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Compañeras

Internet, medios de comunicación alternativos y activismo
Escribir para que no se confunda lo real con la verdad

Ponencia para el VIº Encuentro Mujer y Comunicación, La Habana, 18 al 20 de mayo de 2004
Andrea D'Atri
Rebelión

Antes de la exposición prevista, quisiera saludar al pueblo de Cuba, especialmente a sus mujeres trabajadoras, en momentos en que el imperialismo norteamericano redobla su reaccionaria ofensiva contra la isla.

Vengo de Argentina, del mismo país que el Che Guevara, y no digo de "su país", porque el Che nunca consideró que tuviera más patria que la de los pueblos que luchaban por su emancipación.

Por eso, siguiendo su ejemplo, quiero expresarles mi solidaridad internacionalista que no es sólo de palabra, sino que implicará mi participación activa en la movilización antiimperialista que estamos impulsando en Buenos Aires frente a la embajada de los EE.UU. contra la guerra de Irak y a la que seguramente sumaremos el rechazo de esta nueva ofensiva contra Cuba y la solidaridad con su valiente pueblo.

Cuando llegó la invitación a Rebelión para que participáramos de este foro, en la misma nos preguntaban ¿cuál fue el rol de los medios electrónicos alternativos en las movilizaciones que se sucedieron en diversos países del mundo contra la guerra imperialista en Irak? Creo que tuvieron un rol importante. Desde las movilizaciones antiglobalización de Seattle a esta parte, los jóvenes de todo el planeta organizan acciones de envergadura a través de internet. La campaña contra la guerra se hizo, fundamentalmente, a través de la red. Así nos enteramos, en Buenos Aires, que el 15 de febrero del 2003 se preparaban movilizaciones en Barcelona, Londres, Roma, Madrid, Tokio... y preparamos la nuestra, que no tuvo difusión en los medios masivos de comunicación hasta que efectivamente la realizamos. También internet tuvo un papel protagónico en las movilizaciones que se sucedieron en toda España contra los atentados terroristas del 11 de marzo, pero también contra el gobierno de Aznar que fue responsabilizado del manejo faccioso de la información en los medios masivos de comunicación.

Hace pocos días una movilización de casi un millón de personas, en su mayoría mujeres, llegó hasta las narices de Bush. Marchaban por la vida de las mujeres, por el derecho al aborto que peligra por la reaccionaria campaña desatada por el presidente norteamericano y los republicanos más ultraderechistas. Internet fue una herramienta más que importante para la organización de esta marcha: un sitio web especialmente diseñado para la ocasión, cadenas de correos electrónicos, páginas feministas que reproducían la información en diversos idiomas, ciberagencias de noticias con perspectiva de género transmitiendo las novedades a todo el planeta...

Mientras miraba la marcha en televisión, entonces también pensaba... ¿cómo se habrá organizado la huelga de las niñas de 1909, protagonizada por 40.000 obreras textiles neoyorquinas, muchas de ellas adolescentes?

El diario New York Times, publicaba en su ejemplar del 16 de diciembre de 1909: "Un montón de jóvenes fueron despedidas por pedir que otras se unieran al sindicato. Una fábrica despidió, de una sola vez, a 140 obreras sólo porque se habían afiliado al sindicato. Fueron echadas una por una y luego en grupos, y los miembros del sindicato vieron que tenían que arriesgarlo todo, que debían pelear y ganar, o rendirse. Todavía hay 7.000 chicas afuera. Los empleadores están decididos a no reconocer el sindicato La batalla entre estas jóvenes y los empleadores ha comenzado. La cuestión es quién ganará: los empleadores que tienen mucho dinero o las jóvenes que no tienen nada..."

Seguramente los diarios, con artículos como éste, cumplieron un gran papel en despertar la solidaridad del estudiantado y otros sectores de la sociedad con las obreras. Según los periódicos de la época, en los piquetes de huelguistas, la mayor parte del tiempo transcurría entre cantos revolucionarios y de victoria, y finalmente las obreras triunfaron gracias a su determinación y la solidaridad de la comunidad.

