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MARTA HARNECKER

DEMOCRACIA Y SOCIALISMO

 
MARTA HARNECKER
 
25 MAYO 1999
Artículo aparecido en la revista cubana
Temas, Nº Extraodinario 16-17, 1999, pp.120-135

Índice
INTRODUCCIÓN
I. EL MITO DE LA DEMOCRACIA LIBERAL
II. SOCIALISMO REAL: UNA CARICATURA DE DEMOCRACIA
III. EL SOCIALISMO POR EL QUE LUCHAMOS: LA DEMOCRACIA MÁS RADICAL.
1. UN PROYECTO SOCIAL ESENCIALMENTE DEMOCRÁTICO
2. CONCEPTO DE DICTADURA DEL PROLETARIADO
IV. EL PARTIDO UNICO: ¿ALGO ESENCIAL AL SOCIALISMO?

INTRODUCCIÓN

En relación al tema de la democracia es quizás donde ha habido cambios más profundos en la izquierda latinoamericana desde el triunfo de la Revolución Cubana hasta hoy.
Desilusionada -con razón- de la democracia burguesa o "democracia de los cinco minutos", como la catalogaba Cheddy Yagan1, que reduce la democracia al acto de votar cada equis cantidad de años por un miembro de la clase dominante -que debería representar los intereses de los electores, pero que de hecho sólo defiende los intereses de su clase y que no duda en ejercer la represión contra el movimiento popular cuando estima que las demandas de los oprimidos han ultrapasado los límites recomendables-; influida por una formación marxista-leninista dogmática y por una lectura simplificada de la revolución cubana; movida por una concepción vanguardista del proceso revolucianarió: la revolución "de las minorías activas"; una parte importante de la izquierda marxista-leninista latinoamericana de la década de los sesenta y setenta, al denunciar los límites de la democracia representativa burguesa, terminó por dejar en manos de la derecha la bandera de la democracia.
Al denunciar justamente los límites de la democracia representativa o democracia formal, terminó por negar el valor mismo de la democracia,2 olvidando que las conquistas democráticas en este terreno no son un don gratuito de la burguesía, sino que han sido el fruto de históricas luchas del movimiento popular como la lucha por el sufragio universal, el derecho al voto de la mujer, el derecho a la organización sindical, etcétera.
No siempre se hizo una clara distinción entre democracia formal y democracia real, entre sus relaciones mutuas, entre lo que debe ser rechazado y lo que debe ser salvado.3
Esta errada posición frente a la democracia se tradujo, por ejemplo, en que muchos dirigentes de izquierda se autodeclaraban revolucionarios y calificaban a las otras fuerzas progresistas como fuerzas democráticas, como si un revolucionario radical no tuviese que ser, al mismo tiempo, un demócrata radical. Todo esto, unido a sus métodos de conducción verticalistas y autoritarios, y a la lamentable forma en que resolvían sus problemas internos4 se prestó para que se anatemizara a la izquierda revolucionaria como antidemocrática.
Fueron las vivencias de las dictaduras militares y los acontecimientos ocurridos en la URSS a partir de la Perestroika, los que contribuyeron a superar estas aberraciones ideológicas y políticas
Pero este viraje, en sí mismo positivo, ha llevado a algunos sectores de la izquierda a renunciar, en nombre de una democracia abstracta, a planteamientos téoricos fundamentales que la desarman ideológicamente y la tornan inepta para cumplir su tarea transformadora.
Este artículo pretende proporcionar elementos para evitar este desarme. Partiré analizando las prácticas democráticas más recientes tanto burguesas como socialistas y reflexionaremos acerca de los desafíos que se plantean a la izquierda en relación con este tema
 
I. EL MITO DE LA DEMOCRACIA LIBERAL

1) FABRICANDO EL CONSENSO CON EL MONOPOLIO DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN
Empezaré por examinar cuán democrática es la democracia liberal realmente existente y para ello veamos cuáles son las reglas del juego que se supone debe respetar. Noberto Bobbio señala algunos de los "procedimientos universales" que estos regímenes deberían poner en práctica: que todos los electores sean libres de votar según su propia opinión formada lo más libremente posible, es decir, en una libre contienda de grupos políticos que compiten para formar la representación nacional; deben ser libres también en el sentido de que deben estar en condiciones de tener alternativas reales (lo que excluye como democrática cualquier elección con lista única y bloqueada); más adelante agrega otra regla: que ninguna decisión tomada por la mayoría debe limitar los derechos de la minoría, de manera particular el derecho de convertirse, en igualdad de condiciones en mayoría.5
A su vez, para asegurar que estas reglas del juego se puedan practicar se requieren otras condiciones como: la libertad de expresión, de reunión y de asociación.
Pero, ¿quién puede defender que en las llamadas democracias neoliberales existe una opinión pública informada e independiente? ¿Acaso no se concentran cada vez en menos manos los medios de comunicación de masa que son los instrumentos privilegiados para formar la opinión pública en la actualidad?6
Un ejemplo de esta concentración es el imperio mediático que ha constituido el australiano M. Rupert Murdoch, que posee una centena de periódicos y múltiples cadenas de radio y televisión. El acaudalado empresario tiene el 30% de las acciones de uno de los más grandes grupos multimedia contemporáneos: la News Corporation que controla en Estados Unidos: las ediciones Harpercollins; el diario New York Post; la sociedad de producción: Twentieth Century Fox; la red de televisión Network; una cadena de información continua, Fox New Channel, que rivaliza con la CNN y la NBC entre otras; una empresa de promoción y marketing, Heritage Media; así como unos veinte sitios en Internet. También está implicado en el proyecto de televisión por satélite Japan Sky Broadcasting que difundirá una enorme cantidad de programas hacia Japón, China, India, el Sudeste de Asia y el Este africano.7
¿Qué objetividad de información puede existir cuando las grandes cadenas televisivas nacionales y transnacionales silencian procesos, levantan caudillos, seleccionan las informaciones que les son funcionales y eliminan las que los perjudican? Un sólo ejemplo basta para ilustrar esto: la ausencia de información sobre los procesos electorales en Cuba. Como se sostiene que no hay democracia sin pluripartidismo, automáticamente todo proceso electoral en este país -un régimen de partido único- es descalificado; no existe, o mejor dicho, no debe existir, no conviene que exista y, por lo tanto, no figura como noticia, hasta el punto que la mayor parte de los latinoamericanos ignoran que en Cuba existen elecciones generales cada cinco años. Otro ejemplo es la desinformación respecto a lo ocurrido en El Salvador en la época del presidente Duarte. Los Estados Unidos hablaban entonces de terrorismo marxista y alababan a Duarte como el demócratacristiano honrado, dedicado a las reformas. Si se examinan los editoriales del Times a lo largo de seis años y medio, este periódico jamás habló de asuntos tales como el asesinato del arzobispo Romero o como la redada efectuada por las fuerzas de seguridad en la oficina de asistencia jurídica del arzobispado, con el fin de destruir las pruebas que las implicaban en el asesinato; la destrucción y el cierre de la universidad por el ejército, con muertos; la destrucción física de los medios de comunicación independientes.8
Un exemplo más reciente es la enorme cantidad de mentiras divulgadas por el gigantesco engranaje mediático controlado por los responsables del crimen9 en la guerra contra Yugoslavia. Pondré sólo dos ejemplos: Washington y sus aliados de la OTAN acusan a Milosevic de haber rechazado firmar el Acuerdo de Paz de Rambouillet, pero no explican las razones de Belgrado: aceptarlo significaba tolerar la ocupación militar de parte de siu territorio por fuerzas de la OTAN; los noticieros, las agencias y los analistas repiten incansablemente que la mayoría de la población de Kossovo es albanesa, lo que no dicen es que históricamente el pueblo servio estuvo en los orígenes de la nación y que Kossovo fue el bastión de resistencia del pueblo servio a la invasión de los turcos otomanos, sólo después de la segunda guerra mundial es que los descendientes de emigrados de Albania empiezan a volverse mayoría.10
Este control monopólico de los medios influye, por supuesto, en los procesos electorales. De la misma forma en que se vende una mercancía se vende un candidato. Lo que el liberalismo oculta con su planteamiento de "un hombre un voto" es la desigualdad que existe en el momento de votar. Al convertir la política en un mercado de ideas11 las clases dominantes que monopolizan la manufactura del consenso12 tienen las armas para conducir al ciudadano común hacia los partidos encargados de salvaguardar sus intereses. El libre mercado no lleva, como se pretende hacer creer, a la libre opinión. Como dice Benjamin Ginsberg: la mano oculta del mercado puede ser un instrumento de control tan potente como el puño de hierro del estado.13
Sólo esto explica que sean los partidos más conservadores que representan los intereses de una ínfima minoría quienes hayan logrado transformarse cuantitativamente en partidos de masas14 y que la base social de apoyo de sus candidatos, al menos en América Latina, sean los sectores sociales más pobres de la periferia de las ciudades y del campo.
Por otra parte, los medios de comunicación de masas concentrados cada vez en menos manos se encargan de canalizar el pensamiento y las actitudes dentro de los límites aceptables para las clases dominantes, desviando cualquier reto en potencia contra ellas y las autoridades establecidas antes de que éste pueda tomar forma y adquirir fuerza.15
Una sola condición ponen los liberales burgueses para aceptar el juego democrático: que ellos controlen los medios para fabricar el consenso16. Sólo en un mercado monopólicamente hegemonizado por ideas políticas es posible, casi sin excepción, participar y ganar siendo minoría. Lo único requerido para ello es que [esa] minoría sea descomunalmente poderosa respecto de la mayoría en cada área de la sociedad política y civil a la hora de participar en la competencia. [...] De resultar ineficaces los mecanismos para fabricar el "sentido común" y el "consenso" ciudadano, surgiría la necesidad burguesa de acudir a otros métodos autoritarios, fascistas17, como los que ya conocimos en Chile.
Pero estos mecanismos para facturar el consenso no sólo existen durante las campañas electorales, comienzan mucho antes influyendo en la vida cotidiana de la gente, a través de la familia, la educación, los medios recreativos y culturales. Se ha comprobado que el más eficaz y duradero "adoctrinamiento" político es el que se realiza fuera del campo y del lenguaje político.18
Lo que hoy se nos vende como democracia -según Juan Antonio Blanco-, es en realidad el mito democrático liberal reconstruido desde el liberalismo a expensas de su componente democrático. El autor no descarta que crecientes tensiones sociales en los países industriales avanzados, debidas a fenómenos tales como el paro estructural y las corrientes migratorias, pudiesen llevar a la democracia liberal a transformase en totalitarismo liberal.19

