18 de noviembre de 2003
Juan Gelman, el delirio de las palabras
David Franco Monthiel
Juan Gelman, una de las voces más importantes de la poesía Latinoamericana, frente al espanto de la dictadura, el horror de los desaparecidos –hijos y compañeros- y con el dolor del exilio, no ha cesado de manar una obra con un caudal afectivo y poético jaspeado de lucidez, de verdad, una respuesta entregada y vacía del victimismo metafórico y sin el devaneo panfletario, ausente de la lírica de los manifiestos, una respuesta conjunción de arte y denuncia, vida y literatura.
El pibe Juan, el exilio y el pan duro
Por segunda vez, José Gelman desembarca en Buenos Aires. La primera vino huyendo de Ucrania con un pasaporte falso para no ser reclutado. Ahora le acompañan su mujer y sus dos hijos. En su retina se contienen las algaradas de 1905, la persecución de la policía zarista, el regreso a Rusia a comienzos de la revolución de octubre y la desilusión después de asistir al destierro de Trostky. Juan Gelman nace dos años después en el barrio de Villa Crespo en 1930.
En 1941, enamorado perdidamente en verso de una vecina de once años, el pibe Juan empieza a escribir. Publica su primer poema en la revista Rojo y Negro. Según recuerda, durante esos años de la infancia su hermano Boris le leía poemas de Pushkin en ruso. Se imbuye en Dostoievsky, Tolstoi, Andreiev, Victor Hugo. A la edad de quince años ingresa en la Juventud Comunista.
Uniendo inquietudes junto a Héctor Negro, Hugo Ditaranto, Julio César Silvain crea el grupo de poesía "El pan duro" con el fin de autopublicar sus libros y de ofrecer recitales públicos de poesía en bibliotecas y clubes de barrio. En uno de esos recitales, conoce a Raúl González Tuñón, el poeta consagrado que el grupo toma como referente más importante. En 1956, "El pan duro" edita "Violín y otras cuestiones". González Tuñón redacta el prólogo.
Entre 1959 y 1962 publica "El juego en que andamos", "Velorio del solo" y "Gotán", libros donde el tono de confidencialidad se hace presente con prosaísmo intencionado; mezcla lo literario y lo ordinario, el cliché y la retórica del tango. La vida cotidiana aparece atenuada por pequeñas maravillas, relampagueos y metáforas paradójicas, pero también salpicada por la impotencia, la denuncia ante la injusticia, la soledad y la muerte. Un discurso enfurecido a ratos, tierno después, sarcástico y esperanzador.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.
En 1964 se aleja definitivamente del PC, "absolutamente convencido de su derechismo" ("es decir/ la revolución es así/ se critica/ todo el tiempo a sí misma/ separa/ a cada rato/ vuelve sobre lo que empezó para empezarlo otra vez"). Discutía la cuestión internacional, discutía la línea política nacional y llegó un momento en que no había discusión posible. Un año más tarde publica un cuadernillo en La Habana, que se fue ampliando hasta recopilar nueve libros en 1971, "Cólera buey", donde Gelman simboliza una furia poco menos que castrada, una lucidez que hace amargo lo imposible. El tema político se manifiesta desnudo, concreto. Es la época la militancia y el desengaño. Se trata de una etapa de crisis donde la poesía entra en quiebra, en ruptura, habla asimismo de la esencia misma de la poesía, a través de una gran diversidad de recursos, como la invención de heterónimos, de "otros" como Yamarrokuchi Ando y John Wendell, dos de las identidades que asumen el sujeto poético y se manifiestan a través de simuladas traducciones de poemas.
El exilio, el horror y Si dulcemente.
En 1976, Gelman se decide correr el riego -estaba amenazado por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina)- y entrar clandestinamente a Argentina cuando su fotografía es exhibida en afiches junto a otros "subversivos". El 26 de agosto la dictadura militar secuestra a sus hijos Nora Eva y Marcelo Ariel, y a la mujer de éste, María Claudia Iruretagoyena, embarazada de siete meses. Pronto ese manojo de nombres se unirá a la lista de los detenidos-desaparecidos. Gelman cree que su nieto habría nacido en un campo de concentración. En adelante su vida será nómada; vivirá alternativamente en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México. Alterna su actividad política contra la dictadura militar con trabajos de traducción para la UNESCO. Muchos años después se sabrá que su hijo, secuestrado en el campo de concentración Automotores Orletti, fue ejecutado la noche del 13 de octubre, y su cadáver arrojado al canal de San Fernando, oculto en un tambor de aceite. Para muertear a la muerte, Gelman escribe "Carta abierta", integrada en "Si dulcemente", poemas del dolor austero, de ternura desatada, una elegía descarnada, preguntadora: deshijándote mucho/ deshijándome/ buscándote por tu suavera/ paso mi padre solo de vos/ pasa la voz secreta que tejés/ paciente/ como desalmadura de mi estar/¿niñito que pasás volando por los trabajos grandísimos?/ ¿atando?/¿desatando?/¿atando para que no me quepa en vos?/¿me fuese afuera de este dolor?/¿a dónde?/¿qué país sangrás/para que sangre carnemente?/ ¿por dónde andás/tristísimo de tibio?
En 1977 Gelman se adhiere al Movimiento Peronista Montonero de resistencia a la dictadura argentina. Dos años después, decide abandonar el Movimiento, en desacuerdo frontal con su verticalismo militarista. Lo tachan de traidor y lo amenazan de muerte – ya acumula dos. Comienza el exilio. Juan hace un gesto con los hombros y apoya decididamente la insurgencia en Nicaragua y el Salvador.
"Hechos y relaciones" (1980) es el primer libro del exilio y el lenguaje aquí es más áspero, pesimista, el dolor por las muertes de los compañeros (Haroldo Conti, Francisco Urondo y algunos más), el desarraigo, la melancolía. Gelman juega con la lengua, incluso violentándola con la invención de palabras, cambiándolas de género, conjugando sustantivos y adjetivos como verbos. El soliloquio se llena de preguntas, de dudas y de respuestas que son iguales a las preguntas.
En 1982-1983 publica "Citas y comentarios; hacia el sur" y "Bajo la lluvia ajena (notas al pie de una derrota)". A pesar del fin de la dictadura militar con la asunción del presidente Alfonsín, no puede regresar. Gana el premio "Boris Vian" por "Com-posiciones" y "Eso" (1987). Comienza a colaborar en el diario