Compañeras
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27 de enero del 2004
Una historia de
mujeres obreras
Queremos el pan, pero también las rosas...
Celeste Murillo
Rebelión
Este mes se cumplen 92 años de la huelga de las obreras textiles de Lawrence,
conocida como la huelga de "pan y rosas". A menudo la historia del
movimiento obrero tiene cara de varón aguerrido, y la historia de las mujeres
obreras queda prolijamente escondida. Para esas mujeres y hombres que agotaron
días y noches, y muchas veces dejaron sus vidas, este pequeño homenaje.
La huelga de Lawrence
Una mancha de tinta se expande en la tela porque penetra profundamente sus fibras.
Una acción decisiva cambia a sus protagonistas porque penetra, como la tinta
a la tela, profundamente la fibra de sus vidas. Esa es la historia de las mujeres
de Lawrence. La huelga que culminaría con la implementación de la jornada reducida,
el aumento de salarios y el reconocimiento de los sindicatos.
La década que inauguró el siglo XX en Estados Unidos se vio plagada de huelgas
duras, en gran parte protagonizadas por obreras y obreros de las textiles, la
industria pujante del momento. Las jornadas interminables, los salarios miserables
y las condiciones inhumanas de trabajo arrojaban a miles a la huelga. El grito
furioso que salía de sus bocas era ¡Reducción de la jornada laboral! ¡Aumento
de salario!
En 1908 las obreras del vestido de Chicago hicieron una larga campaña por la
reducción de la jornada laboral y la mejora de condiciones de trabajo. El año
siguiente, en 1909, Nueva York vio la primera acción obrera de gran magnitud
de la historia de la ciudad, a manos de las "niñas" que no llegaban
a las dos décadas de vida, lideradas por la "veterana" Clara Lechmil
de 23 años. Y 1911 fue el año de la famosa huelga textil que terminó en desastre,
por el incendio provocado por la patronal de la Triangle Shirtwaist Company,
que no podía contener a la masa de obreras lanzadas a la huelga... y llegó el
año nuevo de 1912.
Año nuevo de 1912... las obreras se levantan
El año nuevo, lejos de las mesas plagadas de banquetes de los burgueses, las
trabajadoras y trabajadores de Lawrence (Massachussets) salían a la huelga.
Unos días antes, se votaba una nueva legislación que reducía la jornada laboral
de 56 a 54 horas semanales para las mujeres y los menores de 18 años.
La industria textil, sobre todo las grandes compañías del oeste, empleaban una
gran cantidad de mano de obra inmigrante (atraída por avisos mentirosos desde
la empobrecida Europa), femenina e infantil. Más de la mitad eran mujeres, muchas
de ellas, menores de 18 años. Así los patrones de American Woolen Company se
ahorraban miles de dólares y aumentaban sus ganancias.
La enorme mayoría de las obreras de Lawrence no estaba organizada en sindicatos,
ya que la AFL (American Federation of Labor) sólo afiliaba obreros calificados,
es decir, hombres blancos. De esta manera la industria textil estaba totalmente
desorganizada.
Una organización democrática, con las mujeres al frente
La organización que encabezó la huelga fue la IWW[iii] (Industrial Workers of
the World), que al contrario que su par AFL, veía indispensable organizar a
las capas más explotadas entre los trabajadores: las mujeres, los negros y los
inmigrantes. La IWW fue una de las primeras organizaciones obreras que alentó
a las mujeres a ocupar puestos dirigentes y que peleaba por métodos democráticos
en las luchas. La IWW nació del impulso de socialistas de izquierda y radicales
norteamericanos, e intentó seguir la huella de los Labor Knights, que habían
inaugurado la tradición de sindicatos mixtos (integrado por obreros blancos
y negros) y la incorporación de las mujeres.
El 10 de enero se realiza la primera reunión en la IWW, donde mil obreras, que
acaban de recibir su cheque con un salario menor, deciden llamar a la huelga.
Horas después todo estaba en marcha.
La IWW resolvió convocar a sus más destacados organizadores, Ettor y Giovannitti.
Se eligió un comité de huelga de 56 titulares y 56 suplentes, listos para reemplazar
a los primeros en caso de que fueran arrestados, lo que sucedía habitualmente
durante las huelgas. El comité representaba a todas las nacionalidades de los
obreros inmigrantes; en las reuniones se hablaban 25 idiomas y 45 dialectos,
y había intérpretes de todos ellos. Todos los días se realizaban asambleas al
final del día, donde se hacía un balance y se resolvían los pasos a seguir[v].
La primer medida que se toma, además del fondo de huelga, es el método del piquete
masivo alrededor de las fábricas. Los enfrentamientos con la policía y las milicias
contratadas por el gobierno local eran cada vez más violentos y se volvía imposible
mantener el piquete contra los carneros contratados por la patronal. Así se
resolvió formar una línea infinita alrededor de los establecimientos, que se
mantenía las 24 horas del día y se movía constantemente. De esta manera era
imposible entrar a la fábrica, para los carneros y la policía.
Las mujeres de Lawrence
A las pocas semanas, los dirigentes de la huelga son arrestados, acusados de
la muerte de una obrera, Ana Lopizzo y por incitación a la violencia. La IWW
envía de inmediato a Elizabeth Gurley Flynn, Joe Hill y Carlo Tresca, para suplantar
a los dirigentes presos.
La huelga se extiende, las obreras se mantienen firmes y la patronal también.
Una de las primeras medidas que toma el comité de huelga es instalar guarderías
y comedores comunitarios para los hijos e hijas de las obreras. Las medidas
apuntan a no aislar a las mujeres, y muy por el contrario facilitar su participación.
