25 de enero del 2004
Juan Gelman responde
al gobierno uruguayo y relata la busqueda de su nuera y su nieta
“Batlle tiene claro quién asesinó a mi nuera”
Victoria Ginzberg
Página 12
Los gobiernos de Argentina y
Uruguay se intercambian desde hace días declaraciones cruzadas sobre sus
políticas de derechos humanos. El incidente se inició porque el presidente
Néstor Kirchner hizo suyo un pedido del poeta Juan Gelman: recuperar los restos
de su nuera ejecutada en Montevideo en el marco de la Operación Cóndor. Un
reclamo que, como dijo Gelman desde México, obedece al "derecho tal vez
más elemental de cada ser humano, que viene del fondo de los siglos", el
derecho a una tumba. El poeta explicó a Página/12 cómo el presidente uruguayo
Jorge Batlle utilizó políticamente la búsqueda de su nieta y lo acusó de
"omisión" por no denunciar al asesino de su nuera María Claudia
García Irureta Goyena. También le respondió al ministro de Defensa oriental,
quien señaló que no había indicios suficientes para asegurar que la mujer
estuviera sepultada en el Batallón de Infantería 13. "La prueba está
enterrada en el batallón", afirmó.
-¿Qué opinión le merece el comunicado del gobierno uruguayo?
-No voy a incurrir en calificaciones, aunque a algunos amigos uruguayos en
México y en el exterior les parece una tomadura de pelo y hasta una guarangada.
En lo que respecta a las presuntas gestiones realizadas por el Uruguay para
encontrar los restos de los uruguayos desaparecidos en Argentina hay un
lenguaje indirecto conducente donde no se registran varios hechos. Por ejemplo,
uno que puntualizó la Cámara Federal de Buenos Aires: que desde el año 1995 se
ha encarado sistemática y pacientemente junto con el Equipo Argentino de
Antropología Forense la llamada Búsqueda de la Verdad, que consiste en la
indagación sobre el destino final de las personas desaparecidas. Aún antes, en
1984 se publicó el Nunca Más con testimonios de sobrevivientes que denunciaron
la presencia de represores uruguayos en los centros clandestinos Orletti, Pozo
de Banfield y Pozo de Quilmes. De manera que cuando el presidente uruguayo dice
que no tiene información alguna sobre ninguna de las personas que
desaparecieron en Argentina ni cómo, ni cuándo ni de qué manera, está diciendo
algo que no se condice con los hechos. Parece que el doctor Batlle o quien hizo
este comunicado tampoco tiene en cuenta lo que dice el informe final de la
(uruguaya) Comisión para la Paz. Batlle por decreto decidió que ese informe se
convierta en la posición oficial del gobierno uruguayo respecto de los
desaparecidos. Ese informe dice que "una vez recopilada la información de
carácter nacional, la comisión se dedicó a recabar información homóloga de la
República Argentina en cuya jurisdicción territorial se registra el mayor
número de desapariciones forzadas de ciudadanos uruguayos. A tales efectos se
ha contado con cooperación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación
argentina en cuyo ámbito obran los archivos de la Conadep, con el invalorable
auxilio del Equipo Argentino de Antropología Forense, que le permitió concretar
diversos hallazgos en el vecino país, y el respaldo de la Cámara de Apelaciones
que dictó las rectificaciones de partidas y autorizó la exhumación y
repatriación de restos en aquellos casos en que eso resultó posible".
-Pareciera que Batlle no leyó ese informe.
-Parece que no. Pero eso sigue, "la Comisión ha contado también con la
valiosa contribución de Abuelas de Plaza de Mayo y de la Fundación Comisión
Católica Argentina de Migraciones". El señor (Carlos) Ramela, que se ha
ocupado tanto de insultar al presidente argentino, olvida que en el año 2001 él
estaba agradecidísimo por las contribuciones argentinas.
-El comunicado señala que Batlle hizo una "investigación propia" que
permitió ubicar a su nieta. ¿ Cuál fue el verdadero rol del presidente uruguayo
en esa búsqueda?