2) ORGANOS PERMANENTES NO ELECTOS PARA DAR ESTABILIDAD AL SISTEMA
¿Y qué ocurre con el sistema democrático representativo burgués en América Latina?
Lo que hoy existe son regímenes democráticos muy diferentes a los anteriores al período dictatorial. En esos años, el tipo de desarrollo económico y social existentes provocaban una lealtad de masas suficientemente amplia como para dar estabilidad al régimen democrático representativo burgués incorporando a ciertos sectores populares a las luchas políticas. Era la época de la alianza entre sectores obreros, aquellas franjas de las capas medias que habían surgido bajo el alero del estado y el empresariado industrial <...>, bajo el patrón del desarrollo capitalista en que la industria devenía no sólo la locomotora del crecimiento económico y de la acumulación de capital, sino también de la organización social y cultural de la sociedad y de la organización de la lucha política dentro de los marcos del sistema.20 Fue probablemente el fin de la larga fase de expansión de la postguerra y la nueva y profunda crisis que comienza gestarse en ese momento, por un lado, y el auge de la lucha de clases que ponía en peligro el sistema de dominación vigente, por otro , lo que condujo a la instalación de dictaduras militares en la mayor parte de los países de América Latina. Sólo mediante regímenes de fuerza -que desarticularan a las clases populares y a sus representantes sociales y políticos- era posible implantar un modelo de desarrollo capitalista tan antipopular como el modelo neoliberal. Y, por lo mismo, cuando los militares regresan a sus cuarteles y negocian una salida democrática, esta salida no puede ser sino una salida democrática limitada.
Se trata, como dice Franz Hinkelammert, de una democracia agresiva, sin consenso, con extremo control de los medios de comunicación por intereses económicos concentrados, en la cual la soberanía no reside en los gobiernos civiles, sino en los ejércitos y, más allá de ellos, en los organismos financieros internacionales. Se trata de democracias controladas, cuyos controladores no están sometidos a ningún mecanismo democrático.21
En estos regímenes de democracia limitada, restringida, controlada o de baja intensidad, según las denominaciones de los diversos autores, órganos de carácter permanente22, no electivos, y, por lo tanto, no sujetos a cambios producto de los resultados electorales, como el Consejo de Seguridad Nacional, que amplía y fortalece el carácter autónomo de los órganos de defensa del estado, el Banco Central autónomo del gobierno, las instancias económicas asesoras, la Corte Suprema, la Contraloría, el Tribunal Constitucional y otros órganos como éstos, han restringido drásticamente la capacidad efectiva de las autoridades electas democráticamente.23
Grupos de profesionales y no de políticos son los que hoy adoptan las decisiones o tienen una influencia decisiva sobre éstas. Incluso en determinadas áreas esenciales, por ejemplo, la económica y la militar, surgen instituciones que constituyen más bien la expresión nacional de un organismo supranacional24 <el FMI, la OTAN, el Banco Mundial, Parlamento Europeo >, con capacidad para condicionar o imponer acciones fundamentales en el interior de los países, al margen de la opinión de los electores.25
La aparente neutralidad y despolitización de dichos órganos oculta una nueva manera de hacer política de la clase dominante. Las decisiones de estos órganos se adoptan al margen de los partidos con la consecuente mayor libertad que ello implica al no estar estos profesionales sometidos a compromisos electorales.26 Esto permite, por una parte, enmascarar en alguna medida el carácter de clase del aparato estatal al presentar las decisiones como asunto de expertos ajenos a la demagogia y que aplican criterios "científicos"; y, por sobre todo, al disminuir la importancia real de las instituciones electivas, crear mecanismos de resolución de los conflictos interburgueses que no apelen a la participación política de las masas populares.27
En realidad las democracias burguesas siempre han buscado protegerse frente a las decisiones de los dominados. Pero en los regímenes democráticos anteriores esos mecanismos de protección aparecían como falencias de la democracia, es decir, como procedimientos antidemocráticos, por ejemplo, la limitación del derecho al voto o los fraudes electorales. Y esos procedimientos eran necesarios para asegurar la elección de personas de confianza de las clases dominantes, precisamente, porque las autoridades estatales electas por sufragio universal tenían real capacidad para influir en el funcionamiento del aparato de estado.28
Según el autor, eso otorgaba argumentos a la estrategia reformista, porque si se lograba elegir a autoridades progresistas, éstas podrían realmente realizar transformaciones sociales y políticas de importancia, dada la real influencia de las autoridades electivas sobre el funcionamiento del aparato estatal. ¿Dónde estaba lo ilusorio de la estrategia reformista? En creer que las clases dominantes iban a ser consecuentes con su discurso democrático. Pero esto no ocurrió así. Apenas perdieron el control del gobierno, no vacilaron en recurrir a la columna vertebral del aparato estatal: su fuerza armada apoyada directa o indirectamente por el Pentágono, para cancelar la democracia y establecer la dictadura, como ocurrió con Arbenz en Guatemala, Bosch en República Dominicana, Goulart en Brasil y Allende en Chile.
La situación actual es diferente: la democracia se habría "perfeccionado"29 porque hoy se hace más difícil la distorsión de la voluntad del electorado en la votación debido al uso de procedimientos de control más sofisticados gracias al empleo de las nuevas tecnologías de la información (no es común ver los fraudes escandalosos del pasado); pero este perfeccionamiento va acompañado simultáneamente por drásticas limitaciones: por una parte se han perfeccionado enormemente los mecanismos de fabricación del consenso, monopolizados por las clases dominantes, que condicionan en un alto grado la "voluntad" del electorado y, por otra, se ha restringido mucho la capacidad efectiva de las autoridades generadas democráticamente como forma de establecer una protección contra la voluntad de los ciudadanos. Al mismo tiempo que se crean condiciones para un respeto a la voluntad popular en las urnas, se restringe el campo de acción de esa voluntad popular al poner límites a la acción de sus mandatarios.30
Las características actuales del funcionamiento del aparato estatal restringen enormemente las posibilidades de acción de un gobierno de izquierda. Poco se obtiene con elegir mandatarios que expresen la voluntad popular si ellos tienen un campo de acción tan restringido que sólo pueden operar en el ámbito de lo insubstancial.31
A esto hay que agregar que, al mismo tiempo que se crean estos espacios restringidos de democratización política en la cúpula, el repliegue de los militares a los cuarteles en algunos países, particularmente en Chile, no va acompañado por una democratización de las instituciones situadas en la base de la sociedad (la escuela, la fábrica, el municipio, la universidad, etcétera) [...]32
La forma en que se materializa este tipo de democracia autoritaria depende de las peculiaridades de la historia política de cada país. La democracia restrictiva -como dice Helio Gallardo- es el referente de una tendencia y no existe en su forma pura. Comprende regímenes autoritarios con respaldo electoral, constitucional y armado, como el peruano, y gobiernos constitucionales de partido, con base electoral coalicional y vigilancia militar, como el chileno. También, regímenes autoritarios de partido, con un frágil o inexistente estado de derecho, respaldo militar y corporativo y movilización de masas o clientela electoral, como en el caso mexicano.33
Por su parte, los regímenes políticos centroamericanos surgidos de la negociación política con las fuerzas guerrilleras o luego de un proceso revolucionario como el sandinista, aunque también pueden calificarse de regímenes de democracia restringida, no tienen las mismas características que el resto de los países del subcontinente. En el caso de Nicaragua el paso al gobierno de Violeta Barrios de Chamorro se llevó a cabo dentro del marco jurídico desarrollado por la revolución y fue sólo bajo una enorme presión de los Estados Unidos, que se logró contrarrestar la influencia sandinista en el ejército y la policía. En el caso de El Salvador, los acuerdos de desmilitarización de 1993, limitaron tanto numérica como funcionalmente el papel de la Fuerza Armada.
Otra de las líneas de la reforma del estado que se ha comenzado a aplicar en América Latina a partir de los ochenta, es la dislocación territorial o descentralización de ciertos aspectos del aparato del estado. En lo substancial consiste en reordenar territorialmente el proceso de urbanización y de implantación de industrias y servicios, así como en entregar a estados, regiones, provincias o comunas la responsabilidad sobre algunas tareas de educación, salud, asistencia social, vivienda y desarrollo económico local.34 Esta reforma persigue objetivos económicos y políticos. Por una parte, facilitar el desarrollo del capitalismo y, por otra, fracturar el movimiento popular y desviar su atención de las luchas globales hacia las reivindicaciones locales. Sin embargo, quizá sea en este proceso de descentralización donde los resultados han sido más limitados. De hecho, es en el terreno de los gobiernos locales donde la izquierda latinoamericana ha avanzado más en los últimos años. No sólo ha conquistado crecientes espacios locales, sino que ha hecho de ellos, en los casos más ejemplares, lugares privilegiados para demostrar ante la opinión pública la posibilidad de llevar adelante políticas alternativas al neoliberalismo, algo muy importante en momentos de crisis de paradigmas como el actual.35

