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Recuerdan miles en Argentina el golpe de Estado militar perpetrado hace 26 años
Gran movilización en Plaza de Mayo se convierte en protesta
contra el corralito
AFP, DPA Y REUTERS
Buenos Aires, 24 de marzo. Argentina conmemoró este domingo el
golpe de Estado militar de hace 26 años con una movilización de
miles de personas que también protestaron contra la corrupción
y el llamado corralito financiero, mientras el presidente Eduardo Duhalde
advertía que el país vivirá momentos aún "más
difíciles", que el gobierno no va a intervenir para frenar la caída
del peso y que en el Fondo Monetario Internacional (FMI) "no nos creen nada".
En sus primeras declaraciones públicas tras su regreso de la cumbre de
Monterrey, donde se reunió con el director del organismo financiero,
Horst Koehler, Duhalde consideró que si a consecuencia del alza del dólar,
que ya se ubica por encima de los tres pesos, se genera una hiperinflación,
habrá que "bancársela (aguantársela)", aunque matizó
que aún en ese escenario el gobierno no va a "abandonar a la gente".
"Les digo a los argentinos que vamos a vivir momentos más difíciles
que éstos. Sería muy raro que en una crisis como ésta no
hubiera momentos aún más graves", afirmó el presidente
en entrevista con diarios nacionales.
Consideró "una estupidez" que esta situación arrastre a su gobierno
a una caída institucional: "Aunque el dólar se vaya a nueve pesos,
nosotros tenemos que seguir", sostuvo.
Ante la escalada de precios que significa una caída del peso, Duhalde
negó que su gobierno vaya a disponer de un control de precios, afirmando
que "tenemos un Estado desarmado para el control", aunque consideró que
no puede haber hiperinflación porque no hay dinero si aumentan los precios,
y "la gente no tiene plata para comprar".
Tampoco se va a actuar para frenar la devaluación del peso de 68 por
ciento en menos de tres meses: "Yo no voy a hacer nada, en todo caso lo hará
el Banco Central cuando lo considere oportuno", aseguró el mandatario
peronista.
Acerca de las negociaciones con el FMI, Duhalde afirmó que en el organismo
"no creen en nada" a los argentinos y que "la verdad que tienen razón",
pues sólo piden "que seamos serios". "Si les digo que me llamo Eduardo
Alberto Duhalde no me creen y me piden el DNI (documento de identidad). A ellos
les importa que no se gaste más de lo presupuestado", ejemplificó
el mandatario.
En este contexto de sinceramiento de Duhalde y de una crisis que sigue
ahondándose, miles de argentinos se congregraron por la noche en la histórica
Plaza de Mayo en un acto para conmemorar el golpe de Estado que inició
en 1976 una dictadura militar que duró ocho años y dejó
un saldo de 30 mil desaparecidos.
Al finalizar el acto, con la plaza colmada, los manifestantes portaron una bandera
de unos 150 metros de largo con las fotos de los desaparecidos por la represión
del régimen.
A las Madres de Plaza de Mayo, que desde hace 20 años luchan por saber
quién desapareció a sus hijos y dónde pusieron sus restos,
se sumaron partidos políticos de izquierda, centros estudiantiles y asambleas
de barrio.
El acto se da en una ciudad donde diariamente hay protestas callejeras por la
inédita crisis económica que vive el país, el desempleo
y el denominado corralito que encierra los ahorros de los argentinos
desde diciembre, y muchos de estos manifestantes se sumaron a la marcha que
recordó el inicio de la dictadura.
No hubo roces ni enfrentamientos, aun cuando el grueso de los manifestantes
se enfrentaron contra un sector de las Madres liderado por Hebe de Bonafini,
quien ha provocado rechazo por sus declaraciones radicales, y quien se retiró
justo cuando la manifestación más numerosa caminaba hacia la plaza.
La multitudinaria manifestación frente a la Casa de Gobierno cerró
una semana durante la cual se realizaron múltiples "escraches" (señalamientos
públicos) a ex represores y sus cómpices. Otra manifestación
recordó este domingo a los desaparecidos frente al que fuera el principal
campo de torturas del régimen, la Escuela de Mecánica de la Armada.
Por su parte, el Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel,
activo defensor de los derechos humanos, sostuvo que "no se puede construir
un país, una sociedad más justa y más humana, sin recordar.
El pueblo tiene que tener resistencia y conciencia para buscar la justicia".
Uno de los principales reclamos de la sociedad argentina sigue siendo "verdad
y justicia", en uno de los países en que los responsables de violaciones
a los derechos humanos gozaron de leyes de amnistía e indultos.
El juicio a los jerarcas militares de la dictadura en 1985 constituyó
un hecho inédito en la historia argentina, pero los condenados se beneficiaron
prontamente de indultos que bloquearon cualquier castigo.
Las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, sancionadas durante el gobierno
de Raúl Alfonsín, de la centrista Unión Cívica Radical
(1983-89), exculparon a centenares de implicados en el terrorismo de Estado,
mientras que su sucesor, el peronista Carlos Menem, dictó el indulto
para los jerarcas millitares detenidos.
Sólo siguieron avanzando, por ser imprescriptibles, las causas de robo
de los centenares de menores nacidos en centros clandestinos de detención
o robados a sus padres luego desaparecidos. Por esta causa están detenidos,
pero en sus domicilios, los dos máximos referentes del golpe, el ex general
el ejército Jorge Videla y su par en la junta militar, el marino Emilio
Massera, entre otros.
Los ex represores, contra muchos de los cuales se sustentan juicios en distintos
países de Europa por la desaparición de sus ciudadanos, tampoco
pueden ser condenados fuera del país por la negativa de los sucesivos
gobiernos a aceptar la extradición de los militares. El gobierno del
peronista Duhalde, quien asumió en enero elegido por una Asamblea Legislativa,
ya adelantó que seguirá la misma política que sus antecesores,
Fernando de la Rúa y Menem, quienes alegaron "principio de territorialidad"
y "cosa juzgada".