13 de junio del 2003
Chiapas: mujeres en el Primer Encuentro Hemisférico frente a la Militarización
Si lo personal es político, en las guerras lo político es personal
Triple Jornada
-- La lógica del militar invasor es que si la tierra les pertenece,
también las mujeres
-- La violencia sexual, estrategia del militarismo contra las mujeres para someter
a todo un pueblo
Elio Henríquez
San Cristóbal de las Casas, Chiapas.--- En el Primer Encuentro
Hemisférico Frente a la Militarización realizado en esta ciudad
del 6 al 9 de mayo, más de la mitad de quienes participaron -996 personas
de 35 países- fueron mujeres, mismas que manifestaron un rotundo "no"
a la militarización y a las guerras que sólo "buscan imponer un
poder imperial acorde con el modelo patriarcal del poder del más fuerte
y del dinero".
Destacó el caso de Vieques, Puerto Rico - mencionado desde el acto inaugural,
como un ejemplo de lo que los pueblos pueden hacer con la lucha si se organizan-
de donde hace unas semanas los mariners de Estados Unidos tuvieron que abandonar
el lugar después de 63 años de permanecer ahí. No se fueron
por su gusto, sino por la lucha que durante muchos años hicieron las
y los viequenses, una lucha encabezada en gran medida por la mujeres de esa
isla, contó Miriam Sobá, de la Alianza de Mujeres Viequenses.
De este ejemplo surgió la consigna que estuvo presente a lo largo de
los cuatro días de trabajos en el Centro de Convenciones El Carmen: "Vieques
sí, militarización no".
Sobá recordó cómo "durante tantos años los soldados
estadunidenses llegaban a las 5 de la tarde en convoyes de hasta dos mil hombres.
A las doce de la noche ya estaban borrachos y su lógica es que si la
tierra les pertenece, también las mujeres. Buscaban señoritas
e indiscriminadamente a cualquier mujer. En no pocas ocasiones cuando despertábamos
encontrábamos militares durmiendo en nuestra sala porque se metían
a los hogares. Llevaron la droga e indujeron a los jóvenes a consumirla.
Ellos sólo llegan a destruir, a mancillar nuestra dignidad de seres humanos,
nuestra gente se está muriendo de cáncer como consecuencia de
las prácticas nucleares que realizaron durante tantos años, aparte
de la gran contaminación que nos dejaron, por eso nos empezamos a levantar
y a luchar constantemente".
Otro caso que se destacó en el encuentro es el relacionado con la lucha
que mujeres hondureñas encabezan para exigir el retiro de la Base Militar
que Estados Unidos tiene en Palmerola, Honduras, la más grande en Centro
América.
Ahí, según dijo Elsy Banegas, del Movimiento de Mujeres por la
Paz "Visitación Padilla", la lucha, sobre todo de mujeres, es cotidiana
para obligar al gobierno estadunidense a que retire la base militar que "sólo
nos ha llevado los males que acarrea la militarización" en cualquier
parte del mundo.
"No vamos a dejar de luchar hasta que los gringos se lleven a sus soldados de
nuestro país, porque el imperialismo tiene líneas definidas, cuando
las militarizaciones intervienen en nuestros pueblos llevan un objetivo: erradicar
las oposiciones", insistió Banegas, quien dijo que el ejemplo de lo ocurrido
en Vieques las anima más para continuar manifestándose por la
salida de los militares norteamericanos de Palmerola.
Y así, una a una las mujeres que por cientos llegaron al encuentro fueron
exponiendo sus opiniones y experiencias sobre ese "mal" llamado militarización
y sus efectos. Esperanza Martínez, de Ecuador, sostuvo que con la militarización
las mujeres son doblemente afectadas: "por la violencia, por los abusos, la
fuerte presencia masculina en la zona aumenta la violencia física y sexual"
Además, agregó, la sobre extracción y la contaminación
de los recursos obligan a las mujeres a invertir más tiempo en sus quehaceres,
"tienen que traer el agua, casi siempre contaminada con la presencia de los
soldados".
María Mateo, de la organización guatemalteca Mamá Maquín
-nacida en México durante el refugio de miles de hombres, mujeres y niños
que llegaron en la década de los 80 huyendo de la violencia en su país-
aseveró que los más afectados por la militarización son
las mujeres y los niños, y principalmente en las comunidades rurales.
"Pero ya tiene que haber un freno a esas políticas de militarización
del gobierno de Estados Unidos para reprimirnos y apoderarse de nuestros recursos.
Hoy más que nunca debemos incrementar la lucha hasta lograr que nuestros
pueblos queden limpios de militares; que la militarización no nos calle",
expresó.
Las propuestas y planteamientos de las mujeres asistentes al encuentro fueron
recogidas en el pronunciamiento final. Ahí se asentó su "profunda
indignación por la invasión militar de Estados Unidos contra Irak,
las masacres perpetradas por las fuerzas de ocupación contra el pueblo
iraquí y en Palestina, así como el hostigamiento y amenazas en
contra de Irán, Siria, Corea del Norte, Colombia y Cuba".
El gobierno de George Bush, afirmaron, "recurre una vez más al uso de
las armas y la tecnología de guerra para despojar a los pueblos tercermundistas
de sus recursos naturales, de sus territorios y de su soberanía para
garantizar la hegemonía norteamericana en la competencia desatada por
la globalización neoliberal".
Manifestaron que todas las guerras, como parte de las estrategias de los agresores,
"nos han convertido a las mujeres en objeto y objetivo, utilizando nuestra condición
de madres y esposas para generar control y terror en la población".
Recordaron cómo, por ejemplo, en Centroamérica "muchas mujeres
fueron desaparecidas, obligadas por el ejército a denunciar a sus maridos
e hijos, a castrarlos, a ver morir a sus pequeños de golpes contra las
piedras. Muchas, como terrorífico escarmiento, fueron ahorcadas en los
árboles del camino, mutilados sus cuerpos y abiertos los vientres embarazados".
Asentaron que la violencia sexual también está presente siempre
en este tipo de estrategias como una forma de ejercicio del poder que somete,
con la posesión violenta del cuerpo de las mujeres, a los grupos que
se quiere controlar; miles de mujeres han sido violadas durante las guerras.
Subrayaron que la militarización, el terror y la imposición de
una cultura de guerra "afecta nuestra vida cotidiana y nuestras subjetividades",
y cuando las familias ven alterada su vida cotidiana, son las mujeres quienes
se ven obligadas a enfrentar y apoyar emocionalmente a sus familiares, además
de tener que buscar soluciones a los problemas de sobrevivencia.
"La presencia de militares en las ciudades y pueblos trae consigo la agudización
de problemas de por sí existentes como el alcoholismo, la drogadicción,
la prostitución, las infecciones de transmisión sexual y la violencia
sexual y doméstica, cuyas consecuencias son vividas particularmente por
las mujeres", afirmaron en el documento final donde destacan la importancia
de las mujeres en la lucha contra la militarización.
Por todo lo anterior, en el pronunciamiento del encuentro ellas dijeron "no
a la militarización, porque las mujeres no estamos dispuestas a continuar
sometiéndonos a los intereses de las clases políticas y gobiernos
en turno, que en nuestro nombre hacen guerras de ocupación, nos consideran
ciudadanas de segunda y no reconocen nuestros derechos ni nuestras propuestas
para la construcción de la paz".
El pronunciamiento lo concluyeron así: "Las mujeres hemos proclamado
por años que los personal es político, ahora proclamamos que lo
político es personal, que las guerras nos atañen directamente
y que nos pronunciamos por un NO a la militarización y a las guerras"