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Opiniones


7 de octubre del 2003

América Latina: Una izquierda sin rumbo
Revolución o reformismo (II Parte)

Luis Arce
Rebelión
En la primera parte de este articulo señalamos que la izquierda latinoamericana, desde hace varias décadas, no tiene mejor destino que ser furgón de cola del carro electoral de la burguesía o montarse en las movilizaciones populares para manipularlas y utilizarlas como simple valor de cambio en sus juegos de presión y reacomodos con los grupos de poder. Anotamos también, que esta izquierda convertida en apologista de las elecciones burguesas, actúa en la práctica como cómplice de los grupos de poder, y su predilección por el sistema legal burgués ha reducido su objetivo político a obtener algún curul en el parlamento, algún puesto en el Estado, o a ser socia de menor rango de algún grupo electoral del momento. Nuestra critica a la conducta de esta izquierda, tiene el propósito de abrir el debate en torno a un problema que pesa sobre los acontecimientos sociales y políticos de la actualidad. Esconder este problema, o simplemente no tomarlo en cuenta, es un grave error histórico que conlleva entre otras cosas, ha dejar que las masas sigan siendo estafadas y manipuladas por una izquierda que desde hace décadas ha perdido el rumbo de la historia social. Dejar este problema sin discusión y no decir nada, es en todo caso, permitir que los pobres sigan a la deriva y que sus grandes luchas, que con todo el heroísmo que pueden desarrollar, vayan de derrotas en derrotas.

Nuestra crítica a los procesos electorales y a la izquierda legal de América Latina, no proviene de una posición absolutista (dogmática) y menos abstracta que rechaza las formas más variadas de la lucha de clase. Nuestra posición sobre las elecciones burguesas, se sustenta en la práctica y teoría marxista que señala que el partido del proletariado, dependiendo de las condiciones históricas concretas, puede utilizar las más variadas formas de lucha, incluida la parlamentaria, siempre y cuando estas contribuyan a la lucha por la emancipación de los trabajadores. Cualquier forma de lucha, "pacifica o armada, abierta o secreta, legal o ilegal, parlamentaria y de masas, nacional e internacional" como enseña la ciencia de la revolución (1) debe ser parte del objetivo estratégico de la revolución proletaria. No se puede limitar la lucha de clases a la contienda en el parlamento o a supeditar todas las demás formas de lucha a la actividad electoral, como ocurre actualmente en la mayoría de los países latinoamericanos. Esto, como decía Lenin, es "pasarse al lado de la burguesía y ponerse contra el proletariado" (2) De otro lado, y así lo confirma la experiencia de la lucha social, principalmente la revolución rusa en 1917 y la revolución china en 1949, cada forma de lucha debe estar refrendada, por la realidad objetiva (lo que es bueno para hoy puede ser malo para mañana) y por un riguroso análisis que precise el movimiento exacto de la sociedad, de las clases y del Estado.

¿Cuáles son los argumentos de la izquierda para navegar en la ola electoral?

Son dos las ideas principales que propaga la izquierda para justificar su predilección por las elecciones burguesas: Primero, se refiere a que participar en las elecciones programadas desde el Estado sirve para "acumular fuerzas para la revolución". A partir de este aforismo, los grupos de izquierda se vinculan sin ningún límite a todo tipo de conglomerado electoral, y hacen alianzas con centristas y derechistas de todo calibre. En algunos casos ni los representantes de la iglesia ni militares, escapan a las convocatorias unitarias electorales de esta izquierda. Así, en diferentes momentos y en repetidas ocasiones, la izquierda ha tenido como monigote electoral a curas, generales del ejército, y exóticos caudillos que en América Latina surgen en abundancia en medio de la crisis de la sociedad. Segundo, dice que su participación en las elecciones le otorga ventajas para "defender los intereses de los pobres", luchar contra el neoliberalismo, y hacer respetar el "estado de derecho".

Para verificar si los argumentos de esta izquierda son legítimos o falsos, no hay necesidad de recurrir a la ciencia social, o las formas más complicadas de la teoría marxista. Para ello basta remitirse a la historia y a los hechos concretos en el campo de la política. ¿Qué fuerzas ha acumulado esta izquierda con su actividad electoral? ¿Y de qué manera la participación electoral de esta izquierda a servido para defender los intereses de los pobres, y sustentar la democracia de un país?

