|
DEMOCRACIA Y SOCIALISMO
MARTA HARNECKER
25 MAYO 1999
Artículo aparecido en la revista cubana
Temas, Nº Extraodinario 16-17, 1999, pp.120-135
Índice
INTRODUCCIÓN
I. EL MITO DE LA DEMOCRACIA LIBERAL
II. SOCIALISMO REAL: UNA CARICATURA DE DEMOCRACIA
III. EL SOCIALISMO POR EL QUE LUCHAMOS: LA DEMOCRACIA MÁS
RADICAL.
1. UN PROYECTO SOCIAL ESENCIALMENTE DEMOCRÁTICO
2. CONCEPTO DE DICTADURA DEL PROLETARIADO
IV. EL PARTIDO UNICO: ¿ALGO ESENCIAL AL SOCIALISMO?
INTRODUCCIÓN
En relación al tema de la democracia es quizás donde
ha habido cambios más profundos en la izquierda latinoamericana desde
el triunfo de la Revolución Cubana hasta hoy.
Desilusionada -con razón- de la democracia burguesa o "democracia
de los cinco minutos", como la catalogaba Cheddy Yagan1, que reduce la democracia
al acto de votar cada equis cantidad de años por un miembro de la clase
dominante -que debería representar los intereses de los electores, pero
que de hecho sólo defiende los intereses de su clase y que no duda en
ejercer la represión contra el movimiento popular cuando estima que las
demandas de los oprimidos han ultrapasado los límites recomendables-;
influida por una formación marxista-leninista dogmática y por
una lectura simplificada de la revolución cubana; movida por una concepción
vanguardista del proceso revolucianarió: la revolución "de las
minorías activas"; una parte importante de la izquierda marxista-leninista
latinoamericana de la década de los sesenta y setenta, al denunciar los
límites de la democracia representativa burguesa,
terminó por dejar en manos de la derecha la bandera de la democracia.
Al denunciar justamente los límites de la democracia representativa
o democracia formal, terminó por negar el valor mismo de la democracia,2
olvidando que las conquistas democráticas en este terreno no son un don
gratuito de la burguesía, sino que han sido el fruto de históricas
luchas del movimiento popular como la lucha por el sufragio universal, el derecho
al voto de la mujer, el derecho a la organización sindical, etcétera.
No siempre se hizo una clara distinción entre democracia
formal y democracia real, entre sus relaciones mutuas, entre lo que debe ser
rechazado y lo que debe ser salvado.3
Esta errada posición frente a la democracia se tradujo,
por ejemplo, en que muchos dirigentes de izquierda se autodeclaraban revolucionarios
y calificaban a las otras fuerzas progresistas como fuerzas democráticas,
como si un revolucionario radical no tuviese que ser, al mismo tiempo, un demócrata
radical. Todo esto, unido a sus métodos de conducción verticalistas
y autoritarios, y a la lamentable forma en que resolvían sus problemas
internos4 se prestó para que se anatemizara a la izquierda revolucionaria
como antidemocrática.
Fueron las vivencias de las dictaduras militares y los acontecimientos
ocurridos en la URSS a partir de la Perestroika, los que contribuyeron a superar
estas aberraciones ideológicas y políticas
Pero este viraje, en sí mismo positivo, ha llevado a algunos
sectores de la izquierda a renunciar, en nombre de una democracia abstracta,
a planteamientos téoricos fundamentales que la desarman ideológicamente
y la tornan inepta para cumplir su tarea transformadora.
Este artículo pretende proporcionar elementos para evitar
este desarme. Partiré analizando las prácticas democráticas
más recientes tanto burguesas como socialistas y reflexionaremos acerca
de los desafíos que se plantean a la izquierda en relación con
este tema
I. EL MITO DE LA DEMOCRACIA LIBERAL
1) FABRICANDO EL CONSENSO CON EL MONOPOLIO DE LOS MEDIOS MASIVOS
DE COMUNICACIÓN
Empezaré por examinar cuán democrática es
la democracia liberal realmente existente y para ello veamos cuáles son
las reglas del juego que se supone debe respetar. Noberto Bobbio señala
algunos de los "procedimientos universales" que estos regímenes deberían
poner en práctica: que todos los electores sean libres de votar según
su propia opinión formada lo más libremente posible, es decir,
en una libre contienda de grupos políticos que compiten para formar la
representación nacional; deben ser libres también en el sentido
de que deben estar en condiciones de tener alternativas reales (lo que excluye
como democrática cualquier elección con lista única y bloqueada);
más adelante agrega otra regla: que ninguna decisión tomada
por la mayoría debe limitar los derechos de la minoría, de manera
particular el derecho de convertirse, en igualdad de condiciones en mayoría.5
A su vez, para asegurar que estas reglas del juego se puedan practicar
se requieren otras condiciones como: la libertad de expresión, de reunión
y de asociación.
Pero, ¿quién puede defender que en las llamadas democracias
neoliberales existe una opinión pública informada e independiente?
¿Acaso no se concentran cada vez en menos manos los medios de comunicación
de masa que son los instrumentos privilegiados para formar la opinión
pública en la actualidad?6
Un ejemplo de esta concentración es el imperio mediático
que ha constituido el australiano M. Rupert Murdoch, que posee una centena de
periódicos y múltiples cadenas de radio y televisión. El
acaudalado empresario tiene el 30% de las acciones de uno de los más
grandes grupos multimedia contemporáneos: la News Corporation que
controla en Estados Unidos: las ediciones Harpercollins; el diario New York
Post; la sociedad de producción: Twentieth Century Fox; la
red de televisión Network; una cadena de información continua,
Fox New Channel, que rivaliza con la CNN y la NBC entre otras; una empresa
de promoción y marketing, Heritage Media; así como unos
veinte sitios en Internet. También está implicado en el proyecto
de televisión por satélite Japan Sky Broadcasting que difundirá
una enorme cantidad de programas hacia Japón, China, India, el Sudeste
de Asia y el Este africano.7
¿Qué objetividad de información puede existir cuando
las grandes cadenas televisivas nacionales y transnacionales silencian procesos,
levantan caudillos, seleccionan las informaciones que les son funcionales y
eliminan las que los perjudican? Un sólo ejemplo basta para ilustrar
esto: la ausencia de información sobre los procesos electorales en Cuba.
Como se sostiene que no hay democracia sin pluripartidismo, automáticamente
todo proceso electoral en este país -un régimen de partido único-
es descalificado; no existe, o mejor dicho, no debe existir, no conviene que
exista y, por lo tanto, no figura como noticia, hasta el punto que la mayor
parte de los latinoamericanos ignoran que en Cuba existen elecciones generales
cada cinco años. Otro ejemplo es la desinformación respecto a
lo ocurrido en El Salvador en la época del presidente Duarte. Los Estados
Unidos hablaban entonces de terrorismo marxista y alababan a Duarte como el
demócratacristiano honrado, dedicado a las reformas. Si se examinan los
editoriales del Times a lo largo de seis años y medio, este periódico
jamás habló de asuntos tales como el asesinato del arzobispo
Romero o como la redada efectuada por las fuerzas de seguridad en la oficina
de asistencia jurídica del arzobispado, con el fin de destruir las pruebas
que las implicaban en el asesinato; la destrucción y el cierre de la
universidad por el ejército, con muertos; la destrucción física
de los medios de comunicación independientes.8
Un exemplo más reciente es la enorme cantidad de mentiras
divulgadas por el gigantesco engranaje mediático controlado por los
responsables del crimen9 en la guerra contra Yugoslavia. Pondré sólo
dos ejemplos: Washington y sus aliados de la OTAN acusan a Milosevic de haber
rechazado firmar el Acuerdo de Paz de Rambouillet, pero no explican las razones
de Belgrado: aceptarlo significaba tolerar la ocupación militar de parte
de siu territorio por fuerzas de la OTAN; los noticieros, las agencias y los
analistas repiten incansablemente que la mayoría de la población
de Kossovo es albanesa, lo que no dicen es que históricamente el pueblo
servio estuvo en los orígenes de la nación y que Kossovo fue el
bastión de resistencia del pueblo servio a la invasión de los
turcos otomanos, sólo después de la segunda
guerra mundial es que los descendientes de emigrados de Albania empiezan a volverse
mayoría.10
Este control monopólico de los medios influye, por supuesto,
en los procesos electorales. De la misma forma en que se vende una mercancía
se vende un candidato. Lo que el liberalismo oculta con su planteamiento de
"un hombre un voto" es la desigualdad que existe en el momento de votar. Al
convertir la política en un mercado de ideas11 las clases dominantes
que monopolizan la manufactura del consenso12 tienen las armas para conducir
al ciudadano común hacia los partidos encargados de salvaguardar sus
intereses. El libre mercado no lleva, como se pretende hacer creer, a
la libre opinión. Como dice Benjamin Ginsberg: la mano oculta del
mercado puede ser un instrumento de control tan potente como el puño
de hierro del estado.13
Sólo esto explica que sean los partidos más conservadores
que representan los intereses de una ínfima minoría quienes hayan
logrado transformarse cuantitativamente en partidos de masas14 y que la base
social de apoyo de sus candidatos, al menos en América Latina, sean los
sectores sociales más pobres de la periferia de las ciudades y del campo.
Por otra parte, los medios de comunicación de masas concentrados
cada vez en menos manos se encargan de canalizar el pensamiento y las actitudes
dentro de los límites aceptables para las clases dominantes, desviando
cualquier reto en potencia contra ellas y las autoridades establecidas
antes de que éste pueda tomar forma y adquirir fuerza.15
Una sola condición ponen los liberales burgueses para aceptar
el juego democrático: que ellos controlen los medios para fabricar
el consenso16. Sólo en un mercado monopólicamente hegemonizado
por ideas políticas es posible, casi sin excepción, participar
y ganar siendo minoría. Lo único requerido para ello es que [esa]
minoría sea descomunalmente poderosa respecto de la mayoría
en cada área de la sociedad política y civil a la hora de
participar en la competencia. [...] De resultar ineficaces los mecanismos
para fabricar el "sentido común" y el "consenso" ciudadano,
surgiría la necesidad burguesa de acudir a otros métodos autoritarios,
fascistas17, como los que ya conocimos en Chile.