¿Y aún antes de eso? En 1871, la clase obrera de París tomó el cielo por asalto protagonizando una de las páginas más bellas, trágicas y heroicas de la historia del proletariado mundial. Las mujeres también se organizaron ¿y cómo se comunicaron sus ideas para movilizarse e incorporarse a los comités revolucionarios, para integrarse al combate en las barricadas?

Las mujeres trabajadoras de París y las extranjeras que viajaron hasta allí para solidarizarse con la causa proletaria, como Elizabeth Dimitrieff, amiga de Marx y representante de la Asociación Internacional de los Trabajadores, escribían proclamas que se pegaban en las paredes de París, se clavaban en las puertas de madera. Luego alguien que sabía leer, lo hacía delante de un grupo de interesadas, comunicando las noticias.

Una de esas proclamas, que aún se conserva, decía en uno de sus párrafos: "Considerando, que es deber y derecho de todos combatir por la gran causa del pueblo, por la Revolución. Que el peligro es inmediato y el enemigo está a las puertas de París. (...). Que el triunfo de la lucha actual tiene por objetivo la supresión de los abusos y, en el porvenir próximo, la total renovación social, asegurando el reinado del trabajo y la justicia, y por consecuencia, interesa tanto a los ciudadanos como a las ciudadanas. (...). Que un gran número de ellas ha resuelto, en el caso de que el enemigo venga a franquear las puertas de París, combatir y vencer o morir por la defensa de nuestros derechos. (...). Por consiguiente: Las delegadas de las ciudadanas de París demandan a la Comisión Ejecutiva de la Comuna: 1) dar la orden a los alcaldes de poner a disposición de los comités barriales y del Comité Central instituido por las ciudadanas para la organización de la defensa de Paris, una sala en las alcaldías de diversos barrios o bien, en caso de imposibilidad, un local separado, donde los comités puedan permanecer. (...). 3) hacer imprimir, a costa de la Comuna, las circulares, afiches y avisos que dichos comités juzgaran necesario propagar."

Las mujeres siempre hemos luchado contra la opresión, la explotación y la barbarie y siempre encontramos las maneras de informarnos, comunicarnos y organizarnos. Chismes, proclamas, diarios, radio, televisión e internet sirven a los fines que podamos y queramos darles.

Digo esto porque, personalmente, no adhiero al escepticismo de fin-del-mundo que reniega del avance tecnológico, pero tampoco canto loas a la tecnología en sí misma. No soy una detractora de las computadoras, pero tampoco creo que las nuevas tecnologías de la información sean en sí, el único medio posible de activismo ni siquiera la herramienta fundamental para expresar el antagonismo contra la globalización neoliberal.

El capitalismo ha desarrollado las fuerzas productivas de una manera impresionante. Pero esto se consiguió con la explotación de millones de hombres y mujeres, a quienes se priva del derecho de gozar de las mismas riquezas sociales que han creado. Por poner un ejemplo, mientras los métodos anticonceptivos y las técnicas abortivas se han desarrollado enormemente para el beneficio de la salud de las mujeres, son 500.000 las que mueren cada año por complicaciones en el embarazo y el parto en todo el mundo, y 500 las que mueren cada día por abortos clandestinos.

La humanidad ha sido capaz de fabricar pan blanco y pan negro, de trigo, de salvado y de centeno. Pan francés y pan árabe, con chicharrones y de grasa. Tenemos pan light y pan diet, lacteado y saborizado. Pero en el último año, 13 millones de niños han muerto de hambre en el mundo. La mayoría de esos niños... son niñas.

