Opiniones
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16 de septiembre del 2003
Ponencia presentada en Santiago, en el seminario de la revista «América Libre»
Movimiento GLBTTTI y movimientos revolucionarios en América Latina
Jennifer Durán V.
Quisiera empezar esta ponencia recordándoles la controversia que hubo hace algunos años con respecto a un cuadro de Simón Bolívar que lo presentaba con la chaqueta entreabierta donde se podía ver asomar un par de voluminosos y femeninos pechos. En esa ocasión recuerdo, se señalo que era un insulto presentar a Bolívar feminizado, travestido, transexuado, como si estas características fueran excluyentes de las capacidades para el liderazgo, para la iniciativa y lucha revolucionaria.
Este hecho me hace preguntarme ¿qué es realmente un movimiento revolucionario?, ¿Qué hace a un movimiento revolucionario? : ¿Es que utilicen las armas? ¿Qué trabajen para "la creación de un mundo mejor" según su propia y personal visión? ¿O es más bien el movimiento aquel que se atreve a cuestionar lo establecido mediante la tradición o cualquier otra institución o medio destinado a mantener la superioridad de unos pocos mediante la opresión y la exclusión de cualquier tipo hacia todo el resto de la población?. Así, podemos denotar la existencia de unos pocos opresores y muchos oprimidos alienados de modo tal que, en algunos casos, como son las personas GLBTTTI, ni siquiera son capaces de notar su estado de opresión o lo antinatural de éste, llegando a percibir incluso su exclusión y las razones para ella como acertadas.
En este sentido revolucionario será, cuando nos atrevamos a mirar más allá de los limites que nos han enseñado y cuestionar lo cierto de esos discursos, cuando consideremos que el libre uso de nuestro cuerpo (siempre que no represente daños para quienes se hallan involucrados) también es un derecho, incluso el más primordial de todos. Que somos capaces de construir por nosotras mismas que entenderemos y que deseamos como familia, así como concebimos que entendemos, que deseamos y por lo que luchamos al hablar de un futuro en una sociedad más justa y con real igualdad de oportunidades; futuro que empezamos a construir exactamente hoy al develar que todas las discriminaciones, que todas las exclusiones tienen un mismo origen: que es la imposición de un modelo que beneficia a unos pocos, en base a la opresión y al abuso de poder de unos sobre otros.
En este caso, siendo el reivindicar la condición de oprimidas y oprimidos parte del ser revolucionarias, ¿no es acaso el movimiento GLBTTTI un movimiento revolucionario, al cuestionar las bases mismas de conceptos tan tradicionalmente defendidos, como el qué entenderemos por familia, por pareja, por ser mujer, por ser hombre; y los comportamientos sociales ligados a estas dos últimas definiciones?. Al alejar a la familia y la pareja de su estereotípico rol histórico de ente reproductor de nuevos individuos y la socialización (enseñanza de las normas del sistema cultural mayoritario) ¿qué ocurre cuando a una niña o a un niño se le enseña que en el mundo existen personas con modos de concebir y construir su vida diaria de forma parcial o totalmente diferente a la que le rodea, y que esto no significa que valgan menos o que sean de algún modo peligrosas como para que fuese prudente alejarse de ellas?.
¿Qué tan debilitado se vería este sistema patriarcal, heterosexista, conservador y jerarquizante, si dejamos de considerar a nuestros semejantes como enemigos, si dejamos de escondernos tras cortinas, vidrios polarizados y rejas, y decidimos organizarnos, creando, conociéndonos y cooperando en nuestras igualdades y diferencias, atreviéndonos a trabajar unidas para hallar soluciones?
El movimiento gay lésbico bisexual transexual transgénero no ha estado ausente en los distintos procesos revolucionarios latinoamericanos, si bien su participación a sido invisibilizada mediante dos modos: la ausencia del discurso gay-lésbico-transexual de estas luchas y el discurso publico que niega la participación de personas GLBTTTI en estos procesos por considerar que su participación publica en estos seria una vergüenza y un deshonor para las acciones revolucionarias que se están tomando.
A mi parecer, estas homofóbicas reacciones tienen su raíz en dos componentes o reflejos: primero la no visibilización de las actrices y actores de las revoluciones como sujetos homo-bisexuales y, segundo, el no reconocimiento del homoerotismo y la homosexualidad como hecho revolucionario.