Pero estos mecanismos para facturar el consenso no sólo
existen durante las campañas electorales, comienzan mucho antes influyendo
en la vida cotidiana de la gente, a través de la familia, la educación,
los medios recreativos y culturales. Se ha comprobado que el más eficaz
y duradero "adoctrinamiento" político es el que se realiza
fuera del campo y del lenguaje político.18
Lo que hoy se nos vende como democracia -según Juan
Antonio Blanco-, es en realidad el mito democrático liberal reconstruido
desde el liberalismo a expensas de su componente democrático. El
autor no descarta que crecientes tensiones sociales en los países industriales
avanzados, debidas a fenómenos tales como el paro estructural y las corrientes
migratorias, pudiesen llevar a la democracia liberal a transformase en totalitarismo
liberal.19
2) ORGANOS PERMANENTES NO ELECTOS PARA DAR ESTABILIDAD AL SISTEMA
¿Y qué ocurre con el sistema democrático representativo
burgués en América Latina?
Lo que hoy existe son regímenes democráticos muy
diferentes a los anteriores al período dictatorial. En esos años,
el tipo de desarrollo económico y social existentes provocaban una lealtad
de masas suficientemente amplia como para dar estabilidad al régimen
democrático representativo burgués incorporando a ciertos sectores
populares a las luchas políticas. Era la época de la alianza
entre sectores obreros, aquellas franjas de las capas medias que habían
surgido bajo el alero del estado y el empresariado industrial <...>, bajo
el patrón del desarrollo capitalista en que la industria devenía
no sólo la locomotora del crecimiento económico y de la acumulación
de capital, sino también de la organización social y cultural
de la sociedad y de la organización de la lucha política dentro
de los marcos del sistema.20 Fue probablemente el fin de la larga fase de expansión
de la postguerra y la nueva y profunda crisis que comienza gestarse en ese momento,
por un lado, y el auge de la lucha de clases que ponía en peligro el
sistema de dominación vigente, por otro , lo que condujo a la instalación
de dictaduras militares en la mayor parte de los países de América
Latina. Sólo mediante regímenes de fuerza -que desarticularan
a las clases populares y a sus representantes sociales y políticos- era
posible implantar un modelo de desarrollo capitalista tan antipopular como el
modelo neoliberal. Y, por lo mismo, cuando los militares regresan a sus cuarteles
y negocian una salida democrática, esta salida no puede ser sino una
salida democrática limitada.
Se trata, como dice Franz Hinkelammert, de una democracia agresiva,
sin consenso, con extremo control de los medios de comunicación por intereses
económicos concentrados, en la cual la soberanía no reside en
los gobiernos civiles, sino en los ejércitos y, más allá
de ellos, en los organismos financieros internacionales. Se trata de democracias
controladas, cuyos controladores no están sometidos a ningún mecanismo
democrático.21
En estos regímenes de democracia limitada, restringida,
controlada o de baja intensidad, según las denominaciones
de los diversos autores, órganos de carácter permanente22,
no electivos, y, por lo tanto, no sujetos a cambios producto de los resultados
electorales, como el Consejo de Seguridad Nacional, que amplía y fortalece
el carácter autónomo de los órganos de defensa del estado,
el Banco Central autónomo del gobierno, las instancias económicas
asesoras, la Corte Suprema, la Contraloría, el Tribunal Constitucional
y otros órganos como éstos, han restringido drásticamente
la capacidad efectiva de las autoridades electas democráticamente.23
Grupos de profesionales y no de políticos son los que hoy
adoptan las decisiones o tienen una influencia decisiva sobre éstas.
Incluso en determinadas áreas esenciales, por ejemplo, la económica
y la militar, surgen instituciones que constituyen más bien la expresión
nacional de un organismo supranacional24 <el FMI, la OTAN, el Banco Mundial,
Parlamento Europeo >, con capacidad para condicionar o imponer acciones
fundamentales en el interior de los países, al margen de la opinión
de los electores.25
La aparente neutralidad y despolitización de dichos órganos
oculta una nueva manera de hacer política de la clase dominante. Las
decisiones de estos órganos se adoptan al margen de los partidos con
la consecuente mayor libertad que ello implica al no estar estos profesionales
sometidos a compromisos electorales.26 Esto permite, por una parte, enmascarar
en alguna medida el carácter de clase del aparato estatal al presentar
las decisiones como asunto de expertos ajenos a la demagogia y que aplican criterios
"científicos"; y, por sobre todo, al disminuir la importancia real de
las instituciones electivas, crear mecanismos de resolución de los conflictos
interburgueses que no apelen a la participación política de las
masas populares.27
En realidad las democracias burguesas siempre han buscado protegerse
frente a las decisiones de los dominados. Pero en los regímenes democráticos
anteriores esos mecanismos de protección aparecían como falencias
de la democracia, es decir, como procedimientos antidemocráticos, por
ejemplo, la limitación del derecho al voto o los fraudes electorales.
Y esos procedimientos eran necesarios para asegurar la elección de personas
de confianza de las clases dominantes, precisamente, porque las autoridades
estatales electas por sufragio universal tenían real capacidad para
influir en el funcionamiento del aparato de estado.28
Según el autor, eso otorgaba argumentos a la estrategia
reformista, porque si se lograba elegir a autoridades progresistas, éstas
podrían realmente realizar transformaciones sociales y políticas
de importancia, dada la real influencia de las autoridades electivas sobre
el funcionamiento del aparato estatal. ¿Dónde estaba lo ilusorio
de la estrategia reformista? En creer que las clases dominantes iban a ser consecuentes
con su discurso democrático. Pero esto no ocurrió así.
Apenas perdieron el control del gobierno, no vacilaron en recurrir a la columna
vertebral del aparato estatal: su fuerza armada apoyada directa o indirectamente
por el Pentágono, para cancelar la democracia y establecer la dictadura,
como ocurrió con Arbenz en Guatemala, Bosch en República Dominicana,
Goulart en Brasil y Allende en Chile.
La situación actual es diferente: la democracia se habría
"perfeccionado"29 porque hoy se hace más difícil la distorsión
de la voluntad del electorado en la votación debido al uso de procedimientos
de control más sofisticados gracias al empleo de las nuevas tecnologías
de la información (no es común ver los fraudes escandalosos del
pasado); pero este perfeccionamiento va acompañado simultáneamente
por drásticas limitaciones: por una parte se han perfeccionado enormemente
los mecanismos de fabricación del consenso, monopolizados por las clases
dominantes, que condicionan en un alto grado la "voluntad" del electorado y,
por otra, se ha restringido mucho la capacidad efectiva de las autoridades generadas
democráticamente como forma de establecer una protección contra
la voluntad de los ciudadanos. Al mismo tiempo que se crean condiciones para
un respeto a la voluntad popular en las urnas, se restringe el campo de acción
de esa voluntad popular al poner límites a la acción de sus mandatarios.30
Las características actuales del funcionamiento del aparato
estatal restringen enormemente las posibilidades de acción de un gobierno
de izquierda. Poco se obtiene con elegir mandatarios que expresen la voluntad
popular si ellos tienen un campo de acción tan restringido que sólo
pueden operar en el ámbito de lo insubstancial.31
A esto hay que agregar que, al mismo tiempo que se crean estos
espacios restringidos de democratización política en la cúpula,
el repliegue de los militares a los cuarteles en algunos países, particularmente
en Chile, no va acompañado por una democratización de las instituciones
situadas en la base de la sociedad (la escuela, la fábrica, el municipio,
la universidad, etcétera) [...]32
La forma en que se materializa este tipo de democracia autoritaria
depende de las peculiaridades de la historia política de cada país.
La democracia restrictiva -como dice Helio Gallardo- es el referente de una
tendencia y no existe en su forma pura. Comprende regímenes autoritarios
con respaldo electoral, constitucional y armado, como el peruano, y gobiernos
constitucionales de partido, con base electoral coalicional y vigilancia militar,
como el chileno. También, regímenes autoritarios de partido, con
un frágil o inexistente estado de derecho, respaldo militar y corporativo
y movilización de masas o clientela electoral, como en el caso mexicano.33
Por su parte, los regímenes políticos centroamericanos
surgidos de la negociación política con las fuerzas guerrilleras
o luego de un proceso revolucionario como el sandinista, aunque también
pueden calificarse de regímenes de democracia restringida, no tienen
las mismas características que el resto de los países del subcontinente.
En el caso de Nicaragua el paso al gobierno de Violeta Barrios de Chamorro se
llevó a cabo dentro del marco jurídico desarrollado por la revolución
y fue sólo bajo una enorme presión de los Estados Unidos, que
se logró contrarrestar la influencia sandinista en el ejército
y la policía. En el caso de El Salvador, los acuerdos de desmilitarización
de 1993, limitaron tanto numérica como funcionalmente el papel de la
Fuerza Armada.
Otra de las líneas de la reforma del estado que se ha comenzado
a aplicar en América Latina a partir de los ochenta, es la dislocación
territorial o descentralización de ciertos aspectos del aparato del estado.
En lo substancial consiste en reordenar territorialmente el proceso de urbanización
y de implantación de industrias y servicios, así como en entregar
a estados, regiones, provincias o comunas la responsabilidad sobre algunas tareas
de educación, salud, asistencia social, vivienda y desarrollo económico
local.34 Esta reforma persigue objetivos económicos y políticos.
Por una parte, facilitar el desarrollo del capitalismo y, por otra, fracturar
el movimiento popular y desviar su atención de las luchas globales hacia
las reivindicaciones locales. Sin embargo, quizá sea en este proceso
de descentralización donde los resultados han sido más limitados.
