Presentación de la exposición "Pinturas de guerra" de Ana Pacios. Conviene hablar de nuestra época
Daniel Noya
Rebelión
Conviene hablar de nuestra época, del momento presente, de este ahora que nos ahoga. Carlo María Cipolla opina que los ídolos de nuestra época son el relumbrón, el mercantilismo y la petulancia. El ser más peligroso es hoy día el estúpido. En sus cinco leyes de la estupidez humana, en concreto en la última, Cipolla opina que el estúpido es más peligroso que el malvado. Y añade lo siguiente: "Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimiento y sin razón. Estúpidamente".
En la misma línea Pascal Bruckner en "La tentación de la inocencia" sostiene que los nuevos reyes son los perezosos. Los perezosos son para Bruckner los portavoces de la estupidez militante. Y lo que más odian estos perezosos y estúpidos militantes que nos rodean con su mayoría asfixiante es la cultura. En cuanto oyen esa palabra se les transforma el rostro, ponen una estúpida cara de asco y piensan: ¡otra vez ese esfuerzo de pensar! Bruckner añade: "Cuando oyen la palabra cultura sacan sus medidores de audiencia y hacen que su público abuchee a todos los snobs, a los pedantes, a los que ni se inmutan ni se extasían ante el gran circo mediático-publicitario". Tanto Pascal Bruckner como José María Guelbenzu coinciden en el regreso en nuestra época del iletrado, aunque Bruckner va más allá, el regreso del imbécil agresivo cuyo enemigo es el que anda entre libros, entre cuadros, músicas y otros engendros imaginarios, ¡qué pereza para el estúpido, para el imbécil agresivo, para el idiota militante! Rafael Argullol añade dos sustantivos apropiados a esta nuestra época que a duras penas respiramos: ésta es la época de los necios y los canallas. Los necios –dice Argullol- casi nunca saben que lo son y los canallas casi nunca reconocen serlo, pero unos y otros, alimentándose mutuamente, han acabado creyendo que en el mundo sólo hay lugar para ellos. Y adjetiva, pone el dedo en la llaga, nombrando los males de nuestro tiempo: la miseria en el uso del lenguaje, la omnipresencia de la publicidad, la idolatría delirante a jugadores de fútbol y de otros deportes, el voyeurismo televisivo y abusivo, la adoración sin matices del dinero, el nuevo y falso hedonismo, la consagración del adolescente perpetuo y, en fin, la irresponsabilidad de una época de sentimentalismo sin sentimientos. Rafael Argullol cree que es éste el fantasma de nuestra época.
Por todo esto conviene que nos detengamos en estos cuadros, en estas pinturas de guerra de Ana Pacios, porque aún en estos sombríos y duros tiempos hay seres que no se conforman, personas que no se resignan, que son así de tozudos, así de amigos para tendernos una mano, para recordarnos que nuestra tarea no es dejarnos llevar por la pereza, por la indolencia y el silencio, para mostrarnos a través de estos cuadros cuál ha de ser la respuesta, una respuesta de dolor ante el horror de todo lo que ha mostrado la guerra y la postguerra ante nuestros ojos, un dolor que ha generado en Ana una crisis interior con la que ha madurado, estas pinturas de guerra que sirven para recordarnos que nuestra tarea es hoy día luchar contra esos estúpidos, silenciar a esos idiotas militantes que desprecian la cultura, que nuestro objetivo es cerrar la boca definitivamente a los necios, acallar definitivamente la voz a los canallas, porque el mundo no puede ser suyo, porque si dejamos que el mundo sea suyo todo el esfuerzo de personas que, como Ana, luchan creando habría sido en vano.
(Piedralaves 21-12-03) * Daniel Noya es poeta.