Si decidiéramos buscar en los registros formales, incluso los de partidos o sectores de izquierda seria casi imposible hallar mencionado a personas u organizaciones GLBTI. Incluso en los registros actuales de las organizaciones y personas cercanas al movimiento GLBT son pocos los nombres recordados y, a mi criterio, mucho menores al número de participación real.
Esto se debe a que el cuerpo, siempre atado a cánones morales opresores de vestuario, comportamientos, exhibición- ocultamiento, es considerado como un asunto privado, donde lo que decidamos hacer con él, incluida la orientación sexual, es visto como un asunto que no es necesario visibilizar públicamente ni "pegarse un cartel"; pero cuando vemos leyes, instituciones variadas destinadas a normativizar el ejercicio de la sexualidad nos damos cuenta de que no se trata de un asunto privado, si no de discursos públicos que buscan instaurar reglas según lo conveniente para su personal beneficio.
Como si no, es posible entender que lo moralmente permitido es promocionado y defendido por las mismas personas que fomentan "lo no permitido", "lo inmoral" siempre que les produzca el beneficio del lucro. O no les parece absurdo que proliferen las discos y cafés gays, que los kioscos de calles céntricas presentan revistas eróticas de hombres para hombres mientras en esas mismas calles, en esas mismas esquinas los carabineros y guardias pueden molestarte e incluso expulsarte por actitudes "de pareja" con tu pareja. Donde personas se sienten con el derecho a golpearte o insultarte y observarte descaradamente con esa típica expresión de entre repulsión, sorpresa y burla que varias y varios de aquí conocemos.
Como si no se entiende que en el ultimo tiempo partidos de izquierda y centro se vinculen a este movimiento, y que dos "personalidades del mundo GLBTTTI" como son Rolando Jiménez y Marcelo Zamora se hayan unido públicamente a partidos políticos que seguramente los lanzarán como candidatos para algún cargo en las próximas elecciones, siendo que ninguno de estos dos partidos a levantado la voz para exigir por ejemplo: que las carreras medicas cuenten con ramos referentes a la orientación sexual desde una perspectiva desprejuiciada, que la ley de violencia intrafamiliar considere también a las parejas del mismo sexo, que los sistemas de educación formal entreguen una verdadera, útil y efectiva orientación con referencia al ejercicio de la sexualidad, etc.
Y así, múltiples sectores de amarilla centro izquierda utilizan y disfrutan de los beneficios de los métodos anticonceptivos, pero aún no consiguen pensar en una relación sexual con un fin no procreativo, defienden el derecho al divorcio y exigen protecciones y reconocimientos legales para las mujeres jefas de hogar, pero siguen levantando la bandera de "la falta de imagen paterna o materna" para rechazar el derecho a la adopción o el cuidado de hijos o hijas en parejas homosexuales.
Incluso siguen respaldándose en explicaciones que señalan como origen de la homosexualidad en mujeres y hombres, el faltar a los sacrosantos patrones de comportamiento basados en el machismo imperante en este sistema; de qué otro modo si no se puede entender que se señale que el hecho de que las madres presenten un carácter fuerte sea una causal principal si no es para reforzar el machismo que señala que el papel de la mujer debe ser una actitud sumisa, condenándola como culpable de todos los males: delincuencia juvenil, drogadicción y homosexualidad cuando se desvincula de "las labores que le corresponden" para dedicarse con marcado interés a labores como trabajar y desarrollar sus propios y personales intereses. ¿Qué pasa con el cada vez más creciente número de mujeres jefas de hogar? ¿Sus hijas e hijos están marcados irremediablemente como degenerados gracias a que la suelta de su madre se atrevió a separarse de su marido?. Debemos ser capaces de desenmascarar los discursos que se hallan tras "la verdad única y verdadera de los estudios científicos" que tanto se mencionan pero que en la realidad no cuentan con datos tan básicos como el nombre de quienes los realizaron, el lugar y la época en que fueron hechos ni con un respaldo observable en los hechos.
Vale preguntarse entonces si realmente queremos ser incluidas para justificar "los esfuerzos de apertura mental" de algunos sectores que más que vernos como sujetos nos siguen tomando como material de morbo, raiting, seudo aceptación, discriminación positiva, suma de votos, etc.