De hecho, es en el terreno de los gobiernos locales donde la izquierda latinoamericana
ha avanzado más en los últimos años. No sólo ha
conquistado crecientes espacios locales, sino que ha hecho de ellos, en los
casos más ejemplares, lugares privilegiados para demostrar ante la opinión
pública la posibilidad de llevar adelante políticas alternativas
al neoliberalismo, algo muy importante en momentos de crisis de paradigmas como
el actual.35
3) LA DEMOCRACIA DESMOVILIZADORA Y EL CIUDADANO ENDEUDADO
Pero eso no es todo, no sólo se trata de democracias
tuteladas, sino de democracias desmovilizadoras, como las califica
Tomás Moulián, tomando en cuenta la actual realidad chilena.36
La desmovilización popular sería el resultado de una serie de
factores que ya no estarían ligados principalmente al uso de la represión
ni a otros métodos de presión contra el movimiento popular.
El principal factor que influye en ello es el debilitamiento del
movimiento sindical que se debe tanto a los límites que le impone la
nueva legislación laboral implantada por la dictadura militar y que sigue
vigente, 37 como a la flexibilización producida a nivel de las relaciones
laborales.
Todo esto produce un aumento considerable de la inestabilidad
laboral, la indefensión de los trabajadores y el aumento de la capacidad
de control patronal. Las estrategias de mérito individual aparecen como
más productivas que las estrategias de coordinación colectiva.38
Y se ve agravado con las nuevas modalidades organizacionales de las empresas,
que buscan crear entre los trabajadores un espíritu de cuerpo y una identificación
subjetiva con el resultado de su trabajo.
Otro factor es el predominio actual de una cultura más
hedonista que ascética. Las personas le dan cada vez más importancia
a la búsqueda del confort, a la legitimación del consumo, aspectos
que el sistema de crédito fomenta. A diferencia del modelo mercado-internista,
no recurre a políticas populistas, recurre a someter al trabajador al
cautiverio de sus deudas,39 esclavo de la perpetua seducción de
objetos que se ofrecen a sus ojos como realización de la verdadera vida.
¿Qué energía participativa, movilizadora, qué capacidad
de riesgo puede tener un trabajador enfrentado tanto a la inestabilidad de su
empleo como al cumplimiento religioso del pago de sus cuotas de crédito,
cuyo incumplimiento lo transforma en un sub-hombre, alguien a quien le están
negados los sueños futuros del confort?40
Desmovilizadora también ha sido la aparición de
una izquierda neoliberalizada que ha reemplazado la creencia en el socialismo
por la creencia en el capitalismo democrático; una izquierda que
simplemente no cuestiona el sistema y que cuando se producen movilizaciones
populares las maneja con estricta lógica corporativa.
El sociólogo chileno sintetiza así su tesis: la
experiencia histórica demuestra que el mantenimiento del modelo neoliberal
no requiere de una dictadura, ni siquiera de la forma actual de una "democracia
tutelada". Requiere, eso sí, del disciplinamiento de una "democracia
desmovilizadora", con un movimiento obrero débil y corporativizado en
sus demandas, con una izquierda que contribuya a la legitimación del
sistema y con "masas" volcadas hacia el consumo y la entretención más
que hacia los asuntos públicos41.
Por su parte, Chomsky señala otro elemento de disciplinamiento
que se debe tener en cuenta especialmente en América Latina: la cultura
del terror. Según él, este factor ha domado las aspiraciones
de la gente; la gente simplemente tiene miedo. Considera que no debemos
olvidar que nuestro subcontinente recibió una buena dosis de terror
en los últimos treinta años.42
II. SOCIALISMO REAL: UNA CARICATURA DE DEMOCRACIA
Hasta aquí hemos visto las limitaciones de la democracia
liberal burguesa, pero también las experiencias socialistas soviéticas
se han caracterizado por poner en práctica democracias bastante restringidas,
sobretodo en el aspecto político-institucional. Comparto con el respetado
historiador inglés, Erich Hobsbawm, la necesidad de separar la cuestión
del socialismo en general de la práctica específica del socialismo
existente. Esta distinción nos permite afirmar que el fracaso
del socialismo soviético no empaña la posibilidad de otros tipos
de socialismos.43 Lo que sí no parece posible, ni deseable, ni necesario
es el renacimiento de aquel modelo de socialismo44.
1) DISTINCIÓN ENTRE PROYECTO Y MODELOS
Para hablar de socialismo luego de lo ocurrido con el socialismo
real me parece necesario distinguir, entonces, entre dos cosas muy diferentes:
el proyecto o propuesta socialista y un determinado modelo
de socialismo.
Pienso que lo que fue derrotado fue un determinado modelo de socialismo:
el modelo socialista soviético, y no el proyecto socialista como tal.
¿Qué proyecto mejor puede ofrecerse a la humanidad que una sociedad en
la que desaparezca la explotación del hombre por el hombre; una sociedad
donde el desarrollo de las fuerzas productivas permita eliminar la escasez,
cuidando, al mismo tiempo, la conservación de la naturaleza;una sociedad
de productores libremente asociados en que reine la libertad y la democracia
más amplia; una sociedad en que el trabajo sea repartido entre todos
para que todos puedan trabajar menos y tengan tiempo libre para su pleno desarrollo
personal; una sociedad en que las riquezas producidas en ella sean repartidas
equitativamente entre todos sus miembros? Ese proyecto de sociedad es el que
sirve de mira a nuestras luchas por un mundo mejor.
Esta distinción me parece básica, porque ¿cómo
se ha materializado este proyecto en la historia concreta del socialismo soviético?
En sociedades estatista, centralista y burocráticas donde: el pueblo
dejó de ser el protagonista y los órganos de participación
popular fueron transformándose en entidades desaparición de
las fronteras, entrevista realizada por Jim Cason y David Brooks, periódico
Masiosare, Washington, 1 de febrero 1998).
puramente formales; y donde el partido se transformó en
la autoridad absoluta, en el único depositario de la verdad, eliminándose
el debate y el intercambio de ideas, y considerándose diversionista cualquier
crítica a una política en curso.. En estas sociedades el partido
terminó por controlar todas las actividades: económicas, políticas,
culturales y, poco a poco, el gobierno democrático de los soviets fue
derivando en una dictadura del partido, responsable de verdaderas involuciones
históricas, entre ellas los horrores vividos durante el período
de degeneración stalinista.
No creemos correcto que se pretendan hacer juicios de valor apresurados
y aislados de los hechos históricos concretos que marcaron estas experiencias.
No basta tampoco con reconocer los errores cometidos, hay que conocer las causas
objetivas de estas desviaciones del proyecto inicial: sólo estudiándolas
podremos evitar en el futuro transitar por el mismo camino. Por otra parte,
sin analizar la forma que adopta la lucha de clases en esos países, y
fundamentalmente la contraofensiva contrarrevolucionaria mundial que se produjo
desde los inicios del nuevo experimento social y que fue adoptando diferentes
formas en el transcurso del tiempo, no podremos entender lo ocurrido.
2) SOLUCIONES COYUNTURALES SE TRANSFORMAN EN LEYES
Veamos muy esquemáticamente cómo ocurrieron las
cosas. Pienso que el primer desafío teórico y práctico
que Lenin y los bolcheviques debieron enfrentar, fue empezar a construir el
socialismo en un país atrasado, semifeudal, con un proletariado muy minoritario.
Marx y Engels habían planteado que el socialismo se daría en países
altamente desarrollados. Y a éste se agrega otro desafío: el tratar
de empezar a construir el socialismo sin el apoyo de los países avanzados.Ni
Lenin ni los bolheviques habían pensado comenzar a construir el socialismo
en un solo país.45 Todos ellos consideraron que la revolución
mundial, o al menos en algunos de los países más adelantados,
estaba muy cercana y que la revolución rusa sólo se había
adelantado a la ola revolucionaria mundial. Mientras ésta venía
había que defender esa primera antorcha socialista. Ninguno de ellos
imaginó jamás que la revolución rusa iba a quedar sola.
Toda su estrategia inicial para construir el socialismo estuvo basada en la
colaboración que pronto recibirían de las triunfantes revoluciones
en los países desarrollados. Se pensó que con su ayuda se podrían
resolver los problemas técnicos y económicos que planteaba el
atraso ruso. La solidaridad de los países socialistas de Europa avanzada
podría ofrecer a la Rusia post-zarista de entonces los medios para superar
su inmenso atraso.
Pero eso no ocurrió. En 1921 ya estaba claro para Lenin
que la revolución mundial no venía, que se había establecido
un extraño equilibrio de fuerzas y que, aunque desde el punto de vista
técnico las fuerzas militares del nuevo estado revolucionario eran mucho
más débiles que las fuerzas de la coalición imperialista
que luchaba en su contra, se había establecido un cierto equilibrio de
fuerzas. Si bien la revolución mundial no triunfó, la clase obrera
que conformaba la tropa de los ejércitos de los países capitalistas
no estuvo dispuesta a aplastar al primer estado proletario. Sin esa situación
en las tropas enemigas, jamás se hubiese podido sostener el naciente
estado socialista.
La guerra había terminado, al menos temporalmente, pero
el país estaba en ruinas. Su situación era aún mucho peor
que en octubre del 17. La intensa guerra civil había destruido todavía
más las fuerzas productivas, las fábricas estaban cerradas por
falta de materias primas, el hambre azotaba las ciudades, era necesario mandar
a los escasos obreros que sobrevivieron -miles y miles murieron en la guerra
civil- al campo para que pudieran subsistir. La situación eran tan catastrófica
que Lenin se ve obligado a emplear las reservas en oro, destinadas inicialmente
al desarrollo industrial del país, a la compra de alimentos para conservar
al menos la fuerza de trabajo. Esa era la situación de la URSS en 1921.
Una revolución proletaria con una clase obrera casi desaparecida y un
partido exclusivamente de cuadros.
