Hugo, admiradores de la "burguesía culta norteamericana", que para colmo ahora recoge con cucharitas los pedazos del FREPASO, una de las administraciones más vergonzosas y fraudulentas de los proyectos políticos en la historia nacional. Fraude ético-político que no se debió ni a catorce paros generales, ni a golpes de mercado, ni a bombardeos a la Casa Rosada o al Palacio de la Moneda, sino a la soberbia, la fatuidad, el yuppismo, la incompetencia y la corrupción que arrastró al conjunto, sea por responsabilidad directa o sea por dejar hacer.
Lo mejor que podrían hacer es callarse la boca por cuarenta años. Han perdido el derecho de hablar.
Por delante le tiran zancadillas "realistas" cuarentones, intelectuales cautivos apolíticos, que se ufanan por carecer de pasado, que han "superado" las pasiones y las gestas "románticas" juveniles , enamorados del mundo del consumo light, a los que ni el hambre ni la humillación parecen tocarles, que se suman como folclore a la expresión "que se vayan todos" para que vengan a gobernar sus colegas, los expertos, los que saben.
Por detrás, en el sentido de empujar, Luis Zamora siente la fuerza desatada el 19 y 20 de diciembre, sin el arrebato y la masividad de los primeros días, aunque persistente y tozuda. Pero esta energía política está lejos de ser homogénea y mucho menos clara. Sabe perfectamente lo que no quiere, y convengamos que eso es ya mucho saber, sin embargo sin saber exactamente lo que quiere y menos cómo lograrlo. Entonces el pasado se hace presente, como inspiración, aprendizaje y recuerdo; también como seguridad y como terror. Porque el presente se realiza con retazos de un pasado que se aleja o se acerca con la contundencia de los hechos vividos "la tradición de las generaciones muertas oprime como pesadilla el cerebro de los vivos", diría el viejo Karl.
Y esa muchedumbre que se muestra dispuesta a ser pueblo, a ser sujeto de su propio destino, que corta carreteras, que recupera las plazas públicas, que organiza soluciones, aquí y ahora, a las carencias más apremiantes con los más necesitados, por un lado parece asimilar del pasado la prevención ante la fatalidad de los "amos liberadores" , de los hombres enviados por la providencia que luego quedaron aprisionados de su propia impotencia o de la impotencia del Poder, pero por otro acaso no puede sustraerse a la tentación de resolver la incertidumbre apostando a la aparición milagrosa de ese salvador.
Y así tironean a Luis Zamora para que sea y no sea.
Y él no puede ni quiere serlo porque sería negar su propio hacer. . Eso es evidente y su mejor virtud.
Y en esta especie de esquizofrenia popular reside la fuerza y la debilidad del movimiento surgido de la ruptura del 19 y 20 de diciembre.
No es para lamentarse que sea así. Es así nomás, es la vida misma. Ocurre que acaso se necesite más valentía para enfrentar los interrogantes de la vida que la certeza de la muerte.
Urge romper de una vez por todas con cierto escolasticismo y encarar la vida y al decir vida digo en este caso, política, como lo que en rigor es: drama. Si la enfrentamos sabiendo que es drama, que el devenir es imprevisible, que no depende de saberes sino de sabiduría, tendremos muchas chances de evitar la tragedia. De lo contrario la tragedia podría ser inexorable.
La propuesta de Asamblea Constituyente no fue inventada ahora. Digo nomás, no sea que alguno se crea descubridor de la pólvora. Tiene toda una historia que no voy a reseñar aquí para no aburrir con alardes de "cultura revolucionaria". Se puede leer en cualquier periódico marxista. . Pero sí es imprescindible ubicarnos en el contexto en que se la presenta y su carácter actual.
Estoy casi seguro que para los demócratas decimonónicos de la cruz y las cajas negras, tiene un contenido Jurídico Constitucional, con la pompa de las mayúsculas. La República en crisis recurre a sus reservas institucionales. Se inspirarán en Juan B Alberdi en Indalecio Gómez y hasta le pedirán una manito a Thomas Jefferson.
Los marxistas perezosos buscarán en la pluma privilegiada de Trotsky, no obstante sin poder aprehender su pasión: los acontecimientos que se precipitan, Menem amenazando ser el Zar, Carrió convertida en Kerensky y cuando nobleza provinciana y burguesía porteña, acorraladas, otorgan la Asamblea, Altamira gritará "ˇAhora o nunca!. ˇTodo el poder a los soviets"…perdón "a los piqueteros!".