3) LA DEMOCRACIA DESMOVILIZADORA Y EL CIUDADANO ENDEUDADO
Pero eso no es todo, no sólo se trata de democracias tuteladas, sino de democracias desmovilizadoras, como las califica Tomás Moulián, tomando en cuenta la actual realidad chilena.36 La desmovilización popular sería el resultado de una serie de factores que ya no estarían ligados principalmente al uso de la represión ni a otros métodos de presión contra el movimiento popular.
El principal factor que influye en ello es el debilitamiento del movimiento sindical que se debe tanto a los límites que le impone la nueva legislación laboral implantada por la dictadura militar y que sigue vigente, 37 como a la flexibilización producida a nivel de las relaciones laborales.
Todo esto produce un aumento considerable de la inestabilidad laboral, la indefensión de los trabajadores y el aumento de la capacidad de control patronal. Las estrategias de mérito individual aparecen como más productivas que las estrategias de coordinación colectiva.38 Y se ve agravado con las nuevas modalidades organizacionales de las empresas, que buscan crear entre los trabajadores un espíritu de cuerpo y una identificación subjetiva con el resultado de su trabajo.
Otro factor es el predominio actual de una cultura más hedonista que ascética. Las personas le dan cada vez más importancia a la búsqueda del confort, a la legitimación del consumo, aspectos que el sistema de crédito fomenta. A diferencia del modelo mercado-internista, no recurre a políticas populistas, recurre a someter al trabajador al cautiverio de sus deudas,39 esclavo de la perpetua seducción de objetos que se ofrecen a sus ojos como realización de la verdadera vida. ¿Qué energía participativa, movilizadora, qué capacidad de riesgo puede tener un trabajador enfrentado tanto a la inestabilidad de su empleo como al cumplimiento religioso del pago de sus cuotas de crédito, cuyo incumplimiento lo transforma en un sub-hombre, alguien a quien le están negados los sueños futuros del confort?40
Desmovilizadora también ha sido la aparición de una izquierda neoliberalizada que ha reemplazado la creencia en el socialismo por la creencia en el capitalismo democrático; una izquierda que simplemente no cuestiona el sistema y que cuando se producen movilizaciones populares las maneja con estricta lógica corporativa.
El sociólogo chileno sintetiza así su tesis: la experiencia histórica demuestra que el mantenimiento del modelo neoliberal no requiere de una dictadura, ni siquiera de la forma actual de una "democracia tutelada". Requiere, eso sí, del disciplinamiento de una "democracia desmovilizadora", con un movimiento obrero débil y corporativizado en sus demandas, con una izquierda que contribuya a la legitimación del sistema y con "masas" volcadas hacia el consumo y la entretención más que hacia los asuntos públicos41.
Por su parte, Chomsky señala otro elemento de disciplinamiento que se debe tener en cuenta especialmente en América Latina: la cultura del terror. Según él, este factor ha domado las aspiraciones de la gente; la gente simplemente tiene miedo. Considera que no debemos olvidar que nuestro subcontinente recibió una buena dosis de terror en los últimos treinta años.42

II. SOCIALISMO REAL: UNA CARICATURA DE DEMOCRACIA

Hasta aquí hemos visto las limitaciones de la democracia liberal burguesa, pero también las experiencias socialistas soviéticas se han caracterizado por poner en práctica democracias bastante restringidas, sobretodo en el aspecto político-institucional. Comparto con el respetado historiador inglés, Erich Hobsbawm, la necesidad de separar la cuestión del socialismo en general de la práctica específica del socialismo existente. Esta distinción nos permite afirmar que el fracaso del socialismo soviético no empaña la posibilidad de otros tipos de socialismos.43 Lo que sí no parece posible, ni deseable, ni necesario es el renacimiento de aquel modelo de socialismo44.

1) DISTINCIÓN ENTRE PROYECTO Y MODELOS
Para hablar de socialismo luego de lo ocurrido con el socialismo real me parece necesario distinguir, entonces, entre dos cosas muy diferentes: el proyecto o propuesta socialista y un determinado modelo de socialismo.
Pienso que lo que fue derrotado fue un determinado modelo de socialismo: el modelo socialista soviético, y no el proyecto socialista como tal. ¿Qué proyecto mejor puede ofrecerse a la humanidad que una sociedad en la que desaparezca la explotación del hombre por el hombre; una sociedad donde el desarrollo de las fuerzas productivas permita eliminar la escasez, cuidando, al mismo tiempo, la conservación de la naturaleza;una sociedad de productores libremente asociados en que reine la libertad y la democracia más amplia; una sociedad en que el trabajo sea repartido entre todos para que todos puedan trabajar menos y tengan tiempo libre para su pleno desarrollo personal; una sociedad en que las riquezas producidas en ella sean repartidas equitativamente entre todos sus miembros? Ese proyecto de sociedad es el que sirve de mira a nuestras luchas por un mundo mejor.
Esta distinción me parece básica, porque ¿cómo se ha materializado este proyecto en la historia concreta del socialismo soviético? En sociedades estatista, centralista y burocráticas donde: el pueblo dejó de ser el protagonista y los órganos de participación popular fueron transformándose en entidades desaparición de las fronteras, entrevista realizada por Jim Cason y David Brooks, periódico Masiosare, Washington, 1 de febrero 1998).
puramente formales; y donde el partido se transformó en la autoridad absoluta, en el único depositario de la verdad, eliminándose el debate y el intercambio de ideas, y considerándose diversionista cualquier crítica a una política en curso.. En estas sociedades el partido terminó por controlar todas las actividades: económicas, políticas, culturales y, poco a poco, el gobierno democrático de los soviets fue derivando en una dictadura del partido, responsable de verdaderas involuciones históricas, entre ellas los horrores vividos durante el período de degeneración stalinista.
No creemos correcto que se pretendan hacer juicios de valor apresurados y aislados de los hechos históricos concretos que marcaron estas experiencias. No basta tampoco con reconocer los errores cometidos, hay que conocer las causas objetivas de estas desviaciones del proyecto inicial: sólo estudiándolas podremos evitar en el futuro transitar por el mismo camino. Por otra parte, sin analizar la forma que adopta la lucha de clases en esos países, y fundamentalmente la contraofensiva contrarrevolucionaria mundial que se produjo desde los inicios del nuevo experimento social y que fue adoptando diferentes formas en el transcurso del tiempo, no podremos entender lo ocurrido.

2) SOLUCIONES COYUNTURALES SE TRANSFORMAN EN LEYES
Veamos muy esquemáticamente cómo ocurrieron las cosas. Pienso que el primer desafío teórico y práctico que Lenin y los bolcheviques debieron enfrentar, fue empezar a construir el socialismo en un país atrasado, semifeudal, con un proletariado muy minoritario. Marx y Engels habían planteado que el socialismo se daría en países altamente desarrollados. Y a éste se agrega otro desafío: el tratar de empezar a construir el socialismo sin el apoyo de los países avanzados.Ni Lenin ni los bolheviques habían pensado comenzar a construir el socialismo en un solo país.45 Todos ellos consideraron que la revolución mundial, o al menos en algunos de los países más adelantados, estaba muy cercana y que la revolución rusa sólo se había adelantado a la ola revolucionaria mundial. Mientras ésta venía había que defender esa primera antorcha socialista. Ninguno de ellos imaginó jamás que la revolución rusa iba a quedar sola. Toda su estrategia inicial para construir el socialismo estuvo basada en la colaboración que pronto recibirían de las triunfantes revoluciones en los países desarrollados. Se pensó que con su ayuda se podrían resolver los problemas técnicos y económicos que planteaba el atraso ruso. La solidaridad de los países socialistas de Europa avanzada podría ofrecer a la Rusia post-zarista de entonces los medios para superar su inmenso atraso.
Pero eso no ocurrió. En 1921 ya estaba claro para Lenin que la revolución mundial no venía, que se había establecido un extraño equilibrio de fuerzas y que, aunque desde el punto de vista técnico las fuerzas militares del nuevo estado revolucionario eran mucho más débiles que las fuerzas de la coalición imperialista que luchaba en su contra, se había establecido un cierto equilibrio de fuerzas. Si bien la revolución mundial no triunfó, la clase obrera que conformaba la tropa de los ejércitos de los países capitalistas no estuvo dispuesta a aplastar al primer estado proletario. Sin esa situación en las tropas enemigas, jamás se hubiese podido sostener el naciente estado socialista.
La guerra había terminado, al menos temporalmente, pero el país estaba en ruinas. Su situación era aún mucho peor que en octubre del 17. La intensa guerra civil había destruido todavía más las fuerzas productivas, las fábricas estaban cerradas por falta de materias primas, el hambre azotaba las ciudades, era necesario mandar a los escasos obreros que sobrevivieron -miles y miles murieron en la guerra civil- al campo para que pudieran subsistir. La situación eran tan catastrófica que Lenin se ve obligado a emplear las reservas en oro, destinadas inicialmente al desarrollo industrial del país, a la compra de alimentos para conservar al menos la fuerza de trabajo. Esa era la situación de la URSS en 1921. Una revolución proletaria con una clase obrera casi desaparecida y un partido exclusivamente de cuadros.
Entonces aparecieron las voces derechistas que decían: "No debieron ustedes tomar el poder. Es imposible construir el socialismo con ese lamentable desarrollo de las fuerzas productivas". En ese momento se plantea la alternativa de abandonar el poder y retornar al capitalismo, como lo planteaban sectores socialdemócratas europeos de aquella época, o aprovechar el poder popular conquistado para avanzar, lentamente, paso a paso, mediante un repliegue estratégico muy riesgoso, pero el único posible según el criterio de Lenin46, en la construcción de los cimientos materiales de la nueva sociedad, tratando de ahorrar al pueblo el sudor y lágrimas de lo que significaría un regreso al capitalismo.
Esa salida, que fue la adoptada por los bolcheviques, implicaba que su partido asumiera durante algún tiempo la representación de la clase obrera, prácticamente inexistente en ese momento, y que se empleara una conducción muy centralizada para poder hacer frente a la reconstrucción acelerada del país en ruinas, obligado también a prepararse para una posible guerra, pues se sabía que la paz lograda era muy inestable.
De la colecta forzosa de alimentos de la etapa del comunismo de guerra, se pasa a la Nueva Política Económica, más conocida como NEP, que buscaba un desarrollo autosostenido basado en los intereses de las dos clases principales: el proletariado y el campesinado.
Pero una vez desaparecido Lenin, en lugar de debilitarse el estado se fue fortaleciendo y terminó sustituyendo a la clase y englutiendo al partido. Los soviets -figura política que adopta inicialmente la democracia popular en Rusia- fue perdiendo su empuje inicial hasta transformarse en algo meramente formal. Desaparece la autogestión obrera y la democracia dentro del partido. Y el gran ausente de todo este proceso fue el pueblo como protagonista efectivo de la nueva sociedad que se construía en su nombre. Desde comienzos de los años treinta se inicia un período negro: el período stalinista, en que el proceso pasa a una etapa de verdadera degradación: colectivización forzosa de la agricultura, represión de masas en el campo, trabajo forzado, eliminación física de los principales cuadros históricos del partido y de los mejores cuadros militares.
Si analizamos la historia de la revolución rusa comprobamos, sin embargo, que existen circunstancias concretas que explican la puesta en práctica de una serie de medidas que modifican el proyecto socialista inicial: catastrófica situación económica, agresión contrarrevolucionaria, debilidad de la clase obrera, no avance de la revolución en los países desarrollados de Europa, preparación para la guerra, la propia guerra, etcétera. Estas circunstancias no justifican, por supuesto, los horrores que se llegaron a cometer.
Todo esto llevó a dejar de lado el pluripartidismo inicial para transformar al partido comunista en el único partido de la revolución; por otra parte, el estado, en lugar de debilitarse, se fue fortaleciendo cada vez más hasta engullir al partido.
Pero lo grave fue que estas cosas que podían ser consideradas "defectos"47 de una construcción histórica concreta de socialismo, se transformaron en las famosas "regularidades" de los manuales soviéticos o leyes del socialismo.

