29 de octubre de 2003
Ernesto Cardenal termina sus memorias y vuelve a la poesía
César Güemes
  La Jornada 
  
  Hay unas gotas de sabor acre en las palabras de Ernesto Cardenal, aunque el 
  motivo de su visita a México sea afortunado: la aparición de sus 
  dos libros de memorias, Vida perdida y Las ínsulas extrañas, publicados 
  por el Fondo de Cultura Económica (FCE). 
  
  La postura del poeta y sacerdote no ha variado desde que formó parte 
  del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y es por ello que 
  afirma: ''En Nicaragua se acabó la revolución. El partido sandinista 
  se corrompió y dejó de ser revolucionario". 
  
  A lo largo de los recientes cinco años ha dejado dormir a la poesía 
  para dedicarse a la prosa. A las mil páginas que suman entre los dos 
  volúmenes de memorias, agrega otro que aparecerá también 
  en el FCE, La revolución perdida. El trabajo de la memoria, expresa, 
  no fue doloroso ''sino arduo, porque era indispensable recordar hechos ya olvidados". 
  
  
  Tardío apego religioso 
  
  ¿Cuáles son los puntos de contacto entre los ejercicios del sacerdocio 
  y el de la poesía? 
  
  -Tuve la vocación de poeta desde que nací. Ya tarde en la vida 
  me vino el apego religioso. Fui desde entonces un poeta que entregó parte 
  de su trabajo a Dios. A eso añado la vocación revolucionaria: 
  la entrega a Dios me llevó a entregarme al pueblo. No hay conflicto entre 
  las tres misiones. Para mí la revolución significó la puesta 
  en práctica del Evangelio. Como decía Camilo Torres, la revolución 
  es la caridad eficaz. 
  
  En paz con sus recuerdos, que ha conjurado por escrito, Cardenal es el mismo 
  personaje de siempre: camisa de franela, boina, lentes bifocales. Mira con curiosidad 
  al breve bosque frente a él y dice: ''Ya no hay más memorias que 
  escribir, sólo poesía. Llego hasta el fin de la revolución. 
  Contar lo que pasó después ya no me interesa". 
  
  Sacerdote ''tardío", a decir de él, Cardenal mantiene diferencias 
  con el Vaticano: ''Esa es la monarquía más absoluta que existe 
  sobre la Tierra. Quienes buscan ser verdaderamente cristianos no pueden estar 
  de acuerdo con una sucesión de Pedro que significa la negación 
  de todo lo que predica el Evangelio. 
  
  Nada más contrario a los primeros cristianos que la corte vaticana. Por 
  eso nuestra fe no es en el Vaticano, ni en el Papa, sino en el ejemplo de Jesucristo. 
  La única Iglesia verdadera es la que está con los pobres". 
  
  Aunque sea difícil elaborar una sola hipótesis, ¿a qué 
  atribuye que el sandinismo no se mantuviera en el poder? 
  
  -A que ya no hay revolución. El partido sandinista se corrompió 
  y dejó de ser revolucionario. Por eso salimos de él quienes, creo, 
  éramos los mejores elementos. Hoy el partido está dominado por 
  un mando estalinista con el que es imposible estar de acuerdo. Esa corrupción 
  de la que hablo fue de orden moral y económico, porque desvirtuaron los 
  valores revolucionarios y muchos se enriquecieron antes de dejar el poder. La 
  única respuesta a esa conducta es que parte de la condición humana 
  es la debilidad por corromperse. 
  
  ''Algunos de los que habían sido guerrilleros heroicos cayeron en esa 
  tentación. Como lo dijo Eduardo Galeano: los que no tuvieron miedo de 
  entregar la vida, sí lo tuvieron de entregar sus Mercedes Benz, sus casas 
  y el producto de la rapiña que realizaron desde la cúpula sandinista.'' 
  
  
  ¿No estaría esa conducta prefigurada cuando Edén Pastora decidió 
  cambiar de bando? 
  
  -Se pasó a la Contra y ahora ha rectificado bastante. Sólo que 
  él no se corrompió nunca, aun cuando estuvo sujeto a la silla: 
  hoy no tiene siquiera casa dónde vivir. 
  
  Rapiña de Ortega y Borge 
  
  ¿A quiénes rescata de aquel grupo revolucionario? 
  
  -A Sergio Ramírez y algunos más que salieron del partido a tiempo; 
  no a los que se quedaron. No rescato, para emplear el término, ni a Daniel 
  ni a Humberto Ortega, que se enriqueció como jefe del ejército; 
  tampoco a Tomás Borge, guerrillero legendario que participó luego 
  en la rapiña. 
  
  No quiere del todo hablar de México, pero sí del subcomandante 
  Marcos. Se le aviva la mirada: ''Marcos es una gran esperanza para América 
  Latina, porque encabeza nuestra misma revolución sólo que con 
  una estrategia renovada. Digo que es la misma porque implica los principios 
  de Zapata y de Sandino. El fue discípulo de Zapata, y Marcos junto con 
  el EZLN lo son de ambos. El movimiento del cual Marcos es vocero es de enorme 
  imaginación, originalidad y humor, que siempre es saludable preservar". 
  
  
  Además de poner por escrito sus puntos de vista, ¿cómo lleva el 
  peso de la historia? 
  
  -La verdad es que no soy un personaje de la historia, sino sólo un sacerdote 
  y un poeta que ha recibido cierto apoyo gracias a la divulgación de su 
  obra.