-Esa investigación la iniciamos mi mujer, Mara La Madrid, que no es la madre de
mis hijos, y yo en el año 1998, cuando tuvimos la llamada pistauruguaya. Sin
saber dónde estaba mi nieta, ni si era nieta o nieto, inicié una polémica
pública con (el entonces presidente uruguayo Julio María) Sanguinetti. Hubo una
campaña internacional que permitió lo que esperábamos. No que Sanguinetti
investigara y nos dijera, sino que alguien de la sociedad civil uruguaya,
leyendo eso, conectara algo que a lo mejor vio y no tuvo explicación con esta
búsqueda nuestra. Esto ocurrió. A fines de noviembre (de 1999) nos llamó una
vecina de la gente que se quedó con mi nieta y la anotó como propia para darnos
elementos que confirmaban nuestra investigación. A fines de noviembre teníamos
la certeza en 99 por ciento de quién era la hija de María Claudia. En el
ínterin, el director del diario La República puso a nuestra disposición un
equipo para hacer una investigación paralela que llegó a la misma conclusión a
principios de enero del año 2000. Cuando nosotros tuvimos esa casi certeza,
porque faltaba el ADN, pedimos a un intermediario que se comunicara con la
señora -porque el señor había muerto- que había criado a mi nieta para decirle
cómo eran las cosas. Esta señora tuvo un gesto: quince días después le dijo a
mi nieta que no era hija de ellos y que muy probablemente fuera mi nieta. Ella
tuvo una actitud muy valiente, se comunicó con el intermediario, a través de él
nos comunicamos y quedamos en conocernos a fines de marzo en Montevideo, a
donde fuimos con Mara con el pretexto de un homenaje literario que se me hacía.
-Pero en Uruguay lo estaba esperando Batlle.
-Cuando llegamos al aeropuerto estaban mi abogado de entonces, Gonzalo
Fernández, y Eduardo Galeano para decirme que Batlle quería que fuéramos
inmediatamente a la residencia presidencial. Yo me negué porque antes quería
hablar con mi nieta, a quien ni siquiera conocía. Nos reunimos en la casa de
Galeano y Ramela llamaba cada media hora de parte de Batlle diciendo, por
ejemplo: "Bueno Gelman, ¿lo va a ver al Presidente o no?". A la
mañana siguiente nos reunimos por primera vez con mi nieta, nos conocimos, le
dije que Batlle quería hacer público ese hecho y le pregunté si estaba de
acuerdo. Me dijo que sí y entonces le contesté al presidente que ese mismo día
nos reuníamos. Fue una reunión interesante, porque cuando me dijo que estaba
dispuesto a ayudarme en todo lo que yo quisiera, le dije que lo único que
quería era encontrar los restos de mi nuera.
-¿Qué dijo él en ese momento?
-Pegó un respingo. Dijo ¿cómo hacerlo? Y Mara le dijo, "pregunte a los
militares uruguayos". El le dijo "¿pero usted qué quiere, que los
cuelgue de los pulgares para sacarles información?".
-¿Hubo una utilización política de Batlle de la búsqueda de su nieta?
-El nos dijo que a principios de marzo -esto era el 30, 31- un amigo le contó
que nosotros habíamos encontrado a mi nieta y que entonces ordenó una
investigación al jefe de la Casa Militar que corroboró lo que nosotros habíamos
descubierto. El temía que yo lo hiciera público, cosa que no era nuestro
propósito. Fuimos a Montevideo lo más clandestinamente posible porque
imaginábamos el trauma que a una muchacha de 23 años le puede producir esta
historia, este cambio de identidad, de filiación, de familia. Creo que Batlle
tenía miedo del papelón que pasó Sanguinetti diciendo que en Uruguay nunca
había nacido un niño en cautiverio y nunca había desaparecido un niño. El
inauguraba su período. Sí, creo que él hizo una utilización política de todo
esto. De todos modos de esa utilización yo rescato dos cosas positivas: la
primera es el reconocimiento oficial de que había traslados de Argentina a
Uruguay y viceversa; y la otra, la implícita, de que el Plan Cóndor funcionó y
que había militares y policías uruguayos que participaron en la represión en
Argentina, cosa que el gobierno uruguayo siempre había negado. Pero quiero
señalar que el Gobierno recabó la información tres meses después de que nosotros
supiéramos y porque hubo un uso político.
