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24 de Marzo

Argentina, 28 años del Golpe Genocida

Apuntes críticos del Acto

Por un militante de base del MTD Anibal Verón

Este 24 de marzo nuestro movimiento, el MTD Anibal Verón, se movilizó junto a la mayoría de las organizaciones populares desde Congreso a Plaza de Mayo (nuestro comunicado, cobertura completa, en http://argentina.indymedia.org).

No nos movilizamos al acto de la ESMA. No está en nuestra escencia como movimientos de lucha, en un país con más de la mitad de la población bajo la línea de pobreza, la participación en actos oficiales. No iba a hacernos romper la regla un gobierno que, ante esta situación social, viene avanzando con recortes en los planes sociales y ofensivas mediáticas y judiciales contra las organizaciones populares en lucha. Más allá de lo justo que resulte sacar de las manos genocidas el edificio y destinarlo a museo de la memoria, nuestro movimiento no participaría de un acto oficial.

En la Comisión de Familiares y Víctimas de la masacre del 26 de junio, donde algunos compañeros colaboramos, se había redactado un volante ("la impunidad del terrorismo de estado perdura con este modelo económico que provoca un genocidio social hoy, y con la impunidad que se gararntiza a los responsables de los asesinatos de jóvenes y luchadores sociales", decía el título). Y se decidió repartirlo en todos los actos, incluso en el que estuviera K como orador. Unos pocos compañeros fuimos, sin banderas de ningún tipo, a cumplir la tarea militante de repartir volantes con la consigna de denuncia, a una convocatoria que, después de todo, tampoco nos resultaba del todo ajena: nos encontramos con varios amigos y compañeros en la militancia de los organismos de Derechos Humanos, incluso en algunos grupos peronistas que ven un retorno setentista en la prédica de este gobierno. Abrazos fuertes y sentidos con compañeros y compañeras de la Asociación de Ex – detenidos desaparecidos, sobrevivientes del horror. Cantos y banderas al viento de los compañeros de HIJOS, otro paso en la reafirmación de su identidad.

Cuando el presidente se dirigió al palco sobre la calle lateral, toda la gente y las banderas que se veían desparramadas sobre la ancha Avenida del Libertador, finalmente se encolumnaron frente al escenario. Entonces pudo apreciarse mejor la composición: aproximadamente el cincuenta por ciento parecía haberse autoconvocado, y priorizó la mitad de la calle sobre la que daba la sombra del edificio (fue una tarde de mucho sol). No parecían venir de muy lejos, tampoco: mucha clase media suelta y espontánea, señoras con anteojos de sol y señores panzones, pero con prolijas camisas abrochadas. También bastantes jóvenes que no tenían pinta de vivir en nuestros barrios marginales…
La otra mitad aproximada, se movilizó organizada, en micros y encolumnada, en grupos peronistas, kirchneristas, e incluso agrupaciones sindicales y de desocupados que apoyan al gobierno, como Barrios de Pie, la FTV y la CTA.
En total, podemos calcular una concurrencia de unas 10.000 personas.

Si en algún momento (único momento), me sentí involucrado en el acto, fue durante las palabras de la compañera de HIJOS que habló, frente al presidente y frente a todos. Ella había nacido allí, en la ESMA mientras su madre estaba secuestrada, pero la emoción (y la contención de su colectivo militante, supongo) no le impidieron despacharse con las caracterizaciones políticas que consideraron pertinentes: "Vamos a aprovechar esta ocasión para decir lo que queremos- dijo, y después de enumerar las reivindicaciones concretas de su agrupación, agregó: - queremos también que no se destine ni un peso más a la deuda externa – y más adelante: - queremos que no se persiga a los luchadores populares, que no se criminalice la protesta, porque si hay problemas tiene que haber soluciones, no represión". Finalmente, al presidente y a todos, también les dijo: "Y si decimos que queremos todo esto, es porque vamos a luchar sin bajar los brazos por todo esto. ¿Hasta cuando? ¡Hasta la Victoria, siempre!". Ahí sí, aplaudí. Después habló otro chico que había sido apropiado por los represores, y recientemente había recuperado su verdadera identidad: "yo simpre les decía a mis amigos que quería llamarme Juan, sin saber que ese era mi verdadero nombre; porque recién con el tiempo me enteré, por relato de sus compañeros, que mi madre, durante los quince únicos días que me tuvo en brazos después de mi nacimiento en cautiverio, me acariciaba y me llamamaba por ese nombre, y eso yo, aunque sin saberlo, lo llevé siempre en la sangre".

