Opiniones
|
16 de diciembre de 2003
Pugna de nuestra era
Ideologia y nacionalismo
Lisandro Otero
Rebelión
Charles de Gaulle dijo en las postrimerías de su vida que a finales de este siglo las ideologías no iban a importar mucho en las contiendas políticas, solamente iban a prevalecer los nacionalismos. Si analizamos nuestra era veremos que muchas de las turbulencias registradas se deben a las pasiones nacionalistas. Más aún, pudiéramos afirmar que uno de los motores de la historia en la pasada centuria ha sido el despertar de los nacionalismos.
Iniciándose el siglo XX tuvimos el renacimiento chino con Sun Yat-sen y el Kuomintang. Aquél intento republicano, opuesto al pasado imperial, desembocó en la hegemonía comunista y Mao Tse-tung, pero incluso el marxismo chino contó con fuertes raíces nacionalistas. Con perfil similar tenemos a Mohandas Ghandi quien con su filosofía de la resistencia pasiva condujo a la India a su emancipación del colonialismo británico. De igual manera Kemal Ataturk intentó una modernización europeizante de Turquía pero basándose en las raíces nacionales.
El nacionalismo es un sentimiento de comunidad basado en cultura, lenguaje, historia, religión y ancestros similares. A veces se manifiesta como una reacción a la explotación colonial, tal es el caso del nacionalismo árabe que expresó Gamal Abdel Nasser en su libro Filosofía de la Revolución, publicado tras la deposición del rey Farouk. En Estados Unidos surgió una respuesta al racismo en los estados sureños con el movimiento de Marcus Garvey que dio origen, más tarde, al término afroamericano y a una diferenciación étnica. El Black Power, los Black Muslims y el Black Panther, Luther King, Malcolm-X, Huey Newton y Eldridge Cleaver también fueron promotores del nacionalismo negro estadounidense.
El justicialismo de Juan Domingo Perón fue una solución a la desigualdad de clases, al desempleo industrial y la depresión agraria. Pero también, debido a su influencia mussoliniana, había un fuerte componente de reivindicación nacionalista de las glorias patrias. En Francia movimientos como el de Acción Francesa, y pensadores como Charles Maurras y Thierry Maulnier, promovieron durante la década de los años treinta el tradicionalismo conservador inspirado en los valores históricos nacionalistas.
El colonialismo también desempeñó un importantísimo papel en la formación de la conciencia nacional. En 1955 se convocó en Bandung, Indonesia, una magna conferencia en la que participaron los países que recién habían emergido de la sujeción colonialista. Los principales promotores de aquel cónclave fueron Sukarno y Nehru. Más tarde se unieron Tito y Nasser. Los chinos decidieron participar activamente, convencidos de que la propulsión de los nacionalismos crearía una nueva barrera contra el imperialismo estadounidense y el colonialismo europeo. Las grandes naciones industrializadas tuvieron que reconocer que los débiles podían ser fuertes si lograban unirse. Fue ahí donde surgió la invención del Tercer Mundo, es decir aquél que no optaba ni por el autoritarismo estaliniano, ni tampoco elegían el capitalismo empobrecedor y la extensión del poderío de las trasnacionales que esquilmaban a los países de economía agrícola.
Los países subdesarrollados eligieron no comprometerse con ninguno de los bandos en pugna en la recién comenzada Guerra Fría. Pero a la larga el Tercer Mundo se acercó más al campo socialista. Sukarno favorecía el Pantja Sila, un ideario encabezado por el estímulo al nacionalismo. Chou En-lai fue a Bandung mostrando el rostro fresco de un socialismo de reciente triunfo. Había otras figuras que simbolizaban un punto de partida novedoso: el Arzobispo Makarios, de Chipre; Norodom Sihanuk, de Cambodia; Kwame Nkrumah, que sería el primer presidente negro de Africa y uno de los que tenía una clara conciencia ideológica de hacia dónde iba a dar todo aquello.
Allí se creó lo que fue llamado "la violencia moral de las naciones". El escritor negro Richard Wright llamó a los reunidos "la raza humana". El "Tiers Monde" fue una invención de los periodistas franceses. Los organismos internacionales prefirieron escamotear la pobreza y las llamaron "las naciones emergentes". Tras alcanzar la soberanía el principal problema del despertar de los nacionalismos fue asumir la modernidad para lo cual necesitaban créditos y tecnología. Nada de ello fue fácil. La ofensiva del neoliberalismo con sus privatizaciones y su congelación del pacto social propiciaron un predominio del campo occidental capitalista y los nacionalismos se refugiaron en zonas como los Balcanes o el sudeste asiático.
La historia del siglo XX no puede reducirse, como han pretendido algunos, a un combate entre el nazi-fascismo y el comunismo, ni ha sido solamente la lucha de la clase obrera por sus reivindicaciones. El componente nacionalista ha sido determinante en el avance de la violencia intrahistórica. El siglo XX se abrió con la confianza en la razón, el progreso y la ciencia y se cerró con el avance de la tecnología de la comunicación, pero un combustible esencial de ese proceso ha sido la conciencia autonómica de las culturas y la consolidación del Estado-nación.
gotli2002@yahoo.com