-¿También hubo una investigación paralela sobre el lugar donde estaría
enterrada María Claudia?
-El primer dato lo dio el diario La República. El segundo lo dio el propio
Batlle. El senador Rafael Michelini declaró que en una reunión que mantuvo con
Batlle en junio del año 2000, hace más de tres años y medio, Batlle le dio el
nombre del asesino de mi nuera: el capitán de la policía militarizada de
Uruguay Ricardo Medina. Esto trascendió a la prensa y ni Batlle ni Medina lo
desmintieron. Otro dato lo recibí de mi abogado, quien era una especie de
intermediario con Batlle. En una comunicación de Fernández conmigo del 5 de
junio del año 2000 él me reitera que Batlle dice que Ricardo Medina se encargó
de ejecutar a María Claudia, que "tiene una ubicación muy precisa de los
restos" (el Batallón 13 de Infantería de Montevideo) y que Batlle va a
pedir que se rescaten los restos y se los entreguen en un ataúd para los
estudios del caso.
-¿Por qué retrocedió?
-Seguramente no por una situación de golpe de Estado en Uruguay. Eso ha quedado
realmente muy atrás. ¿Se trataría de compromisos políticos o de otro tipo
contraídos anteriormente que le impiden hablar? Porque aquí hay algo grave: si
un magistrado está enterado del asesinato de alguien y sabe quién lo asesinó,
tiene que denunciarlo de oficio ante la Justicia. Mucho más alguien que como
Batlle es el primer magistrado de la Nación. No lo hizo. Incurrió en un delito
de omisión. ¿El cambio se habría producido por presiones de su propio partido,
por ejemplo de Sanguinetti, que es el más perjudicado en esta historia?
-¿Es una pregunta o una afirmación?
-Es una pregunta que me hago. Pero yo afirmo: Sanguinetti es el más perjudicado
con esta historia. Porque el señor que se quedó con mi nieta era de su entorno,
fue nombrado jefe policial por él cuando asumió la presidencia, era un amigo.
Además, la posición oficial del gobierno uruguayo es que no hubo ejecuciones.
La Comisión para la Paz dice que los desaparecidos "fallecieron" en
la mesa de torturas. El caso de mi nuera prueba fehacientemente que sí hubo
ejecuciones. Porque sabemos que se le robó la beba a principios de enero (de
1977), se la dejó a quienes después fungieron como padres y a ella se la
ejecutó en Uruguay.
-El gobierno uruguayo dice en su comunicado que es su "voluntad proseguir
las investigaciones de los casos pendientes". Eso es contradictorio con la
actitud de Batlle. También dice que no se pueden confirmar plenamente las
circunstancias de la muerte de María Claudia cuando es el presidente quien lo
tiene confirmado.
-Yo puedo mencionar una lista de las cosas que no hizo Batlle. ¿Ordenó al
teniente coronel Nino Gavazzo, jefe de las tropas uruguayas en Orletti, que
contara lo que sabía sobre el traslado de María Claudia a Montevideo? No.
¿Ordenó al capitán (José Ricardo) Arab y al coronel (Manuel) Cordero, a quienes
les entregaron a mi nuera para su traslado a Montevideo, que contaran lo que
sabían? No. Batlle es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y tiene
medios coercitivos para conseguir esa confesión o relato, medios que no contó
la Comisión para la Paz, a la que mintieron en gran escala los represores
entrevistados.
-Además la Justicia argentina pidió la citación de esos militares...
