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Opiniones

A propósito de la farsa electoral y la desunión de la Izquierda electoralera.

Por: Juan Carlos de Altube

Corriente Izquierda Socialista de Cañada de Gómez
¿Estado "democrático" burgués o Estado obrero socialista? El Estado, en esta sociedad dividida en clases sociales antagónicas, es "una junta de negocios de una minoritaria clase social capitalista" y una maquinaria para la represión y sometimiento de las clases trabajadoras y demás clases subalternas de la "sociedad civil", por parte de dicha clase.
El capital -corporizado en los capitalistas- necesita ejercer el control del (su) Estado, no sólo del gobierno. Los puestos claves de la "superestructura" política del Estado capitalista, tienen que estar ocupados por personas de máxima confianza. Nunca permitirá, que, puestos claves de los diversos aparatos de la maquinaria del Estado puedan estar ocupados por personas que tengan sentimientos sociales colectivos y comportamientos humanistas, por encima de cualquier otra consideración utilitaria grosera. Nunca permitirá que al frente del poder judicial, la policía, el ejército, la educación y la cultura, al frente de esos puestos, puedan estar comunistas probados, por muy buenos profesionales que sean esas personas en las respectivas materias.
Por otra parte, dado que el Estado burgués no es neutral sino de clase, dicho Estado tiene un contenido bien preciso y, por ello, una funcionalidad propia de la clase a la que en verdad representa, la burguesía. Así, aun cuando por determinadas condiciones pudiera acceder a dichos puestos alguna persona "bien intencionada" y/ o un comunista, sería cooptada inmediatamente por la lógica intrínseca del Estado burgués y terminaría obrando en contra de sus principios originales.
Los gobiernos pueden "cambiar", la alternancia en el gobierno de los partidos políticos propios del sistema, es una realidad y una necesidad del poder económico de la clase dominante, - un adorno "democrático", para que cuando los que están "de turno" en el gobierno, se quemen, porque no pueden dar solución a los múltiples problemas que la mayoría social reclama, lo sustituya el correspondiente partido de la "alternancia".
El Estado sólo cambia en su forma de ejercer el dominio político vigilador/ regulador/ represor del capital, dependiendo del grado de lucha organizada de las masas explotadas y oprimidas, los trabajadores. Cuanto más desorganizados y atomizados se encuentren los obreros y el pueblo trabajador, más "democrático" será el Estado, y por el contrario, si esa gran mayoría social se une y se organiza al margen del juego "democrático institucional", si esta, sale a la calle en la defensa de sus intereses de clase, entonces, el Estado, se hace menos "democrático", más autoritario, más represivo, llegando incluso a cambiar su forma de dominio, implantando directamente gobiernos militares dictatoriales o bonapartismos regresivos. Recurriendo al ejército como última trinchera del Estado "democrático" burgués, en los casos en que, estos, vean verdaderamente amenazados sus intereses de clase.
En nuestra memoria histórica están presentes los sucesos acaecidos en la década del ‘70, cuando las grandes mayorías, a través de variadas formas de lucha, intentaron una transformación social, incluso acudiendo a las propias reglas del juego político democrático burgués, "la vía electoral", y comenzaron a poner en "tela de juicio" la valides del poder capitalista. Se "eligió", entonces, un gobierno "popular" y se plantearon desde abajo, transformaciones económicas, sociales y políticas tendientes a ampliar la democracia, lo que suponía poner en cuestión el propio sistema capitalista.¿Qué sucedió?. El ejército, como último bastión del orden establecido, fue llamado por los burgueses y salió en su defensa, convirtiéndose en protagonista político, a sangre,"desapariciones", tortura y fuego.
El Estado adoptó la forma dictatorial genocida, en tanto se recomponía el poder de la burguesía, sobre la gran mayoría de la sociedad (los trabajadores, los estudiantes y los intelectuales comprometidos, etc.) y ésta volvía al estado "natural", en que la minoría social dominante le interesa que se mantenga, es decir, atomizada, dividida y sometida, ya por mecanismos ideológicos, ya por el terror internalizado. Así, se sostiene ahora, gracias a esos métodos disuasivos-represivos que atan las mentes de las personas con sutiles cadenas invisibles, las que generan la televisión y los demás medios de información, educación y cultura, que tan eficazmente permiten al capital ejercer su dominio ideológico. Desde Marx, llamamos a este mecanismo Fetichismo objetivo y subjetivo:"alieneación" + represión + constante expropiación.