Pues en la sociedad machista y opresora en la que habitamos, las mujeres históricamente hemos sido invisibilizadas en el ejercicio de nuestra sexualidad, y pocos colores políticos se salvan del hecho de no haber intentado nada para impedirlo. Incluso en el caso de la sexualidad lésbica, ésta a sido reglamentada, absorbida para servir de estimulo erótico masculino, ya que a pesar de los grandes avances con respecto a la igualdad de la mujer, sigue sin concebirse como sujeto independiente del hombre para establecer sus relaciones.
Así, al estar restringidas al mundo afectivo de modo romántico y pasivo, las lesbianas nos dejamos engañar por historias protagonizadas por princesas azules que, como se supone deberían ser príncipes, es mejor vivirlas en la clandestinidad; ya que al ser mujeres "no esta bien" que levantemos la voz y hagamos pública la exigencia de nuestros derechos, puesto que es casi un delito social el poner nuestros propios intereses y bienestar como prioritarios por sobre la visión que puedan tener nuestra familia y entorno.
Además, a las agresiones homofóbicas de esta sociedad, las lesbianas y mujeres bisexuales debemos sumar las ya "tristemente típicas" expresiones de "admiración" que es como nos hacen entender lo que no es otra cosa más que acoso y violencia sexual contra nosotras, afirmación de que somos objeto de deseo y satisfacción para hombres, siendo catalogadas como "las viejas seriotas" si no nos agrada que no vean como objeto disponible. Esta suma de violencias que debemos resistir las mujeres que nos relacionamos con mujeres, nos prueba que nos es lo mismo ser dos hombres caminando que dos mujeres caminando por las calles, pues por las construcciones culturales con respecto al "ser femeninas" estamos doblemente expuestas a múltiples riesgos.
No digo esto a fin de asustarlas a todas para que vayan a esconderse a sus casas si no porque creo necesario destacar que no somos sujetas con derechos sólo cuando estamos dentro de una disco, en los pasajes solitarios un sábado por la noche o en las reuniones con nuestras amigas y amigos, LO SOMOS SIEMPRE, y este sistema productor coercitivo que impone sólo un modo de vivir las múltiples aristas de nuestra existencia, nos esta jodiendo cuando nos hace creer que somos libres sólo porque podemos consumir: porque podemos ir a una disco o visitar múltiples paginas lésbicas de Internet.
Además, al ser culturalmente concebidas sólo para la maternidad, a las mujeres lesbianas no se nos considera al momento de realizar ningún tipo de campaña para bien público, exceptuando ciertas propagandas "antidiscriminatorias" que más bien reafirman los estereotipos de pareja lésbica donde una es ahombrada y la otra femenina, sin poder entender que los comportamientos que tengamos como seres individuales, entre estos los asignados culturalmente como esperados para cada uno de los sexos, nada tienen que ver con nuestra orientación sexual.
Culturalmente las lesbianas hemos sido fuertemente invisibilizadas y menospreciadas, pues como tales, no cumplimos con los patrones impuestos desde lo masculino; nuestra primera prioridad o preocupación no es la maternidad o la familia, no nos interesa emparentarnos (de manera temporal o definitiva) ni crear relaciones de dependencia o codependencia con hombres, nos hemos desligado de los patrones de gestos y comportamientos femeninos sin llegar a ser la caricatura de la pareja de mujeres, la cual por lo demás, no es si no una forma de heterotizar una relación donde ni real ni ideariamente esta presente un hombre (mito de la pareja lésbica donde una de ellas "hace de hombre") experimentamos y vivimos día a día formas afectivas no guiadas por la dominación ni la dependencia y formas de relacionarnos eróticamente donde no es necesaria la presencia ni de un hombre ni de un pene (símbolo en nuestra cultura de fuerza, virilidad, coraje y una larga lista de valores "ambicionados") ni siquiera como objeto lúdico.
Así, el amor lésbico, la relación afectivo-sexual entre mujeres rompe esquemas: primero al ser para si, sin una función reproductiva o de producción de seres humanos, si no que para el mero disfrute del placer; y segundo por ser el amor a una igual, lo cual valida y demuestra como posible una relación entre iguales, donde los atributos de una no se hallen por debajo de los de la otra; descubre además nuevas formas erótico-afectivas donde el poseer, el dominar pierde sentido frente al conocer, explorar, indagar, recorrer y maravillarse.