3) EXITOS INICIALES Y CRISIS ESTRUCTURAL
Tendríamos que preguntarnos cómo fue posible que durante tantos años la izquierda no haya descubierto las debilidades de ese socialismo. Y para ello también hay razones históricas48. Hay que recordar que este modelo de desarrollo tuvo éxitos espectaculares en la URSS: en los años de preguerra se realizó la industrialización y se superó la producción industrial de la Rusia zarista en más de doce veces, con lo que este país se transformó en el segundo estado industrial del mundo, sin la ayuda de nadie y con los esfuerzos y sacrificios propios. Hacia 1948 se había conseguido recuperar el nivel de preguerra en un país donde la destrucción por la guerra había sido inmensa. A comienzos de los sesenta había logrado la paridad militar estratégica con los Estados Unidos y veinte años después un desarrollo industrial equivalente al setenta por ciento del alcanzado en los Estados Unidos. Por otra parte, no hay que olvidar el papel destacado jugado por la URSS en la derrota del fascismo y el hecho de que eso permitió, junto a su política exterior de aquella época, la potenciación de la lucha anticolonial y las victorias de las revoluciones argelina, cubana y vietnamita.
Pero, volviendo al aspecto económico, según el historiador soviético, Kiva Maidanik, este sistema de desarrollo económico centralizado alternativo al desarrollo capitalista clásico, en líneas generales, dio resultados positivos entre el 1925 y 1960 por varias razones. En primer lugar, porque existía la absoluta necesidad objetiva de concentrar lo poco que tenía la URSS para realizar un salto enorme -no hay que olvidar ni las perspectivas de la guerra en los años treinta, ni tampoco la amenaza atómica en los cuarenta-cincuenta; en segundo lugar, porque había entusiasmo y espíritu de sacrificio en las masas producto de la revolución, de las transformaciones sociales; en tercer lugar, porque en los años veinte-treinta existían dirigentes abnegados, forjados, no por el sistema mismo, sino por la revolución; en cuarto lugar, porque la estructura productiva era relativamente reducida, lo que permitía dirigirla totalmente desde un centro; en quinto lugar, porque el progreso científico técnico se desarrollaba poco a poco, en la forma de innovaciones dispersas que pudieron ser controladas y absorbidas desde arriba; en sexto lugar, porque entonces las necesidades populares de consumo no estaban muy desarrolladas, no eran demasiado sofisticadas ni variadas. Pero ya en los años sesenta se hicieron evidentes sus defectos: poca flexibilidad, escasa capacidad de maniobra y de incentivación de los de abajo [...].49
A partir de esa década, este modelo de producción extensiva, basado en la existencia de materia prima y fuerza de trabajo en abundancia, empezó a declinar: el ritmo de crecimiento desminuyó -al decir de Erich Hobswaum, la economía avanzaba al paso de un buey cada vez más cansado50-y por primera vez fue inferior a algunos países del capitalismo avanzado; la mano de obra y los recursos naturales empezaron a escasear; el exceso de centralismo y falta de flexibilidad impedían que la revolución científico-técnica rindiera todos sus frutos. Mientras tanto el capitalismo, a pesar de sus crisis estructurales, se depuraba de todo lo obsoleto y se desarrollaba a pleno vapor.
Todo esto comenzó a traducirse en lo interno en un comienzo de deterioro en todos los terrenos y niveles de la sociedad soviética, incluyendo las condiciones de vida del pueblo, lo que, según Maidanik, habría minado la confianza en el socialismo más que cualquier otra cosa. En el plano externo, esto empezó a traducirse en una peligrosa tendencia al desbalance militar, con todos los riesgos que ello implica.
Se trata de lo que podríamos llamar la primera crisis estructural del socialismo, que resultó fatal en la mayoría de las sociedades que se atribuyeron ese nombre51, pero que no tendría por qué haberlo sido.
En este sentido es importante tener en cuenta que el capitalismo -que se fue constituyendo a lo largo de siglos: sólo desde la primera revolución industrial, en que se inicia la forma ampliada de desarrollo capitalista, hasta la revolución científico-técnica actual, transcurren más de dos siglos- ha sufrido varias crisis estructurales .
Al respecto tenemos que reconocer que muchos marxistas cayeron en una visión muy simplista en relación con la evolución del capitalismo y, consecuentemente, del socialismo. Desde la época de Lenin se planteaba la crisis del capitalismo como algo lineal. Se pensaba que el capitalismo estaba en sus últimos estertores, que pronto desaparecería del mapa. Existía un pensamiento muy evolucionista, muy mecanicista respecto a los procesos de cambio: se establecía una secuencia un tanto mágica entre crisis económica, situación revolucionaria y revolución. Esto avalaba una tendencia a esperar con las manos cruzadas la llegada de la revolución. La historia nos ha demostrado que el capitalismo ha pasado por varias crisis estructurales y no ha desaparecido. Las crisis, por lo tanto, no tienen una salida única, existe la alternativa de una salida revolucionaria o de una salida reformista. La primera se da cuando existen condiciones subjetivas, es decir, una fuerza conductora del cambio capaz de aglutinar al pueblo en torno a un proyecto revolucionario y junto a éste aprovechar la crisis para tomar el poder del estado y solucionar la crisis, empezando el camino de la construcción de una nueva sociedad más humana y más justa. La segunda se da cuando no existen estas condiciones subjetivas y las fuerzas burguesas tienen espacio para elaborar una alternativa reformista de salida a la crisis, es decir, un nuevo modelo de desarrollo capitalista que supere las condiciones que generaron esa crisis. Ese ha sido el camino seguido por todos los países desarrollados hasta ahora.
La nueva situación que se creó en los países socialistas nos ha hecho pensar que el concepto de crisis estructural, hasta ahora aplicado sólo al capitalismo, puede y debe ser aplicado también al socialismo. En éste sistema también puede darse una salida revolucionaria de la crisis, que aunque pueda implicar pasos de repliegue temporal, esté orientada hacia la construcción del socialismo, o una salida contrarrevolucionaria de regreso al capitalismo. Tampoco se puede descartar que en los países socialistas se lleguen a producir estallidos sociales que conduzcan a guerras civiles.
Otro elemento que hay que tener en cuenta es que la forma que adopte la transición al socialismo en cada país tiene mucho más que ver con la forma en que se de la lucha de clases en ese país y a nivel mundial y de las correlaciones de fuerzas que se creen en ambos planos, que con los programas elaborados por los líderes de esos procesos.52
Como dice Helio Gallardo, socialismo nunca ha surgido espontáneamente desde las miserias del capitalismo y descansa en una acción de resistencia social que exige un sujeto humano y en la capacidad y voluntad de este sujeto para materializar efectivamente su resistencia en términos de lucha social y política.53
Si algo hemos aprendido de la caída del socialismo en Europa del Este y en la URSS es que éste no puede construirse sin la maduración política de los oprimidos y esto no se logra sin la elevación de su conciencia (espíritu) y la creación de una organización independiente.54
El socialismo no surge, por lo tanto, de una evolución natural, sino de una movilización histórico-social determinada, no es fruto de un proyecto hecho en los escritorios de los dirigentes, sino que nace como resultado de una práctica intelectual, pasional, protagonizada por sectores sociales históricamente revolucionarios.55