Entonces aparecieron las voces derechistas que decían:
"No debieron ustedes tomar el poder. Es imposible construir el socialismo con
ese lamentable desarrollo de las fuerzas productivas". En ese momento se plantea
la alternativa de abandonar el poder y retornar al capitalismo, como lo planteaban
sectores socialdemócratas europeos de aquella época, o aprovechar
el poder popular conquistado para avanzar, lentamente, paso a paso, mediante
un repliegue estratégico muy riesgoso, pero el único posible según
el criterio de Lenin46, en la construcción de los cimientos materiales
de la nueva sociedad, tratando de ahorrar al pueblo el sudor y lágrimas
de lo que significaría un regreso al capitalismo.
Esa salida, que fue la adoptada por los bolcheviques, implicaba
que su partido asumiera durante algún tiempo la representación
de la clase obrera, prácticamente inexistente en ese momento, y que se
empleara una conducción muy centralizada para poder hacer frente a la
reconstrucción acelerada del país en ruinas, obligado también
a prepararse para una posible guerra, pues se sabía que la paz lograda
era muy inestable.
De la colecta forzosa de alimentos de la etapa del comunismo de
guerra, se pasa a la Nueva Política Económica, más conocida
como NEP, que buscaba un desarrollo autosostenido basado en los intereses de
las dos clases principales: el proletariado y el campesinado.
Pero una vez desaparecido Lenin, en lugar de debilitarse el estado
se fue fortaleciendo y terminó sustituyendo a la clase y englutiendo
al partido. Los soviets -figura política que adopta inicialmente la democracia
popular en Rusia- fue perdiendo su empuje inicial hasta transformarse en algo
meramente formal. Desaparece la autogestión obrera y la democracia dentro
del partido. Y el gran ausente de todo este proceso fue el pueblo como protagonista
efectivo de la nueva sociedad que se construía en su nombre. Desde comienzos
de los años treinta se inicia un período negro: el período
stalinista, en que el proceso pasa a una etapa de verdadera degradación:
colectivización forzosa de la agricultura, represión de masas
en el campo, trabajo forzado, eliminación física de los principales
cuadros históricos del partido y de los mejores cuadros militares.
Si analizamos la historia de la revolución rusa comprobamos,
sin embargo, que existen circunstancias concretas que explican la puesta
en práctica de una serie de medidas que modifican el proyecto socialista
inicial: catastrófica situación económica, agresión
contrarrevolucionaria, debilidad de la clase obrera, no avance de la revolución
en los países desarrollados de Europa, preparación para la guerra,
la propia guerra, etcétera. Estas circunstancias no justifican, por supuesto,
los horrores que se llegaron a cometer.
Todo esto llevó a dejar de lado el pluripartidismo inicial
para transformar al partido comunista en el único partido de la revolución;
por otra parte, el estado, en lugar de debilitarse, se fue fortaleciendo cada
vez más hasta engullir al partido.
Pero lo grave fue que estas cosas que podían ser consideradas
"defectos"47 de una construcción histórica concreta de socialismo,
se transformaron en las famosas "regularidades" de los manuales soviéticos
o leyes del socialismo.
3) EXITOS INICIALES Y CRISIS ESTRUCTURAL
Tendríamos que preguntarnos cómo fue posible que
durante tantos años la izquierda no haya descubierto las debilidades
de ese socialismo. Y para ello también hay razones históricas48.
Hay que recordar que este modelo de desarrollo tuvo éxitos espectaculares
en la URSS: en los años de preguerra se realizó la industrialización
y se superó la producción industrial de la Rusia zarista en más
de doce veces, con lo que este país se transformó en el segundo
estado industrial del mundo, sin la ayuda de nadie y con los esfuerzos y
sacrificios propios. Hacia 1948 se había conseguido recuperar el
nivel de preguerra en un país donde la destrucción por la guerra
había sido inmensa. A comienzos de los sesenta había logrado la
paridad militar estratégica con los Estados Unidos y veinte años
después un desarrollo industrial equivalente al setenta por ciento del
alcanzado en los Estados Unidos. Por otra parte, no hay que olvidar el papel
destacado jugado por la URSS en la derrota del fascismo y el hecho de que eso
permitió, junto a su política exterior de aquella época,
la potenciación de la lucha anticolonial y las victorias de las revoluciones
argelina, cubana y vietnamita.
Pero, volviendo al aspecto económico, según el historiador
soviético, Kiva Maidanik, este sistema de desarrollo económico
centralizado alternativo al desarrollo capitalista clásico, en líneas
generales, dio resultados positivos entre el 1925 y 1960 por varias razones.
En primer lugar, porque existía la absoluta necesidad objetiva de concentrar
lo poco que tenía la URSS para realizar un salto enorme -no hay que
olvidar ni las perspectivas de la guerra en los años treinta, ni tampoco
la amenaza atómica en los cuarenta-cincuenta; en segundo lugar, porque
había entusiasmo y espíritu de sacrificio en las masas producto
de la revolución, de las transformaciones sociales; en tercer lugar,
porque en los años veinte-treinta existían dirigentes abnegados,
forjados, no por el sistema mismo, sino por la revolución; en cuarto
lugar, porque la estructura productiva era relativamente reducida, lo que
permitía dirigirla totalmente desde un centro; en quinto lugar, porque
el progreso científico técnico se desarrollaba poco a poco,
en la forma de innovaciones dispersas que pudieron ser controladas y absorbidas
desde arriba; en sexto lugar, porque entonces las necesidades populares
de consumo no estaban muy desarrolladas, no eran demasiado sofisticadas ni variadas.
Pero ya en los años sesenta se hicieron evidentes sus defectos:
poca flexibilidad, escasa capacidad de maniobra y de incentivación de
los de abajo [...].49
A partir de esa década, este modelo de producción
extensiva, basado en la existencia de materia prima y fuerza de trabajo en abundancia,
empezó a declinar: el ritmo de crecimiento desminuyó -al decir
de Erich Hobswaum, la economía avanzaba al paso de un buey cada vez
más cansado50-y por primera vez fue inferior a algunos países
del capitalismo avanzado; la mano de obra y los recursos naturales empezaron
a escasear; el exceso de centralismo y falta de flexibilidad impedían
que la revolución científico-técnica rindiera todos sus
frutos. Mientras tanto el capitalismo, a pesar de sus crisis estructurales,
se depuraba de todo lo obsoleto y se desarrollaba a pleno vapor.
Todo esto comenzó a traducirse en lo interno en un comienzo
de deterioro en todos los terrenos y niveles de la sociedad soviética,
incluyendo las condiciones de vida del pueblo, lo que, según Maidanik,
habría minado la confianza en el socialismo más que cualquier
otra cosa. En el plano externo, esto empezó a traducirse en una peligrosa
tendencia al desbalance militar, con todos los riesgos que ello implica.
Se trata de lo que podríamos llamar la primera crisis estructural
del socialismo, que resultó fatal en la mayoría de las sociedades
que se atribuyeron ese nombre51, pero que no tendría por qué
haberlo sido.
En este sentido es importante tener en cuenta que el capitalismo
-que se fue constituyendo a lo largo de siglos: sólo desde la primera
revolución industrial, en que se inicia la forma ampliada de desarrollo
capitalista, hasta la revolución científico-técnica actual,
transcurren más de dos siglos- ha sufrido varias crisis estructurales
.
Al respecto tenemos que reconocer que muchos marxistas cayeron
en una visión muy simplista en relación con la evolución
del capitalismo y, consecuentemente, del socialismo. Desde la época de
Lenin se planteaba la crisis del capitalismo como algo lineal. Se pensaba que
el capitalismo estaba en sus últimos estertores, que pronto desaparecería
del mapa. Existía un pensamiento muy evolucionista, muy mecanicista respecto
a los procesos de cambio: se establecía una secuencia un tanto mágica
entre crisis económica, situación revolucionaria y revolución.
Esto avalaba una tendencia a esperar con las manos cruzadas la llegada de la
revolución. La historia nos ha demostrado que el capitalismo ha pasado
por varias crisis estructurales y no ha desaparecido. Las crisis, por lo tanto,
no tienen una salida única, existe la alternativa de una salida revolucionaria
o de una salida reformista. La primera se da cuando existen condiciones subjetivas,
es decir, una fuerza conductora del cambio capaz de aglutinar al pueblo en torno
a un proyecto revolucionario y junto a éste aprovechar la crisis para
tomar el poder del estado y solucionar la crisis, empezando el camino de la
construcción de una nueva sociedad más humana y más justa.
La segunda se da cuando no existen estas condiciones subjetivas y las fuerzas
burguesas tienen espacio para elaborar una alternativa reformista de salida
a la crisis, es decir, un nuevo modelo de desarrollo capitalista que supere
las condiciones que generaron esa crisis. Ese ha sido el camino seguido por
todos los países desarrollados hasta ahora.
La nueva situación que se creó en los países
socialistas nos ha hecho pensar que el concepto de crisis estructural, hasta
ahora aplicado sólo al capitalismo, puede y debe ser aplicado también
al socialismo. En éste sistema también puede darse una salida
revolucionaria de la crisis, que aunque pueda implicar pasos de repliegue temporal,
esté orientada hacia la construcción del socialismo, o una salida
contrarrevolucionaria de regreso al capitalismo. Tampoco se puede descartar
que en los países socialistas se lleguen a producir estallidos sociales
que conduzcan a guerras civiles.
Otro elemento que hay que tener en cuenta es que la forma que
adopte la transición al socialismo en cada país tiene mucho más
que ver con la forma en que se de la lucha de clases en ese país y a
nivel mundial y de las correlaciones de fuerzas que se creen en ambos planos,
que con los programas elaborados por los líderes de esos procesos.52
Como dice Helio Gallardo, socialismo nunca ha surgido espontáneamente
desde las miserias del capitalismo y descansa en una acción de
resistencia social que exige un sujeto humano y en la capacidad y voluntad de
este sujeto para materializar efectivamente su resistencia en términos
de lucha social y política.53
Si algo hemos aprendido de la caída del socialismo en Europa
del Este y en la URSS es que éste no puede construirse sin la maduración
política de los oprimidos y esto no se logra sin la elevación
de su conciencia (espíritu) y la creación de una organización
independiente.54
El socialismo no surge, por lo tanto, de una evolución
natural, sino de una movilización histórico-social determinada,
no es fruto de un proyecto hecho en los escritorios de los dirigentes, sino
que nace como resultado de una práctica intelectual, pasional, protagonizada
por sectores sociales históricamente revolucionarios.55
III. EL SOCIALISMO POR EL QUE LUCHAMOS: LA DEMOCRACIA MÁS
RADICAL.
