2 de diciembre del 2002
El movimiento de resistencia al neoliberalismo
Globalización de las solidaridades
Michael Löwy
Masiosare
He aquí la nueva característica de las solidaridades que se
entretejen dentro del, y alrededor del, movimiento de resistencia global a la
globalización capitalista: el combate por objetivos inmediatos comunes
a todos y la común búsqueda de nuevos paradigmas de civilización.
En otros términos: más que una solidaridad con, es una solidaridad
entre diversas organizaciones, movimientos sociales o fuerzas políticas
en diferentes países o continentes, que se ayudan y se asocian en una
misma lucha, frente a un enemigo planetario .
LA RESISTENCIA A LA GLOBALIZACION capitalista neoliberal, al poder
desmesurado de las multinacionales y mercados financieros, a las decisiones
autoritarias e inapelables del FMI y la OMC ha tomado la forma, desde Seattle
(1991), de un amplio movimiento social a escala planetaria, dentro del cual
se organiza, poco a poco, la globalización de las solidaridades. Este
movimiento se distingue de diversas manifestaciones "antiglobalización"
de carácter retrógrada, fundamentalista, nacionalista, xenófoba
o intolerante, de naturaleza étnica o religiosa –de las cuales el atentado
terrorista a las Torres Gemelas en Nueva York (11 de septiembre 2001) es el
ejemplo más espectacular– por su carácter indiscutiblemente universalista.
Este movimiento no es –contrario a lo que los medios pretenden– "antiglobalista"
en abstracto: se opone a la forma –capitalista y liberal– que hoy adopta, es
decir a la globalización empresarial con su cortejo de injusticias y
catástrofes: desigualdades crecientes entre el Norte y el Sur, desempleo,
exclusión social, destrucción del medio ambiente, guerras imperialistas.
Y su objetivo no está enfocado en la nación, la etnia, la tribu
o la comunidad religiosa, sino en otra globalización. "Otro mundo es
posible" era la consigna en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, el cual
en su segundo encuentro en febrero de 2002 reunió a más de 50
mil personas. Más que "antiglobalización", el movimiento es alterglobalización,
por utilizar un neologismo que empieza ya a circular.
Las solidaridades que nacen al interior de esta amplia red –de igual forma en
las grandes manifestaciones callejeras, como en Seattle (1999), Praga (2000),
Génova (2001), como en sitios de discusión y reflexión
colectivas como el Foro Social Mundial– son de un nuevo tipo, un tanto distintas
a las que caracterizaron las movilizaciones de los sesenta y setenta.
En esa época, la solidaridad internacional se movilizaba para apoyar
a los movimientos de liberación, ya sea en los países del Sur
–revoluciones argelinas, cubanas, vietnamitas– o en Europa del Este, con los
disidentes polacos o la Primavera de Praga. Un poco más tarde, en los
ochenta, fue la solidaridad sandinista en Nicaragua, o Solidarnosc en Polonia.
En el nuevo movimiento contra la globalización empresarial que comienza
durante los noventa, esta tradición, generosa y fraternal, de solidaridad
con los oprimidos, está lejos de haber desaparecido. Un ejemplo evidente
es la simpatía y el apoyo al neozapatismo, desde el levantamiento de
los indígenas de Chiapas el 1 de enero 1994. Sin embargo, vemos aparecer
aquí algo nuevo, un cambio de perspectiva. En 1996, el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional convocó, en las montañas
de Chiapas, a un Encuentro Intercontinental –designado irónicamente como
"intergaláctico" en alguno de los discursos del subcomandante Marcos–
contra el Neoliberalismo y por la Humanidad. Los miles de participantes en este
encuentro, provenientes de 40 países –y que pueden ser considerados como
los primeros indicios de lo que se llamará más tarde "el pueblo
de Seattle"–, asistieron, sin duda alguna, también por solidaridad a
los zapatistas, pero el objetivo principal del encuentro, definido por estos
últimos, era mucho más amplio: la búsqueda de convergencias
en la lucha común contra un adversario común, el neoliberalismo,
y el debate sobre las posibles alternativas para la humanidad.
He aquí la nueva característica de las solidaridades que se entretejen
dentro de, y alrededor del movimiento de resistencia global a la globalización
capitalista: el combate por objetivos inmediatos comunes a todos –por ejemplo,
la gravación del capital especulativo, la abolición de los paraísos
fiscales, hacer fracasar a la OMC, la moratoria a los organismos genéticamente
modificados, la igualdad de salarios para las mujeres– y la común búsqueda
de nuevos paradigmas de civilización. En otros términos: más
que una solidaridad con, es una solidaridad entre diversas organizaciones, movimientos
sociales o fuerzas políticas en diferentes países o continentes,
que se ayudan y se asocian en una misma lucha, frente a un enemigo planetario.
Para dar un ejemplo: la red campesina internacional Vía Campesina agrupa
movimientos tan diversos como la Confederación Campesina Francesa, el
Movimiento de los Sin Tierra de Brasil o asociaciones rurales de India. Estas
organizaciones se sostienen mutuamente, intercambian sus experiencias, y actúan
en conjunto contra los políticos neoliberales y contra sus adversarios
comunes: las multinacionales biotecnológicas, los monopolios de granos,
los fabricantes de transgénicos, los grandes terratenientes. Su solidaridad
es recíproca y juntos constituyen uno de los más poderosos, activos
e inquietos componentes del movimiento mundial contra la globalización
capitalista. Un componente que se preocupa no sólo por las reivindicaciones
inmediatas sino también por proyectos de sociedades alternativas: es
Vía Campesina la que organizó, durante el Foro Social Mundial
II de febrero de 2002, un ciclo de conferencias de tres días sobre el
socialismo.
Podríamos dar otros ejemplos, en el ámbito sindical, feminista
–la Marcha Mundial de las Mujeres–, ecológico o político. Resulta
claro que este proceso de revitalización de las solidaridades antiguas
y de invención de solidaridades nuevas aún está en sus
inicios. Es frágil, limitado, incierto e incapaz, por el momento, de
poner en peligro la dominación aplastante del capital global y la hegemonía
planetaria del neoliberalismo. No es más que el lugar estratégico
donde se elabora la internacionalización del futuro y, tal vez, un nuevo
paradigma de civilización: la civilización de la solidaridad.
(Traducción: Nathalie Seguin)