III. EL SOCIALISMO POR EL QUE LUCHAMOS: LA DEMOCRACIA MÁS RADICAL.

1. UN PROYECTO SOCIAL ESENCIALMENTE DEMOCRÁTICO
El socialismo que defendemos y por el que lucha la izquierda más consecuente es un proyecto social esencialmente democrático, y debido a esto, para ella la lucha por la democracia es inseparable de la lucha por el socialismo.
Pero ¿qué entender por democracia?
Creo que las diferentes definiciones de democracia pueden nuclearse en torno a tres aspectos fundamentales: el problema de la representatividad y los derechos ciudadanos o democracia política; el problema de igualdad social; y el problema de la participación o protagonismo del pueblo.
El primer aspecto, el de la democracia política o democracia representativa se refiere fundamentalmente al régimen político y pone el acento en la libertad de elegir gobernantes y en los derechos civiles de todos los ciudadanos. Esta democracia, que se autoproclama gobierno del pueblo, puede ser, y de hecho así ocurre en el caso de la democracia burguesa, una democracia que favorece a los sectores minoritarios de la población, por eso algunos la llaman democracia representativa o formal, ya que en nombre de ese pueblo se favorece sólo a una minoría. En ella existen ciudadanos de primera y de segunda categoría.
El segundo aspecto se expresa en la democracia real, sustancial o social, cuyo propósito fundamental es la búsqueda de la solución a los problemas más sentidos por la población: pan, tierra, trabajo, educación, vivienda, todas cosas que permiten avanzar hacia una sociedad más igualitaria. En la práctica esta forma de democracia puede ser ejercida por un sistema político que no funcione a la manera tradicional de la democracia representativa en occidente.
Y el tercer aspecto se expresa en la democracia participativa. Considero que el proyecto de sociedad de la izquierda: el socialismo, debe combinar estos tres tipos de democracia. Además de poner en práctica transformaciones sociales profundas que tiendan hacia una igualdad social cada vez mayor (democracia real o social), no puede prescindir de un sistema de representación ciudadana. No se trata -como dice Sánchez Vásquez- de propugnar la abolición de la democracia representativa, o participación delegada, en nombre de una participación directa, que lejos de excluirla vendría a complementarla y enriquecerla.56
No se puede gobernar sin delegar las tareas de gobierno en representantes del pueblo. La democracia directa es viable a nivel local, en comunidades pequeñas, pero no puede ser ejercida a nivel nacional, salvo en casos muy excepcionales (plebiscito, referéndum).
Por ello estimo valiosas todas las reflexiones que se refieren a los aspectos técnicos de la representatividad, o lo que yo denominaría: "la técnica de la representatividad", que buscan asegurar una representatividad real y un sistema de control de los representantes por los electores. Estimo que la izquierda debe preocuparse de que las corrientes minoritarias estén representadas y protegidas a nivel del estado siempre que no atenten contra los intereses nacionales, por supuesto.
Me parece que la nueva sociedad debe tener también instrumentos para defenderse de la demagogia de las campañas electorales burguesas en que se promete todo y se cumple muy poco o nada, y por ello debe plantearse como un principio básico de esa representatividad la búsqueda de mecanismos de revocabilidad para poder sustituir a los representantes cuando éstos han dejado de cumplir el mandato de sus electores.
A esto debe unirse también la necesidad de poner limitación a los mandatos otorgados por el propio pueblo, para evitar lo que ha ocurrido en la mayor parte de los países socialistas -mandatos casi de por vida-, algo absolutamente extraño al pensamiento de los clásicos del marxismo que veían la función burocrática como algo transitorio debido a su carácter rotativo.
Limitar los mandatos implica evitar el trauma que significa remover a un cuadro dirigente de su cargo: trauma moral, familiar, social, porque toda remoción, al no estar contemplada en ningún reglamento, es vista como una sanción.
Pero quiero aclarar que toda norma puede tener excepciones. Este es el caso, por ejemplo, de Fidel Castro en Cuba. Es difícil encontrar en la historia un líder con tanto carisma y capacidad de conducción, y sobretodo de unificación de voluntades. Un dirigente que jamás ha claudicado en cuestiones de principios; que ha sido capaz de decir al más poderoso imperio del mundo lo que estima conveniente sin tapujos, cuando el resto de los presidentes latinoamericanos no se atreven a hacerlo por la dependencia de sus países de los Estados Unidos. Es un orgullo nacional para los cubanos y yo creo que es un orgullo para los latinoamericanos y para los revolucionarios de todo el mundo. Eso por un lado. Por el otro, es un líder muy ligado a su pueblo; la mayor parte de éste confía plenamente en él.
1161c. Hay que entender también que la magnitud de los problemas que Cuba debe enfrentar, sobretodo después de la desaparición de la URSS, dificultan el relevo. En circunstancias tan complejas, ¿cómo renunciar a un lider experimentado, excepcionalmente calificado, capaz de resolver con mucho más agilidad, visión y rapidez los problemas que se le plantean al país? ¿Cómo renunciar a esa fuerza telúrica, como la calificara el Che?
1161d. Se trata de una excepción que confirma la regla, porque si bien se resuelven problemas en lo inmediato, la apabullante personalidad de Fidel inhibe un poco el surgimiento del nuevo liderazgo. Pienso que la dirección de la revolución tiene plena conciencia de ésto y está seriamente empeñada en preparar el relevo de cuadros que necesita.
Pero lo más característico del socialismo debe ser la puesta en práctica de una democracia participativa, donde el pueblo sea el verdadero protagonista de la construcción de la nueva sociedad; donde se estimule y se respeten todas las formas de autorganización popular, sin intentar someterlas al partido o al estado.
El socialismo como proyecto no puede entonces separarse de la democracia, no puede sino ser la mayor expresión de la democracia y una expansión enorme de ésta en relación con la limitada democracia burguesa.
La bandera de la democracia es de la izquierda y no de la burguesía, que se apoderó de ella aprovechándose de las deficiencias que en este sentido tenían los países socialistas.