Las mujeres que amamos a otras mujeres: lesbianas y bisexuales estamos por tanto llamadas a cortar con los prejuicios y autoprejuicios que nos encadenan y atrevernos a dejar de ser lo que esta sociedad espera de nosotras, desligarnos de la culpa que nos han inculcado, que nos han enseñado que debemos sentir, dejar de autovernos como fenómenos o tristes desviaciones y levantar orgullosas la voz para exigir los derechos que hoy nos son negados y eliminar los castigos que se nos imponen tanto legal como moralmente, pues la especie no se va extinguir ni bajaran los ángeles del cielo para castigarnos por nuestra degeneración. Pues las personas que levantan su voz para condenarnos y excluirnos se hallan a nuestra misma altura como seres humanos y debemos demostrar con hechos que llevamos el orgullo muy en alto pues no creemos en sus monstruos y fantasmas ocultos en el armario o debajo de la cama.
No queremos ser reconocidas ni consideradas a costo de tener que probar que el sentirse atraída por una mujer no es menos meritorio, no queremos tener que "salvar el mundo", ser las mártires para ser consideradas personas, no queremos probar que "a pesar de ser lesbianas" también podemos ser buenas, no queremos ser tratadas por el mundo gay-masculino ni por cualquier otro movimiento social, dando las gracias a que nos toleren porque "es lo políticamente correcto" para una persona educada, progresista, libertaria y de mente abierta no discriminar a los "pobrecitos homosexuales que ya han sufrido tanto".
No queremos que se nos trate como haciéndonos el favor de respetarnos, tolerarnos y darnos un espacio sin ser capaces de ver realmente lo que esta en juego ni el grado de libertad, de revolución que el ejercicio de una sexualidad diversa implica.
Pero pareciese ser que, como muchos seres humanos en esta fecha, las mujeres lésbicas tenemos mala memoria: olvidamos a nuestras torturadas, golpeadas, expulsadas de sus trabajos, de sus hogares, de sus escuelas, de su libre derecho a pensar, a optar y decidir sobre sus cuerpos, olvidando que también tenemos derechos y a quienes lucharon por ellos, olvidando que no valemos menos que nadie que pise esta tierra y terminamos agradeciendo al recibir migajas de nuestros propios derechos y los vemos como inmensos favores (las pocas veces que obtenemos al menos migajas de ellos) ¡LAS MIGAJAS NO SE AGRADECEN! Sencillamente porque no es eso lo que queremos, no ansiamos migajas, pedacitos, porcentajes o partes de derechos, queremos ser vistas, sentirnos y que nos sientan como sujetas plenas en el ejercicio de nuestras acciones.
Como mencionaba un documental de mujeres presentado a comienzos de este año "yo quiero que para mí también se abran las grandes alamedas" donde todas y todos podamos construir nuestra libertad. Construir, lo que nos señala la necesidad de esfuerzo en conjunto, de coordinación, de unión, de consensos reales para llevar a cabo las cosas y hallar soluciones y no para "esconder la tierra debajo de la alfombra" como "nuestros queridos políticos" entienden este término.
Sin embargo el revolucionar las cosas y los hechos requiere trabajo, trabajo en conjunto. "Divide y vencerás" dice el refrán, y es esto precisamente lo que los prejuicios esperan conseguir y han conseguido hasta ahora: que nos resulte tan difícil organizarnos de modo coordinado y cooperativo, crear un movimiento social capaz de comprender las múltiples aristas de exclusión en las que vivimos.
Pues la discriminación por orientación sexual, identidad de género, etnia, sexo, etc. No solo afecta a las "minorías sexuales" o de cualquier otro tipo, a las tres o cuatro personas que "en nuestras horas de ocio" nos dedicamos a pegar carteles, criticar y proponer, NOS AFECTA A TODAS Y TODOS: a los gremios, sindicatos, estudiantes, trabajadoras y trabajadores con o sin remuneración. Nos afecta porque nos priva de libertad, porque nos venda los ojos y nos dice que ver y como, que entender y porque, que hacer y que no. Porque no nos permite elegir y decidir que hacer con nuestras propias vidas, como llevarlas, como comportarnos, como pensar, como amar, como sentir placer, que expectativas, que planes de vida tendremos, como vestirnos, como actuar, como sentir, que creer.
