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Operación Masacre en Avellaneda

Editorial de ¡Ni un paso atrás!

Programa del 27-06-02
Con "r" de represión

Hace rato que el gobierno insinúa la represión. La mecha se encendió debajo del Puente Pueyrredón, pero los referentes del poder lo vienen anunciando desde largo tiempo atrás. En los asesinatos policiales de ayer no sólo tienen responsabilidad los oficiales que tiraron, sino también el presidente y todo su escalafón de criminales: sus ministros, los jueces sordos y los periodistas cómplices.
El último que amenazó con planes de muerte y represión fue el canciller Ruckauf, pero antes lo habían sugerido el jefe de gabinete Atanasof, los 14 puntos del Fondo Monetario, el ministro Jaunarena y su anunciado y "prudente" indulto a Seineldín, el capo del ejército Brinzoni, el secretario de seguridad Fernández, los periodistas Hadad y Grondona entre las voces más sobresalientes. Todos -dijeron- tenían informes previos del jefe de inteligencia Soria. Sin embargo, ¿alguien les alertó que el hambre y la injusticia en todas sus manifestaciones provocan, más temprano que temprano, rebelión? ¿Acaso puede ser subversiva, terrorista, violenta, de izquierda, la realidad? ¿También a ella piensan procesarla por la dictadora ley de "Defensa de la democracia"?

Las explicaciones que dio el gobierno son un corso triste a contramano. Lo único objetivo, cierto y real es que los muertos y heridos graves por balas de plomo siguen siendo del pueblo. Desde que mataron en Tierra del Fuego a Víctor Choque, en lo que resultó ser el primer asesinado en tiempos de esta flaca democracia, no hubo ni un solo muerto en el bando de la policía, pero más de cien en las filas populares.

"Los piqueteros tenían armas recortadas, itacas", dijo el ministro sin mostrar ninguna prueba de que los asesinos policiales eran, en realidad, las víctimas de todo esto. Esta hipócrita argumentación tampoco es nueva: aun seguimos esperando las pruebas de que los francotiradores de Mosconi eran los que cortaban la ruta y no gendarmes, como sí demostraron filmaciones que las Madres de Plaza de Mayo recogieron y entregaron a la prensa.

Es decir, el gobierno siempre cuenta el cuento del gran bonete y mientras los periodistas copian las tontas justificaciones, el poder pone miles de policías en las calles y comete represiones exprés a la entera sociedad. Los ojos con sangre y mirada desolada del que mataron ayer en la estación Avellaneda, a varias cuadras del puente, cuestionan para siempre a toda la casta que detenta el poder y que asesina de hambre, a tiros, con mentiras.

No obstante ello, la historia sigue. El enemigo continúa y el pueblo también. El regreso de las amenazas, los lobos cebándoles el lomo a las fieras, las fieras tirando a matar desde camionetas a cien kilómetros por hora, testimonian que el pueblo está en la calle otra vez y que ha decidido mantenerse hasta que la vida cambie y el poder lo tengan las clases populares y no sus enemigos. Si es verdad que vienen días difíciles, también lo serán para ellos. Que lo sepan, que lo vayan sabiendo.

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