Si la aplicación de algunas formas y métodos de lucha podrían estar determinados por un tránsito a formas superiores de organización y a una verdadera estrategia para acumular fuerzas, no es el caso de esta izquierda que ahora analizamos. Aquí no hay un cambio a formas superiores de lucha, sino más bien un retroceso, que ha conducido a esta izquierda a una quiebra interna (crisis de organización, atomización, repetitivas divisiones y en algunos casos desintegración) y marginalización respecto a los movimientos sociales. Una de las causas de la crisis de esta izquierda es que ella se mueve ambiguamente en la concepción de un doble discurso cuyo contenido refleja su convivencia con la burguesía, y su distancia con la lucha por el socialismo. Esta izquierda se dice revolucionaria, y partidaria del socialismo como sistema contrario al capitalismo, pero sin embargo toda su actividad está dirigida a configurar y sostener un Estado de explotación apto para los fines de los grupos de poder y del imperialismo. La mayor parte de esta izquierda asume en teoría y práctica los postulados políticos de burgueses y terratenientes. Sus planteamientos reivindicativos no han ido más lejos que los programas sociales de la burguesía, de la iglesia y de las organizaciones "humanitarias" que manejan las potencias imperialistas (léase ONGs). Se sigue llamando marxista-leninista, pero ha revisado completamente tesis fundamentales del marxismo (violencia armada, partido revolucionario, dictadura del proletariado, etc.) y ha asumido los planteamientos políticos de los partidos liberales y populistas burgueses, respecto a "humanizar la sociedad", "reformar el Estado", "democracia participativa", "existencia del Estado con una función reguladora del Estado", y otras ideas que la burguesía puso en moda después de la segunda guerra mundial. En América Latina hay muchos ejemplos en negativo que ilustran este fenómeno. Así en 1970, Allende y toda la izquierda chilena, pusieron en práctica la equivocada tesis sobre la vía pacifica (mediante elecciones) para llegar al socialismo. Hay que anotar que la izquierda chilena no inventó la controvertida "vía pacifica" al socialismo. Las esperanzas del desarrollo pacifico de la revolución provino más precisamente del "renegado" Kautsky en 1917 y después en los inicios de la década del 60 se propagó a cuenta de Jruschov y demás dirigentes de la ex Unión Soviética. Chile no ha sido el único caso. En Guatemala, El Salvador, y Nicaragua la izquierda ha pretendido que mediante elecciones se puede llegar a construir la sociedad de la armonía celestial, con paz, democracia y bienestar social.

Estas organizaciones, que en promedio tienen 50 años "acumulando fuerzas" han devenido, por su práctica y por su visión teórica de la sociedad, en organizaciones de reformas sociales, completamente alejadas de las masas populares. Su existencia no tiene ninguna incidencia política fuera de los procesos electorales. La crisis interna de esta izquierda va paralelo a la crisis del Estado y de los partidos de la gran burguesía. La izquierda no ha escapado al fenómeno de la descomposición de la sociedad capitalista y sus consecuencias en la bancarrota de las organizaciones políticas del medio oficial. La idea de "acumular fuerzas" a través de las elecciones ha resultado una ficción lejos de la realidad. Matemáticamente podemos mostrar que la curva gráfica de la trayectoria electoral de esta izquierda es siempre hacia abajo. Tomemos algunos ejemplos significativos para ilustrar es fenómeno. En setiembre de 1970 la Unidad Popular de Chile (conglomerado que unificó a todos los partidos de izquierda) (3) obtuvo el 36.6% de la votación, y ello valió para hacer de Allende presidente de este país. En las elecciones (para diputados y senadores) del 2001 el Partido Comunista de Chile, bastante representativo de la crisis de la izquierda electoral de Chile sólo logró el 3.90% de los votos, mientras que la suma total de abstención, votos nulos y blanco, fue de 24.3% de los votos emitidos (4). Si Chile es un desastre (hablando de la izquierda), el Perú es casi igual o peor. En 1978, después de una larga dictadura militar (1968) los militares peruanos convocaron a elecciones a la Asamblea Constituyente. La izquierda se presentó en varios grupos y logró en conjunto 1'054, 450 votos, que significó en porcentajes el 30% del total de los votos válidos. (5) De esta manera, la izquierda fue la tercera fuerza electoral, y contó con 26 de los 100 parlamentarios. En 1980, el gobierno militar, antes de "regresar a los cuarteles, convocó a elecciones generales. La izquierda legal en conjunto obtuvo 571,229 votos (casi la mitad del 78) que significó el 13.9% de los votos validos, y sólo consiguió 10 diputados. De ahí para adelante la izquierda peruana jamás lograría la votación de 1978. En 1985, el conglomerado izquierdista va a las elecciones presidenciales bajo la siglas de Izquierda Unida (IU) y logra el 24.7% de los votos válidos. En las elecciones generales de 1990, IU sólo consigue el 8.2% de los votos válidos. En 1993, obtuvo el 4.0% de los votos y en 1995, sólo el 0.6% de los votos válidos (42,686 mil votos). Posteriormente y sin ninguna explicación del caso, los dirigentes más conocidos de la IU, concluyeron que este frente electoral había fracasado y gritaron "sálvense quien pueda". La izquierda unida se desintegró, y sus diversos grupos y dirigentes, buscaron que acomodarse en los partidos y frentes electorales de la burguesía. Así, en el año 2000, la mayor parte de los izquierdistas peruanos, a falta de organización electoral propia, pasaron a integrar la lista de candidatos para diputados del grupo electoral "Perú Posible" que lideró Alejandro Toledo.