No es nuestra intención, como algunas personas para desprestigiar el movimiento GLBTTTI publicitan, que cada cual se cuelgue carteles de "que es" o imponer el lesbianismo, el "libertinaje sexual" ni la indefinición de los comportamientos de género (esto ultimo digno de una discusión más amplia). Si no que desatanizar lo que va contra la "la norma", lo que "la naturaleza" señala como destino único y exclusivo para los seres y los cuerpos. Lo que aspiramos a construir es una sociedad donde el ser distintas y distintos no marque diferencias de ningún tipo en el acceso a salud, educación, seguridad social o espacios públicos. Donde tengamos la certeza no de ser iguales ni tener que serlo, si no de ser equivalentes o igualmente valiosas y valiosos, con todas las puertas abiertas para sumergirnos en todos los saberes que nuestra infinita curiosidad desee.
Queremos una sociedad donde no se nos abran los espacios por mera discriminación positiva, porque conseguimos meter la suficiente bulla o por buena voluntad hacia las mujeres lesbianas, bisexuales, indígenas, pobres, emigrantes y un largo etcétera si no porque no hay ninguna razón real ni supuesta para que se nos cierren las puertas, para que alguien siquiera se cuestione el por qué deberíamos o no deberíamos acceder a todos los espacios, a todas las esferas.
Queremos también, y es más, exigimos discursos consecuentes por parte de los sectores progresistas; no tienen idea de lo desilusionante, política y personalmente, que resulta descubrir que no hay nada más parecido a una persona machista y heterosexista de derecha, que una persona machista y heterosexista de izquierda. Ver como nuestras propias compañeras y compañeros, ya sea de partidos políticos como de movimientos y agrupaciones sociales, los cuales no tardan en declararse abiertamente en contra de posiciones conservadoras que nos privan de nuestras libertades y derechos, que nos señalan una única forma de vida como correcta y posible, sectores que han luchado y defendido la promoción de valores laicos y el ejercicio de derechos; son las mismas que al momento de hablarles de modos diversos de vivir la sexualidad se escandalizan y corren a refugiarse en construcciones conservadoras de lo que es "natural en las personas".
Las mujeres lesbianas y bisexuales nada lograremos con luchas anónimas, nada lograremos ocultas en las sombras, reclamando los derechos de seres invisibles. La primera reivindicación, la primera exigencia de que el lesbianismo no sea visto como una enfermedad, como una degeneración, como algo de que avergonzarse, es que nosotras seamos capaces de dejar de avergonzarnos cada mañana frete al espejo, que seamos capaces de defender la utopía que sustentamos: que nuestras sociedades no se transformen en la nueva inquisición con modernas hogueras para quienes se salgan de los cánones de lo permitido. Debemos dejar de esconder nuestros intereses en el trabajo, la familia y los hijos. No estamos pidiendo favores, estamos exigiendo y ejerciendo nuestros derechos.
Retomando el contexto en que se enmarca este foro, que es el doloroso recuerdo de los 30 años del derrocamiento brutal del gobierno de Salvador Allende y la ideología social de izquierda en que se sustentaba, por parte de las fuerzas militares chilenas e intereses político comerciales extranjeros; considero que debemos, como mujeres lesbianas, bisexuales, movimiento GLBTTTI y movimientos sociales en general, no parar esta lucha... para que nunca más en Chile ninguna persona se sienta dueña de la verdad y con el derecho de torturar, golpear, hacer desaparecer o asesinar a otra por pensar distinto, sea en el ámbito que sea. Para que nunca más en Chile las lesbianas seamos maltratadas, insultadas e incluso golpeadas hasta la muerte en plena vía publica por más de un sujeto y sin que nadie los impida como sucedió en octubre de 1984 con Mónica Briones y como sigue sucediendo día a día en todos los rincones de este país.
No somos las víctimas que huimos, somos y debemos ser las revolucionarias que luchamos contra las nuevas dictaduras Porque la mantención de la pobreza y el aumento de la brecha entre ricos y pobres es una nueva dictadura, la discriminación por edad, orientación sexual, país de origen, sexo, etc. son nuevas formas de dictadura de un modelo que la única libertad que nos concede es la del irracional consumo.
* Coordinadora Universitaria por la Diversidad Sexual (CUDS), Chile