Mientras tanto el Poder es , en realidad, el Imperio y la única estructura política que no tiene la más mínima duda de administrarlo es el peronismo (o algunos inventos empresarios) porque aprendió que "la única verdad es la realidad". Dentro de esa realidad, quiero decir dentro de la realidad de fuerzas constituidas, el peronismo, con la cintura que le caracteriza, bien podría llamar a la Asamblea Constituyente, participar de la misma y nadie puede negar que hasta dominarla.
Confieso que me fui por la ramas con mis fantasías de escritor.
Retomemos. La consigna Asamblea Constituyente es, con todo, una buena propuesta para salir del cerco actual. Sobre todo porque es una idea que podría movilizar , no las reservas jurídicas o "morales" de la República, sino la energía colectiva de los desplazados de esta Nación, que somos la mayoría absoluta. Pero, precísamente por eso, porque es un llamado a los que hemos sido marginados, dentro y fuera de los partidos, relegados a poner un voto en la urna, es que se la debe plantear desde el concepto de "fuerza constituyente" y no desde la ilusión de fuerza constituida. No importa si Carrió, Altamira o quien fuere tiene el tanto por ciento de intención de voto. Lo que importa es que, en tanto fuerzas constituidas, serían parte del Imperio. Para la primera la solución será la República saneada, para el segundo será la República revolucionada. Bien pueden sentarse en el Congreso a discutir sobre reforma o revolución. La una va a decir que hay que juzgar a los corruptos, y dejar hacer la la "burguesía culta"; el otro dirá que hay que nacionalizar las fábricas de automóviles bajo control obrero y hacerlas producir
Frente al imperativo kantiano y la precisión hegeliana de los representantes de supuestas fuerzas constituidas, Luis Zamora es un "ecléctico" ( como el que esto escribe, se sobreentiende) emergente del "eclecticismo" de las fuerzas constituyentes. Dice no saber qué se puede hacer con las fábricas de automotores. Parece saber sí , que los autos no se comen, ni sirven de viviendas, ni para la educación y menos aún para resolver los problemas de la salud.
A los tirones, con forcejeo y algunos a regañadientes, el viernes 30 frente al Congreso Nacional y en otros lugares del país se llevó a cabo una fuerte apuesta quedando delineadas fuerzas constituyentes en potencia y fuerzas constituidas en apariencia: los próximos meses las definirán. Si se concretara el objetivo de la caducidad de todos los mandatos, se puede avisorar un saludable rumbo común en el campo de los desposeídos. Si no se concreta - y no existe garantía que se concrete - las fuerzas constituyentes están obligadas por consecuencia a declarar el boicot a las elecciones y la resultante inmediata podrá ser un gobierno con una minoría de votos. Tendremos que incursionar por otras vías de la acción política, como muchos lo venimos haciendo desde hace años.
Es de esperar que las fuerzas constituidas que ese día, a regañadientes o no, asumieron el compromiso de plantear la caducidad de los mandatos, se hagan cargo del mismo y hayan previsto que la propuesta puede no prosperar y se vean obligados a renunciar con la resultante de dejar el terreno electoral, por lo menos por ahora, despejado al peronismo. Ese es un riesgo.
Pero por otro lado, bajo el supuesto que la propuesta prospere, tampoco es soplar y hacer botellas. Hay que prepararse para potenciar una enorme creatividad y un redoblado despliegue de energías para organizar una Asamblea Constituyente que se aproxime a su propia definición semántica y logre contener las inquietudes del movimiento desatado el 19 y 20 de diciembre, sin fundamentos jurídicos pétreos, ni "amos liberadores", ni aparatos expropiadores.
Sea como fuere Luis Zamora ha atravesado el Rubicón e intenta contar cómo es del otro lado. Pero las caballerías de los demócratas y los marxistas perezosos no lo pueden oír porque todavía están a la orilla. Si cruzarán o no será cuestión de verlo en los próximos días o meses. Si lo hacen tendrán la oportunidad de desconstituirse y pasar a ser parte de las constituyentes con Asamblea o sin ella. Entonces es muy probable que descubran algo inesperado. Del otro lado del Rubicón tampoco estaba la verdad revelada, no estaba la solución cartesianamente fabricada, no estará un futuro nuestro a lograr con un presente de lucha; del otro lado del Rubicón también encontrarán que hay que seguir creando y que el presente es nuestro porque es lucha.