Después habló el Jefe de Gobierno porteño Ibarra (silbado durante la mitad del discurso, y aplaudido por las señoras de anteojos a la sombra). Y finalmente, el presidente. Alguno de los cumpas se fue, otros quisimos quedarnos, así tendríamos de primera mano la posibilidad de analizar el discurso. Los primeros comentarios entre nosotros llegaron cuando dijo: "yo no vengo en nombre de ningún partido, mientras algunos hoy quieren volver a la superficie después de estar aganchados durante años, que no fueron capaces de reivindicar lo que tenían que reivindicar". Discutimos brevemente si nos parecía una crítica firme a los gobernadores del PJ, que vetados de participar del acto por los organismos de Derechos Humanos, y ante el silencio presidencial avalando el veto, no pudieron participar y en cambio publicaron una solicitada desafiante. "Es una hipocrecía lo que dice, ¿con quién gobierna, acaso? Con el PJ!" reflexionaba otro cumpa. No pudimos seguir la discusión porque una de esas señoras de lentes para sol, nos pidió silencio, porque "había ido a escuchar al presidente, y no a nosotros". De mala gana, hicimos silencio y escuchamos más.
No necesitamos discusión, en cambio, para cruzar unas miradas secas y decidir retirarnos antes de que K echara sus últimas palabras y cosechara aplausos: "Nos guía la bandera de la justicia y la lucha contra la impunidad. Queremos que en esta Argentina se vuelva a tomar como ejemplo a aquellos que son capaces de dar todo por los valores que tienen, y hubo una generación que fue capaz de hacer eso, que ha dejado sus hijos, que ha dejado su familia, que ha dejado sus vidas", dijo, y nos enervó.
¿No era éste acaso el mismo presidente que en persona nos había prometido investigar "hasta las últimas consecuencias" la masacre de Avellaneda, y que una semana después mandó a su Secretario General a decirnos que la investigación estaba condicionada a que "abandonemos nuestra lucha en las calles"? ¿No son acaso Darío y Maxi los mejores ejemplos HOY de esos valores y esa decisión de dar incluso la vida propia por los ideales, y sin embargo este presidente no tuvo empacho en mentir en la cara al mismo padre de Santillán y darle la espalda en la investigación por la muerte de su hijo? ¿No es este mismo presidente el que mandó cajonear la ley de amnistía a los luchadores populares procesados que había empezado a debatirse, por presión del mismo PJ que ahora amagaba a criticar? ¿No es éste el mismo gobierno que dilata la decisión de intervenir en la crisis de Santiago del Estero, aunque esa especulación esté a punto de costarle vidas a los luchadores de las organizaciones campesinas?
Debe ser que no habíamos escuchado bien: "HUBO una generación capaz de hacer eso", había dicho el presidente, y allí está la clave de la política K para los derechos humanos. El uso del pretérito perfecto no dejaba lugar a dudas, los valores se rescatan sólo hacia el pasado, y en el presente se ignoran, o se contradicen.
Algunos miles, algunas madres, muchos, aplaudían. Nosotros, nos fuimos.

Una última postal puede ayudar, también, a entender el proyecto K.
La línea de sombra cortaba la calle donde estaba la concentración a lo largo, en dos mitades. Quienes se habían convocado espontaneamente, en su mayoría hombres y mujeres de clase media, se ubicaron en la parte de atrás, como dije, en la mitad de la sombra; en la otra mitad, más acostumbrados a bancar movilizaciones al sol, estaba una discreta columna con la bandera "Peronismo Auténtico – Montoneros". Con un promedio de edad por encima de los 40, estos viejos militantes cantaban: "Somos los descamisados, somos los descamisados / somos de Perón y Evita, somos de Perón y Evita / y los desaparecidos… / ¡compañeros peronistas, compañeros peronistas!". Desde la otra mitad de la calle, pegado a ellos, señoras de anteojos grandes y ceños fruncidos, hacían un esfuerzo para chistar en voz alta pidiendo que callaran el canto, molestas y disconfomes con la reivindiciación.
Adhesión de clase media lejana a la realidad popular, rememoración setentista igualmente alejada del hambre de hoy. El presidente K es el líder que emerge de tan poco auspiciosa alianza de clases, por decirlo de alguna manera…

Miramos el reloj, todavía estábamos a tiempo para huir de allí e ir a la convocatoria del Congreso a Plaza de Mayo.

24- 03- 04
Pablo, MTD Lanús