Quiero decir con esto que internet es algo fantástico, pero también es cierto que, actualmente, sólo entre el 5% y el 10% de la población mundial tiene acceso a la red. Y por esa razón, si me interesa el uso de las nuevas tecnologías de información y comunicación es porque veo en ellas una herramienta más, entre otras, que puede ser utilizada con propósitos militantes y activistas multiplicadores. Una herramienta que nos sirva, a quienes queremos cambiar este mundo por uno en el que no muera ni una sola niña por falta de pan, ni una sola mujer en un aborto clandestino, una herramienta que nos sirva para propagar otras informaciones y comunicar, fundamentalmente, otras ideas.

Escribo artículos, pero no soy periodista. Pertenezco a la "red", pero no soy experta en nuevas tecnologías de la información. Dicto seminarios y conferencias, pero no soy una académica. Desde hace 18 años soy militante revolucionaria contra toda forma de explotación y opresión, y desde hace sólo 2 años he incorporado las herramientas de internet en mi lucha cotidiana.

Lo digo porque mi acercamiento a internet y los medios alternativos de comunicación fue a través de mi militancia que hoy se ha multiplicado en diversos espacios y ciberespacios y sólo de eso puedo hablarles hoy.

Uno de estos ciberespacios es RIMA, la Red Informativa de Mujeres de Argentina, una lista de correos electrónicos que tiene 3 años de existencia y que incluye a 700 mujeres, la mayoría de Argentina y algunas latinoamericanas y europeas.

Otro lugar es Rebelión, un periódico electrónico de información alternativa en idioma español, donde me desempeño como responsable de la sección PAN Y ROSAS, con artículos y noticias de y sobre mujeres y feminismo.

Quisiera reflexionar sobre las posibilidades de los medios de comunicación alternativos y las nuevas tecnologías a través de dos experiencias personales que tuvieron lugar a través de RIMA y Rebelión y se esparcieron por la red. He elegido dos ejemplos donde las mujeres obreras son las protagonistas. Mujeres que no tienen acceso a la red, a las que sin embargo, la red las atrapó en sus hilos de alguna manera.

El primero es sobre las obreras de Pepsico, una empresa norteamericana -de la industria alimenticia-que tiene sucursal en la provincia de Buenos Aires. Hace dos años fueron despedidas 120 trabajadoras, después de dejar 16 horas de sus días, en turnos rotativos, de pie junto a las máquinas, con temperaturas insoportables y quemaduras, cortes, várices, alergias, tendinitis, enfemedades músculo-esqueléticas, pérdidas de brazos por accidentes con las máquinas...

La central norteamericana de esta empresa ha colaborado con su gobierno enviando miles de paquetes de papas fritas para los soldados yanquis que masacran al pueblo iraquí.

Cuando las escuché contar los sufrimientos cotidianos de la explotación en esta empresa, escribí -todavía indignada por sus relatos- un artículo que titulé "Atropello patronal, prepotencia imperialista". Lo envié a RIMA y algunas mujeres que lo recibieron a través de la lista de correos lo reenviaron a diferentes lugares. No sé por qué extraña razón, el artículo fue traducido al inglés, al francés y al griego. Se publicó en el sitio web de una central sindical española, también en el de la organización internacional de trabajadores de la industria de la alimentación, incluso en la página de internet No Logo de Naomi Klein, a quien luego conocí en su visita a la Argentina, y a quien pude contactar con una de estas obreras.

A pie de página, en mi artículo, yo había agregado una nota que contaba que el único delegado que se enfrentó a la patronal y a la burocracia por defender a sus compañeras, había sido suspendido por la empresa y puse una dirección de correo electrónico a la cual se podía enviar solidaridad. El delegado fue suspendido y su esposa Catalina, una trabajadora también de Pepsico, continuó organizando la lucha en la fábrica. La organización de las trabajadoras, la campaña que se realizó en defensa del delegado y la solidaridad recibida de diferentes lugares del mundo obligaron a la patronal a reincorporar al delegado, pero entonces, la represalia fue despedirla a su esposa, que no contaba con fueros gremiales.