El Estado capitalista se estructura de tal forma, que la gran clase que vive de vender su fuerza de trabajo, la mayoritaria de la sociedad, no ejerza su poder político directamente, pues entonces la clase burguesa estaría perdida. La clase dominante es minoritaria, no puede permitir mecanismos que propicien la participación directa de las masas en la política , y que estas, puedan adoptar en cada momento, cuando lo consideren necesario, las medidas políticas que satisfagan sus necesidades no resueltas. Necesita que los ciudadanos deleguen su responsabilidad política en profesionales de la política, en lo que se ha dado en llamar "clase política", que el ejercicio de su capacidad política se limite al voto en la urna cada cuatro años, y que espere otros tantos años, para ver como han ido las cosas.
Si verdaderamente existiese la Democracia, con una estructura organizativa y participativa, el conjunto de los ciudadanos podrían ejercer en cada momento, en cada lugar, en cualquier medio y a cualquier nivel, el control de sus delegados, para que dieran cuenta del cumplimiento del mandato para el que fueron elegidos. Podrían ser revocados en cada momento, si estos defraudasen la confianza depositada en ellos.
De ahí la necesidad de que el proletariado y el conjunto de las clases sociales subalternas, sometidas por el gran poder de la burguesía monopolista y financiera nacional e internacional, - que son lo mismo, ya que estas no tienen patria, su patria está donde están sus capitales -, dejen de ser clases "para el capital" y se conviertan en clase para sí y para la sociedad toda. Es decir, organizadas como clase dominante, dispuestas a la confrontación y derrota de su enemigo antagónico. Y por lo tanto a constituir su propio Estado obrero, popular y socialista, antesala de una sociedad verdaderamente solidaria entre los seres humanos; nueva sociedad en la que, las fuerzas productivas sociales, liberadas de la traba ejercida por la propiedad privada capitalista, y " habiendo desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!"
Ese nuevo Estado será verdaderamente democrático - aunque para la minoría burguesa suponga una dictadura de la clase obrera - porque habrá destruido las relaciones sociales de producción capitalista y sus expresiones políticas, jurídicas e ideológicas, que amparaban la desigualdad y la explotación del hombre por el hombre. La plusvalía social generada por el conjunto de las fuerzas productivas de la sociedad, no se la apropiará ninguna persona en particular, y podrá cumplir la verdadera función social, en beneficio de toda la sociedad.
El Estado obrero, popular y socialista, se dota de sus propios mecanismos de poder, verdaderamente democráticos, representativos y participativos para el conjunto de la sociedad. Mecanismos de democracia directa en todos los órganos y niveles en lo político y poder para administrar la producción social, desde las propias fábricas, hasta los niveles superiores de planificación. En cuanto a los demás elementos que componen el nuevo orden social: la justicia, la educación y por supuesto los aparatos de represión física, la policía y el ejército, serán reemplazados por milicias obreras y populares, preparadas y dispuestas a repeler los intentos contrarrevolucionarios, que previsiblemente la burguesía liquidada como clase, pero no físicamente, intentará realizar para recuperar sus privilegios.
Estos mecanismos de poder obrero y popular, se generan en un principio y paralelamente al sistema institucional burgués, en tanto actúan como elementos de lucha reivindicativos, ante los múltiples problemas sociales, económicos y políticos no resueltos. En la medida en que la organización del poder obrero y popular-guiados por el partido marxista revolucionario-se desarrolla en los centros de producción, en los barrios, en los centros de formación, etc., se van convirtiendo en órganos de poder, adquieren experiencia de lucha, de organización y en cierta medida, de gestión, al profundizar sus reivindicaciones y prever las posibles soluciones. Llegado el momento de máxima confrontación con el enemigo de clase, y vencido políticamente este, el nuevo poder obrero y popular reemplaza a la maquinaria estatal burguesa con total naturalidad, sin vacíos de poder. Puede empezar a administrar ese poder, al día siguiente de su triunfo, porque previamente, esa, su organización propia, ya existe. El triunfo obrero y popular, dada la complejidad de la "toma" del poder, y el grado de medios con que cuenta la burguesía, no se puede improvisar. Todo espontaneismo conducente a la conquista del poder está condenado al fracaso; lo mismo que intentar realizarlo, utilizando o perfeccionando la maquinaria estatal burguesa en su forma "democrática".