1. UN PROYECTO SOCIAL ESENCIALMENTE DEMOCRÁTICO
El socialismo que defendemos y por el que lucha la izquierda más
consecuente es un proyecto social esencialmente democrático, y debido
a esto, para ella la lucha por la democracia es inseparable de la lucha por
el socialismo.
Pero ¿qué entender por democracia?
Creo que las diferentes definiciones de democracia pueden nuclearse
en torno a tres aspectos fundamentales: el problema de la representatividad
y los derechos ciudadanos o democracia política; el problema de igualdad
social; y el problema de la participación o protagonismo del pueblo.
El primer aspecto, el de la democracia política o
democracia representativa se refiere fundamentalmente al régimen
político y pone el acento en la libertad de elegir gobernantes y en los
derechos civiles de todos los ciudadanos. Esta democracia, que se autoproclama
gobierno del pueblo, puede ser, y de hecho así ocurre en el caso de la
democracia burguesa, una democracia que favorece a los sectores minoritarios
de la población, por eso algunos la llaman democracia representativa
o formal, ya que en nombre de ese pueblo se favorece sólo a una minoría.
En ella existen ciudadanos de primera y de segunda categoría.
El segundo aspecto se expresa en la democracia real, sustancial
o social, cuyo propósito fundamental es la búsqueda de la
solución a los problemas más sentidos por la población:
pan, tierra, trabajo, educación, vivienda, todas cosas que permiten avanzar
hacia una sociedad más igualitaria. En la práctica esta forma
de democracia puede ser ejercida por un sistema político que no funcione
a la manera tradicional de la democracia representativa en occidente.
Y el tercer aspecto se expresa en la democracia participativa.
Considero que el proyecto de sociedad de la izquierda: el socialismo, debe combinar
estos tres tipos de democracia. Además de poner en práctica transformaciones
sociales profundas que tiendan hacia una igualdad social cada vez mayor (democracia
real o social), no puede prescindir de un sistema de representación ciudadana.
No se trata -como dice Sánchez Vásquez- de propugnar
la abolición de la democracia representativa, o participación
delegada, en nombre de una participación directa, que lejos de excluirla
vendría a complementarla y enriquecerla.56
No se puede gobernar sin delegar las tareas de gobierno en representantes
del pueblo. La democracia directa es viable a nivel local, en comunidades pequeñas,
pero no puede ser ejercida a nivel nacional, salvo en casos muy excepcionales
(plebiscito, referéndum).
Por ello estimo valiosas todas las reflexiones que se refieren
a los aspectos técnicos de la representatividad, o lo que yo denominaría:
"la técnica de la representatividad", que buscan asegurar una representatividad
real y un sistema de control de los representantes por los electores. Estimo
que la izquierda debe preocuparse de que las corrientes minoritarias estén
representadas y protegidas a nivel del estado siempre que no atenten contra
los intereses nacionales, por supuesto.
Me parece que la nueva sociedad debe tener también instrumentos
para defenderse de la demagogia de las campañas electorales burguesas
en que se promete todo y se cumple muy poco o nada, y por ello debe plantearse
como un principio básico de esa representatividad la búsqueda
de mecanismos de revocabilidad para poder sustituir a los representantes cuando
éstos han dejado de cumplir el mandato de sus electores.
A esto debe unirse también la necesidad de poner limitación
a los mandatos otorgados por el propio pueblo, para evitar lo que ha ocurrido
en la mayor parte de los países socialistas -mandatos casi de por vida-,
algo absolutamente extraño al pensamiento de los clásicos del
marxismo que veían la función burocrática como algo transitorio
debido a su carácter rotativo.
Limitar los mandatos implica evitar el trauma que significa remover
a un cuadro dirigente de su cargo: trauma moral, familiar, social, porque toda
remoción, al no estar contemplada en ningún reglamento, es vista
como una sanción.
Pero quiero aclarar que toda norma puede tener excepciones. Este
es el caso, por ejemplo, de Fidel Castro en Cuba. Es difícil encontrar
en la historia un líder con tanto carisma y capacidad de conducción,
y sobretodo de unificación de voluntades. Un dirigente que jamás
ha claudicado en cuestiones de principios; que ha sido capaz de decir al más
poderoso imperio del mundo lo que estima conveniente sin tapujos, cuando el
resto de los presidentes latinoamericanos no se atreven a hacerlo por la dependencia
de sus países de los Estados Unidos. Es un orgullo nacional para los
cubanos y yo creo que es un orgullo para los latinoamericanos y para los revolucionarios
de todo el mundo. Eso por un lado. Por el otro, es un líder muy ligado
a su pueblo; la mayor parte de éste confía plenamente en él.
1161c. Hay que entender también que la magnitud de los
problemas que Cuba debe enfrentar, sobretodo después de la desaparición
de la URSS, dificultan el relevo. En circunstancias tan complejas, ¿cómo
renunciar a un lider experimentado, excepcionalmente calificado, capaz de resolver
con mucho más agilidad, visión y rapidez los problemas que se
le plantean al país? ¿Cómo renunciar a esa fuerza telúrica,
como la calificara el Che?
1161d. Se trata de una excepción que confirma la regla,
porque si bien se resuelven problemas en lo inmediato, la apabullante personalidad
de Fidel inhibe un poco el surgimiento del nuevo liderazgo. Pienso que la dirección
de la revolución tiene plena conciencia de ésto y está
seriamente empeñada en preparar el relevo de cuadros que necesita.
Pero lo más característico del socialismo debe ser
la puesta en práctica de una democracia participativa, donde el pueblo
sea el verdadero protagonista de la construcción de la nueva sociedad;
donde se estimule y se respeten todas las formas de autorganización popular,
sin intentar someterlas al partido o al estado.
El socialismo como proyecto no puede entonces separarse de la
democracia, no puede sino ser la mayor expresión de la democracia y una
expansión enorme de ésta en relación con la limitada democracia
burguesa.
La bandera de la democracia es de la izquierda y no de la burguesía,
que se apoderó de ella aprovechándose de las deficiencias que
en este sentido tenían los países socialistas.
2. CONCEPTO DE DICTADURA DEL PROLETARIADO
Según mi opinión, algunos sectores de izquierda,
al expresar su justa lucha contra todo sistema dictatorial, han puesto en entredicho
una de las piedras angulares del marxismo: la dictadura del proletariado.
En este tema considero que los marxistas se han puesto a la defensiva
y que muchas veces al repudiar la expresión dictadura del proletariado
con toda razón, lo que han hecho es poner en cuestión el eje del
planteamiento marxista acerca del estado. Según Jon Elster, la "dictadura
del proletariado" es una frase que ha adquirido un sentido ominoso probablemente
desconocido para Marx y sus contemporáneos. La dictadura en su época
y en su obra no era incompatible con la democracia.57
1) ABANDONAR LA PALABRA
Creo que aquí hay que aclarar muy bien las cosas para que
podamos entendernos. Yo creo que la expresión dictadura del proletariado
debe ser abandonada, porque las palabras sirven para comunicarse y cuando se
usa un término y nadie entiende lo que se está diciendo o entienden
una cosa diferente de lo que se pretende expresar, ¿qué sentido tiene
usarlo? Para emplear una imagen, cuando se le habla a la gente del líquido
para beber se utiliza el término agua, no se habla de H2O; de la misma
manera, no tiene ningún sentido utilizar el término dictadura
del proletariado en el discurso político, y mucho menos cuando en nuestras
experiencias más recientes en América Latina, lo que hemos visto,
lo que el pueblo conoce, son dictaduras militares. ¿Cómo vamos a decirle
nosotros a ese pueblo que no ha estudiado marxismo, que no tiene conocimientos
científicos: "Compañeros, venimos a ofrecerles una nueva dictadura,
sólo que ahora es la dictadura del proletariado"?
2) REIVINDICAR SU CONTENIDO TEÓRICO
Pienso, entonces que debemos abandonar el término, pero
¿significa eso abandonar el contenido teórico al que apuntaba ese término
en Marx, Engels y Lenin? Antes de responder a esta pregunta me parece importante
tratar de desentrañar cuál era el sentido en que ese término
fue usado por ellos. Y pienso que es importante empezar por decir que estos
autores valoraban enormemente la democracia. Que para ellos el socialismo era
un régimen de democracia casi completa, es decir, para 9/10
de la población: una democracia para los pobres, a diferencia
de la democracia burguesa, una democracia para una minoría: democracia
para los ricos y para una pequeña capa del proletariado.
3) DESARROLLAR LA DEMOCRACIA: TAREA REVOLUCIONARIA
Por eso es que Lenin plantea que desarrollar la democracia
hasta sus últimas consecuencias es una tarea revolucionaria fundamental
y está convencido que la democracia ejercerá una influencia
positiva sobre la vida económica del país, acelerará
su transformación.58
Pero ¿por qué no una democracia completa, cuando esta es
la meta a la que ambos aspiran? La respuesta a esta pregunta es lo que nos permite
entender el sentido preciso en que Marx y Lenin usan este término. La
democracia no es completa en el socialismo, responde Lenin, porque está
limitada por el aplastamiento violento de la resistencia de los ricos.59
El uso de la fuerza es lo que define al estado según Marx y Engels, y
Lenin en El estado y la revolución desarrolla esta idea extensamente;
es a ese uso de la fuerza a lo que denominan dictadura. Según ellos,
aun las democracias burguesas más representativas, es decir, más
democráticas, son dictaduras burguesas, porque expresan la supremacía
o dominio de la clase burguesa, es decir, son los intereses de su
clase los que se imponen al resto de la sociedad. Ningún político
burgués, por supuesto, va a hacer campaña política levantando
la bandera de la dictadura de la burguesía, tratará, por el contrario,
de hacer creer que su sistema expresa los intereses de todos los ciudadanos
y es el más democrático del mundo.