Catalina, por quien hicimos una gran campaña de solidaridad nacional e internacional que comenzó en la Red Informativa de Mujeres de Argentina, más de un año después tuvo que ser reincorporada a la empresa porque contó con un fallo de la justicia a su favor que obliga, también, a la patronal a pagarle los meses de salario caído.

Cientos de firmas y mensajes de solidaridad de personas que habían leído ese artículo "Atropello patronal, prepotencia imperialista", llegaron desde los más diversos lugares y en distintos idiomas para Leonardo y Catalina, siendo parte también de la lucha por su reincorporación. Sólo bastó un artículo, una dirección de correo electrónico a pie de página y la puesta en circulación en la red, circuito que comenzó en RIMA pero que se extendió a Rebelión y otros sitios de internet y listas de correos electrónicos de todo el mundo.

La otra pequeña historia que quería contarles es la de cómo las obreras de Brukman descubrieron que tenían abuelas, gracias a las nuevas tecnologías de la información.

Brukman es una pequeña fábrica de indumentaria de la ciudad de Buenos Aires que fue abandonada por el dueño un día antes que el ex presidente De La Rúa abandonara la Casa de Gobierno, en diciembre del 2001, por las movilizaciones en las que murieron más de 30 personas víctimas de la represión. Las obreras permanecieron en el establecimiento.

Poco tiempo después la fábrica fue puesta a producir por sus propias trabajadoras, que sufrieron el ataque de todos los gobiernos que siguieron, de la justicia, de la policía y de los dirigentes sindicales. Tres veces fueron desalojadas mediante la represión policial y, finalmente, con el apoyo de miles de vecinas y vecinos, de los movimientos de desocupados, de las Madres de Plaza de Mayo, de los partidos de izquierda y la solidaridad internacional, recuperaron su fábrica donde actualmente siguen trabajando.

La historia es que se acercaba el 8 de marzo del 2002, hacía menos de tres meses que las obreras de Brukman se habían aferrado a defender su fuente de trabajo y yo todavía no las conocía personalmente, muy de cerca, porque en ese entonces tenía que trabajar hasta las 10 de la noche. Las había visto en alguna de las tantas movilizaciones que había por esa época en Buenos Aires, pero no había tenido oportunidad de acercarme a la fábrica.

Escribí un artículo que titulé "Hilando la historia" en el que vinculaba la lucha de las obreras de Brukman con las huelgas de las obreras textiles neoyorquinas, de principios del siglo XX. Una vecina, que integraba una de las asambleas barriales que se propagaron por toda la ciudad de Buenos Aires y algunas ciudades del interior del país en esos meses posteriores a la caída de De La Rúa, leyó el artículo en Rebelión , lo imprimió, le sacó fotocopias y lo llevó a la fábrica.

Allí, reunidas, leyeron entre todas ese artículo y algo pasó. Algo que les hizo sentir que tenían una historia, una historia de clase, una historia de mujeres. Algo pasó que hizo que ese año, por primera vez, muchas de ellas participaran del Encuentro Nacional de Mujeres de Argentina y le contaran a otras mujeres su propia historia, su batalla política y personal, sus anhelos.

De ahí en más, cada vez que organizaron sus Encuentros de Trabajadores de Fábricas Tomadas, las obreras de Brukman crearon Comisiones de Mujeres, conocieron a las feministas, debatieron sobre el derecho al aborto, se pronunciaron contra la violencia doméstica y nos enseñaron a cantar "Aquí están, éstas son, las obreras sin patrón".

Creo que estas dos anécdotas sintetizan el sentido que yo le encuentro a los medios alternativos de comunicación. En primer lugar, informar de aquello que los medios masivos no informan, porque podemos ser la voz de los que no tienen voz, o mejor dicho, ser el parlante, el micrófono, el amplificador de aquellos y aquellas cuya voz está censurada en los grandes holdings de la comunicación.

