13 de noviembre de 2002
Conferencia en la II Feria del libro de Ribeirao Preto
Intercambio Cultural: claves para la paz 
  Tito Alvarado
  Presidente Internacional
  Proyecto Cultural SUR
  www.proyectosur.org
  Rebelión 
  
  La propuesta general es que por medio del intercambio cultural; de una parte, 
  llevamos las señales de nuestra Cultura, la esencia de nuestra identidad 
  a otros, y de otra, aprendemos a valorar las del otro. Esta interacción 
  nos abre una ventana al conocimiento mutuo, nos acerca, nos hermana. De este 
  acercamiento y conocimiento mutuo surgen entendimientos mayores, susceptibles 
  de nuevos y fructíferos intercambios en otros terrenos.
  En un mundo en guerras constantes, guerras que son patrocinadas y orquestadas 
  por los pocos que sacan beneficios económicos de ellas, guerras que no 
  obedecen a causas reales y se escudan muchas veces en un falso peligro para 
  la vida propia, hay necesidad de conocerse, de valorarse. Esta es una acción 
  que debe ser constante e ir de pueblo a pueblo, y en ella, los intelectuales 
  y artistas, generadores y exponentes de cultura, juegan un papel de trascendencia, 
  aún en contra de los intereses de sus propios gobiernos, gobiernos que 
  en la mayoría de los casos no representan los intereses de sus respectivos 
  pueblos.
  La conclusión de este presente trabajo es que las claves para la paz 
  tienen su eje central en el intercambio cultural y ese eje pasa por la implicación 
  de los actores culturales.
  
  Con estas palabras hemos tratado de resumir las ideas que expondremos a continuación, 
  sólo que, tal cual veremos, el significado profundo, que las dos primeras 
  palabras del título de esta conferencia encierra, presupone un mundo 
  cuyas relaciones humanas estén basadas en un principio de igualdad, cuestión 
  que está muy lejos de ser real, aunque si tan necesario como posible, 
  Sin embargo no estamos para tropezar con una piedra sino para sacar los obstáculos 
  del camino, el problema mayor sigue siendo que no siempre identificamos los 
  obstáculos como tales, lo que nos lleva a concluir que si bien es cierto 
  que con nuestro accionar modificamos el mundo, de lo que se trata ahora es de 
  transformarlo radicalmente, lograrlo pasa por conocerlo y despertar las fuerzas 
  del imaginario colectivo. 
  
  Cada vez que escuchamos la radio, vemos televisión, leemos los periódicos, 
  una revista, un libro, disfrutamos una película o participamos de cualquiera 
  otra forma en que se nos transmiten mensajes, podemos comprobar que sufrimos 
  la corrupción del discurso: de sonidos, que originalmente se utilizaban 
  para designar un significado determinado, hemos pasado a la utilización 
  de palabras desprovistas de significación o en el mejor de los casos 
  con un significado para los receptores y otro para el emisor. 
  
  Tratándose de un significado apoyado en dos vocablos, el problema es 
  mayor. Veamos en primer lugar que nos dice el diccionario acerca de intercambio, 
  primero se nos da una serie de palabras a las cuales podemos recurrir para significar 
  algo parecido o lo mismo: "Cambio. Canje. Permuta. Trueque". Y luego 
  se define la palabra que nos ocupa: Entrega, envío, etc., recíproco 
  de cosas, entre dos o más partes, hecho por cada una como correspondencia 
  a lo recibido de otra. 
  
  Algo así como un: yo te doy, tú me das o tú me das, 
  yo te doy. La definición especifica que son cosas las que se entregan 
  recíprocamente, y por cosas entendemos algo material, pero la cultura 
  aunque no sea una cosa material también puede admitir formas de intercambio, 
  sólo que debemos ser explícitos en que la cultura en sí, 
  no se puede intercambiar, pues es imposible "entregar a la otra parte nuestra 
  cultura o recibir de ella la suya, a lo sumo podemos dar una pequeña 
  muestra, un resultado artístico". En realidad cuando hablamos de intercambio 
  cultural estamos hablando de intercambiar bienes no materiales, pero que se 
  pueden expresar o representar de una forma física y/o a través 
  de medios materiales. 
  
