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Compañeras

25 de juli del 2003

En el 146º aniversario del natalicio de Clara Zetkin, luchadora por los derechos de las mujeres trabajadoras, por el socialismo y contra la guerra imperialista
Diferentes pero iguales

Adela Reck y Malena Vidal
Rebelión
Las mujeres hemos sido las protagonistas de una de las rebeliones sociales más importantes del siglo XX. Nuestras luchas por el derecho al voto, al divorcio, a la maternidad voluntaria y otras reivindicaciones específicas forman parte del largo y aún no acabado proceso mundial de emancipación femenina porque si bien es cierto que las revoluciones rusa, china, vietnamita, cubana y nicaragüense constituyen acontecimientos que hicieron entrar en crisis al capitalismo, iniciando la fase de transición hacia el orden de una nueva sociedad, un balance objetivo de la historia contemporánea no puede soslayar la trascendencia de un movimiento como el de la emancipación de la mujer que envuelve a la mitad de la población, conmoviendo desde sus cimientos todo el sistema de relaciones humanas construido desde hace milenios. De este modo, las mujeres no sólo cuestionamos el régimen de dominación de clases sino también el de sexos, fundado en la hegemonía del patriarcado. En esta larga historia de lucha por nuestra emancipación, queremos recordar en el mes del 146º aniversario de su natalicio a Clara Zetkin, una indoblegable luchadora por los derechos de las mujeres trabajadoras, por el socialismo y contra la guerra imperialista.

Clara Zetkin (1857-1933) fue una importante dirigente del Partido Socialdemócrata Alemán y organizadora de su sección femenina. En 1891, fundó la revista "La Igualdad" que dirigió hasta 1917, la que llegó a tener 125 mil suscriptores, que se transformó en uno de los canales de expresión más destacados de su época al convertirse desde 1907 en el órgano oficial de la Internacional de Mujeres Socialistas.

Clara, a través de la publicación quincenal Die Gleichheit (La Igualdad, en alemán), trató de cambiar la mentalidad de los hombres de su partido socialdemócrata ya que quiso crear núcleos de mujeres que participaran en el interior partidario. Debido a que en 1908, los alemanes lograron que se levantaran las leyes que prohibían la actividad política femenina, se produjo entonces su entrada masiva al partido, hasta ese momento fuertemente masculino.

Por ello, el número de mujeres se triplicó en dos años; lo cual no implicó, sin embargo, que fueran realmente integradas a la actividad partidista, ni que sus reivindicaciones tuvieran un lugar destacado en la propaganda ni en los esfuerzos activos de los socialistas porque las mujeres alemanas tuvieron que postergar su derecho al voto hasta 1919, después de la terminación de la larga y penosa guerra del '14.

Ese fatídico año, Clara se unió al grupo alemán Spartakus y, junto a su amiga Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, desarrolló actividades para detener la guerra en la que su país se había comprometido.

Mujer valerosa, no dudó en combatir contra la dirección de su partido cuando ésta se alineó con la burguesía alemana votando los créditos de guerra en la Primera Guerra Mundial.

En su lucha contra la guerra, lanzó un llamamiento a las mujeres socialistas y convocó a una conferencia internacional (la tercera) que sesionó en la ciudad suiza de Berna, en marzo de 1915, donde se reunieron 70 mujeres de ocho países europeos. Durante ese encuentro, la guerra imperialista fue condenada con la célebre consigna "Guerra a la guerra" Por ello, estuvo encarcelada junto a Rosa Luxemburgo ese mismo año, tras lo cual no pudo intervenir activamente en esa lucha.

Al año siguiente se le prohibió hablar en público y fue excluida del Partido Socialdemócrata Alemán.

Pero, realmente se la conoce a Clara sobre todo porque fue una de las socialistas europeas que, en los albores del siglo pasado, propuso instaurar un día en homenaje a las mujeres obreras que habían dado su vida para exigir mejores condiciones laborales.

Eso fue en 1910, durante el II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas, realizado en Copenhague al que asistieron más de cien delegadas de 17 países. Entre ellas, estaban Clara Zetkin y Kathy Duncker representando al Partido Socialista Alemán, quienes presentaron la propuesta de conmemorar un día internacional de la mujer.

Las razones de tal propuesta eran evidentes para las mujeres socialistas. En el curso de los años anteriores a 1910, habían tenido lugar numerosas huelgas de obreras y obreros en Estados Unidos y en Europa. En 1908, por ejemplo, 40 mil costureras industriales de grandes fábricas estadounidenses se habían declarado en huelga demandando el derecho de unirse a los sindicatos, mejores salarios, una jornada de trabajo menos larga, entrenamiento vocacional y el rechazo al trabajo infantil.

Clara tuvo visión para entender, junto a otras mujeres, como la rusa Alexandra Kollontai, cuán importante era impulsar la búsqueda de justicia e igualdad de las mujeres trabajadoras.

Por otra parte, la organización del 8 de marzo cada año, por las mujeres socialistas de todo el mundo, servía a una reivindicación fundamental: el derecho al voto. De hecho, en muchas de las primeras manifestaciones del Día Internacional de la Mujer, una de las principales demandas era la reivindicación de la ciudadanía plena a través del derecho al sufragio.

En 1918, Clara se convirtió en miembro del primer Comité Central del Partido Comunista, y lo representó en el Reichstag desde 1920 hasta 1932, aprovechando su última intervención para hacer un llamamiento a la unidad contra el auge de los nacionalsocialistas (nazis). Cuando éstos alcanzaron el poder en 1933, se exilió en la Unión Soviética, donde murió poco después.

En reconocimiento al gran esfuerzo que realizó para organizar a las mujeres socialdemócratas, Clara Zetkin fue elegida - en 1920 - Presidenta del Movimiento Internacional de las Mujeres Socialistas.

Aún hoy su nombre ilumina el camino de las mujeres trabajadoras en la lucha por la emancipación definitiva de toda forma de opresión y explotación.