2. CONCEPTO DE DICTADURA DEL PROLETARIADO
Según mi opinión, algunos sectores de izquierda, al expresar su justa lucha contra todo sistema dictatorial, han puesto en entredicho una de las piedras angulares del marxismo: la dictadura del proletariado.
En este tema considero que los marxistas se han puesto a la defensiva y que muchas veces al repudiar la expresión dictadura del proletariado con toda razón, lo que han hecho es poner en cuestión el eje del planteamiento marxista acerca del estado. Según Jon Elster, la "dictadura del proletariado" es una frase que ha adquirido un sentido ominoso probablemente desconocido para Marx y sus contemporáneos. La dictadura en su época y en su obra no era incompatible con la democracia.57
1) ABANDONAR LA PALABRA
Creo que aquí hay que aclarar muy bien las cosas para que podamos entendernos. Yo creo que la expresión dictadura del proletariado debe ser abandonada, porque las palabras sirven para comunicarse y cuando se usa un término y nadie entiende lo que se está diciendo o entienden una cosa diferente de lo que se pretende expresar, ¿qué sentido tiene usarlo? Para emplear una imagen, cuando se le habla a la gente del líquido para beber se utiliza el término agua, no se habla de H2O; de la misma manera, no tiene ningún sentido utilizar el término dictadura del proletariado en el discurso político, y mucho menos cuando en nuestras experiencias más recientes en América Latina, lo que hemos visto, lo que el pueblo conoce, son dictaduras militares. ¿Cómo vamos a decirle nosotros a ese pueblo que no ha estudiado marxismo, que no tiene conocimientos científicos: "Compañeros, venimos a ofrecerles una nueva dictadura, sólo que ahora es la dictadura del proletariado"?
2) REIVINDICAR SU CONTENIDO TEÓRICO
Pienso, entonces que debemos abandonar el término, pero ¿significa eso abandonar el contenido teórico al que apuntaba ese término en Marx, Engels y Lenin? Antes de responder a esta pregunta me parece importante tratar de desentrañar cuál era el sentido en que ese término fue usado por ellos. Y pienso que es importante empezar por decir que estos autores valoraban enormemente la democracia. Que para ellos el socialismo era un régimen de democracia casi completa, es decir, para 9/10 de la población: una democracia para los pobres, a diferencia de la democracia burguesa, una democracia para una minoría: democracia para los ricos y para una pequeña capa del proletariado.
3) DESARROLLAR LA DEMOCRACIA: TAREA REVOLUCIONARIA
Por eso es que Lenin plantea que desarrollar la democracia hasta sus últimas consecuencias es una tarea revolucionaria fundamental y está convencido que la democracia ejercerá una influencia positiva sobre la vida económica del país, acelerará su transformación.58
Pero ¿por qué no una democracia completa, cuando esta es la meta a la que ambos aspiran? La respuesta a esta pregunta es lo que nos permite entender el sentido preciso en que Marx y Lenin usan este término. La democracia no es completa en el socialismo, responde Lenin, porque está limitada por el aplastamiento violento de la resistencia de los ricos.59 El uso de la fuerza es lo que define al estado según Marx y Engels, y Lenin en El estado y la revolución desarrolla esta idea extensamente; es a ese uso de la fuerza a lo que denominan dictadura. Según ellos, aun las democracias burguesas más representativas, es decir, más democráticas, son dictaduras burguesas, porque expresan la supremacía o dominio de la clase burguesa, es decir, son los intereses de su clase los que se imponen al resto de la sociedad. Ningún político burgués, por supuesto, va a hacer campaña política levantando la bandera de la dictadura de la burguesía, tratará, por el contrario, de hacer creer que su sistema expresa los intereses de todos los ciudadanos y es el más democrático del mundo.
De la misma manera, la democracia socialista más amplia, aquella de la que participan esas nueve décimas partes de la población que mencionábamos anteriormente, para que pueda reflejar los intereses de la mayoría del pueblo, debe limitar necesariamente la realización de los intereses de quienes se oponen a que se adopten esas medidas en beneficio del pueblo. Las sociedades concretas no son sociedades en el aire donde todos los intereses coinciden. Hay que tener en cuenta que la sociedad está compuesta de intereses contradictorios y evidentemente para que una sociedad de mayorías populares pueda funcionar deberá emplear mecanismos que le permitan someter esa minoría a los intereses de la mayoría. Y aquélla sólo se somete cuando se la presiona. Esa es la ley de la historia; Si no se practicara la fuerza contra los opositores - y es a eso a lo que Marx y Lenin denominan dictadura del proletariado- se estaría yendo en contra del propio concepto de democracia, se estaría irrespetando a la mayoría.
Si llegase el día en que la minoría se sometiese voluntariamente a los intereses de la mayoría popular en el poder, podría reinar de inmediato una democracia sin límites. Esta no es una ocurrencia mía, es el propio Lenin el que lo dice. Los límites no los impone el pueblo, los impone la propia actuación del enemigo.
La dictadura del proletariado es teóricamente, por lo tanto, la otra cara de la democracia popular más amplia, es decir, del derecho a imponer que se respeten los intereses de la mayoría. Si no se practicara ese derecho contra los opositores se estaría yendo en contra del propio concepto de democracia, se estaría irrespetando a la mayoría.
4) NO SIGNIFICA TEÓRICAMENTE IRRESPETO A LAS LEYES. ESTADO DE DERECHO Y DE DERECHAS
Dictadura del proletariado no significa, por lo tanto, el irrespeto de las leyes que el pueblo se ha dado, es decir, no implica el rechazo a un régimen de estado de derecho, aunque citas de Lenin alejadas de su contexto pudiesen tener esa lectura, sino el ejercicio de ese estado de derecho contra la minoría que se opone a los cambios democráticamente decididos.
Pero no hay que confundir, como alguien decía, estado de "derecho" con estado de "derecha". La burguesía que aboga con tanta pasión por el respeto del estado de derecho cuando es su estado de derecho, pone trabas inmensas cuando las fuerzas progresistas y revolucionarias pretenden modificar ese estado de derecho buscando reformas de la constitución que permitan una mejor expresión de los intereses populares, como ocurre, por ejemplo, hoy en la Venezuela, de Hugo Chávez.
5) TIPO DE ESTADO Y FORMA DE GOBIERNO
Por eso que aunque Marx no haya desarrollado una teoría del estado con la profundidad que el tema lo requería, me parece que no podemos echar por la borda algunos de sus aportes que, a pesar de su aparente simplicidad, son claves para entender cómo funciona el estado, entre ellas la distinción marxista entre tipo de estado y forma de gobierno. El tipo de estado responde a la pregunta: ¿a qué intereses (o a los intereses de qué clase) sirve ese estado? La forma de gobierno responde a la pregunta: ¿de qué manera se logran materializar esos intereses: a través de un régimen dictatorial: autocracia, despotismo, fascismo, dictadura militar; o a través de un régimen democrático con todas sus variantes: monarquía, república parlamentaria, república presidencialista? Me parece que es importante comprender que cuando los clásicos hablan de dictadura del proletariado están pensando en un tipo de estado y no en una forma de gobierno. Pero, aceptando la necesidad del uso de la fuerza por parte del pueblo contra la minoría que no se decide a perder sus privilegios, ¿por qué dictadura del proletariado y no dictadura popular? Pienso que esto se debe a que Marx está pensando en un tipo de estado de una sociedad capitalista desarrollada que pasa al socialismo, por lo tanto, de una sociedad en la que existirían fundamentalmente burgueses y proletarios, de ahí que Marx hable de dictadura de la burguesía o de dictadura del proletariado, sin matices.
Aceptando el análisis marxista para dar cuenta del carácter del estado en la nueva sociedad socialista que nos proponemos construir, pienso que el término más adecuado para referirnos a él sería el de estado con hegemonía popular. De esta manera evitamos los equívocos propios del término dictadura y, por otro, nos permite reflejar mejor el sujeto social actual de la revolución en América Latina que abarca muchos otros sectores sociales además de la clase obrera.

