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Heinz Dieterich Steffan

1 de marzo de 2003

El Medio Oriente latinoamericano

Heinz Dieterich Steffan
Rebelión
Mientras Washington prepara la matanza en el Medio Oriente asiático, organiza, al mismo tiempo, la guerra sucia en el "Medio Oriente" latinoamericano: los países andinos. En Colombia prepara una operación militar de tipo Afganistán; en Venezuela trabaja para destruir al gobierno de Hugo Chávez; en Bolivia sostiene al sangriento gobierno de Sánchez de Losada y en Ecuador colocó a un buen "amigo y aliado" en la presidencia, que nombra a un general torturador como comandante de la Policía Nacional.

La lógica de la política de Bush es idéntica en ambas regiones y es de vital importancia para los pueblos y líderes de América Latina, entenderla; so pena de subestimar el extraordinario peligro que implica para América Latina. Lo que Bush y sus comparsas de ultramar, Blair, Aznar, Berlusconi y Sharon, planean hacer, es una nueva repartición del mundo, comparable a la de 1914-1920 y la de 1939-49.

El eje estratégico del proyecto histórico de Hitler era lo que él llamaba, la "necesaria reestructuración de Europa" -- die notwendige Neuordnung Europas. El nuevo orden, se entiende, estaría bajo el control del capital alemán.

Ese mismo eje estructura el proyecto histórico del nuevo fascismo trasatlántico, tal como lo admite abiertamente la comparsería de Bush. Mientras en sus discursos goebbelianos, el inquilino de la Casa Blanca delira sobre el derrocamiento de Saddam Hussein para "democratizar a Medio Oriente", "llevar la paz" a la región y "determinar lo que queda de la historia", los voceros del sionismo revelan sin rubor la esencia de la Operación Irak: un megaproyecto de modernización-destrucción capitalista, inspirado en "el Zeitgeist" (la lógica) del orden hitleriano.

"Tenemos un gran interés en estructurar el Medio Oriente el día después" de la guerra, dice el Ministro de Defensa israelí, Shaul Mofaz y agrega, que después de haber derrotado a Irak, Washington debería "generar presión política, económica y diplomática sobre Irán".

El asesor de seguridad nacional del Primer Ministro Ariel Sharon, y exjefe del servicio secreto Mossad, Efraim Halevy, coincide: "Las ondas de choque emergentes de un Bagdad post-Saddam podrían generar profundos efectos en Teheran, Damasco y Ramallah. Tenemos esperanzas de una mayor estabilidad y una mayor confianza, desde el Golfo Pérsico hasta las costas atlánticas de Maruecos".

El detonante de la necesidad hitleriana de la "reestructuración" del gigantesco área entre el "Golfo Pérsico y las costas atlánticas de Maruecos", fue el colapso de la Unión Soviética que protegía a los Estados seculares de Siria e Irak. En el Medio Oriente latinoamericano es la resistencia de los movimientos sociales contra el megaproyecto destructivo del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y su componente militar, el Plan Colombia.

Mientras el programa de recolonización de Washington en Asia se realiza bajo la amenaza del holocausto nuclear, en los países andinos se lleva a cabo bajo la amenaza del terror de Estado y los medios militares convencionales. En ambos "teatros de operaciones" impera ya un arma fundamental: las mentiras del Fuehrer en cuatro idiomas: el de Dante, Cervantes, Shakespeare y Abrahán.

En el Medio Oriente criollo ---los países andinos--- los blancos del megaproyecto capitalista son las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), los movimientos populares, sindicales y de derechos humanos; en Bolivia, los objetivos son el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, difamados en la prensa como "Talibanes", y la Central Obrera Boliviana (COB); en Ecuador son la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), los movimientos populares, sindicales y de derechos humanos, y en Venezuela se trata del movimiento y gobierno bolivariano de Hugo Chávez.

En Colombia, Washington procura repetir la operación militar de Afganistán, avanzándola en dos dimensiones: por una parte, se prepara la infraestructura bélica mediante la construcción de bases militares y el creciente envío de fuerzas militares estadounidenses bajo los más diversos pretextos; por otra, se preparan las condiciones políticas para la matanza.

