Para que nazca el oro
Por Luciano Ortega
Es necesario matar al dragón
Para que nazca el oro aquí en mi pecho.
No será con cuchillos en lo externo,
Ni un ejército a palos derribando paredes,
Será hacia adentro mismo de mi infierno
--mejor dicho está siendo—
Amarillo es mi río de cornisa,
Al borde del abismo y el intento.
Sin brújula ni barca,
Pero un remo a la espalda
Me recuerda los mares,
La sal de la aventura
Y una senda chiquita con su vela.
Sueño y miro
Una aurora con gallos y semillas,
La presiento en la fe de mi retina,
En la médula misma de mi hueso.
El dragón no da tregua,
Pero tengo un poema
Respirando en el plexo.
(30-9-2)