15 de agosto del 2003
La homosexualidad es sagrada porque Dios la creó
Luis Barrios
No podemos dudar ni por un instante que el asunto de sexualizar el pecado dentro
de las instituciones religiosas y sus organismos de apoyo, sigue siendo el platote
místico sensacionalista del momento.
Por supuesto, tampoco podemos ocultar que esta es una manera muy astuta de mantenernos
entretenidos/as con asuntos que nos desvían de los verdaderos problemas
del diario vivir. O sea, con su mentalidad morbosa, hay unas personas muy astutas,
nos quiere llevar a una supuesta experiencia religiosa, entiéndase un
arrebato beato, que deje como resultado la enajenación, la miopía
socio-política, la desmotivación y la desmovilización del
pueblo ante las realidades existentes.
En los últimos días dos realidades dentro de la temática
sexual humana siguen siendo, de acuerdo a la construcción social de los
medios de comunicación, las noticias del momento. El revuelo de condena
contra la elección del reverendo Gene Robinson para ser consagrado como
Obispo dentro de la Iglesia Católica Anglicana en Estados Unidos y la
cruzada en contra de la unión en matrimonio de parejas homosexuales por
parte de la Iglesia Católica Romana no dejan de ser dos espectáculos
bochornosos, deshonrosos y ofensivos, o sea, inmorales hacia la creación
diversa de Dios.
Un mensaje que está claro en la Biblia de principio a fin es que la hipocresía
y la falsedad a nada nos van a llevar. Esto lo enfatizo porque curiosamente
en la Biblia hay dos prácticas del amor que tienden a ser aceptadas y
condenadas por Dios porque son antagónicas.
Por un lado, se nos dice que se hace necesario el amar a Dios sobre todas las
cosas y a nuestro/a prójimo/a como a nosotros/as mismos/as. Sin embargo
existe un tipo de amor el cual es condenado por nuestra Diosa y a la misma vez
ignorada por el liderato religioso. Ese amor que es despreciado y condenado
por Dios es el amor al dinero. Para ser mas exactos/as nos dice; el amor al
dinero es la raíz de todos los males. Ya usted lo podrá apreciar.
Por amor al dinero invadimos y colonizamos a Iraq y ahora estamos llevando a
cabo un genocidio contra el pueblo iraquí. Aún más, por
amor al dinero destruimos a ese país y ahora por amor al dinero lo estamos
reconstruyendo. Por amor al dinero no se quiere decir las cifras exactas de
cuantas/os iraquíes fueron asesinados/as en esta guerra inmoral y cuantos/as
siguen muriendo de hambre, falta de servicios médicos o confundidos/as
como 'enemigos/as. Por amor al dinero nuestro liderato religioso no condena
todo este atropello contra la creación de Dios reconociendo que este
tipo de conducta es obscena.
Dentro de todo este marco de hipocresía y distorsión del mensaje
que aparece en la Biblia, yo me pregunto, ¿por qué los grupos religiosos
no montan una campaña agresiva en contra de esta práctica de vida
la cual es una abominación a Dios? Muy en particular, ¿Por qué
no declaran al capitalismo, al neoliberalismo, el imperialismo, el colonialismo
o a la globalización como ejes diabólicos que destruyen a la humanidad?
¿ Por qué no denuncian de una vez y por todas a los armatostes y engranajes
satánicos como lo son el ALCA, NAFTA, G-8, el Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) -entre otras-
como madrigueras depravadas del imperialismo? ¿Por qué no identifican
estas conductas de violación de derechos civiles y humanos como inmorales
y depravadas?
Teológicamente yo creo y predico que en la creación, nuestra Diosa
demostró enérgicamente que no es amante de la uniformidad, sino
más bien de la diversidad. De aquí el que nos creó a los/as
seres humanos, mujeres, hombres, negros/as, blancas/os, altos/as, bajos/as,
gordas/os, flacas/os y por supuesto, como Dios no tiene ningún problema
con la sexualidad decidió intencionalmente crear a unas personas heterosexuales
y a otras, gay, lésbicas, bisexuales, etc. A la verdad que sería
muy aburrido si todos/as los/as seres humanos fuesen heterosexuales u homosexuales.
La sexualidad para la religión judía que surge para el siglo VI
antes de la era común tenía -por lo menos en teoría- como
única intención la procreación. Este aburrimiento sexual
se ha querido vender como el único modelo sexual de Dios con la intención
de justificar únicamente la unión entre hombre y mujeres. Este
disparate teológico fue el mismo que utilizaron algunas teologías
para rechazar la unión entre personas blancas con negras, o diferentes
grupos étnicos (ejemplo: palestinos e israelitas). Yo sigo creyendo que
la sexualidad humana no es un fin procreativo sino más bien es la máxima
unión de purificación de encuentro en donde expresamos nuestros
deseos emocionales, fisiológicos y espirituales. Y por supuesto, para
quienes quieran o tienen la responsabilidad de darle seguimiento a la creación
entonces incluimos la procreación de hijas/os. Si este encuentro de enlazadura
entre los cuerpos se lleva a cabo dentro de los valores del respeto, la honestidad
y el compromiso entonces tenemos la capacidad de destruir los pecados inmorales
y abominables de la opresión, dominación, despotismo y supremacía.
A mi me parece que este es el asunto crítico en donde la Iglesia debe
inmiscuirse porque Dios nos lo pide. Cuando las relaciones entre los/as seres
humanos se distinguen por la violencia, opresión y exclusión estas
deben de ser descritas como inmorales. Que quede claro, este tipo de conductas
deshonestas pueden encontrarse tanto en relaciones heterosexuales como homosexuales.
Por otro lado, vuelvo y enfatizo que me sorprende como las verdaderas inmoralidades
tienden a ser invisibles, menospreciadas o ignoradas. En las iniquidades de
la globalización podemos identificar por lo menos dos realidades. Primero,
las 24,000 personas que mueren cada día de hambre o causas relacionadas
con el hambre, de las cuales un 75 por ciento son niñas y niños.
También a los 800 millones de personas en el mundo que sufren de hambre
y desnutrición. Todas estas personas son víctimas del arma de
destrucción masiva más letal que existe: el hambre.
Segundo, las 5 millones de personas infectadas con el HIV/SIDA en el año
2001, de las cuales 800,000 de estas víctimas son niñas y niños.
Sin el tratamiento adecuado estas personas se sumarán a las más
de 20 millones que en la actualidad han muerto de SIDA.
Reconozcamos de una vez y por todas que también la homosexualidad, o
sea, el ser gay, lésbica, bisexual, etc., es parte de la creación
diversa de nuestra Diosa. Por lo tanto, aceptemos, respetemos y celebremos en
unión esa diversidad de Dios. En resumidas cuentas, mis hermanos/as y
compañeras/os, no sigamos jodiendo en contra de la creación de
Dios. Recordemos, ay de quienes joden, porque estas personas jodiendo se joderán.
Y bienaventurados/as quienes no joden porque estas personas verán la
paz con justicia.
* El Padre Luis Barrios pertenece a la Iglesia San Romero de Las Américas
(Nueva York)