-A eso voy. ¿Batlle ordenó al coronel (Juan Antonio) Rodríguez Buratti y
nuevamente al capitán Arab que en el mes de diciembre de 1976 sacaron del
centro clandestino de detención en Montevideo a mi nuera con su beba en una
canastita que contaran lo que sabían? No. ¿Ordenó al coronel (Jorge) Silveira y
al capitán de policía Medina, que dejaron la canasta con la beba en el umbral
del alto funcionario de policía, que contaran lo que sabían? No. ¿Batlle ordenó
al capitán de policía Medina, el asesino de mi nuera según él mismo le dijo a
Michelini, que contara lo que sabía? No lo hizo. ¿Denunció de oficio a Medina
ante la Justicia? No. ¿Ordenó que se excavara la zona del batallón de
Infantería 13? No. ¿Permitió la extradición de los militares uruguayos que dos
veces pidió la Justicia argentina? No. ¿Permitió que en la denuncia penal que
hice en Montevideo declararan los militares uruguayos mencionados? No. Cerró el
caso aduciendo que este aberrante delito común estaba protegido por la Ley de
Caducidad. Se trata de María Claudia, argentina, que nada tuvo que ver con la
política uruguaya. Eso lo dijo sin leer el expediente pocos días después de
prometerle a Kirchner que llevaría las cosas hasta el final. Finalmente no
investigó en el seno de sus propias Fuerzas Armadas no sólo el caso de María
Claudia sino el de los 80 uruguayos desaparecidos que mencionó -aunque son
152-, dado que esos militares y policías uruguayos tuvieron una activa
participación en el secuestro, tortura y desaparición de esos exiliados en
nuestro país. Yamandú Fau, un ex izquierdista hoy ministro de Defensa de Batlle
empeñado en garantizar la impunidad, dijo que no hay pruebas que determinen la
validez, la seriedad o la procedencia del planteo de que María Claudia pueda
estar enterrada en la dependencia del Batallón 13. Quiero decir que hay
suficiente información calificada que indica que ahí fue sepultada, si después
la movieron, seguramente habrá huellas. Pero la prueba está enterrada en el
Batallón 13 de Montevideo, ahí es donde la tiene que buscar Fau.
-¿Qué significa el caso de María Claudia para Uruguay? ¿Batlle tiene miedo de
que luego se reabran otras investigaciones?
-Creo que en ese sentido respondió el senador Michelini cuando dijo que en el
Batallón 13 no sólo fue sepultada mi nuera sino también otros uruguayos
ejecutados y desaparecidos. Según los organismos de derechos humanos uruguayos
hay varios cementerios clandestinos en distintos cuarteles. De manera que ése
puede ser un temor. Porque además, como me dijo un amigo uruguayo, "tirando
de un hilo se deshace la trama".
-¿Podría anularse la Ley de Caducidad?
-Aparentemente no hay voluntad política en ningún sector. Pero aunque esta ley
descarta la posibilidad de castigo, no cierra la posibilidad de información.
Según Batlle, no hay posibilidad de castigo, pero el derecho a la información
sigue en pie y yo voy a apelar esa decisión ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos.
-Si llegara a recuperar el cuerpo de María Claudia, ¿cómo se imagina el día
después?, ¿que les va a pasar a ustedes?
-Puedo decir lo que me va a pasar a mí. Yo tuve la experiencia con los restos
de mi hijo. La desaparición -esa palabra corta que encubre cuatro conceptos:
secuestro, tortura, asesinato y desaparición del cadáver- es una segunda
muerte. El hecho de haber encontrado los restos de mi hijo y de haberlos podido
enterrar cerca de donde descansan mis padres me trajo un cierto alivio. El
dolor no desapareció pero se mitigó, puedo vivir mejor con él porque sé que hay
un lugar donde está su memoria. Es, además, la reinstalación de alguien no sólo
en su propia historia sino en la historia de la civilización, en la historia de
nuestra cultura. Es imposible que alguien desaparezca. El derecho a una tumba
es el derecho tal vez más elemental de cada ser humano que viene del fondo de
los siglos. La crueldad de mantener a los familiares a oscuras -y que eso
alimente a veces ciertas esperanzas- me parece una continuación terrible de la
represión misma.