"De crisis y paradigmas…":
Un debate pendiente del pensamiento social latinoamericano*
Verónica Renata López Nájera**
La década de los años ochenta representó un momento
de ruptura para América Latina que provocó a una serie de transformaciones de
la vida social, económica, política y cultural. En particular ellas
repercutieron de manera acentuada en el desarrollo del pensamiento crítico
latinoamericano que se había gestado desde la década de los años cincuenta con
la creación de la CEPAL y su propuesta del desarrollo, pasando por el marxismo
dogmático, la teoría de la dependencia y las vertientes que en torno a estos
tres paradigmas se expresaron, dando lugar al periodo mas fructífero de la
teoría social latinoamericana.
Dichas rupturas y transformaciones pueden ser resumidas esquemáticamente de la
siguiente forma: en el plano económico se expresaron con la crisis del modelo
de sustitución de importaciones y el avance de la política neoliberal, así
como por el inusitado aumento de la deuda externa que alcanzó niveles
escandalosos, al grado de que ese periodo fue llamado por la CEPAL como
década perdida.
En lo político se vivieron transformaciones importantes, especialmente con el
fin de las dictaduras y la consecuente transición a la democracia en aquellos
países del Cono Sur que habían experimentado regímenes autoritarios en el
periodo anterior. Se originaba, así, una nueva forma de organización de la
sociedad con la eclosión de los llamados nuevos movimientos sociales:
la manifestación de grupos con demandas específicas como el respeto a la
diferencia, la autodeterminación de los pueblos indios o el respeto al medio
ambiente, dando como resultado una nueva configuración de la dinámica y de la
problemática regional. Evidentemente, dichas transformaciones no pueden ser
explicadas sólo desde la mirada disciplinaria y académica, sino que requieren
de respuestas holísticas y multidisciplinarias para abordar un objeto de
estudio complejo y dinámico como lo es nuestra América. Labor que se venía
realizando por el pensamiento social latinoamericano, el cual, como plantea
Adrián Sotelo en su libro: América Latina, de crisis y paradigmas:
la teoría de la dependencia en el siglo XXI, entró en crisis en esos
mismos años.
Siendo así, podemos hablar de que se registró en la década de los ochenta una
crisis de paradigmas que trastocó las formas, teorías y vertientes desde las
cuales se venia interpretando a la región. Paradigmas como desarrollo,
dependencia, modernización, revolución, progreso, así como las reflexiones
surgidas del seno del marxismo dogmático, vivieron un proceso de recomposición
y crítica desde la academia que llevó a su paralización reflexiva y
consecuente abandono como paradigmas explicativos de una realidad que,
supuestamente, había sido superada al ingresar a una nueva fase mundial
(popularmente llamada "globalización") tras la caída del socialismo real a
finales de la década de los ochenta del siglo XX.
Desde entonces se pensó que esta nueva etapa, aparentemente superior y
sustancialmente diferente, debía ser estudiada a partir de un nuevo arsenal
teórico y metodológico debido a que fenómenos hasta entonces "ignorados" como
la irrupción de los nuevos movimientos sociales o la globalización, cobraban
importancia desplazando aquellos que, partiendo del análisis estructural e
histórico, habían sido "rebasados" por una nueva realidad caracterizada por el
avance del sistema capitalista a escala planetaria, las revoluciones
tecnológicas y el fin de la modernidad.
Es así que surgen nuevos discursos, entre ellos el mas exitoso, la
globalización: concepto polémico en su definición que alude a un momento de
integración a nivel mundial que, gracias a la expansión de la democracia y al
sistema capitalista, ha llevado a plantear la superación de teorías como la
del Centro-Periferia puesto que ya no serían válidas las contradicciones que
antes la explicaban gracias a que la población mundial y los países
experimentan por primera vez una misma fase para la totalidad de la humanidad.
De ésta forma se borraban décadas de historia y se ignoraba una realidad que
se vive día a día, pero que se desconoce desde las esferas de la academia
supeditada a las modas intelectuales de la posmodernidad y del Fin de la
historia.
El autor plantea que el paradigma hegemónico desde los años de crisis y hasta
la fecha es el neoliberalismo acompañado de discursos como "El fin de la
historia" y el advenimiento de la "posmodernidad" como fase posterior de una
modernidad inconclusa o realizada según las diferentes posturas que al
respecto se han esgrimido. Una de las consecuencias de este sistema dominante
impuesto en América Latina fue dar al traste con la maduración y la autonomía
que había alcanzado la teoría social latinoamericana en el periodo anterior.
Sin embargo el neoliberalismo, más que una propuesta teórica, es una
construcción ideológica que ha pretendido desvanecer las problemáticas reales
por las que atraviesa la humanidad, permitiendo la formulación de ideas como
Imperio (como una entidad abstracta y sin ubicación geográfica), en lugar de
imperialismo, donde habría nombres y apellidos que aludían a las
contradicciones existentes en el sistema imperante.