  Aquí nos encontramos ante tres problemas; 
  
  primero: intercambio supone un acercamiento anterior al intercambio, 
  es decir supone un interés de las partes en dar y recibir, supone una 
  relación en la que se establecen las reglas del juego y las formas especificas 
  del intercambio, nada de esto ocurre de forma instantánea, hay una secuencia: 
  una parte da, la otra recibe, la otra da, la una recibe y antes hubo un proceso 
  de acercamiento. En todo esto hay un pequeño paso del tiempo y lo que 
  confirma el éxito del intercambio es la recepción de las partes; 
  ... 
  
  segundo: para que la acción del intercambio sea posible se requiere 
  igualdad de condiciones. Sin esta premisa básica no hay intercambio, 
  pues al no existir reciprocidad nos encontramos ante formas de imposición 
  cultural de una parte contra la otra; 
  
  tercero: cultura es..., en realidad el problema es que hay varias definiciones 
  de cultura, todas pueden ser muy aceptables, pero solamente nos podemos servir 
  de una. Al Constituirse Proyecto Cultural SUR en Barcelona, ellos hicieron un 
  ejercicio de definición de Cultura, los cito: 
  
  "El diccionario de la Real Academia nos da dos versiones diferentes: por 
  un lado nos dice que es el resultado o efecto de cultivar los conocimientos 
  humanos y de afinarse por medio del ejercicio de las facultades humanas del 
  hombre y por otro que es el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos 
  y grado de desarrollo artístico, científico, industrial en una 
  época o grado social. De acuerdo a estas definiciones sería 
  tan acto cultural el escribir un libro como comerse una escalibada en un restaurante 
  catalán, bailar un tango o tocar el tamboril". 
  
  Compartimos la segunda acepción: conjunto de modos de vida, costumbres, 
  conocimientos, etc., dice relación con la identidad, pues a distintos 
  conjuntos de modos de vida, costumbres, etc., distinta identidad, del mismo 
  modo podemos decir que a distinta identidad, distinta cultura. 
  
  Al hablar de intercambio cultural necesariamente estamos hablando de intercambio 
  de algo tan intangible como los rasgos distintivos, el conjunto de modos 
  de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, 
  científico, industrial en una época o grado social que conforman 
  la identidad y también hablamos de intercambio no en términos 
  individuales sino de grupos humanos que comparten una identidad, una forma de 
  ser, una cultura y la entregan a otro grupo y viceversa. Es decir, estamos hablando 
  de una acción concreta, expresada a través de actores determinados 
  que entregan una representación de una parte de la cultura propia a otros 
  y reciben también una representación de una parte de la cultura 
  del otro. Este intercambio puede obedecer a impulsos altruistas, a intereses 
  promocionales de pequeños grupos o a una política gubernamental 
  de implementar una acción constante debidamente estructurada. En unos 
  casos se trata de grupos bien intencionados, que al no contar con apoyos financieros 
  ni infraestructura a su disposición, su impacto es mucho menor; en el 
  último caso, casi siempre los gobiernos implementan una política 
  de intercambio que no tiene por fundamento la cultura misma sino que esta forma 
  parte de una simple estrategia para la concreción de otros fines, generalmente 
  comerciales. En todo caso no solamente hay miopía acerca del trabajo 
  cultural posible de realizar sino que hay un casi absoluto menosprecio por el 
  trabajo intelectual, un menosprecio por la cultura de sus gobernados pues en 
  la mayoría de los casos los actuales gobiernos nacionales son simples 
  gobernadores de los designios de potencias mayores. Estamos asistiendo a los 
  finales de algo y de seguir de espectadores asistiremos mañana al final 
  de la civilización. 
  
  El intercambio cultural en estos controvertidos inicios del siglo XXI no puede 
  estar al margen del mundo real, es decir no puede estar al margen de los intereses 
  en juego. Basta una simple mirada a la situación actual del mundo para 
  constatar que no existen las mínimas condiciones de igualdad entre las 
  naciones y en consecuencia no puede existir intercambio en condiciones mutuamente 
  ventajosas. Se reúnen los representantes de 8 países y toman decisiones 
  que nos afectan a todos; vemos, escuchamos y leemos las noticias preparadas 
  en su inmensa mayoría por tres agencias, ninguna de las cuales se encuentra 
  en el tercer mundo; si tomamos solamente dos ejemplos de la mal llamada industria 
  cultural; 
  