IV. EL PARTIDO UNICO: ¿ALGO ESENCIAL AL SOCIALISMO?

1) LENIN NO PLANTEÓ EL PARTIDO ÚNICO COMO DOGMA
Respecto a polémico tema del partido único, me parece importante empezar por recordar que Lenin, el inspirador de la mayor parte de estos partidos y de nuestros partidos revolucionarios en América Latina, no pretendió fabricar una fórmula universal de partido. Por el contrario, tanto teórica como prácticamente él sostuvo la necesidad de que la organización política revolucionaria se adaptara a cada país. Entendía que el partido era un instrumento y no un fin, un instrumento de carácter organizativo para conducir al movimiento revolucionario a la toma del poder y a la construcción del socialismo en un determinado país. Muchos revolucionarios olvidan el carácter instrumental del partido y se dedican a perfeccionar el instrumento, olvidándose de que es su objetivo la conducción de las masas.
Quizás sea importante señalar también en este sentido que Lenin no critica el modelo del partido socialdemócrata europeo de comienzos de siglo, lo que sostiene es que ese modelo es apto para Europa occidental, donde las formas democrático burguesas prevalecen y esos partidos tienen espacios legales donde desenvolverse, pero no para la Rusia zarista, estado autocrático, represivo, con mínimos espacios legales.
No debemos tampoco olvidar que la concepción de partido único no es una concepción leninista.60 Lenin planteó la democracia de los soviets como la forma ideal de estado de la nueva sociedad. Y en estos soviets participaban diversos partidos: los socialistas revolucionarios de izquierda y de derecha, los mencheviques, los anarquistas. Lenin como marxista sabía que los partidos son la representación política de diferentes clases o sectores de clases. Era, por lo tanto, natural que aceptara que en una sociedad donde no se habían eliminado las clases, existieran diferentes expresiones políticas o partidos.
A tal punto valoró Lenin el pluripartidismo que, a pesar de que los bolcheviques arrasaron en las elecciones de octubre de 1917 en los soviets, éste insistió en formar un gobierno de coalición con los socialistas revolucionarios, es decir, un gobierno que reflejara la alianza de clases obrero-campesina, la base social fundamental del nuevo poder. Fue la historia concreta, es decir, la forma en que se dio la lucha de clases en dicha revolución lo que llevó a la existencia de un solo partido. Y este hecho histórico propio de la revolución rusa, fue luego transformado en una de las tantas regularidades que había que seguir como ley -según los manuales soviéticos- si se quería hablar de construcción del socialismo. Se llegó así a caer en el absurdo de introducir en la constitución de muchos países socialistas un artículo en que se decreta que el Partido Comunista es la vanguardia de la clase obrera y el que dirige la construcción del socialismo, como si la condición de vanguardia se pudiese definir por decreto.
Resumiendo, la existencia de varios partidos o de uno solo no es una cuestión de principio, no es un dogma, depende de la forma concreta que adopta la lucha de clases en cada lugar, que no es ajena a la lucha de clases a nivel internacional.
No debemos caer ni en el fetichismo del pluralismo, ni en el fetichismo del partido único. Hay tipos de pluripartidismo que son puramente formales. Eso ocurre cuando hay dos partidos diferentes con un programa muy similar, como es el caso de los partidos Republicano y Demócrata en los Estados Unidos. Pero esto no quiere decir que esto sea siempre así. Existen formas de pluripartidismo en que los diferentes partidos realmente reflejan distintos intereses de clase como sucede en muchos países europeos y de América Latina. De igual modo el partido único que ha sido un instrumento valioso en algunos países socialistas puede derivar, si de él se excluye el debate intenso y toda forma de control popular sobre sus militantes, como ha ocurrido en los países socialistas del Este, en una dictadura del partido. Allí el partido perdió su carácter instrumental para volverse un objetivo en sí mismo, desvinculado totalmente de las masas.
2) EL PARTIDO ÚNICO EN CUBA
¿Y qué pensar del tan debatido tema del partido único en Cuba? Lo primero que debemos tener en cuenta es la realidad histórico-social que existe en ese pequeño país a 90 millas del imperio más poderoso del mundo, y qué estructura política e instrumentos de conducción ella requería para llevar adelante su lucha por la liberación nacional y por el socialismo.
Es preciso empezar por aclarar que el Movimiento 26 de Julio, la organización que condujo el proceso revolucionario a la victoria, fue una organización política creada por Fidel y un grupo de revolucionarios cubanos que no se inspiraron en los partidos comunistas clásicos, sino en las ideas organizativas de Martí. José Martí, prócer cubano que luchó por independizar a Cuba de España, comprobó que los patriotas no lograban sus objetivos libertarios -Cuba fue el último país de América Latina que alcanzó su independencia-, porque existía desunión entre las fuerzas independentistas. Estas divisiones no eran sólo divisiones en el terreno político, sino también entre quienes hacían política y quienes empuñaban las armas. Para superar este problema, concibió la idea de reunir en un solo haz a todas las fuerzas dispuestas a luchar por la independencia de su país y, al mismo tiempo, de Puerto Rico.
Martí, quien vivió largos años en Estados Unidos y afirmara: "Viví en el monstruo y conozco sus entrañas", había previsto -mucho antes de que Lenin elaborara su teoría del imperialismoque una vez liberadas las últimas colonias del dominio español, la futura potencia imperial caería sobre América Latina con gran fuerza y que, por lo tanto, era necesario crear un muro de contención en las Antillas que impidiera la expansión de los Estados Unidos hacia el sur.
Surge así la idea del Partido Revolucionario Cubano, con una concepción no de partido clasista, sino de partido-frente: el partido de la nación cubana. Este pretendía agrupar a todos los patriotas cubanos -sean cuales fueran los sectores sociales que ellos representaran- en una sola organización política que superase los errores y divisiones del pasado.
Años más tarde Fidel, a pesar de tener una concepción marxista de la política, no ingresa al Partido Socialista Popular, nombre que había adoptado el Partido Comunista, sino en el Partido Ortodoxo, que representaba a la pequeña burguesía radical antimperialista, y desde allí comienza a conformar el núcleo inicial del Movimiento 26 de Julio, inspirado en la concepción martiana de partido.
De igual manera, para implementar la guerra de guerrillas recoge las tradiciones de lucha de su pueblo: esta forma ya había sido empleada por los esclavos que huían de las plantaciones y se iban a refugiar a la sierra y había sido retomada por los mambises en su lucha contra el ejército español.
Fuertemente insertado en las tradiciones nacionales y en el pensamiento martiano, el Movimiento 26 de Julio conducido por Fidel -levantando un programa que reflejaba los intereses de todos los sectores oprimidos- logra hegemonizar a amplios sectores populares y luego, en la medida en que va constituyéndose en una real alternativa de poder contra la dictadura, también logra atraer a sectores burgueses en la lucha contra Batista.
Fidel, desde un comienzo, tenía claro que era importante unificar a todos los revolucionarios. Y consecuentemente con esto, hace esfuerzos por obtener acuerdos unitarios con las otras fuerzas de la izquierda cubana: el Partido Socialista Popular (PSP) y el Directorio Revolucionario, logrando que antes de realizar el desembarco del Granma, se dé a conocer un manifiesto conjunto con el Directorio Revolucionario. Posteriormente, pocos meses antes del triunfo, algunos cuadros del PSP se integran a la lucha guerrillera. Y una vez logrado el triunfo, es importante apuntar que los comunistas cubanos tienen el gran mérito histórico de haber reconocido el liderazgo indiscutido de Fidel. Hay otros partidos comunistas que no han sido capaces de realizar este gesto. En el caso de Nicaragua, por ejemplo, algunos partidos marxistas no fueron capaces de reconocer el liderazgo sandinista y continuaron luchando contra el FSLN después del triunfo: prefirieron aliarse con la burguesía representada por la UNO antes que apoyar al FSLN en los últimos comicios electorales. Pero en Cuba no sólo hubo un gesto del PSP, sino también de Fidel. El máximo dirigente cubano, adoptando después del triunfo, una posición patriótica y antisectaria dejó de pertenecer -según sus propias palabras- al M-26 de Julio y adoptó como suya la bandera de la revolución, que era algo mucho más grande que su organización político-militar, porque en ella participaba todo el pueblo. En lenguaje popular: Fidel abandonó la camiseta del partido y se puso la de la revolución.
Nos parece también importante recordar, por otra parte, que inmediatamente después del triunfo en Cuba ya no existían partidos burgueses. Sus dirigentes se habían ido a Miami durante la dictadura de Batista o inmediatamente después de su derrocamiento.
En esas circunstancias, cuando la lucha contra Batista había concluido en forma exitosa, pero ya comenzaba a iniciarse una guerra más larga y dura: la lucha contra el imperialismo -prevista y anunciada por Fidel cuando estaba en la Sierra, en carta a Celia Sánchez-, cobra mayor importancia la idea martiana de agrupar a las fuerzas revolucionarias en un solo partido. En ese momento existían tres organizaciones políticas opositoras importantes: el PSP, el Directorio y el M-26 de Julio.
Fidel sabía que cualquier fisura que pudiese darse en las filas del pueblo podía permitir al imperialismo empezar a horadar esa revolución desde adentro. De ahí que, a medida que la lucha contra los Estados Unidos se acrecienta, se acentúe también su esfuerzo por lograr dar una estructura única a los tres partidos señalados. El primer intento fue la formación de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), dos años después del triunfo de la revolución.
Ernesto Che Guevara cuenta que pensaron en un organismo ligado a las masas, formado por "cuadros estrictamente seleccionados" y en una organización "centralizada y elástica a la vez"; y para ponerla en práctica "confiaron ciegamente en la autoridad ganada en muchos años de lucha por el Partido Socialista Popular."61
En ese contexto y contra el criterio de antiguos dirigentes de su propio partido y de Fidel, es que Aníbal Escalante, dirigente del Partido Socialista Popular y secretario de organización de las ORI, cae en desviaciones sectarias tratando de controlar el naciente organismo unitario, copando los cargos con militantes del PSP.
Estas desviaciones sectarias son detectadas a tiempo y el 26 de marzo de 1962 se realiza el llamado "primer proceso a Escalante", donde Fidel critica el sectarismo y responsabiliza de esta desviación a una serie de cuadros del PSP, especialmente a Aníbal Escalante. Este proceso termina con la disolución de ese primer intento de unificación de las fuerzas revolucionarias. Una de las grandes debilidades de las ORI es no haber sabido integrar a las masas.
Ese mismo año se inicia un nuevo esfuerzo unificador creándose el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), que responde al carácter socialista que abiertamente toma el proceso cubano después de la invasión de Playa Girón.
Después de la negativa experiencia de las ORI, se asimilan sus enseñanzas y se decide que sean las masas las que seleccionen a los candidatos al partido entre los trabajadores más destacados, considerándose muy importante que los militantes de la nueva organización política tengan pleno apoyo y prestigio entre las masas.
Durante esos años el PURS no crece, se depura.
Alrededor de tres años después se crea, el 3 de octubre de 1965, el Partido Comunista de Cuba (PCC) y se constituye su primer comité central, cuando ya se considera superada la etapa de los distintos matices y de los distintos orígenes de los militantes revolucionarios.
Esta es la historia y el contexto en que nace el partido único en Cuba.
Esta bien, podrán decir ustedes, esa es la historia, pero ¿por qué hoy, cuando la dirección cubana sostiene que Fidel tiene el inmenso apoyo de la población, no se permite la creación de otros partidos? Estimo que la siguiente comparación puede ayudar a comprender el rechazo cubano al multipartidismo: ¿por qué fue tan importante para el futuro de Cuba desbaratar los planes que tenía el imperialismo con la invasión de Playa Girón?, porque era fundamental impedir que se estableciese una cabeza de playa contrarrevolucionaria que permitiese instalar en territorio cubano un gobierno provisional que recibiría de inmediato todo el apoyo de los Estados Unidos para ir reconquistando, desde allí, el resto del territorio; de la misma manera, permitir la creación en Cuba de otros partidos políticos en estos momentos en que la correlación de fuerzas mundial es desfavorable al socialismo, significaría aceptar en territorio nacional una cabeza de playa política que serviría para que por ese canal penetrase toda la propaganda política y los recursos de la contrarrevolución instalada en Miami y del propio gobierno de los Estados Unidos. Sería un absurdo que después de cuarenta años de desarrollo independiente y soberano, los cubanos, en aras de satisfacer las demandas de algunos sectores autoproclamados "demócratas consecuentes", cediera ese espacio a la contrarrevolución en forma gratuita. Sería una enorme ingenuidad política. La historia tiene bastante con la ingenuidad política62 de Gorvachov, que llevó al desastre al campo socialista, como para repetir ese error. Quiero aclarar, sin embargo, que estoy hablando de la actual situación en la que vive el país. Si estas condiciones cambiaran, si cambiara la correlación de fuerzas a nivel mundial, si el imperialismo llegase a aceptar una necesaria convivencia con regímenes que no comparten su sistema de gobierno ni su concepción del mundo, esta situación podría variar. Si dentro de un tiempo, en otra correlación mundial de fuerzas, las masas cubanas pidieran la formación de otros partidos, podría entrar a discutirse esta cuestión. Pero nadie que tenga un mínimo de representatividad está pidiendo hoy que se forme otro partido en Cuba.
Pero ese partido único, que se inspira en las concepciones martianas del Partido de la Nación Cubana, no puede ser pensado hoy como un partido obrero-campesino63, debe ser pensado como un partido de todos los trabajadores, lo que significa tener en cuenta expresamente a ese amplio sector de profesionales y técnicos formados por la revolución durante estos cuarenta años. Es fundamental que se creen espacios de participación política específicos para estos sectores, para que todo su potencial intelectual pueda encontrar canales de expresión que les permitan contribuir con sus ideas e iniciativas a los grandes desafíos que hoy tiene planteada la revolución cubana.
Por otra parte, en un partido único es fundamental: crear espacios y estimular el debate interno y el control de los no militantes sobre los militantes, única forma de poder corregir a tiempo las posibles desviaciones y errores en los que se puede caer.


