VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Opiniones

Un comentario a la crítica de Dri de un escrito de Negri

Por Julián Alvarado.

Empecemos por el título. "Con la ayuda de Job Toni Negri arriba a la posmodernidad". Este título contiene ya gran parte del estilo en el que el resto del artículo está escrito. Esa mezcla de ironía, soberbia y acusación moralista donde, aparentemente, alcanza con tildar de posmoderno a un autor para descalificarlo, haciendo innecesario todo trabajo serio de lectura y argumentación.

En segundo lugar señalemos esa posición de enfrentamiento, ese intento de impugnación general del texto, que no permite suponer en ningún momento la más mínima apertura de su autor ante la obra que está criticando. Contrapongamos ese tipo de relación con los textos con la actitud del militante, siempre dispuesto a apropiarse de aquellos elementos y herramientas que enriquezcan su praxis.

Indiquemos, de paso, la desinformación del crítico, quien se equivoca al reconstruir el pasado militante del autor criticado: Negri nunca militó en el PCI.

Establezcamos también la pobreza de la estrategia argumentativa elegida, que consiste en relegar al pensamiento del autor criticado al campo de la "imaginación", oponiéndola a la "realidad" de la propia argumentación. Pobreza de la argumentación en tanto reduce todo a un problema de creencia. Podemos "creer" en la realidad de la dialéctica o podemos "creer" en la realidad del antagonismo y la potencia. Deja de reclamársele al lector de la crítica un trabajo de pensamiento, para instarlo a que se adhiera a una manera de ver el mundo que se asume como la realidad misma y que no necesita, por lo tanto, de justificación alguna. En este sentido, Dri no tiene ningún reparo en señalarnos de manera directa que "la verdadera realidad es la de los sujetos que siempre constituyen la totalidad sujeto-objeto". Una tesis de pensamiento ("la constitución de la totalidad sujeto-objeto por los sujetos") es presentada no sólo como realidad, sino como la "realidad verdadera". Lo demás es delirio. Fin de la cuestión.

Suponer una realidad informe y, en consecuencia, monstruosa, en opinión del crítico, constituye una concepción "que no puede ser calificada más que como delirio". Delirio será entonces el nombre de aquellos pensamientos que afirmen la excedencia de lo real sobre lo simbólico (es decir, la existencia de una realidad informe), del proceso sobre la reificación, de la vida sobre el espectáculo, de la existencia sobre su formalización. Es posible ver de este modo que aquello mismo que Dri denomina "delirio" es nombrado por muchos de nosotros como "materialismo". En esto Dri no es demasiado original, apoyándose en la copiosa línea de argumentación antimaterialista de la tradición idealista.

La diferencia está en los principios. El "universal en potencia" que no puede concretizarse más que limitándose de la concepción idealista. Y lo real como producción ontológica, como existencia de lo múltiple, como capacidad creativa, como exceso de ser de la tradición materialista. Y allí donde el idealismo nos enseña a conformarnos con la limitación como condición de la existencia de la idea (esto es Platón puro), el materialismo piensa lo existente a partir de las sucesivas singularizaciones de esa excedencia.

Hecha esta aclaración es posible despejar la oposición entre organización/espontaneísmo que Dri intenta introducir en su crítica. La de Negri no es una teoría del espontaneísmo sino del poder constituyente. Hay innumerables textos de este autor, pasados y recientes, abocados al problema de la organización[1]. En este sentido, el contrapoder es una apuesta a un tipo de consistencia que no fije la potencia, sino que sirva para relanzarla cada vez en niveles más intensos. Se puede pensar lo que se quiera de esa apuesta. Pero no es posible calificarla sin más de espontaneísmo. Incluso la noción de proyecto, si la entendemos como singlularización de la potencia, puede ser incorporada sin más al planteo negriano.

Detengámonos en "la cuestión de la dialéctica". La crítica de la dialéctica en Negri es crítica de la mediación, crítica de la síntesis entre el Trabajo, la potencia creadora y las instancias que se alimentan de él parasitándolo, es decir, del Capital y sus distintas manifestaciones. En este sentido, Negri dice que la lucha no es dialéctica, salvo para la perspectiva del Capital. La lucha, para el Trabajo es separación, destrucción de la relación de explotación, autoorganización de la productividad humana. No se trata "considerar al individuo como ser aislado" (algo imposible de rastrear en la obra de Negri) sino al Trabajo en lucha contra la relación con las instancias parasitarias.

Hay, en este sentido, Dri casi acierta cuando afirma que, en la concepción de Negri, "De la nada surge la potencia. Un verdadero milagro." Se trata de una forma de entender la capacidad humana de invención, de la inmensa productividad creativa de lo colectivo que es siempre en primer término (pero no exclusivamente) fuerza constituyente de la vida que máquina de enfrentamiento con los mecanismos de expropiación de esta fuerza.

Para Dri, la concepción de Negri nos lleva al desprecio de "todo tipo de organización" y a "la derrota del movimiento popular". Es difícil imaginar a un lector militante que pueda compartir esta imagen de Negri como un "personaje" que trabaja sin descanso por impedir la organización de los movimientos de resistencia. Es difícil también pensar que el debate abierto, la argumentación rigurosa y la puesta en suspenso de las batallas escolásticas sean exigencias demasiado elevadas para aquellos intelectuales que quieran componer su trabajo de elaboración teórica con la experiencia activa de los movimientos de resistencia y las experiencias de autonomía.

Julián Alvarado.

[1] Ver, por ejemplo, "¿Qué hacer hoy con el qué hacer? La cara biopolítica del leninismo" http://www.lafogata.org/opiniones/iz_quehacer.htm