Compañeras
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12 de febrero del 2004
Denuncian la explotación laboral de las mujeres del Tercer Mundo por grandes marcas textiles
E-leusis.net
Con testimonios y datos sobrecogedores Intermon Oxfam presentó ayer dos informes en los que se denuncia, una vez más, la precariedad laboral que sufren las mujeres trabajadoras en los países en vías de desarrollo. Un hecho sobradamente conocido, pero en esta ocasión, y por primera vez, ambos estudios vienen a confirmar una tesis siempre barajada: Y es que «el modelo de negocio de las grandes marcas de moda y alimenticias internacionales, que preconizan lo más barato, más rapido y más flexible, genera una presión en el último eslabón de la cadena, que conduce a la precariedad en el empleo de la mujer», explicó el director de esta ONG internacional, Ignasi Cabrera.
Para llegar a esta rotunda afirmación Intermon Oxfam ha realizado, durante los dos últimos años, centenares de entrevistas a mujeres de doce países (Bangladesh, Chile, China, Colombia, Honduras, Kenia, Marruecos, Gran Bretaña, Sri Lanka, Suráfrica, Estados Unidos y Tailandia) que trabajan en el sector textil, agrícola y en el cultivo de flores. Y entre las empresas analizadas figuran los proveedores y fábricas que surten a cuatro grandes compañías españolas.
Amenazas e intimidaciones
Según el informe, las mujeres «representan entre el 60 y el 90 por ciento de la fuerza laboral en las cadenas de producción» de los países investigados. Y se llevan la peor parte del proceso: contratos temporales y de corta duración; ritmo de trabajo frenético con la obligación de realizar horas extras que no se cobran o sólo se abonan parcialmente; salario bajo, la mayoría percibe el salario mínimo o incluso menos; trabajan en condiciones higiénicas y sanitarias insalubres; un porcentaje elevadísimo no goza de baja por enfermedad o maternidad, y muy pocas disfrutan de una cobertura sanitaria o de desempleo. Las amenazas e intimidaciones están a la orden del día cuando una trabajadora decide sindicarse. Y si no, sufren acoso sexual por parte de sus superiores como moneda de cambio para conseguir o mantener el puesto.
Bajo esas condiciones las mujeres se ven obligadas a buscar soluciones drásticas para el cuidado de sus hijos.Muchas sacan a sus hijas mayores de la escuela con el fin de que se ocupen de los hermanos más pequeños. Otras veces envían a los menores con la familia más cercana, separándose de ellos durante largos periodos de tiempo. Pero además la precariedad laboral va empeorando su salud a largo plazo, apareciendo con frecuencia enfermedades respiratorias, molestias oculares y lesiones articulares. Tampoco el empleo les libera de las tareas domésticas y, por si fuera poco, sufren malos tratos de maridos u otros familiares varones que están sin trabajo.
Las cifras hablan por sí solas. Por ejemplo, en Honduras, las trabajadoras textiles cobran por encima del salario mínimo, pero incluso el propio Gobierno reconoce que esa cifra sólo cubre el 33 por ciento de las necesidades básicas de la familia. Otro caso es el de Chile, donde una de cada tres recolectoras de fruta gana un salario inferior al mínimo, y realiza una media semanal de 63 horas y algunas veces hasta de 18 horas diarias. Pero el documento revela casos más alarmantes, como el de las trabajadoras de una fábrica textil de Marruecos, donde realizaron unas 90 horas extraordinarias el pasado mes de julio, pero recibieron entre el 50 y 60 por ciento de las ganancias que les correspondían por ley, ya que el empresario consideró que las horas extras son su obligación.
También en los países desarrollados
La precariedad laboral no es ajena a los países más ricos. El informe señala que también las mujeres de los sectores más desfavorecidos de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Australia trabajan en pésimas condiciones, sobre todo aquéllas que se llevan las tareas a casa. En Gran Bretaña, «los fabricantes entregan a las trabajadoras caseras todos los elementos para realizar un montaje que dicen que les llevará 14 horas. Ellas tardan 40. Y por ley sólo pueden recibir el 80 por ciento del salario mínimo de su trabajo», dice Intermon Oxfam. También en España se dan estos abusos, en «cientos de talleres» de pequeño y mediano tamaño (entre 10 y 60 trabajadores), situados en Castilla La Mancha, Extremadura y Galicia, informa Ep.
Esta ONG hace responsable de la precariedad laboral que sufren las mujeres a las grandes marcas que, a pesar de establecer unos códigos éticos de conducta para los proveedores a la hora de fijar las condiciones laborales de sus trabajadores, mantienen unas exigentes condiciones comerciales, como es cumplir con unos plazos de entrega muy cortos (7 o 15 días una vez realizado el pedido) y bajos precios por producto elaborado.
Por eso, Intermon Oxfam realizó ayer un llamamiento a los Gobiernos para que apliquen medidas y un marco legislativo para que todas las empresas incorporen políticas de responsabilidad social corporativa.