Mi primera reacción ante la captura de Saddam Hussein fue tanto de furia como de asco. Mi enojo se debió a que el viejo dictador ni siquiera pudo morir honorablemente. Prefirió verse capturado por sus viejos amigos que luchar hasta el final, que es lo único decente que todavía pudo haber hecho por su país.
No sentí compasión alguna por Saddam. El mató a algunos queridos compañeros y encarceló a muchos otros, pero Estados Unidos no tenía derecho a hacer esto. Era responsabilidad del pueblo iraquí.
Pero también sentí asco por la forma en que las cadenas de televisión cubrieron el acontecimiento. CNN y la BBC se han convertido en canales totalmente propagandísticos, al grado de que debieron provocarle una sonrisa a Berlusconi. Hacer desfilar a un prisionero recién capturado es la moda dentro del nuevo modelo de imperialismo. El equivalente actual a los caciques bárbaros que eran obligados a recorrer la Roma antigua antes de ser ejecutados.
Durante años, Estados Unidos convirtió a Saddam Hussein en el gran monstruo de Medio Oriente. Ahora que está destruido, ¿qué excusa tendrán los soldados occidentales para permanecer en Irak? ¿Por qué no se celebra de inmediato una elección para nombrar una asamblea constituyente?
¿Será acaso porque una asamblea electa exigiría el fin inmediato de la ocupación, que los iraquíes controlen el petróleo de su país y que sus propias empresas se encarguen de la reconstrucción nacional? Estas demandas unificarían a la gran mayoría de los iraquíes, independientemente de su origen religioso o étnico.
¿Qué efecto tendrá el arresto de Saddam en la resistencia? Hace unas semanas escribí que aunque Saddam fuera capturado y muerto, la resistencia continuaría. No existe razón alguna para cambiar este punto de vista. De hecho, quienes hasta ahora fueron reticentes a apoyar la insurgencia ahora se sentirán listos para combatir abiertamente contra la ocupación. Quienes aseguraban, en Estados Unidos y otras partes, que la resistencia estaba encabezada por Saddam o sus "remanentes", se llevarán ahora una gran sorpresa. Esta semana una revuelta masiva y pacífica destituyó al alcalde de Hilla, impuesto por Estados Unidos. La consigna que coreaba la gente era: ''¡Elecciones libres ya!''. Este tipo de acciones sólo pueden incrementarse.
Si es verdad lo que dijeron los belicosos cuando no pudieron encontrar armas de destrucción masiva, que lo que justificaba la invasión a Irak era que estaban liberando al país de un tirano, la lógica nos indica que ahora debe ponerse fin inmediato a la ocupación. No creo que esto vaya a suceder. Por eso la resistencia política va a extenderse por toda la nación. El prohibir los sindicatos, como lo han hecho las autoridades de la ocupación, no va a hacer mucha diferencia. El Irak clandestino es vibrante y lleno de esperanza.
¿Y qué van a hacerle a Saddam? Dado que la ocupación de Irak es ilegal, Estados Unidos no tentará al derecho internacional procesándolo en La Haya. Pero existe otro problema: con el fin de ayudar a Kissinger y a otros criminales de guerra estadunidenses, se acordó que líderes políticos no pueden ser acusados de forma retroactiva. Si se llega a instituir un tribunal en Irak estará, como todas las demás instituciones, dominado por Estados Unidos.
¿Se hará un juicio público? Bueno, ¿y qué tal que el viejo bandido decide confesarlo todo sobre su colaboración con Estados Unidos durante la década de los 80? ¿Qué pasará si decide revelar las conversaciones que tuvo con Donald Rumsfeld durante la guerra Irán-Irak? Esto sería un problema, así que los estadunidenses harán lo que convenga a sus intereses.
Después de todo, el emperador Hirohito de Japón aprobó y apoyó una intervención que fue la causa de decenas de miles de muertes durante la Segunda Guerra Mundial. Se le necesitaba para combatir al comunismo, y por eso se le transformó un amistoso biólogo marino.
No creo que los estadunidenses necesiten más de Saddam, así que no se le puede transformar en el amigable arqueólogo del barrio, pero de cualquier forma van a tratar de obtener de él lo que desean. Pero incluso un deshecho y derrotado Saddam no podrá ayudarlos a encontrar las armas de destrucción masiva que jamás existieron. Tariq.ali@binternet.com El más reciente libro de Tariq Ali, Bush en Babilonia. La recolonización de Irak, está publicado por editorial Verso.
Traducción: Gabriela Fonseca