La confusión ideológica es un elemento tan extendido en el "sentido común", que, sobre la cuestión del Estado, ciertos dirigentes "izquierdistas" llegan a denominar "Estado de derecho", a los Estados capitalistas, que se ocultan tras la máscara de la "democracia formal", a sistemas que permiten la explotación del hombre por el hombre, que aceptan y dicen, que el ser social productor, atomizado y dividido es libre, cuando enajenado, engañado, atado con las cadenas invisibles de los poderosos medios de sojuzgamiento ideológico y de propaganda con que cuenta el gran capital, consiguen que la clase trabajadora y el pueblo, vote a partidos que perpetúan su explotación.
Nunca habrá verdadera libertad, en tanto existan la burguesía y su Estado represor que posibilitan la explotación del hombre por el hombre, del débil por el fuerte. Un explotado, lo es, por todos los condicionantes que provoca la base material y cultural de su condición social. Confunden a los ciudadanos, que sólo cuentan para su subsistencia como único bien, la venta de su fuerza de trabajo. Los engañan cuando les dicen que son ciudadanos libres e iguales, como lo son sus explotadores, y los animan para que vayan a votar, a sabiendas de cuales van a ser los resultados que "legalizarán" y "validarán" el sistema de dominio establecido. Sin aprovechar el acontecimiento electoral para explicarles la falsedad y limitaciones del sistema, sin animarlos para que paralelamente se organicen con sus propios mecanismos de democracia directa; les dicen que sus votos, que el voto depositado en la urna, va precedido del conocimiento pleno del dato que les permite ser "objetivos", y por eso, deciden seguir siendo explotados y sometidos, eso sí "democráticamente".
"Objetivamente" se hacen cómplices de la ideología dominante y prestan la mejor colaboración, que pueden prestar los "ingenuos" reformistas, a la dictadura de clase del gran capital.
Su falsedad ideológica es tal, que han prostituido conceptos básicos del marxismo revolucionario, han estigmatizado el concepto dictadura de clase, y como buenos revisionistas, aíslan y denostan la consigna dictadura del proletariado, sacándola de su contexto social y político. Son incapaces de ver que con su simpleza oportunista, están socavando un pilar ideológico de la teoría marxista, que dicen defender. Son incapaces de explicar y desarrollar el concepto dictadura y democracia, que tiene como base preguntarse ¿para qué clase?.
Reconocen por una lado la existencia de una sociedad dividida en clases sociales, y al mismo tiempo lo niegan. Niegan que el ser social es producto del medio social en que se desenvuelve. Culpabilizan al pobre explotado y sometido, por no haber adquirido por sí mismo conciencia socialista, y por no dar sus votos a "los que dicen, querer salvarles". Quieren construir el socialismo con los mecanismos "democráticos" y la ideología impuesta por el gran capital, aceptando la atomización de la mayoría social. Los modernos "izquierdistas" vergonzantes, se diferencian muy poco, de la más vieja y rancia socialdemocracia, que tan buenos servicios prestó y presta al sistema capitalista.
De tal manera, en las circunstancias actuales y conforme a la experiencia histórica acumulada en la lucha de clases, negamos todo "posibilismo" que pretenda acceder al poder de este Estado, a través de los instrumentos o "vías", propios del parlamentarismo burgués. Por el contrario, es de imperiosa necesidad, destruir desde sus cimientos la máquina estatal capitalista, reemplazándola por El Estado Socialista articulado desde abajo por medio de las luchas proletarias, que una vez madurado en el seno de la vieja sociedad, una vez convertido en órgano de doble poder, es decir una vez alcanzada una correlación de fuerzas entre las masas, capaz de confrontar al poder capitalista, lo aniquile de raíz, haciéndose cargo de los destinos de toda la sociedad hasta disolverse en ésta, en el comunismo.
Cañada de Gómez/ 28 de febrero de 2003