A George W. Bush, desde el derecho que me alumbra
(febrero 14/ 2003, Santiago/ Chile) 
por Alejando Lavquén 
El 11 de septiembre escondiste tu cabeza 
en un búnquer mientras "Las Gemelas" 
se derretían en tus bastillas. 
Hoy, pretendes sembrar la muerte 
en las raíces de la civilización. 
Vaciar las entrañas del Tigris y el Éufrates 
para alimentar la codicia 
de los neocolonizadores. 
En tus ojos destella el infierno 
y la traición a Lincoln 
te chorrea desde el cerebro. 
Llevas el asesinato grabado 
en tu lengua, sedienta de sangre 
y opresión. 
Pero no te confíes George W. Bush, 
los viejos poetas persas renacerán 
desde el caudal de la tierra 
para clavar sus versos 
entre tus cejas puntiagudas. 
El mundo aplaudirá cuando tu castillo 
cimentado en la inmemorial historia 
de la explotación 
estalle sobre tu frac y sombrero de copa. 
Los pueblos van sumando conciencia 
George W. Bush, no lo olvides 
cuando huyas despavorido 
del cadalso que te espera en la dignidad 
de Ur y Babilonia, 
las ciudades de la ciencia y las estrellas. 
Fue tu patria quien se apoderó de la ecuación 
de Albert Einstein para incendiar la vida 
y la libertad. 
¡Aún padecen Hiroshima y Nagasaki 
allá en oriente extremo! 
Y nadie exige el fin de tus arsenales 
George W. Bush, tienes a la ONU 
prendida en tu solapa negra y salvaje. 
Pero no te confíes ni cantes victoria, bravucón, 
ya se escucha el rumor enardecido de los pueblos 
que un día –no lejano- arrojarán tu cadáver 
en los abismos del Averno: para que descanse en Paz.