  el cine: el país que más películas produce es India, 
  sin embargo está lejos de ser el principal exportador en este terreno. 
  Pudiéramos hacer una encuesta y preguntar a cada uno de ustedes, ¿cuáles 
  fueron las ultimas diez películas que han visto? tengo la certeza de 
  que ninguna de ellas será hindú y les puedo asegurar que para 
  la inmensa mayoría, las diez fueron producidas por Estados Unidos; 
  
  la literatura: cada país tiene innumerables escritores de talento, 
  muy pocos son los que logran vivir de su trabajo. La revista Proceso de México 
  publicó un inquietante estudio realizado en Gran Bretaña hace 
  más de doce años; se requieren diez mil escritores para que uno 
  viva de su trabajo, pero lo realmente inquietante es que casi todos ellos tienen 
  al escribir, sólo dos objetivos: vivir de lo que escriben y el 
  pueril y cuestionable objetivo de ser famoso. Si tenemos estos datos 
  en mente y conocemos de la "literatura" que se vende en los supermercados del 
  norte y la otra "literatura" que circula profusamente en ciertos círculos 
  dedicados al comercio del sexo, veremos que muchos escritores han sucumbido 
  a los cantos de sirena. Ya casi no se escribe para decir algo o para contar 
  una historia que merece ser contada ni mucho menos se escribe por sentido ético, 
  sin embargo no todo está perdido, no son pocos los que lo siguen haciendo, 
  pero en su mayoría son los que no triunfan pues su escritura no es comercial. 
  En la literatura imperan las leyes del comercio; tanto vendes, tanto vales. 
  En ese especial mundito con muchos que son y pocos que llegan, quien fija las 
  reglas del juego no son los escritores ni el maleable gusto de los lectores 
  sino los grandes consorcios editoriales. 
  
  En realidad estamos ante un fenómeno que bien definían en Barcelona 
  como: "la imposición cultural, a ese fenómeno creciente que 
  consiste en masificar los gustos, en atacar lo distinto y marginar al diferente, 
  al que plantea nuevos desafíos y es, en consecuencia, poco vendible." 
  
  
  Sin embargo cuando hablamos de intercambio cultural tendemos a creer que hay 
  reciprocidad, nos han corrompido el discurso, nos hablan con palabras que significan 
  una cosa, pero en realidad quieren significar otra, se nos está vendiendo 
  un envase que señala un contenido y tiene otro y algunas veces se nos 
  vende un envase vacío. En este mundo de crecientes concentraciones de 
  capitales, de empobrecimiento acelerado, de crisis permanentes, de buscar soluciones 
  por medio de guerras y amenazas constantes de nuevas, en este mundo de injusticias 
  sociales y perdida de humanidad, no hay ni puede haber un real intercambio cultural. 
  No hay reciprocidad en la entrega y para colmo se nos impone una noción 
  de cultura distorsionada de lo que realmente somos, se maneja la noción 
  acomodaticia de que cultura es el negocio de la entretención. 
  
  Aquí nos enfrentamos a un problema de lógica, ¿cómo me 
  atrevo a titular esta conferencia Intercambio Cultural: claves para la paz y 
  concluir que no hay tal intercambio sino imposición cultural?. He dicho 
  que estamos ente un problema de lógica, pero como veremos estamos matando 
  dos pájaros de un tiro: no hay otra lógica que la que maneja cada 
  cual, que nada tiene que ver con la del otro. En este sentido no hay tal problema 
  de lógica, pues en mi razonamiento, en mi lógica particular parto 
  de una realidad para llegar a otra, a una conclusión y de esta pasar 
  a una propuesta, pues no se trata simplemente de constatar que no existe intercambio 
  cultural, lo esencial es ver la realidad como Da Vinci estudió una lagartija, 
  viéndola desde dentro, sabiendo como funcionan sus diferentes mecanismos 
  y sin asustarnos de tanto horror e injusticia, sin amedrentarnos ante los desafíos, 
  arremeter como el Caballero de la Hidalga Figura contra los gigantes, poco importa 
  que estos sean molinos de viento. Entonces siguiendo mi lógica no vengo 
  a plantear un problema sino a proponer una solución. 
  