Pese a que el Congreso estadounidense limitó el número de efectivos en Colombia a 411, Washington emplea ya a más de 1000 estadounidenses en el país sudamericano. Alrededor de 500 trabajan en la embajada; cerca de 400 son militares declarados o disfrazados de "contratados civiles" (civilian contractors) y alrededor de 150 Fuerzas Especiales fueron despachados después del derribamiento de una avioneta estadounidense por parte de las FARC, cerca de la base militar de Tres Esquinas, suceso en que tres estadounidenses se convirtieron en prisioneros de guerra de las FARC.

Si el avance del plan de Washington en el campo militar es relativamente lento, no puede decirse lo mismo en la esfera política. El cierre de facilidades financieras de las FARC en Suiza, de representaciones diplomáticas en varios países, la aceptación de la Unión Europea de que se trata de una organización "terrorista", y la condena de los mandatarios centroamericanos al "terrorismo" de las FARC (11.2.2003), en la Ciudad de Panamá, ilustran lo dicho.

La Declaración de Panamá fue organizada por el Departamento de Estado, sin invitación para Caracas, Lima, Brasilia y Quito, los vecinos inmediatos de Colombia. El pretexto fue el atentado al club de elite "El Nogal", en Bogotá (7.2.), condenado por el Partido Comunista Colombiano el 10 de febrero, cuya autoría habría que buscarla en los subterfugios del terrorismo de Estado del gobierno de Uribe.

El siguiente paso, ya anunciado por el Presidente Álvaro Uribe, es el intento de conseguir una condena de la Organización de Estados Americanos (OEA) a las FARC, que permitiría una operación militar a gran escala. Si el complejo militar-industrial-político estadounidense le concede sus deseos a Uribe, esa campaña utilizaría las fuerzas militares reunidas contra Irak, para derrotar a los "narcoterroristas" y preservar a la Amazonía, como demandó Uribe públicamente en visitas a Quito y Davos. Siendo la Amazonía el objeto geoestratégico más codiciado de América Latina, la petición de Uribe deja de parecer una fantasía febril, para revelarse como una pieza integral del ajedrez mundial estadounidense, operada por su Sharon criollo.

Igual de dramática es la situación en la República Bolivariana de Venezuela, donde una muy bien concertada campaña internacional contra el gobierno de Hugo Chávez, ejecutada con bombas, guerra mediática, maniobras diplomáticas y desestabilización económica, está asumiendo dimensiones peligrosas. Los protagonistas políticos de esta campaña son los gobiernos de Estados Unidos, España y Colombia. El plan maestro y la coordinación se hace en Washington y en el Comando Sur. Los peones abarcan desde empresarios de los tres países, hasta paramilitares colombianos y mercenarios centroamericanos.

El camino hacia el petróleo venezolano, que constituye una de las tres reservas más grandes del mundo, y la Amazonía ---la joya en la corona mundial de las materias primas--- pasa por la desestabilización del gobierno venezolano y la domesticación del brasileño. En este orden. La caída del dominó "Venezuela", así el cálculo de la Casa Blanca, será suficiente para poner a los demás gobiernos latinoamericanos nuevamente en cinta.

"El camino a la paz en Palestina pasa por Bagdad", dice el ex Primer Ministro israelí Ehud Barak, sobre la pacificación del Medio Oriente asiático. Y lo mismo postula Bush sobre el Medio Oriente latinoamericano: el camino a la paz en América Latina pasa por Caracas.

La derrota de los golpes militares y petroleros en Venezuela debilitó considerablemente a los conspiradores. Pero Washington, Bogotá y Madrid están mandando refuerzos a sus debilitadas fuerzas oligárquicas, en forma de agresivas operaciones paramilitares, diplomáticas y mediáticas.

Para derrotar esas operaciones, no será suficiente la defensa nacional. Hace falta una política de contención latinoamericana.