Pero esto es sólo un aspecto muy limitado. Los medios alternativos también pueden ser un canal a través del cual organizar acciones, remitir pronunciamientos de solidaridad, iniciar campañas de repudio, de apoyo, etc. Esta es la experiencia que tengo a través de RIMA y Rebelión.

Pero tampoco es solamente eso. Lo que considero clave de los medios alternativos es que, cuando no es la ganancia lo que mueve el interés de sus realizadores, entonces es posible informar y comunicar de otra manera.

Se puede hablar de la violencia patriarcal contra las mujeres sin tener que decir que se trata de "crímenes pasionales". Se puede hablar de la guerra imperialista contra Irak sin tener que decir que se trata de una "lucha contra el terrorismo". Se puede hablar de las mujeres violadas y asesinadas durante las guerras sin tener que decir que se trata de "efectos colaterales". Se puede nombrar a las cosas por su nombre. Se puede romper con el "sentido común" de los medios masivos y ponerle a los hechos las palabras que realmente los explican en sus verdaderas dimensiones.

Los medios alternativos pueden (y deben) empeñarse en vincular los problemas locales y limitados con perspectivas y análisis más generales, acompañando la reflexión que es evitada, censurada e impedida en el vértigo informativo de los grandes pulpos empresariales multimedia.

Los medios alternativos tienen la posibilidad de elevar a sus lectores por encima de esas pequeñas y acotadas realidades concretas para, desde allí, trazar un vínculo entre ese acontecimiento y una visión crítica del mundo. Los medios alternativos pueden difundir las luchas parciales, locales, sectoriales, pero pueden hacerlo sin la obligación empresarial del sensacionalismo, sino extrayendo las lecciones de esa lucha, generalizándolas y manteniendo un hilo de continuidad con la tradición y las experiencias históricas de lucha. Pueden colaborar en la reconstrucción de la memoria de los oprimidos y en la anticipación de su destino.

En síntesis, huyendo del facilismo y el exitismo de los grandes medios de comunicación de masas, pueden intentar que su limitado auditorio, aunque sea de pocos miles, de pocos millones, aunque aún se trate de una pequeña parte de la humanidad, concluya que lo real no siempre es lo verdadero. Y que esa minoría propague sus conclusiones a otros pocos millones.

Que esa realidad de hombres y mujeres iraquíes masacrados y torturados por el imperialismo, que la realidad de las mujeres violadas y prostituidas por las fuerzas de la OTAN en Kosovo, que la realidad del brutal bloqueo al que EE.UU. somete a Cuba, que esas 500 mujeres que mueren por día por abortos clandestinos, que la realidad cotidiana de la explotación y la opresión en todas sus manifestaciones no es necesariamente la verdad que debemos aceptar pasivamente. Que no hay un orden divino que indique que así es y así será eternamente. Que es posible la transformación.

Y que la verdad, no es eso real, sino ese sueño eterno de los esclavos insurrectos de la historia. Una historia que, como decía Rosa Luxemburgo, es un camino de derrotas que conduce a la inexorable victoria final. Por eso, escribir ¿pero escribir qué? Comunicar ¿para decir qué? Esa es la pregunta fundamental que me hago cada vez que me siento frente a la computadora y pienso en las miles de mujeres que leerán más tarde ese artículo que podrá salir de RIMA o Rebelión y navegar por los sitios más insospechados de los más remotos rincones del planeta.

Y me respondo con una frase de Andrés Rivera, un escritor argentino quien en su libro "La revolución es un sueño eterno" escribe: "Te escribo y el sueño eterno de la revolución sostiene mi pluma, pero no le permito que se deslice al papel y sea, en el papel, una invectiva pomposa, una interpelación pedante o, para complacer a los flojos, un estertor nostálgico. Te escribo para que no confundas lo real con la verdad."