De la misma manera, la democracia socialista más amplia,
aquella de la que participan esas nueve décimas partes de la población
que mencionábamos anteriormente, para que pueda reflejar los intereses
de la mayoría del pueblo, debe limitar necesariamente la realización
de los intereses de quienes se oponen a que se adopten esas medidas en beneficio
del pueblo. Las sociedades concretas no son sociedades en el aire donde todos
los intereses coinciden. Hay que tener en cuenta que la sociedad está
compuesta de intereses contradictorios y evidentemente para que una sociedad
de mayorías populares pueda funcionar deberá emplear mecanismos
que le permitan someter esa minoría a los intereses de la mayoría.
Y aquélla sólo se somete cuando se la presiona. Esa es la ley
de la historia; Si no se practicara la fuerza contra los opositores - y es a
eso a lo que Marx y Lenin denominan dictadura del proletariado- se estaría
yendo en contra del propio concepto de democracia, se estaría irrespetando
a la mayoría.
Si llegase el día en que la minoría se sometiese
voluntariamente a los intereses de la mayoría popular en el poder, podría
reinar de inmediato una democracia sin límites. Esta no es una ocurrencia
mía, es el propio Lenin el que lo dice. Los límites no los impone
el pueblo, los impone la propia actuación del enemigo.
La dictadura del proletariado es teóricamente, por lo tanto,
la otra cara de la democracia popular más amplia, es decir, del derecho
a imponer que se respeten los intereses de la mayoría. Si no se practicara
ese derecho contra los opositores se estaría yendo en contra del propio
concepto de democracia, se estaría irrespetando a la mayoría.
4) NO SIGNIFICA TEÓRICAMENTE IRRESPETO A LAS LEYES. ESTADO
DE DERECHO Y DE DERECHAS
Dictadura del proletariado no significa, por lo tanto,
el irrespeto de las leyes que el pueblo se ha dado, es decir, no implica
el rechazo a un régimen de estado de derecho, aunque citas de Lenin alejadas
de su contexto pudiesen tener esa lectura, sino el ejercicio de ese estado
de derecho contra la minoría que se opone a los cambios democráticamente
decididos.
Pero no hay que confundir, como alguien decía, estado de
"derecho" con estado de "derecha". La burguesía que aboga con tanta pasión
por el respeto del estado de derecho cuando es su estado de derecho,
pone trabas inmensas cuando las fuerzas progresistas y revolucionarias pretenden
modificar ese estado de derecho buscando reformas de la constitución
que permitan una mejor expresión de los intereses populares, como ocurre,
por ejemplo, hoy en la Venezuela, de Hugo Chávez.
5) TIPO DE ESTADO Y FORMA DE GOBIERNO
Por eso que aunque Marx no haya desarrollado una teoría
del estado con la profundidad que el tema lo requería, me parece que
no podemos echar por la borda algunos de sus aportes que, a pesar de su aparente
simplicidad, son claves para entender cómo funciona el estado, entre
ellas la distinción marxista entre tipo de estado y forma de
gobierno. El tipo de estado responde a la pregunta: ¿a qué intereses
(o a los intereses de qué clase) sirve ese estado? La forma
de gobierno responde a la pregunta: ¿de qué manera se logran materializar
esos intereses: a través de un régimen dictatorial: autocracia,
despotismo, fascismo, dictadura militar; o a través de un régimen
democrático con todas sus variantes: monarquía, república
parlamentaria, república presidencialista? Me parece que es importante
comprender que cuando los clásicos hablan de dictadura del proletariado
están pensando en un tipo de estado y no en una forma de gobierno. Pero,
aceptando la necesidad del uso de la fuerza por parte del pueblo contra la minoría
que no se decide a perder sus privilegios, ¿por qué dictadura del proletariado
y no dictadura popular? Pienso que esto se debe a que Marx está pensando
en un tipo de estado de una sociedad capitalista desarrollada que pasa al socialismo,
por lo tanto, de una sociedad en la que existirían fundamentalmente burgueses
y proletarios, de ahí que Marx hable de dictadura de la burguesía
o de dictadura del proletariado, sin matices.
Aceptando el análisis marxista para dar cuenta del carácter
del estado en la nueva sociedad socialista que nos proponemos construir, pienso
que el término más adecuado para referirnos a él sería
el de estado con hegemonía popular. De esta manera evitamos los
equívocos propios del término dictadura y, por otro, nos permite
reflejar mejor el sujeto social actual de la revolución en América
Latina que abarca muchos otros sectores sociales además de la clase obrera.
IV. EL PARTIDO UNICO: ¿ALGO ESENCIAL AL SOCIALISMO?
1) LENIN NO PLANTEÓ EL PARTIDO ÚNICO COMO DOGMA
Respecto a polémico tema del partido único, me parece
importante empezar por recordar que Lenin, el inspirador de la mayor parte de
estos partidos y de nuestros partidos revolucionarios en América Latina,
no pretendió fabricar una fórmula universal de partido. Por el
contrario, tanto teórica como prácticamente él sostuvo
la necesidad de que la organización política revolucionaria se
adaptara a cada país. Entendía que el partido era un instrumento
y no un fin, un instrumento de carácter organizativo para
conducir al movimiento revolucionario a la toma del poder y a la construcción
del socialismo en un determinado país. Muchos revolucionarios olvidan
el carácter instrumental del partido y se dedican a perfeccionar
el instrumento, olvidándose de que es su objetivo la conducción
de las masas.
Quizás sea importante señalar también en
este sentido que Lenin no critica el modelo del partido socialdemócrata
europeo de comienzos de siglo, lo que sostiene es que ese modelo es apto para
Europa occidental, donde las formas democrático burguesas prevalecen
y esos partidos tienen espacios legales donde desenvolverse, pero no para la
Rusia zarista, estado autocrático, represivo, con mínimos espacios
legales.
No debemos tampoco olvidar que la concepción de partido
único no es una concepción leninista.60 Lenin planteó la
democracia de los soviets como la forma ideal de estado de la nueva sociedad.
Y en estos soviets participaban diversos partidos: los socialistas revolucionarios
de izquierda y de derecha, los mencheviques, los anarquistas. Lenin como marxista
sabía que los partidos son la representación política de
diferentes clases o sectores de clases. Era, por lo tanto, natural que aceptara
que en una sociedad donde no se habían eliminado las clases, existieran
diferentes expresiones políticas o partidos.
A tal punto valoró Lenin el pluripartidismo que, a pesar
de que los bolcheviques arrasaron en las elecciones de octubre de 1917 en los
soviets, éste insistió en formar un gobierno de coalición
con los socialistas revolucionarios, es decir, un gobierno que reflejara la
alianza de clases obrero-campesina, la base social fundamental del nuevo poder.
Fue la historia concreta, es decir, la forma en que se dio la lucha de clases
en dicha revolución lo que llevó a la existencia de un solo partido.
Y este hecho histórico propio de la revolución rusa, fue luego
transformado en una de las tantas regularidades que había que seguir
como ley -según los manuales soviéticos- si se quería hablar
de construcción del socialismo. Se llegó así a caer en
el absurdo de introducir en la constitución de muchos países socialistas
un artículo en que se decreta que el Partido Comunista es la vanguardia
de la clase obrera y el que dirige la construcción del socialismo, como
si la condición de vanguardia se pudiese definir por decreto.
Resumiendo, la existencia de varios partidos o de uno solo no
es una cuestión de principio, no es un dogma, depende de la forma concreta
que adopta la lucha de clases en cada lugar, que no es ajena a la lucha de clases
a nivel internacional.
No debemos caer ni en el fetichismo del pluralismo, ni en el fetichismo
del partido único. Hay tipos de pluripartidismo que son puramente formales.
Eso ocurre cuando hay dos partidos diferentes con un programa muy similar, como
es el caso de los partidos Republicano y Demócrata en los Estados Unidos.
Pero esto no quiere decir que esto sea siempre así. Existen formas de
pluripartidismo en que los diferentes partidos realmente reflejan distintos
intereses de clase como sucede en muchos países europeos y de América
Latina. De igual modo el partido único que ha sido un instrumento valioso
en algunos países socialistas puede derivar, si de él se excluye
el debate intenso y toda forma de control popular sobre sus militantes, como
ha ocurrido en los países socialistas del Este, en una dictadura del
partido. Allí el partido perdió su carácter instrumental
para volverse un objetivo en sí mismo, desvinculado totalmente de las
masas.
2) EL PARTIDO ÚNICO EN CUBA
¿Y qué pensar del tan debatido tema del partido único
en Cuba? Lo primero que debemos tener en cuenta es la realidad histórico-social
que existe en ese pequeño país a 90 millas del imperio más
poderoso del mundo, y qué estructura política e instrumentos de
conducción ella requería para llevar adelante su lucha por la
liberación nacional y por el socialismo.
Es preciso empezar por aclarar que el Movimiento 26 de Julio,
la organización que condujo el proceso revolucionario a la victoria,
fue una organización política creada por Fidel y un grupo de revolucionarios
cubanos que no se inspiraron en los partidos comunistas clásicos,
sino en las ideas organizativas de Martí. José Martí, prócer
cubano que luchó por independizar a Cuba de España, comprobó
que los patriotas no lograban sus objetivos libertarios -Cuba fue el último
país de América Latina que alcanzó su independencia-, porque
existía desunión entre las fuerzas independentistas. Estas divisiones
no eran sólo divisiones en el terreno político, sino también
entre quienes hacían política y quienes empuñaban las armas.