Si esta izquierda ha fracasado en el terreno electoral, la cosa es peor en el campo de las organizaciones populares. Es históricamente documentable, que el electorerismo de esta izquierda (que constituye una expresión de sus veleidades ideológicas-políticas), la ha conducido a ponerse se espaldas al proceso social. Las sublevaciones de masas y las grandes movilizaciones populares de los últimos años en Latinoamérica (atizadas por la creciente crisis, represión, hambre y pobreza) no pueden ser identificadas con la acción política y programática de la izquierda electoral. Como se constata cada día, los levantamientos populares y las rebeliones de los trabajadores se realizan al margen y hasta en contra de la acción ecléctica de la mayor parte de la izquierda que en caso de rebeliones y lucha popular sólo atina a pedir la convocatoria de elecciones generales. El desprestigio de esta izquierda frente a los trabajadores, ha contribuido para que las masas trabajadoras se alejen y sientan desconfianza de los grupos llamados de izquierda. Por ejemplo, en Argentina en plena efervescencia de la rebelión popular espontánea del 2001, los dirigentes de las masas involucradas en la lucha, hicieron público un pronunciamiento en el que manifestaban su distancia y desconfianza de la izquierda argentina (6). Igual fenómeno ocurre en Perú, Chile, Ecuador, y otros países, donde el "desgaste" de esta izquierda la ha convertido en una fuerza inepta para asumir la lucha de clases de la actualidad.

Setiembre 2 del 2003.




Notas

(1). Lenin. La Revolución Proletaria y el renegado Kautsky, noviembre de 1918.

(2). Lenin, Las Elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado, diciembre de 1919).

(3). En setiembre de 1970 la Unidad Popular liderado por Salvador Allende estaba conformada por el Partido Socialista, el Partido Comunista de Chile, radicales, Movimiento de Acción Popular Unitaria (Mapu), el Partido Democrático Nacional, y otros.

(4). En las elecciones del 2001 (para diputados y senadores) el Partido Comunista de Chile logró 318,638 votos (3.90%). Las abstenciones fueron de 1'083,942 votos (13.40%). Los votos nulos fueron 648,231 votos (8.0%). Y los votos en blanco fueron 236,132 que en porcentaje significó 2.90%.

(5) El gran triunfador de esta jornada electoral de la izquierda peruana fue Hugo Blanco, quien encabezo el Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular (FOCEP) que consiguió el 433,413 votos (el 12.3% de la votación ). Blanco embriagado por su éxito electoral postuló en las elecciones generales de 1980 con su propio partido (el Partido Revolucionario de los Trabajadores -PRT), y sólo obtuvo 160,713 votos (3.9% de la votación). Posteriormente Hugo Blanco cayó en desgracia y desapareció de la contienda electoral. Blanco llamó a votar por Alan García Pérez (1985), y apoyó la candidatura electoral de Alberto Fujimori (1990). Y en el año 2000 publicó en una carta sosteniendo la campaña electoral del "cholo" Alejandro Toledo.

(6). No te dejes manipular, cacerolazo en paz, 2001, página Web "Cacerolazo".