1 . Conferencia magistral en el Congreso de CERLAC, Toronto, Canada, noviembre de 1996.
2 . Adolfo Sánchez Vázsquez, Democracia , revolución y socialismo, en revista peruana Travesía Nº1 (revista de ensayo y política), Año 1, marzo 1991, .p. 62.
3 . A. Sánchez, Democracia, revolución..., op.cit. p.62.
4 . Desde expulsiones hasta fusilamientos en casos extremos.
5 . Norberto Bobbio, Nicola Matteuci, Diccionario de Política, Siglo XXI, México, España, Colombia, 1981, p.504. 6 . Falta averiguar.
7 . Estos datos han sido extraídos del artículo de Ignacio Ramonet, Apocalypse médias, aparecido en Le Monde Diplomatique, abril 1997, p.1.
8 . Noam Chomsky. Ilusiones necesarias (Control del pensamiento en las sociedades democráticas), Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1992, p. 102. 9 . Miguel Urbano Rodrigues, Bombas sobre Europa: El asalto a la razón en el ataque del imperio artículo en periódico Avante, Portugal, 15 abril 1999.
10 . Ibid.
11 . Benjamin Ginsberg, The Captive Public, Basic Books, 1986, p.86,89. Citado por Noam Chomsky, Ilusiones necesarias, op.cit. p.17.
12 . Téérmino utilizado por Chomsky que tiene un libro titulado: Manufacturando el consenso.
13 . Citado por N. Chomsky, Ilusiones necesarias...op.cit. p.17.
14 . Juan Antonio Blanco . Op.cit. p.58.
15 . Noam Chomsky, Op.cit. p.8.
16 . Este término lo usa Walter Littmann en Public Opinion, Allen and Unwin, Londres, 1932. 17 . Juan Antonio Blanco, Op.cit. p.59.
18 . Las ideologías más efectivas no son aquellas que prevalecen contra todo desafío, sino aquellas que nunca son desafiadas porque en su ubicuidad, en su atrincheramiento cultural, parecen más bien el modo natural de las cosas." Michael Parenti, Power and Powerless, St. Martin Press, EEUU, 1978,p.46, citado por Juan Antonio Blanco, Ibid. p. 62.
19 . Ibid. p.68.
20 . Carlos Ruiz, Movimiento popular y luchas por el poder, Revista Surda Nº 11, dic.1996, p.4,
21 . Franz Hinkelammert, Nuestro proyecto de nueva sociedad en América Latina: el papel regulador del estado y los problemas de autorregulación del mercado, en Cultura de la esperanza y sociedad sin exclusión, Ed. DEI, Costa Rica, p.14 (publicado también en revista Pasos Nº33, San José de Costa Rica, enero-febrero 1991, p.23).
22 . Así los denomina el documento de Santa Fe II. Este documento hace una distinción dentro de lo que considera régimen democrático: lo que denomina "gobierno temporal" formado por los funcionarios electos y "gobierno permanente", es decir, "la estructura institucional y las burocracias que no cambian con las elecciones como, por ejemplo, la burocracia militar, judicial y civil." Y más adelante agrega que hay que diferenciar, como lo hacen los comunistas, entre gobierno y poder, y que Estados Unidos debe ser "igualmente realista", logrando "una altura pro-democrática [es decir proimperialista] en el gobierno permanente así como en la administración temporal." (De Santa Fe I a Santa Fe II: El Imperio y América Latina, Editorial Colombia Nueva, Bogotá, 1989, p.77 y p.81.)
23 . Martín Hernández, Las democracias protegidas y la dominación democrática del capital financiero, Revista de Ciencias Sociales, Uruguay, noviembre, 1989, p.143.
24 . Op.cit. p. 146. 25 Germán Sánchez, Problemas de la democracia en nuestra América, en revista Casa de las Américas Nº 186, Cuba 1992, citado en Revolución y Democracia, Universidad Nacional Siglo XX, Llallagua, Bolivia, 1992, p. 25.
26 . Ibid.
27 . M. Hernández, Las democracias protegidas ..., Op.cit. pp.146-147. 28 . Ibid. p.142.
29 . Expresión de Martín Hernández.
30 . M. Hernández, Ibid. pp. 143-144. Y lo mismo ocurre a nivel internacional. No bien los Estados africanos y asiáticos conquistan su autodeterminación, se restringe sin precedentes su soberanía nacional. La decisiones más importantes las adoptan organismos internacionales como el FMI, el Consejo de Seguridad de la ONU, etc. (Giovanni Arrighi, The Long Twentieth Century, Ed. Verso, London-New York, 1994, p.331).
31 . M. Hernández, Las democracias protegidas..., op.cit. p.144.
32 . Carlos Ruiz, Democracia y relaciones laborales. Una visión desde la transformación del mundo de la industria en Chile, trabajo de título Dpto. de Sociología, Universidad de Chile, Santiago, octubre de 1996, p.90).
33 H. Gallardo, Democratización y democracia en América Latina, ponencia en Seminario "Crisis del neoliberalismo y vigencias de las utopías en América Latina", Argenrina, 1996, mimeo, p.13.
34 . M. Hernández, Las democracias protegidas..., op.cit. p.151.
35 . Ver el estudio de ocho gobiernos locales de participación popular en: Marta Harnecker, Haciendo camino al andar, LOM/MEPLA Santiago de Chile, 1995.
36 . Tomás Moulián, Capitalismo, democracia y campo cultural en Chile, en revista Encuentro XXI Nº2, mayo, 1995, p.35. 37 . Esta legislación busca impedir la conformación de una fuerte organización que reúna a todos lo trabajadores limitándola a sindicatos de empresas.
38 . T. Moulián, Capitalismo, democracia..., op.cit. p.35.
39 . El informe del PNUD señala que los grupos medios a fines del 95 en Chile habían contraído deuda tres veces por encima de sus ingresos. Este sector social destina el 39% de sus ingresos al pago de créditos de consumo (PNUD, Desarrollo humano..., op.cit. pp.188-189).
40 . T. Moulián, Capitalismo, democracia..., op.cit. pp.36.
41 . dem.
42 . De alguna manera el temor está también presente en los Estados Unidos. Los efectos del macartismo se mantienen de una forma muy sutil. No hay miedo al estado, pero sus alumnos temen que si no se comportan en forma adecuada nunca conseguirán un empleo y eso tiene un efecto disciplinario enorme. (Noam Chomsky, La última
43 . Erich Hobsbawm, Historia del siglo XX (1914-1991), Crítica, Barcelona, 1995, p. 494.
44 . Ibid. p.493.
45 . Para Lenin, Moscú sólo sería la capital temporal del socialismo hasta que pudiera trasladarse a su capital permanente en Berlín. No es ninguna coincidencia que el idioma oficial de la Internacional Comunista, <...> fundada en 1919, no fuese el ruso, sino el alemán. Erich Hobsbawm, Op.cit.p.376.
46 . La introducción de la NEP. Sobre este tema ver: Estrategias en la construcción del socialismo: el viraje estratégico de 1921, en Marta Harnecker, Reflexiones acerca del problema de la transición al socialismo, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, República Dominicana, 1985, pp.27-51.
47 . Etiénne Balibar en su libro Sobre la dictadura del proletariado hace un brillante análisis de lo que él denomina los defectos de la dictadura del proletariado, Siglo XXI, México, 1977, pp.159-162 (1ª ed. en francés 1976)
48 . Sobre este tema recomendamos la lectura de la entrevista que hiciéramos en 1987 a Kiva Maidanik, historiador soviético en : Marta Harnecker, La revolución de las esperanzas, Editorial Nuestro Tiempo, México, 1988, capítulos 1 y 2.
49 . Marta Harnecker: Perestroika: La revolución de las esperanzas, Editorial Nuestro Tiempo, México, 1988, p.26.
50 . Erich Hobsbawm, Historia del siglo XX, op.cit. p.468. 51 . Kiva Maidanik, conversación con Marta Harnecker, La Habana, Cuba, octubre 1997.
52 . Sobre esta forma de enfocar la transición ver : Etienne Balibar, Sur la dialectique historique (Quelques remarques critiques a propos de Lire Le capital), en Cinq etudes sur le Materialisme historique, Maspero, Paris, 1974, p.229. Este texto implica un cambio radical de postura del autor respecto al problema de la transición en relación con lo expresado en Para leer El capital.
53 . Helio Gallardo, Cinco mitos en torno a la crisis del socialismo histórico, en Revista Pasos Nº 31, sep.-oct. 1990, p.25.
54 . Ibid. 55 . Ibid. 56 . A. Sánchez Vázquez, Democracia, revolución..., op.cit. p.64.
57 . Jon Elster, Una introducción a Karl Marx, Siglo XXI, México, 1992, p.172.
58 . Desarrollar la democracia hasta sus últimas consecuencias, encontrar las formas para este desarrollo, comprobarlas en la práctica, etc.: todo esto constituye una de las tareas que forman parte de la lucha por la revolución social -dice textualmente en el El Estado y la revolución, y más adelante afirma: la democracia [...] ejercerá también su influencia sobre la vida económica, acelerará su transformación, y a su vez, recibirá la influencia del desarrollo económico Lenin, Obras Completas, t. 27, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1970, p.87.
59 . Lenin, El marxismo y el estado, Ed. Progreso, Moscú, 1980, p.28. Materiales preparatorios para el libro El Estado y la revolución. Nos parece sintomático que este texto se haya traducido tan tardíamente al español (1980), ya que da muchas luces sobre uno de los más conocidos libros de Lenin. 60 . Sobre este tema ver: Marta Harnecker, Vanguardia y crisis actual, Cap. VII. Leninismo contra deformación stalinista, Ediciones Alvorada, Santiago de Chile, pp. 59- 79.
61 . Ernesto Guevara, El partido marxista-leninista (1963), en Escritos y discursos, Editora Política, La Habana, 1985, t.7, p.10.
62 . La historia dirá si fue ingenuidad o traición.
63 . Si usamos esos términos en su sentido clásico marxista: trabajadores fabriles y productores agrícolas independientes respectivamente.