Además se realizan reuniones sólo de mujeres, ya que también es necesario combatir
el machismo que reinaba entre los obreros, incluso entre los activistas.
Elizabeth decía: "Las mujeres trabajaban en las fábricas por un salario
más bajo y además tenían que hacer todo el trabajo de la casa y cuidar de los
niños. La vieja actitud de los hombres de 'amo y señor' era fuerte y al final
del día de trabajo... o ahora de las tareas de la huelga... el hombre llegaba
a la casa y se sentaba, mientras su esposa hacía todo el trabajo, preparar la
comida, limpiar la casa, etc. Hubo una oposición masculina considerable a que
las mujeres vayan a las reuniones y marchen en los piquetes. Combatimos resueltamente
estas nociones. Las mujeres querían luchar".[vi] .
La IWW tiene una política especial dirigida a los chicos, que enfrentan los
ataques de maestros, vecinos y amigos por la actividad de sus padres, así se
inauguran las reuniones de niños del sindicato y una escuela, donde se discuten
los problemas de la huelga. La medida es tan exitosa, que luego se llevará a
cabo nuevamente durante la huelga de Paterson en 1913.
Finalmente se decide enviar a los niños a otras ciudades, centralmente a New
York, donde los albergan familias solidarias, miembros de la IWW y del Partido
Socialista. En el primer tren salen 120 chicos, que regresarán a casa cuando
finalice la huelga. En el momento en que se dispone a salir el segundo tren
camino a New York, la policía desata una represión desmedida contra los niños
y las mujeres que los acompañan. Este episodio lleva la huelga a las páginas
de los diarios nacionales y al Congreso.
Para ese momento los rumores sobre la huelga se extienden, varios diarios de
la región siguen su desarrollo, como también el juicio de los dirigentes de
la IWW. Los dirigentes de la AFL se pronuncian sobre la huelga, tildando a las
obreras de anarquistas y revolucionarias.
La gran difusión, la firme decisión de las obreras, y en realidad el miedo a
que se extienda la huelga, hace ceder a los patrones, que aceptan la jornada
laboral reducida y el aumento de los salarios. Siguieron raudos su ejemplo otros
empresarios por temor a encontrar, en las obreras que trabajaban en sus fábricas
inmundas, a las mujeres iracundas de Lawrence, que al grito de "queremos
el pan pero también las rosas" tomaron el cielo por asalto y lograron una
de las primeras victorias del movimiento obrero en Estados Unidos.
La victoria de la huelga de Lawrence no se imprime solamente en el logro de
sus demandas. También mostró el protagonismo decisivo de las mujeres en las
grandes luchas obreras. Y probó la enorme creatividad obrera que, organizada
democráticamente, se despliega de manera impensada.
Elizabeth, muchacha rebelde
A las pocas semanas de iniciada la huelga, los dirigentes son arrestados y la
IWW envía de inmediato a Elizabeth Gurley Flynn, Joe Hill y Carlo Tresca, para
suplantar a los dirigentes presos.
Elizabeth Gurley Flynn, que fue una protagonista indiscutible de la huelga de
Pan y Rosas, tenía sólo 22 años. Hija de militantes socialistas, dio su primer
discurso a los 16 años, titulado "Qué hará el socialismo por las mujeres".
En la IWW la llamaban la "Flama Roja", la "Juana de Arco de la
clase obrera" o la "Muchacha Rebelde". Sus primeras actividades
estuvieron ligadas a la libre expresión, fue activa militante por la libertad
de los anarquistas Sacco y Vanzetti y la reconocían como especialista en "política
de defensa obrera", por su trabajo a favor de los presos políticos.
Elizabeth fue una gran defensora de los derechos de las mujeres, luchó por la
equidad salarial, apoyó el movimiento sufragista y las campañas por el control
de la natalidad.
Decía: "Las mujeres trabajaban en las fábricas por un salario más bajo
y además tenían que hacer todo el trabajo de la casa y cuidar de los niños.
La vieja actitud de los hombres de 'amo y señor' era fuerte y al final del día
de trabajo... o ahora de las tareas de la huelga... el hombre llegaba a la casa
y se sentaba, mientras su esposa hacía todo el trabajo, preparar la comida,
limpiar la casa, etc. Hubo una oposición masculina considerable a que las mujeres
vayan a las reuniones y marchen en los piquetes. Combatimos resueltamente estas
nociones. Las mujeres querían luchar".
Pan y Rosas en el 2004 también
Lejos queda hoy la jornada de 8 horas, aunque estampada en las leyes laborales,
ignorada por los patrones y su gobierno. En Estados Unidos o Argentina, obreros
y obreras son presas de un sistema que sólo se mantiene a fuerza de explotación
y opresión. Entre los más explotados, las mujeres sufren las peores condiciones
porque son presas también de la opresión patriarcal, los peores salarios, la
doble jornada laboral y son objeto de abusos. Por eso en los momentos decisivos,
las obreras deben tirar abajo más de una valla.
Las mejores cualidades de las mujeres trabajadoras se hacen presentes en esos
momentos decisivos. Recordamos las palabras de Celia, obrera de Brukman, cuando
al frente de la producción de la fábrica tomada declaraba: "Veo que la
mujer puede. Puede hacer más que lavar y planchar y cocinar en la casa a los
hijos. Yo creo que es real. Lo estoy sintiendo ahora y lo estoy viviendo. Descubrí
mi lado dormido y ahora que está despierto no pienso parar."
Hoy, como ayer, la pelea por el fin de la opresión se encuentra estrechamente
ligada a la lucha anti-capitalista. Sólo en el camino de la revolución social
y la construcción de una sociedad libre de explotación, el socialismo, encontraremos
el fermento para la liberación total de las mujeres.