El libro de Adrián Sotelo constituye en este escenario de desorientación
teórica, como la caracteriza Tomás Vasconi, un intento fundamental de nuestra
historia: recuperar nuestra propia tradición de pensamiento, los paradigmas
elaborados a partir de nuestra dinámica nacional y regional y, por lo tanto,
la autonomía de nuestra construcción epistemológica; en esencia, nuestra
perspectiva latinoamericana.
En América Latina, de crisis y paradigmas: la teoría de la
dependencia en el siglo XXI el autor se propone una doble tarea: por un
lado, realizar un balance crítico de los paradigmas centrales desarrollados
desde, por y para América Latina no sólo, pero centralmente, desde la década
de los cincuenta, arrancando con la creación de la CEPAL y sus propuestas de
desarrollo por la vía de la sustitución de importaciones. Pasando por las
reflexiones del marxismo dogmático, la teoría de la modernización y el cambio
social, hasta llegar a la teoría de la dependencia como punto culminante de
una ya larga tradición autónoma y emancipatoria del pensamiento
latinoamericano. Al tiempo que avanza en la crítica de las vertientes teóricas
en boga que tienen como ejes de su reflexión a los paradigmas hegemónicos como
el neoliberalismo, la globalización y el poscolonialismo.
Así, revela el autor, las vertientes actuales como el neoestructuralismo, el
poscolonialismo y la teoría del sistema mundial, si bien parten de analizar la
realidad imperante, carecen de perspectiva latinoamericana, histórica y
regional, ya que se encuentran ancladas en la perspectiva global al tiempo que
elaboran sus planteamientos sin tomar en cuenta la larga tradición del
pensamiento latinoamericano. Por ello, más que tacharlas de inoperantes o
simplemente desecharlas, la labor sería resignificarlas a partir de nuestra
dinámica regional y de los conceptos propios del pensamiento crítico
latinoamericano.
Por ello, la segunda labor central de Sotelo es analizar y proponer el alcance
de la teoría de la dependencia, especialmente en su vertiente marxista gestada
en la década de los setenta del siglo XX, para exponer que es desde su
construcción y revitalización que el pensamiento social latinoamericano puede
experimentar su recuperación y potenciación.
Otro de los puntos centrales en esta obra reside en la llamada de alerta que
realiza el autor con respecto a ciertos planteamientos fatalistas e incluso
paralizantes en boga desde algunas vertientes de las ciencias sociales. Por
ejemplo, se dice que en tiempos de globalización la rapidez con que
transcurre la historia ha llevado a una etapa de incertidumbre debido a la
inconmensurabilidad de la totalidad de la vida social, económica y política
del sistema mundial. De ahí que se piense
―al mismo tiempo que se diluye el
potencial y sentido de las ciencias sociales y humanas―, que no hay
posibilidad de acceder a respuestas integrales y estructurales mientras que se
afirma sin fundamentos convincentes que sólo se puede
analizar la realidad de manera fragmentada, ahistórica y aislada de sus
múltiples determinaciones que la constituyen.
Siendo así, la Teoría en general se vuelve inútil para explicar la realidad y,
por ello, los grandes paradigmas que marcaron el rumbo de la reflexión
latinoamericana fueron abandonados progresivamente hasta ser desplazados por
la visión fragmentada, ahistórica y dominante hasta la fecha.
Pero, como certeramente señala el autor, si bien debido al aceleramiento de
los acontecimientos mundiales se vuelve inminente el desfase entre teoría,
realidad y conceptualización de ésta última, ello no implica una derrota del
conocimiento humano, sino un reto para trabajar en su reconstitución renovada.
El diagnóstico que realiza el autor es amplio, complejo y totalmente abierto a
la discusión, pero subraya puntos de anclaje metodológico con el fin de
avanzar en la reconstrucción de la teoría social latinoamericana tanto para
dar continuidad al debate como para proponer ejes problemáticos y recuperar,
así en el contexto mundial, paradigmas anclados en la dinámica regional
latinoamericana.
Tarea que, como bien señala Sotelo, no puede ser obra de un solo autor sino
que debe de ser una labor colectiva desde diferentes disciplinas sociales como
la economía, la política, la filosofía y la sociología para la reconstrucción
epistemológica de nuestro pensamiento, al mismo tiempo que trabajar en el
análisis de su periodización, ubicación espacial, temporal e histórica.
Entonces su evaluación crítica permitirá reelaborar, rescatar y replantear,
hipótesis, vertientes y paradigmas que permitan abordar la compleja y
supuestamente "inaccesible" realidad desde una perspectiva autónoma,
latinoamericana y crítica.