  El mundo siglo XXI tiene dueños cuya cruzada actual es llevar sus productos, 
  su alucinado modo de vida y costumbres, sus fatuos conocimientos y grado de 
  desarrollo artístico, científico, industrial a otros mercados, 
  para lograrlo planifican el terror de las guerras abiertas o encubiertas, producen 
  la desestabilización de los mercados, nos aterrorizan con recetas del 
  Fondo Monetario Internacional, que no hacen más que agravar los problemas, 
  nos imponen su cultura y conciben el mundo como un solo y gran mercado, donde 
  por supuesto deben imperar las leyes de su propia conveniencia. 
  
  A estos designios respondemos, como grupo SUR c 
  
  Esta propuesta es la esencia de Proyecto Cultural SUR. Ya que las autoridades 
  respectivas no se ocupan de implementar una política en serio y en serie 
  para un real intercambio cultural, debemos asumir nosotros el papel de creadores 
  de nuevo tipo, defensores de nuestra identidad, en el absoluto respeto de la 
  del otro, promotores de un mundo de paz. Lo cual equivale a decir que nadie 
  vendrá a hacer por nosotros lo que no seamos capaces de hacer por nosotros 
  mismos. Las claves para la paz pasan por el intercambio cultural, pero presuponen 
  una conducta anterior acorde con ese objetivo, presuponen que dejemos de lado 
  el papel de espectadores que nos han asignado quienes nos imponen su cultura 
  troglodita y seamos actores, presupone que nos veamos como responsables del 
  actual orden de cosas y asumamos el desafío de cambiar la vida, aportando 
  con lo mejor de nuestras capacidades a la preservación de la identidad. 
  La única paz posible es obra de los pueblos, se construye desde lo que 
  somos y en el conocimiento del otro, ¿Qué mejor medio para lograr este 
  conocimientos mutuo que el intercambio cultural? 
  
  Pudiéramos hacer un catálogo del terror con la cifras de la ignominia; 
  la desnutrición infantil, las desigualdades sociales, lo poco que se 
  invierte en educación, la fuga de cerebros y cientos de etcéteras. 
  Los estados casi no invierten en sus artistas e intelectuales o en promover 
  su cultura, en cambio se gasta a manos llenas en armas y ejércitos, pudiéramos 
  hacer una pregunta: ¿qué aporta más al país; un ejército 
  y sus costosos armamentos o los intelectuales y artistas que donde vallan muestran 
  los rasgos de la cultura del país y sin pedir mucho al estado aportan 
  recursos? 
  
  Si gastáramos en intercambio Cultural una décima parte de lo que 
  se gasta en los siempre obsoletos ejércitos, otro mundo sería 
  posible. Un mundo de entendimiento y mutuo respeto por la cultura del otro. 
  También es cierto que pudiéramos seguir por este camino de si 
  condicionales con una larga lista de, si hacemos esto o si hacemos aquello; 
  cómo también pudiéramos elaborar estrategias ideales que 
  por supuesto la práctica humano no tendrá en cuenta, sin embargo 
  cada vez es más notorio que solamente tenemos dos opciones: ser cómplices 
  con nuestro silencio o con el humano habito de mirar para otro lado o ser 
  actores y que mejor que decirlo con palabras de Julio Cortazar: "Las 
  vanguardias intelectuales son imparables y nadie conseguirá que un verdadero 
  escritor baje el punto de mira de su creación, puesto que ese escritor 
  sabe que el símbolo y el signo del hombre en la historia y en la cultura 
  es una espiral ascendente; de lo que se trata es que los accesos inmediatos 
  o mediatos a la cultura se estimulen y faciliten para que esa espiral sea cada 
  vez más obra de todos, para que su ritmo ascendente se acelere en esa 
  multiplicación en la que cada uno, hacedor y receptor, pueda dar el máximo 
  de sus posibilidades". Esta propuesta de Julio Cortazar requiere de asumir 
  el trabajo intelectual y artístico como un trabajo fundamentalmente ético, 
  como un trabajo de promoción cultural permanente y, ahora con mayor urgencia, 
  como un trabajo de defensa de la identidad. 
  
  Lo que los señores de la imposición cultural pretenden lograr 
  es convertirnos a todos en simples espectadores del drama final de la humanidad, 
  convertirnos en esclavos modernos, convertirnos en Marionetas bailando al ritmo 
  de su música: las inhumanas leyes del mercado. Sin embargo aún 
  nos queda la identidad.