Para superar este problema, concibió la idea de reunir en un solo haz
a todas las fuerzas dispuestas a luchar por la independencia de su país
y, al mismo tiempo, de Puerto Rico.
Martí, quien vivió largos años en Estados
Unidos y afirmara: "Viví en el monstruo y conozco sus entrañas",
había previsto -mucho antes de que Lenin elaborara su teoría del
imperialismoque una vez liberadas las últimas colonias del dominio español,
la futura potencia imperial caería sobre América Latina con gran
fuerza y que, por lo tanto, era necesario crear un muro de contención
en las Antillas que impidiera la expansión de los Estados Unidos hacia
el sur.
Surge así la idea del Partido Revolucionario Cubano, con
una concepción no de partido clasista, sino de partido-frente: el partido
de la nación cubana. Este pretendía agrupar a todos los patriotas
cubanos -sean cuales fueran los sectores sociales que ellos representaran- en
una sola organización política que superase los errores y divisiones
del pasado.
Años más tarde Fidel, a pesar de tener una concepción
marxista de la política, no ingresa al Partido Socialista Popular, nombre
que había adoptado el Partido Comunista, sino en el Partido Ortodoxo,
que representaba a la pequeña burguesía radical antimperialista,
y desde allí comienza a conformar el núcleo inicial del Movimiento
26 de Julio, inspirado en la concepción martiana de partido.
De igual manera, para implementar la guerra de guerrillas recoge
las tradiciones de lucha de su pueblo: esta forma ya había sido empleada
por los esclavos que huían de las plantaciones y se iban a refugiar a
la sierra y había sido retomada por los mambises en su lucha contra el
ejército español.
Fuertemente insertado en las tradiciones nacionales y en el pensamiento
martiano, el Movimiento 26 de Julio conducido por Fidel -levantando un programa
que reflejaba los intereses de todos los sectores oprimidos- logra hegemonizar
a amplios sectores populares y luego, en la medida en que va constituyéndose
en una real alternativa de poder contra la dictadura, también logra atraer
a sectores burgueses en la lucha contra Batista.
Fidel, desde un comienzo, tenía claro que era importante
unificar a todos los revolucionarios. Y consecuentemente con esto, hace esfuerzos
por obtener acuerdos unitarios con las otras fuerzas de la izquierda cubana:
el Partido Socialista Popular (PSP) y el Directorio Revolucionario, logrando
que antes de realizar el desembarco del Granma, se dé a conocer un manifiesto
conjunto con el Directorio Revolucionario. Posteriormente, pocos meses antes
del triunfo, algunos cuadros del PSP se integran a la lucha guerrillera. Y una
vez logrado el triunfo, es importante apuntar que los comunistas cubanos tienen
el gran mérito histórico de haber reconocido el liderazgo indiscutido
de Fidel. Hay otros partidos comunistas que no han sido capaces de realizar
este gesto. En el caso de Nicaragua, por ejemplo, algunos partidos marxistas
no fueron capaces de reconocer el liderazgo sandinista y continuaron luchando
contra el FSLN después del triunfo: prefirieron aliarse con la burguesía
representada por la UNO antes que apoyar al FSLN en los últimos comicios
electorales. Pero en Cuba no sólo hubo un gesto del PSP, sino también
de Fidel. El máximo dirigente cubano, adoptando después del triunfo,
una posición patriótica y antisectaria dejó de pertenecer
-según sus propias palabras- al M-26 de Julio y adoptó como suya
la bandera de la revolución, que era algo mucho más grande que
su organización político-militar, porque en ella participaba todo
el pueblo. En lenguaje popular: Fidel abandonó la camiseta del partido
y se puso la de la revolución.
Nos parece también importante recordar, por otra parte,
que inmediatamente después del triunfo en Cuba ya no existían
partidos burgueses. Sus dirigentes se habían ido a Miami durante la dictadura
de Batista o inmediatamente después de su derrocamiento.
En esas circunstancias, cuando la lucha contra Batista había
concluido en forma exitosa, pero ya comenzaba a iniciarse una guerra más
larga y dura: la lucha contra el imperialismo -prevista y anunciada por Fidel
cuando estaba en la Sierra, en carta a Celia Sánchez-, cobra mayor importancia
la idea martiana de agrupar a las fuerzas revolucionarias en un solo partido.
En ese momento existían tres organizaciones políticas opositoras
importantes: el PSP, el Directorio y el M-26 de Julio.
Fidel sabía que cualquier fisura que pudiese darse en las
filas del pueblo podía permitir al imperialismo empezar a horadar esa
revolución desde adentro. De ahí que, a medida que la lucha contra
los Estados Unidos se acrecienta, se acentúe también su esfuerzo
por lograr dar una estructura única a los tres partidos señalados.
El primer intento fue la formación de las Organizaciones Revolucionarias
Integradas (ORI), dos años después del triunfo de la revolución.
Ernesto Che Guevara cuenta que pensaron en un organismo ligado
a las masas, formado por "cuadros estrictamente seleccionados" y en una organización
"centralizada y elástica a la vez"; y para ponerla en práctica
"confiaron ciegamente en la autoridad ganada en muchos años de lucha
por el Partido Socialista Popular."61
En ese contexto y contra el criterio de antiguos dirigentes de
su propio partido y de Fidel, es que Aníbal Escalante, dirigente del
Partido Socialista Popular y secretario de organización de las ORI, cae
en desviaciones sectarias tratando de controlar el naciente organismo unitario,
copando los cargos con militantes del PSP.
Estas desviaciones sectarias son detectadas a tiempo y el 26 de
marzo de 1962 se realiza el llamado "primer proceso a Escalante", donde Fidel
critica el sectarismo y responsabiliza de esta desviación a una serie
de cuadros del PSP, especialmente a Aníbal Escalante. Este proceso termina
con la disolución de ese primer intento de unificación de las
fuerzas revolucionarias. Una de las grandes debilidades de las ORI es no haber
sabido integrar a las masas.
Ese mismo año se inicia un nuevo esfuerzo unificador creándose
el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), que responde al
carácter socialista que abiertamente toma el proceso cubano después
de la invasión de Playa Girón.
Después de la negativa experiencia de las ORI, se asimilan
sus enseñanzas y se decide que sean las masas las que seleccionen a los
candidatos al partido entre los trabajadores más destacados, considerándose
muy importante que los militantes de la nueva organización política
tengan pleno apoyo y prestigio entre las masas.
Durante esos años el PURS no crece, se depura.
Alrededor de tres años después se crea, el 3 de
octubre de 1965, el Partido Comunista de Cuba (PCC) y se constituye su primer
comité central, cuando ya se considera superada la etapa de los distintos
matices y de los distintos orígenes de los militantes revolucionarios.
Esta es la historia y el contexto en que nace el partido único
en Cuba.
Esta bien, podrán decir ustedes, esa es la historia, pero
¿por qué hoy, cuando la dirección cubana sostiene que Fidel tiene
el inmenso apoyo de la población, no se permite la creación de
otros partidos? Estimo que la siguiente comparación puede ayudar a comprender
el rechazo cubano al multipartidismo: ¿por qué fue tan importante para
el futuro de Cuba desbaratar los planes que tenía el imperialismo con
la invasión de Playa Girón?, porque era fundamental impedir que
se estableciese una cabeza de playa contrarrevolucionaria que permitiese instalar
en territorio cubano un gobierno provisional que recibiría de inmediato
todo el apoyo de los Estados Unidos para ir reconquistando, desde allí,
el resto del territorio; de la misma manera, permitir la creación en
Cuba de otros partidos políticos en estos momentos en que la correlación
de fuerzas mundial es desfavorable al socialismo, significaría aceptar
en territorio nacional una cabeza de playa política que serviría
para que por ese canal penetrase toda la propaganda política y los recursos
de la contrarrevolución instalada en Miami y del propio gobierno de los
Estados Unidos. Sería un absurdo que después de cuarenta años
de desarrollo independiente y soberano, los cubanos, en aras de satisfacer las
demandas de algunos sectores autoproclamados "demócratas consecuentes",
cediera ese espacio a la contrarrevolución en forma gratuita. Sería
una enorme ingenuidad política. La historia tiene bastante con la ingenuidad
política62 de Gorvachov, que llevó al desastre al campo socialista,
como para repetir ese error. Quiero aclarar, sin embargo, que estoy hablando
de la actual situación en la que vive el país. Si estas condiciones
cambiaran, si cambiara la correlación de fuerzas a nivel mundial, si
el imperialismo llegase a aceptar una necesaria convivencia con regímenes
que no comparten su sistema de gobierno ni su concepción del mundo, esta
situación podría variar. Si dentro de un tiempo, en otra correlación
mundial de fuerzas, las masas cubanas pidieran la formación de otros
partidos, podría entrar a discutirse esta cuestión. Pero nadie
que tenga un mínimo de representatividad está pidiendo hoy que
se forme otro partido en Cuba.
Pero ese partido único, que se inspira en las concepciones
martianas del Partido de la Nación Cubana, no puede ser pensado hoy como
un partido obrero-campesino63, debe ser pensado como un partido de todos los
trabajadores, lo que significa tener en cuenta expresamente a ese amplio sector
de profesionales y técnicos formados por la revolución durante
estos cuarenta años. Es fundamental que se creen espacios de participación
política específicos para estos sectores, para que todo su potencial
intelectual pueda encontrar canales de expresión que les permitan contribuir
con sus ideas e iniciativas a los grandes desafíos que hoy tiene planteada
la revolución cubana.
Por otra parte, en un partido único es fundamental: crear
espacios y estimular el debate interno y el control de los no militantes sobre
los militantes, única forma de poder corregir a tiempo las posibles desviaciones
y errores en los que se puede caer.
1 . Conferencia magistral en el Congreso de CERLAC, Toronto, Canada, noviembre
de 1996.
2 . Adolfo Sánchez Vázsquez, Democracia , revolución y
socialismo, en revista peruana Travesía Nº1 (revista de ensayo y
política), Año 1, marzo 1991, .p. 62.
3 . A. Sánchez, Democracia, revolución..., op.cit. p.62.
4 . Desde expulsiones hasta fusilamientos en casos extremos.
5 . Norberto Bobbio, Nicola Matteuci, Diccionario de Política, Siglo
XXI, México, España, Colombia, 1981, p.504. 6 . Falta averiguar.
7 . Estos datos han sido extraídos del artículo de Ignacio Ramonet,
Apocalypse médias, aparecido en Le Monde Diplomatique, abril 1997, p.1.
8 . Noam Chomsky. Ilusiones necesarias (Control del pensamiento en las sociedades
democráticas), Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1992, p. 102. 9 . Miguel
Urbano Rodrigues, Bombas sobre Europa: El asalto a la razón en el ataque
del imperio artículo en periódico Avante, Portugal, 15 abril 1999.
10 . Ibid.
11 . Benjamin Ginsberg, The Captive Public, Basic Books, 1986, p.86,89. Citado
por Noam Chomsky, Ilusiones necesarias, op.cit. p.17.
12 . Téérmino utilizado por Chomsky que tiene un libro titulado:
Manufacturando el consenso.
13 . Citado por N. Chomsky, Ilusiones necesarias...op.cit. p.17.
14 . Juan Antonio Blanco . Op.cit. p.58.
15 . Noam Chomsky, Op.cit. p.8.
16 . Este término lo usa Walter Littmann en Public Opinion, Allen and
Unwin, Londres, 1932. 17 . Juan Antonio Blanco, Op.cit. p.59.
18 . Las ideologías más efectivas no son aquellas que prevalecen
contra todo desafío, sino aquellas que nunca son desafiadas porque en
su ubicuidad, en su atrincheramiento cultural, parecen más bien el modo
natural de las cosas." Michael Parenti, Power and Powerless, St. Martin
Press, EEUU, 1978,p.46, citado por Juan Antonio Blanco, Ibid. p. 62.
19 . Ibid. p.68.
20 . Carlos Ruiz, Movimiento popular y luchas por el poder, Revista Surda Nº
11, dic.1996, p.4,
21 . Franz Hinkelammert, Nuestro proyecto de nueva sociedad en América
Latina: el papel regulador del estado y los problemas de autorregulación
del mercado, en Cultura de la esperanza y sociedad sin exclusión, Ed.
DEI, Costa Rica, p.14 (publicado también en revista Pasos Nº33,
San José de Costa Rica, enero-febrero 1991, p.23).
22 . Así los denomina el documento de Santa Fe II. Este documento hace
una distinción dentro de lo que considera régimen democrático:
lo que denomina "gobierno temporal" formado por los funcionarios electos
y "gobierno permanente", es decir, "la estructura institucional
y las burocracias que no cambian con las elecciones como, por ejemplo, la burocracia
militar, judicial y civil." Y más adelante agrega que hay que diferenciar,
como lo hacen los comunistas, entre gobierno y poder, y que Estados Unidos debe
ser "igualmente realista", logrando "una altura pro-democrática
[es decir proimperialista] en el gobierno permanente así como en la administración
temporal." (De Santa Fe I a Santa Fe II: El Imperio y América Latina,
Editorial Colombia Nueva, Bogotá, 1989, p.77 y p.81.)
23 . Martín Hernández, Las democracias protegidas y la dominación
democrática del capital financiero, Revista de Ciencias Sociales, Uruguay,
noviembre, 1989, p.143.
24 . Op.cit. p. 146. 25 Germán Sánchez, Problemas de la democracia
en nuestra América, en revista Casa de las Américas Nº 186,
Cuba 1992, citado en Revolución y Democracia, Universidad Nacional Siglo
XX, Llallagua, Bolivia, 1992, p. 25.
26 . Ibid.
27 . M. Hernández, Las democracias protegidas ..., Op.cit. pp.146-147.
28 . Ibid. p.142.
29 . Expresión de Martín Hernández.
30 . M. Hernández, Ibid. pp. 143-144. Y lo mismo ocurre a nivel internacional.
No bien los Estados africanos y asiáticos conquistan su autodeterminación,
se restringe sin precedentes su soberanía nacional. La decisiones más
importantes las adoptan organismos internacionales como el FMI, el Consejo de
Seguridad de la ONU, etc. (Giovanni Arrighi, The Long Twentieth Century, Ed.
Verso, London-New York, 1994, p.331).
31 . M. Hernández, Las democracias protegidas..., op.cit. p.144.
32 . Carlos Ruiz, Democracia y relaciones laborales. Una visión desde
la transformación del mundo de la industria en Chile, trabajo de título
Dpto. de Sociología, Universidad de Chile, Santiago, octubre de 1996,
p.90).
33 H. Gallardo, Democratización y democracia en América Latina,
ponencia en Seminario "Crisis del neoliberalismo y vigencias de las utopías
en América Latina", Argenrina, 1996, mimeo, p.13.
34 . M. Hernández, Las democracias protegidas..., op.cit. p.151.
35 . Ver el estudio de ocho gobiernos locales de participación popular
en: Marta Harnecker, Haciendo camino al andar, LOM/MEPLA Santiago de Chile,
1995.
36 . Tomás Moulián, Capitalismo, democracia y campo cultural en
Chile, en revista Encuentro XXI Nº2, mayo, 1995, p.35. 37 . Esta legislación
busca impedir la conformación de una fuerte organización que reúna
a todos lo trabajadores limitándola a sindicatos de empresas.
38 . T. Moulián, Capitalismo, democracia..., op.cit. p.35.
39 . El informe del PNUD señala que los grupos medios a fines del 95
en Chile habían contraído deuda tres veces por encima de sus ingresos.
Este sector social destina el 39% de sus ingresos al pago de créditos
de consumo (PNUD, Desarrollo humano..., op.cit. pp.188-189).
40 . T. Moulián, Capitalismo, democracia..., op.cit. pp.36.
41 . dem.
42 . De alguna manera el temor está también presente en los Estados
Unidos. Los efectos del macartismo se mantienen de una forma muy sutil. No hay
miedo al estado, pero sus alumnos temen que si no se comportan en forma adecuada
nunca conseguirán un empleo y eso tiene un efecto disciplinario enorme.
(Noam Chomsky, La última
43 . Erich Hobsbawm, Historia del siglo XX (1914-1991), Crítica, Barcelona,
1995, p. 494.
44 . Ibid. p.493.
45 . Para Lenin, Moscú sólo sería la capital temporal del
socialismo hasta que pudiera trasladarse a su capital permanente en Berlín.
No es ninguna coincidencia que el idioma oficial de la Internacional Comunista,
<...> fundada en 1919, no fuese el ruso, sino el alemán. Erich
Hobsbawm, Op.cit.p.376.
46 . La introducción de la NEP. Sobre este tema ver: Estrategias en la
construcción del socialismo: el viraje estratégico de 1921, en
Marta Harnecker, Reflexiones acerca del problema de la transición al
socialismo, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, República Dominicana,
1985, pp.27-51.
47 . Etiénne Balibar en su libro Sobre la dictadura del proletariado
hace un brillante análisis de lo que él denomina los defectos
de la dictadura del proletariado, Siglo XXI, México, 1977, pp.159-162
(1ª ed. en francés 1976)
48 . Sobre este tema recomendamos la lectura de la entrevista que hiciéramos
en 1987 a Kiva Maidanik, historiador soviético en : Marta Harnecker,
La revolución de las esperanzas, Editorial Nuestro Tiempo, México,
1988, capítulos 1 y 2.
49 . Marta Harnecker: Perestroika: La revolución de las esperanzas, Editorial
Nuestro Tiempo, México, 1988, p.26.
50 . Erich Hobsbawm, Historia del siglo XX, op.cit. p.468. 51 . Kiva Maidanik,
conversación con Marta Harnecker, La Habana, Cuba, octubre 1997.
52 . Sobre esta forma de enfocar la transición ver : Etienne Balibar,
Sur la dialectique historique (Quelques remarques critiques a propos de Lire
Le capital), en Cinq etudes sur le Materialisme historique, Maspero, Paris,
1974, p.229. Este texto implica un cambio radical de postura del autor respecto
al problema de la transición en relación con lo expresado en Para
leer El capital.
53 . Helio Gallardo, Cinco mitos en torno a la crisis del socialismo histórico,
en Revista Pasos Nº 31, sep.-oct. 1990, p.25.
54 . Ibid. 55 . Ibid. 56 . A. Sánchez Vázquez, Democracia, revolución...,
op.cit. p.64.
57 . Jon Elster, Una introducción a Karl Marx, Siglo XXI, México,
1992, p.172.
58 . Desarrollar la democracia hasta sus últimas consecuencias, encontrar
las formas para este desarrollo, comprobarlas en la práctica, etc.: todo
esto constituye una de las tareas que forman parte de la lucha por la revolución
social -dice textualmente en el El Estado y la revolución, y más
adelante afirma: la democracia [...] ejercerá también su influencia
sobre la vida económica, acelerará su transformación, y
a su vez, recibirá la influencia del desarrollo económico Lenin,
Obras Completas, t. 27, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1970, p.87.
59 . Lenin, El marxismo y el estado, Ed. Progreso, Moscú, 1980, p.28.
Materiales preparatorios para el libro El Estado y la revolución. Nos
parece sintomático que este texto se haya traducido tan tardíamente
al español (1980), ya que da muchas luces sobre uno de los más
conocidos libros de Lenin. 60 . Sobre este tema ver: Marta Harnecker, Vanguardia
y crisis actual, Cap. VII. Leninismo contra deformación stalinista, Ediciones
Alvorada, Santiago de Chile, pp. 59- 79.
61 . Ernesto Guevara, El partido marxista-leninista (1963), en Escritos y discursos,
Editora Política, La Habana, 1985, t.7, p.10.
62 . La historia dirá si fue ingenuidad o traición.
63 . Si usamos esos términos en su sentido clásico marxista: trabajadores
fabriles y productores agrícolas independientes respectivamente.